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El Hombre de Arena por CheekyMint21

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Notas del capitulo:

¡RIKURAS! ♥

¡Hola mis bellezas, sukulentas, hermosas, rikas de mi corazón! Hoy no sé porque, estoy de súper buen humor (Se los juro, hasta yo estoy perturbada por eso DD: ) no importa el motivo pero el punto es qué he estado súper inspirada y he estado escribiendo un montón ^^ Mis disculpas porque hoy no me he traído a los chicos u.u (Están súper ocupados ensayando las próximas escenas de “El Coleccionista de Venenos” y el capítulo 34 ¬u¬) Así qué hoy sólo soy yo *se escuchan abucheos de fondo* Ya tranquilas, relajad vuestros deseos Yaoistas, mirad… os he traído un súper póster de Beyond *se hace un lado y deja ver un póster en 3D de Beyond recién duchado* Ya, pueden estar tranquilas u.u

Al mismo tiempo quiero disculparme por no poder responder a sus reviews, la verdad es qué estuve algo atareada éstos últimos tres días y pues… no me quedó tiempo pero prometo responderles lo más pronto posible… ¡MIL PERDONES MIS GUAPURITAS! En verdad, lo siento mucho:$$ Pero mañana sí o sí les contesto… ¡LO SIENTO MUCHO! DDD:

¡EN FIN! Antes de empezar con el cap, quiero daros un agradecimientos por vuestro apoyo… sé qué es algo qué hago siempre pero  la verdad es qué últimamente he flipado totalmente al ver todo el amor anal qué le han dado a mis fics (En especial a éste pero también a “El Coleccionista de Venenos”) y es qué siempre me pregunto cómo es qué la última vez qué entré aquí tenía 14,748 criaturitas y ahora… ¡BUM BITCH! ¡YA SOMOS 15K! DDD: Gritaría pero eso va en contra de… ¡NAH! ¡Qué va! Ahí les voy…

¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Vale, creo qué ya salió XD ¡LOS AMO! ¡LOS AMO! ¡LOS AMO! En verdad no saben cuánto, son (Y no estoy de coña) la principal razón qué me motiva cada día, sé qué sueno cursi y toda la cosa, pero es qué en verdad así es cómo me siento respecto a todos ustedes… cada vez qué pienso en sus reviews, en sus lecturas, en qué más de 15K personas están leyendo algo qué yo escribí es algo qué… WOW, en serio, cómo os he dicho muchas veces, es algo qué a mí nada más me parecía uno de ésos sueños qué a lo mejor y nunca se me hacía realidad y el verlo ahora… se siente simplemente irreal. ¡LOS AMO! En verdad, no puedo agradeceros o expresaros todo el cúmulo de emociones qué me producen cada una de sus palabras en sus reviews… espero seguiros dando lo mejor de mí y no duden qué dejaré el alma en cada cap de ser necesario porque ustedes lo valen y son de las mejores cosas qué tengo en ésta vida ^^

*Modo Gay: OFF*

Y bueno, luego de ése mega momento súper-turbo gay, pues pasando al cap… a mí parecer aún no hay mucho Salseo (Dije eso el cap pasado y casi maté a Ellie XD), este es como otro cap transitorio pero os aseguro qué a partir del 34 se viene lo bueno (¡SPOILER!: ¡CHOCOLATE, DAME CHOCOLATE! XD) así qué no sé, mirad esto como… un relajamiento antes del tensamiento de tetas masivo qué se viene luego porque cuando arranqué el Salseo de verdad no me hago responsable si es dan infartos o se deshidratan XD No, es en serio.-. ¡EN FIN! Espero qué os guste el cap y cómo siempre antes de empezar, he aquí las guapuras qué inspiraron éste cap con su Sensualidad… ¡LAS AMO CHICAS!

+MMoon

+Kmmy Lee

+Joselyn

+KurocisFT

+EimmyAnnh

+IzumiChan

+JavKeehl

+Anónimo

+Caroline

Y vale, sin más qué agregar… Aquí el cap 33, ¡Qué os disfrutéis! ^^

Capítulo 33.

POV’s Matt:

-Matto-kun, por favor, déjese curar las heridas…-me riñe aquella enfermera, mirándome con el ceño fruncido pero hago caso omiso a sus quejas.-P-Pero… ¡¿qué hace?! ¡Todavía no termino de vendarle las heridas!-chilla y sus lloriqueos se pierden detrás de la puerta.

Empiezo a caminar por aquellos pasillos tan familiares, aquellos pasillos qué tanto me aterran y a los que con tanto ímpetu había evadido los últimos diez años hasta el día de hoy… a cada paso qué daba, más furioso me sentía y no podía sino apretar los puños y tratar de calmar mi mente que empezaba a andar a mil por hora. Unos sollozos lastimeros captan mi atención y en un segundo el lúgubre panorama se despliega ante mí: Light sollozando contra el cuello de Elle, el pelinegro abrazándolo e intentando darle consuelo mientras su mirada se perdía en la pared, posiblemente maquinando alguna forma de encontrar al responsable y un par de sillas detrás de ellos, Near enrollando furiosamente un mechón de su pelo con Gevanni a su lado estoico como siempre y Linda abrazándose a sí misma con fuerza.

-¡Matt! ¿Qué haces aquí? ¿Ya terminaron de curarte?-dice la rubia abriendo sus marrones ojos como platos en cuanto repara en mi presencia.

Sacudo la cabeza y me dirijo hacia ella con grandes zancadas… no tenía tiempo de jugar al Doctor, tenía a un hijo de puta qué atrapar y luego, si es qué no lo mataba yo mismo, mandarlo derechito al pasillo de condenados a muerte por atentar contra lo qué era más que una sobrina para mí. Me quedo parado unos segundos hasta que un par de ojos amelados y desbordados en lágrimas reparan en mí y me miran con impotencia, seguidos de los orbes negros y vacíos de su esposo.

-Light…-le susurro, acuclillándome a su altura y tomando sus temblorosas manos entre las mías.-Te prometo qué voy a atrapar a los responsables de esto. Te lo juro.-concluyo firme y él simplemente solloza para luego volver a los brazos de su esposo.

Miro a Elle pero él simplemente niega con la cabeza y por poco se me sale la bilis de la garganta… ¿Qué? Tenía qué estar de coña, no era posible qué fuese a pedirme eso. Me vuelvo hacia Near qué también niega con la cabeza.

-No me jodan…-es todo lo qué se escapa de un siseo entre mis labios.-¿Lo van a dejar así? Ah, claro. ¿Por qué no vamos a la cárcel y dejamos que todos los presos salgan en un acto de bondad?-no me puedo contener, tengo ganas de darles de puñetazos a ambos.-¡Elle, di algo, maldita sea!

-La venganza nunca ayuda en nada. Sí, créeme que no quiero otra cosa más que romperle su puta madre al imbécil que se atrevió a tocar a mi hija, pero… todo a su tiempo, Mail.-dice, dejando escapar un suspiro y la sangre no hace sino hervirme más en las venas.

“Todos pueden irse a la mierda…” pienso, riendo amargamente y mirando una última vez a Light que sigue sollozando en silencio y, aún así, puedo captar lo que no se atreve a decir a la perfección. Sonrío, me pongo de pie y cojo un cigarrillo dirigiéndome a la salida.

-Matt…-escucho mi nombre. Me detengo, más no me vuelvo porque ya sabía lo qué iba a decir incluso antes de que las palabras abandonaran sus labios.-No tienes autorización de empezar nada acerca de ésta investigación, ¿queda claro? Si te pillo metiendo las narices en algo de esto, será todo. Tendrás qué buscarte otro empleo.

Me asombra un poco el tono tan serio en su voz y vuelvo a sonreír ampliamente…

-Tan claro como el agua.-le digo y empiezo a caminar de nuevo, agradeciendo por primera vez en cinco años el tener una carrera de reserva.

-Hablo en serio, Matt. Es la última advertencia.-vuelve a amenazarme Near, tratando de hacerme entrar en razón por medio del miedo.

-La mía también.-le digo a secas y salgo de aquella sala de espera, ignorando las miradas furibundas de las enfermeras al verme fumando donde se suponía qué no debía hacerlo.

Avanzo a paso lento, metiendo las manos dentro de mi chaqueta y mirando mis botas contrastar con el blanco del suelo, mi mente muy lejos de aquel hospital… demasiado llena de ira como para siquiera dejarse llevar por la sensación de pérdida que empieza a carcomerme el pecho cuando mi memoria retrocede a través de los años y me lleva justo a aquella fecha que con tanto esmero intentaba enterrar en lo más profundo del abismo pero nunca lo suficientemente seguro de querer olvidarla por completo.

Aquel día… aquel día tan lleno de vacío y pérdida que el mero recuerdo me erizaba los vellos de la piel y me hacía apretar los puños con fuerza. No. No más, tenía cosas peores en las cuales enfocarme ahora mismo y una de ellas era una pequeña en la sala de cuidados intensivos luchando por su vida a cada segundo. Y su lucha no iba a ser en vano, de eso Ellie podía estar tan segura así como yo lo estaba de lo qué iba a hacer. Cojo mi móvil y viendo la salida de cerca, lo dejo caer sobre un florero lleno de agua sin remordimiento alguno. Near y Elle habían puesto sus cartas en la mesa, era hora de qué yo hiciera lo mismo.

Sólo que ésta vez, ya no era una cuestión de justicia ni de estar del mismo lado.

Ésta vez, era una cuestión de venganza.

-Maldito animal…-mascullo, mirando aquella granada con una frase escrita en la misma. Aprieto las manos en dos puños.

‹‹Vas a saber de mí››

Cierro los ojos, tomo una calada dejando que el humo baje por mi garganta y luego exhalo el mismo que se mezcla con mi propio aliento gélido. Me revuelvo incómodo sobre el capó de mi coche, tratando de mantener el poco calor dentro de mi cuerpo e ignorando que tengo la nariz rojiza y tan congelada qué incluso me arde.

-Feliz navidad, Mail. ¿Cómo la has pasado?-escucho una voz burlona a mis espaldas cuando unos pasos se detienen. Sonrío… no había perdido el sarcasmo.

-No tenía planeado pasarla en un hospital, pero creo qué no está tan mal. ¿Y tú, guapo? ¿Te divierte la cárcel?-le digo, tomando otra calada y mirando el sol asomándose en el horizonte.

-Me divierte más volar a niñitas en pedazos…-suelta y es la gota qué me toca los cojones. Arrojo el cigarrillo a un lado y me bajo del capó.

-¡Eh! ¡Nada de riñas!-gruñe el oficial, pero poco me importa… no puedo despegar mis ojos del imbécil de Higuchi escupiendo sangre en el suelo.-¡No puedes hacer eso, muchacho!

-Se supone qué él tampoco puede poner bombas en la casa de mis amigos, pero, ¡Oh sorpresa! ¡Eso es justo lo qué hizo ayer y en sus narices!-les grito, conteniéndome a duras penas para no dejarle ir otro puñetazo a él.

El oficial me mira entrecerrando los ojos y se aleja un par de pasos, mientras Higuchi sigue escupiendo sangre a la misma vez qué suelta carcajadas y empieza a aplaudir.

-Bravo, entonces no es cierto el qué no sabes defenderte…-dice y de nuevo estalla la ira en mis venas. Lo cojo del cuello de la camisa y empiezo a zarandearlo pero eso sólo parece causarle más gracia.

-¿Te crees qué es gracioso, hijo de puta?-le grito pero él sigue carcajeándose. Lo suelto y cae sobre la grava con fuerza.-Te lo preguntaré una sola vez… ¿Para quién trabajas?

-Yo no soy más que un peón menos en el tablero… pero agradezco el qué me hayas metido a ésta ratonera, sólo así garantizaré mi vida.-me dice, sonriéndome con sorna.

-¡El nombre! ¡Quiero el maldito nombre!-vuelvo a soltarle un puñetazo en toda la boca, que lo hace volver el rostro y soltar un buen escupitajo carmín.

-¡Te lo advierto, mocoso, deja de golpearlo! ¡Estás violando sus derechos civiles!-vuelve a meterse el guardia, tanteando el arma a un lado de su cinturón.

Aprieto los puños e intento contenerme tanto las lágrimas como la furia… no iba a permitir qué me arrancaran a un ser amado, no de nuevo. Primero prefería matarlos a todos antes de volver a pasar por toda ésa mierda de nuevo. No, nunca más… jamás volvería a sentir ésa pena. No iba a permitir qué le hicieran daño a alguien más por mi culpa y mucho menos a un ser tan inocente como Ellie o cualquier otro de los miembros de mi familia porque eso eran Light, Elle y los demás para mí.

-¿Crees qué… nadie te conoce en el bajo mundo… Mail Jeevas?-masculla a duras penas y vuelve a clavarme sus ojos marrones lleno de burla. Me quedo inmóvil cuando escucho mi nombre abandonar sus labios.-Yo no soy el único… ni tampoco el más peligroso.-se levanta del suelo y los guardias lo toman de los brazos.-Parece qué se ha acabado el tiempo… ya estamos a mano.

