Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Hombre de Arena por CheekyMint21

[Reviews - 275]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, bueno queridos míos aquí les traigo el segundo cap a petición de mi querida Moon: En serio, gracias por tu review linda :3 y pues...espero qué les guste, siento qué me quedó algo aburrido pero era necesario hacerlo para ver cómo Matt va recuperándose después de ésa "muestra de amor" de parte de su papi. Hoy sí, a leer y qué lo disfruten!!

Capítulo Dos.

En medio de aquella oscuridad empezaron a aparecer cientos de imágenes sin sentido. Había cientos de explosiones de colores que estallaban justo en mi rostro, risas que se confundían con rugidos, personas vestidas con uniformes extraños y dos cabezas que bailaban una extraña danza. Y yo corría, corría por alejarme de ellos pero siempre tropezaba y cientos de manos salían de la oscuridad y empezaban a hacerme cosquillas pero no paraban y el estómago me dolía mucho. También vi un par de ojos verdes cuyas pestañas se estiraban y se volvían un remolino de cabello. El sol me hablaba y me decía que me acercara y lo tocara, pero sabía que al hacerlo iba a quemarme. También aparecieron un par de zapatos con ojos y boca que me pedían que les diera un beso. Y se los di… ¡Es qué eran tan bonitos! Aunque se quejaban de que estaban gastados y el vestido con lunares no les luciría. Y tan abruptamente como aquellos escenarios bizarros y coloridos aparecieron, se esfumaron de golpe y todo quedó en silencio menos mi cabeza que seguía dando vueltas y vueltas. Poco a poco dentro la oscuridad fue apareciendo un tenue destello blanco que fue cobrando fuerza con los minutos. Comprendí que había despertado de donde sea que hubiese estado, pero no tenía idea de donde estaba ahora ni en qué condiciones estaba. Cerré los ojos cuando la luz me hirió los ojos y pestañeé intentando acostumbrarme. Me tomó seis intentos para conseguir tolerar siquiera un poco aquel brillante destello.

-ñgh…-solté un quejido bastante extraño. No me encontraba la voz, mi cuerpo pareciera haber sido desarmado por completo y haberse vuelto a armar de forma errónea.

-Bienvenido de nuevo a la vida. Veo qué ya has despertado.-dijo una voz un tanto cansada encima de mi cabeza.

Traté de revolverme, pero de nuevo mi cuerpo no obedecía correctamente. Necesitaba tiempo.

“Bueno, al menos sé qué sigo vivo. Eso ya es algo” me consolé y volví a cerrar los ojos. Mantenerlos abiertos se estaba haciendo un esfuerzo demasiado pesado.

-No te preocupes, aún estás muy débil y necesitas descansar. Ya luego podrás irte reiterando poco a poco.-dijo la misma voz, y ahora también notaba que sonaba distante y algo vacía. Como aburrida.

No tuvo qué repetírmelo dos veces para que le obedeciera: Volví a cerrar los ojos y me dejé caer de nuevo en la inconsciencia, sin importarme quién era el dueño de aquella voz ni donde estaba. Todo lo que quería era encontrarme de nuevo con las zapatillas besuconas que me desearon las buenas noches.

Cuando volví a despertar, ya no sentía el cuerpo lánguido y las zapatillas besuconas se habían ido. Me cantaron para que me durmiera, pero luego habían venido un par de elefantes en tutús y con trompetas. Gracias a ellos ahora estaba despierto. Como siempre, la luz volvió a lastimarme pero me sentía realizado conmigo mismo al ver que sólo me tomó tres intentos ajustar la vista.

-¿Ho-Hola?-dije y sentí un enorme alivio al ver que mi capacidad para hablar y comunicarme había vuelto a su sitio.

-Hola, ¿Cómo te sientes?-preguntó la voz añeja desde el mismo sitio que la última vez. Quería verle el rostro.-No te muevas mucho, aún no estás del todo bien.

Dejé de revolverme y resoplé un poco. Al menos en algo tenía razón: Ya no estaba tan desarmado como antes.

-Muy bien. ¿Podrías decirme dónde estoy?-le dije con fluidez, en finlandés.

-En Inglaterra.-dijo secamente aquella voz y abrí los ojos como platos. Ahora sí empecé a revolverme con ganas.-Por favor, estate quieto o me veré obligado a inyectarte sedantes. Habló en serio al decir que aún no te encuentras bien.

Él me había dicho que estaba en Inglaterra, pero ¡me hablaba en perfecto finlandés! ¿Estaría mintiendo? ¿Por qué? ¿Qué razones tenía para hacerlo? Fruncí el ceño.

