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El Hombre de Arena por CheekyMint21

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Notas del capitulo:

¡CHIQUI BABIES! ♥------------♥

¡Hola mis preciosas y divinas bellezas dueñas de cada uno de los latidos de mi corazón! (Okay, vengo algo cursi el día de hoy XD) ¿Cómo están? ^^ Yo espero que se encuentren tan sensuales y violables como siempre, yo prácticamente casi me he derretido con el calor (¡Cuarenta malditos grados! Y uno aquí alérgico al calor D: ) pero estoy bien y súper orgasmeada ¡EJEM! Digo, SÚPER HAPPY ^3^ de estar aquí aunque ya el martes empiezo la escuela DDD: ¡Y es una nueva escuela! Así que recen porque conozca a alguien casi tan anormal cómo yo con quién pueda compartir mi pasión por el HardYaoiLove ¬u¬ y bueno, el día de hoy pues no me traje a los chicos por dos cosas: La primera es que después de sus escenas con el capítulo de hoy, hubieron algunas personitas *conf, cof MELLO cof, cof* que quedaron bastante… ¿Cómo decirlo? Bastante “mal heridas” después de tanto Salseo Intenso para su body y otras personitas *cof, cof MATT cof, cof* qué se quedaron sin sangre por tanta Sensualidad junta, pero ¡no se preocupen! Aquí no ha pasado NADA Señores, ellos están “bien” y… ¿Ah? ¿En el hospital? O.O ¡¿En serio?! DDD: Uy, creo que voy a tener problemas jeje ^^

¡EN FIN! Sé que me van a odiar porque ya van dos veces de corrido… ¡GOMEN! ¡En serio lo siento! Pero no es mi culpa que al cargador de mi portátil se le haya ocurrido arruinarse en éstos días ;w; *echándose a llorar a lágrimas viva* se los juro que a mediados de semana empecé de lo más YEAH lml a contestar sus reviews y justo cuándo quise empezar a responder sus reviews me di cuenta de que no tenía batería y cuándo quise cargar de nuevo la portátil… ¡BUM BITCH! ¡Ya no agarraba jodida carga! *grito súper creepy* Pasé como dos horas casi llorando y arrancándome el pelo de frustración y por poco y no consigo subir el cap y encima: ¡CASI PIERDO TODO EL FIC! Creo que sufrí un ataque cardíaco ése día DD: de no ser porque mi hermana pequeña me salvó con su portátil y una USB ni siquiera abría conseguido subir el cap pero cosas de la vida, la pequeña bestia NO QUIERE prestármela (Quién sabe qué esconde entre sus carpetas XD) y pues… ¡LO SIENTO! ¡LO SIENTO! ¡LO SIENTO! DD: Y por lo mismo también no sé si podré seguir publicando regularmente hasta que me haga con otro ordenador… ¡SOY LA PESTE, LO SÉ! DDD: Pero en verdad tenía toda la intención de responder reviews (Al menos cómo lo hago normalemnte D: ) y todo, pero no se pudo chicas, en serio ¡GOMEN! Ustedes saben qué las amo con todo mi corazón ;w; así que no me odien, violénme si quieren, pero NO ME DEJEN SIN AMOR ANAL DDD: (Okno.-.) y aunque odio responderles con reviews tan chiquitos qué no compensan el tiempo que se toman en sus sensuales y orgasmeantes reviews, tendré qué hacerlo así porque siento más feo dejarlas colgadas en el aire o responderles mediante dedicatorias ¡GOMEN! ;w; en verdad, esto me frustra más a mí que a ustedes y por eso mismo tampoco pude publicar durante ésta semana cómo les prometí DD: pero ¡YA! Luego de tanta lloriqueo y mariconería, mejor me doy prisa y les dejo el cap, pero antes, he aquí mis Musas ^^ y lo siento chicas, en verdad por responderles tan poco para lo qué ustedes me escriben :c

+Kmmy Lee

+Joselyn

+EimmyAnnh

+Kikyo-kiryu

+Zorata16

+pulyXD

+HakudiNN

+Ann Michaelis

+Pao Jeevas

¡Las AMO con todo mi corazón chicas! ♥ gracias por seguir apoyándome y siguiendo el fic y dejándome reivews ^^ en verdad saben qué es lo que me motiva a seguir adelante y cómo siempre invitar a las demás más de 17K de personitas qué me leen a que se sientan bienvenidas a dejarme sus reviews, saben qué sus opiniones son muy importantes para mí y me impulsan a mejorar el fic por y para ustedes ^^ Y bueno, hoy no hay epic music ya qué no pude encontrar canciones qué pegaran con las escenas D: ¡LO SÉ! Hasta yo flipé por eso pero simplemente ¡NO HABÍA NADA! salvo por una así que les dejaré el link aquí y pueden escucharla cuando lleguen al último OPV si gustan:3

→ OPV Final: https://www.youtube.com/watch?v=Wg7QhqN6H5E&list=PL327D89C6F8AB56A3&index=14

Y Bueno, nada más advertirles qué se armen de paciencia porque para compensar el hecho de que no sé si podré publicar el próximo fin de semana, hice el cap un poco más largo de lo usual así que espero sea de su agrado ya que está algo raroso D: así que sin entretenerlas más, aquí el cap de ésta semana y pese a mi ordenador arruinado XD

¡A leer! ^^

(P.D: Antes de que me digan que el nombre del cap está mal escrito, aclaro: Le puse así porque quería resaltar el "EX" en la palabra "Extremo" ya saben... Mello y Matt ahora son Ex así qué... XD)

Capítulo 36.

POV’s Mello:

Me arranco aquel intercomunicador de mierda de la oreja, arrojándolo al suelo con todas mis fuerzas y deseando qué fuese la cabeza de Romanoff… ése hijo de puta podía darse por muerto cuando saliera de ésta. Alzo la mirada un milisegundo encontrándome con un par de esmeraldas qué me atraviesan con su dureza, dejándome un sabor amargo de boca pero no puedo entretenerme demasiado analizando la expresión felina de Matt porque si no lo saco de aquí vamos a volar en cientos de pedazos. Corro hacia él viéndolo retroceder y aprieto la mandibula: Lo sacaría de las greñas de ser necesario, no era tiempo para que me viniera con sus malditos berrinches de mierda.

-¡No me toques!-chilla, pero su voz se pierde tras el estallido de ambos misiles impactando contra la coraza dura del jet.

Y luego no siento ni escucho nada más. Sólo siento el empujón que la ola de calor envía a todo mi cuerpo y me lanza como un bólido por los aires… cierro los ojos sintiendo la cabeza revuelta y llena de un dolor agudo, aturdiéndome lo suficiente para perder la consciencia de dónde estoy. “Mierda” pienso, tratando de empujar ésa maldita sensación de atontamiento a un lado pero es demasiado fuerte y mi cabeza zumba con una presión demasiado dolorosa como para soportarla. “No cierres los ojos, ¡No los cierres!” me ordeno pero es inútil: Mi cuerpo actuaba a la inversa de lo qué quería y acabé entregándome a aquella inconsciencia tan placentera y gentil para mi agitada mente en ésos momentos.

-¡Eres un grandísimo idiota!-me parece escuchar a lo lejos, pero no quiero abrir los ojos, estoy demasiado a gusto en aquella oscuridad silenciosa y tranquila.-¡Despierta, Mihael! ¡DESPIERTA!

-¿Eh…? ¿Q…Qué sucede?-parpadeo, frunciendo el ceño cuando sólo me encuentro con un destello de color naranja y siendo cobijado por varias ráfagas de viento que se tornan dolorosas con el pasar de los segundos.-¿M-Matt…?-pestañeo, intentando hallarle lógica a la situación.

-¡¿Y quién más, imbécil?! ¡Haz algo, esto es tu culpa! ¡Mami!-chilla, cerrando los ojos y agitando las manos en el aire. Lo miro confuso, ¿de qué mierda estaba hablando?-¡Estamos cayendo al vacío, estúpido!-me aclara y sólo entonces me doy cuenta de la situación.

Miro a mí alrededor dándome la vuelta con brusquedad sólo para encontrarme con el mar a escasos treinta metros de dónde nos encontramos… una caída desde ésta altura vendría siendo lo mismo qué darse de lleno contra concreto y acabar muertos. Aprieto la mandíbula y tiro del brazo a Matt, estrujándolo contra mi pecho e invirtiendo nuestra posición: Él encima de mí, así quién sufriría el mayor impacto sería yo y no él. No quería ni pensar en lo qué iba a sentir mi espalda cuando nos hundiéramos en el agua así que mi mente se distrae con la sensación de tener el cuerpo de Matt aferrándose con fuerza a mí con brazos y piernas.

-¡Te odio!-grita el pelirrojo a medida caemos y me contengo de darle un coscorrón, simplemente porque tengo qué concentrarme en no sentir dolor antes de entrar al agua.

“Dios, apiádate de mi alma…” pienso, tomando una gran bocanada de aire antes de finalmente estrellarme contra el agua. Corrección: Aquello no se sentía como concreto… se sentía como darse contra un montón de vidrios rotos que al final acababan clavándose en la piel de la manera más atroz y punzante posible. Todo el aire sale precipitado de mis pulmones de una patada, pero al menos puedo estar totalmente seguro de qué a Matt no le ha pasado nada ya qué de inmediato me toma de los brazos y empieza a nadar hacia la superficie, lo cual le agradezco ya qué apenas y puedo mover el cuerpo debido al dolor. Una vez fuera, respiro todo el aire posible sintiendo aquel dolor en mi espalda mientras Matt tose furiosamente, luchando por mantenerse a flote y es hasta entonces qué recuerdo su fobia al agua.

-Tranquilo, estamos bien…-me fuerzo a decirle, acercándome a él qué está chapoteando en el agua y jadeando por aire.-Tranquilo, Matt, ya está bien.

-¡¿Qué carajos fue eso?! ¡El jodido avión explotó, maldita sea! ¡Explotó!-empieza a chillar, revolviéndose con fuerza y por ende hundiéndose cada vez más.-¡Y ahora vamos a morir ahogados! ¡Sobrevivir para ahogarnos!

-¡Ya basta, carajo!-le grito y deja de lloriquear y chapotear.-No es tiempo para tener miedo así qué cierra la boca y mejor pensemos en cómo salir de aquí, ¿te ha quedado claro?

Me mira con sus enormes ojos verdes durante un par de segundos antes de asentir quedamente y aferrarse con fuerza a mi cuello, guindándose de mi espalda y sacándome una mueca de dolor.

-L-Lo siento…-me dice, tiritando no sé si de pánico o por la gélidez del agua pero eso no es lo importante. Lo importante es la desconcetración qué me produce su cercanía y el tener sus piernas enroscadas en mi cintura con fuerza.-Qué te quede claro que sólo hago esto porque no sé nadar, pero sigo odiándote… eres un cabrón.

Y eso termina por acortarme la paciencia nuevamente y hacerme sacudírmelo de encima con brusquedad, lanzándolo al mar de nuevo y que se las arregle él solito para mantenerse a flote.

-¿Ah, sí? El cabrón qué te ha salvado el culo dos veces…-le digo, mirándolo fijamente a sus ojos qué ahora parecen más que todo heridos mientras lucha por mantenerse a flote.-Si tanto te disgusta tenerme cerca, arréglatelas tú solo para cruzar el océano.

-¡Tú fuiste el qué me metió en esto! ¡Y de seguro el qué también quería matarme! Eres un maldito, Mihael. ¡Un maldito!-chilla, lanzándome un chorro de agua a la cara.

Mi cólera no hace sino aumentar y dejándome llevar por el impulso, me lanzo hacia él y le hundo la cabeza en el agua… hasta que él tira de mis pantalones y me hunde a mí también con él y dentro se aferra al cuello de mi camisa intentando zamarrearme de nuevo hasta qué tomo sus muñecas con fuerza inmovilizándolo y nuestros rostros quedan a escasos centímetros… y me pierdo en el color tan hipnótico que adquiren sus ojos en contraste con el fondo del mar. Lo siento tensarse entre mis manos y no puedo resistirme a su imagen tan exquisita: Lo quiero, aquí y ahora en medio del océano pacífico con todas las fuerzas de mí ser y no pienso dejarle escapar. De cualquier forma, no es como si puediese huir de mí. Lo tomo con fuerza de la cintura y lo atraigo hacia mí, pero justo en ése momento algo tira de él hacia la superficie apartándolo de mí. La alarma se dispara en el interior de mi ser y nado con fuerza hasta llegar a la superficie de nuevo.

-¡Jefe! ¡Lo tengo, Robins! ¡Está con vida!-veo qué dice uno de mis ayudantes desde un helicóptero.

-¡Ya era hora, idiotas de mierda!-les gritó, nadando y empujando a Carter a un lado cuando intenta ayudarme a subir.

-P-Perdone, jefe, hubo un par de complicaciones…-se excusa José y no hago más que dejarle ir un puñetazo derecho a la nariz.-Joder…-se queja, apretándose las manos contra el rostro para detener el chorro de sangre que se desborda de ésta.

-Y tú, maldito cabrón de mierda…-mascullo, empujando a todos a un lado no sin antes coger un arma y apuntarle entre las sienes a Romanoff cuyos ojos se llenan de pánico al instante.-Más te vale qué me digas quién mierda mandó ésos misiles… ¡Ya!

-P-Pero je-jefe pu-pudo ha-haber s-sido c-cualqui…

-¡Qué me suelten, imbéciles!-le interrumpe un grito y sólo puedo cerrar los ojos, sintiendo como voy a explotar de un segundo a otro.-¡Qué no me toques, cabrón! ¡Suelta!

El sonido de varios golpes atrae mi atención de inmediato pero cuando me vuelvo, todo lo qué alcanzo a ver son las suelas desgastadas de un par de converse dirigiéndose directo a mi cara y volteármela… haciéndome ir a rebotar contra una de las paredes. Aprieto los puños con fuerza, quedándome quieto durante un par de segundos nada más sintiendo el ardor del golpe extendiéndose por toda mi quijada antes de rodar sobre mi costado, esquivando olímpicamente un segundo golpe y encontrándome con un par de esmeraldas más furiosas y letales qué he visto jamás y sonrío: Si así quería jugar, de acuerdo pero era obvio qué iba a perder.

-¡Hijo de puta! ¡Eso fue por Ellie!-grita, desencajando el puño de entre un montón de paracaídas e incorporándose rápidamente… sorprendiéndome con su nueva coordinación.-¡En la vida pienso perdonártelo, Mihael!-chilla y varias manos vuelan para detenerle.

-¡No se metan!-grito y José y Roy se paran en seco, mirándose entre ellos y luego a mí.-Y tú, pequeña mierda… ¡Ya deja de hacer estupideces!-le grito, devolviéndole el puñetazo en la quijada.

Ahora es él el que sale precipitado hacia atrás, pasando entre José y Roy que se apartan de su trayecto hasta qué va a darse contra el otro extremo del helicóptero pero eso está lejos de pararlo: Al parecer lo de la cría de Elle no le ha hecho gracia y aunque entiendo su enojo, a mí ningún niñato viene a golpearme y menos frente a todos mis socios. Le veo reincorporarse con la misma rapidez, limpiándose el labio del cual brota sangre antes de correr nuevamente hacia mí… sonrío y extiendo los brazos, como si fuese a abrazarle pero en lugar de eso, me agacho tomándolo de las piernas y lanzándolo sobre mi hombro escuchando el golpazo qué hace su cuerpo al estrellarse contra otro montón de paracaídas a uno de los costados.

-Eres un… ¡Te odio!-chilla, levantándose de nuevo y me sorprende su capacidad para resistir los golpes. Y a la vez me parece jodidamente excitante, quizá porque raya en masoquismo.-¡Te voy a matar!

