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¡¿BoM?! por AbraxasB

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Notas del capitulo:

Buen miercoles a todos n_n  les dejo el cap. 10 después de casi un mes jajaja

leed

Cap. 10 Siete días – Siete Motivos

Lunes 1er día – Su risa




A primera hora de la mañana llamaste a casa de Ed para preguntar cómo se encontraba. Envy contesto el teléfono al tercer timbre y te dijo en pocas palabras que tu niño no asistiría a clases y que justamente estaban esperando la llegada del doctor antes de que él y Al partieran a la escuela.

Supusiste entonces que Ed se quedaría solo en casa y diste por hecho que de tener algo sumamente grave a su hermano no se le ocurriría dejarlo solo. Te arreglaste como cada mañana y tomaste el desayuno unos minutos antes de que Maes entrara por la puerta principal.

- ¡es hora de irnos!- gritó – mamá nos lleva hoy a la escuela

Te apresuraste y colocando tu plato y cubierto en el fregadero saliste rápidamente con tu mochila al hombro para no hacer esperar a la sra. Hughes.

El trayecto fue de lo más ameno por el hecho de que la mama de Maes te consideraba parte de su familia y sin siquiera esperarlo te diste cuenta que tu mejor amigo ya la había puesto al tanto de tu vida amorosa. Te sentiste un poco abochornado por las súbitas preguntas, pero a pesar de ello cuando llegaron a la escuela el tema ya se había convertido en uno más para hablar en cualquier momento y con completa naturalidad. Bajaron del coche y dándote un beso en la frente, al igual que a Maes, te deseo la mejor de las suertes para con Ed.

- ¡bobo!- le dijiste a tu amigo en cuando el auto desapareció de tu vista – ni siquiera preguntaste si podías irlo contando por allí.

Rió de tu actitud y te tomo por los hombros guiándote hacia la entrada de la escuela- solo es mamá, no pasa nada-

Resoplaste. Al menos ahora sabías que había en el mundo una persona más, aparte de tus amigos, que no te rechazaría debido a ello. Te alegraste y pasaste las primeras horas motivado por ese sentimiento hasta que notaste que Envy te miraba más de lo debido.

- seguro se enteró que fuiste tú quien le dio moras- apunto Fuery asintiendo con la cabeza.

- o que se hizo la herida por tu culpa al caer entre las rocas- intervino Farman dándote palmaditas en la espalda.

- o que paso una noche fuera de la cabaña – rió Breda – bajo el frío de la noche y… contigo de compañero.- recalcó burlonamente.

Te asustaste pensando si sería verdad todo lo que dijeron ellos y te preguntaste si sería peligroso cobrar tu premio aún es esas circunstancias. Tomaron la última clase antes del descanso tranquilamente sin volver a hablar del tema y Envy no volvió a voltear a verte.

Estaban a punto de salir del salón para tomar el almuerzo cuando el peliverde te tomo del brazo segundos antes de que cruzaras la puerta y te pidió hablar en privado.

-mmm ok – miraste a tus amigos – ahora los alcanzo – dijiste y los viste esperarte en el pasillo.

- El doctor dijo que todo era causado por las moras que comió en el bosque- te informo como para comenzar la conversación.

Pensaste que te culparía por ello, pero la expresión seria de su rostro no dejaba entrever nada – al menos hoy estará en cama todo el día para recuperarse- dijiste

-si, Miles se quedó con él- añadió sin quitarte un ojo de encima.

-¿Miles?- preguntaste automáticamente y algo dentro de ti comenzó a molestarse.

-el doctor – te dijo esta vez y miro hacia la puerta para que no pudieras notar la sonrisa burlona que apareció en su cara- de cualquier forma… no era eso de lo que quería hablar contigo.

Lo miraste curioso y esperaste un tiempo antes de que hablara.

- Ed dijo que pasarías unos días con nosotros- dijo al fin

-¡oh! – abriste los ojos nervioso- fue una apuesta – aseguraste automáticamente.

- lo se, Ed nos avisó esta mañana- resoplo- y dijo que eras libre de “disfrutar” tu premio desde hoy por la tarde.

Arrugaste la frente preguntándote si detrás de su comportamiento no habría algo oculto – ok, gracias – dijiste – voy a ir a casa por ropa después de la escuela y más tarde ire hacia allá… - lo miraste a los ojos – si no te molesta, claro.

- esa es la casa de Edward y Alphonse- dijo sosteniéndote la mirada – no tengo porque opinar sobre sus asuntos. Siéntete libre de hacer lo que quieras…

Asentiste frunciendo el ceño contrariado- bien – te despediste con un movimiento de cabeza y fuiste rumbo a la puerta.

Pasó a tu lado dándote unas palmaditas en la espalda - solo mantén tu distancia- susurro y salió del salón unos pasos delante de ti.