-¿Cómo es que me estás hablando en finlandés y dices que estamos en Inglaterra? ¿No tendrías que estarme hablando en inglés?-le dije, expresando mi desconcierto en voz alta.

-Creí que así te sentirías más cómodo, ¿O acaso prefieres que te hablé en inglés?-cuestionó, sin asomar su cara. La situación empezaba a desesperarme y era notorio en el bip bip del cardiograma sobre mi cabeza-No te alteres, ¿Quieres volver a dormir?

-¡No! ¡Quiero irme a mi casa y saber donde está…!-paré mi pataleta en seco, recordando aquellas crueles palabras Su única prueba está a punto de morir.

Escuché un pequeño ruido sobre mi cabeza, pero ya no le prestaba atención. Mi mente divagaba por recuerdos borrosos y confusos: Carcajadas resonando por doquier, hombres en uniforme apuntándonos con quién sabe qué cosas y…y aquella pequeña y brillante cosa. Un pequeño jadeo se atascó en mi garganta.

-Tranquilo, por favor no te alteres…no te hace bien.-escuché pasos y alcé la vista, para toparme con el ser más extraño que hubiese visto nunca jamás.

“Bueno, en realidad no es como si hubiese visto demasiadas personas en mi vida, pero… ¡Este sí que es raro! No se parece ni a los libros ni a las fotos que he visto” pensé, examinando a aquel extraño sujeto de arriba hacia abajo. Su piel era blanca ¡Qué digo blanca! ¡Era blanquísima! Más blanca que la mía, que era finlandés y toda mi vida nunca había visto el sol. Pero eso no era lo que te ponía los pelos de puntas, contribuía a ellos pero no. ¡Eran sus enormes ojos! Ésos eran los ojos más enormes y redondos que hubiera visto y lo más escalofriante era qué eran completamente negros como dos cuencas vacías. Sus ojos eran el rasgo que más predominaba en su rostro, justo encima de sus pómulos con forma de melocotón o su nariz recta y perfectamente simétrica. El hombre también tenía el pelo revuelto, igual que el mío e igualmente de un tono negro azabache que resplandecía bajo la brillante luz. Era delgado, muy delgado con ropa holgada y algo desgastada y de apariencia bastante sencilla. Vaya que sí era extraño, pero era justo eso lo que hacía que no pudieras quitarle la mirada de encima.

-Deberías cerrar la boca o van a entrarte moscas en ella.-dijo metiendo las manos a sus bolsillos, clavando su imponente vista en el suelo.

Pestañeé, ¿En serio éste hombre era real? ¿No seguía soñando? Ver a un elefante tocando una trompeta y en tutú me parecería más normal que éste tipo. Todo en él era demasiado…raro, demasiado único. Pero no por eso desagradable.

-Perdone…es que usted es bastante singular.-mencioné sin pensar y bajé la mirada, colorado como tomate.

-No te preocupes, estoy acostumbrado a ése tipo de reacciones. Por cierto, me llame Ryuuzaki.-se presentó y enarqué una ceja ¿Qué clase de nombre era ése?

Cuando alzó su rostro nuevamente, capté más detalles que me pasaron desapercibidos por la impresión: Tenía unas largas y espesas pestañas negras como el resto de su cabello, pero…extrañamente, sus cejas eran finísimas y casi inexistentes cubiertas pero ése flequillo que le cubría la mitad del rostro. También noté sus labios gruesos pero blanquecinos, sin color al igual que el resto de él y su extraña pose encorvada. El detalle que más escalofríos me causó fueron sus enormes ojeras negras. “¿Serán reales? Nunca las había visto antes de ése color. Sí será extraño” concedí, completamente seguro de mi opinión.

-¿Te molestaría decirme tu nombre?-dijo, sacándome de mi trance nuevamente. De nuevo volví a sonrojarme.

-S-Soy Mail.-le dije, en apenas un susurro.

-Bonito nombre, Mail.-fue todo lo que dijo, haló la silla y… ¿Se sentó en ella? Más bien se acuclilló.

Observé su pose largo rato ¿Cómo podía hacer eso? Parecía…doloroso estar así todo el rato, pero él no parecía siquiera incómodo. Sus ojos negros estaban fijos en mi rostro y no era capaz de resistir su mirada aplastante por demasiado tiempo. Me limité a ver mis manos, llenas de extraños claves y…

-¡AHHHHH!-chillé, al ver las agujas metidas en mi carne morada alrededor de las mismas.

-¿Te dan miedo las agujas?-dijo, enarcando una invisible ceja.