Vuelve a correr hacia mí y yo hago lo mismo, como si ambos fuésemos a colisionar el uno contra el otro pero cuando estoy a escasos centímetros, me desvío y apoyándome de la pared tomo el impulso suficiente para saltar y enroscar mis piernas en torno a su cuello… tumbándolo al suelo bajo una llave mientras él me clava los dedos en las piernas intentando sacárselas de encima. Aprieto la mandíbula con fuerza, intentando ignorar que su cabeza está justo frente a mi sexo y puedo sentir su cálida respiración a través de la tela de los vaqueros, provocándome cosquilleos que si no los controlo a tiempo van a terminar en dos cosas: Yo violándole aquí mismo sin importarme una mierda que hubiesen siete testigos de ello o en una erección que no tendría arreglo. Al menos no uno a corto plazo y sin la ayuda de mi propia mano. Veo sus mejillas teñirse de rojo y le suelto, levantándome y dándole la espalda.

-No tengo tiempo para tus juegos, Mail. No sigas estorbándome.-le digo, sin volver a verle y nada más escuchando su tos descontrolada.-Romanoff, no escucho ningún…-me detengo en seco cuando un extintor se estrella contra mi espalda.

-¡Es sólo una niña! ¡¿Qué mal pudo haberte hecho, eh?! ¡A mí hazme lo que se te dé la puta gana pero ella no tiene culpa de nada! ¡Si querías matarme simplemente…!-no le dejo acabar: Le lanzo un cordel derechito al cuello y lo atraigo hacia mí, pegando su espalda contra mi pecho con fuerza.-¡No me toques, maldito! ¡Suéltame!-masculla con dificultad.

-¿Matarte…? ¡¿Crees qué yo quería matarte?! ¡Tuve diez malditos años para matarte si eso hubiese querido! ¡No vuelvas a decir una estupidez tan grande!-le digo, apretando más el cordel y sintiendo la furia estallar con violencia en mis venas. De una patada lo lanzo contra el suelo en donde se vuelve a verme, justo como en el apartamento: Con odio y rechazo qué intento soportar sin inmutarme.-¡José! ¡Roy! Espósenlo… y qué no intente ninguna estupidez más.

Me vuelvo, esperando finalmente poner fin a toda aquella mierda pero ¿cómo no, señores? Estamos hablando de Mail Jeevas, el imbécil más cabezadura de todo éste puto mundo y él no iba a dejar de hacer estupideces ni ahora ni nunca. Escucho un gruñido por parte de Roy seguido de un disparo qué resuella con fuerza.

-¡Maldita sea!-grita José, aferrándose el hombro de dónde chorrea sangre y me encuentro con el mismo pelirrojo apuntándome directo a mí.

-No seas estúpido, baja eso…-le digo, acercándome pero él vuelve a cargar el arma dejándome paralizado cuando como un destello, revivo la misma imagen un par de años atrás y mi corazón empieza a bombear con fuerza.

-Ya no soy tu perro para obedecerte, Mihael…-masculla y el alivio qué siento es casi tan inmenso como las ganas de estrangularle ahora mismo por gilipollas.-Ahora llévame a casa o…

-¿O qué? ¿Vas a disparar? Te creía más inteligente, Mail… sólo fíjate en dónde y con quién estás.-le digo sonriendo y escuchando cinco pares de armas cargándose al mismo tiempo mientras sus ojos verdes revolotean por toda la cabina con nerviosismo.-Ahora dame ésa maldita mierda…-vuelvo a exigirle, extendiendo la mano frente a él con la paciencia por el suelo.

-Llévame a casa… ¡AHORA!-chilla, cambiando la posición del arma bruscamente y apuntándose a sí mismo directo a las sienes. Aprieto las manos empezando a temblar de pura furia.-¡Dije ahora o me mato aquí y ahora, Mihael y tú y tus perros pueden irse a la mierda! ¡Y hablo en serio!

-Y yo también… y digo qué eres un verdadero imbécil.-le digo y justo en ése instante, Roy le toma por la espalda distrayéndolo mientras yo le quito el arma.-¡Espósalo, ahora!

-¡No! ¡Malditos cabrones! ¡Déjenme ir!-se retuerce, con la cabeza aplastada contra el suelo mientras Roy le pone las esposas y lo alza del suelo pero él no deja de patalear en el aire.-¡Jamás voy a perdonarte esto, Mihael! ¡Jamás!

Me acerco y lo tomo del mentón con fuerza, obligándolo a encontrarse con mi mirada mientras él trata de resistirse pero no lo consigue ni lo conseguirá. Veo sus enormes ojos cristalizados, forzándose al máximo por no derramar las lágrimas traicioneras qué ya han empezado a desbordan sus ojos… mientras me mira con el más infinito no de los odios… sino de los miedos y eso me cala más profundo que como el hecho de que si me odiase. Deslizo mis ojos de su rostro, pasando por su labio partido extrañándome al ver que la herida ya se encontraba cerrada pero ni siquiera eso es suficiente para distraerme de lo peor: La marca púrpura contrastando de manera violenta contra su nívea piel, alrededor de su cuello… la marca qué yo mismo le había hecho al intentar “asustarlo” cuando en realidad… en realidad estuve a punto de matarlo. “Un poco más de presión y yo…” pienso, soltándole de inmediato y retrocediendo un paso… sintiendo tanto asco de mí mismo que me sobrepasa.

-Roy, déjale en la parte de atrás y no le quites el ojo de encima.-le digo, desviando la mirada incapaz de contemplar mi propia atrocidad.

-Sí, jefe.-asiente aquel hombre y empieza a llevarse a Matt a rastras, mientras éste me dirige una última mirada más punzante qué la suma de todas las anteriores.

Alzo la vista y los demás bajan sus armas lentamente, desviando las miradas a prisa mientras yo miro la glock en mi mano… y luego el camino por el cual se ha ido Matt sintiendo el pesor de lo qué estuvo a punto de pasar. “¿En verdad se habría disparado sólo para huir de mí?” pienso, revisando el cartucho del arma y dándome cuenta de qué gracias a Dios sólo contaba con un arma, pero eso no quitaba el hecho de que el arma más letal de todas era yo: Yo era quién le había hecho aquellas marcas en el cuello y si él no estaba dispuesto a perdonármelo mucho menos yo mismo. Aprieto el arma y siento la necesidad de llevármela a las sienes y disparar de verdad, pero no era momento para mostrar debilidad. Ya luego tendría tiempo para torturarme por ello durante la noche.

-Romanoff, creo que ahora sí ya puedes darme la información.-me vuelvo hacia él con cara de póquer, guardándome la pistola en la parte baja y tomando una toalla para terminar de secarme.

Él se vuelve hacia la computadora al frente y empieza a teclear a toda prisa, mientras yo me limito a comerme una barra de chocolate y tomar un poco de whiskey para relajarme los nervios… en otras circunstancias su maldita lentitud ya me habría molestado, pero en éstos momentos tenía demasiado en la cabeza como para preocuparme por eso.

-Esto no va a gustarle nada, jefe…-advierte y al ver mi expresión sin cambio alguno, toma un suspiro y se limita a seguir hablando.-según los últimos archivos, la foto del chico fue posteada por toda la deep web hace al menos cuarenta y ocho horas y también ha sido subida al sitio de los más buscados por el FBI, encabezando todas las listas en más de 139 países.

Se hace a un lado dejándome ver varias páginas con la foto de Matt junto con todos sus datos personales y su cargo de ocupación dentro de la SPK sin mencionar varias páginas de agencias pliciales alrededor del mundo… pidiendo casi un millón de dólares por su cabeza, una oferta que cualquier sicario o cazarecompensas con dos dedos de frente jamás dejaría escapar. No puedo sino ver aquello pestañeando un segundo, tratando de entender cómo era posible que teniendo a uno de los mejores hackers trabajando para él, Elle hijo de puta Lawliet tuviera uno de los sistemas de seguridad más mierda del mundo. Muerdo el chocolate con rabia planeando cuidadosamente el siguiente movimiento ya que ahora tenía a 139 países trazando los movimientos de Matt.

-¿Saben qué está conmigo?-pregunto, poniéndome de pie y cogiendo uno de los tantos móviles dentro de una mochila.

-No, jefe. Sólo saben qué se encontraba viajando de regreso a Japón y fue impactado por dos misiles…-dice su voz mientras yo empiezo a marcar un número.

-Bien. Esto es lo qué haremos: Confirmarás que el impacto fue recibido, más Mail no está muerto ¿de acuerdo? Y dirás que El Cuervo va tras él y no quiere qué nadie se meta en su camino… mientras tanto yo voy a negociar con los imbéciles del FBI.-le digo y él me mira fijamente, porque una cosa era el FBI y otra muy diferente las mafias alrededor del mundo.-¿Esperas un gracias  qué?-le digo, enarcando una ceja a lo que él simplemente asiente y se pone a teclear.

“Ahora entiendo porque la furia…” pienso, sonriendo un poco ante la ironía aunque la verdad tenía mis sospechas pero vamos qué Matt en verdad me había sorprendido: Jamás imaginé que él podría ser Vesper, el famoso hacker técnicamente irrastreable y capaz de mandarte derechito a la cárcel o al otro mundo con sólo un presionar una tecla. Saco una segunda barra de chocolate, acomodándome al borde del helicóptero y contemplando la puesta del sol a lo lejos, hasta qué siento un familiar peso sobre mi hombro y mi sonrisa se ensancha un poco más.

-¿Diga?-dice una voz más ronca de lo que recordaba pero sin perer aquel tono aburrido. Contengo la carcajada limitándome a tomar aire profundamente.

-Habla el 007 reportándose para el deber…-digo, sonriendo con más burla y ahora sin poder contener la carcajada.

Silencio y yo me limito a aguantarme la risa… en verdad la resurrección era más divertida de lo que alguna vez pude haberme creído.

-¿Dónde mierda has estado metido?-inquiere la voz y puedo notar la perplejidad pese a que el tono se mantiene neutro.

-Ya sabes… lo normal: En las playas de México, bebiendo y disfrutando de la muerte. Creo que la resurrección se ha convertido en mi nuevo hobbie, L.-le digo, riendo mordiendo un trozo de chocolate. De nuevo reina el silencio y doy un suspiro… esperaba una bienvenida más cálida.

-¿Dónde está Matt?

Sonrío, cortando otro trozo de chocolate y mascándolo lentamente, algo sorprendido al ver que el detective seguía conociéndome bien.

-Es curioso qué lo preguntes porque… de no ser por mí, él ya estaría muerto lo que me lleva a pensar que, y no te ofendas, tú no haces un muy buen trabajo cuidando de él qué digamos. Así que dadas las circunstancias, creo que me quedaré un ratito con él para revivir viejos tiempos. Y no, L, no intentes rastrear la llamada porque dudo mucho qué te sirva de algo.-le digo, casi seguro de que está intentando dar conmigo por todos los medios.

-¿Qué le hiciste a Matt? Mello, esto no es un juego… hay gente muy peligrosa tras él y tras de ti también.-me dice y ahora su tono ha pasado a ser duro.

-Entonces debes saber qué yo tampoco estoy jugando. Haz qué tus amiguitos del FBI y la CIA saquen sus narices de éste asunto…

-¿Estás amenazándome, Mello? Te recuerdo qué sigo siendo el mejor detective del mundo.

-Y yo el mejor criminal, Elle… así que por favor, no me obligues a meterme con tu hijita de nuevo, no quiero hacerle daño ni a ella ni tampoco a Light, o a Near y Gevanni o incluso a la pequeña Ramona si mal no escuché.-le digo firme, consciente de qué jamás esperé verme enfrentado con mi propio mentor.

-Mello, si sigues por éste camino… no te garantizo una vida muy larga y mucho menos a Mail. Todos los criminales del mundo van tras de ti y de él. Y ni se te ocurra volver a amenazar a mi familia, Mihael, no sabes de lo qué yo soy capaz.

Suelto una carcajada… vaya, ahí estaba el papá dedicado y amoroso. Elle en verdad había cambiado demasiado, estaba dejándomelo todo muy fácil.

-Retira todos los cargos en contra de Mail y saca al puto FBI de mis asuntos para las seis de la mañana, Elle… de lo demás ya me encargaré yo. Y créeme: Tú tampoco quieres enterarte de qué es lo peor que puedo hacer y te daré una garantía.-es todo lo qué digo antes de colgar y arrojar el móvil, que es consumido por ácido antes de siquiera tocar el agua. Doy un suspiro, cierro los ojos y llevo mi mano a aquel plumaje tan familiar y suave.-Parece qué hemos vuelto a las andadas a lo grande, Gabriel.-le digo y él grazna, como si me entendiese.

Como un viejo amigo diría: Era hora del acto final.

POV’s Matt:

-¡Hijo de puta! ¡De seguro hiciste trampa!-brama aquel hombre afroamericano… Roy si no me equivocaba.

-¡¿Pero qué dices?! ¡Gané porque sí y punto! ¡Y nadie dice nada respecto a eso!-le dice el de ascendencia latina, José.

Ruedo los ojos, soltando un suspiro y acomodándome mejor entre todas aquellas bolsas rellenas con cocaína… la espalda me dolía como mil demonios, ya ni siquiera estaba seguro de cuántas horas habían pasado y lo único que tenía para distraerme de mi furibunda mente eran aquellos dos malandrines que pasaban echándose la culpa el uno al otro sin saber qué ambos estaban haciendo trampa e incluso irrespetaban las reglas del juego. No es qué yo supiese mucho acerca de jugar a las cartas, pero había visto suficientes partidas en las películas y había jugado al solitario en casos de extremo aburrimiento o falta de carga en mi PSP. Vuelvo a soltar otro suspiro, apoyando la cabeza contra mi suave almohada de cocaína estrujándome por millónesima vez los sesos para intentar salir de aquel embrollo.

-Maldito Mihael…-maldigo por millónesima vez, apretando los puños de sólo recordarle y queriendo estar desatado para partirle la cara.

Bueno, o al menos volver a intentarlo pero el muy cabrón seguía siendo un puto ninja mientras que yo todo lo que sabía lo había aprendido del Assassin’s Creed y algunos otros juegos de lucha porque jamás puse atención en ninguna de las clases de defensa personal y ahora lo lamentaba en el alma. “Venga, Mail, piensa” me presiono, revolviendo las manos pero no: Tratar de imitar a Johnny Deep en El Turista tampoco estaba dando resultado mayormente porque yo no era un ex-agente entrenado para matar sino un hacker que se sabía de memoria todos los trucos habidos y por haber en el Mortal Kombat pero de nada de eso me servía porque esto era la vida real y cierto rubio hijo de puta era más genial de lo que iba a permitirme admitir. “¡Joder! ¡No puede ser qué no se me ocurra ni una mierda!” pienso, golpeándome la cabeza contra la pared de coca como si así fuesen a venírseme las ideas. “Maldita sea, ojalá tuviese un puto cigarrillo…” pienso, resintiendo la falta de nicotina tanto como resentía a mis videojuegos y… “Un segundo” detengo mis lamentos abriendo los ojos como platos. “¡Claro! ¿Cómo no se me ha ocurrido antes? ¡Soy un verdadero imbécil!” pienso y contengo una carcajada.

Me deslizo un poco por aquel mugriento suelo, mirando a mis guardas que parecen más interesados en amenazarse el uno al otro qué en cuidarme realmente y mi sonrisa no hace sino ensancharse: Mihael podría pelear bien y seguir siendo el mismo bastardo inteligente, pero en definitiva tendría que cambiar a su personal si quería que sus reos no se le escaparan. Sigo deslizándome por el suelo hasta casi quedar acostado para volver a subir lentamente, restregando el trasero contra el suelo hasta qué siento como el pequeño cuadrado en el bolsillo trasero de mis pantalones se desliza y cae afuera con un minúsculo tintineo. Me detengo en seco para comprobar: Nada. José y Roy siguen apuntándose a la frente por lo que no hay peligro. Vuelvo a deslizarme hacia delante, cogiendo mi fiel amigo: Un bello encendedor marca Zippo y aferrándolo con fuerza, como aferraría a una consola nueva la primera vez. Destapo el encendedor con otro minúsculo ruido sordo y ruego a Goku, Budá y los demás dioses de los que me acuerde para que el agua no haya dañado mi encendedor.