Te quedaste parado sin saber que era lo había querido decir y hubieras permanecido más tiempo estático si Maes no se hubiera asomado por la puerta llamándote – ¿vienes? – pregunto y noto tu mirada perdida – ¿todo bien? -

- claro – le sonreíste y junto con los otros chicos bajaron al comedor. Cuando cada una había comprado su almuerzo y tomado su lugar en la mesa de siempre decidiste que era momento de decirles.

Ibas a comenzar a hablar cuando una mano se poso en tu hombro haciéndote voltear hacia arriba – oí que vas a pasar toda una semana en casa de Edward – te dijo Gracia regalándote una gran sonrisa y acercándose a Maes para darle un tierno beso.- seguro será divertido.

Cinco pares de ojos voltearon a verte confundidos – ¿porque te quedaras en casa de Ed? – pregunto Fuery mirándote extrañado.

Sentiste la tensión apoderarse de la mesa. Miraste a Gracia y ella te miro de regreso con una cara de culpabilidad. Rascaste tu cabeza nervioso y pusiste una nota mental asegurándote que la próxima vez los pondrías al tanto de todo con anticipación para evitar momentos como éste. Ni Ed ni tu lo habían vuelto a mencionar, tú por disfrutar un poco más de ese secreto y él seguramente para anunciarle primeramente a su hermano. Segundos después Scieszka llego a la mesa y sin darle tiempo para saludar Gracia la tomo del brazo y se la llevo de allí después de despedirse rápidamente.

Las siguieron con la vista y después todas las miradas volvían a recaer en ti - estaba a punto de decírselos - te excusaste – solo serán unos días. Fue por una boba apuesta que Ed perdió y…-

-no tienes que explicar todo – Heymans sacudió su mano restándole importancia y te sonrió. Pero notaste que la curiosidad aún estaba presente en los ojos de los demás.

- si, no te preocupes – agrego Havoc – tampoco es que tengas que contárnoslo.

- cada uno tiene sus propios secretos- apoyo Farman.

-no es un secreto, ¡en serio! – dijiste un poco alto- solo… solo fue una apuesta y ya!, olvide decírselos por lo de la acampada y eso, además no tengo razones para ocultárselos – aseguraste – ¿somos amigos no?

Todos asintieron sonrientes y Maes a tu lado te dio un pequeño golpe en el hombro a modo de respuesta.

-¡oh!- exclamo Vato – ¿entonces por eso Envy te pidió hablar?- pregunto.

Afirmaste con la cabeza- solamente me dijo que podría ir por la tarde – preferiste ocultarles el resto de la información para no preocuparlos.

- entonces… - dijo Maes pensativo – si se suponía íbamos a hacer el proyecto de Ciencias el miércoles por la tarde en TU casa… ¿ahora iremos a la de Ed?

Llevaste una de tus manos a tu cabeza preocupado – cierto, lo olvide – el silencio se prolongó un rato en lo que pensabas en una solución – le preguntare a Ed si no le molesta y mañana les aviso.

Tus amigos estuvieron de acuerdo y siguieron comiendo su almuerzo.

- Alphonse dice que no hay problema – dijo Havoc de repente tecleando algunas cosas en su celular– le… pregunte – alzo la vista dispuesto a darle una mordida a su sándwich.

Todos voltearon a verlo pícaramente y rompieron en carcajadas cuando su cara adquirió una tonalidad rojo brillante- ¡idiotas! - grito y siguieron comiendo entre risas.

Lo dieron por hecho y regresaron al salón para tomar las últimas clases del día. Saliste de la clase de deportes sin darte una ducha a pesar de lo sudado que estabas. Te despediste de los chicos y tomaste el bus rumbo a tu casa.

Le habían mandado sus mejores vibras a Ed para que se recuperara pronto y bromeando Maes le había dado su pésame por tenerte de inquilino tantos días. Te desearon suerte y con una mirada cómplice te vieron alejar de allí.

Llegaste a tu casa veinte minutos después y descubriste asombrado que tu madre había llegado de su viaje unos días antes. Se sorprendió al saber que te quedarías en casa de un amigo por toda esa semana pero al mismo tiempo se alegró dado que por la tarde ella volvía a salir de la ciudad.

Subiste a tu habitación de donde tomaste seis mudas de ropa, pijama, sandalias y todo lo que creiste poder utilizar esos días. Tomaste una ducha rápida y bajaste al comedor donde tu mama ya te esperaba para comer juntos.

Pregunto por Ed, le contaste un poco sobre cómo se habían conocido y la forma en la que habías ganado la apuesta. Comieron tranquilamente hasta que casi al terminar tu plato comenzó a recordarte tus modales y las cosas que deberías hacer y no hacer en casa ajena.

