Capítulo 21.
POV’s Mello:
Siento las frías gotas impactar como finos cristales contra mi piel, causándome un escozor molesto pero nada que pueda superar el dolor en mí corazón. La lluvia es tan recia, que no me permite ver nada más allá de unos cuantos metros por allá de mi nariz y mucho menos me deja ver lo que hay esperándome abajo. “Seguramente asfalto, pasto húmedo… y una muerte segura” pienso, cerrando los ojos mientras siento la humedad extenderse por todo mi cuerpo y el viento revolviéndome el cabello que escurre agua a montones. Avanzo un paso sin abrir los ojos, sabiendo de sobras que nada más estaba tentando a la muerte y por mi misma idiotez acabaría muerto. “Bien, es mejor así…” doy otro paso, sintiendo el borde de aquel edificio situarse debajo de mis pies desnudos y sé que sólo estoy a unos centímetros de terminar con todo éste sufrimiento. Abro los ojos y miro hacia abajo, imaginando mi cuerpo mientras cae al vacío y acompaña a las gotas de lluvia en su trayecto hasta impactar contra el duro asfalto unos metros más abajo.
-Tan fácil como saltar…-pienso, apenas sonriendo y estirando un pie… a punto de arrojarme al vacío.
“Mello… ¡No me dejes por favor!”
Abro los ojos abruptamente y mis labios tiemblan… era su voz. No me vuelvo, pero puedo sentir sus hermosas esmeraldas clavadas firmemente en mi espalda y sus lágrimas siendo arrastradas por la brisa, lavadas por la lluvia y finalmente desapareciendo en el vacío. Quizá sea el efecto que las drogas están haciendo en mí, quizá sea la tristeza aplastante de su ausencia o quizá sea que ya me he vuelto loco… por la razón que sea, a dónde quiera qué miro, a dónde quiera qué voy; siempre termino alucinando con Matt y ansiando su compañía con una desesperación atroz. Mi mente me arroja las imágenes de lo que pudieron ser dos semanas esposado a su lado, sintiendo el calor de su cuerpo, viendo sus hermosos ojos, escuchando ésa risa que tanto ansío… pero también, veo las imágenes de un albino desquiciado, como una sombra siempre vigilándome y listo para arrancarme a Matt.
“Qué ironía…” pienso, sonriendo con amargura: Había intentado salvar a Matt de que le metiesen una bala en la cabeza y ahora… era como si con el más mínimo error, fuese yo quién tirase del gatillo. Me estremezco y de nuevo miro hacia abajo, con las voces de aquellos muñecos en aquella fría habitación y dándome el impulso necesario hasta que siento unos cálidos y delgados brazos rodearme y algo tibio apoyarse en mi espalda. Cierro los ojos y mis manos comienzan a temblar, ansiosas de estrecharle contra mi pecho pero sé que ahí no hay nada. “Y sin embargo, se siente tan real como si estuviese aquí” llevo mis manos hacia mi abdomen en donde siento aquellas otras dos apoyadas pero suelto un gemido al no tocar nada más que la tela y fría y húmeda de mi camisa: Sin su calor, sin su suavidad… sin él.
“Si tú me dejas, entonces… ¿Quién va a amarme por ti?”
Agacho el rostro mientras las lágrimas salen: Siempre salen pero nunca acaban y me pregunto cómo es qué no puedo estar seco después de todo lo que el sufrimiento me ha absorbido. “Tan fácil como saltar…” vuelvo a pensar pero la falsa alucinación de su persona no me deja decidir, no me impide dar mi último paso y finalmente acabar con todo. “Estaría lejos de Near, ya no tendría nada con qué hacer daño a Matt ya qué su única arma… soy yo” pienso, con aquella dulce sensación de libertad que siempre tengo al imaginar mi muerte como una forma de escapa. “Pero…” interrumpe mi consciencia y la sonrisa se esfuma: Matt estaría solo. Completamente solo, sin nadie qué le proteja porque sólo yo puedo protegerle. “Incluso con mis cadenas… sigo protegiéndole. Por más dolor qué eso nos cause a ambos” la verdad encerrada en mis propios pensamientos me hace estremecer y finalmente dando un suspiro, doy un paso hacia atrás, apartándome de la muerte que tanto ansío con dolor.
“Gracias…”
Me vuelvo sólo para ver como su recuerdo se desvanece en el aire, como una pequeña nube de arena que flota y se pierde con el viento. Me quedo ahí de pie durante bastante rato nada más viendo mis pies desnudos contra el asfalto y sintiendo las gotas de lluvia reventarse contra mi espalda hasta que llega un punt en que son tan finas que no puedo sentirlas más y cuando alzo la vista, el cielo sigue gris pero finalmente la tormenta parece haber pasado. “Siempre pasa…” y con ése último pensamiento, me doy media vuelta, pensando en que en mi vida las tormentas pasan pero el cielo siempre es gris.
“Gris… como una nube” pienso con amargura, hundiendo las manos en mis bolsillos y bajando las escaleras.
Echo a andar en cualquier dirección, sin fijarme en realidad ya que en los últimos días eso es todo lo que hago: Vagar por ahí sin rumbo alguno, sin un sentido ni una dirección. “Me siento tan perdido sin ti… ya no sé cómo sobrevivir a la vida sin tu calidez a mi lado” pienso y de entre mis bolsillos, saco un chocolate y lo abro con manos temblorosas intentando no devolverlo: No siento el sabor dulce como antes, simplemente siento que estoy comiendo una masa chiclosa y sin sabor que me da asco. “Maldición, incluso hasta el maldito chocolate me sabe a mierda…” y con furia, lo arrojo a un lado enfurruñándome y con mi estómago ardiéndome ante la falta de alimento pero ¿Qué coño darle? ¿Comida? Eso no me apetece y lo único que comía ahora me da asco.
Revuelvo en mis bolsillos de nuevo y me quedo parado en seco al toparme con un pequeño casete de videojuegos, justo para un Gameboy… “Matt” su nombre aparece al instante en mi mente, acariciando mis labios pero sin encontrarme la voz ni la fuerza necesarias para pronunciarlo sin estallar en pedacitos. “Pero, ¿Qué hago yo con esto? Y más: Es su juego favorito, el de ése mono retrasado…”
-Ya me acordé…-digo en un susurro, pasando mis dedos por aquel pequeño trozo de plástico que significaba todo y a la vez significaba nada.
Antes de poder detenerlo, el recuerdo ya está pasándose delante de mis ojos… justo como si estuviera ahí, como si siguiera siendo primavera y nada de esto hubiese ocurrido…
-Flashback-
-¡¿Dónde estás perro estúpido y asqueroso?!-grité, abriendo la puerta de un tirón y encontrándome con un verdadero desastre en la habitación… MI habitación.
Había palomitas de maíz regadas en el suelo, ropa desordenada por todos lados y un montón de claves en todo el suelo con una partida a medio jugar en el televisor aún encendido.