Ahora soy yo el que sonríe y soltando un silbido, los guardias le retiran las esposas… la expresión confusa en el rostro del gilipollas de Higuchi no tiene comparación.

-No, ahora estamos a mano. Por órdenes de L, tú Kyosuke Higuchi, quedas absuelto de los cargos de homicidio y participación en actividades ilícitas. Feliz Navidad, cabrón.-le digo, arrojándole una carpeta a los pies mientras el color escapa de su rostro.-Ya me contarás cómo te cortaron el pito tus queridos amiguitos de la mafia, qué estoy seguro se mueren por verte luego de qué soltaste la sopa en tu interrogación. Yo mismo me encargué de filtrar el vídeo… ups, lo siento.-le digo sonriendo y él simplemente se deja caer de rodillas al suelo.

Me doy media vuelta y empiezo a alejarme. “Tres. Dos y…”

-¡No, espera! ¡No lo hagas!-me detengo y sonrío… tratando de entender cómo era que había acabado en el FBI  si no estaba hecho para seguir sus reglas.-Te… Te lo diré, pero no dejes qué me saquen de aquí.

Me vuelvo y lo miro fijamente… un hombre patético y miedoso, un peón fácil de manipular y también del cual deshacerse cuando el movimiento estuviese jugado. Tenía qué admitirlo, aquello había sido bastante inteligente tomando en cuenta qué muy pocos líderes mafiosos usaban las pocas neuronas qué tenían.

-Está bien, éste es el trato: Tú me dices lo qué yo quiero saber y yo a cambio, dejo qué sigas con tu miserable existencia y no te hagan picadillo… ¿Aceptas?-extiendo mi mano hacia él qué parece dudar y luego de un suspiro estrecha mi mano.-Perfecto. Ahora… ¿Para quién trabajabas?

-Yo… no lo sé, nunca lo conocí en persona pero todo el mundo le teme. Es capaz de matar sin siquiera estar presente y es el mejor haciéndolo. Siempre qué alguien está dando demasiados problemas, lo llaman y hasta dónde sé, él no trabaja para ninguna mafia en específico sino qué es una especie de “trabajador independiente”.-dice, mirando hacia ambos lados como si pudiesen escucharle.

-Vale, es un puto demente y arrogante… ¿qué tiene que ver eso conmigo?-enarco una ceja, bastante escéptico… esto me sonaba a la trama de una película de acción mal escrita.

-No es nada personal, pero tú metiste las narices en sus asuntos y eso a él no le gustó. Un día simplemente me llamó a mí y a mi gente diciéndonos qué te quería fuera del camino y si no lo conseguíamos antes del año nuevo… bueno, ya te imaginarás el resto.-me dice, encogiéndose de hombros y lo veo claramente: A quién quiera que sea el idiota jugando a ser James Bond, Higuchi le teme y bastante.

-¿Cómo te contactó? ¿En qué me metí que le ofendió a su bajeza real?-le digo burlón pero él simplemente niega con la cabeza.

-Incluso las paredes tienen oídos, Jeevas… ya te he dicho demasiado. Nadie sabe quién es ni de dónde vino ni cómo llegar a él. Es peligroso y más listo qué cualquiera en la habitación, es todo lo que necesitas saber.-me dice y eso me parece suficiente para terminar de atar cabos sueltos.

Asiento y tomando la carpeta con su libertad del suelo, me doy media vuelta dirigiéndome hacia mi auto, con el frío cortándome el rostro y revolviéndome el pelo. Higuchi nunca podría saber quién era aquel sujeto que parecía ser capaz de poner a cualquiera bajo sus rodillas, pero yo sí que lo sabía… lo sabía tan bien como también sabía que me gustaban los videojuegos. Enciendo el auto y miro por el retrovisor, casi esperando con encontrarme con su mirada pero sólo veo a Higuchi perdiéndose dentro de la prisión. Sacudo la cabeza y arranco.

No he avanzado lo suficiente cuando un estruendo me hace derrapar y detenerme a escasos centímetros de hacerme puré contra un alambrado eléctrico. Mis manos aferran con fuerza el volante y mis ojos siguen sin dar crédito a lo qué ven… Muy bien, ahora empezaba a entenderlo todo perfectamente.

-Tantos años y sigues dándome lecciones… Akseli.-me atrevo a pronunciar su nombre, sin evitar un estremecimiento recorriéndome la espalda entera.

Sólo había una persona con el suficiente IQ para matar sin siquiera estar presente, la misma persona qué me había enseñado todo lo qué sabía y ahora usaba como mi propia arma.

Si él podía, entonces igual yo.

Sonrío con amargura y vuelvo a retomar mi camino bajo la nieve, atando los últimos cabos sueltos y aferrando con fuerza entre mis dedos el regalo de Ellie.

Feliz Navidad, Mello.

Me llevo un puñado de frituras a la boca, rociándome un puñado de queso cheddar y limpiándome los restos con la manga de la camisa mientras devuelvo mi vista a las incontables páginas de aquel expediente que acaba de descargarme de los archivos “ocultos” del FBI, la CIA, la OIPC y la NPA… claro, todo esto ilegalmente y sin dejar ni una sola huella qué pudiera guiar a Near o a Elle hacia mí aunque estaba bastante seguro de qué iban a estar al pendiente. Quizá debería mandarles mis saludos.

-Vamos a ver… ¿Jefe Yagami? Interesante, nunca conocí en persona al suegro de Elle.-murmuro para mí mismo, observando la foto de aquel hombre de rostro duro y bigotes.

Leo, buscando entre líneas y relacionándolo todo para poder hacerlo encajar en mis propias conjeturas y teorías. Cojo un marcador y empiezo a encerrar números… propiedades, los últimos gastos realizados en los últimos diez años por Higuchi y sus hombres y éstos iban entrelazándose con las demás mafias. De Japón pasé a Alemania, de Alemania a Italia y finalmente…

-Bingo.-murmuro, conteniendo una sonrisa que de todas formas se asoma entre mis labios mientras cojo un mapa y mis ojos se deslizan al hemisferio Este y entrecierro los ojos.-Si L estuviese aquí, ¿cuál sería el porcentaje?-pienso de nuevo en voz alta, intentando entrelazar las demás probabilidades encontrarme con mi querido padre pero aquel parecía un lugar bastante razonable.

Marco aquella ciudad con una pequeña tachuela y sosteniendo el marcador entre mis dientes, sigo revisando aquellas propiedades emparejándolas con las nuevas construcciones… clubes, hoteles, simples bodegas abandonadas, todo se prestaba para el crimen ilegal pero aquellas eran nada más cortinas de humo. Tenía qué ir más profundo. Me dejo caer en la silla y vuelvo a la computadora, tecleando comandos rápidamente mientras varios nombres se despliegan ante mis ojos. No era de mucha utilidad, pero… si los volteaba al revés combinaban perfectamente con los nombres dados por los compradores de aquellas propiedades. “Esto es idiotamente genial…” pienso y debo darles un poco más de crédito a los mafiosos: Tenían cuidado antes de dejar huellas, lástima qué aquello no fuese suficiente para un hacker bien entrenado.

-A ver qué más hay por aquí… Jefe Yagami, espero qué no le importe darme una ayudita.-sonrío, metiéndome al ordenador de aquel hombre y revolviendo sus archivos.

El historial de Higuchi, el historial de varios otros mafiosos y… ¿Una foto de Light con frenillos? Me la quedaba, la usaría luego para beneficios propios. “Venga, tiene qué haber algo en medio de todo esto…” pienso, deslizando mis ojos de un archivo a otro hasta qué mis ojos se abren como platos al reparar en un expediente y a mi sorpresa le siguen un montón de carcajadas. Sí, en definitiva ésa no me la esperaba.

-Ay Dios…-mascullo, sobándome la panza y mirando de nuevo aquel archivo.-¡Seguro! ¿Cómo no me di cuenta antes? ¡Venga!

Guardo todo en una carpeta fantasma, cifrándolo con una simple clave y limpiándome las manos en el pantalón, cojo las llaves del coche y me encamino de nuevo al frío de invierno. Si no me equivocaba, todas las tiendas estaban cerradas salvo una pero no iba a dirigirme allí directamente, no perdía nada con aparecerme de la nada si él me había hecho lo mismo. “Lástima qué no tenga algo qué llevarle de regalo” pienso con burla hasta detenerme en la granada… esto tendría qué bastar. Me pongo la chaqueta y salgo bajo la nieve…

Era hora de un milagro navideño.

“Para ser un agente, la verdad es qué no tiene pinta…” pienso, tomando aquella fotografía y mirándola fijamente: Los mismos ojos, las mismas facciones aniñadas y dulces, la misma sonrisa bobalicona y qué grita ‹‹soy un reverendo idiota›› sólo qué ahora no podían parecerme sino una fachada. Un ruido en la cerradura me alerta qué mi invitado está próximo a hacer su campante entrada y en lugar de buscar dónde esconderme, voy a la cocina para ver si el chocolate caliente está listo: No era tan maleducado para ni siquiera recibirle cómo es debido luego de haberme colado a su casa.

-Sí, jefe. Sí, sí, lo comprendo perfectamente.-decía al teléfono con algo de exasperación mientras refregaba las botas llenas nieve en el tapete de la entrada.-Hubo una complicación recientemente, pero deme un poco de tiempo más y podremos confirmar qué… Mierda.-dice, con sus enormes ojos marrones abriéndose de par en par cuando me ve de pie en medio del vestíbulo con dos tazas de chocolate caliente.-¿Q-Qué haces aquí, Matt?-pregunta nervioso, sin darse cuenta de qué no ha cortado la llamada. Le sonrío.

-Buenas Tardes, Matsuda… y dale mis saludos al padre de Light, dile qué le felicito por ser abuelo aunque él ni enterado.-le digo y él nada más pasa saliva.-¿Vienes? Hice chocolate caliente.

-¿J-Jefe Yagami…? Le hablo más tarde, tengo una situación. Sí, jefe.-masculla y cuelga y escucho sus pasos ansiosos seguirme hasta la sala antes de qué me sujete por el hombro.-¿Qué sabes? ¿Cómo lo averiguaste?-dispara, sin darme tiempo siquiera a parpadear.

-Vale, Matsuda, primero relaja las pelotas y siéntate… y segundo, ten, hace frío afuera.-le digo, tomando asiento en el sofá en el que había pasado varias tardes haciendo los deberes de la Universidad o simplemente jugando videojuegos y entregándole una taza de chocolate. Él me mira ansioso y suspiro.-Tú eres un agente encubierto, yo un hacker. No es física nuclear.-pongo los ojos en blanco.

-¿Desde hace cuánto lo sabes?-ni siquiera se molesta en fingir, simplemente me mira fijo y habla directo. Supongo qué estaba conociendo al verdadero Matsuda.

-Desde hace al menos…-miro el reloj en la pared, comprobando mis cuentas.-una hora cuando mucho. No hay problema, trabajamos para el mismo lado.

-Jamás escuché de dos compañeros qué se investigaran entre ellos…-me dice frunciendo el ceño y sé que no le ha sentado bien el que haya metido las narices en la computadora de su jefe.

-Tú trabajas para la NPA y yo la SPK, tenemos objetivos y métodos diferentes. En fin, te propongo un trato.-le digo, ya qué estábamos siendo directos, era mejor ir al grano.

-¿Y qué te hace pensar que voy a aceptar la propuesta de un criminal?-me dice, arrugando la nariz y comprendo qué nuestra “amistad” no ha sido más que una mera cortina. Aún así, la decepción es aplastante.

-Porque sé que todos en tu agencia creen qué eres un reverendo idiota y la única razón por la que aceptaste ésta misión, es para probar lo contrario. Admítelo, Matsuda, tu Jefe te ve como a menos qué a un perro.-le digo y el pecho me quema, porque sé de sobra lo que se siente estar en ésa posición.-Además de que yo te gusto.

¡SPLAT!

La taza se desliza entre sus dedos y se hace añicos contra la madera pulida del suelo. Me encojo de hombros… vale, quizá sí me había cruzado un poquito de la raya pero no podía arriesgarme. Ya me la estaba jugando bastante con estar con él ahora mismo, no podía irme sin qué valiera la pena y sin que él aceptara mi trato. Era todo o nada, y si eso significaba jugar sucio y meter mierda sentimental, entonces lo haría. Matsuda se queda pálido y en silencio un par de minutos más antes de sacudir la cabeza y ponerse de pie abruptamente, tomándome de la camisa y haciéndome arrojar mi propia taza al suelo.

-No vuelvas a repetir eso, nunca.-me advierte entre siseos y trato de no rodar los ojos… Japoneses y su homofobia, nunca cambiarían.-Podría patearte el culo ahora mismo y llevarte con mi Jefe, no me costaría nada.

-No tienes nada con qué probar que fui yo, Matsuda, no se trata de lo qué crees sino de lo que puedes probar antes de lanzar a alguien al hoyo. Adelante.-le digo, sonriéndole socarronamente mientras lo veo apretar los labios con fuerza y luego lanzarme de vuelta al sofá bruscamente.-Siempre supe qué idiota no eras.