- mamá – dijiste antes de que la conversación pasara a convertirse en un extenso sermón – no es la primera vez que voy a dormir en otra casa –le regalaste una sonrisa tranquilizándola - se comportarme – aseguraste

- aún así – te dijo con una voz que no aceptaba reproches– no está de más que te lo repita –

Un rato después salías de casa con tu mochila de la escuela, una pequeña maleta con tu ropa y zapatos, otra mochila en donde llevabas tu uniforme de deportes y una bolsa extra que tu madre te había dado con todos los suministros que creyó importantes para ti, es decir, pasta dental, enjuague bucal, jabón, shampoo, una pequeña bolsa de detergente por si necesitabas lavar ropa y algunas otras cosas a las cuales no habías prestado atención. En resumen ibas casi tres veces más cargado que cuando salían de viaje. Tuviste suerte al convencerla de que no era necesario llevar víveres para la semana y en vez de ello te dio el suficiente dinero para alimentar a una tropa por medio mes.

Subiste al bus después de despedirte de tu madre y desearle un buen viaje. Hiciste todo el trayecto mirando por la ventana. Edward no podía salirse de tus pensamientos y eso comenzaba a molestarte. Estabas nervioso, ansioso, completamente pensativo y si seguía apareciendo así seguro acabarías volviéndote loco.

Suspiraste cansadamente pensando una y otra vez lo idiota que habías sido por apostar aquello. No tenías ni una pizca de idea de que era lo que irías a hacer allá. Querías verlo y saber como estaba, preguntar si las náuseas y el dolor habían desaparecido y si volvería a la escuela por la mañana. Pero fuera de ello no encontrabas algún otro tema de conversación. Bajaste del camión una parada después por andar pensando justamente en él y mascullaste una vez más debido a su presencia constante en tu cabeza. Caminaste de regreso y después de tocar el timbre esperaste unos minutos parado allí sin saber que hacer y con ganas de cancelar todo e ir a casa.

Respiraste profundo convenciéndote que todo saldría bien y que eso acabaría sin siquiera darte cuenta- solo una semana- susurraste poco antes de ver la manija de la puerta girarse rápidamente.

Al te miró divertido en cuanto abrió la puerta y vió lo cargado que ibas. Te ayudo con la mitad de las cosas y dejándolas en la sala corrió a la cocina a revisar el estofado. Lo seguiste preguntándote donde estaría Ed y si la comida sabría tan bien como se veía.

- aún no sabemos dónde dormirás – dijo y sentiste que estaba un poco apenado. De hecho tu tampoco habías pensado en ello. Ahora Envy ocupaba el cuarto de invitados y probablemente acabarías durmiendo en el sillón – en cuanto mi hermano salga de bañar lo hablamos, mientras, dejaremos tus cosas por allí.

Se sentaron en el sofá para terminar de ver la serie que Al había puesto y escuchando risas en la planta alta preguntaste quien era.

- ¡ah! Miles está arriba en el cuarto de Envy, seguro han de estar compitiendo en la consola- te dijo tranquilamente.- es amigo de él, llego por la mañana - aclaró cuando noto que no entendías completamente.

- Envy me hablo de él en la escuela – comentaste – pero solo dijo que era el doctor que cuidaba de Ed.

- oh si, también eso - te sonrió – vino temprano para revisar a Ed y para que estuviéramos tranquilos se quedó acompañándolo toda la mañana. Por lo que escuche creo que hoy se quedara a dormir – dijo como si nada.

-¿y él donde dormirá?– preguntaste curioso

-Con Envy – se alzó de hombros quitándole importancia- no tienen problema en compartir la cama.

Ambos miraron televisión un rato más, te parecía curiosa la relación que el peliverde tenía con el tal Miles y te diste cuenta que tal vez Al era más inocente de lo que habías pensado.

Poco rato después viste a Ed bajar las escaleras con un pantalón azul oscuro y camiseta negra.- pensé que aún no llegabas – te dijo y notaste que estaba nervioso porque no volteó a verte y su mirada estaba fija en algún punto cerca de la televisión. – tengo hambre – gruño y lo viste entrar a la cocina.

Sentiste como Al se levantaba del sofá y caíste en la cuenta que te estaba hablando cuando se paro justo donde Ed había desaparecido. Te miró confuso por un momento y volvió a repetir la pregunta.

- comí con mamá antes de venir – le agradeciste y él entro en la cocina detrás de Ed. Te avergonzaste pensando que su hermano se había dado cuenta de tu mirada perdida y al segundo siguiente una vocecita en tu cabeza te convenció de que era poco probable que justamente él lo notara. Solamente podría llegar a considerarte un poco bobo y despistado, tal vez.

Unos minutos después Al regresaba junto a ti llevando consigo un plato de estofado con arroz y un trozo de pan, se sentó a tu lado como minutos antes y pudiste notar el delicioso olor que salía de su plato.