-Cómo no salgas ya, Matt reverendo hijo de…-un ruido me hace callarme abruptamente, escudriñando la habitación aparentemente vacía de no ser por un inconfundible perfume a limones.
Empiezo a avanzar en silencio, sin hacer el más mínimo ruido y cuidando de no tropezar con ninguno de aquellos estúpidos cables. “Maldito perro desordenado… sé que estás aquí” pienso, echándole una ojeada al armario que o tiene frío y se ha puesto a temblar o está en modo vibrador. Una sonrisa hace aparición en mis labios.
-Oh, bueno… supongo que no está aquí.-pienso y mis ojos se posan en el brillante aparatito sobre la veladora de noche.-Creo que no va a importarle… después de todo necesito algo de plástico para mi proyecto de ciencias…
Avanzo en dirección al brillante Gameboy que de tener voz gritaría “¡Auxilio!” de forma lenta, dándole el espectáculo de su vida al pelirrojo idiota que se esconde en el armario creyendo que yo no me he dado cuenta. Estoy a punto de tomar el videojuego…
-¡NO TE ATREVAS, MIHAEL KEEHL!-Chilla horrorizado Matt, arrancándome el aparato de las manos y apretándolo contra su pecho como si fuese su vida.
“Gané” pienso, sonriendo de forma triunfal.
-Vaya, vaya… miren lo que se escondía en el armario.-le digo, cruzándome de brazos mientras veo como enrojece y se queda de una pieza.-¿Qué hacías ahí dentro, perro? ¿Follándote a la ropa?
-M… ¡Mello! ¡No digas eso!-dice, aún más rojo si cabe y no puedo contener una risa: Se ve como un pequeño ratón asustado.-¡No es gracioso!
-¿Ah, no? Pero ¿Sabes lo que sí lo es? El desastre que has hecho en MI habitación, la misma que dejé en perfecto orden antes de irme al partido de Lacrosse en el que se suponía que TÚ tenías que estar…-le digo, arqueando una ceja.
Lo veo tragar grueso y tengo que contener la risa. “Matt… si supieras la cara de nervios qué pones cada vez que tienes miedo” pienso, recorriendo al delicado chico que tengo enfrente y dándome cuenta de que… “Parece en realidad una chica” pienso, viendo como su contextura pequeña y fina no encaja con la de un varón normal.
-¿Q-Qué haces…?-dice, echándose a temblar como una hoja cuando acorralo su cuerpo entre la veladora de noche y mi cuerpo.
-Esperando tu explicación, ¿Por qué no estabas en el partido? Marqué una anotación sólo por ti, ¿Sabes?-le digo, inclinándome sin darme cuenta, queriendo sentir ésa suave esencia a limones del pelirrojo.-¿Por qué no estabas, perro?
Siento su cuerpo rígido como roca bajo el mío, estremeciéndose y eso, no sé porque, me causa un leve cosquilleo en mi estómago. Cierro los ojos y hundo la nariz en el hueco de su cuello, oliendo ése aroma que no tiene comparación y por más que intenté asociarlo con algo más… sólo parece pertenecerle a él.
-Y-Yo… yo… e-estaba… y-yo…-empieza, temblando con más violencia y me despego de él sólo para poder verle el rostro.
Me muerdo el labio conteniendo una risa: Está con los ojos fuertemente cerrados y un rubor en extremo rojo que le cubre las mejillas y la nariz. Alzo mi mano y recorro ésa pequeña nariz respingada sintiendo como la piel hierve bajo mi tacto, escuchando el pequeño suspiro de aquel chico y mi corazón empieza a acelerarse.
-¿Tú qué, Matt?-le digo, pasando por sus finos labios que rozan las yemas de mis dedos suavemente, haciéndome estremecer.
Siento su cálido aliento chocar contra mis dedos, haciendo que mi palma transpire casi que al instante y sigo contemplando ése rostro imposiblemente delicado pero que a la vez es tan Matt: La piel nívea y en extremo pálida, el sonrojo contrastando de forma casi obscena con ésa blancas mejillas, las pestañas largas y de un negro intenso, las pequeñas pecas y los labios rosáceos y llenos… “Tan femenino y a la vez tan único” pienso, mientras sigo con aquel trayecto y desciendo por su cuello en donde su pulso también se hace presente en mis dedos y me hace arquear las cejas sorprendido por lo acelerado que está. Sacudo la cabeza.
-Fue por estar jugando éstas porquerías, ¿Verdad?-le digo, quitándole el Gameboy de las manos y viéndole abrir ésas esmeraldas, el detalle más hermoso de él, abruptamente.
-¡Mello! ¡Devuélvemelo!-chilla y antes de que lo alcance, me estiro alto sabiendo que con sus cortos 1.55 ni en sueños va a alcanzarme.-¡Eres un idiota!-dice enfurruñado y se da la vuelta, cruzándose de brazos.
Lo miro, ¿Alguna vez me cansaría de verlo haciéndome berrinche? “No” responde mi consciencia y avanzando hacia él, apoyo mi rostro sobre su hombro.
-Matty, no te enojes. Mira, si quieres tu juego… ten, aquí está.-le digo suavemente, susurrándole al oído y dejando caer el pequeño objeto entre sus temblorosas manos.
-¿De verdad, Mello? Siempre supe que debajo de toda ésa rudeza tuya…-abre los ojos como platos al percatarse de que falta el juego.-¡HABÍA UNA ENORME IDIOTEZ! ¡DEVUÉLVELO!
Antes de echarme a correr, miro su nariz arrugarse debido al enojo… y pienso qué es la expresión más tierna qué he visto jamás.
-Fin del Flashback.-
Me reclino contra la pared, mirando aquel objeto que encierra tantos recuerdos y a pesar de las circunstancias ha permanecido conmigo… quizá, por eso es que no pude arrojarme de ése edificio y acabar con mi vida, quizá por eso seguía viendo a Matt y justo ahora lo miraba debajo del enorme árbol en el centro del patio sonriéndome y quizá por eso lo amaba. “Cuánto tiempo pasé ciego, cuánto tiempo en el que no me di cuenta… que desde que te vi atravesar ésas puertas te robaste mi mullido corazón” pienso sonriendo, viendo a un pelirrojo con la cabeza gacha e intentando ocultar su hermoso cabello con un gorro caminar pasillo abajo mientras un niño rubio y solitario le mira fijamente, sin poder creer lo qué ven sus ojos.
-…No es algo qué me agrade demasiado, pero no hay de otra…-escucho una voz ronca y chirriante en el pasillo, y de inmediato me escondo sin saber por qué hago eso.-¿Vienes? Te escoltaré para que veas a tu amorcito…-vuelve a decir la voz, oyéndose cada vez más cerca.
“¡Beyond!” pienso abriendo los ojos como platos, escondiéndome en la pequeña ranura oscura en el pasillo y tragando grueso cuando siento un suave olor a limones.