-Cierra la boca y dime qué quieres… acepto. Pero cuando se acabe, tú vienes conmigo y admites tu culpa ante mi Jefe.-me dice firme y yo asiento sonriendo.

-No has podido exponerlo mejor.-le digo, rebusco entre mis bolsos tomando mi Iphone y lo dejo sobre la mesa. Él enarca una ceja y yo suspiro.-No te pongas de mandón, suficiente tengo con los miembros de mi propio equipo. Bueno, ex-equipo.-me encojo de hombros.

-Para ser un criminal no se necesitan cómplices, basta con meterse en las computadoras de otros pero eso has de saberlo muy bien, ¿a qué sí?-me dice, sonriendo burlescamente.

-Llámalo como gustes, aún así, las demás agencias me llaman casi suplicándome porque les meta el culo en los asuntos del gobierno.-le digo, poniendo un cigarrillo entre mis labios y encendiéndolo… esto iba a ponerse intenso.

-Vas a encender la alarma, genio.

Doy un suspiro, tomo otro móvil del bolsillo de mis pantalones, hago una llamada y de inmediato el sistema de alarma contra incendios se apaga, mientras Matsuda simplemente parpadea. Abro una aplicación en mi Iphone y éste proyecta a través de un holograma un mapamundi, y ahora la quijada de Matsuda casi toca el suelo.

-Ahora… necesito qué me acompañes aquí.-señalo un punto rojo marcado en el mapa y él deja escapar un siseo.-Sí, lo sé, los Yanquis tampoco son de mi agrado pero no queda de otra. Iremos y le pondremos fin a todo esto, y de paso te daré en tus manos a los que se roban la información de tu agencia.

-¿Y tú cómo sabes…?

-Lo estuve investigando, puedo mostrártelo luego pero por ahora nuestra prioridad debe ser movilizarnos lo más rápido posible.-le corto a mitad de frase, no tenía tiempo para perderlo explicando idioteces.

-Disculpa mi ignorancia, pero, ¿cómo pretendes llegar hasta ahí? ¿Tu agencia va a darte el transporte?-dice, negando con la cabeza cuando yo quito el holograma de su vista y empiezo a ponerme de pie.

-Bueno, digamos que ésta es mi primera investigación en solitario pero ellos no se molestarán en proveernos un transporte.-“O en qué lo tome prestado sin antes haberles dicho” pienso, pero no quiero poner al pobre Matsuda todavía más en jaque, el pobre hombre parece a punto de sufrir un ataque.

-No están enterados y estás desobedeciendo órdenes, lo tengo.-dice asintiendo y tras exhalar un largo suspiro, se pone de pie.-De acuerdo, Matt, es un trato pero si no consigo pruebas… tú acabarás en una celda de cuatro paredes y comiendo porquería tres veces al días, ¿de acuerdo?-extiende su mano hacia mí.

-Lo he sufrido antes, no me preocupa.-le digo y tomo su mano, tirando de él hacia mí y depositando un beso en sus labios. Cierro los ojos y hasta yo mismo me sorprendo de la suavidad encerrada en ése beso… y en el hecho de qué me agrada el contacto.-Gracias, aunque no haya sido más que una farsa, gracias.

Él parpadea, con su rostro al rojo vivo y desvía la mirada mientras yo sólo sonrío. Sí, tal vez si sobrevivía a esto, podría darle una oportunidad sin necesidad de estar ambos pretendiendo ser algo qué no éramos. A fin de cuentas, Matsuda podía no ser el hombre más guapo del mundo pero sí uno con sentimientos nobles y que jamás me abandonaría.

-¿Por qué haces esto…?-pregunta cuando estoy a punto de abrir la puerta de la entrada. Me quedo un segundo quieto, tragándome la rabia qué me ha trepado por la garganta.

Revuelvo en mis bolsillos, doy con la granada y se la lanzo. Él la mira y pasa saliva y cuando vuelve a clavarme sus ojos, éstos están llenos de ternura y cariño y eso me hace cosquillear los labios qué previamente se habían encontrado con los suyos.

-Feliz Navidad, Matsuda.-le digo, me doy media vuelta y salgo de aquella casa.

Sólo que ahora ya no voy solo pero tampoco acompañado.

Simplemente tengo acabo de comprarme un perro.

¿Es qué no puede abundar más la ironía?

-Esto me da un muy, muy mal presentimiento… ¡Esto está muy mal, viejo!-chilla por enésima vez y dejo de teclear para frotarme las sienes, decidiendo entre darle un puñetazo o dejarlo inconsciente y así ya no me estorbaría.

-Dime Matsuda, ¿Cómo lograste ser agente siendo todo un cagueta?-le digo, volviendo a teclear y aspirando con fuerza una calada de mi cigarro para calmarme los nervios.-He conocido perros agentes con más cojones que tú…

-¡Cualquier agente se mearía en los pantalones de hacer una cosa así! No puedo creer qué la SPK tenga semejantes métodos.-dice, cruzándose de brazos a un lado mientras yo trato de concentrar toda mi atención en la pantalla al frente.-¿Qué demonios estás haciendo?

-Nada que tú minúsculo cerebro vaya a comprender.-le digo y él me lanza una mirada envenenada por encima del hombro. La pantalla anuncia la carga completa y no contengo mi júbilo al soltar una pequeña carcajada.-Mira y aprende, Matsuda, te enseñaré porque tu agencia es una completa mierda…

-Claro, porque nosotros no pactamos con criminales para hacer nuestro trabajo.-dice muy seguro, sin saber que el único criminal aquí era el hijo de puta detrás del cual íbamos.

Doy un suspiro y posicionando mi dedo sobre la tecla de ‹‹enter››, observo a través de las cámaras e inicio la cuenta en mi mente, desde cero hasta diez y repito la misma acción hasta llegar a un minuto exacto y sin vacilación presiono la tecla. La oscuridad cubre todas las cámaras y Matsuda y yo habríamos sido devorados por la oscuridad de no ser porque yo tenía una linterna lista. Matsuda empieza a abrir la boca pero yo lo tomo de la muñeca y empiezo a arrastrarlo en medio de aquel lugar repleto de aviones. Si no me equivocaba, me quedaban al menos treinta y tres segundos y corriendo.

-¡Mueve el culo, Matsuda! ¡El efecto enceguecedor no va a durar por siempre!-le susurro y él simplemente resopla en respuesta.

Subo aquellas escaleras de metal de dos en dos, escuchando el sonido de varios autos ponerse en marcha y sé que el tiempo se me escurre como agua entre los dedos. Saco mi Iphone del bolsillo y lo conecto a la cerradura, esperando a que decodifique la maldita puerta para poder entrar de una puta vez.

-Venga, deprisa…-murmuro, soltando el humo por la nariz y mirando por encima de mi hombro.-¡Hazlo de una puta vez, joder!

-Estamos jodidos, Jeevas y todo es tu culpa.-masculla Matsuda, temblequeando nervioso un par de pasos atrás de mí.-¡Ahí viene toda la puta armada Japonesa! ¡Apúrate!

Click.

Es el sonido más hermoso qué he escuchado en mi vida… abro la puerta de un tirón y corro hasta la cabina del piloto, tratando de no dejarme intimidar por la enorme cantidad de botones ni por el sonido de los autos cada vez más cerca. Me dejo caer en el asiento del piloto, poniéndome los auriculares y tomándome medio segundo para estudiar el tablero qué tenía enfrente.

-¿Eres piloto…?-me pregunta Matsuda con un hilo de voz, con el sudor escurriéndole por la frente y desviando la mirada a los autos qué se detenían a nuestro alrededor.-Ya está. Nos tienen, es mejor entregarnos sin oponer… ¡¿qué mierda haces?!

-Cierra la boca, ponte ésa mierda y siéntate.-le digo tan firme como mi voz me lo permite y presiono un botón verde para poner en funcionamiento los motores.-Vale, a ver qué sale…

-¿De qué estás hablando? ¡¿Es qué acaso nunca has volado un avión?!-dice alterado, con los ojos a punto de saltársele de las cuencas.

-Sí, una vez… pero era nada más en un videojuego.-le digo y emite un pequeño chillido. Inspiro hondo y trato de recordar mis conocimientos sobre jets aprendidos en Grand Theft Auto yun simulador en Internet.

-¡Alto! ¡Los tenemos rodeados! ¡Salgan ahora mismo y no dispararemos!-dice una voz ronca por los parlantes y es entonces qué empiezo a sentir un nudo bastante apretado en el estómago.

-¿Escuchaste eso? Yo sugiero qué hagamos lo que el tipo con enormes armas dice y nos… ¡Esto es una puta locura, entreguémonos de una puta vez!-chilla cuando muevo una palanca y el jet parece cobrar más fuerza.-¡Matt, ya para, joder! ¡Estás loco!

-¡Es su última advertencia! ¡Baje del jet y no le dispararemos!-sigue vociferando aquel hombre, destrozándome más los nervios pero en ningún momento se me cruzó la idea de abandonar… habíamos llegado demasiado lejos para rendirnos.

-Abróchate el cinturón, Matsuda…-le digo en un susurro, tomo el timón y tiro de él. El jet empieza a ponerse en marcha, moviéndose imperceptiblemente y los disparos no se hacen esperar.-¡Joder!-digo, cuando uno se clava en los cristales del frente sin reventarlos pero si seguían abriendo fuego contra nosotros, no íbamos a durar mucho.-¡Agárrate, Matsuda!-le grito, tirando de una segunda palanca mientras el avión cobra fuerza.

-¡Si me muero te hago personalmente responsable!-grita, tapándose los ojos y volviendo el rostro a un lado mientras aquella cosa empieza a correr por la pista.

No escucho los gritos de aquel hombre por el retrovisor, ni las balas, ni el estallido de uno de los neumáticos… no escucho nada por sobre el bombeo frenético de mi corazón, tan atroz qué incluso me hace daño. Cierro los ojos un par de segundos y llevo la mano a mi cuello, acariciando aquel dije y recordando la sonrisa de Ellie junto con un par de ojos azulinos. Dolor y alegría, ambos mezclados en un solo recuerdo lo suficientemente fuerte para darme valor. “No pienso detenerme…” me digo firme y vuelvo a abrir los ojos. Tiro del timón con fuerza, con todo lo qué tengo hasta qué el avión deja de tocar el suelo y empieza a empinarse. Una sonrisa se curva en mi rostro al mismo tiempo que la presión se me sube hasta las nubes e intento no desmayarme.

-Puta madre…-susurro, cuando miro por la ventana y veo los autos haciéndose cada vez más pequeños en el suelo.

-¿Seguimos vivos? ¿Todavía no explotamos ni nos hemos estrellado?-Matsuda lentamente vuelve a la vida, mirando a su alrededor y abriendo los ojos como platos.-¡Joder, lo hiciste!

-Sí y no gracias a ti y a tus lloriqueos.-le digo, tratando de estabilizar el avión y viendo las coordenada en el tablero.-Vale, sólo espero que ésta cosa tenga GPS o estaremos en verdad jodidos…

-Un segundo… ¿Por qué nadie nos sigue? Ellos tienen más aviones, podrían seguirnos si quisieran.-dice Matsuda y cuando me mira, le guiño el ojo y empieza a sonreír de a poco para terminar estallando en carcajadas.-Eres un puto demente, Jeevas. En serio.

-Quizá, pero gracias a eso estamos vivos y con el culo a salvo a menos por ahora.-le digo, pensando en qué luego tendría qué apañármelas con la Interpol al llegar a los Estados Unidos.-Nunca imaginé qué la primera vez que saliera de Japón iba a ser así.

Matsuda me mira abriendo sus ojos como platos y niega con la cabeza.

-¿Qué no dijiste que eras agente? Se supone qué vas a varios lugares… ¿o no?-me dice enarcando una ceja y yo suelto una carcajada cargada con humo.

-La vida de un hacker es mucho más triste, Matsuda. Yo no necesito salir de mi casa para robar un banco en España o infiltrarme en las bases de datos de China. Todo lo hago mediante una computadora, el resto es cosa de los agentes de campo.-le explico pero sin envidiarles nada a los trabajos de Linda o Gevanni.

-Y dices qué no eres un criminal… eso del banco no lo dejaré pasar por alto.-dice, cruzándose de brazos y dejando escapar un suspiro.-Pero si te hace sentir mejor, yo tampoco he salido de Japón nunca. Siempre soy el de papeleo o el qué hace los informes, nadie confía lo suficiente en mí como para darme un cargo más importante.

Le miro de reojo y veo qué eso le aplasta más de lo que él parece dispuesto a dejar entrever y no puedo sino sentir pena… sobretodo porque hasta cierto punto yo entendía lo que era estar sometido a la voluntad de alguien más, ésa sensación de ser usado y luego tirado como un simple trapo viejo, la sensación de ser pateado para después regresar meneando el rabo hacia tu agresor. Sabía perfectamente lo que se sentía ser un perro en el sentido más literal de la palabra y no hacía sino qué me diera más rabia.