Viste a Ed sentarse en el sofá de al lado, te miro y te regalo una pequeña sonrisa antes de empezar a comer. Lo hicieron tranquilamente hasta que las pisadas en el piso de arriba comenzaron a bajar rápidamente por las escaleras. Envy apareció segundos antes de que un chico moreno de cabello completamente blanco, apenas lo suficientemente largo para amarrarlo en una coleta alta y de ojos rojos corriera tras de él para adelantarlo y entrar a la cocina primero. Los miraste un momento hasta que Envy capto tu mirada curiosa y soltando un bufido regresaste tu vista al frente.

Los oíste servirse su comida y en cuanto salieron el peliverde llevaba una bandeja con sus platos, vasos y cubiertos. Miles solo cargaba un cartón de jugo. En el segundo que tu volteaste a verlos el moreno hizo lo mismo y te sentiste intimidado
- !oye!- dijo alegre y todos voltearon a verlo.

Envy detuvo su andar y siguiendo la mirada de su amigo espero paciente a ver que era lo que ocurría.

- eres tú el chico de las moras, ¿no?- te sonrió y dándole un empujoncito al peliverde lo insto a seguir caminando.- también estaré unos días más aquí, mucho gusto- dijo empezando a subir los escalones y viste una vez más su sonrisa antes de perderse escaleras arriba.

- ¿cual chico de las moras?- escuchaste que Envy le preguntaba.

Miraste confundido a Ed y él te devolvió la mirada – “el chico de las moras” – repitió esta vez mirando a su hermano con una ceja levantada.

Al volteo a verlo con una sonrisa culpable- sólo le conté un poquito – dijo nervioso – necesitaba saber cómo eran las moras que comiste – se defendió

- ¡las moras Alphonse!- gruño Ed - no preguntó quién me las había dado.

Miraste a los dos discutir por lo que sentías era tu culpa y una sonrisa se te escapo cuando notaste que Edward había guardado el secreto para evitar que más personas te culparan de ello. Una sensación cálida te invadió y cuando escuchaste que habían dejado de discutir tú ya estabas en la cocina probando el guiso que Al había preparado.

Poco después viste a tu niño entrar a la cocina - lo siento – te dijo recargándose en la barra. – todos saben que no fue culpa tuya-

-en parte si - aceptaste resignado – si no te hubiera dado todas las moras que junte las pocas que tu comiste no te hubieran hecho daño.

-supongo – dijo dándote la razón y graciosamente ahora te sentías verdaderamente culpable.

-pero bueno, ¿como te sientes?- lo miraste. Viste un pequeño grano de arroz pegado a su mejilla izquierda y te dieron ganas de acercarte y quitarlo suavemente, pero seguramente era muy arriesgado.

Sobo su barriga antes de darse una palmaditas y sonrió – estoy mejor, solo tuve nauseas a medio día, pero Miles me dio un té y desapareció casi al instante.

Sonó el timbre y escucharon como Al corría a abrir la puerta. Lo oyeron mantener una pequeña conversación con alguien y después cuando entraron a la casa pudiste identificar la voz.

Ed te regalo una mirada más antes de pretender salir de la cocina y tú lo seguiste rápidamente para tomarlo del brazo y girarlo hasta quedar de frente. Abrió los ojos sorprendido y se quedó estático cuando una de tus manos se acercó despacio. Veías tu mano moverse por si sola y cuando te diste cuenta ya habías quitado el arroz de su mejilla. Te agradeció un poco nervioso. Tu solo le sonreíste y lo seguiste nuevamente en silencio para ver a Russell parado a mitad de la sala.

-¡hey!- le dijo a Ed alegre – ¿cuanto voy a ganar por traerte la tarea? – bromeo.

-puedo hablarle a Winry y preguntarle – sentenció Ed – no dependo completamente de ti, ¡idiota!.

-vale, ¡vale! – gruño- ¿así me pagas por ser un buen amigo?-

-se que no viniste por eso.- sonrió seguro– de ser por ti yo iría a la escuela sin tarea.

-cierto – pensó – vale, tenemos un proyecto que entregar mañana. – suspiró rendido.

Te quedaste en el marco de la puerta de la cocina viéndolos discutir y cuando la vista de Russell cayó en ti tú ya sabías que desde un inicio estaba al tanto de tu presencia.

Se saludaron sin decir una palabra y regresaste a la cocina para tomar unas cuantas cucharadas de estofado. Al poco rato el timbre volvió a sonar y esta vez la voz de Winry saludando a los chicos te hizo dar cuenta de que si las cosas iban a ser asi esa semana te iba a costar mucho estar a solas con él y conocerlo mas a fondo.

Cuando saliste de la cocina los tres ya estaban reunidos alrededor de la mesa de centro con libros de texto, hojas y demás cosas para empezar a trabajar. Winry te dio un vistazo rápido y tras agitar su mano a modo de saludo regreso a buscar algo en su cuaderno.

-vamos a trabajar aquí – te dijo Ed en cuanto te vio tomar tu mochila de la escuela. Al igual que tu se preguntaba donde podrías hacer tu tarea.- puedes ir arriba- te sonrió de repente y notaste que sus amigos te miraban – en mi cuarto tengo un gran escritorio, puedes usarlo.