-B… ¡Beyond! ¡No digas ésas cosas!-escucho su dulce voz, que me acelera el corazón, haciéndome anhelarle con la misma fuerza de siempre.
Los pasos se detienen al igual que mi respiración. “¿Y si ése maldito le suelta la sopa? No joder, no puedo permitir qué eso ocurra… mejor me quedo aquí, por si acaso” pienso, tratando de ocultarme mejor y debido a mi pérdida de peso quepo perfectamente.
-¿Qué? No me digas qué vas a negármelo, Jeevas… has sido capaz incluso de sacrificar a tu sensual castaño amigo sólo por ésa rubia caprichosa, se te nota una legua a la redonda que besas el piso por el que pasa Keehl; eres literalmente su mascota.-escucho a decir a Birthday y casi me atraganto con mi propia saliva.
“Qué… ¿Qué ha querido decir con eso?” pienso, tragando grueso y agudizando más el oído mientras mi corazón bombea más deprisa si cabe.
-Tú… ¿E-En v-verdad c-crees e-eso?-susurra el cachorro y su voz suena trémula, suave y cierro los ojos, perdiéndome en ella y retorciéndome al tenerle tan cerca y a la vez tan lejos.
-Jeevas, ¿Te sientes bien?-escuchó al psicópata, y abro los ojos de golpe con el pecho inflándoseme de preocupación.
Me asomo con cuidado, y alcanzo a ver a Matt de rodillas en el suelo, apretándose en el estómago y a duras penas soy capaz de contener las ganas de salir corriendo tras él. Miro hacia todos lados, paranoico ante la idea de que Near esté demasiado cerca.
-Puedes vomitar en mis manos si quieres, siempre he querido probar a ver qué se siente… te ves muy verde.-dice Birthday y la furia me llena las venas.
“¡Llévale a la enfermería, maldito imbécil!” ruge mi consciencia y quiero darle de patadas a Birthday que está tronchándose de la risa a un lado mientras Matt sigue jadeando por aire. “Mierda, tengo qué hacer algo… esperanzado a Birthday, tendré a un Matt muerto en cuestión de minutos” pienso, con el sudor escurriéndome por la frente y mirando hacia todas partes, con la sombra de Near viéndome sin que yo pueda verla a ella. Veo de nuevo a Matt que cada vez adquiere una tonalidad más verdosa. “¡Qué te den por culo, Birthday!” pienso irritado, sin tener de otra que salir e ir a ayudarle.
-Beyond…-alcanzo a escuchar la voz pastosa del cachorro y me detengo en seco, con todo mi cuerpo tenso y a mi mente vienen el recuerdo de un par de brillantes ojos negros.-soy homosexual…
Me tambaleo y de no haberme agarrado de la pared, hubiera caído de culo al suelo. “Q… ¡¿QUÉ?!” pienso con el corazón latiéndome a mil por hora y con toda la cabeza dándome vueltas. Siento un nudo asentárseme en el estómago y me encuentro incapaz incluso de respirar: Había escuchado como claramente mi mejor amigo, la persona a cuál más quería y amaba acababa de decir qué era Homosexual, con todas y cada una de las letras de ésa palabra.
-Sí, ya lo sé. ¿Y qué con eso?-escucho a Birthday y mi boca casi toca el suelo ante su naturalidad para tomar el asunto.
“¿Cómo qué ‘qué con eso’? ¡Joder! ¡Si Matt acaba de decirle qué es…! Esperen… si él está admitiendo eso es por una razón, alguien debe de…” se me escapa un gemido cuando recuerdo a pelito planchado, su abrazo protector y un ardor me causa escozor en el cuerpo entero cuando recuerdo que prácticamente yo le había entregado a Matt y él tenía, literalmente, todo el derecho de tomarlo. Siento qué voy a regresar, de no ser porque no hay absolutamente nada en mi estómago…
-Y…Y…-continúa el cachorro, en medio de pequeños sollozos que escapan inconscientemente de su garganta. No sé cómo reaccionar, tengo miedo de escuchar lo qué tiene para decir.-Y… estoy enamorado. De mi mejor amigo… De Mihael Keehl.
Casi puedo escuchar el ¡K.O! de sus videojuegos siempre qué hay un Fatality y es justamente lo qué yo siento en éste momento: Acaban de sacarme las tripas por la boca sólo para volver a metérmelas de regreso por el trasero. Me dejo caer en el suelo, tan mareado y sin poder respirar que cierro los ojos con fuerza y dejo caer la cabeza entre las manos, con todo mi cuerpo sacudiéndose violentamente de la impresión que ésas palabras han causado en mí. Escucho a Matt finalmente rompiendo en llanto y a Birthday murmurarle algo más a lo que ya no le presto atención: El pitido en mis oídos no me deja, siento que se me revientan los oídos debido a la fuerza de ése sonido.
“Matt… ¿Será posible? ¿Tú me amas a mí?” pienso, dejando salir un sonido pastoso parecido a una risa un tanto histérica. Después del shock me embargan, al principio, una descarga eléctrica de pura alegría ya que… soy correspondido. Pero ésa alegría que apenas si dura un par de segundos es sustituida por una desesperación que me consume con furia hasta que finalmente me absorbe por completo: No puede ser. Matt jamás podrá estar conmigo porque yo sólo le haría daño, porque tengo a una maldita garrapata albina prendida de mí y tan retorcida que sé… No: Estoy completamente seguro de que es capaz de cualquier cosa con tal de seguirse revolcando conmigo. “Y eso incluye asesinarte si te acercas demasiado Matt, no puedo permitirlo… aunque esté matándome, no puedo permitírtelo. Lo siento” pienso y un pequeño graznido escapa de mi garganta al darme cuenta de que a pesar de él quererme y yo a él… no puede ser. “Maldito Near, verte muerto… es lo qué más feliz me haría” pienso y recuerdo las palabras de Birthday aquella ocasión en el que descubrió mi penoso secreto. “Birthday… es un psicópata, incluso dicen que ha estado en un centro psiquiátrico. A él le da lo mismo matar a un animal como a un ser humano, y Near no es diferencia alguna” me muerdo el labio, sintiendo la tentación de aceptar su trato.
“Pero… ¿A qué costo, Mihael? ¿Qué más estás dispuesto a sacrificar para estar junto a tu ser más amado?” me reclama mi consciencia, haciéndome caer en cuenta de que no tengo respuesta para ello. Doy un suspiro y ayudándome de las paredes, consigo ponerme de pie nuevamente aunque todo lo que quisiera es quedarme ahí escondido y que nadie me encontrase nunca más. Escucho un par de risas bien conocidas: Son los idiotas de Bruce y sus amigos y me doy cuenta de qué en realidad me importa una mierda: No quiero ver, pensar o sentir nada en realidad y ésos imbéciles tienen las putas y el alcohol necesario para hacerme olvidarme de todo. “Menos de ti Matt, a ti… por más putas con las que me acueste y más mierda qué me fume no te puedo arrancar de mi corazón” me resigno y sin más salgo de ahí, pero antes de echarme a andar atrás de Bruce… me vuelvo a ver aquel patio en donde sin querer le había escuchado su confesión.