-S-Sí. Y mucho.-le dije, aunque en realidad éstas agujas eran nada en comparación con las demás que había tenido que soportar en tiempo anteriores.

-Hmmm…-dijo Ryuuzaki pensativo, mirando a la nada esta vez.

Aún así, el estómago se me revolvió y…chilló a la vez. Me coloreé de nuevo apenado por el inoportuno sonido.

-¿Tienes hambre, Mail? Seguro que sí. Estas dos últimas semanas has estado tan sólo con…

-¡¿Dos semanas?!-interrumpí descortésmente. Bajé la mirada-Perdone, Ryuuzaki. No quise ser maleducado.

-No te disculpes, está bien. Llamaré para que te traigan comida.-dijo, saltando de la silla y dirigiéndose a un extraño cuadrado sobre mi cabeza. Presionó un botón y una voz le respondió al instante.

-¿Sí, Ryuuzaki?-dijo una voz cansada pero no por eso menos jovial al otro lado. Di un respingo ¿Qué era ése artefacto?

-Watari, ¿Podrías enviarme algo de comida, por favor? Mail ha despertado y al parecer tiene algo de hambre.-dijo y su voz sonaba más vieja que la del cuadrado. Se me hizo raro ya que…parecía ser bastante joven.

-Enseguida, joven Ryuuzaki.-contestó el cuadrado y él regresó a su silla con su extraña pose.

Miré la habitación en la que me encontraba: Era muy linda, grande y espaciosa. Llena de objetos que en mi vida había visto y me parecían extraños, hermosos, brillantes todo a la vez. Todo estaba perfectamente matizado en colores vino, blanco y negro. Sentí la suavidad de las sábanas en las que estaba envuelto, muchísimo más calentitas y de textura agradable que la vieja frazada que había usado durante diez años en mi cabaña. Me detuve de nuevo en el extraño frente a mí, que seguía estudiándome con sus ojos negros y esféricos hasta que un pequeño detalle llamó mi atención.

-¡Las zapatillas besuconas!-dije, abriendo los ojos como platos al ver que él las tenía puestas y no tenían ni ojos ni boca.

-Perdona, ¿Cómo dices?-dijo, viéndome fijamente. Más si cabe.

-Uy, yo…olvídelo, no quise decirlo.-le dije. ¿Cuántas veces me había sonrojado en la última hora? ¿Diez? ¿Mil veces? Patético.

-Pero lo dijiste. Exactamente dijiste zapatillas besuconas.-repitió mis palabras y se escuchaban aún más estúpidas en voz alta.

-B-Bueno, es que yo…yo…-justo en ése momento la puerta se abrió y suspiré aliviado. Ya luego podría inventar algo para decirle al Señor Ryuuzaki.

-Buenas Tardes, jóvenes.-saludó un señor de mayor edad, empujando un carrito lleno de trastos brillantes en los que se reflejaba mi rostro y el de Ryuuzaki pero no forma borrosa. También hablaba finlandés perfectamente.

-Buenas tardes, Watari. Te presento a Mail.-dijo sin emoción alguna, como el resto de todo lo qué decía.

-Mucho gusto, Mail. Puedes llamarme Watari y estoy para servirte.-me dijo el anciano, sonriendo de forma totalmente adorable. Me gustaba mucho.

-Mucho gusto, Watari.-le dije con timidez, encogiéndome de hombros.

Dejó el carrito cerca de mi cama y quitó aquellas tapas brillantes, dejando saltar a la vista la comida más extraña, bonita y olorosa que hubiese visto. Mi estómago se hizo un nudo del hambre que tenía y si no me cuidaba podía empezar a babear.

-¡¿Todo esto es para mí?!-grité, exaltado al ver todos los platos perfectamente acomodados y con una gran cantidad de comida.

Watari sonrió con dulzura y asintió. Me sonrojé por milésima vez.

-¿Algo para mí, Watari?-dijo Ryuuzaki, arrugando la nariz al ver la comida. Me quedé boquiabierto ¿Acaso no le gustaba? ¡Pero si se veía deliciosa!

-Por supuesto, joven Ryuuzaki.-Watari se dio media vuelta y empujó otro carrito exactamente igual al mío, sólo que al destapar todos los platos esta comida era diferente y olía a dulce.

-¿Qué es eso?-pregunté curioso, viendo los platos coloridos y de apariencia esponjosa y suave. Me dieron ganas de abrazar uno.

Ryuuzaki se volteó a verme parpadeando y totalmente atónito ¿Tan mal estaba lo que había dicho? Bajé la mirada apenado.

-¿Nunca en tu vida has comido postres? Dios.-dijo con sus enormes ojos más abiertos si cabe. Le sonreí y negué con la cabeza. Ni siquiera sabía que la palabra “postre” existía.