-No te preocupes, luego de esto, tu jefe te enviará a la puta India si es necesario… te lo prometo. Le llevarás las pruebas necesarias.-le digo firme y él me mira con sus ojos aniñados, llenos de lágrimas contenidas.

-Ésa promesa podría costarte el pasar una buena parte de tu vida en prisión.-me dice con una sonrisa dulce, tomándome de la mano y siento un sonrojo quemándome la cara.

-Ya te dije qué sospechas del hombre equivocado, soy un hacker, pero no de los malos. Si estuviera del lado malo, todos éstos idiotas ya estarían perdidos.-le digo, sin apartar su mano y con la vista fija en las nubes y el cielo azul medianoche.

-Eso fue bastante pretencioso viniendo de mi amigo el Gamer.-dice una voz suave y me atraganto con el humo del cigarrillo mientras Matsuda se vuelve hielo a mi lado.-¿No me presentas a tu amigo, Matt?-continúa de manera burlona y yo simplemente suspiro.

Matsuda me clava sus ojos sin dar crédito a lo que oye y dejo caer la cabeza contra el respaldo del asiento, repasando todo lo qué había hecho y dándome de patadas mentalmente por haber dejado ése minúsculo detalle sin cuidado. Strike uno: Había escogido el jet de Elle. Strike dos: Ellos estaban más enterados de lo qué me proponía de lo que yo calculé y finalmente… Strike tres: Nunca, ni remotamente se me ocurrió el revisar el baño antes de abordar.

-¿Cuánto tiempo llevas escondida en el baño?-le digo en un susurro y sólo me llegan sus carcajadas, y al poco tiempo siento sus finos dedos sobre mis hombros.

-Matty, tranquilo, no vengo a reventarte el plan. Es más, te tengo un comunicado…-me dice y finalmente me vuelvo a verla, encontrándome con su sonrisa cálida y sus ojos castaños.

Matsuda sigue boquiabierto y vuelvo a soltar otro suspiro… iba a ser un viaje más largo de lo esperado.

-Matsuda, éste pequeño moustro qué ves aquí es Linda. Linda, ése con cara de idiota de ahí es Matsuda. Ya pueden decirse hola, sacudir las manos, follar… realmente no me importa mientras no me saquen de mis casillas.-les digo y recibo un codazo por parte de Linda y un enorme sonrojo por parte de Matsuda.

-Al menos asegúrate de poner el piloto automático ya qué no piensas prestar atención.-me dice la rubia, echando los ojos en blanco y presionando el botón por mí.-¿Y cuánto más piensas hacer esperar a N? Sabes qué no tiene mucha paciencia y menos ahora qué está…

-Ya voy, ya voy… sé útil y toma mi lugar ¿sí? Y vigila qué Matsuda no se haga en los pantalones.-digo con una sonrisa y el pelinegro vuelve a sonrojarse violentamente mientras me saca el dedo anular.

Escucho las risas de Linda seguidas de un par de palabras y cierro la puerta tras de mí. Sobre una mesa hay una laptop y tomando una profunda bocanada de aire, camino lentamente hasta ella y me dejo caer en la silla, segurísimo de que Near estaba viéndolo todo.

-Muy simpático tu amigo, ¿por qué no lo trajiste a la cena familiar?

Cómo he dicho antes: Una voz aparentemente falta de emociones y bien controlada no es sinónimo de falta de ira aunque por ésta vez… la de Near simplemente parecía desinteresada.

-Ve al grano… dime, ¿a qué prisión van a enviarme?-le digo, pasándome los brazos detrás de la nuca y dejándome caer con pesadez sobre el respaldo de la silla.

-Matt, ¿qué te hace pensar qué querría hacer eso? Todo estaba controlado. Elle y yo sabíamos qué ibas a desobedecer y ahorrarnos la necesidad de pedir permisos innecesarios para llevar a cabo la investigación… no estás en problemas. Eso, claro, a menos qué metas la pata.

Parpadeo un par de segundos sin comprender… y luego me río.

-A ver si entendí compadre… ¿Tú y Elle me usaron a mí de puta sirvienta para saltarse todos los permisos legales e ir en busca del bastardo de Akseli?-le digo y vuelvo a reírme.-¡Serán cabrones!

-Nunca se me habría ocurrido ponerlo en ésos términos, pero sí, básicamente eso fue lo qué ocurrió. No esperarás que Elle se quede de brazos cruzados, ¿cierto?

-Vale, vale… se montaron el puto teatro del año, de seguro les dan el Óscar. Pero, ¿Y ahora qué? ¿Me están apoyando o qué? Te recuerdo que todavía soy Universitario y éstas serían horas extras.-le digo sonriendo mientras escucho su suspiro cansino al otro lado.

-No te preocupes, tus prácticas laborales y tus clases en la Universidad ya han sido acomodadas aunque dudo que eso te preocupe en algo. También les hemos reservado un hotel y tendrán todo el equipo de la base de California a su disposición pero no vayan a fastidiarla o entonces…

-Sí, sí… mi trasero rodará. Captado.-le digo, poniendo los ojos en blanco.-¿Algo más, cariñito? ¿Un agradecimiento? ¿Un par de regaños?

-Tengan cuidado… no queremos qué nada malo les pase. Es todo.

Y con eso corta la comunicación. Podría ser qué Near fuera bastante duro e insensible por fuera, pero tratándolo podría llegar a ser incluso tierno. O a lo mejor fuera que las hormonas ya estaban alterando sus sistema, por la razón qué fuera, sus palabras me parecieron lo suficientemente sinceras como para creérmelas. Cierro los ojos, y me quedo un segundo rodeado del silencio y pensando en el giro qué había dado mi vida en las últimas cuarenta y ocho horas. En un segundo estaba cenando de lo más tranquilo y al otro estaba quebrantando la ley una y mil veces sin sentir el menor remordimiento.

Quizá Matsuda tuviese razón, quizá yo fuese un criminal.

El único criminal cuyo motivo es una pequeña de ojos negros y bonito cabello castaño, el único criminal con un pasado qué parece perseguirle.

El único criminal con miedo a olvidar.

Recorro la habitación de aquel hotel de mala muerte sin contener un ceño fruncido: Sólo habían dos camas, una pequeña nevera qué dudaba mucho pudiese almacenar más de un par de refrescos, una lámpara vieja y un televisor de ésos prehistóricos que ya ni siquiera se veían en las tiendas de antigüedades… no era demasiado pero al menos agradecía que aunque no oliera a rosas tampoco lo hiciera a queso podrido.

-Vaya esto es… bueno, bastante pequeño.-masculla Matsuda, rascándose la nuca y tratando de no pensar quien iba a compartir la cama con Linda por más mal que esto se escuchase.

-Muevan sus traseros de una buena vez y entren ahí, N dijo qué necesitábamos mantener un perfil bajo y eso es lo qué haremos.-Linda nos empujó a ambos a un lado y entró, dejando sus maletas en el suelo y lanzando un suspiro.-Bien, sólo tengo tres cosas qué decir. En primera, no pienso dormir con ninguno de ustedes. En segunda, el baño es mío de siete a nueve. Y en tercera…-nos mira fijamente de una forma qué me hace estremecer.-No quiero el más mínimo desastre en ésta habitación, ¿He sido clara? Si logran cumplir ésas tres cosas, vamos a llevarnos muy bien.

-Oye Matt… ¿Ella siempre es así de mandona o es sólo porque estoy yo presente?-susurra Matsuda, encogiéndose de hombros mientras Linda empieza a desempacar el equipo.

-Descuida, no es nada personal… si pudiese, Linda mandaría incluso a las motas de polvo flotando en el aire para que no ensucien.-le digo, dando un suspiro y poniendo un nuevo cigarrillo en mi boca.

-¡Ah! Y casi se me olvidaba…-se pone de pie abruptamente, toma el cigarrillo de entre mis labios y casi puedo escuchar el chasqueo de mi corazón cuando lo arroja por la ventana.-Nada de fumar en ésta habitación, si quieres hacerlo, vete a la terraza. Gracias.

Cierro los ojos, inspiro hondo y trato de contener los impulsos homicidas qué me invaden por primera vez en veinticuatro años. Con éste, ya eran cinco cigarrillos que Linda me echaba a perder… juro por Dios qué si había un sexto, me iba a poner a gritar y a tirarle de los cabellos. Me dirijo a la cama contigua a la que ella ha ocupado, convenientemente al lado de la ventana para escuchar todos los sonidos nocturnos. Trato de no darle muchas vueltas al asunto y dejo caer mi mochila mientras Matsuda sigue plantado en medio de aquella habitación viéndose bastante aturdido.

-Bien, no hay tiempo qué perder, tenemos qué ponernos en marcha… Matsuda, Matt, aquí están sus identificaciones falsas y otras credenciales para mantener a salvo sus identidades. Si las pierden no es mi problema, no son unas crías para necesitar copias.-dice, entregándonos un sobre de manila a cada uno mientras pone los ojos en blanco.

-¿Taro Matsui? ¿Quién elige éstos nombres?-se queja Matsuda frunciendo el ceño pero una mirada seria de Linda lo hace tragar grueso.-No perder las credenciales, lo tengo.

“¿De qué se queja? Cualquier cosa es mejor qué John McElroy…” doy un suspiro y arrojo el sobre a la cama, sin darle mayor importancia a aquello. De cualquier forma, yo no era un agente de campo, ésa era cosa de Linda y era ella quien dependía más de ésas estúpidas credenciales. Me doy media vuelta y tomo mi mochila, sacando una laptop de dentro seguida de varios cables, móviles, auriculares y mi demás equipo con una sonrisa curvándose en mis labios… ¿Quién necesitaba un estúpido título universitario cuando podías ser un jodido espía? No era qué agradeciera el que Ellie hubiese sido víctima de una explosión, de hecho, eso me cabreaba bastante. Pero sí agradecía el que me hubiese sacado de ése espiral insípido en el que se había convertido mi vida, sin ningún sentido ni dirección aparente.

-Date prisa, Matt, N dijo qué hablaría a las seis en hora local.-me dice Linda mientras revisa una carpeta con el resto de archivos.

Me limito a conectar todo aquel montón de cables y dispositivos electrónicos con una velocidad bastante impresionante… a fin de cuentas, esto era mi vida.

-Oigan chicos, ¿Quién es ése tal N? hablan de él como si fuese un Dios o algo así.-rompe el silencio al cabo de unos segundos Matsuda, mirando mi consola. Aprieto los dientes, si llegaba a tocarla, era hombre muerto.

-Mejor qué eso… N es nuestro queridísimo y amabilísimo jefe.-le digo sonriendo burlescamente, aunque Near no era para nada un mal jefe, es más, si tuviese qué elegir… Linda era más mandona que él.-¡No toques mi PSP o te corto las pelotas!-le grito cuando veo qué está a punto de tocar a mi bebé.

Me dirige una mirada envenenada y luego rueda los ojos, cruzándose de brazos y mirando el lugar nuevamente. Supongo para no sentirse inútil ya que Linda y yo éramos los que estábamos haciendo el trabajo. Sacudo la cabeza y me concentro en terminar de enchufar el cargador en uno de los saturados tomacorrientes y luego la laptop cobra vida por sí sola.

-Matt, Linda, Matsuda… espero qué hayan tenido un buen viaje a pesar de las circunstancias de abordaje.-dice con su voz distorsionada y sé que lo hace por la presencia de Matsuda. Silencio y luego de un suspiro cansado Near retoma la palabra.-No están ahí de vacaciones ni para disfrutar del sol, están ahí para atrapar al perpetrador del atentado en contra de una pequeña inocente.-a la sola mención de Ellie, mis manos se vuelven puños y siento la furia corroerme las venas… como odiaba a ése maldito hijo de puta.-El equipo de investigación ya se ha movilizado y conseguido nueva información. Según lo qué tengo entendido, Higuchi era parte de una mafia Japonesa asentada en Los Ángeles y recientemente se había involucrado en negocios con un ente desconocido pero no por eso menos peligroso.

-En nuestra charla romántica ésta mañana, él mencionó algo de ése tipo… algo así como que era un asesino bastante experimentado qué no necesitaba estar presente para matar. En mi propia experiencia, sólo puedo pensar en alguien qué cuenta con el suficiente cerebro para hacer algo así y le hemos perdido la pista desde hace seis años.-le digo y Linda se vuelve a verme con aprensión, porque sabe de quién estoy hablando.

-Me tomé la libertad de analizar tu teoría y he encontrado que es más que válida. Los últimos pasos qué logramos conseguir acerca de Akseli Ezchonovek nos conducen al club “Poisonous Apple”, un lugar donde se reúnen los jefes de la mafia más poderosos de distintas partes del mundo… conseguir el acceso no fue fácil así qué más vale que no lo echen a perder.-dice y me toma un par de segundos seguirle el hilo de sus palabras.

-Espera un segundo, ¿Eso significa qué…?-es Matsuda quién rompe el silencio, parpadeando completamente atónito.

-Es correcto… Linda, mañana en la noche te necesito a ti en un bonito vestido de gala y a tus talentos para la actuación, tú serás la hija de Aiber y Weddy, ambos más que reconocidos en ése mundo.-continúa Near y me muerdo el labio conteniendo la risa.