Asentiste silenciosamente y subiste junto con Alphonse hasta el pasillo de arriba. La primera habitación a la izquierda tenía un gran poster negro con un dragón verde emergiendo de las llamas que te hizo recordar tu sueño de hacía pocos días.
Eso, además de las carcajadas que se oían dentro hacían mas que obvio el hecho de que esa habitación pertenecía al peliverde. Unos cuantos pasos después Al te dejo frente a un puerta color caoba sin ningún adorno en especial y se paró junto a ti.

-ese es el baño – te dijo señalando a tu izquierda la última puerta del pasillo – es el que usa Envy, puedes usarlo también - sonrió - aunque dentro del cuarto de niisan está el suyo y no creo que le moleste que entres.

Le regalaste una sonrisa y asentiste despacio. Suspiraste, lo oíste cerrar la puerta a tus espaldas y miraste hacía las escaleras una vez más antes de girar el pomo.

Dentro, las paredes estaban pintadas de un amarillo claro, lo que mas destacaba era la gran cama con un cobertor rojo brillante y pequeños buros negros a ambos lados de él. A la izquierda se encontraba el escritorio que Ed había mencionado y un metro mas allá, casi bajo la ventana había un gran sofá con enormes cojines. En la pared de enfrente se encontraba un pequeño televisor, un librero mucho más alto que tu y una pequeña puerta que supusiste era la del baño de Ed. Junto a la puerta estaba su closet, pasaste los dedos por fuera hasta que cediste a la tentación y lo abriste nada más para encontrarte con ese olor tan suave que Ed siempre llevaba consigo. Sonreíste y dejando tu mochila sobre la cama fuiste a abrir con demasiada curiosidad su baño.

Con la suficiente luz para resaltar el azul claro de las paredes miraste tranquilamente alrededor. No había demasiadas cosas dentro salvo lo necesario. Cuando abriste la pequeña puerta del espejo solo había unas cuantas tiras de medicamentos, pasta dental y una caja de curitas de colores. Saliste de allí un tanto decepcionado por no encontrar algo “nuevo” de Ed y aún con la vista en cada rincón de su habitación comenzaste a sacar tus cuadernos para hacer la tarea.

Un buen rato después oíste la puerta abrirse y volteaste para encontrarte a Ed llevando en sus hombros las mochilas que habías llevado y la bolsa que tu madre te había dado. – creo que es tuyo – dijo en cuanto entro.

-si, gracias – sonreíste – no sabía dónde acomodar todo.

-puedes poner tus cosas detrás del espejo del baño – te dijo tendiéndote la bolsa después de echarle un vistazo –y el detergente en el cuarto de aseo allá abajo- llegó hasta ti y coloco la bolsa sobre el escritorio- si pones lo tuyo en la repisa de arriba de la lavadora nadie lo tocara.-

Asentiste y tomando las cosas de la bolsa saliste de su habitación para entrar al baño del corredor y colocarlas en algún sitio. Regresaste justo cuando Ed sacaba unos cuantos libros del buro. Te vio mientras tomabas el detergente y el suavizante de la bolsa y la volteabas para asegurarte que nada había quedado en su interior.

Te sorprendiste al ver caer una tira de tres sobrecitos naranja brillante y una corriente helada invadió tu cuerpo instantáneamente.

- ¡demonios!- susurraste y viste como Ed se inclinaba para ver que era lo que había caído. -no sé qué cree mamá que hago – dijiste levantándolos rápidamente y ocultándolos en el bolsillo de tus pantalones. Te quedaste sin saber qué hacer y con la cara completamente roja.

Y un segundo después Ed estallaba en carcajadas.

-no es gracioso – gruñiste avergonzado

-tal vez eso no- dijo cuándo pudo detenerse un momento – ¡pero tu cara merece una foto!- y siguió riéndose a costa tuya.

- ten, todos tuyos – lo miraste con los ojos entrecerrados y le aventaste la tira de forma que cayera entre sus manos.

Sentiste la mirada de alguien sobre ti y cuando volteaste viste a Al justo en el marco de la puerta.- ¿que es tan gracioso? – pregunto con una sonrisa.

- ¡nada! – grito Ed completamente rojo ocultando los condones tras su espalda.

Su hermano te regalo una mirada curiosa ante de irse y entonces fue tu turno de reírte de Ed.

- ¡cabron! – te grito pero tu ya ibas hacía el piso de abajo con tu detergente balanceándose en tus manos.

Bajaste las escaleras sin que Winry y Russell te prestaran atención y entraste al cuarto de lavado. Colocaste tus cosas donde había indicado Ed y saliste de allí aun con una sonrisa. Lo viste bajar las escaleras con los libros en las manos justo cuando tu ponías el pie en el primer escalón.

- bastardo – susurro cuando paso a tu lado y una risa más fuerte salió de tu boca. Escuchaste algunas otras groserías de su parte mientras él se iba alejando a tus espaldas.