“Pensándolo mejor, tampoco he escuchado la palabra Dios. ¿Qué querrá decir?” pensé confuso y sintiéndome bastante tonto.

-Watari, ¿Esto es una película de terror? Porque yo…te juro que no creo ser capaz de ver el final.-dijo con dramatismo, mostrando por primera vez una emoción desde que le conocí.

Me reí un poco y Watari se unió a mis risas, mientras Ryuuzaki siguió viéndonos con cara de espanto.

-Te daré a probar algunos, si no es que todos. De verdad qué no logro comprender cómo has conseguido vivir todos estos años, Mail…-dijo negando con la cabeza y paré de reír abruptamente.

“Yo tampoco lo sé. Tampoco lo sé” pensé y ambos me clavaron la mirada de forma penetrante, como si quisieran decirme algo.

-Bueno, ¿Qué quieres probar primero? ¿Los postres helados o al tiempo?-preguntó Ryuuzaki, rompiendo la atmósfera pesada que se había instalado hacía poco sobre los tres.

Sonreí.

-Al tiempo.-le dije, seguro de que no quería probar nada helado nunca más.

“Ni siquiera Finlandia. No sé muy bien dónde estoy ni dónde está papi, pero…creo que por ahora es mejor así” fue mi último pensamiento antes de probar una cosa llamada “pastel” por primera vez en mi vida.

Un mes después.

-Y así es como se supone qué deben estar conformadas las familias, ¿Tienes alguna otra pregunta?-me dijo Watari, sonriéndome con dulzura y sacando a relucir las pequeñas arruguitas alrededor de sus ojos. Cada vez me parecía más tierno.

-No, ninguna.-le dije, mirando de nuevo aquel modelo de familia.

Me di cuenta de que nunca había tenido una familia. Ni una mamá, ni un hermanito, ni unos abuelos. Miré a Watari y me di cuenta que de tener unos, me gustaría que fueran como él: Dulce, paciente y sobre todo muy amoroso.

-Bueno, ahora… ¿Quieres tomar tu merienda ya? Son casi las cuatro de la tarde.-asentí y de nuevo sonrió. Era la persona más risueña qué conocía-Iré por ella. Quédate aquí.

Me reí: No era como si pudiera hacer otra cosa…desde que técnicamente mi estómago se deshizo y han tenido que reconstruírmelo, sólo podía guardar mucho reposo y sentarme de vez en cuando. Ryuuzaki se había marchado por cuestiones de trabajo hacía dos semanas, aunque aún no me decía qué era exactamente lo que hacía. Antes de eso, recuerdo que me lo explico todo…me mordí el labio intentando reprimir los sollozos. Es difícil cuando tu padre intenta matarte.

-Flashback-

-¿Vas a decirme por qué estoy aquí? ¿Dónde está papi, Ryuuzaki?-le pregunté tímidamente, después de veinte minutos de debate interno. Por alguna razón se me hacía un nudo en el estómago al imaginarme sus respuestas.

Él soltó un profundo suspiro y bajó los papeles que leía con tanto ímpetu lentamente, clavándome sus enormes ojos negros e inexpresivos. Las manos me sudaban frío.

-Sólo prométeme qué vas a ser fuerte ¿Sí, Mail?-me dijo y eso no hizo sino aumentar mis nervios. Me las apañé para asentir-Muy bien…tu padre intentó matarte. En éste momento está siendo investigado, pero no quiere hablar. Y…nuestro único testigo eres tú.

Pestañeé. Había escuchado perfectamente sus palabras, pero carecían de sentido para mí. Papi jamás intentaría matarme, él jamás me haría daño. Él es un hombre bueno, algo enojado pero bueno… ¡Él no pudo haber hecho semejante cosa!

-Mentiroso.-susurré, negando con la cabeza y escuchando el cardiograma acelerarse junto con los latidos de mi corazón.

-Perdona ¿Qué dijiste?-dijo, acercándose más a mí.

-Qué es mentira. Tú estás mintiéndome.-le dije, más firme y molesto. ¿Por qué Ryuuzaki quería hacerme creer que papi era malo?

-Mail, yo podré ser raro y todo lo que tú quieras…pero no mentiroso. No tengo por qué mentirte y nunca iriía hacerlo. Es la verdad, te guste o no.-dijo encogiéndose de hombros y volviendo a sus papeles.

-¡Eres un mentiroso! ¡Mentiroso! ¡Mentiroso! ¡Mentiroso!-le grité, dejando salir mis lágrimas y con mi ritmo cardíaco por las nubes. Sentí mi estómago arderme con furia, pero no me importó.