-¿Aiber y Weddy están aquí? Vaya…-dice la rubia, y se deja caer en la cama dando un suspiro.-Supongo qué esperas que seduzca a alguien usando mis tetas y haciéndome la tonta, ¿verdad? Y todo eso mientras Matt y su amiguito se quedan con el culo pegado a una silla mirándolo todo a través de una computadora.-me dirige una mirada irritada y yo nada más le guiño el ojo.

-Y es por eso qué eres la agente perfecta para llevar a cabo la parte más riesgosa de la misión. No te preocupes, de cualquier forma, Matt y el señor Matsuda también están registrados en la lista como los guardaespaldas de Aiber y entrarán de ser necesario.-dice y ni siquiera me preocupo: Nunca he necesitado entrar.-Bien, ahora que saben lo qué tienen que hacer, es hora de ponerse a ello. Aiber y Weddy llegarán en aproximadamente una hora, se reunirán con ellos en la habitación 315 para pulir los últimos detalles. Y Matt…

-… infíltrate al sistema de seguridad del club y conéctalo a la red de la central, además de descargar los archivos qué les he enviado con el resto de información. Por favor, ¿Algún día irás a darme un reto de verdad?-le digo, cruzándome de brazos y echando los ojos en blanco.

-Perfecto… Y por cierto, una cosa más.-Miro la pantalla expectante, porque Near sólo dice eso cuando hay algo serio acerca de lo cual enterarse.-Si meten la pata, no se molesten en regresar a menos qué puedan lidiar con todas las agencias policiales detrás de sus traseros. Es todo.

-Sí, ya se me hacía raro porque no nos había motivado…-dice Linda riendo con sarcasmo.-De acuerdo caballeros, iré a darme una ducha y mientras, Matt, descarga ésos archivos y tú…-mira a Matsuda por un rato.-Busca tiendas de vestidos, voy a necesitar uno.

-Vaya…-se anima a decir Matsuda cuando Linda se encierra en el baño.-¿Esto siempre es así de… sofisticado?-pregunta, tomando asiento a mi lado mientras yo tecleo un par de comandos en el ordenador.

-Sip, la mayoría de veces. ¿Qué hay de la NPA? ¿Se comen una caja de donas mientras cuentan chistes y dejan qué el archivo de casos sin resolver se haga más grande?-le digo riendo y él me mira enarcando un ceja.-Oh, vamos, Matsuda… si ustedes hicieran bien su trabajo no existiríamos nosotros.

Él suelta un suspiro y pasa sus manos por sus muslos, quedándose un par de segundos en silencio y pienso que quizá ha sido un mal chiste. Doy un suspiro y saco un cigarrillo, encendiéndolo ante la atenta mirada de Matsuda mientras sonrío y le hago un ademán para que no diga nada.

-Tranquilo, no pienso acercarme a ella en un radio menor a cinco metros.-me dice, encogiéndose de hombros.-De verdad qué es genial esto que hacen, en la oficina yo sólo sirvo el café y hago el papeleo. Esto incluso parece divertido.-me dice con algo de tristeza y por alguna razón se me revuelven las fibras al verle así.

-¿Por qué no pides una transferencia?-sus ojos marrones se abren como platos y yo le sonrío.-Mira, si trabajas bien en éste caso y no metes la pata, estoy seguro de que podré convencer a N de que te dé un chance en la SPK. De cualquier forma, eres bueno con las computadoras y tener algo de ayuda me vendría bien.

-¿De verdad Matt? Es qué bueno, yo… no soy tan bueno como tú y la verdad no quisiera estorbar. En la oficina simplemente soy el chico torpe y distraído.-da un suspiro y por un segundo, me veo reflejado en mí mismo en sus ojos tristones.

-Bueno, también yo. Créeme: Si no fuese porque soy bueno hackeando sistemas computacionales, me mandarían a traer el café.-No sé porque, me siento en la necesidad de tomarle de la mano y veo un leve sonrojo cruzar por sus mejillas y eso… me parece tierno.-Yo creo en ti, Matsu, venga… no te menosprecies.

-Ejem… no quiero interrumpir, pero, ¿Acaso no te dije a ti qué buscaras una tienda de vestidos y a ti, Matt, que descargaras un par de archivos y dejaras de contaminar el oxígeno de la habitación?-en otras circunstancias, le hubiese sonreído a Linda con burla pero al ver sus ojos castaños heridos y tratando de contener las lágrimas… me da un escozor en el pecho y es entonces que me doy cuenta de qué sigo tomando de la mano a Matsuda.-Ya oyeron caballeros: No estamos aquí para tomar el sol, tenemos trabajo.

Se da media vuelta y vuelve a meterse en el baño de un portazo y por un segundo me ha parecido ver una lágrima deslizándose por su mejilla. Aparto mi mano de la de Matsuda de inmediato y vuelvo la vista hacia la pantalla, tratando de no sentirme culpable por lastimar los sentimientos de Linda y no dejarme confundir por la calidez de la compañía de Matsuda que ahora… ahora me parece demasiado buena como para ignorarla. “Basta, Matt, no te permitas éstas estupideces” me reprende mi consciencia mientras trato de enfocarme en las palabras y fotografías que tengo al frente.

-Matt… gracias.-me dice Matsuda y justo cuando estoy a punto de volverme para decirle qué no necesita agradecérmelo, algo húmedo y suave choca contra mi mejilla.-Eres el primero qué cree en mí.

No tengo palabras para describir el sonrojo qué se apodera de forma violenta de mis mejillas ni tampoco para describir el calor inimaginablemente reconfortante que el pequeño beso deja dentro de mi pecho y por primera vez en mucho, mucho tiempo… vuelvo a sentir mi corazón acelerándose, volviendo lentamente a la vida y protestando un poco por ello pero a fin de cuentas vivo. Vivo, como no ha estado desde hace diez años, desde la pérdida de aquel rubio caprichoso y rebelde, de ése rubio al qué una vez…

No.

Niego con la cabeza y empujo los recuerdos, su recuerdo, de vuelta al rincón oscuro donde los he sellado con tanto esfuerzo. No permitiría que sus ojos azules atravesaran la barrera qué con tanto esfuerzo había levantado en todo éstos años, ni que volviese a destrozar mi corazón. No Señor, Mihael Keehl no volvería de ése rincón oscuro porque simplemente yo ya ni siquiera sabía ni qué sentía por él luego de su abandono. Enojo. Ira. Resentimiento incluso pero ninguna de ésas emociones más fuerte qué el dolor de haberse desaparecido cuando más lo necesite. No, no lo iba a permitir nunca más. La vida estaba ofreciéndome una segunda oportunidad, estaba dejándome conocer a alguien que siempre estuvo a mi lado y era real, a alguien qué no estaba hecho de arena y poseía un corazón tan humano como el mío. A alguien qué pondría un punto y final a aquella tormentosa etapa de sueños perdidos e ilusiones rotas.

Miro a través de la pantalla a Matsuda, peleando por conectarse al Internet y sonrío ante la ternura qué me produce la imagen. Sí, mi corazón estaba roto y sabía que no era para nada justo entregarle los pedazos a alguien tan inocente como Matsuda… pero… tenía la plena certeza de que él no iba a huir de mi pasado, no iba a huir de mi presente ni tampoco a marcar mi futuro con su partida. Tenía la plena certeza de que él iba a tomar mis trozos y unirlos uno a uno aunque al final sólo quedara una masa pegajosa pero al menos ya no sería un desastre. Sí, era una segunda oportunidad de volver a empezar y darme el lujo de dar rienda suelta a los sentimientos qué creía extintos.

Y tomé una decisión, una capaz de sacarme una sonrisa genuina y hacerme sonrojar.

Decidí vivir.

-Matsuda…-susurro, intentando no despertar a Linda pero tampoco queriendo ser el único que se quedase en vela toda la noche.-¡Matsuda!-susurro un poco más fuerte.

-¿Eh? ¿Qué sucede?-me dice, tallándose los ojos y soltando un enorme bostezo. Sonrío, porque suena igualito que un panda.-¿Me quedé dormido?

-No, pero casi. Estoy aburrido, ya me pasé todos los niveles de Halo 3 y no veo nada bueno en las cámaras de seguridad ni tampoco hay movimiento de parte de los mafiosos.-le digo, mirando de nuevo la pantalla en donde aquel grupo de hombres seguía riendo y jugando cartas.-¿Tienes algo en mente?

-Bueno… las frituras ya se acabaron y no podemos salir hasta mañana así que aparte de otra partida en tu PSP, no veo qué más podríamos hacer.-me dice y vuelve a bostezar, rascándose la cabeza.

Me dejo caer de nuevo en la silla y miro la luna asomándose entre las cortinas, escucho el sonido de los autos y la vida allá afuera y niego con la cabeza sin poderme creer que estuviera tan lejos de casa… de Japón a Los Ángeles había mucha diferencia y eso lo noté al solo poner un pie afuera del jet. Aquí toda la gente era guapa, rubia teñida, bronceada y todos parecían tener una fascinación por cargar con un pobre Chihuahua o alguna otra raza de perro en sus bolsos. ¿Qué tenían qué ver los pobres animales en toda ésa sociedad plástica y consumista? Sonrío al recordar a Marshy, estaba en buenas manos con Light, él siempre había tenido un instinto protector por naturaleza. Mis pensamientos siguen divagando un par de segundos más hasta reparar en uno qué no me puedo contener de expresar en voz alta.

-Matsuda…-susurro y me vuelvo a verlo. Sigue despierto y está escuchándome.-¿Por qué nunca me dijiste qué yo te gustaba?-El aire parece cambiar en un milisegundo y todo lo qué puedo escuchar es su respiración entrecortada y el latido de mi propio corazón. Me arden las mejillas.-Lo siento, no pensé antes de…

-No quería asustarte…-me interrumpe y su voz es un susurro apenas audible.-Además, estaba de encubierto, si llegaba a encontrar qué tú eras el culpable… simplemente no tenía caso decirte mis sentimientos así qué preferí callármelo. Además, siempre supe qué tú nunca ibas a verme como algo más que como a un buen amigo y… olvídalo.-se corta la última frase y frunzo el ceño.

-No, dime… ¿Acaso no tengo derecho a saber? Ahora qué ya sabemos nuestras identidades, no tiene caso seguir siendo deshonestos.-le animo y él parece meditarlo un poco antes de volver a tomar la palabra.-Dime Matsuda, odio cuando la gente se corta a mitad de frase.-le digo y él simplemente suspira.

-Siempre supe qué había alguien más.-suelta al cabo de un par de segundos y me vuelvo a verlo confuso.-No me malentiendas, lo qué quiero decir es que…-se voltea y me mira fijamente con sus ojos marrones y me quedo quieto, sin saber qué hacer ante la melancolía en su mirada.-cada vez qué miro tus ojos… tu mirada es tan triste y perdida. Siempre pareciera qué estás pensando en alguien más, en alguien a quién extrañas demasiado.

La sangre de inmediato se vuelve agua fría entre mis venas y aparto la mirada, incapaz de seguir soportando la suya qué parece tan firme y sincera. Dejo escapar un pequeño siseo y clavo la vista en mis dedos, retorciéndolos con frenesí al mismo tiempo qué intento luchar contra las lágrimas en mis ojos y el nudo en mi garganta. Todo éste tiempo… Ellie, Matsuda, Light, Elle, Linda… ¿Qué es lo que en verdad habrían estado viendo a través de mis ojos cuando yo creía que estaba todo controlado? ¿Cuántas veces no habrían visto los recuerdos que con tanto empeño intentaba ocultar? “No es justo… él no se merece qué le hagas esto” me dijo mi consciencia pero la sola idea de perder a Matsuda… él había estado ahí, aunque fuese como un amigo, él había estado y eso era lo qué importaba, la razón por la cual no podía dejarlo irse de mi lado porque entonces volvería a sumirme en la soledad y en la miseria de los recuerdos.

-¿Y entonces por qué no simplemente te apartaste? Es decir… ¿Por qué te gustaría alguien que ya está roto? Eso no tiene sentido, simplemente vas a terminar haciéndote daño.-le digo, forzándome a levantar la mirada y con las lágrimas traicionándome al rodar por mis mejillas.

Él me sonríe con tristeza, de una forma dulce y sincera y toma mis manos entre las suyas, calentándolas e impidiendo qué sigan temblando.

-Por qué… me gustas así. Matt, cuando te enamoras de alguien no importa si ése alguien va a corresponderte o no, o si tiene un pasado o no… yo sabía que tú aún seguías enamorado de alguien más pero nada de eso me importa porque cuando sonríes, incluso aunque sea un sonrisa de mentiras, todo parece iluminarse. Me gusta escucharte reír, verte cuando fumas, escucharte hablar de tus videojuegos… me pareces simplemente alguien único.-me dice, aferrando con más fuerza mis manos.-Pero no quiero qué pienses que por eso algo va a cambiar. Sólo… quiero que sepas qué yo seguiré estando ahí, como Matsuda, como tu amigo. Eso a mí me basta.