“Vamos… ¡Vamos!” pienso, mordiéndome el labio y haciendo varios intentos hasta que doy un respingo cuando casi le prendo fuego a las mangas de mi camiseta por error. Cierro los ojos e inspiro hondo, sintiendo el sudor escurriéndome por la frente pero ni eso ni nada va a detenerme: Cojo de nuevo el encendedor con más firmeza, acomodándolo lo mejor posible en mi mano y tensando la cadena de las esposas y vuelvo a intentar… siento el calor alrededor de las palmas y espero, alejándome un poco para no prenderle fuego al plástico en el que están envueltos varios kilos de cocaína detrás de mí y de nuevo rezando todo lo que me sé para que aquellos dos imbéciles sigan sin prestarme la más mínima atención ni a mí ni tampoco al olor a acero derritiéndose cada vez más palpable en el ambiente. “Un poco más, venga, un poquito más…” pienso, estirando cada vez más aquel metal que parece a punto de ceder a causa del fuego.

-Oye, espera… ¿No sientes qué huele raro?-dice Roy, mirando a su alrededor y olisqueando el aire.

Mierda.

“No, aguanta un poco más, por favor…” ruego, cerrando los ojos y tirando con más fuerza de la cadena para ver si finalmente la puta mierda cedía pero aún faltaba un poco y el tiempo se me escurría entre los dedos.

-Es cierto, ¿qué rayos es eso?-concuerda José, poniéndose de pie hasta que ambos fijan sus ojos en mí y el corazón se me cae a los pies.-¿Pero qué mierda te crees qué estás haciendo, mocoso?-inquiere, sacándose el arma de la espalda y encaminándose hacia mí.

“Tres… dos… y…” pienso, contando sus pasos hasta qué lo tengo a escasos diez centímetros y tirando con todas mis fuerzas, las cadenas finalmente ceden con un chasquido y me pongo de pie de inmediato, tomando una pesada bolsa de droga y arrojándosela directamente a la cara volteándosela en el acto y aprovechando la distracción de ambos, pateo el montón de bolsas de al fondo causando que aquella enorme pila de droga caiga al suelo levantando un verdadera tormenta de arena… bueno, en éste caso de cocaína. Me cubro la nariz y la boca con la camisa tan rápido como aquel polvillo blanco empieza a extenderse por la habitación y corro lejos de ahí antes de que los alucinógenos me peguen en el peor momento posible.

-¡¿A dónde mierda se fue?!-escucho el bramido de Roy en medio de toses.

-No lo sé… ¡Pero veo a un dinosaurio! ¡Y me está cantando!-grita José estallando en risas, habiendo inhalado más coca de la necesaria.

“Vale, ya me solté y quité a ésos dos del camino… ¿Ahora qué?” pienso, tosiendo un poco y con el corazón acelerándoseme a cada segundo dentro del pecho… si Mello se asomaba era mi fin porque él sí que sabría qué hacer y no creía que fuese a hacerle mucha gracia el que le hubiese echado a perder la pasta de las drogas. Sacudo la cabeza y trato de enfocarme en el mayor de mis problemas: ¿Cómo carajos escapar estando a más de mil millas de altura? Ciertamente saltar era una de mis opciones pero eso no quería decir qué fuese una de mis favoritas y el tiempo no estaba de mi favor para ponerme a decidir por algo más elaborado.

-¡¿PERO QUÉ PUÑETAS PASÓ AQUÍ?!-resuena una voz creo que de aquí hasta China, tan feroz y furiosa qué me eriza los vellos de la nuca.

Cierro los ojos y vuelvo la vista a un costado, donde un montón de paracaídas estaban apilados sin ser ni una pizca de tentadores. “Bueno, fue un placer…” pienso, cogiendo uno y echándomelo a la espalda, abrochando todos los andenes lo más rápido qué mis manos temblorosas me lo permiten y sin dejar de escudriñar la enorme nebulosa de droga a mí alrededor qué ya ha empezado a disiparse… quizá me quedaban unos diez o veinte segundos a lo mucho antes de que el rubio hiciera uso de sus habilidades de ninja y frustrara mi intento de escape al más estilo de James Bond. Vuelvo a echar a correr hacia la salida más cercana, abriéndola de golpe y aferrándome al marco de la puerta para no salir volando por la corriente de viento qué alzan las hélices del helicóptero. “Mierda… ¡¿Por qué tiene que ser tan difícil?!” maldigo en mi interior, contemplando las nubes pasando a mí alrededor y las pequeñas extensiones de tierra debajo de mí… tan minúsculas como hormigas. Trago grueso, sintiendo el estómago justo en la boca.

-¡Mail, detente! ¡No hagas alguna estupidez!-ruge, saliendo con cubierto de virutas blanquecinas de la cabeza a los pies, resecandome aún más la boca.-¡No saltes, maldito idiota!

Echa a correr hacia mí y es todo: No puedo esperar más, no puedo meditarlo más o todo habría sido por nada. Cierro los ojos y salto, escuchando como los quejidos y blasfemias por parte de Mihael se quedan atrás mientras el viento empieza a tironear mi cuerpo con fuerza y mis gritos se mezclan con el aire, perforándolo y dejándome los tímpanos totalmente reventados. Cierro los ojos arañando el aire en busca de algo a lo qué aferrarme hasta que recuerdo qué estoy cayendo en picada hacia el suelo y no tengo ni puta idea de cómo abrir el maldito paracaídas lleno de un montón de cables qué me es imposible saber cuál sirve para soltarme de él y cuál sirve para abrir el puñetero paracaídas… estaba jodido y el suelo se hacía cada vez grande, podía ver la tierra casi dándome contra la cara. “¡Maldita sea! ¡A la mierda todo!” pienso tomando un cable de color negro y bastante más largo qué los demás, tirando de él con todas mis fuerzas preparándome para que el paracaídas se soltase pero en lugar de eso algo tira de mí con fuerza hacia arriba.

-¡Joder!-grito, pataleando con fuerza hasta que cuando alzo la vista puedo ver una enorme carpa de color azul extendiéndose sobre mi cabeza… y el júbilo se apodera de cada fibra de mí ser.-¡Sí! ¡Lo hice, cabrones!-grito al aire, extendiendo las manos y sintiendo el aire revolviéndome el pelo.

Yo, Mail Jeevas, era el puto pro de los pros no sólo en los videojuegos sino también en la jodida vida real. De seguro cuando se lo contase a Linda o a Matsu no iban a… “Matsu” pienso, mordiéndome el labio y sintiendo aquel sentimiento aplastante apoderándose de mi pecho, al recordar qué no sabía nada de él ni de su paradero luego de la explosión y temía… bueno, pues me temía lo peor de lo peor pero no quería siquiera pensar en ello. Ahora debía enfocarme en aterrizar de una sola pieza y luego preocuparme de encontrar una forma de ponerme en contacto con Near o L o quién sea para acabar de una buena puta vez con éste día de locos y volver a Japón y no volver a salir en ninguna misión al menos en lo que me resta de Universidad. Ya luego me encargaría yo mismo de apresar al maldito Cuervo, ahora sólo quería seguir vivo por otra media hora más.

-Ay, mierda…-susurro para mí mismo, viendo como el suelo ya está a al menos treinta metros de mí y sólo es un montón de tierra desierta y árida. Cierro los ojos y me preparo.-¡No! ¡Ay, joder! ¡No, no! ¡Mierda, mi zapato!

Me vuelvo, viendo como mi precioso DC se queda atrás, perdiéndose de mi vista antes de qué yo empiece a rodar por todo aquel montón de tierra que se me mete incluso dentro de los malditos bóxers… para cuando finalmente dejo de trapear el suelo con mi ropa, he comido más tierra que cuando hice aquella apuesta en la Wammy’s y estoy seguro de qué estoy todo cubierto por aquel polvo rojizo y tengo al menos un par de huesos rotos. “Maldición…” pienso, haciendo el esfuerzo de alzar la vista sólo para toparme con dos ojos amenazantes  y una lengua picuda mirándome fijamente.

-¡No! ¡Aléjate!-le grito a aquella serpiente, arrastrándome lo más lejos posible de ella antes de sentir a algo arrastrándose bajo mi palma.-¡NO! ¡Qué asco!-chillo, poniéndome de pie de un brinco y viendo a una lagartija escurrirse debajo de aquella carpa brillante y polvorienta.

Me cubro del brillante y abrasante sol qué ya ha empezado a quemarme la piel y miro a mí alrededor… nada. Sólo montones de tierra, la misma serpiente qué ya ha empezado a alejarse y yo en medio de aquel lugar árido no sólo de toda vida sino de toda esperanza. Cierro los ojos y trago grueso, recordando qué ni siquiera tengo agua y la garganta ya empieza a arderme… y vuelve a mi mente el recuerdo de un rubio emergiendo de un desierto incluso más árido que éste y sólo puedo admirar y odiar su fortaleza al mismo tiempo mientras qué yo ya he empezado a asustarme de no sólo imaginar lo qué me espera sino también el pánico de no saber siquiera dónde estoy ni a dónde dirigirme para empezar. “Veamos…” pienso, recordando las técnicas de supervivencia que vi en Rust y en otros muchos juegos y si no me equivocaba la mayoría de civilizaciones decidían asentarse siempre en dirección al norte así que si el sol siempre se ponía al Este y el viento soplaba del lado norte quizá…

-Hacia allá…-pienso, viendo otra enorme extensión de tierra justo como las demás extendiéndose del lado que yo la estoy mirando ahora mismo.-Pero antes, tengo qué guardar esto en caso de qué quiera seguirme.

Me saco aquel paracaídas de la espalda que cae al suelo con un golpe sordo y enrollándolo lo mejor qué puedo, intento volver a meterlo en su lugar hasta dejarlo junto a un cáctus lejos de la visión aérea si es que Mihael estaba buscándome… y seguramente era así, lo mejor era que empezara a moverme eporque quedarme en un solo lugar tampoco era buena idea. Doy un suspiro, cubriéndome del sol lo mejor qué puedo y empiezo a andar por aquel desierto, maldiciendo a Akseli por haberme enseñado a sobrevivir al maldito frío pero no a un desierto y escuchando la grava crujir bajo mis pies…

Sintiendo la presencia del Hombre de Arena más viva qué nunca.

-Maldito Mihael, con su maldito complejo de ninja… ¡Todo esto es su maldito culpa! De no ser porque se apareció en ése puto club y en mi vuelo, yo estaría en casa jugando videojuegos y tomando soda y comiendo frituras… pero ¡Nooo!, el muy cabrón arruinó todo cuando decidió meterse con Ellie… ¡Maldito Mihael! ¡Ojalá te pudras dónde quiera que estés, cabrón!-grito al aire, sintiendo mis pies a punto de reventarse de tanto caminar y el sol cocinándome vivo.

Me detengo a descansar por enésima vez en la última hora, tosiendo un poco ante la falta de hidratación y con los labios completamente agrietados y el pelo tan lleno de arena que bien podría pasar por una maldita caja para gatos… “Mihael, ¿tú cómo lo hiciste?” pienso, dejándome caer de rodillas al suelo, incapaz de dar un paso más mientras él había cruzado todo un desierto él solo antes de desfallecer. ¿Qué le habría motivado a aferrarse a la vida en lugar de convertirse en comida para buitres? Cierro los ojos e intento despejar ésos pensamientos pero entonces me atacaba el recuerdo de una botella de agua fresca o de una lata de Coca-Cola y entonces las ansías de rendirme me dominaban aún más. Chasqueo la lengua y me pongo de pie, tambaleándome pero dispuesto a no detenerme… la noche llegaría pronto y seguramente eso sería mejor para mí ya que el frío era mi fuerte en lugar del calor. Sigo andando, escuchando la grava crujir de nueva cuenta bajo mis pies y sigo maldiciendo a Mihael por todas mis desgracias.

Pero también, empiezo a imaginar la vida siendo un Hombre de Arena de carne y hueso.

Dos días después.

“No… no más. No puedo más” pienso, cayendo por novena vez en aquel día que recién había comenzado pero cuyo calor no menguaba en lo más mínimo. Cierro los ojos, apretando la arena entre mis manos qué se torna borrosa y alzándola frente a mi rostro, viendo como escurre entre mis dedos y vuelve a perderse junto con el otro montón para nunca más ser encontrada. Un anhelo perdiéndose junto con los demás, tornándose en interminables sueños hechos de ilusiones rotas y pesadillas con hambruna de amor. Me precipito hacia delante, estampándome contra la arena que se adhiere a mi mejilla sudorosa… sin ninguna intención de moverme nunca más. Ni siquiera por los rayos del sol achicharrándome la piel ni por las ansías casi demenciales por siquiera una gota de agua. Extiendo una mano, arañando la arena pero no consigo moverme por lo que la dejo caera un costado apretando los ojos con más fuerza y escuchando nada más el leve sonido de mi piel cociéndose a paso lento.

“Está bien rendirse, al menos puedo tener la certeza de qué lo he intentando…” me digo pero eso no me basta, sigue dándome coraje el siquiera considerar aquello como un intento mayormente… mayormente porque recordaba el secuestro de Mello y como él se había sobrepuesto de aquello y lo había tolerado por casi mes y medio volviéndose aún más fuerte mientras qué yo ya estaba aquí dejándome consumir por un desierto con tan sólo tres días desde que había llegado. “No, no puedo. No puedo fallarle si él… no, pero las cosas ahora son diferentes” pienso, apretando los labios más que resecos y recordando qué aquellas palabras ya ahora carecían de sentido y valor alguno: Él lo había dejado muy claro aquel día en su apartamento y yo era el necio que seguía aferrándome a una ilusión rota que a la larga nada más estaba cortando su propio espacio dentro de mí, haciéndome más daño.

“¿Cómo pudiste…?” pienso, aferrando la arena como si con aquella pudiese tocarle a él pero aunque sonara ridículo seguía creyendo en él… creo que nunca había dejado de creer en el Hombre de Arena, al menos en el Hombre de Arena de mis recuerdos porque el hombre con el que me había encontrado ahora ya no estaba hecho de frágil Arena. Sí, seguía siendo escurridizo pero ahora también era cruel como si se hubiese mezclado con virutas de acero, dolorosas y cortantes para la piel. “Me viste a los ojos, casi me entregué a ti… todo, ¡Todo te lo di a ti, maldita sea! ¿Por qué me hiciste esto?” pienso y pese a la deshidratación las lágrimas consiguen abrirse paso lentamente por entre mis pestañas mientras que pequeños gemidos abandonan mis labios reventados y faltos… no, ni siquiera faltos de agua sino de sus besos. Me revuelvo, sintiendo la piel tostada por el sol pero ni siquiera eso supera el dolor de la traición de Mihael y cada una de sus mentiras clavadas como púas en mi corazón.

“Incluso fuiste capaz de abofetearme, de hacerme daño cuando yo jamás te lo habría hecho a ti incluso aunque te hayas metido con Ellie… incluso eso te lo perdono pese a que dije qué no pero, ¿Por qué me odias? ¿Qué fue lo que hice tan mal? Quizá…” empiezo a divagar, derramando los últimos céntimos de agua dentro de mi cuerpo por la única persona que en verdad lo valía la pena porque incluso así… así de frío y distante, así de lleno de odio y reconr hacia mí  y a pesar de los golpes mi corazón seguía profundamente aferrado al de Mello aunque éste no me correspondiera lo más mínimo, seguía ansiándolo todo de él: Sus besos, sus caricias, sus insultos… tan bajo había caído que incluso mendigaba sus insultos con tal de tener un poco de su atención. Quizá debí de haberlo ido a buscar, quizá debí de haberle seguido… sí, quizá a lo mejor eso era lo que él esperaba mientras yo esperaba que fuese él quién regresara por mí. Quizá ambos habíamos fallado pero el orgullo no le dejaba ver… al menos a él porque pese a eso yo sí veía mi única falta claramente: Seguirle queriendo por sobretodo y ante todo.