-Yo también estoy enamorado de ti, Matt…-susurro, me doy media vuelta y meto las manos en mis bolsillos, apretando aquel videojuego que era todo lo que me quedaba de él.
Todo a lo qué una vez podría aspirar a tener.
POV’s Alex:
Después de que las llamas se han consumido los documentos y me he fumado el cigarrillo, miro las rejas a mis espaldas y me doy cuenta de que no tengo ganas de regresar a ése maldito centro para estar enjaulado como animal. “Extraño mí vida” pienso, resoplando y estirándome mientras me pongo de pie. Miro hacia ambos lados de la calle y veo que hay un par de bicicletas sin cadena a un lado de una acera. Me pongo la capucha nuevamente y mientras camino hacia el lugar donde están las bicicletas, me encargo de crear la distracción perfecta: Cuando paso cerca de una chica que va hablando por teléfono y de apariencia presumida, me encargo de hacerle tropezar mientras su perro se va corriendo.
-¡Finnian! ¡Alguien, agárrenlo por favor!-grita, tumbada en el suelo mientras intento contener la risa.
Las personas que están en el café cercano se ponen de pie, todas dispuestas a ayudarle más por mantener apariencias que por buena fe. Fácilmente tomo una bicicleta y me echo calle abajo, sonriendo ante la estupidez humana. “Y peor aún: Si se trata de Ingleses con sus códigos” pienso soltando una carcajada mientras el viento me quita la capucha de encima y me revuelve el pelo. Cierro los ojos sintiendo la brisa, sintiéndome bendecido de volver por fin a mi piel luego de estar enjaulado en ése patético shota afeminado y lame botas. “Lo qué tengo qué hacer para conseguir las cosas que quiero…” pienso con fastidio, con las palabras de aquel maldito hijo de puta resonando en mi cabeza. “Un jodido mes. Es todo lo qué tengo para abrirle las piernas a ése imbécil y que me dé lo que necesito…” pienso, doblando en una esquina y dejando que el viento me enfríe la cabeza: No tengo ganas de pensar en el trabajo ahora.
“Lo qué quiero es relajarme…” pienso, pedaleando con más fuerza hasta que finalmente llego a una de las calles menos transitadas en Oxford y una dónde está uno de mis lugares favoritos. La gente que transita las calles a ésa hora poco a poco van desapareciendo de mi vista hasta que en un momento sólo se escuchan mis respiraciones agitadas y el sonido de las llantas chirriando contra el asfalto cuando freno de golpe y dejo caer la bicicleta a un lado, junto a un montón de botes de basura que resuenan con fuerza. Inspiro hondo y me echo a andar con paso firme, metiendo mis manos en los bolsillos de mi suéter mientras siento la vibración de la música estruendosa en aquel bar donde la fiesta nunca muere.
-Disculpe, no puede…-el cadenero en la puerta se queda de una pieza al verme, enarcando una ceja y mirándome con lascivia.
-Hola, Joshua.-le digo, guiñándole el ojo mientras él se relame los labios.-¿De verdad no vas a dejarme pasar?
-Bueno… tal vez si me das… no sé, algún tipo de pago especial.-me dice, recorriendo mi cuerpo con ojos lujuriosos de arriba hacia abajo.
Me muerdo el labio y pongo ésa cara de perro pateado que sé que le vuelve loco mientras siento como su cuerpo se tensa a mí lado. Me acerco fingiendo timidez, tan acostumbrado a ése papel que la verdad ya no me cuesta nada interpretarlo. Siento como sus manos se deslizan por mi espalda hasta mi trasero y lo estrujan con fuerza, mientras enredo mis manos en sus cabellos y le doy un tímido beso.
-Déjame entrar… por fi.-le susurro al oído, dándole un suave mordisco a su oreja. Escucho que se le escapa un gruñido y contengo la risa.
-De acuerdo… pero ésta me la debes y con creces, ¿Eh?-me dice, abriéndome la puerta y dándome el paso libre.
-No me olvido, guapo.-le digo, arrojándole un beso mientras él me da una sonora nalgada al pasar y echo los ojos en blanco.
“¿Por qué todos los semes son tan… no sé, fáciles?” pienso suspirando, mientras avanzo por ése pasillo escasamente iluminado y en donde las paredes retumban debido al volumen de la música. Me paro justo frente a la puerta e inclinándome, saco de una pequeña gaveta escondida en mis tenis mi arete para la oreja, la nariz y la ceja y vuelvo a ponérmelos. “Cómo los extrañaba” pienso, sintiéndome cada vez más libre y sin más entro en aquel bar. Hay cientos de cuerpos sudorosos contoneándose en la pista, una enorme barra justo en el centro y en el techo hay un par de burbujas en donde hombres extremadamente guapos bailan de manera sensual acorde a la música. Reconozco la canción de inmediato: Secret Things, de Ken Andrews que me revienta los oídos.
Empiezo a abrirme paso en medio de aquellos cuerpos y las manos curiosas tocándome no se hacen esperar. Recibo piropos, guiños e insinuaciones a montón pero antes de empezar con el juego quiero beberme algo. Para cuando llego a la barra, estoy sudado y algo fastidiado pero consigo alejar el mal humor y el aire acondicionado del lugar poco a poco hace que me baje la rabia.
-¿Qué te puedo ofrecer el día de ahora, lindura?-me dice el barman, nada más vestido con un ajustado chaleco que acentúa su perfecto cuerpo.
-Cualquier cosa que a ti te guste…-le grito sobre el volumen de la música, siguiéndole el jueguito detrás de ésa simples palabras.
Me guiña el ojo y se vuelve a prepararme un moja con piña. “Ha acertado…” pienso, recorriendo su cuerpo: Buen trasero, cintura fina y lleno de músculos en los lugares indicados. Un partido fácil con el que se puede pasar un buen rato.
-Aquí tienes, cielo. Qué lo disfrutes.-dice, rozando mis manos descaradamente a la hora de entregarme la bebida.
Miro la copa y veo que junto con la piña, hay un pequeño papelito con un número escrito. Alzo la vista y veo como me guiña el ojo, pero luego se vuelve a preparar otro trago. “Otro más… ya veremos” pienso, guardándome el papel en la bolsa de los pantalones. “Típico de los bar gay” pienso, dándole un sorbo a mí bebida mientras siento que mi cuerpo lentamente va relajándose y poco a poco la música va metiéndose dentro de mi interior provocándome querer moverme al compás de la misma. Cierro mis ojos y empiezo a moverme lentamente en mi asiento, hasta que quitan la música de golpe y abro mis ojos fastidiado, sólo para toparme con una imagen que me deja helado ahí mismo.