Mis labios tiemblan y él me ofrece sus brazos… en donde me refugio con timidez, apoyando la cabeza sobre su pecho y escuchando el rápido latir de su corazón. Y cierro los ojos, sollozando quedito y preguntándome hasta cuándo finalmente dejaría de cargar con ése dolor dentro del pecho, hasta cuándo podría volver a sonreír y darle la oportunidad a alguien qué en verdad se lo mereciera. “Ya has esperado diez años, él no va a volver” me dice la parte más sensata de mí, porque a pesar del paso de los años el niñito torpe y enamoradizo de catorce años sigue ahí: A las afueras de aquel orfanato, bajo la fría lluvia de invierno… esperando por las caricias de su amo, por la calidez de ésos profundos ojos zafiro, por las risas roncas de ése maldito rubio al qué hubiese preferido no cruzarme nunca de haber sabido qué éste iba a ser nuestro final.

-Yo no sé quién sea ni qué te hizo, Matt, pero… no creo que haya nada en éste mundo que merezca el que ocultes ésa bella sonrisa a cambio de lágrimas.-me susurra, sobándome el cabello con dulzura.

Cuán diferentes eran las caricias de Matsuda comparadas con las siempre ardientes del rubio, aquellas caricias capaz de ponerme a hervir la sangre con tan sólo un roce. Pero no era eso lo qué necesitaba, no ahora qué mi corazón estaba roto en miles de pedacitos demasiado chicos para volverlos a pegar. Ahora lo qué necesitaba… eran unos brazos dulces y la certeza de qué no iba a volver a despertarme solo en una cama, la certeza de qué no iba a volver a quedarme esperando bajo la lluvia por alguien a quién no le importé lo suficiente ni siquiera para decirme ‹‹adiós›› de frente.

Necesitaba a un hombre real; hecho de carne, hueso y con un corazón humano. Necesitaba a un hombre qué no me hiciera sentir la sensación de que voy a perderle en cualquier momento nada más porque me parece un sueño demasiado bueno para ser real.

Necesitaba un Hombre Real, no un Hombre de Arena.

-Yo…-susurro, separándome de él y sorbiendo por la nariz, consciente de lo patético qué he de verme.-Yo creo que tienes razón… nada se merece el qué vaya por el mundo con miedo al recuerdo y al olvido de alguien qué nunca fue real. Nada se merece el qué siga estancado en el mismo sitio.-le digo, aferrando su mano y sonriendo de manera suave.

Matsuda me mira fijamente, directo a los ojos… y yo le dejo entrar. Le dejo qué mire al chico asustado todavía bajo la lluvia, le dejo qué mire al mismo chico encerrado en un maldito hospital psiquiátrico con el corazón y la mente cayéndosele a pedazos, le dejo qué mire al chico qué se muere por volver a sentirse amado y seguro, al chico qué anhela con fuerza unos brazos qué nunca vayan a abandonarle y el despertar en compañía de una persona qué no vaya a fallarle.

-No voy a hacerte daño…-me susurra, con su aliento cálido chocando contra mi rostro.-Déjame sanarte, Matt…

Cierro los ojos y por un segundo… por un escaso segundo, me parece sentir un tenue olor a chocolate y una pequeña brisa con pequeños granos de arena golpeándome el rostro pero me olvido de ellos al sentir los suaves y cálidos labios de Matsuda cerniéndose sobre los míos en el contacto más inocente y delicado qué me han dado en toda mi vida. Es un simple roce, pero el suficiente para hacerme estremecer y sentir qué no todo está perdido, qué hay esperanza para mí y éste corazón tan necio y ponzoñoso.

Qué hay hombres reales allá afuera.

Apoyo mi palma sobre su mejilla, sintiendo la suavidad de su piel y el cosquilleo que la leve barba de dos días hace en mi mano y ésta vez soy yo el que se inclina buscando de nuevo a aquellos cálidos labios, buscando la misma sensación dulce qué había experimentado hacía unos segundos. Y lo encuentro, dispuesto a recibirme sin oposición alguna… lentamente deslizándose hacia los trozos rotos y calentándolos con un pequeño rayo de luz. Matsuda toma mis cabellos con delicadeza y presiona más, profundizando aquel contacto qué se pierde entre mi piel y lentamente, muy suavemente va calentando a mi ser entero qué ha pasado tanto tiempo bajo la sombra de la lluvia, esperando demasiado siquiera por un poco de consuelo.

-Tranquilo, Matty, vamos despacio… no hay necesidad de correr, cielo.-me dice, apartándome los mechones de la cara con dulzura y apartándose cuando mis labios empezaron a temblar nuevamente.-Haré qué confíes en mí, que en verdad te enamores de mí… te lo prometo.-me dice, tomando mi mano con firmeza y sonriéndome con calidez.

-Matsuda… ¿Me puedes abrazar?-le pregunto y él suelta una pequeña risa, estrechándome entre sus brazos en donde me dejo hacer sintiéndome como no me he sentido en demasiado tiempo: Seguro.

-Las veces qué quieras, Matty.-me arrulla con dulzura y cierro mis ojos, jugueteando con su corbata y sintiendo su olor a colonia masculina… algo extraño para su personalidad aniñada.

Y escuchando la suave nana qué componen los latidos de su corazón, me quedo profundamente dormido y por primera vez…

Por primera vez dejo de necesitar los polvos del Hombre de Arena.

-¿Lo han entendido? Porque no pienso volver a repetir…-masculla Linda, echando los ojos en blanco y acomodándose el obsceno escote de su llamativo vestido color lila. Debía admitir qué Weddy tenía unos gustos bastante… llamativos.

-Entendido, por cierto, te ves muy guapa.-le hace un cumplido Matsuda… tratando de arreglar ésa atmósfera pesada qué nos rodea a los tres desde la noche pasada.

-Gracias, pero agradecería más el que te enfocases en tu trabajo.-Y de nuevo ahí estaba la clara respuesta: No Matsuda, no voy a perdonártela.

Doy un suspiro y reviso por última vez qué los equipos estén en buen estado sólo para distraerme de la culpa qué me invade el pecho… “Lo siento, Linda, pero no puedo complacer a todos” pienso estremeciéndome pero eso no hace qué mi estado anímico mejore. La puerta se abre y entra un hombre de melena rubia, preciosos ojos azul cielo y una sonrisa coqueta al lado de una mujer igual si no es qué más despampanante qué él… no quiero ni imaginarme de dónde L y Near se han sacado a semejantes especímenes.

-¿Todos listos, chicos? Ésta noche vamos a divertirnos…-dice el grandote, Aiber si no mal recordaba chupeteando un bombón dentro de su boca.

-Claro, espiar y cazar mafiosos es lo qué mejor se me da, ¡Yupi!-repone Linda con acidez y sé que ésta en definitiva no iba a ser su noche.-Dime, ¿Cómo puede ayudar el qué me vista como una prostituta?-le lanza una mirada a Weddy, nada conforme con el vestido qué ésta le ha prestado.

-Cariño, en el mundo de la mafia el qué no ofrece no vende… y eso lo saben más qué nada las mujeres.-dice la rubia con aburrimiento y ésa voz profunda y sedosa, forjada en las calles y entre las armas.-Por cierto, gracias por lo de prostituta, ésa camisa te queda muy bien.

-¿Camisa…?-repone la rubia, mirando a Weddy con los ojos como platos.-¡¿Me diste una maldita camisa?!

-¿Qué esperabas, corazón? Eres prácticamente un elfo, un vestido mío no te hubiese quedado así que tuve qué improvisar.-dice la rubia, soltando una calada con arrogancia y desviando su fino rostro de porcelana.

Linda está que echa chispas y carraspeo, intentando acabar con su pelea estúpida de chicas… después de todo, teníamos trabajo qué hacer y sólo una noche para completarlo.

-Cómo sea. Vámonos.-puntualiza la rubia, tomando su bolso de un zarpazo y pasando entre ambas estrellas de cine con sus tacones repiqueteando por el mugroso suelo.

Matsuda me mira negando con la cabeza y con otro suspiro, tomo la laptop y demás y sigo a Aiber y a Weddy… al parecer el ir acompañado de dos chicas guapas y un tipo con sonrisa de comercial de dentífricos no es suficiente para atraer la atención del recepcionista qué nada más nos dirige una mirada aburrida y nos deja ir sin mayor cuestionamiento. “Vale, quizá en Los Ángeles es normal entrar siendo personas normales y salir luciendo como si fuésemos a una gala de premios” pienso, sonriendo un poco ante la ironía.

-Oye, Matt yo me preguntaba…-empieza Matsuda, rascándose la nuca y con evidente nerviosismo. Le sonrío animándole a continuar.-Bueno, ya sabes, si es qué sobrevivimos ésta noche y no nos hacen queso suizo a disparos…-me río un poco, el pobre estaba más que aterrado con todo éste asunto de los mafiosos.-Tal vez luego podríamos tomarnos unas vacaciones e ir a un festival… sé que te gusta la música electrónica.

Me le quedo mirando un par de segundos… a lo mejor yo no le hubiese contado a Matsuda demasiado acerca de mí, pero vaya que el tipo me había observado lo suficiente para saber mis preferencias musicales. Pero yo tampoco podía pasar por alto el hecho de que él no parecía ser precisamente del tipo qué gustan de festivales ruidosos, llenos de alcohol y un montón de críos con las hormonas alteradas.

-¿Lo dices en serio? Es que… bueno, a ti no te gusta mucho la música electrónica qué digamos…-le digo, frunciendo el ceño ante el calor húmedo qué nos recibe afuera del hotel.

-Descuida, es un festival, ¿no? El punto es pasárnosla bien y dejar un poco el estrés de andar cazando delincuentes.-me sonríe de la misma forma dulce y aniñada y sin poderlo evitar le sonrío de regreso.

-De acuerdo… tengo entendido qué aquí se celebra el Ultra, y va a ser dentro de dos semanas en Miami. Probablemente ya hayamos terminado con éste caso y podamos ir.-le digo encogiéndome de hombros y él me sonríe mostrando todos los dientes.

-Genial…-me toma de la mano y me sonrojo un poco… nunca me imaginé saliendo en citas de nuevo, no es qué hubiese tenido demasiado experiencia con ellas de todos modos.

-¡Oigan! ¿Van a subir o qué? ¡Ya les dije qué están aquí por trabajo no para jugar al amorío de patio de colegio!-grita Linda desde la ventana del copiloto y puedo jurar a que si las miradas fuesen puñales… Matsuda ya estaría más que muerto.-¡Muevan el culo!

-Ella de verdad me odia, ¿a qué sí?-me dice el pobre Matsuda, soltando un suspiro de resignación.

-No es nada personal, créeme. Ya se le va a pasar.-le digo pero ni yo mismo estoy tan seguro de qué eso vaya a ocurrir. Al menos no a corto plazo.

Cierro la puerta y la camioneta se pone en marcha y así también lo hago yo… ya no podía distraerme pensando en mi recientemente activa vida amorosa ni tampoco en lo mucho qué necesitaba un par de frituras, todo lo qué podía hacer era concentrarme en el trabajo que teníamos entre manos y en hacerlo lo mejor posible porque un solo error podía costarles la vida tanto a Linda como a Aiber y Weddy y no podía permitirlo. Enciendo la laptop y repaso con la vista aquella lista llena de fotos hasta llegar a la del misterioso sujeto cuya identidad ya conocía… sólo hacía falta poner su asquerosa foto para llenar el hueco y sería más que suficiente.

-Matt… ponte esto y por el amor de Dios no vayas a sacártelo ésta vez, ¿vale? Toda ésta misión se basa en lo bien comunicados que estemos todos.-me dice Linda, tendiéndome un intercomunicador y mirándome fijamente.-Ni se te ocurra quitártelo.

-Ya, vale, no lo haré… relájate un poco, ¿quieres?-le digo, poniéndome aquella cosa dentro de la oreja y siguiendo con mi trabajo.-¿Crees que él estará ahí?-le pregunto arrugando la nariz… si estaba, quería ser yo mismo el que lo apresara.

-Lo dudo… pero no descartaremos ésa posibilidad así como el que tampoco vaya a intentar atentar contra alguien más. Recuerda: Él no tiene la necesidad de estar presente para matar a sus objetivos.-me recuerda Linda y aprieto las manos en dos puños.

“Siempre persiguiéndome con un fantasma, recordándome el pasado…” pienso, abriendo al archivo con su reporte y perdiéndome en la mirada tan cerrada y calculadora en el rostro de quién alguna vez llegué a considerar mi padre.

-Oigan, pero si el tipo no necesita estar presente para cargarse a otro… ¿No sería eso más riesgoso para ustedes? ¿Cómo están tan seguros de qué no va atacar?-pregunta Matsuda y vuelvo la vista hacia Linda… temeroso de qué aquella fuese la última vez en que nuestras miradas se encontraran.

-No lo sabemos, es un riesgo qué tenemos que correr pero para nuestra buena suerte contamos con un hacker experto en detectar bombas…-la rubia me mira sonriente y me sonrojo un poco, porque nunca he considerado mis habilidades como algo especial.