Ése era mi único pecado, mi única perdición: Seguirle queriendo aún por sobre su odio. “Y aún así, mi corazón le odia al mismo tiempo” concedo, dándome cuenta de que si bien nunca podría estar a la altura de su desprecio para conmigo, sí resentía cada una de sus miradas de frialdad, sí resentía las mentiras, sí resentía la forma en que parecía usar a todos a su alrededor para su propio beneficio y eso me incluía a mí también. Sus palabras, los golpes no eran suficientes para exterminar mis sentimientos de crío estúpido y enamorado de catorce años pero sí lo bastante letales para llenarme de algo casi tan fuerte como el quererle: El temerle. Le tenía miedo. Siempre se lo tuve, pero ahora mis peores pesadillas simplemente se materializaban de la peor manera posible en éste Mello hecho del mismo acero y con la fiereza del lado más oscuro del Hombre de Arena y no sabía si podría resistirlo sin volverme adicto o peor aún: Acabar encerrado en la ilusión de un sueño vuelto pesadilla.

Tenía miedo… mucho miedo de que aquella brecha de irrealidad que siempre nos había separado siguiera abriéndose hasta un punto irreversible, tenía miedo de volver a confiar en sus palabras tan dulces como los chocolates que se comía, tan bellas como la ilusión de un sueño de amor para al final convertirse en simples pesadillas hechas de recuerdos rotos y lágrimas derramadas. Tenía mucho miedo… miedo de volver a despertarme solo nada más teniendo la ilusión de que él estaba allí, miedo de perderme en su mundo de fantasías tenebrosas, miedo de entregarle todo nuevamente para que nada más me lo arrancara luego sumiéndome en la oscuridad, en la ceguera de un amor impuro y lleno de baches qué no podía ver, miedo de encontrarme con lo qué hay fuera de ésa burbuja en la que Mello siempre ha querido encerrarme. No, le odiaba con toda la fuerza de mis sueños devastados por su propia mano pero le anhelaba por las esperanzas de volver a soñar algo mejor.

-Tengo miedo de ti…-susurro, dándome la vuelta y encarando al sol directamente, mirando la belleza de sus rayos pero sintiendo lo letales de los mismos en mi piel.

Mello era un sol demasiado brillante, un sol que había secado poco a poco mi valentía y sembrado miedo y resentimiento a su paso y a la vez era como la Arena de éste desierto: Escurridiza pero suave, incluso tornándose plácida a los últimos minutos de vida. Mello era un Hombre de Arena lleno del calor del sol, así de letal y peligroso era ése hombre con el mismo océano en medio de la tormenta por ojos. Una tormenta qué siempre estaba acechándome y a la vez disputándose partes de mi cuerpo, empujándome a los límites sólo para ver qué tanto resistía antes de finalmente despedazarme. Cierro los ojos y trato inútilmente de refrescar mi árida garganta una vez más antes de finalmente entregarme a las manos suaves, cálidas y mortales de mi único amor.

Y al final, ni siquiera había sido la falta de agua o el calor extremo lo que me habían matado.

Irónicamente, a mí alma la había secado la falta de amor…

Mi corazón se había marchitado por el dolor de la traición.

Y finalmente, sin más por lo cual luchar, acabé desmoronándome nuevamente en los brazos de mi asesino con una sóla y única esperanza.

El volver a soñar, al menos una vez más.

Por primera vez en veinticuatro años, me despierto rodeado por el alivio y no por la incertidumbre.

Un alivio tan fresco y revitalizante, un alivio que se extiende por todo mi pecho refrescándolo con fuerza hasta que finalmente acabo atragantándome con ése mismo alivio y me veo forzado a abrir los ojos sólo para captar un destello borroso pero bien conocido irguiéndose justo por encima de mi cabeza. Algo tira de mí con fuerza… bueno, alguien. Y ése alguien empieza a estampar su mano una y otra vez contra mi espalda, casi sacándome los pulmones por la boca con cada golpazo cuya fuerza no me parece normal. Es más, podría calificar esto como un desquite bajo y ruin pero bastante bien planeado tomando en cuenta de que a) Él me había salvado nuevamente lo cuál me hacía deberle mi maldita vida tres veces de corrido y b) Seguramente se encontraba profundamente furioso por haberle desafiado de tal manera tomando en cuenta de que él es Mihael Keehl y todo aquel que le desafíe termina muerto o en el hospital. Por el momento me limito a escupir agua por la boca hasta que el aire puede entrar nuevamente en mis pulmones.

Pestañeo, disipando las lágrimas que se me han saltado topándome con dos duros zafiros atravesándome con la fuerza despedazadora de las olas en medio de una turbia tormenta y sin más, me arroja contra aquella superficie suave y acolchonada en la qué voy a rebotar antes de ponerse de pie y empezar a caminar por aquella habitación, pasándose las manos por el pelo para finalmente tomar una barra de chocolate y empezar a comerla de manera furiosa. Parpadeo ajustándome lentamente a la poca y tenue cantidad de luz de aquel lugar y examinándolo de forma rápida: Colores dorados, perla y crema predominaban en la decoración sin mencionar los finos muebles y acabados del mobiliario alrededor y los elegantes cuadros colgando de la pared pero no es eso lo qué llama mi atención sino la botella de whiskey que está a la mitad sobre una mesa a los pies de la cama y sé perfectamente lo qué eso significa: Mello no está furioso… no, por supuesto. No hay palabra qué describa su ira ahora mismo.

-¿Quieres decirme cómo se te ocurrió hacer semejante idiotez?-pregunta, rompiendo la aparente quietud y con su tono lo más sereno posible siendo él Mihael Keehl.-¡Te hice una pregunta, joder!

Cuando menos siento, lo tengo tomándome de la barbilla con fuerza y obligándome otra vez a enfrentarme con ésos ojos duros y fríos, enfrentándome al odio que se desprende de todo su ser. Paso saliva y siento la humedad detrás de mis ojos, pero me presiono a ser fuerte… lo suficientemente fuerte para no volver a derrumbarme delante de él. Esto era una guerra y ambos los enemigos, no podía darme el lujo de mostrarle debilidad.

-¡Porque quería escapar de ti! ¡¿Qué te crees qué soy?! ¡Ya no soy tu maldita mascota! ¡Entiéndelo de una buena vez, Mihael!-le grito, empujándolo a un lado y poniéndome de pie pese al mareo que amenaza con tumbarme al suelo.

Él retrocede no creo que a causa del empujón sino quizá a causa de mi reacción tan descontrolada pero… no puedo preocuparme por ello. No debo o eso sería demasiado peligroso, incluso estar aquí de pie frente a frente absorbiendo toda la dureza de su mirada podría considerarse un acto suicida y mi corazón es más que consciente de ello. Lo veo apretar sus labios en una fina línea y de dos zancadas lo tengo de nuevo frente a mí, sólo que ahora sus ojos brillan con algo mucho más allá del odio y que raya en… en la perversidad.

-¿Qué estás…? ¡Suéltame!-le grito, pero ya es tarde: Lo tengo justo encima de mí, aplastándome contra la cama e inmovilizándome con su cuerpo.-¡Quita, imbécil! ¡Quita de…! ¡Argh!-gruño, cuando presiona con su rodilla… justo en mi entrepierna.

Me quedo inmóvil, mirando fijamente sus ojos mientras siento como empieza a arderme la cara con una furia que incluso siento que las mejillas van a reventárseme debido al calor… “P-Pero… ¡¿P-Por qué hice eso?!” pienso, apretando con fuerza la boca como si así fuese a evitar que aquel sonido siguiera haciendo eco dentro de mi cabeza. Cierro los ojos y desvío la mirada, incapaz de resistir mi propio reflejo indefenso y aterrado en las pupilas ajenas qué degustan con placer el sabor de mi humillación… la humillación más baja y mezquina qué me ha hecho hasta el momento. Me muerdo el labio intentando qué no tiemble y lucho… lucho con todas mis fuerzas por retener las lágrimas pero jamás me había sentido tan usado.

-¿No lo eres, Matt? ¿No fui yo quién te hizo gemir aquella noche? ¿Ya se te olvidó cómo me pediste por más? ¡¿Y ahora vienes a decirme qué no tengo derecho alguno sobre ti?!-me gruñe, apretando con tanta fuerza mis muñecas que en verdad empieza a hacerme daño y moviendo su rodilla en círculos, enviando choques eléctricos por todo mi cuerpo que se estremece de forma involuntaria.

Agacho la cabeza, intentando ocultar mis ojos de aquel hijo de puta… no, no podía, mi corazón no podía seguir colgando entre el odio y la desilusión, saltando de aquí hacia allá cada vez que a él le diera la maldita gana. Aprieto las manos en dos puños, tragándome toda aquella amargura que tan sólo acabará haciéndome daño y al final decido hacer lo que nunca pensé qué haría: Atacarle, hacerle tanto daño como él a mí.

-Te dije…-mascullo, temblando de pura rabia y sintiendo las lágrimas finalmente quemarme las mejillas.-¡Qué te quites de encima, bastardo! ¡No soy una de tus putas!

Y ante su expresión burlesca y llena de arrogancia, consigo zafar una de mis piernas encajándole un rodillazo en pleno estómago para empujarlo al suelo, irguiéndome con toda la dignidad de la qué soy capaz mientras tiemblo apretando los puños… sintiéndome aún más roto por el hecho de haberle pegado y verlo retorciéndose en el suelo que por el hecho de que él se atreva a usarme de ésa manera.

-Podrás consentirme, humillarme, golpearme… ¡Pero yo nunca dejaré de odiarte!-le grito, con todas mis fuerzas y por un segundo, sus ojos parecen fragmentarse y dejarme entrever un rastro de humanidad.

Pero ése segundo se esfuma con la rapidez de un parpadeo y ahora es sustituido por veneno puro y líquido extendiéndose por sus pupilas, tiñéndolas del azul más oscuro y desastroso qué jamás les vi y sin previo aviso, una bofetada se estrella contra mi mejilla volcándome contra el suelo. Parpadeo desorientado llevándome la mano a la mejilla que de inmediato empieza a inflamarse, justo como la última vez… estoy en shock, no puedo creer que haya vuelto a atreverse a hacerme eso de nuevo. Me vuelvo a verlo por encima del hombro pero retiro el rostro de nuevo cuando un puñado de papeles me caen sobre la cara de golpe, con furia y sin medida.

-Ódiame, Mail… ódiame todo lo qué quieras pero al menos que sea por algo que sí valga la pena.-me dice, mirándome de una manera que simplemente… simplemente me deja claro cuánto quisiera verme muerto.

Se da media vuelta, coje algo del buró tumbando una lámpara al suelo a la que poca importancia le da y sale dando un fuerte portazo de aquella habitación… mientras yo nada más me quedo tumbado, tratando de siquiera hallarle sentido a algo de lo qué acaba de pasar pero simplemente no puedo. No puedo comprender cómo fue que llegamos a tal punto en que si ambos estábamos juntos era nada más para destruirnos el uno al otro sin importar el medio ni el daño. Me incorporo lentamente, cogiendo uno de aquellos papeles y leyéndolo mientras varias lágrimas caen sobre el papel, estropeando la tinta. Me seco las mejillas con el dorso de las manos y enfoco la vista, tratando de descifrar las palabras y cuando lo hago el papel cae de mis manos mientras más lágrimas se derraman por mis mejillas.

-Mello…-es todo lo qué digo, abrazando mis rodillas y queriendo desaparecer en ése mismo instante.

La brecha finalmente se había abierto.

POV’s Mello:

Salgo de aquella habitación dando un portazo con todas mis fuerzas pero una vez afuera… aquella máscara de aparente indestructibilidad se cae al suelo y casi puedo escucharla haciéndose añicos. Cierro los ojos, inspirando una gran cantidad de aire para finalmente sentarme contra aquella puerta de madera y dejar caer la cabeza contra ésta, soltando una maldición por lo bajo antes de que un par de sollozos interrumpan la aparente calma del lugar. Aprieto los puños con fuerza, llenándome de aquella rabia sólo que no era contra él. Jamás era contra él y aún así pasaba todo el rato tratando de empujarlo a creerse que así era.

-¿Por qué mierda sigo haciendo esto?-pienso, mirando mis manos fijamente y leyendo en cada simple línea el nombre de cientos de todas las personas a las que había matado.

¿Qué quería? ¿Matarlo? ¿Qué me odiara? “Es mejor qué te vea por lo que eres: Un simple asesino” me recuerda mi consciencia… o al menos la poca que me quedaba y por primera vez en más de diez años decido escucharla pero ahora es ella quién se calla. Se calla para dejarme escuchar los sollozos claros y bajitos que se filtran a través de la puerta, se calla para dejarme escuchar hasta dónde llega el alcance de mi orgullo y de mi propia cobardía. Y como no puedo ser débil, me refugio en la ira contra mí mismo y contra el mundo entero. Incluso empiezo a culparlo a él… sí, Matt tenía toda la culpa de toda ésta mierda. Él tenía la culpa de confundirme con sus miradas, tenía la culpa de ser mi punto más débil, tenía la culpa de hacer tantas idioteces que me sacaran de quicio, tenía la culpa de venir a aparecerse en el momento menos indicado cuando ya tenía casi toda mi puta vida resuelta. Y también tenía la culpa de seguir haciendo que éste corazón marchito siga latiendo por él y su torpeza que, joder, sólo a alguien tan retorcido como yo podría paracerle atractiva.

“Maldito seas, Matt… maldita la hora en qué te atraveaste en mi camino con ésos enormes ojos de perro pateado” pienso, soltando otro suspiro seguido de una amarga carcajada ante la situación: Aquí me tenían… a mí, Mihael Keehl, el mafioso más sanguinario y cruel después de Al Capone sentado fuera de la habitación de un hotel a total merced de un maldito crío que era capaz ponerme a hervir los cojones en un tiempo récord. De seguro si alguien me viese ahora mismo se moriría de risa al verme reducido a un maldito idiota enamorado mendigando siquiera un poco de atención. Tantas veces burlándome de ésos imbéciles llevándoles flores a sus novias y comprando regalos para acabar incluso peor que ellos, la vida no tenía límites a la hora de hacerme tragarme mis propias palabras. Me paso la mano por el pelo, tratando de despejar mi mente pero era imposible no pensar en las marcas en el cuello de Matt y sobre todo aquel gemido tan jodidamente excitante que había salido de su boca en aquel instante.

“¿En verdad pensaba violarlo?” pienso y mirando hacia ambos lados para cerciorarme de encontrarme solo, abro las piernas y miro pero el bulto que se había formado al oírle gemir ya se había esfumado. “¡Maldita sea! ¡Eres un maldito Mail Jeevas!” pienso, golpeando con un puño el suelo lleno de la más grande de las frustraciones: Ése jodido pelirrojo era capaz de arrastrarme como a su maldita muñeca de trapo y lo peor del caso es que él ni siquiera parecía darse cuenta de eso. No parecía darse cuenta de que ardía en deseos de siquiera volver a tocarle pero estaba prohibido… ¡Estaba prohibido, puta madre! Estaba prohibido para mí el amor, yo no sabía qué mierda hacer con eso. Con el sexo, con las matanzas, con el odio… especialmente conocía y me refugiaba en el odio pero el amor era como un maldito veneno que una vez dentro te hace querer más y para Matt y para mí jamás existiría ése “más”… no, ni siquiera existía el “Matt y yo” eso simplemente había sido una bonita fantasía mientras había durado la infancia pero ahora todo era diferente. Todo había cambiado.

