A mis trece años, mi vida debería ser como la de cualquier chico: una familia, la escuela, amigos, tal vez si los tenia, aunque no puedo recordarlo. No recuerdo nada, no sé donde están mis padres, mis sirvientes me cuidan y el mayordomo principal, Tanaka, está al pendiente de mis maestros particulares. Es raro desde hace un par de meses, antes de ellos no recuerdo nada. Dicen que tuve un accidente y que eso pudo ser.
Empezando por la mañana, mi sirvienta, Maylene, me despierta y me prepara mi desayuno, ella es torpe, pero me cuida como si fuera a romperme, eso me ayuda a no extrañar tanto a mis padres. También el cocinero de la casa, Bard, termina quemando todo, aunque ha estado mejorando y cuida mucho mis alimentos. El jardinero, Finnian, tiene una fuerza sobre humana y ha destrozado muchas cosas, pero con las rosas del jardín es sumamente cuidadoso, como si se tratara de su vida. Todos son extraños aquí, bueno incluso yo con mi amnesia lo soy.
-Joven Ciel…-escucho una voz anciana detrás mío- nuevamente se ha quedado en sus pensamientos.
-¿En donde están mis padres? ¿Cuándo regresan? –hago la misma pregunta y el sonríe de la misma manera.
-Pronto llamaran para avisar su regreso- contesta a lo que yo siento nuevamente un hueco en el pecho. Es como si algo en mi se quebrara cuando hablo de ellos, pero bueno, son mis padres, no tengo hermanos, asi que paso mucho tiempo solo.
-Iré a caminar un rato- le digo yendo por un pequeño laberinto de rosas, nadie entra aquí…y aunque al principio los demás no querían que entrara, Tanaka los convenció de que era lo mejor, realmente no se a que se refería con eso.
Mientras camino, nuevamente mi cabeza duele, insisto en que hay algo secreto aquí, sigo caminando y encuentro un techo de ramas y capullos de flores.
Me quedo mirando aquella estructura y sin querer me pincho un dedo con una espina. Retrocedo y miro unas gotas de sangre caer junto a un pequeño tronco con una pequeña rosa cristalizada. Jamás había visto algo asi, será por la temporada? O algún hecho sobrenatural?
Observo con atención y miro una escritura sobre la madera. Con cuidado quito las espinas dejando solo la rosa y una pequeña inscripción:
POR LA ETERNIDAD, MI AMADO CIEL PHANTOMHIVE.
S.M.
Siento extraño, dice mi nombre pero “¿amado?” podrá ser mi prima nuevamente y su juego de prometidos. Pero las iniciales “S.M.” no concuerdan, no recuerdo ningún nombre con esas iniciales.
Miro a mí alrededor y tapo aquello con las ramas de alrededor. Mientras salgo, mi pecho arde, como si se tratase de algo de gran importancia para mí. Es seguro: es un secreto mío y de alguien más. Tal vez si le pregunto a mis sirvientes, o a Tanaka, o incluso a Elizabeth, sepan quién es la señorita que me ha hecho esa confesión de amor.
Al regresar dentro de la mansión me dirijo a la cocina a buscar algún dulce y escucho hablar a Maylene.
-Les digo que recibí una carta de él, pregunta por el joven amo, realmente es triste que no pueda volver.
-Oh vamos! –Esa es la voz de Bard- creo que solo es cuestión de que hablen.
-¿Con quién debo hablar? –pregunto y ambos callan.
-No…con nadie joven Ciel, un inversionista..Si eso!
Los miro pero no me dan ganas de discutir, antes de salir, recuerdo lo que vi en el jardín y me dirijo a ellos.
-¿Qué señorita tiene las iniciales “S.M.”? –ellos se sorprenden por mi pregunta y se miran entre si hasta que Bard toma la palabra.
-Se…seguramente alguna de sus visitas, la hija de algún cliente…
-Mmm de acuerdo…
-¿Por qué pregunta?
-no. Por nada en especial- salgo rumbo al estudio de mi padre, al entrar todo está bien acomodado, hay muchos libros que no me ha dado interés. Checo en su escritorio, buscando algún nombre que me haga saber la dueña de esas iniciales.
Entre tantos papeles hallo un sobre con mi nombre. ¿Una carta para mí?
La abro y empiezo a leer:
A mi querido Ciel Phantomhive:
Seguramente cuando leas esto, ya me habré ido. Jamás quisiste abrir los cajones de este escritorio por los recuerdos que guardan, pero el que leas esto significa que has olvidado todo…incluso a mí.
Eres el ser más sorprendente que he conocido en mi larga vida. Quererte es un delito, asi que confesar amor sería el mayor pecado incluso para mí.
Tal vez algún día nos volvamos a ver, tal vez nos topemos y tu no sepas quien soy, tal vez…solo tal vez, tu alma aun tenga mi nombre guardado.
Por siempre y para siempre te perteneceré asi como tú me perteneces.
Con amor:
S.M.
Nuevamente esas iniciales, salgo rápido del estudio y busco a Tanaka.
-Abuelo…tengo algo que preguntarte.
-Dígame joven, responderé todo lo que está a mi alcance.
-¿Quién es S.M.?
-Mmm…-suelta un suspiro que me inquieta mas- esa persona le protegía mucho, por lo visto incluso usted le olvido…
-¿Por qué una chica me protegería?
-¿una chica?
-si! incluso…-sentí un leve rubor en mis mejillas- …
Vi como el sonrió.
-Vaya, eso sí es nuevo…aunque no soy quien para cuestionar su vida, si hay un sentimiento de por medio, tenga por seguro que le vera nuevamente.
Me quede algo perdido debido a esa aceptación, o sea que si le conocían y sobre todo que si tenía algo mas con ella…
Me fui a mi cuarto sin cenar, el hambre no había llegado por tantos pensamientos. Tome un diario y empecé a escribir esas iniciales, S.M. , que enigmático saber quién era esa persona.
De pronto un aire cálido entró por mi ventana, aun cuando se acercaba el invierno, sentir una brisa asi era alentador. Me levanté hacia la ventana y pude ver a alguien cruzar por la entrada principal. ¿Algún invitado? Sin ganas de ver a alguien me disponía a tomar una siesta cuando escuche los gritos de todos.
-SEBASTIAN-SAN!- escuché la voz de Maylene. ¿Sebastian? La curiosidad me invadió y baje a saludar, cuando toque el primer piso, sentí como si mi alma se saliera de mi cuerpo: un hombre alto, vestido de negro, sus cabellos del mismo color y ojos como rubíes. El me miró y su sonrisa cambio por una de impresión. Respire profundo sin entenderme y me acerque a él.
-Debe ser amigo de mi padre, mucho gusto, soy Ciel Phantomhive- extendí mi mano, la cual fue tomada por la suya, la cual estaba aguantada.
-El gusto es mío, joven Phantomhive, me llamo Sebastian Michaelis pero lamento decir que mis asuntos son con usted.
-Conmigo?
-Sera el nuevo tutor joven Ciel- dijo Tanaka con una sonrisa- ya que hay tanto trabajo, no puedo cuidar de usted como se debe asi que pedí al señor Michaelis que le cuide un tiempo y se encargue de sus estudios.
Le mire y él me dedico una sonrisa…Sebastian Michaelis…tiene el nombre como mi perro, pero ¿Por qué siento que ya nos conocemos?