Volviste a la habitación para continuar con tu tarea, organizaste tus libros y cuadernos para las clases de mañana. Adelantaste solo un poco un ensayo para entregar el viernes hasta que no se te ocurrió que mas poner y después de dar varias vueltas a su cuarto te dejaste caer en su sofá.

Cerraste los ojos hasta poco después cuando los rayos del sol comenzaron a entrar por la ventana iluminando directamente tu cara. Soportaste un poco más y cuando por fin te hartaste de tanta luz te paraste de allí aun sin saber que mas hacer. Fuiste hasta el librero y sin quererlo en realidad, tomaste el primer libro que capto tu mirada. Lo hojeaste dándote cuenta que todas sus hojas estaban llenas de anotaciones por sus cuatro márgenes y te preguntaste si acaso esa era la letra de Ed. Volteaste a ver el pequeño reloj sobre el escritorio preguntándote cuanto más tiempo les tardaría a los chicos de abajo acabar el proyecto e irse a su casa.

Te sorprendiste de tu propio pensamiento notando lo egoísta que sonaba y sacudiste tu cabeza molesto contigo mismo. Lo que hicieran ellos no tendría por qué importarte. Tu no tenías que ser el centro de atención de Ed solo por tu estúpida apuesta y él no tenía por qué darte prioridad sobre sus amigos y la tarea cuando el único responsable de tu presencia alli eras justamente tu.

Escuchaste una risa apenas lo suficientemente alta para ser escuchada y dado que no tenías nada mas que hacer saliste al pasillo preguntándote de donde provenía. Una vez fuera el sonido había desaparecido y caminaste hasta las escaleras preguntándote si venía del piso de abajo. Escuchaste atentamente desde el escalón mas alto sin atreverte a bajar y cuando una puerta se abrió te asustaste por sentirte culpable al espiar e inmediatamente diste la vuelta para volver a entrar al cuarto de Ed.

- Mustang – escuchaste la voz de Envy al final del pasillo y notaste que salía del baño. Te miro atentamente mientras avanzaba por el pasillo y no te quito el ojo de encima hasta que entro a su habitación.

-estúpido Envy – susurraste una vez dentro. Te recargaste en la puerta sintiéndote aun nervioso.- no estaba espiando – te dijiste varias veces intentando convencerte de ello. – Idiota- susurraste esta vez para ti.

Escuchaste una vez más una pequeña risa y con toda la curiosidad regresando a ti después del bochornoso incidente solo te atreviste a sacar la cabeza por un pequeño espacio en la puerta. Arrugaste tu frente cuando una vez más el sonido despareció y estabas por regresar cuando la risa se hizo más clara.

Te extrañaste de que el sonido saliera del cuarto de Al. Te acercaste a su puerta con una sensación curiosa en el pecho y cuando segundos después regresaste al cuarto de Ed estabas completamente convencido con quien hablaba y una gran sonrisa apareció en tu cara. Al había dicho entre risas “tomate” y “kiwi” que no habías tardado ni dos segundos en ubicar a la persona detrás de ese mal chiste.

Pensaste en ellos, en lo fácil que resultaba verlos avanzar, o más bien en lo fácil que era para Havoc acercarse a Alphonse. Te preguntaste como es que para él era tan sencillo, te preguntaste si no tendría miedo de ser rechazado y diste por hecho que él era diez veces más valiente que tú.

Ubicaste en tu cabeza a los dos hermanos pensando en las cualidades de cada uno. Te preguntaste qué era lo que había visto Jean en Al solo para acabar creyendo que era de lo más normal sentirse atraído por un chico como él. Era amable, sensible, carismático, atento… y obviamente mucho más tranquilo que su hermano. Pero nadie en lo más profundo del universo se podría comparar con el chico que te gustaba. Que más daba que su hermano fuera la persona más noble del planeta si para ti el carácter de Ed era simplemente tan complicado que te daban ganas de estar a su lado solo para desentrañar cada resquicio de él.

Una vez asegurado de que la tarde iba terminando y que los rayos del sol no volverían a molestarte te recostaste en el sofá con las manos tras la cabeza. Suspiraste pensando en Ed y recordaste una vez más la risa que te había regalado hace unas horas y tu venganza no planeada por burlarse de ti.

Poco a poco la noche fue cayendo mientras recostado en el sofá pensabas en aquella pequeña persona que no salía de tus pensamientos. Te preguntaste varias veces si sería correcto cerrar las cortinas de la habitación de Ed una vez que todo estuvo oscuro y la calle fué iluminada por los faroles de fuera. No te atreviste a tocarlas a pesar de que lo considerabas algo sin importancia pero es que tampoco te creias con el derecho de hacerlo aún cuando ya habías espiado en el closet y el baño. Suspiraste indeciso, decidiste dejarlo así hasta que Ed subiera y cuando tu estomago sintió un vació creiste conveniente bajar por un poco de comida.