‹‹Podrás consentirme, humillarme y golpearme… ¡Pero yo nunca dejaré de odiarte!››

La expresión de su rostro, el calor en las mejillas… un poco más y casi pude dilucidar ése agresivo tono de negro en sus ojos escupiéndome ésas palabras a la cara con tal convicción que simplemente no pude evitar tambalearme pese a estar acostumbrado a recibir palabras bruscas y odio a montones desde que tenía memoria. “Si en verdad me odiases… no, no lo haces. Sólo me temes” concedo pero eso tampoco era mejor a tener su desprecio. Quizá sabría manejar todo mejor sabiendo que me odia pero Matt es incapaz de sentir algo tan destructivo por su misma personalidad inocente y hasta cierto punto bastante torpe… pero el miedo era algo igualmente poderoso. Miedo era todo lo que veía en sus ojos, un miedo tan grande y palpable que acababa por absorberme en él y acrecentar mi odio hacia mí mismo. De una u otra forma, él y yo estábamos conectados de una forma que sólo servía para hacernos mierda el uno al otro. “Me está llenando de más odio el verte destrozado… por mí” pienso, frotándome las sienes que parecen a punto de estallar de tanto pensar en cabellos pelirrojos y ojos esmeraldas.

-A la mierda…-me digo, levantándome de aquel lugar y mandando aquellos pensamientos a un lugar oscuro para cuando de verdad me interesara en algo.

“Un trabajo, eso es todo” me recuerdo, acomodándome la chaqueta y dirigiéndome al elevador mientras muerdo una barra de chocolate: Averiguaría quién mandó ésos misiles, me encargaría de que la vida de Matt volviese a su puesto y sería todo. Luego de eso ni él ni yo volveríamos a vernos y todo esto quedaría como una de ésas vacaciones nada memorables. Trabajo, simplemente eso era el pelirrojo y como tal tenía qué hacerlo bien porque después de todo yo era no Mihael Keehl ni tampoco Mello, ésos dos estaban muertos desde hacía mucho. Yo era un cuervo hecho para asesinar y luego ser asesinado, yo no podía sentir: Sólo odiar y absorber la sangre derramada. Eso era yo y ni siquiera Matt podría cambiarlo. Él y yo no pertenecíamos ni al mismo mundo ni a la misma frecuencia ni a la misma nada. Él y yo no podíamos estar juntos sin destruirnos el uno al otro de alguna u otra forma y creer que eso nos unía más.

Él y yo éramos criaturas diferentes: Él un ser humano de carne y hueso, yo un simple ser de arena fría y hueca. No había espacio para un corazón ni para un sentimiento.

Así de simple.

-¡Bebe! ¡Bebe! ¡Bebe!-gritaban todos los presentes, mientras yo me empinaba aquel enorme vaso lleno de cerveza irlandesa mientras un escorpión avanzaba por mi brazo cada vez más rápido.

Cierro los ojos y me empino el vaso, bebiendo todo aquel trago regio de un solo golpe sintiendo como se va derechito a mi cabeza agitándola y por ende haciéndola olvidarse hasta de cómo había llegado ahí. Me deshago el vaso de los labios y con el cojo al escorpión, dejándolo atrapado entre las paredes de cristal y la barra sucia ante la vista de todos.

-¿Alguien más?-pregunto, alzando los brazos pero nada más recibo cientos de gritos como respuesta y no sé porque, me empiezo a reír a carcajadas.

-¡Sí! ¡Yo!-grita una voz y todo el mundo se vuelven a ver la dirección desde dónde ha provenido el grito, incluyéndome y no puedo contener una carjada.-¡Yo tengo un reto para ti!

-¿Ah, sí? A ver dime…-le digo a aquella chica con un sombrero y acento sureño qué de inmediato se sube a la mesa conmigo y me sonríe con picardía.

-Te reto a… ¡Beber cerveza!-me dice y la gente se echa a reír, incluyéndome porque realmente eso es lo qué he pasado haciendo toda la maldita noche.

-¿Sólo eso? Perdiste tu dinero…-le digo, tomando una garrafa de cerveza pero antes de que pueda siquiera pegármela a los labios, ella me la arranca bebiendo un enorme trago y después se me cuelga del cuello para besarme y rociarme un chorro de cerveza en la boca.

Me tambaleo un poco cuando se monta encima de mí, enroscando sus piernas en mi cintura pero cuando recupero el equilibrio, la sujeto de la cintura y empiezo a devolverle aquel beso… bueno, yo preferiría llamarlo un beso de perro ya que mi lengua penetra la boca de aquella mujer cuyo nombre ni siquiera conozco con la misma violencia de mi cuerpo qué ya ha empezado a calentarse… hasta que el recuerdo de aquel gemido se abre paso incluso a través de la niebla de la ebriedad y me hace abrir los ojos, sólo para darme cuenta de que a quién sujetaba y casi me follaba con tanta desesperación no era sino una mujer y no él… no era Matt y aquello fue suficiente para hacer desaparecer cualquier atisbo de excitación que pudo haber existido en el momento. Me aparto de los labios de aquella mujer, soltándola y dejándola caer de sentón al suelo ante la atenta mirada de todos los presentes que se quedan en un silencio sepulcral.

-¡¿Qué te pasa, idiota?!-chilla aquella mujer, terminando de sacudirme al menos un céntimo de ebriedad para recobrarme.

-Gané, suficiente por hoy.-le digo, bajándome de la mesa y poniéndome la chamarra encima.-Caballeros, creo que esto es mío…-les digo, tomando el dinero de las apuestas qué me pertenece.-Bonito día a todos.

Me despido con un gesto y salgo de aquel lugar… o eso me parece, porque voy tambaleándome un poco y necesito ayudarme de las paredes. Veo aquella línea de coches en la calle, maldiciendo porque no alcanzo a distinguir el mío entre todos ellos y el frío mañanero me está calando hasta el tuétano y ¡Puta madre! Ya era de día y yo seguía perdiendo el tiempo. Necesitaba regresar ahora mismo.

-Maldita sea…-mascullo, aferrándome del retrovisor de un coche hasta darme cuenta de qué era el mío.-¡Al fin, joder! Ya era hora de que aparecieras, ¿cómo se te ocurre irte a esconder? ¡¿Qué no ves que he estado bebiendo?! Ahora… conduce y llévame con… Matt…-le digo al coche entre hipidos y varias personas voltean a verme.-¡¿Y ustedes qué?! ¿Acaso es ilegal darle amor a mi coche? ¡Dejen de verme, imbéciles o juro qué voy…!

Revuelvo mis bolsillos buscando mi arma pero los muy hijos de puta ya se han ido… bueno, supongo que para otra ocasión serían los balazos. Me subo al coche dejándome caer en el asiento de atrás hasta que recuerdo qué yo debo manejar pero he bebido. “Yo puedo hacerlo…” me digo, soltando un quejido y arrastrándome hacia el asiento de adelante y acomodándome lo mejor qué puedo…

-¿Y ahora qué sigue…? ¡Llévame con Matt! No, espera… ¡Matt no me quiere!-mascullo, escondiendo el rostro tras las manos.-Pero tú sí, ¿verdad? Tú sí me amas porque soy sensual… ¡Soy sensual! ¿Por qué Matt no me quiere? ¡Ya sé! Iré y… y lo voy a follar y seguro así va a quererme… ¡Sí! ¡Te amo, coche! Ahora, llévame con Matt.-le digo pero el coche sigue quieto.-¿Hola? ¿Cochecito? ¿Me oyes? ¡Llévame con Matt! Ah, no espera… ¿qué es esto? ¡Sí! Te conduciré yo, porque… me gusta montar cosas…-le digo, mirando las llaves tintinear en mis manos.-¡A la carga! ¡Yuju!

Enciendo el coche y el camino, hago muchos pero muchos amigos… ¡Algunos hasta me sacan el dedo! Pero lo importante es qué voy a por Matt y le diré una sola cosa y una sola cosa:

¡Su trasero es hermoso!

POV’s Matt:

-Ugh…-mascullo, revolviéndome entre aquellas sábanas esperando volver a dormirme. Pero el dolor en mis tripas no me deja, recordándome qué no he probado bocado en cuatro días.-Rayos…

Abro un ojo y luego el otro lentamente, tallándomelos con fuerza sintiendo el ardor que se extiende por ellos como mil demonios. “Eso me pasa por llorón…” pienso, suspirando y parpadeando mientras trato de recobrar del todo el conocimiento y recordar dónde me encontraba. Y cuando lo hago, doy un pequeño respingo y no sé por qué, me arden las mejillas y vuelvo a hundirme entre las sábanas esperando no haber sido descubierto. Me quedo cubriéndome con las mantas un par de segundos más hasta que nada más se escucha el sonido nde la calefacción pero nada más. Vuelvo a asomar la cabeza lentamente recorriendo aquella habitación encontrándola totalmente desierta a excepción claro de mí. “¿No ha llegado aún…? ¿Qué podría tenerlo fuera toda la noche?” pienso, viendo el reloj en buró y viendo que eran casi las cinco y media de la mañana y ni rastros del rubio.

Me muerdo el labio y vuelvo a ver los papeles ahora acomodados a un lado, recordando aquel descubriento que le daba respuesta a casi la mayoría de mis preguntas salvo al ataque de Ellie. Dando un suspiro aparto las sábanas y me estiro un poco, sintiendo mis articulaciones protestar ante el esfuerzo y a mí estómago volver a contraerse de dolor ante la falta de alimento: Bien podría comerme una vaca entera el día de hoy. Me dirijo a una pequeña nevera debajo del mueble de la tele, abriéndola y quedándome boquiabierto al contemplar su único contenido: Chocolate, chocolate y más barras de chocolate que a penas y parecían caber en el reducido espacio. Nada más. Al menos no nada que yo puedise comer porque no era demasiado partidario de la azúcar pero sí de la grasa obstruye arterias y de eso aquí no había nada. Cierro dando un suspiro, frotándome las sienes y recordando que vivir con un chocomaníaco tenías sus desventajas.

“Dudo qué haya algo abierto a ésta hora… bueno, ni siquiera sé dónde estoy para empezar. ¡Y quiero mis cigarrillos! ¡Maldita sea!” pienso, mordiéndome las uñas y sintiendo la necesidad de fumar… ¡Necesitaba hacerlo pero ya! Me asomo a la ventana viendo un montón de luces todas coloridas, robándole el protagonismo al mismo sol que ya empezaba a ponerse a lo lejos y dejándome inclusive más deslumbrado: Jamás había visto tanto color… y a la vez tanta lujuria encerrada en un solo lugar. Todo estaba repleto de casinos, hoteles y clubes de entretenimiento para mayores y ya no me quedaba duda alguna: Estábamos en Las Vegas, un lugar perfecto para alguien como Mello. “Un segundo…” pienso y mi corazón se estruja cuando empiezo a divagar más en la posibilidad de qué podría tener tan ocupado al rubio. Se me escapa un pequeño gemido y fijo la vista en un enorme cártel de luces de neón qué ponía: ‹‹Las chicas más sexys y flexibles del mundo, ¡pase adelante y compruébelo usted mismo!›› el estómago me da un vuelvo y retrocedo, sintiendo  el rostro pálido.

“V-Vale, y en t-todo c-caso ¿eso a mí q-qué?” pienso pero entre más lo pensaba… más me enojaba y más ansiedad me daba. Si no conseguía un puto cigarrillo ahora mismo iba a comerme las uñas enteras y a destrozar la habitación. Mi estómago chillando a cada dos minutos tampoco mejoraba la situación pero tomando en cuenta de que ahora tenía a la mitad de los Estados Unidos sin contar a otros muchos países siguiéndome el culo, salir a la calle sería un suicidio sin mencionar que acabaría perdiéndome y sepa Dios cómo iba a ponerse Mihael ésta vez si nada más me iba. “Pero él se fue. Y con putas” pienso y aprieto los puños, mirando la puerta de nueva cuenta y mordiéndome el labio… si tenía hambre podría llamar a servicio al cuarto pero nada me garantizaba que los mafiosos ya no hubiesen saboteado incluso el servicio del hotel y sólo estuviesen esperando nuestra llamada para mandar a una asesina vestida de mucama. O quizá se estaban dirigiendo acá ahora mismo y Mihael iba a venderme y por eso se había ido… ¡No! Y quizá ya hubiesen ubicado a Elle y a Light y a todos los demás y los tuviesen secuestrados y… “Vale, ya, te estás poniendo paranoico” me digo, inspirando hondo e intentando calmar mis nervios.

Sacudo la cabeza y decido que lo mejor es irme a dar una ducha: Si había sobrevivido a la noche dormido y sin vigilancia de Mihael, era porque éste debía tenerlo todo controlado y seguramente se había ido a atender asuntos importantes. “O vaginas importantes” vuelve a recordarme mi consciencia y le saco la lengua, tomando una toalla y dirigiéndome al baño para asearme un poco ya que me sentía sudoroso. Enciendo la luz y olfateo el suave olor a rosas silvestres y ésa mínima acción sirve para bajarle a mis nervios. Pongo a calentar el agua y decido que voy a darme un baño de tina, poniéndole sales de baño al agua que curiosamente son de mis favoritas con olor a cítricos pero intento no darle muchas vueltas al asunto. Me dirijo al espejo y empiezo a sacarme la ropa, quedándome únicamente en bóxers y poniéndome rojo al ver que probablemente se traten de los de Mihael y no quería ni enterarme de cómo habían llegado hasta ahí sin que eso involucrase el que el rubio ya me hubiese visto totalmente desnudo y quizá… doy un suspiro cambiando abruptamente el rumbo de ésos nada sanos pensamientos y contemplo mi reflejo: Todavía tenía varios moretones y cortaduras de las peleas pasadas con Mello y el rostro de color rosa debido a las quemaduras ocasionadas por el sol del desierto, pero en general me miraba normal.

“Bueno, quizá un poco más delgado…” pienso, dándome la vuelta y contemplándome de todos los ángulos frunciendo un poco el ceño al darme cuenta de la diferencia abismal entre Mello y yo: Él con su cuerpo musculoso y yo con el mío de espagueti cada vez más flacuchento. Doy un suspiro y me miro fijamente, estudiando mis ojos y sorprendiéndome un poco al encontrar aquel brillo… aquel brillo que nos les miraba desde hacía bastante tiempo y creía extinto. Los ojos de un niño travieso, los ojos de un niño feliz. El descubrimiento me aturde bastante que me olvido de que la bañera está llenándose hasta que escucho el agua empezar a caer en el suelo y a inundar el resto del baño.

-¡Mierda!-chillo, corriendo hacia la bañera y tropezando en el intento, mirando el desastre de jabón y burbujas regado por todo el suelo-Bueno, al menos es un hotel…-me consuelo, rascándome la nuca y seguro de que Mihael iba a estallar de todos modos.

“Vale, ahora que ya sé la verdad… quizá debería proponerle trabajar juntos y dejar la guerra de lado. Sigo molesto y todo, pero…” pienso, mordiéndome el labio y metiendo las manos dentro del agua, tratando de sopesar ésa posibilidad y enrojeciéndome de nuevo ya que eso significa pasar más tiempo a su lado y… “Alto, ya déjate de idioteces” me reprendo, al darme cuenta de que nuevo ya empezaba a fantasear como una maldita colegiala enamorada y eso era abslutamente peligroso sin contar el hecho de que el abismo entre nosotros ahora era inclusive más grande que la puta China y Rusia juntas. No, lo mejor era que tratase de ser profesional y proponérselo de una manera que nos beneficiase a ambos pero no lograba encontrar algo con qué negociar y que a él pudiera interesarle más allá de… el sonido de la puerta abriéndose y varias cosas cayéndose al suelo me hacen dar un respingo y de inmediato busco a mí alrededor, encontrándome con un pequeño aparato de electrochoques parecido a una rasuradora eléctrica a un lado. Me seco las manos y lo cojo sin pensar, ya que no sabía si serían los mafiosos o el mafioso al que yo esperaba.

-¡Me cago en su puta!-se escuchó un bramido por todo el apartamento y dando un suspiro de alivio, abro un poco la puerta asomandose para ver a un rubio dejándose caer sobre la cama y luego ver a todos lados confundido.-¿Y ahora dónde está?

Me muerdo el labio y de nuevo me sonrojo, ya que si venía a revisar el baño ahora mismo me vería… “Rayos” es todo lo qué pienso, cogiendo una bata de baño y cubriéndome con ella a pesar de tener los bóxers puestos. No podía imaginarme ésos ojos predadores recorriéndome sin más ropa que la interior… el pensamiento no hace sino aumentar la presión sanguínea en mis mejillas poniéndome más nervioso y haciéndome rabiar al mismo tiempo ante mis pensamientos tan idiotas y descoordinados en presencia del rubio.