-Vale, en ése caso… ¡Qué empiece la fiesta!-dice Aiber y pone una canción movida en el estéreo. Probablemente algo de los ochentas qué a la vez me suena.

“Te voy a atrapar… No dejaré qué hagas daño a nadie más” pienso, tomando una profunda calada mientras puedo sentir como la mirada de aquel hombre de apariencia normal y alma moustrosa atraviesa la pantalla intentando aterrorizar al pequeño de once años, casi puedo sentir sus manos en mi garganta de nuevo y el frío del agua cortándome la piel.

Y tiemblo de miedo.

-Ése es Marcus Hamlon, Linda, no es precisamente un muñeco de chocolate.-le advierto a la rubia por el intercomunicador, mirando la foto de aquel hombre afroamericano y luego mirándolo reír por medio de las cámaras.-Ten mucho cuidado.

-Tranquilo Matt, estaré bien.-me asegura en un susurro, mientras sigue riéndose entre las piernas del líder de una de las mafias locales más poderosas, rodeada de otros cientos de mafiosos qué la miran de manera asquerosa.

-¿Todavía no hay bomba? ¿No hay nada extraño?-me pregunta Matsuda por enésima vez, dejándose caer en el asiento a mi lado y más paranoico de lo normal.

-Relájate Matsuda, tengo todo bajo control aquí…-le digo pero sé que no es cierto: Estoy a punto de mearme en los pantalones. Ya llevaba bastante tiempo aguantándome.-Mierda.-mascullo, encogiéndome y tratando de no pensar en la molesta incomodidad en mi vejiga.

-¿Qué sucede? ¿Estás bien…?-me pregunta él, apoyando una mano suavemente sobre mi hombro.

Respiro hondo y trato de distraerme, de desviar mis pensamientos pero siguen regresando a todas las latas de Coca-cola qué me bebí y la necesidad implacable de sacarlas de mi organismo.

-Matsuda… tengo qué ir al baño. Y lo digo en serio.

-¡¿Qué?! ¿No te puedes aguantar?-dice el pelinegro, pasando del tono trigueño al blanquecino en un par de segundos mientras no tarda en empezar a sudar de puros nervios.-Mierda, ni siquiera hay botellas y… ¿Si haces en la calle?

Lo miro enarcando una ceja… no podía estar hablando en serio. Miro por la cámara y lanzo una maldición al aire al comprobar qué me encuentro en la única ciudad repleta de cámaras y personas en las calles a pesar de ser casi las tres de la madrugada. “Maldita ciudad de mierda…” pienso resoplando y sintiendo aquella presión hacerse más insoportable a cada segundo.

-Hay demasiada gente… Mierda, Matsuda, te juro qué de veras estoy a punto de reventar.-le digo, cerrando los ojos con fuerza. No, si no iba ahora mismo acabaría mojándome los pantalones.-Lo siento viejo, ya no puedo aguantar más. Tendré qué ir a los baños de la discoteca.

-¡¿Qué?! ¡¿Estás loco?! ¡Se supone qué no debemos movernos! ¡Y menos meternos en la misión!-empieza a chillar, llevándose las manos a la cabeza y temblequeando de pánico.-¡Aguant…!

-¡Estoy a punto de hacerme en los malditos pantalones, no me digas qué me aguante!-lo tomo del cuello de la camisa y lo zarandeo, arrojándolo de vuelta a la silla.-Seré rápido, cinco minutos cuando mucho. ¿Podrías no cagarla en ése tiempo?

Abre sus ojos como platos y mira a las cámaras… Linda, Aiber y Weddy siguen riendo y sonsacándoles información a ésos imbéciles borrachos hasta el culo con facilidad, todo marchaba bien. No había movimientos raros.

-Venga, Matsuda, sólo serán cinco minutos… ¿Qué podría salir mal? Además, si algo llegase a pasar sólo tienes qué hacer una llamada y listo.-le digo, recordándole el acuerdo en caso de emergencia.-Por favor… en verdad voy a explotar si no voy a mear ahora mismo.

Da un suspiro y asiente con algo de renuencia y casi puedo escuchar el coro de los ángeles. Me quito los auriculares y se los devuelvo, quedándome con el intercomunicador en caso de que por alguna extraña y bizarra circunstancia algo cambiara en los próximos cinco minutos. Abro la puerta y salto hacia afuera, secándome un poco el sudor y mirando mis ropas… para mí no había nada malo con ellas. Empiezo a andar hacia la entrada del club en donde los dos cadeneros hacen bromas entre ellos hasta reparar en mi presencia y estallar en carcajadas. Doy un suspiro, en verdad esperaba qué ésos imbéciles no se pusieran difíciles porque llevaba una urgencia.

-¿Se te perdió algo, niño? La juguetería cerró hacia varias horas, creo qué te has equivocado.-me dice uno y ambos vuelven a reír.

-Escuche, no tengo tiempo para éstas mierdas… ¿Podría ahorrarse el papelón y dejarme pasar? Vengo con el Señor Aiber.-le digo y para de reír abruptamente echándome una mirada despectiva de pies a cabeza.

-Sí, cómo no… ¡Pásame la lista!-le dice a su compañero qué de inmediato le tiende un grueso libro con la lista de invitados.-¿Tu nombre, mocoso?

-John McElroy…-le digo con fastidio, recargando mi peso en el otro pie y consciente de qué no iba a seguir fingiendo paciencia con éste par de imbéciles.-¿Lo ve? Ahora déjeme pasar de una jodida vez…

Me lanza una última mirada envenenada y apretando la mandíbula, me abre el paso a aquel lugar oscuro y con escasa iluminación. Mi corazón empieza a latir con fuerza al sentir las paredes retumbando al son de la estruendosa música estrobótica qué suena en aquel momento y no puedo sentirme sino… sobrecogido por la fuerte sensación de haber vivido eso antes. Sólo me hacía falta ir en faldas y con un pelinegro con pinta de psicópata abrazándome por la cintura para que la escena estuviese completa. Meto las manos en los bolsillos de mi sudadera de BMO y sonrío con amargura, recordando a aquel sádico de comentarios insolentes y risas estrepitosas muerto hacía ya varios años. “Me pregunto si seguirás riéndote ahí… bueno, dónde quiera que estés” pienso, encogiéndome de hombros y consciente de que el cielo jamás sería un buen lugar para Beyond Birthday.

Me detengo al final de aquel oscuro pasillo, tragando grueso y sintiéndome totalmente fuera de lugar por dos cosas… la primera: Era el único vestido con algodón en lugar de ajustado cuero y la segunda… aquel lugar parecía ser el cielo de los góticos, a donde quiera qué volviera la vista era más de lo mismo: Personas con la cara llena de metal, lápiz de ojos negro y cualquier cosa rara qué identifique a los góticos. Me encojo de hombros y empiezo a avanzar, con aquel estruendo sacudiéndome el cráneo con violencia y varios cuerpos epilépticos chocando contra el mío a cada paso qué daba. “Mierda, ¿qué rayos es éste lugar?” pienso, abriéndome paso a duras penas en medio de aquel mar de cuero negro. Varios ojos con distintos colores de lentes de contacto se clavan en mí poniéndome todavía más nervioso. Alzo la vista al techo, fijándome en las luces azul zafiro qué iluminan aquel lugar dándole un aspecto aún más tétrico.

-¡Oye! ¡Fíjate, imbécil!-me gruñe a la cara una… ¿Vampira? ¿Lagarta? ¿Demonesa? Ni puta idea de qué pretendía ser aquella chica con alas de murciélago sobresaliendo de su espalda.

Sacudo la cabeza tratando de apartarme, pero siempre termino chocando con algún otro sujeto más extraño que el anterior. Doy un respingo al sentir varias manos tocándome descaradamente y cuando vuelvo la vista veo a un chico de pelo blanco y ojos rojizos guiñándome un ojo mientras sigue meneándose al compás de aquella música. ¿En verdad los mafiosos se reunían aquí? Parpadeo y sigo avanzando, con las manos bien metidas dentro de mi sudadera y tratando de entender qué le habría pasado al crimen organizado de antes para caer lo suficientemente bajo y acceder a reunirse en una Comic-Con con adolescentes góticos y con complejo de epilépticos disputándose el título de mejor Cosplay de alguna serie de animé barata.

-¿Gustas un trago, angelito?-me dice otro chico, ésta vez con el pelo de un color que me parece verde chillón pero no podría estar seguro por las luces reflejándose en su pelo.-Anda, no seas tímido…-apoya su mano con las uñas barnizadas de negro sobre mi hombro y me estremezco al sentir lo frías qué están.

Miro el trago de color azulado qué sostiene enfrente de mi cara y me vuelvo a verlo… ¿En verdad me creía tan  idiota para no reconocer la droga qué había puesto ahí y ni siquiera había terminado de disolverse?

-No, gracias. Con permiso.-le digo, sacándome su mano de encima e ignorando el insulto qué me dedica cuando vuelvo a retomar mí camino.

“Maldita sea, ¿Y aquí dónde están los putos sanitarios?” pienso, tratando de estirar el cuello y mirar por sobre aquel mar de pelos teñidos hasta qué mis ojos se quedan paralizados en una melena brillante qué se menea al ritmo de aquella música. Una melena que parecía de color azul cielo bajo las luces pero lanzaba pequeños destellos dorados cada vez qué se agitaba. El corazón se me sube a la garganta y soy incapaz de moverme a pesar de los empujones y los insultos. Aprieto los puños con fuerza y cierro los ojos, tratando de contener la bilis qué trepa por mi garganta y olvidándome de las ganas de hacer pis que tenía. “Tranquilo Matt, no es real” me repito, tomando mis goggles y poniéndomelos de nuevo, mirando como el mundo de torna de color naranja y sigo avanzando, sólo que ésta vez en dirección a aquella melena dorada.

Un siseo escapa de mis labios al comprobar qué se trataba de una chica… una chica vestida de mucama/vampira/perra gótica o algo así qué vuelve sus ojos como de gato hacia mí y me lanza un guiño, batiendo sus imponentes pestañas postizas. Mi corazón se relaja y vuelvo a andar, riéndome quedamente de mí mismo y de lo idiota que puedo ser a veces… y lo presente qué sigue cierto rubio dentro de mi memoria. Sacudo la cabeza y sigo avanzando, alzando la vista unos segundos hacia la segunda planta y encontrándome con varios ojos curiosos y otros bastante pervertidos sobre mi persona. “Vale, se acabó, quiero mear para salir de éste mundo de locos” pienso y aunque se supone que yo era un “friki” mi locura no llegaba al grado de teñirme el pelo de colores chillones, envolverme en cuero de la cabeza a los pies y pretender ser un animal. Aquellas personas eran simplemente ridículas y tenía qué contenerme la risa.

-Al fin… ¡Aleluya!-mascullo, viendo la puerta de los baños asomarse entre los cuerpos de dos chicas qué mejor debieran conseguirse un hotel en lugar de seguir follándose en público.

Clavo la mirada en mis tenis al pasar por su lado y escuchar sus gemidos y finalmente entro al puto baño… que está más sucio que mi habitación y en el qué se escuchan perfectamente los gemidos de dos tipos provenientes de uno de los cubículos. La cara no hace sino arderme todavía más y tomando una gran bocanada de aire me dirijo a los urinarios intentando no reírme de vergüenza ajena mientras escucho los chirridos de la puerta y el choque de los cuerpos. Ni todos los mangas de Yaoi podrían prepararme para escuchar aquello… era muy diferente a los vídeos porno qué me había visto un par de veces. “Venga, haz lo qué tangas que hacer y saca el culo de aquí” me apresura mi consciencia y me bajo el cierre… cierro los ojos, sintiéndome en la gloria cuando finalmente la presión en mi vejiga desaparece lentamente.

Estoy en medio del éxtasis que supone hacer pis luego de aguantarse casi por tres horas y media cuando un ruido ajeno a los gemidos de aquellos chicos atrae mi atención. Miro por encima de mi hombro, seguro qué es alguien más buscando o follar o utilizar el baño propiamente pero deshecho ésa teoría al escuchar qué no se trata sólo de una persona, sino de varias y en ése mismo segundo me invade el suficiente pánico para reaccionar, cerrarme la bragueta y saltar a uno de los cubículos para esconderme. Acto seguido, la puerta se abre de golpe sacándome un respingo y escucho varios quejidos y maldiciones seguidas de un enorme estruendo. Alcanzo a ver como una masa negra sale precipitada por el suelo y va a estrellarse con tal fuerza hacia la pared qué me duele incluso a mí.

-¡Yo no sé nada! ¡Se los juro, jamás he visto a ése tipo en mi vida!-una voz suplicante y desesperada se abre paso por todo el baño, erizándome todos los vellos del cuerpo.