Volviste a mirar el reloj notando que eran más de las ocho. Pasaste por el cuarto de Envy sin notar ningún movimiento dentro, las luces estaban apagadas, asi que intentando no hacer ruido bajaste los escalones poco a poco. Abajo Ed y los chicos charlaban mientras cada uno escribía en un gran papel pequeñas notas sobre la historia de alguna ciudad antigua que no alcanzaste a distinguir. Entraste a la cocina por el lado del comedor sin llamar su atención, hurgaste en la alacena y el refrigerador hasta que encontraste un paquete de galletas ya abierto y un cartón de leche de almendras por terminarse. Tomaste ambas cosas con la intención de comerlas arriba para no interrumpir el trabajo del equipo y saliste de allí con pasos sigilosos.

- justo me preguntaba si tendrías hambre- dijo Ed entrando a la cocina – pensé que habrías terminado por dormirte.-

Le sonreíste en cuando volteaste a verlo. Un pequeño mechón de cabello dorado rozaba su mejilla. La misma sensación de hace unas horas llego a ti, querías tocar su cara y acomodar su cabello tras su oreja, querías simplemente acercarte a él, acorralarlo contra la pared y terminar todo allí. Decirle absolutamente todo, sacar valentía de lo mas profundo de ti y de ser posible, robarle un solo beso. Querías mostrarle lo que sentías, querías que saliera de tu cabeza solo para estar en el mundo real, querías algo con él…algo mas que una simple relación. Querías darle todo, protegerlo de todo y escuchar su risa para siempre.

Sostuvo tu mirada unos segundos hasta que sus mejillas se sonrojaron levemente y tu sonrisa se hizo más amplia. Te acercaste a él sin saber a ciencia cierta que harías y cuando estuviste justo enfrente del rubio todo en tu cabeza se borro de pronto.

Intentaste encontrar algo que te dijera que hacer, pero por mucho que te esforzabas tu mente estaba en blanco.

- eto… esas son mis galletas - dijo Ed al fin cuando el silencio se prolongó demasiado y comenzaba a ser incómodo.
Te sentiste idiota parado allí sin saber que hacer y con unas galletas que acababas de notar habías robado.- emmm ok – dijiste aun aturdido

- puedes llevártelas- te aseguro antes de darte la espalda y acercarse a la gaveta para buscar otro paquete dentro. – aun hay de otras, aunque esas son mis favoritas.

- puedo cambiártelas – te acercaste a él dispuesto a tomar las que acaba de sacar hasta que previendo lo que ibas a hacer las escondió tras de si.

- son tuyas – sonrió – solo quería esas porque Russell las odia.- rió malvadamente y te sorprendiste al notar que nunca lo habías escuchado reír así. Lo miraste unos largos segundos mientras intentabas grabarla en tu mente.

Cuando creíste que era suficiente y ya nada borraría ese recuerdo te acercaste a él decidido. Acorralaste su cuerpo entre la alacena y tu pecho, colocando ambas manos a su alrededor. Una con el cartón de leche y la otra con el paquete de galletas. Viste sus ojos agrandarse por la sorpresa y su cara esta vez completamente blanca te animo a acabar con ello.

Agachaste tu cuerpo justo a la altura de su cabeza y suavemente, con todo el tiempo del mundo depositaste un suave beso en su frente. – Gracias – susurraste antes de dar media vuelta y salir de la cocina.

Subiste las escaleras con el corazón palpitando a mil por hora y entraste a la habitación de Ed completamente agitado. Colocaste de un golpe tu cena en el escritorio y dejándote caer en su cama ahogaste el grito de nerviosismo que insistía en salir de tu pecho.



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- ¿que haces? – Me preguntó Winry entrando por la puerta de la cocina –ya terminamos, solo recogemos todo y esperamos a que mi abuela pase por nosotros.

- bien – respire profundamente sintiendo de nuevo la calidez de sus labios en mi frente y mire a Winry que a la vez me miraba a mí. – ¿qué pasa?- pregunte esta vez.

- estas raro – dijo tomando las galletas de mi mano y abriéndolas para meterse una a la boca. – pensé que Mustang estaba contigo.

La mire sin saber que decir y ella solo se alzó de hombros – me pareció oir su voz – me dijo y salió de la cocina dejándome solo. Respire una vez más sin poder evitar que una gran sonrisa apareciera en mi cara. Cuando al fin pude tranquilizarme salí a la sala donde ellos ya tenían todo arreglado y estaban sentados en los sofás viendo televisión.

- un vasito de leche, por favor- bromeo Russell.

-y un té de menta – dijo Winry siguiéndole el juego.

- cabrones – musite sentándome en el sillón libre y tome unas cuantas galletas en mis manos para recostarme con la vista pegada en la pantalla pero con la mente puesta en el chico pelinegro de arriba.