-¿Eh…?-mascullo, cuando lo veo maldecir para posteriormente ponerse el móvil contra la oreja y empezar a balbucear algo inintelegible al principio por lo que decido abrir un poco más la puerta y así poder escuchar mejor…

-¡¿Qué?! ¡¿Y por qué mierda estás avisándome hasta ahora, Rodd?! ¡Pueden irse todos ustedes a la mierda!-gruñe el rubio y siento pena por el pobre Rodd y su tímpano.-¡Ya te dije qué no! Yo mismo pienso entregar al idiota… Sí, y más le vale tener el dinero listo. ¡No me importa lo que tengas qué hacer!, sólo hazlo y ya! No Rodd, ya estoy fastidiado de ser su puta niñera… por supuesto que lo entregaré yo mismo, ¿acaso me crees imbécil? ¡Cómo sea! Dile que yo tengo al pelirrojo y ya se lo vendí al mejor póstor. Punto.

“Pero… ¡¿Qué mierda está diciendo?!” mis ojos se abren como platos a medida sigo escuchando sus palabras, que se clavan en mi corazón como pequeños cristales remojados en ponzoña y finalmente acaban por disparar su furia asesina calcinando todo a su paso. Aprieto las manos en dos puños, imaginándome que es el pescuezo de Mihael y lo aprieto hasta que la cabeza se le pone azul y a punto de estallar… sí, como me gustaría eso. “Pues qué ni loco crea que lo dejaré venderme” pienso, cerrando la puerta y cogiendo mi ropa… bueno, su maldita ropa a toda velocidad y escondiéndome el aparato de electrochoques en la espalda baja sintiendo la furia encenderse cada vez más en mis venas. Me miro en el espejo antes de salir, inspirando hondo y tratando de componer una expresión menos homicida antes de salir y cerrar de un portazo, atrayendo la atención del rubio que me mira con una ceja arqueada, recorriéndome de pies a cabeza como solía hacerlo, asqueándome y enfureciéndome más pero consigo mantener una expresión neutra.

-Lo siento, ¿te desperté o algo?-le digo, acercándome lentamente y analizando cada ángulo de la situación. Me fuerzo a sonreírle mientras camino con aparente despreocupación.

Él niega con la cabeza y sigue mirándome de ésa manera tan… descarada y bastante perturbadora y a pesar de querer lanzármele encima para destrozarle la cara por traidor e hijo de puta, me limito a seguirle sonriendo hasta que en un acto completamente inverosímil él hace lo mismo y se pone de pie, extendiendo sus fuertes brazos como si fuese a abrazarme y se ríe un poco. No una risa socarrona… sino la misma risa que tanto recordaba y que de la impresión me deja plantado en el suelo, totalmente descolocado y olvidándome de mi verdadero propósito mientras sigo viéndolo a avanzar hacia mí con una expresión relajada. Sonrío ahora de veras y casi siento ganas de llorar… unas ganas que fueron reemplazadas por la ira nuevamente como si me hubiesen dado una patada directo a las pelotas. “¡Maldito cabrón!” pienso, viendo los ondulados cabellos castaños que todavía llevaba prendidos de su ropa y aún así… ¡¿El muy bastardo se atrevía a querer abrazarme?! ¡Era el colmo! Me llevo las manos atrás de mi espalda, tanteando el aparato de electrochoques e inspirando hondo.

-¡Matty! ¡Ven aquí! Me da la impresión de que debería hacerte un cacheo…-me dice con una enorme sonrisa y espero… espero que siga caminando hacia mí como si nada hasta que finalmente lo tengo al menos a unos diez centímetros.-¡Dame un…! ¡Argh!

-¡Vete al diablo!-le digo, rozándole el cuello con aquella cosa y viéndolo caer fulminado al suelo retorciéndose como un pescado recién sacado de agua. Retrocedo totalmente aterrado, viendo que sus ojos se ponen en blanco antes de dejar de retorcerse y quedarse completamente inmóvil en el suelo…-Ay, no. ¡Lo maté! ¡Mierda! ¡No!-arrojo aquella cosa lejos mirando con una ansiedad cada vez más palpable el cuerpo de Mello.-¿Mihael? Si estás muerto dime algo…-me atrevo a picarlo con el dedo… sigue caliente, pero sin moverse y eso es lo perturbador del caso.-¡Despierta, imbécil!-le grito, zarandeándolo un poco pero nada.-¡Maldición!

“Bien, qué no cunda el pánico… he visto muchos casos policiales, lo primordial es ocultar el cuerpo para que no huela mal y…”

-Matt, ¿qué carajos…?

-¡Muere, muere, muere!-chillo, dando un salto y volviendo a rozar su piel con el aparato hasta que escucho su cuerpo darse duro contra el suelo.-No, ¿qué? ¡Espera, Mello! ¡No te mueras!-digo, zarandeándolo pero sigue inconsciente.-¡Púdrete entonces! ¡Tú me asustaste y ahora te mueres, maldito hijo de…!

Toc, toc.

Dejo de zarandear a Mello, escuchándolo caer contra el suelo y mirando la puerta fijamente mientras siento que todos mis órganos se desploman a mis pies y el color abandona mi rostro e incluso mi pelo. Incluso, estoy seguro de que acabo de volverme albino y ya hasta parezco gemelo de Near debido a mi palidez.

-¿Hola? Es el servicio al cuarto.-dice una voz suave al otro lado y me llevo las manos a la cabeza hiperventilando.-¿Puedo pasar?

-¡No! ¡Estoy desnudo!-le grito sin pensar, sintiendo el color volviendo con violencia a mi cara pero a la vez una idea empieza a bullir dentro de mi cabeza.-¡Sí! ¡Estoy desnudo porque acaban de violarme! ¡Debe llamar a la policía!

-¡Oh, por Dios! ¡Entraré ahora…!

-¡No! Estoy esposado a la cama y…y… me da vergüenza porque soy hombre y otro hombre me violó y estoy teniendo un momento verdaderamente gay aquí y… ¡Llame a la policía!-le digo, tomando a Mello de los pies y empezando a arrastrarlo a la cama, con mi espalda crujiendo ante su peso.-¡Joder!-mascullo, cuando mi espalda baja chasquea.

-¡Iré ahora mismo! ¡Resista por favor!-chilla la mujer y escucho sus pisadas alejándose… y reviento a reírme con todas mis fuerzas hasta que me duele la panza.

-Ésa sí fue buena, pero ahora… me las vas a pagar, idiota.-digo, mirando al inconsciente Mello aún tendido en el suelo y sonriendo.-Ésta va por venderme. Y por la broma de Wammy’s, ahora sí ya estamos a mano.

Lo tomo de los hombros, echándome su peso sobre los míos y al menos después de cinco minutos forcejeando consigo arrojarlo sobre la cama, en donde se desploma y me tomo un segundo para contemplar su rostro: Pacífico, calmo e incluso… incluso dolorosamente bello. Le aparto los cabellos de la frente con delicadeza y contemplo su rostro a fondo, detallando su mandíbula fina y a la vez definida, su nariz recta y sus pómulos marcados haciendo de él un hombre totalmente irresistible y varonil.

-Y totalmente idiota.-me digo, ignorando su belleza y revolviendo en los bolsillos de su chaqueta hasta dar con el móvil, unas llaves y un fajo de billetes tan grueso que me aturde por unos segundos.

“Es ahora o nunca, pero antes…” pienso, mirando de nuevo al rubio y sonriendo de la misma forma que lo haría lo haría el Grinch. Empiezo a silbar, asomándome a la ventana y más que seguro que me quedaban al menos quince minutos antes de que llegaran las patrullas y aquella mujer no se asomaría aquí nuevamente debido a que parecía bastante alterada antes de salir corriendo así que me dirijo al baño cojiendo un par de pétalos de rosa secos que servían para aromatizar el baño y teñían los dedos y los tomo, dejándolos en agua y viendo como ésta se tiñe de rosa. Y vuelvo a sonreír.

-Ahora sí… ya estamos a mano.

Y me concedo una genuina carcajada que honraría a BB por todo lo alto.

-¡Hola! Bienvenido a McDonald’s, ¿qué desea ordenar?-me pregunta la amable dependienta, viéndome más de lo que la buena educación o su trabajo exige.

Intento ignorar sus intentos de violación centrándome en el enorme menú por sobre su cabeza, sintiendo como se me hace agua la boca con cada combo hasta que al final me decido por la hamburguesa usual que siempre pido y que seguro va a causarme un ataque cardíaco o a taparme las arterias de grasa o causarme aumento en el colesterol cuando tenga cuarenta pero ¡A la mierda! Llevo muriéndome de hambre desde hace casi cinco días, seis horas y treinta dos segundos así que tengo derecho a comerme lo que se me pegue la regalada gana.

-Eh… sí. Quisiera una Big Mac BLT con doble de tocino, doble queso cheddar y triple carne con una orden extra grande de papitas fritas con extra sal y un refresco de Coca-Cola también extra grande. ¡Ah! Sí, y también quiero un McFlurry de galletas Oreo por favor.-le digo a la chica y mi estómago chilla en ése instante con desesperación.

Ella me mira pestañeando durante un segundo antes de cobrarme la orden e indicarme con demasiados pestañeos el esperar mi orden a un lado. Lo hago, mordiéndome las uñas de nuevo y seguro de que si no me dan mi orden en menos de diez minutos iba a entrar a la cocina a devorarme todo lo que tuvieran porque en verdad que estaba famélico y sólo la divinidad del tocino podría salvarme de ésta.

-Madre mía, ¿En verdad eso ha sido aquí? Tanto loco suelto, el mundo está acabado.-comenta una mujer detrás de mí, atrayendo mi atención.

-La juventud de estos días, Nikki, de seguro estaban haciendo una de sus orgías ahí dentro.-comenta otras, negando con la cabeza y volviendo a su tejido.

Giro más la cabeza, encontrándome con la pantalla de un televisor en una de las esquinas en donde pasan las noticias de último minuto y se ve a varios oficiales saliendo del Hotel Wynn sujetando a un guapísimo chico de cabello rosa y nada más vestido con un tutú para tapar sus partes privadas y casi me muero de la risa ahí mismo sin importarme las miradas extrañadas de la gente viéndome como a un chiflado… en definitiva las fotos valían oro y así también lo hacía el ver la humillación y la furia en la cara del rubio. Ya quería imaginarme su cara cuando le preguntaran por la supuesta violación que había cometido… sí, en definitiva la mejor puta broma del año. “Ellie ya se sentirá orgullosa de mí” pienso sin ocultar mi sonrisa y segurísimo de que también Elle va a agradecerme el haber capturado al Cuervo yo solito nada más con un improvisado tinte para el pelo y un tutú que conseguí de un equipaje robado.

-¡Orden número 173!-grita una mujer y vuelvo a enamorarme al ver la enorme bolsa entre sus manos y el helado en la otra.

Casi corro hacia ella, queriendo casarme con ésas bolsa de McDonald’s ahí mismo pero prefiero hacer algo más sexy: Comérmela delante de todo el mundo para mostrarles mi amor por las hamburguesas. Me voy a una mesa cerca de la vitrina, contemplando el día soleado y finalmente sacando a mi hermosa hamburguesa de tres pisos, rebosando de grasa pero eso es lo que la hace sensual a mis ojos y pasándome la lengua entre los labios, tomándola entre mis manos pero justo cuando estoy a punto de morderla…

-Qué tragedia lo que sucedió en el Wynn, ¿no lo cree?-dice una voz jodidamente seductora, quitándome el hambre de un golpe.

Alzo la vista lentamente, encontrándome con un extraño de pelo castaño detrás de mí, con unos enormes Ray-ban cubriendo sus ojos mientras finje leer el periódico pero la pequeña sonrisa burlona en su rostro me da a entender de que lo que le hace gracia no son precisamente los cómicos del domingo. Cierro los ojos, soltando un suspiro y devolviendo la hamburguesa a su puesto con lentitud con el corazón enredándoseme en la maldita garganta.

-Sí, bastante trágico pero no tanto como las fugas de prisión…-le digo, mirándolo con odio y la sonrisa en su rostro sólo se ensancha tocándome los cojones al instante hasta que de nuevo, mi brillante cerebro empieza a maquinar una bonita idea.-¿Sabes? Me pregunto qué diría el sheriff sentado al otro lado si se enterase o la mayoría de las personas aquí. Los prófugos siempre suelen ser peligrosos y estar armados…

Finalmente me vuelvo hacia él con una enorme sonrisa en mi cara que se esfuma al encontrarme con la suya ensanchándose también mientras se vuelve a verme, bajándose un poco las gafas para dejarme ver sus ojos brillantes con travesura y guiñarme un ojo… causándome un escalofrío en toda la columna y no precisamente a causa de los nervios.

-Tienes razón, los prófugos siempre suelen… ¡Tiene un arma! ¡Alguacil, éste hombre trae un arma escondida!-se pone a gritar como lunático, dejándome con la mandibula contra el suelo mientras empieza a llorar… justo como aquel día en la oficina de Roger.-¡Ayuda, por favor!

-¡Todo el mundo al suelo! ¡Y tú con las manos en la cabeza!-ruge el Sheriff, sacándose el arma de la funda y apuntándome directamente. Soy incapaz incluso de respirar.

-Eres un hijo de… ¡Hey! ¡Suelta! ¡No! ¡Es mentira!-empiezo a gritar, cuando un tipo regordete se me abalanza por detrás, tumbándome contra el suelo y pataleando con todas mis fuerzas.-¡Todo es mentira! ¡Él se acaba de fugar de la cárcel, es el de la tele!-grito, en un último intento por salir de aquel lío.

-¡Aquí está el arma, Sheriff!-dice el gordo, sacándome algo de el bolsillo trasero… algo tan pequeño y minúsculo que ni siquiera había notado.-¡Estaba armado!

-¡¿QUÉ RAYOS…?! ¡Eso no es mío! ¡Él lo metió en mis bolsillos! ¡Fue él!-sigo gritando, viendo a Mello debajo de una mesa aguantándose la risa bajo una máscara de desesperación más allá de bien fingida.

-Sí, ¡Cómo no! Y seguro el hada de las fianzas también te saca de la cárcel, mocoso.-masculla el Sheriff, esposándome y alzándome del suelo.-Ahora camina.

-P-Pero… ¡Es qué ha sido ése!-digo, mirando a Mello que finje terror cuando mis ojos se clavan en él.-¡Trae una peluca puesta, quítesela y verá qué le digo la verdad!

-No me obligues a usar esto, niño…-me amenaza el sheriff, mostrándome un aparato de electrochoques y con sólo recordar el incidente de Mello ésta mañana, me basta para callarme.-Así me gusta. Andando.-me empuja y miro a Mello queriendo derretirlo con la vista al pasar por su lado hasta que el sheriff se detiene.-Y tú también acómpañame, tendrás qué declarar en la delegación.

-No, yo no…-empieza el bastardo y una sonrisa surca mis labios. El sheriff lo mira enarcando la ceja y él suspira: Se había jodido él solito.-Sí, Señor.-accede con sumisión al final.

Volvemos a andar, ahora con los pasos del cabrón de Mihael siguiéndonos pero al menos eso me da cierto consuelo. “Aunque ni puta idea de qué haré para salir de la cárcel… a lo mejor y pueda marcarle a Elle. Mierda, ¡Mihael hijo de puta!” pienso, viendo al aludido por encima del hombro que camina cabizbajo ante la aterrada mirada de todas las personas en el maldito restaurante. Doy un suspiro y me dejo llevar, a fin de cuentas, no me servía de nada resistirme para meterme en más líos y arriesgarme a que me den un choque eléctrico.