-Ryan, revisa qué no haya oídos cerca y si los hay… encárgate.-ordena una voz ronca y fornida y veo como un par de relucientes zapatos de apariencia cara de aproximan a aquella masa negra qué no es más que uno de aquellos góticos raros…

Un portazo me hace brincar en la taza y aferrar con más fuerza mis piernas… aquello no podía ser nada bueno. “Mierda, ¿en dónde carajos he venido a meterme?” pienso, cerrando los ojos con fuerza y tratando de recordar las lecciones de Capoeira qué Ellie había intentando darme, algo del entrenamiento en defensa personal con Gevanni, lo qué sea que pudiese ayudarme a defenderme de cinco tipos qué estaba seguro que eran mafiosos y como tales, estaban los suficientemente armados como para matar a diez hombres a puros tiros sin mencionar qué eran bastante buenos en peleas cuerpo a cuerpo. Estaba jodido hasta el cuello.

-¡Matt! ¿Me oyes? ¡Matt, idiota! ¡Dijiste qué nada más iban a ser cinco minutos y ya van quince! Unos tipos entraron al baño y llevaban a otro amordazado… ¡No sé qué mierda hacer! ¡Trae tu flacuchento culo hasta acá deprisa!-la voz de Matsuda me taladra el tímpano y me muerdo la lengua para no maldecir.

-¡Lárguense de aquí, maricones de mierda!-escucho el bramido de aquellos hombres por encima del zumbido de mi oído y sé qué ya han echado a los gays qué follaban hace rato.

“Piensa… ¡Venga, haz algo!” me digo a mí mismo, estirando y doblando los dedos con frenesí seguro de qué no iba a hacerles gracia encontrarme aquí… estudio mis alrededores lo más rápido qué me permite la vista hasta reparar en un pequeño ducto de ventilación a un lado. No era lo suficientemente pequeño para qué yo no cupiera dentro, el problema era cómo hacer qué ellos no se dieran cuenta. No, mal plan, era mejor olvidarlo. Sacudo la cabeza y frunzo el entrecejo, escuchando como los portazos se vuelven más cercanos. Dos cubículos más y sería mi fin. “Venga… venga…” pienso, maldiciéndome por haberme venido nada más con las manos y por no haber escuchado a Matsuda. Ya luego podría darme de patadas por ello, pero ahora necesitaba un lugar donde esconderme. “¡Sí!” pienso con júbilo y mirando por debajo… me tiro al suelo sin hacer el menor ruido y tan rápido como mis manos temblorosas me lo permiten me oculto en aquel pequeño armario a un lado de los baños y prácticamente fuera de la vista de aquellos tipos. Al menos por ahora.

-Es todo, jefe. No hay nadie, todo despejado.-rompe los lloriqueos y súplicas de aquel chico el qué creo que es Ryan.

Cierro los ojos, exhalando lo más calladamente qué puedo y sintiendo el sudor escurrirme por la frente… un segundo más y quizá no estaría aquí ahora. Entreabro un poco la puerta, lo suficiente para ver a aquellos hombres y la sorpresa estalla en mis venas porque los reconozco perfectamente a todos: Christian, el de pelo cobrizo… el mandamás, el jefe de aquella pequeña mafia del Sunset Boulevar. Ryan, el ruso a su lado, ex-combatiente de la Unión Soviética.  Los gemelos Clove y Dager, ambos especialistas en hackear sistemas de seguridad. Y por último, Dregen, el tipo Francés que servía de negociante. Mi garganta de inmediato se reseca porque aunque no son demasiados, sí alcancé a ver un poco de lo brutales qué podían ser sus crímenes en los archivos qué conseguí.

-¡Te juro qué yo no tengo nada qué ver, Chris! ¡Yo no sé quién es ése tipo!-sigue chillando el pobre chico, que no habría de pasar de los diecinueve años.

-¡Maldita sea, Matt! ¡Responde! ¡Linda está qué echa chispas y dice qué va a ir a buscarte!-A pesar del dolor en mi oído, sus palabras se quedan haciendo eco en mi cabeza…

Linda.

Mierda… ¡No! ¡Linda no podía venir! Si venía, aquellos tipos no dudarían en matarla por haberlos interrumpido en medio de sus “negociaciones.” Mi respiración vuelve a acelerarse mientras intento pensar en una forma en la cual comunicarme, una forma de avisarles qué el verdadero peligro no era una bomba… al menos no por ésta noche. Y justo como un rayo de luz en medio de nubes negras, el recuerdo de un pequeño objeto casi obsoleto en mi bolsillo trasero me hace darme una palmada en la frente por ser tan imbécil. “Vale, no puedo hacer nada… pero espero advertirles a tiempo” pienso, tecleando lo más rápido que mis dedos temblorosos me lo permiten un mensaje rápido para Matsuda y Linda advirtiéndoles del peligro y qué intentaran acceder a algún tipo de vigilancia en los baños. Ojalá y aquello fuese suficiente.

-¿Sabes por qué puse mi confianza en un mocoso idiota de quince años?-dice aquel hombre y la bilis me sube por la garganta… ¡Pero sí era nada más un crío!-Porque son fáciles de manipular y asustar… pero también son tan cabrones como para creerse los más listos.

Veo como Christian rodea a aquel chico qué tiembla en el suelo, totalmente indefenso y mirándolo con un terror qué me sobrepasa en sus ojos tapizados por aquellos lentes de contacto… y siento furia e impotencia porque no puedo hacer nada. No puedo salir, no puedo dispararles, no puedo cortar la luz y ayudarle a escapar. Nada. Sólo puedo limitarme a ver cómo van a matarlo porque si algo sabía era que los mafiosos no perdonaban a nadie.

-¿Me crees imbécil, Jamie? ¿Crees qué no he seguido todos tus movimientos para saber qué estás traicionándome? Y sabes cómo detesto a los soplones…-dice Christian con aquel tono coqueto y suave pero no por eso menos escalofriante.-¿Sabes lo qué le pasa a los traidores?

-Christian, por favor… ¡Yo jamás he visto a ése hombre! ¡No sé quién es!-vuelve a repetir el chico, totalmente de rodillas ante aquel hombre qué me daba más asco a cada segundo qué pasaba.-¡Estoy seguro de que no es al qué buscas!

Un pequeño gemido casi escapa de entre mis labios… y mi curiosidad sale a flote casi con violencia. “¿Podría ser qué ellos…?” empiezo a maquinar en mi cabeza, entrecerrando los ojos y con el pulso atronándome los oídos.

-¡Matt! No te preocupes… ¡Vamos a sacarte de ahí! Pretenderemos hacer una redada, tranquilo, tú solo no hagas alguna gilipollez.-de nuevo la voz de Matsuda irrumpe dentro de mi cabeza y aprieto la mandíbula con fastidio.

Sin meditarlo, me saco aquel intercomunicador del oído… lo qué tenía enfrente era mucho más importante que la promesa qué le había hecho a Linda, estaba seguro de que nos guiaría a… a Akseli y podríamos detenerle. Yo podría detenerle de una buena jodida vez.

-Con qué no piensas hablar, ¿eh? Bueno… cómo gustes. Clove, tu turno.-dice, y el chico empieza a temblar tanto qué incluso los dientes le castañetean.

Veo a aquel tipo de apariencia escuálida y flacucha acercarse al pobre chico qué no tiene ni siquiera hacia dónde retroceder y con una sonrisa grotesca atravesándole el rostro, se inclina y le clava una navaja en el ojo. Me cubro la boca y cierro los ojos con fuerza, poniéndome de cuclillas en el suelo e intentando ignorar los chillidos de agonía qué emite aquel chico… sintiéndome la peor de las mierdas por no poder ayudarle. Tengo qué tragarme la bilis de regreso e intentar no decir ni pío para no ser descubierto.

-¡Por favor, te lo suplico! ¡Todo lo qué sé es que es mito! ¡Es un mito!-dice entre chillidos el chico, arrastrándose por el suelo con un chorro de sangre escurriéndole entre los dedos de la mano qué aprieta contra el costado derecho de su rostro.

-¡Eso no es lo que me dijeron a mí! ¡Maldito bastardo! ¡Hijo de puta!-grita Christian y empieza a darle de patadas a aquel chico y no es sino hasta después qué me doy cuenta de que de la punta de sus zapatos sobresale una pequeña cuchilla qué se clava una y otra vez en el cuerpo de aquel pobre chico qué está vomitando sangre a borbotones.-¡¿Dónde está?! ¡Habla! ¡¿De dónde sacaste esto?!

Arroja una hoja de papel qué cae sobre el suelo, manchando una de sus esquinas con la sangre del chico qué se arrastra, sobre la charca de su propia sangre mientras ya ni siquiera chilla… y sé que el final está cerca. “Malditos cerdos…” pienso, mordiéndome el labio con fuerza para detener los sollozos mientras las lágrimas se deslizan por mis ojos y la ira y el asco me corroen las venas de forma brusca y molesta.

-Ya me harté de tus mierdas…-y sacando un revólver de su chaqueta, tira del gatillo y el cuerpo de Jamie finalmente se desploma sobre el suelo como un simple perro.-Vámonos, ya averiguaremos el resto por nuestra cuenta.

Y sacudiéndose las manos con un pañuelo, limpiándose los zapatos y acomodándose un anillo en su dedo meñique… salen, dejando el cadáver de aquel chico desangrándose sobre el suelo. Me quedo unos segundos más en mi escondite, dejando escapar mis sollozos libremente y haciendo duelo por aquel crío que nada más terminó involucrándose con la persona incorrecta. Abro la puerta con las manos temblorosas y con pequeños pasos me acerco a la escena, sollozando con más fuerza y contemplando los ojos aterrados del joven… viendo directamente mi escondrijo, como si…

-…supiera qué yo estaba ahí. Me descubrió al último segundo.-concluyo en voz alta, inclinándome sobre él y cerrándole los ojos.-De verdad perdóname, lo lamento mucho.-le susurro, acariciándole un poco los cabellos pintados de verde manzana.-Te prometo qué van a pagarla caro, Jamie, tu muerte valdrá la pena. Lo juro.-mascullo sorbiendo por la nariz, tomando la mano ensangrentada de aquel joven y sintiendo como el calor se extingue poco a poco.

Contemplo su rostro deformado por el terror un par de segundos más, preguntándome porque alguien haría una crueldad así… preguntándome cómo era posible que personas tan asquerosas como los mafiosos existieran y anduvieran libres por ahí haciendo del homicidio de gente necesitada un maldito negocio de lo más ruin y sucio. Los odiaba, me importaba una mierda si estaba mal, los odiaba y todos merecían estar pudriéndose en una cárcel esperando la pena de muerte. Mis ojos se desvían a la pequeña hoja de papel a un costado del cuerpo de Jamie, con una de sus esquinas empapadas de sangre y la tomo con una mano temblorosa…

Mis ojos se abren a más no poder cuando paseo la vista por aquellos códigos carentes de sentido… pero de algo sí estoy seguro, aquella hoja era un reporte médico. Un reporte médico qué me pertenecía a mí e incluso tenía mi foto y éste parecía reciente. “Es de los qué nos obligan a tomar mes a mes en la SPK, pero… ¿Por qué ellos tenían una copia? Si se supone qué esto es confidencial” mi mente va a mil por hora y un escalofrío me recorre la espalda con violencia mientras intento encajar aquello pero dejo incluso de respirar al llegar al análisis final.

Era una sola palabra, pero bastó para sacarme todo el aire de los pulmones y qué todo encajase perfectamente como la pieza faltante en un puzle.

Anormal.

Notas finales:

¡Hi! ^^ ¡Matsuda y Matty! Lo siento, no pude resistirme, es qué… no sé, Matsuda es tan Kawaii y apapachable y Matt en éstos momentos se encuentra tan indefenso y tan… ¡NO SÉ! XD Simplemente desde el cap pasado algo entre éstos dos flotaba y pues tuve qué hacerlo, espero no queráis matarme por ello pero a mí me encanto verlos de parejita y verlos teniendo su momento lleno de azúcar ^^ aunque creo qué a cierto rubio no le hará gracia… ¿Créeis qué esto afectará más adelante a Matt? ¿DÓNDE ESTÁ MELLO? ¿Por qué hago preguntas retóricas? XD Bueno, sé qué también no ha habido rubito sexy, pero tranquilas, si no lo he sacado es porque su aparición será un Salseo bastante flipante… ¿Qué opináis de qué los Mafiosos sepan de la existencia de Matt? ¿Por qué tenían ése papel? No sé, pero esto a mí me huele a Akseli… ¿O será Reese y su misterioso chico rubio? ¬u¬ ¡MUAJAJAJAJA! En fin, espero qué les haya gustado, la verdad es qué quería poner más salseo en el cap pero no se pudo DDD: Y a quiénes os preguntáis si Ellie está bien, pues… aún no me considero asesina de menores pero *revisa el borrador del capítulo 34* creo qué sí, vivirá al menos por un par de capítulos más ¬u¬ ¡MUAJAJAJAJA! ¡Un besazo a todos! Y recordad dejadme vuestros reviews, siempre son bienvenidos a mi fic (Aunque siempre terminé perturbándolos XD) ¡LOS AMO! Seguid igual de sensuales y recordad qué deben usar ropa interior todos los días XD (Okno.-.) ¡NAH! Es mentira, pero sería mejor si la usan XD Recordad qué ¡LOS AMO! Ahora sí…

¡Un besazo!

-Cheeky:D


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