Me preguntaba que era lo que lo había llevado a darme un beso. Había sentido el cambio en su mirada en las dos veces que se había detenido sin apartarme un ojo de encima. Había notado sus intenciones de acercarse a mi y como de la nada se había quedado sin saber que hacer. Sonrei ligeramente pensando en lo mucho que él había cambiado en este mes, en lo mucho que lo había conocido y en las cosas que hasta ahora habíamos hecho juntos. Aún ahora me parecía sorprendente sentirlo tan cerca y ser parte de sus días. Verlo en la escuela como hacía mucho tiempo pero con la gran diferencia de que cada una de sus miradas iba acompañada de un saludo o simplemente de una mirada más profunda, una mirada curiosa pero a la vez observadora.

Mire la televisión por primera vez desde que me senté en el sofá y sentí ganas de dejar a mis amigos allí y subir a ver a Roy, de hablarle y preguntar cualquier cosa solo para prestar atención a sus gestos y oir su voz. Me pregunte cuanto más tiempo tardaría la abuela Pinako en llegar y por primera vez en tanto tiempo desee que ellos salieran de allí para poder comenzar a disfrutar esta semana a su lado.

Poco después Al bajo las escaleras para unirse a nosotros, tomo algunas galletas y tan amable como siempre les ofreció algo más a los chicos.

-al menos hay alguien en esta familia que si es amable – me dijo Russell en cuanto Al entro a la cocina.

Lo voltee a ver con mi cara de aburrimiento y le saque la lengua como única respuesta. El timbre del celular de Winry nos hizo pegar un salto por su estruendoso sonido y acto seguido nos lanzo una galleta a cada uno para que nos calláramos.
Bufé cuando la galleta choco en mi mejilla pero mantuve la boca cerrada por si acaso llegara a lanzarme la llave inglesa que podía ver dentro de su bolsillo.

- ya esta cerca – nos dijo cuándo Al llegaba trayendo consigo un vaso de leche para Russell y otro más para Winry. Le agradecieron con un amplia sonrisa y apurando las galletas y la leche tomaron sus cosas para salir de allí justo cuando la bocina de un auto sonaba fuera de casa.

Se despidieron de nosotros tranquilamente. Al y yo agitamos la mano desde la puerta saludando a la abuela Pinako y cuando el auto se puso en marcha entramos a la casa solo para apagar las luces y subir a dormir.

-por cierto – dijo Al mientras subíamos las escaleras – olvide preguntarte donde dormirá Roy estos días.

Lo pensé largo rato hasta que llegamos a mi habitación. Tras abrir la puerta y encontrarlo todo oscuro me pregunte donde diablos estaría.

Encendí la luz y escuche la risa de Al a mi lado- creo que él solo lo decidió- me dijo señalándome el sofá bajo la ventana donde dormía un Roy a pierna suelta, con la ropa aún puesta y sin una manta encima.

Sonreí tiernamente al verlo dormir. – mañana lo arreglamos, creo que por hoy no hay de otra más que dejarlo allí.- Al asintió y lo escuche entrar por la puerta a mis espaldas.

Me quite los zapatos colocándolos a un lado de la puerta y me acerque a Roy despacio para cerrar las cortinas detrás de él. Lo mire un rato más hasta que decidi cambiarme y colocarme el pijama. Me desvestí rápidamente por si acaso se llegaba a despertar. Me sentía abochornado aun cuando los ojos de Mustang permanecieron cerrados todo el rato. Fui hasta el closet de donde saque unas cuantas mantas y tras quitarle suavemente los zapatos se las puse encima. Se giro en un solo movimiento escondiendo la cara bajo las cobijas y permaneci unos minutos allí convenciéndome de que ese bulto naranja era ese pelinegro de tercer grado, ególatra, narcisista y molesto que había terminado por llamar mi atención desde hacía un año.

Me meti a la cama sintiendo un suave calor en mi pecho y una felicidad que no había sentido desde hacía mas de dos años.



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-¿y cómo fue que Gracia supo que estaría con Ed toda la semana?- le preguntaste a tu amigo.

- mmm, pues – aclaro su garganta y organizo sus pensamientos. – Al le contó a Fletcher, él le dijo a su hermano que a su vez le comentó a Winry y a las pocas horas ella le pregunto a Gracia si sabía algo, pero aún cuando no estaban completamente seguras lo dieron por hecho – rió.

Suspiraste.- qué curioso- y algo te vino a la cabeza de repente– ¿le dijiste a Gracia lo que siento por Ed?- preguntaste alarmado creyendo ya saber la respuesta.

El constante “biiiiiiip” de tu celular te dijo todo y una risa nerviosa escapo de tu boca. La palabra –venganza- se repitió constantemente en tu cabeza hasta que caíste dormido sobre el sofá de la habitación de Ed.



























Notas finales:

Una vez más... Gracias por sus comentarios y opiniones.

 

Hasta el próximo n_n

 

Buena vida


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