Niel despertó sintiendo todo su cuerpo adolorido. Las horas pasadas en la sala de ensayos esa semana estaban pasándole factura, pensó. Abrió los ojos con dificultad. Bostezó. Intentaba desperezarse cuando sintió algo cálido a sus espaldas. Volteó con cuidado y sonrió. Allí estaba. Usualmente dormía en su casa, pero cuando se quedaba en los dormitorios compartía habitación con él y Changjo. Compartía su cama. Y aquello se estaba volviendo demasiado frecuente últimamente. Pero no le molestaba. Sonrió nuevamente. Parecía un pequeño ángel mientras dormía. Sonreía en sus sueños. Sonreía, libre de su usual actitud confiada y defensiva. Bien sabía Niel que podía llegar a ser incluso más tierno que Ricky cuando bajaba la guardia. Pero no lo hacía. Al menos no delante del resto. Sólo para él. Sólo mientras dormía. Tal vez él no lo supiera, pensó. Pero ver su rostro tan pacífico lo llenaba de felicidad. ¿Desde cuándo? No lo sabía. Tal vez desde el principio. Tal vez desde la primera vez que habían compartido la cama, a regañadientes. Desde que había visto por primera vez aquel lado de su compañero. Aquel lado que no pensaba que poseía. Pero que hacía a su corazón estremecerse.
Los párpados de Byunghun temblaron. Abrió levemente sus ojos. Y los volvió a cerrar. No quería despertar. No de aquel hermoso sueño. Actuó casi sin darse cuenta. Sus brazos se envolvieron alrededor de la persona acostada a su lado. Sintió un pequeño jadeo sorprendido escapar de los labios de su compañero. Pero no se soltó. Lo estrechó con más fuerza. Podía sentir la calidez de aquel cuerpo pegado al suyo. Apoyó la cabeza en su pecho. Escuchó los acompasados latidos de su corazón. Aquel sonido lo tranquilizaba tanto. No quería separarse jamás. Sintió una suave caricia en su cabello. Suspiró. Se sentía tan bien. Sonrió.
-¿Qué sucede, Byung?- preguntó Niel. Aquello era extraño. Nunca lo había abrazado de esa forma. Aunque no le disgustaba. Al contrario. Se sentía inmensamente feliz. Temió que pudiera sentir los acelerados latidos de su corazón. Pero no lo apartó. Correspondió a su abrazo. No podría hacerlo. Suspiró apegándolo más. Y deseó que él tampoco lo hiciera.
-No quiero despertar- susurró él. Volvió a estrecharlo entre sus brazos. –No quiero que este sueño termine. Niel, quiero que me abraces por siempre.
¿Estaba hablando dormido? No sería la primera vez. Pero… había dicho su nombre. Una extraña sensación lo recorrió. Sintió su pulso acelerarse. La hermosa expresión que mantenía mientras dormía. Su sonrisa angelical. ¿Acaso Byunghun soñaba con él? Tal vez el que estaba dormido era él. Pero los brazos alrededor suyo, aquel calor. Se sentía tan real.
-¿Byung, pero qué dices? Abre tus ojos- murmuró suavemente, llamándolo. Acarició su cabello. Pudo ver como sus ojos se abrían lentamente. Estaban brillosos. Tal vez por el miedo a despertar. Niel sólo rió, enternecido. Acarició su mejilla. Byunghun lo miró con sorpresa. Confundido. El brillo de sus ojos se intensificó.
-¿Esto es un sueño?- preguntó.
-Claro que no, tonto-. Sonrió. -Es la realidad.