-Pero, ¿qué…? ¡¿Qué mierda está haciendo?!-chillo, cuando el sheriff me alza del suelo echándome sobre su hombro mientras echa a correr, seguido de Mello que me sonríe y vuelve a guiñarme el ojo.-¡Maldito cabrón! ¡Suéltame!

Pero esposado y con un mastodonte sujetándome del culo con fuerza es imposible escaparse. Sigo gritando pero ya estamos demasiado lejos para que alguien me escuche y Mello no hace más que reírse como un pendejo. Aprieto los puños y como último recurso, trato de deslizarme para poder morder a aquel sujeto…

-Nada de eso, niñato…-me dice aquel hombretón, bajándome de su hombro dejándome caer en un espacio pequeño y bastante incómodo: El maletero de un coche.-¿Algo más que necesite, jefe?

-Es todo, Zakk. Ya te llamaré luego si necesito algo más.-le responde el rubio, dándole un apretón sin dejar de verme con sus ojos maliciosos.

El hombre asiente y se da media vuelta, con sus pasos alejándose de aquel lugar. Empiezo a retorcerme pero es inútil: Aquellas esposas me apretaban las muñecas al máximo y estar cotorsionado en un maletero era suficiente prisión para cualquiera de más de 1.65 metros de estatura.

-¿Te divertiste, Matt? A mí también me hizo gracia tu bromita de la mañana…-me dice, sacándose la peluca y dejando a la vista su bonito pelo rosa barbie el cual me hacía no arrepentirme de absolutamente nada. Al menos no hasta que él se inclina y tira de mis cabellos con fuerza, pegando su rostro peligrosamente al mío.-Ya me diste demasiados problemas, cabrón. Ahora me toca a mí divertirme.-me suelta bruscamente, poniéndose las gafas del sol nuevamente.

-¡Eres un desgraciado! ¡Esto es un secuestro!-le grito y eso no hace sino hacerlo estallar en carcajadas. Tendría qué esforzarme más.-¡Me voy a ahogar aquí, gilipollas!

-Hmmm… sí, tienes razón. Ten. Úsalo si necesitas algo, aunque la verdad me importa una mierda lo qué necesites.-me dice con burla, arrojándome un walkie-talkie a la panza.-Bien, todo listo. Espero y estés cómodo porque va a ser un viaje muy largo de aquí a México. ¡Ah! Y antes de qué se me olvidé de la vez anterior…-estira la mano y me da vuelta con brusquedad, haciéndome quedar boca abajo y metiendo la mano descaradamente en el bolsillo de mis pantalones.

-¡No me toques, cerdo asqueroso! ¡Suéltame!-me quejo, con la cara ardiéndome como mil demonios cuando siento sus dedos rebuscando hasta dar con algo y sacarlo.

-Sí, mejor prevenir qué lamentar.-toma mi cajetilla de cigarrillos, poniéndose uno entre los labios y encendiéndolo antes de arrojar el encendedor bien lejos. Ahora sí iba a matarlo.-Bueno Matt, ahora sí… te veré en un par de horas.-me dice soltando varias carcajadas cargadas con humo, como si no estuviese secuestrándome ni quebrantando una y mil leyes más.

-¡Tienes qué estar de coña! ¡No puedes ir en seri…!-empiezo a gritarle pero cierra la cajuela de golpe, sumiéndome en la oscuridad y haciéndome patalear con fuerza debido a la rabia.

-Voy muy en seri, Matt. Bye bye.-dice el muy cabrón y sus risas se pierden a lo lejos.

-¡Sácame de aquí, hijo de puta! ¡Sácame!-le grito, revolviéndome con todas mis fuerzas y recibiendo nada más el ronroneo del motor como contestación. Doy un suspiro.-Mihael Keehl, eres el bastardo más cretino y gilipollas qué he conocido…-me digo, resignándome a asarme aquí dentro hasta que se le ocurrise revisar si seguía vivo.

“No… puede irse a la mierda, no pienso dejarlo tranquilo” pienso, revolviéndome no para patalear sino para alcanzar el walkie-talkie y pasar insultándolo todo el maldito camino de aquí a México. Si guerra era lo que quería, guerra le daría aún y recorriendo a lo más bajo y quizá estúpido pero algo era algo. Me retuerzo, escuchando mis huesos temblar y sudanda como cerdo pero todo eso me importar una mierda cuando consigo coger aquel aparato entre mis labios y ayudándome de mis dientes, labios y nariz finalmente consigo encenderlo casi al borde del colapso debido a la falta de aire.

-¡Me estoy asando, idiota! ¡Sácame!-le grito, sin siquiera esperar a una invitación para hablar.

Escucho el sonido de música al otro lado, seguida de algo parecido al sonido de alguien bebiéndose un refresco y eso no hace más que incinerarme más las venas de ira… ¡El muy maldito estaba comiendo mientras qué yo seguía sin siquiera haber tomado agua!

-No llevamos ni media hora y ya estás jodiendo. Prenderé el aire acondicionado y te dará a ti, ¿por qué tanta queja?-dice de lo más tranquilo, porque claro: Él iba al frente y no encerrado.

-¡Qué me sueltes, maldita sea! ¡Voy a morirme aquí dentro!-le grito, pataleando y deseando de corazón que lo que sea que estuviese comiendo lo engordara a falta de poder hacerle daño físico.

-¿De veras? Qué lástima, y yo que pensaba llevarte a comer tacos. Si te mueres al menos avísame para dejar el cadáver en un lugar bonito.-me dice riéndose, calentándome más que el maldito vapor encerrado en éste lugar.

“Es inútil… no va a dejarme ir. Al menos no así. ¡Maldita sea!” pienso, mordiéndome el labio y cerrando los ojos, con todas las células de mi cuerpo gritándome que cierre la boca y me resigne, pero sé que no voy a resistir al menos ocho horas de aquí a la frontera en pleno desierto y encerrado en una cajuela. Mi experiencia siendo casi achicharrado vivo me había enseñado eso así que… no, no me quedaba más opción por más humillación que aquello supusiera.

-¿Ya te moriste?-pregunta burlón y puedo ver la sonrisa al otro lado.

“Cabrón… ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!” pienso con todas las fuerzas de mi alma, inspirando hondo y preparándome psicológicamente para la experiencia más humillante de toda mi jodida vida.

-Mello… tú no entiendes…-le digo, fingiendo el tono más lastimero que puedo. Cierro los ojos imaginándome mi hamburguesa todavía allá sin ser comida y eso es suficiente para sacarme las lágrimas.-por favor, déjame ir… ¡Me da miedo la oscuridad! ¡Por favor!-empiezo a suplicar, al borde de las lágrimas.

Silencio. Nada más se escucha el traqueteo del coche y una sonrisa escapa de mis labios. “¡Victoria!” pienso, ya sintiendo el aire fresco de nuevo dándome a la cara… había sido más sencillo de lo que pensé.

-Matt, ¿recuerdas cuándo tú y yo estábamos enamorados?-pregunta con total seriedad y mi corazón tiembla dentro de mi pecho.

Madre mía. Jamás esperé que la conversación tomase ése rumbo… trago grueso, sintiendo aquel calor en mis mejillas y el pulso atronándome los oídos pero consigo recuperarme a tiempo y volver a mi farsa de pánico a la oscuridad.

-Sí, me acuerdo…-le susurro y ahora no sé porque, ya no me cuesta fingir el tono de voz roto y eso me asusta y me aturde al mismo tiempo.

-Pues por eso sé cuáles son tus fobias y cuáles no… ¡Reverendo idiota!-me dice, echándose a reír y de nuevo encendiendo la ira que se había apagado.

-¡Eres un imbécil! ¡Sácame, joder!-le grito, golpeando con todas mis fuerzas contra el duro metal: A lo mejor si alguien escuchaba los golpes o veía movimientos raros sospecharían y lo detendrían más tarde qué temprano.

-No lo creo. Sigues sin convercerme… quizá si me ofrecieras algo que de verdad me interesara podría considerármelo.-me dice y su tono de voz cambia, se hace más ronco… y sensual.

Me quedo quieto, con mi cerebro tomándose un par de segundos para procesar correctamente tanto el tono usado como sus palabras hasta que llega a la única conclusión viable. O al menos lo es para mí: Mihael Keehl se me había insinuado, de una manera totalmente descarada y directa, sin andarse por las ramas. Aprieto las manos en dos puños.

-¡Cerdo! ¡Yo jamás lo haría contigo, nunca! ¿Tan necesitado estás que ni siquiera puedes esperar a conseguirte una puta?-le digo, con el tono más burlón que puedo pero en realidad el recordar los cabellos castaños en su ropa ésta mañana me… me molestaban.

-¿Celos o reclamos, Matt? Además… si mal no recuerdo, el que estaba gimiendo anoche por un simple roce eras tú y no yo, así que creo que eso deja claro quién es el necesitado aquí.-me dice, riéndose y haciéndome sonrojar.

-¡P-Por supuesto qué no! Simplemente me dio tanto asco que no supe qué hacer…-le digo, apartando el rostro como si pudiese ver el tinte carmesí de mis mejillas.

-No supiste qué más hacer aparte de ponerte duro, porque sí: Lo sentí, Matt. Recuerdo bien cómo se siente.-me dice todavía burlón y haciéndome sonrojar todavía con más violencia.

-¡Cierra la puta boca!-le grito, con tal ardor en la cara que incluso me duelen las mejillas… tenía qué desviar el tema.-Espero y los que están siguiéndome me maten pronto, porque no creo resistir ni un minuto más con un cretino cómo tú.-le digo, en un patético intento por desviar el tema que milagrosamente surte efecto.

-Matt, ¡por favor! Aquí el único que quiere matarte soy yo, los demás son nada más aficionados.-me dice, con la arrogancia característica de Mihael Keehl.

-Púdrete, Mello…-mascullo, resoplando y dándome por vencido: No iba a sacarme, por más que intentase convencerle de lo contrario. El auto frena abruptamente, haciendo que vaya a estrellar la frente contra el metal con fuerza.-Mierda… ¡¿Es qué acaso no puedes fijarte, estúpido?!-le grito pero contrario a lo que me esperaba, no recibo respuesta y el coche sigue en marcha sólo que sin moverse. Mi estómago se tensa de inmediato.-¿Mihael…?

-Matt, quiero qué te mantengas callado ¿entendiste? No vayas a hacer ni el más minúsculo ruido.-me advierte con voz tensa y cortante, helándome la sangre en las venas.

“¿Será que ya hemos llegado a la frontera…?” pienso pero deshecho ésa idea al instante: A lo mucho habíamos andado durante una hora, no había forma de que ya estuviésemos en México así que lo siguiente que se me ocurre es que a lo mejor la poli anda cerca y han parado a Mello para registrarle o algo y no quiere que sepan que lleva a una persona secuestrada en la cajuela. “Pues qué ni se crea que voy a quedarme callado, ¡Qué le den por culo!” pienso y sin más, empiezo a patear el metal con todas mis fuerzas y a gritar lo más fuerte que me dan los pulmones.

-¡Aquí! ¡Ayuda, por favor! ¡Éste loco me tiene secuestrado!-grito y justo en ése instante el auto se pone en marcha a toda hostia, haciendo que me golpee haciéndome moretones por todos lados.

-¡Eres un imbécil de mierda!-gruñe Mello por el walkie-talkie y sólo entonces alcanzo a escuchar el sonido de un cristal reventándose.-¡Joder! ¡Agárrate, Matt!-me advierte y el auto empieza a agitarse de forma brusca, con las llantas chirriando contra el asfalto.

Oh-oh.

-¡Ay! ¡Mierda!-me quejo, traqueteando como una maldita muñeca con cada salto que daba el coche y el sonido de los cristales estallando no dejan de resollar por todos lados.-¡Mello, ¿qué mierda está pasando?! ¡Maldición!-gruño, cuandoda un giro brusco y vuelvo golpearme la cabeza con fuerza.-¡Dime algo!-le pido, con el corazón bombeándome con fuerza dentro del pecho.

Él no contesta, pero los sonidos a través del walkie-talkie hablan por sí mismos: Disparos. No podían ser otra cosa y Mello debía estar en medio de una persecución. Corrección: ambos estábamos en medio de una persecución sólo que yo no estaba siendo partícipe de ella al menos físicamente. El descubriento basta para causarme mi primer asalto cardíaco, matarme y luego volver a revivir todo en un par de segundos mientras mi mente sólo puede gritar con alarma el nombre del rubio y enviar ráfagas de pánico a través de todo mi sistema al pensar que en cualquier momento podían hacerle daño y yo simplemente estaba escondido e imposibilitado de ayudarle.

-¡Mello, ten cuidado! ¡Piérdelos o algo!-le digo, ahora sin la necesidad de tener qué fingir pánico: La certeza de que su vida peligraba me era más que suficiente para ser preso del peor de los miedos.

El impacto de una bala va a dar justo contra el metal de la cajuela y puedo ver la abolladura que ha dejado el impacto de la bala en el metal, peligrosamente cerca de dónde se encontraba mi cabeza. No puedo contener un chillido de puro terror ni tampoco tratar de volver a calmarme cuando escucho otro disparo, ésta vez asestándole a las luces traseras. Ya eran dos, no me salvaría una tercera vez por lo que simplemente me limito a cerrar los ojos con fuerza y despedirme en silencio… pero había algo dentro de mi pecho que aquejaba y me decía que no podía entregarme a las garras de la muerte. Al menos no sin antes haber dicho una cosa.

-¡Matt, aguanta! ¡Trata de mantenerte con vida!-me grita el rubio, irrumpiendo mi pequeño debate interno y en su voz… me parece detectar un pizca de preocupación.

Estoy a punto de responderle pero justo en ése instante, un golpazo impacta con fuerza contra la parte trasera del coche, abollándolo y casi dejándome aplastado. Vuelvo a chillar ante el dolor que se me extiende como una hoguera sin control por mis costillas y estoy seguro de que al menos tres se han partido o vuelto a partir, no tenía ni puta idea. La voz de Mello sigue rugiendo maldiciones mientras el auto se tambalea y finalmente, los rayos calcinantes del sol se abren paso en medio de mi encierro dándome de lleno en la cara pero desapareciendo bajo una sombra.

-¿Qué…?-empiezo, pestañeando y aclarándome la vista sólo para ver algo fino y brillante refulgir por encima de mi cabeza.-¡Mello! ¡Mello!-le grito, sintiendo el corazón contra la garganta mientras aquel hombre simplemente se ríe de forma sombría… antes de que una bala le reviente la cabeza y salga disparadohacia atrás, rodando por el asfalto de la carretera y perdiéndose bajo las llantas de otros coches. Incluso puedo escuchar sus huesos crujir.-Dios…-es todo lo que puedo decir, sintiendo las chispas de su sangre todavía caliente deslizándose por mi mejilla.

-¡MATT!-mi nombre atraviesa el aire casi de forma mortal, como nunca esperé escucharlo.-¡Intenta soltarte y ven aquí! ¡Hazlo ya!-ordena y siento un pequeño golpazo en la mejilla.

Sacudo la cabeza, tratando de ajustarme a la cantidad de luz y consigo contemplar por primera vez a nuestros perseguidores: Una brillante coche de color blanco refulgiendo bajo el sol, acercándose cada vez más hacia nuestra posición y… y un frantirador asomando la cabeza por la ventana del copiloto, apuntándome directamente a las sienes. Lo sé, porque alcanzo a distinguir la pequeña lucecita roja y debe de estar apuntando justo a mi cabeza. Veo al hombre sonreír a lo lejos y cierro los ojos, preparándome para hacerle compañía al hombre cuya sangre aún tengo sobre mí de no ser porque el impacto quedo atascado entre el metal del Cadillac de Mello.

-¡Hijos de puta!-escucho el bramido de Mello y abro la boca con desmesura al darme cuenta de que aparte de ir conduciendo, también iba cuidándome el trasero.-¡Matt, mueve el culo, maldita sea!-me presiona, con palabras sutiles… dignas de Mihael Keehl.