-Joder…-susurro, tirando la copa que se hace añicos en el suelo y mirando boquiabierto como en el escenario y enredándose sensualmente en un tubo hay un albino qué no se parece nada al qué he visto antes.
-¡No tiene importancia, corazón!-me grita el barman, pero poca atención le doy por sobre la sorpresa que me causa el ver a aquel chico que poca pinta tenía para estar en un bar.
Salto de mi asiento y empiezo a empujar a diestra y siniestra a todos aquellos cuerpos que me impiden el paso, sin detenerme a coquetear ni por un segundo y con mis ojos completamente fijos en la figura albina que sigue moviéndose de una manera tan provocativa que la imagen es completamente irreal. Escucho como los hombres a mí alrededor le gritan obscenidades que en lugar de hacerle estremecer, parecen excitarlo más ya que empieza a enrollarse en el tubo y mover su trasero de forma tan… joder, ¿Para qué mentir? ¡Se ve jodidamente sensual! Veo que tiene el pelo revuelto y su blanquecino y delicado cuerpo cubierto por una capa de sudor, tan sólo cubierto por sus pantalones de pijama blancos.
-¡Quítatelo todo, nene!-grita un hombre, con la mirada perdida en el cuerpo del albino.
-¡Saca más ése culo, chico!-gritó otro, relamiéndose los labios.
-¡¿Cuánto por la noche, nubecita?!-gritó otro, arrojándole un billete de 20€ al escenario que el albino, arrastrándose por el suelo como un felino, tomo pasándoselo por los labios de forma provocativa.
Me quedo de pie a los pies del escenario, contemplando su danza en extremo erótica pero que no consigue excitarme debido a lo extraño de la situación. “¿Qué carajos hace aquí? No debe de tener más de diez años, ¿Cómo pudo haber entrado a un bar?” pienso, sacudiendo la cabeza y sin dar crédito a nada de lo qué veo. La música aumenta su intensidad al igual que el albino el erotismo en sus movimientos… tan experimentados que simplemente me dejan con la boca reseca de pura impresión. Veo como sus fríos ojos grises, para nada acordes con la expresión felina de su rostro se clavan en mí y un estremecimiento me recorre la columna. Da una vuelta en el tubo y arrojándose al suelo, empieza a arrastrarse al estilo Britney Spears hacia mí relamiéndose los labios. Me quedo estático justo donde estoy.
-Alexander Lockhart…-dice, lamiendo mi mejilla al tiempo que los presentes sueltan aullidos cuando yo estoy lejos de sentirme excitado.-un placer conocerte, justo a ti estaba buscándote.
-¿A-A mí?-le digo, pestañeando y ahora sin fingir ser un niñato reprimido.
Asiente y vuelve a acercárseme, tirando de mi suéter y pegando sus fríos labios a mi oído, que recorre lentamente con su fina lengua causándome escalofríos.
-O debería decir… ¿Kira?-dice, riendo con malicia.
Y el corazón se me cae a los pies.
POV’s Matt:
El enorme “Game Over” no deja de aparecer en toda la pantalla una y otra, y otra vez hasta que finalmente suelto un suspiro y apago mi Gameboy: Al parecer el día de hoy ni siquiera Mario ni Luigi ni la princesa Peach pueden llevarse mis problemas lejos. Miro a través de la ventana, las gotas deslizarse por el cristal y a mi mente viene el recuerdo de las gotas sobre el cuerpo de Mello deslizándose de la misma manera y me sonrojo violentamente. “Ya detén ésos pensamientos, Mail” me reprime mi mente, aún aturdida por el efecto sexual que éstos tienen en mí y por la primera erección que he tenido en mi vida.
-Y… ¿Cómo lo sobrellevas?-digo, sin volverme y mirando las gotas, preguntándome qué estaríamos haciendo Mello y yo de estar juntos y sin toda esta chorrada de los “enemigos”.
-¿Qué cosa?-me responde el pelinegro cuya presencia apenas y había notado desde hacía unas cuantas horas. Escucho como olisquea algo y finalmente me vuelvo a verlo…
-Beyond, ¿Qué haces con ésa camisa de Alex?-le digo, alzando mis cejas ante la imagen tan perturbadora de su ser estrujando la camisa del castaño y pegándosela a la nariz.
-Memorizando el olor de mí presa y aún no has respondido a mí pregunta.-me dice, cerrando los ojos mientras se restriega la camisa por toda la cara.
Me estremezco al ver lo verdaderamente bizarra que es su presencia en mi habitación, siendo él lo único que desencaja en todo el lugar. “Bueno, él y la ausencia de Mello…” pienso con tristeza, viendo el enorme hueco que la ausencia del rubio deja en la habitación. Sacudo la cabeza tratando de alejar ésos pensamientos tan sombríos y tomando una bocanada de aire, trato de organizar mis ideas lo mejor posible.
-Me refiero a… ¿C-Cómo aceptas tú… ya sabes…el hecho de ser…?-me muerdo el labio: Soy incapaz de terminar la frase. Ésa palabra ahora me pesa demasiado.
-Homosexual, Jeevas, deja de portarte como un niñato.-me dice, poniendo los ojos en blanco.-No es tampoco como si fuera una enfermedad, es simplemente un gusto y ya. A algunos les gustan las donas y a otros las salchichas…
-¡Beyond!-le grito, sintiendo mis mejillas arder fuertemente y bajando la mirada.
“B-Bueno, a mí en realidad s-sólo me gusta la s-salchicha de Mello…” pienso y siento como el color se hace más notorio en mi rostro… “Es oficial, soy un pervertido. Al menos con Mello” pienso, cerrando los y dejando escapar un suspiro. Me sentía tan perdido en éste tema, aún había muchas cosas qué debía pensar y analizar con calma…
-Oye Jeevas, ahora qué ya saliste del clóset… ¿Tienes planeado follarte a Keehl? Porque yo puedo darte varios consejos, tengo una gran… ¡Ouch!-se queja, cuando la almohada le estampa la cara.
-¡Beyond Birthday, no quiero oír nada respecto al tema!-le grito, más que abochornado ante sus palabras tan descaradas.
-¡Joder! Jeevas, te portas como una niñita… ¡El sexo es parte de la vida! En algún momento van a partirte el culo, y conociendo a Keehl más te vale qué te estés listo y… ¡Ya deja de arrojarme almohadas!-me grita enfadado, cuando la otra almohada le da en la barbilla.
-¡Entonces ya deja de decir cochinadas, maldito pervertido!-le grito, con mis mejillas tan enrojecidas que me duelen.
Tomo otra almohada rápidamente, preparándome para cualquier cosa pervertida que pudiese decir Beyond con su “honestidad” tan directa cuando un par de cabellos castaños vienen a mi mente…
-Oye Beyond, ¿Has visto a…?-un potente rugido me interrumpe a mitad de frase, haciéndome dar un respingo y me vuelvo a ver hacia la ventana intentando encontrar al causante de tal estruendo.