-Mail, por favor cálmate…vas a hacerte más daño.-me dijo, poniéndose de pie y presionando aquel botón para llamar a la enfermera.

-¡No me digas qué voy a hacerme daño! ¡Eres tú el que me hace daño al estarme diciendo mentiras!-le grité y había perdido totalmente el control sobre mí.

Ryuuzaki me tomó con firmeza por los hombros y me obligué a verle. Corrí el rostro, bañado en mis lágrimas…no quería verlo, estaba demasiado furioso, demasiado dolido, demasiado roto.

-Mail, sólo respóndeme una cosa y veremos si soy tan mentiroso como dices… ¿Tu padre te dijo que te tomaras algo antes de qué te encontrara?-dijo y sentí como si me inyectaran ácido en las venas.

-Pero tú… ¿Cómo sabes…?-pestañeé y cientos de lágrimas cayeron de mis ojos. Mi dolor y furia fueron reemplazados por sorpresa y desconcierto ¿Cómo podría saberlo? Ellos habían llegado después de eso.

-Limítate a responder mi pregunta, por favor.-dijo, en su tono perfectamente calmo.

-¿Y qué si es así?-le dije, de nuevo a la defensiva. Ryuuzaki esbozó otro suspiro y me soltó.

-Entonces deberé asumir que después de eso, te sentiste mal y luego te desmayaste ¿Cierto?-dijo sin quitarme sus ojos de encima, que me quemaban en este momento con su dureza.

-No sé a dónde pretendes llegar con…

-A lo que pretendo llegar, es que ésa “cosa” que tu “papi” te dio, no era otra cosa sino que ácido arsénico. Por eso estás aquí ahora… Mail: Casi mueres, eso es mil veces peor que el veneno y la cantidad que te dio era suficiente como para tumbar a un elefante. Te destruyó el estómago, Mail. Lo siento.-dijo y volvió a sentarse en su extraña pose sin saber que con sus palabras acababa de destruir todo mi mundo.

Cerré los ojos, dejando escapar las lágrimas y los sollozos e intentando comprender o al menos hacerme a la idea, de qué mi papi me había querido matar para protegerme. El problema era que ya no sabía si era para protegerme a mí o a sí mismo.

-Fin del flashback-

-Y sigo sin comprender por qué lo hiciste…-susurré, apartando la lágrima que traviesa rodaba por mi mejilla.

“No más, Mail. ¡No más!” negué con la cabeza fuertemente: Ni una lágrima más, por más dolido que me sintiera por dentro. No tenía caso llorar, eso no iba cambiar ni el hecho de que mi padre había intentado envenenarme ni tampoco el que hubiera destrozado mi confianza. Justo en ése momento la puerta se abrió y le dio paso a Watari que traía consigo un carrito lleno de merienda…y a Ryuuzaki.

-¡Ryuuzaki!-grité y una sonrisa se dibujo en mi rostro. Sin embargo no tuve respuesta alguna y me sentí confuso-¿Qué pasa? ¿Por qué pones ésa cara?

Incluso Watari parecía apretar los labios en una expresión forzada. Nada bueno podía estar pasando, lo sentía en lo más profundo de mis entrañas.

-Algo muy malo está pasando ¿Verdad? ¡Dímelo, Ryuuzaki!-le exigí, sintiendo mis nervios a flor de piel.

-Mail…tu padre será ejecutado. Mañana mismo.-dijo tranquilamente Ryuuzaki, arrastrando las palabras como siempre solía hacer.

Me le quedé mirando fijamente, intentando hallarle la gracia a lo qué acababa de decir. Al parecer mi subconsciente aún no quería entender que Ryuuzaki nunca hacía chistes y menos tan malos. Mi padre iba a ser ejecutado mañana. Y yo no sabía qué sentir.

Notas finales:

Qué tal? Ahora como dicen "ya le dieron vuelta a la tortilla!!" hahahaha :B el próximo cap quizá lo suba hasta el fin de semana, trataré de actualizar diariamente si me es posible (Y si mis "queridos" profesores dejan de joderme con tanta tarea que ya me tiene locaaaaa!!) Les adelanto que en próximo cap descubriremos un poquito más del pasado de Matt y porque es tan "anormal" y finalmente pasaremos a la parte II qué se llevará a cabo en la Wammy's House. Estén pendientes y de nuevo MUCHAS GRACIAS POR LEER, dejen sus review por fi, no sean malitos T-T su opinión es siempre bienvenida!! Nos leemos pronto, se despide de ustedes la loca de Cheeky ;)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).