Me toma un par de segundos reaccionar, pero cuando lo hago agradezco tener las venas totalmente hinchadas de adrenalida o de lo contrario empezaría a usar la razón y entonces sí estaría verdaderamente jodido. Estiro el cuello, retorciéndome con todas mis fuerza ignorando la protesta de mis muñecas y mis piernas entumecidas buscando las llaves que Mello me había arrojado antes, viéndome obligado a agachar la cabeza para que una bala pase peligrosamente cerca de la misma. Cierro los ojos inspirando hondo, tratando de encontrar una aguja en medio de un pajar y maldiciendo cada asqueroso segundo que me tardaba… no podía tolerar la idea de que Mello estuviese en medio de una persecución con francotiradores él solo por más ninja que fuese.

-¡¿Dónde están, maldita sea?!-grito, dejándome arrastrar por la frustración cuando un pequeño destello capta mi atención y están justo ahí: al borde de caerse.-¡No! ¡Me cago en la puta!-grito, lanzándome hacia ellas sin medir las consecuencias acabando con medio cuerpo colgando fuera de la cajuela.

-¡¿Qué mierda?! ¡Maldición, Matt!-ruge Mello, estirando la cabeza y abriendo los ojos con desmesura al ver mi posición.-¡No vayas a caerte, maldito idiota!-me grita, como si aquella posición fuese mi favorita.

Le hubiese contestado de no ser porque tenía las llaves firmemente agarradas entre los dientes y estaba tratando de evitar que mi cara usara al asfalto corriendo delante de ella de rayador… definitivamente aquella no era mi semana. Alzo la vista sólo para encontrarme de nuevo cara a cara con un molesto francotirador y dudaba que esta vez fuese a fallar dado que su blanco tenía la mitad del cuerpo colgando de fuera. Si no me atrevesaba la cabeza, me atravesaría la espalda pero de algo sí estaba seguro: De hoy no pasaba. Inspiro hondo y vuelvo a prepararme, pero no precisamente para morir. Al menos no todavía, no a manos de ése hombre. Ya habría tiempo para arreglar eso luego. El coche frena de golpe y yo salgo disparado hacia atrás con tal fuerza, que salgo rodando por los aires hasta ir a caer justo al asiento del copiloto, al lado de Mello qué rápidamente me quita las llaves de la boca y me desabrocha una de las esposas, al menos suficiente para liberarme y el coche vuelve a precipitarse hacia delante a la velocidad de un bólido, pero ahora nuestros perseguidores tenían más ventaja sobre nosotros.

-Eso me dolió…-me quejo, incorporándome en el asiento como es debido y frotándome el cuello que cruje al más mínimo movimiento.-No me gustan tus planes, siempre termino…

-¡Cierra la puta boca y ayúdame aquí, imbécil!-me grita Mello, sosteniendo el volante con una mano y disparando con la otra todo esto sin irnos a hacer mierda contra otro de los tantos coches en aquella carretera.

-¡Tú dispárales y yo conduzco!-le digo, ignorando el ardor en mis mejillas y recordándome que tenemos que sobrevivir al momento de saltar sobre sus piernas, tomando el control del coche y cumpliendo uno de mis más grandes sueños: Manejar un Cadillac, sólo que no creí que fuese a ser en éstas circunstancias.-¡¿Qué parte de dispárales no entendiste?!-le grito, agachando la cabeza cuando un disparo va a estrellarse contra el retrovisor.

Él no responde, en lugar de eso, abre la puerta del coche y con una agilidad increíble consigue moverse aún y con mi… bueno, con mi trasero encima de sus caderas, dejando la mitad del cuerpo fuera del coche y sus piernas dentro. Me vuelvo a verlo y por unos segundo todo parece congelarse… en un espacio que sólo es de él y mío, un espacio en el que no había estado desde hace ya una década y en el que nunca más creí estar. Incluso mi corazón se detiene, nada más contemplando la imagen tan peligrosamente sensual de Mello con la expresión de todo un felino, con los rubios cabellos atravesándole la cara y… y con un arma firme y expertamente aferrada entre sus fuertes manos. Ése detalle basta para hacerme tragar en seco y devolverme a la realidad: Mello es un mafioso qué mata gente sin importar el qué. Pestañeo, dando un respingo cuando siento la conocida humedad de las lágrimas tras mis párpados que me deja totalmente aturdido.

-Nos vemos en el jodido infierno, imbéciles…-le escucho mascullar a Mello, cerrando un ojo y apuntando con una expresión totalmente concentrada.

Lo siguiente que ocurre luego de eso, pasa demasiado deprisa pero mi cerebro consigue captar algunas imágenes con muy poco sentido: El sonido de las llantas del auto contrario chirriando con fuerza con el asfalto, Mello regresando a su posición y envolviendo mi cuerpo con el suyo, las llantas del Cadillac chirriando sin control, el Cadillac dando vueltas por la carretera hasta detenerse a punto de caer por un enorme barranco, el auto de atrás que pasa rodando, haciéndose mierda justo detrás de nosotros nada más meciendo levemente mis cabellos y empujando con fuerza el olor a chocolate y colonia de Mello que presiona con más fuerza su cuerpo contra el mío, quizá preso del mismo sentimiento de casi ser aplastado por el otro coche que estruja mi corazón hasta que finalmente aquel sonido del metal abollándose se detiene abruptamente más los latidos desenfrenados de mi corazón me mantienen aún alerta.

-No vayas a moverte…-me susurra Mello, sacando su cara de entre el hueco de mi cuello y provocando que todos los vellos de mi cuerpo se ericen a más no poder.

Tiemblo de pies a cabeza cuando retira sus brazos lentamente de sobre los míos, soltando también mis manos a las cuales mantenía fuertemente aferradas contra el volante en el acto… no puedo evitar soltar un pequeño jadeo cuando el viento impacta contra la piel más que sensible de mis manos que resienten el calor de las manos del rubio casi con violencia. Mello se desliza debajo de mí, dejándome caer sobre el asiento con delicadeza, ahogado en mi propio sonrojo que poco falta para que mi cara entera se prenda en llamas.

-M-Madre mía… -es todo lo qué soy capaz de decir, dejándome caer contra el respaldo del asiento aún sin encontrarme en las facultades necesarias como para siquiera moverme.

Cierro los ojos, sintiendo la adrenalina todavía carcomiéndome las venas… sólo que contrario a lo que sería lógico y tomando en cuenta de que acabo de sobrevivir a la persecución del puto siglo, no ha sido eso lo qué ha llevado mi corazón al límite sino el momento en que el cuerpo de Mello colisionó contra el mío, amoldándolo al suyo con tal facilidad y brusquedad que simplemente me aturdía sobremanera. Doy un respingo en mi asiento cuando un sonido sordo perfora el aire y cuando vuelvo la vista sobre mi hombro, alcanzo a ver a Mello guardándose el arma en la parte baja de su espalda y avanzar hacia mí con el rostro limpio de cualquier emoción y manchas de sangre en la camisa. Deslizo mis ojos más allá de su figura, al auto en donde un hombre tiene medio cuerpo afuera pero ha dejado de moverse… y su sangre se riega por todo el asfalto. No puedo evitar cubrirme la boca ante lo grotesco de la imagen y desviar la vista deprisa, pero ya era demasiado tarde: Las lágrimas ya estaban corriéndome por las mejillas y su imagen ya estaba perfectamente guardada entre mis recuerdos.

-Matt…-dice una voz ronca al cabo de unos segundos, haciéndome alzar la vista para toparme con sus ojos fijos e inescrutables sobre mí.-Hazte del otro lado, tenemos qué irnos. Seguro que no son los únicos que están buscándonos.

Trago en seco, mirando unos instantes hacia el acantilado extendiéndose enfrente de mí y con dificultad debido a los temblores de mi cuerpo, me paso al lado del copiloto sin decir siquiera ni pío. No podía, a pesar de que aquel hombre había querido matarme primero no podía justificar su muerte. Me limpio las lágrimas consciente de lo patético que debo lucir llorando por un criminal que quería mi cabeza pero no lloro por eso… sino por la forma tan violenta en que terminó su vida. Inspiro hondo intentando calmarme y dejándome llevar por el ronroneo del motor, seguido de las llantas haciendo crujir la grava debajo, ésta vez de una forma mucho menos agresiva ya que no teníamos a nadie disparándonos a lo lejos.

-Cierra los ojos.-me ordena Mello, deteniendo el auto a escasos minutos de haber empezado a movernos. Lo miro confuso y el pone los ojos en blanco.-Ciérralos o no es mi maldito problema si luego estás lloriqueando…

Lo veo coger el arma de nuevo y lo que se propone me saca un pequeño chillido que me cuesta una de sus duras miradas, así que que sin más opción, cierro los ojos y me cubro los oídos con fuerza, nada más sintiendo de nuevo aquella suave brisa meneándome el pelo y el sonido del motor ponerse en marcha nuevamente. No abro los ojos sino hasta varios minutos después, cuando la tentación y la misma sensación de dolor se han disipado y sólo me queda un tenue y muy amargo miedo sin razón de ser aparente. Pasan varios minutos… no, quizá una hora hasta que veo que dejamos atrás el mismo McDonald’s en el que fui secuestrado ésta misma mañana y el sol empieza a ponerse detrás de nosotros. Me vuelvo hacia Mello que permanece con la vista fija en la carretera y ambas manos aferrando con tal fuerza el volante que sus nudillos se han puesto blancos.

-¿Qué no íbamos a ir a México? ¿Qué está pasando?-le exijo, volviéndome a verlo pero él nada más apreta los labios con más fuerza, poco dispuesto a cooperar lo cual me irrita a los pocos segundos.-Mello, ¿qué te dijo ése hombre?

Nada. No dice nada y no lo hará, eso está claro. Pero yo tampoco iba a desistir. Me cruzo de brazos y desvío el rostro al otro lado, mirando los casinos, los hoteles y las luces de neón quedarse atrás hasta que finalmente veo el letrero que dice ‹‹Usted está saliendo de Las Vegas›› cruzarse en nuestro camino y no puedo tolerar aquel silencio ni un minuto más.

-¿Al menos quieres decirme a dónde mierda vamos?-le digo, sin esforzarme ni una pizca por esconder la exasperación en la voz y él de nuevo permanece callado, perdido en sus propios pensamientos.-¡Maldita sea, Mello! ¡Es contigo con quién hablo!

¡Nada! De nuevo sólo recibo ésta vez no sólo su silencio a cambio, sino que ahora prende el estéreo subiendo el volumen poco más de lo normal poniendo una barrera musical de por medio. Me le quedo mirando varios minutos, de nuevo maldiciendo el hecho de no tener termovisión para derretirlo y sacarle las respuestas que tenía el derecho a saber desde que había decidido cruzarse en mi vida. Resoplo con furia por la nariz e importándome una mierda todo, cojo el mando del estéreo cambiando su maldita música de rock por pop… no era que a mí me gustase el género, pero si él iba a ponerse en ése plan entonces yo igual. Me mira enarcando una ceja y yo le miro con todo el odio del qué soy capaz más no dice nada y continúa manejando tranquilamente. Cuando el reloj en el salpicadero marca las ocho y media de la noche, mi cuerpo empieza a rendirse al sueño y al agotamiento tanto físico como emocional que lo aqueja y también se rinde en cuanto a sacarle información al rubio se trata.

Pero de nuevo, Mihael Keehl me demuestra que sigue siendo un experto en tocarme los cojones y llevarme al límite de mi paciencia.

-Yo no sigo tus órdenes, Matt, te diré lo que necesites saber cuándo sea el momento necesario, ¿te queda claro?-me dice, sin mirarme y haciéndome apretar los puños con furia.-Vamos a ver a una vieja amiga.

Y dichas ésas palabras, sólo puedo pestañear.

Una amiga…

Ahora sí que ya no podía elegir si eran celos o reclamos los qué sentía.

Notas finales:

¡PUM! D:

¡Vale! Ése ha sido el cap para éste día, CONSTE qué advertí que estaría raroso XD en fin, aclarando un par de puntos… muchas de ustedes me dijeron en sus reviews pasados qué en el cap anterior el derroche de ukesidad de Matt fue too much para sus bodies y tienen toda la razón en contraste al Matt qué hemos venido viendo desde hace caps pasados pero la razón de haberlo plantead así fue por el hecho de que poniéndome en sus zapatos y teniendo las emociones encontradas por el reencuentro con Mello más el tener qué procesar su cambio tan brusco de actitud y encima de eso el tener qué lidiar con éste nuevo odio (que a pesar de ser dirigido hacia sí mismo) Matty lo interpreta como si fuese un odio hacia él creo que la reacción más normal sería no reaccionar cómo realmente lo harías XD no sé si me explico, pero básicamente lo que yo sentí fue que Matty estaba tan aturdido con todas éstas nuevas emociones en su mayoría negativa que no pudo pensar claramente además de que en éste cap nos damos cuenta de que, al menos él, se considera incapaz de dañar a Mello por los mismos sentimientos confusos que guarda ahora mismo DD: ¡PERO! Con éste cap espero atar ése par de cabos sueltos y tratar de plasmar la visión qué yo tengo acerca de Matt: Qué es fuerte incluso en su debilidad y lo qué intenté plasmar fue básicamente que su fortaleza se demuestra en su forma de retar a Mello y probarle qué él ya no es sumiso a él en ninguna manera:$$ En verdad espero qué les guste verlo de ésta forma, ya que a lo mejor y les pueda parecer infantil y hasta rayar en lo ridículo y las entiendo perfectamente pero es mi visión de cómo yo percibo a Matt y su relación con sus acciones para con éste Mello más hosco D: Y bueno, dicha ésa biblia… ¿Me merezco algún review? ¿Amenazas de muerte? ¿Tomatazos? XD En verdad intenté compensarles lo mejor posible por si debo ausentarme por causa de mi ordenador ¬¬ ¿Qué quiso decir Mello con lo de “resucitar”? ¿Se esperaban que él fuese quién en verdad pusiese la bomba que atacó a Ellie? D: ¿Les gustó ésa persecución? Y sobretodo… ¿LES GUSTÓ MATT? DDD: Porfi, estoy súper nerviosa con éste cap porque bueno… quizá mi visión de Matt sea rara ya que a lo mejor es más fuerte y yo lo estoy ukeando demasiado D: Espero sus reviews guapuras ^^ y de nuevo mil perdones por no haberles respondido cómo es debido :c pero ¡comprendánme! Ser extorsionada por tu hermanita menor no es fácil XD ¡EN FIN! Saben qué todos sus comentarios sn bienvenidos y sea cómo sea trataré de estar aquí a tiempo el próximo fin de semana. Una disculpa también si las dejé esperando cap en la semana pero no pude actualizar por el mismo problema con mi ordenador D: Bueno ¡YA! Me saco porque seguro y se duermen con ésta biblia, por favor cuídense mucho y tengan buenas vibras HardYaoiLove y recuerden: No hagan muchas droguitas duras XD ¡LOS AMO! ♥ Y espero no me maten XD

-Cheeky, la del ordenador D:

(P.D: ¡CHICAS! Si quieren saber cómo yo me imagino a Ramona y Ellie, aquí les dejo los links de las niñas que en cuánto las vi, simplemente dije: “¡Ésas son las crías de los chicos DN!” XD

→ Ramona ^^ (Vale, para Ramona me inspiré en un modelo albina que en definitiva es TODO lo qué yo me imaginé en la beba. Se llama Nastya Zhidkova y es HER-MO-SA *¬* ¡OBVIO! Sólo imagínensela con un par de añitos menos XD): http://www.polyvore.com/nastya_zhidkova/collection?id=2076648

Ellie ♥ (Bueno, para Ellie escogí a una niña Rusa; se llama Kristina Pimenova qué también es modelo y está considerada como la niña más bonita del mundo :O así que sólo pónganle los ojos negros y profundos de Elle, un tono más pálido y el cabello de Light y ¡Voilà! Ahí tienen a Ellie ^^): http://weheartit.com/auzzybaby/collections/12500229-kristina-pimenova

Vale, ahora sí, eso es todo… ¡Un besazo! ^^)


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