“¿Pero qué… ¡QUÉ DIABLOS?!” pienso, abriendo los ojos como platos y desempañando el crista de forma brusca para ver si mis ojos no me han engañado pero no lo han hecho: Estoy viendo claramente como un rubio vuelve a juntarse con los mismos idiotas qué lo han devuelto ahogado de borracho ésta mañana y lo que es peor aún: Veo como le amenazan con una navaja y él no hace absolutamente nada.
-Desgraciados…-susurro con los dientes apretados, sintiendo la misma furia recorrerme las venas y sin importarme nada, salgo disparado de la habitación.
-Jeevas, ¿Qué mierda estás haciendo?-me dice Beyond, retorciéndome el brazo entre su manos.
-¿Qué acaso no es obvio? Yo ni en sueños voy a dejar qué Mello se vaya de nuevo con ésos idiotas, ¿Quién sabe qué rayos podrían hacerle esta vez?-trato de sacarme su agarre de encima, pero sólo consigo que sus dedos se hundan en mi carne.-Suéltame, Beyond…-le digo serio, dispuesto a patearle con tal de alcanzar a Mello.
Pone los ojos en blanco y me suelta, aunque me acompaña. “Supongo qué tomando en cuenta de que ésos chicos siempre van armados… es mejor tener a Beyond cerca” pienso, con el corazón acelerándoseme dentro del pecho y corriendo lo más que daban mis piernas antes de que el rubio volviese a montarse en ésas motocicletas de nuevo.
-¡Mihael!-le grito, atrayendo su atención y estremeciéndome como siempre que me encuentro con su mirada turbia y azulina.-¡Mihael, espera!-sacudo la cabeza: No estoy aquí para contemplarle.
-¿Y tú qué mierdas haces aquí, Jeevas?-me dice, bajándose de la motocicleta y acercándose a mí con su andar violento y rudo. Me quedo plantado justo donde estoy.
“Estás loco si crees qué te voy a dejar ir con éstos…” pienso, mirando con desprecio a Bruce y los demás chicos que ríen y sueltan bocanadas de humo por la boca. Arrugo la nariz en desagrado ante ése humo tan molesto, aunque a la vez me parece algo relajante.
-Te recuerdo qué no tienes edad para andar fuera de éste centro y Roger dijo…-no soy capaz de terminar la frase, porque en ése momento atrapa mi garganta en una de sus fuertes y enormes manos y me estrella contra un árbol.
Cierro los ojos y a mí mente regresan las fotografías que Roger me ha enseñado aquel día… pero el estallido de calor que me produce su mano contra mi piel me aturde más que cualquier sentimiento de miedo o decepción. Siento como el calor empieza a subir por mi cuerpo, tiñendo mis mejillas y me quedo de una pieza cuando un pequeño gemido escapa de mi garganta.
-Escúchame bien, perra pelirroja…-me dice Mello con violencia, apretando más su mano en torno a mi garganta y haciendo que mi vientre se contraiga más de… ¿Placer? ¿Qué demonios estaba pasando?-tú no eres mi madre ni alguna mierda de ésas, así que mantente alejado o te partiré el culo…-doy un respingo: Ha repetido justo las mismas palabras de Beyond.
Golpea mi cabeza una vez más contra la dura corteza del árbol y me deja caer en el barro, con toda la cabeza dándome vueltas a mil por hora. “P… Pero… ¡¿Por qué he sentido eso?! Y… ¡Madre mía!” pienso, soltando un pequeño chillido cuando aprieto mis muslos y me encuentro de vuelta con aquel bulto en medio de mis piernas: Ya eran dos veces en el día. Por la misma persona. “¿Qué rayos me pasa?” pienso, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas y un sentimiento de desconcierto con algo de odio hacía mí mismo extendiéndose por mi pecho. El sonido del motor encendiéndose me saca de golpe de aquel torbellino de emociones…
-¡Mihael, espera!-aún con las piernas temblorosas, consigo ponerme en pie y correr detrás de él pero ya es tarde: Arranca, nada más dejando una nube de humo atrás.-¡Mihael, regresa!-le grito con voz rota, pero dobla en la esquina y finalmente se pierde calle abajo.
Me dejo caer y sin saber bien por qué, empiezo a llorar hasta que siento como Beyond me arrastra lejos del medio de la calle. Suelta un silbido mientras se ríe entre dientes… lo miro furioso.
-¿Qué te hace gracia? ¡Ya deja de reírte, tarado!-le grito, asombrándome de mí mismo: Tenía ganas de explotar.
-Nada Jeevas, sólo que no me equivoqué: Eres un masoquista.-dice y empieza a carcajearse de veras, dejándome leves segundos en blanco.-No me vayas a decir qué no se te ha parado cuando Keehl te tenía acorralado contra ése árbol porque hasta yo me di cuenta… te veías violable.-dice, relamiéndose los labios y haciéndome estremecer.
-¡Yo no soy un masoquista!- “¿O sí?” me dice mi consciencia, recordándome de nuevo ésa sensación caliente por todo mi cuerpo al tener a Mello… dominándome. Tiemblo.
-Si quieres yo puedo iniciarte, soy un sádico por naturaleza…-me dice Beyond, guiñándome un ojo y haciendo una seña… como si estuviese chupando un…
-¡NO!-le grito, dándome vuelta y con el rostro ardiéndome al rojo vivo.-¡Eres un sucio pervertido!-me doy vuelta y le grito en la cara, sintiéndome terriblemente avergonzado de mí mismo.
Sacudo la cabeza y lo paso de largo, echando a andar hacia la salida de Wammy’s y sin importarme si esto me garantiza diez castigos o mil: Mi prioridad ahora era Mello y nada más que Mello.
-¿Se puede saber a dónde vas ahora?-me dice Beyond, alcanzándome en cuestión de segundos y acompasando su ritmo al mío.
-A buscar a Mello, ya te dije qué no pienso dejar que siga haciéndose daño…-sacudo la cabeza sólo de imaginármelo junto ma Bruce y sus amigos temerarios.
Beyond me detiene de nuevo y lo miro con fastidio.
-¿Y ahora qué? No tengo tiempo para seguir escuchando tus…
-¿Y así piensas ir? ¿Siquiera sabes al lugar hacia dónde fueron?-me dice enarcando una ceja y traspasándome con sus brillantes rubíes.
-Bueno… puedo hacerme una idea.-me estremezco recordando cómo ésta mañana me había llamado “Cherry Bomb” lo qué claramente hacía referencia a una prostituta.
-No puedes ir… al menos no así.-me dice, recorriéndome con su mirada rojiza de arriba hacia abajo y sonriendo de una manera que me perturba.
-¿A qué te refieres con ‘así’?-le digo, aunque la verdad es que no quiero enterarme qué rayos está pasando por ésa cabeza peluda y retorcida.
-¿Sabes quién es Luka Megurine?-pregunta sin borrar su sonrisa y yo simplemente niego con la cabeza.-Pues la vas a conocer… es más: Vas a convertirte en ella.
Su tono de voz me hace estremecer, y antes de poder echarme a correr, ya me ha atrapado entre sus brazos y está arrastrándome de vuelta a su habitación. “Ahora si me viola” es lo último que pienso, estremeciéndome.
…
-¡No puedo creer lo qué han hecho ustedes dos par de…!-soy incapaz de terminar mi queja cuando Beyond me obliga a cerrar la boca y me coloca una fina capa pegajosa y con olor a fresas sobre los mismos.-¡LOS ODIO! ¡ALEX TRAIDOR!-grito con todas mis fuerzas, revolviéndome para zafarme de aquella maldita silla.
-Lo siento, Matty… es por tu bien, ésos lares no son para nada sanos.-me mira, mirándome verdaderamente apenado mientras sostiene la caja llena de maquillaje que Beyond está usando para torturarme.
-¡Quédate quieto, Jeevas! ¡No puedo trabajar si estás retorciéndote como una puta lombriz!-brama, sosteniendo mi rostro con fuerza mientras pasa algo por mis pestañas.
-¡Ya déjame! ¡Déjame!-le digo, pataleando pero las cuerdas alrededor de mi cuerpo me lo impiden de manera voraz.
“¡Diablos! ¡Esto es tan humillante!” pienso, finalmente rindiéndome al ver que es inútil y no podré soltarme.
-Bien, de acuerdo… pero entonces, ¿Por qué soy yo el que debe ir vestido de mujer?-les digo resoplando, viendo que ambos no están cambiando sus géneros.
-Porque yo soy muy conocido por ésos lugares y porque cualquiera que se acerque a Alex acabará con el estómago abierto.-responde Beyond como si nada, causándole un sonrojo al castaño.
Vuelvo a suspirar furioso mientras Beyond sigue echándome cosas en toda la cara que huelen extraño y me hacen cosquillas. Miro a Alex que mira fijamente a Beyond, con una expresión un tanto profunda y de nuevo veo ésas chispas volando alrededor de ambos.
-Y por cierto, ¿Dónde te habías metido, Alex?-le pregunta el pelinegro a mi amigo, haciéndolo dar un respingo y entrecierro los ojos.
-B-Bueno y-yo e-estaba…-empieza nervioso, mordiéndose el labio y viéndose increíblemente pequeño y tierno. Sonrío un poco.
-No me digas qué sigues temiéndole a las tormentas, yo pude haberte protegido…-le dice Beyond, mirándole pervertidamente mientras le guiña un ojo.
-¡Y-Yo n-no le tengo m-miedo a las tormentas!-le grita el castaño indignado y sumamente sonrojado y de nuevo me siento culpable.
“¿Cómo puedo siquiera pensar en ofrecérselo a Beyond? Si… es tan inocente y Beyond un pervertido” pienso, mordiéndome el labio pero la verdad era que ¿Qué otra opción tenía? Sin la ayuda de Beyond, jamás habría llegado tan lejos como ahora. “Sólo quisiera que hubiese otra manera… quizá…” suelto un suspiro, resignándome a la culpa de la traición.
-Muy bien, Jeevas. Quedaste guapísima, ye puedes darme las gracias…-me dice Beyond, apartándose por fin, tirándome un par de besos ante la seria mirada de Alex y quitándome las mordazas de encima.
Trago grueso al imaginar qué podría significar estar “guapísima” para Beyond y la imagen de la cara del Guasón vino a mi memoria. Sacudo la cabeza y estiro mi cuerpo entumecido, frunciendo el ceño al ver mis ropas tan… tan cortas y… ajustadas. Me sonrojo, increíblemente incómodo.
-Vaya Matty te ves…-dice Alex, bajando la mirada sonrojado y apretando la pequeña maleta contra su pecho.
Empiezo a preocuparme cada vez más, sintiendo mi corazón latir cada vez más fuerte dentro de mi pecho y las miradas lascivas de Beyond no hacen sino ponerme más que incómodo.
-¿T-Tienes un espejo?-le pregunto, retorciendo los dedos y estremeciéndome de pies a cabeza.
-Parecido…-dice, abre la puerta de un armario y saca un espejo roto pero que aún alcanza para reflejarse.-Ten, y dime si no tengo razón…-me dice, carcajeándose.
Tomo el espejo con manos temblorosas e inspirando hondo, le doy vuelta. Se me escapa un gemido cuando veo a la preciosura tan delicada y fina reflejada en él.
-¿Q-Quién es é-él?-tartamudeo, apenas y encontrándome la voz en la garganta. “O mejor debería decir ella” pienso, sintiendo un nudo en el estómago.
-Desde qué te vi, siempre supe que eras toda una chica. Tampoco me equivoqué respecto a eso.-me dice Beyond, posándose a mí lado y sonriendo con malicia.
Vuelvo mi vista de nuevo al espejo, mirando aquel reflejo sin podérmelo creer. No era posible, era como si yo hubiese desaparecido y me acuerdo de la primera vez que vi mi reflejo hacía ya tantos años con Watari. “Vaya, pues sí que tiene razón…” pienso, estirando un trémulo dedo y con todos los vellos del cuerpo erizándoseme cuando la chica del espejo hizo exactamente lo mismo demostrándome que su imagen me pertenecía.
Toco mi cabello, que ahora me llega hasta la media espalda justo como cuando era un niño y me cae en capas, debo admitirlo: Muy brillante y lacio y me estremezco de sólo pensar de dónde rayos Beyond ha sacado un pelo tan real porque me da la impresión de que no lo ha comprado en una tienda de pelucas. “Y éste maquillaje… de acuerdo, debo admitir qué luce demasiado bien” pienso, mirando mis ojos de una apariencia mucho más grande si cabe, mis labios aún más rojos y mis mejillas un tanto más rosadas pero a la vez de una forma natural.
-B-Beyond…-le pregunto tartamudeando, separándome de la imagen del espejo.-¿Dónde has aprendido a hacer esto? Digo… el maquillaje y… esto.-tomo un trozo de la pequeña falda a cuadros roja que llevo puesta, mirando mis piernas al descubierto y tragando grueso.
-Digamos que después del psiquiátrico, la cárcel y el cementerio también me pasé por uno de ésos lugares donde hay muchas “damas de compañía”.-dice, guiñándome un ojo y veo como Alex le mira boquiabierto y luego aprieta los labios en una fina línea.
-B-Bueno la v-verdad es qué t-te ves bien, M-Matty…-me dice Alex, mirándome de una forma qué ciertamente me hace sentir incómodo.
-Aún sigo sin entender por qué he tenido que transvestirme y ustedes no…-cruzo los brazos sobre el pecho y hago un puchero.
-Porque ya te dije: Keehl te reconocería al instante y antes de poder acercarte de patearía el culo. Por eso. Y porque necesito la mercancía en buen estado y sólo vestido de mujer puedo cuidarte.-me dice, sacando un objeto brillante de una de las muchas cajas en aquella bizarra habitación.
-¿Mercancía? ¿Yo soy mercancía?-le digo, sintiéndome indignado: ¿Desde cuándo había dejado de ser un ser humano?
-Cierra la boca y vámonos…-me dice, y de un tirón vuelve a cargarme echándome a su hombro mientras me revuelvo de nuevo.
-¡Ya bájame, idiota! ¡Bájame!-le golpeo con mis puños pero apenas y parece sentirlo, mientras salimos por los pasillos.
-Qué buen culo tienes, Jeevas, Keehl tiene suerte…-dice, y me quedo de una pieza cuando siento que me da una nalgada.
Veo como Alex me mira de una manera extraña detrás de nosotros, mirándome con algo parecido a la… “¿Ira?” pienso, mirándolo desviar el rostro con fastidio y cruzar los brazos con fuerza sobre el pecho. Sacudo la cabeza y la brisa que siento sobre mi trasero me recuerda que voy en falda, Beyond está cargándome y el muy pervertido acaba de darme una nalgada.
-¡Ya bájame! ¡Beyond, maldito loco!-le grito, retorciéndome pero su fuerza bruta sigue dejándome helado: ¡Para lo delgado qué es!
-Cómo gustes…-dice, y me deja caer bruscamente sobre algo suave y de cuero.
Siento un dolor punzante en mi trasero por la forma en que me ha arrojado pero es sustituido por la impresión al darme cuenta en donde estoy sentado.
-Beyond, ¿De dónde has sacado esto?-le dice Alex igual de admirado y cuando sus miradas se encuentran, de nuevo hay ése extraño choque entre carmesí y azul.
-Tú debes de saberlo… aunque no me importaría recordártelo.-le dice al castaño, acercándosele peligrosamente y acariciándole con delicadeza el pómulo. Alex se sonroja en extremo.-¿Qué dices?-se acerca más, con su aliento revolviéndole los castaños cabellos a mi amigo.
Desvío la mirada algo incómodo, ya qué… “Es lo mismo que Mello solía hacerme. Me pregunto, ¿Será así como yo me miro? Alex está tan rojo y nervioso” pienso, mordiéndome el labio y apretando los muslos al pensar en mi reciente encuentro con el blondo ésta misma tarde. Y también recuerdo que si estoy vestido de mujer y humillándome más de la cuenta, es porque necesito traerle de regreso antes de que Bruce y los demás chicos lo hagan… “Dentro de un ataúd” concluye mordaz mi consciencia haciéndome estremecer.
-A… ¡Aléjate! ¡Eres un pervertido!-le dice Alex, apartando su mano bruscamente y visiblemente agitado.-Y no podemos ir en ésa cosa, es peligroso…
-No cuando viajas con la muerte.-Beyond sonríe de forma sombría y se vuelve hacía mí.-Ten, Jeevas…
Me arroja un casco completamente negro, resplandeciente y que se ve bastante futurista como en los cómics de Tron: Legacy. Se me revuelve el estómago: Las motocicletas en verdad me aterran. “Y por lo qué dijo… no creo que él le tome mucha importancia a las normas de tránsito” (N/A: Chicas, si han visto a Daft Punk imagínense que el casco es igual ^^)
-Q… ¿Qué estás haciendo?-le digo poniéndome alerta cuando siento sus brazos y piernas rodearme por detrás, mientras se monta en la monto y la enciende con un potente rugido entre mis muslos.
-Vamos a por Keehl, ¿No es obvio?-dice y sacando un cigarrillo de sus jeans, lo enciende y debo admitirlo: Por primera vez, Beyond me parece atractivo.-Alex, sube atrás.
-Espera, ¿Siquiera sabes montar ésta cosa?-le digo, con mi voz tres octavas más alta.
Alex se cruza de brazos.
-Ni muerto pienso abrazarte…-le dice, retándole con aquella mirada azul cielo que ahora se ve en extremo furiosa.
-¿Ah, no? Bueno…-Beyond quita la palanca que sostiene la motocicleta y yo me aferro con uñas al manubrio. La vibración entre mis muslos cada vez que Beyond acelera sólo sirve para alterarme más.-Jeevas, mejor ponte ése casco… y tú…-miro a Alex con un brillo sombrío. Vi como el castaño se volvía de piedra.-Sube. Ahora.
-No.-se le plantó Alex y yo también empezaba a impacientarme: La luna brillaba en lo alto del cielo y el pensar que Mello estaba por ahí… con ésos idiotas…
-Alexander, sube. Es una orden.-le dijo Beyond con una voz de ultratumba, expulsando el humo del cigarrillo por su nariz como si fuese un toro furibundo.
-Es un país libre, no puedes… ¡¿Pero qué haces?!-chilla el castaño, cuando sin previo aviso, el pelinegro saca unas esposas del bolsillo de su chaqueta de cuero y atrapa la nívea muñeca del castaño entre ellas.-¡Suéltame, maldito hijo de…!
Miro a Alex desconcertado: Nunca le había escuchado decir una grosería. Cuando sus ojos vuelven a clavarse en Beyond, su expresión es igual de sombría y por un segundo sus ojos parecen tener un destello… extraño, como café rojizo y eso hace que el corazón se me haga bolita.
-Cómo no subas ya, te arrastraré por toda la calle y me importa una mierda si te mueres: A mí me atrae mucho la necrofilia.-le dice, riendo de una manera siniestra y siento que Alex y Beyond no son ellos mismos sino alguien más.
-C-Chicos, ¿p-podemos irnos ya?-les digo, con un estremecimiento recorriéndome la espalda y con la piel de gallina debido al frío.-Les recuerdo qué soy yo el que está usando una mini falda.
-¿Vas a subir?-pregunta Beyond rechinando sus dientes y no quiero ver cuando finalmente su paciencia se haya agotado.
-No.-responde firmemente Alex, dándole una sonrisa burlona.
Beyond sonríe y tomando las cadenas de las esposas, tira con fuerza y Alex queda tumbado sobre la el asiento de la motocicleta de forma horizontal. Antes de que el castaño pudiese siquiera protestar, Beyond puso la motocicleta en marcha y Alex no tuvo de otra qué hacer lo que desde el principio se había negado: Abrazar al pelinegro. Era eso o deslizarse para que la rueda trasera le hiciera papilla.
-¡Te odio, desgraciado…!-le gritó, mientras nos precipitábamos como un bólido por las calles solitarias de Londres y yo me aferraba con fuerza de donde pudiera, con el viento cortándome el rostro.
-Debiste ponerte el casco, Jeevas…-susurra Beyond en mí oído, ignorando los chillidos del castaño en la parte trasera pero apenas y le escucho encima del zumbido en el interior de mi cabeza.
Sus risas son lo último que escucho antes de perdernos en medio de la noche oscura, junto con los rugidos de la motocicleta que parece sacada del mismo Infierno.