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Notas del fanfic:

¡Hey! Bueno, yo soy Yuusei y soy alcohólica (?) Bueno no, solo soy escritora…Bueno no, soy pseudo escritora…Bueno ya, soy alguien que le gusta escribir y que le gusta este anime aunque no practique ni un carajo (?)

Espero les guste y dejen sus opiniones, etc. Será un two-shot pero el segundo capi será más un epílogo que capítulo.

¡Gracias por leer!

Haikyuu no me pertenece a mi si no a Haruichi Furudate.

Más…Más…necesito más ¡Más rápido! ¡Más fuerte! ¡Más ágil!

No basta con esto. No basta con ser bueno. Necesito más.

No es suficiente con practicar diariamente dos horas ¡Vamos, muévete Kindaichi!

¡Salta más alto! ¡Apúrate Kunimi, llega al jodido balón! Apúrense, idiotas.

¡Maldición, aún no es suficiente! ¿Creen que con ganar todos los partidos hasta ahora ya somos buenos? Necesitamos ser los campeones. Ser los mejores…Mi error…Ser el mejor.

Muévanse más, salten más alto, corran hasta que vomiten sangre.

Todos los días llego corriendo a la escuela a máxima velocidad para llegar a practicar al gimnasio aunque no haya nadie.

Botar un par de veces el balón y levantarlo, hacerlo golpear contra la pared y levantarlo nuevamente, así unos quince minutos. Después llenar una canasta de balones y comenzar a levantarlos frente a la red además de moverme por la cancha para levantar, veinte minutos. Al último realizo saques con toda la potencia que tengo, imaginándome que él está ahí, que al otro lado de la cancha esa destellante sonrisa socarrona está ahí junto al fruncido ceño de Imaizumi, esperando que me equivoque, aguardando hasta la más mínima señal de fallo de mi parte para atacar.

Oikawa Tooru, el nombre de la persona que más admiro y detesto a lo largo y ancho de este mundo. Detesto todo de él, desde su falsa vocecilla llamándome “Tobio-chan” hasta su sonrisa burlona que me mostraba cada que él hacía uno de sus milagrosos saques.

Desde siempre él era mi meta, mi persona a seguir, el armador idóneo que ganó el premio al mejor armador. Lo tenía todo, desde chicas hasta encanto con las personas pero lo más importante, su juego.

Cuando su tonta sonrisa se disipaba para ver solamente el balón, su manera de levantarlo y esos saques que ni siquiera el hombre más fuerte del mundo podría parar o bloquear, por eso él merecía llevar el número uno en su uniforme.

Yo…Aún recuerdo cuando Imaizumi tuvo que detenerlo la vez que iba a golpearme por pedirle que me enseñara ¿Qué tenía de malo? Al contrario, el que debía contenerse era yo ¿Por qué se enojaba si él era todo?

Soy considerado un genio, un prodigio, hasta tengo el título de “El rey de la cancha” pero no es suficiente…No es suficiente si sigo a la sombra de Oikawa Tooru, el encantador armador de Aoba Johsai, el capitán, el mejor armador de la prefectura que solo perdió la final.

¡Muévanse idiotas! Vamos perdiendo el partido ¿Por qué no alcanzan mis levantadas? ¿Cuántas veces les grité que practicaran más? Pero no, debían excusarse diciendo “Estoy muy cansado” “Deberíamos tomar un descanso” o contestar de mala gana “Lo que diga el egocéntrico rey” ¿Qué no entienden? Solo deseo ser el mejor, solo deseo ganar, solo deseo superar a Oikawa para poder plantarme y decir “Soy el mejor armador” nadie ama más el volleyball que yo, nadie sueña, come, respira volleyball más que yo…Solo quiero superarlo. Solo quiero ser el más fuerte, no le veo nada de malo.

¡Kunimi! ¿Por qué no pudiste bloquear ese balón?

¡Kindaichi salta más alto, sincronízate con mi levantada!

Solo el más fuerte se queda más tiempo en la cancha ¿Es que no lo saben, idiotas? ¿Acaso no quieren seguir jugando?...No importa, solo golpeen los balones que les lance.

Carajo, otro balón que no golpearon. Ojalá pudiera hacer todo yo solo, seguro sería más eficaz que todos ustedes juntos, hasta un bebé podría golpear ese maldito balón.

¡Rápido! Nos van a empatar.

¡Más alto! Casi nos alcanzan.

¡Más fuerte! El set está por acabar.

Volteo a las gradas y ahí está la estúpida sonrisa de arrogancia de Oikawa junto la expresión de preocupación de Imaizumi. Esta vez no Oikawa, no dejaré que me superes, esta vez quien seguirá en la cancha con una sonrisa seré yo…El que brille esta vez seré yo, solamente yo.

El balón ha pasado la red y está en posición perfecta para que yo lo golpee, hermoso simplemente, seguro con esto ganamos el set.

Siento como todo el tiempo se va alentando solo esos segundos, el impulso con el que viene el balón, el material con el que está hecho al momento de golpearlo. Perfecto, no puedo decir más de esa levantada pero… ¿Qué sucede? ¿Por qué nadie está golpeándolo? Quizá están corriendo para alcanzarlo pero no creo, claramente el balón iba para mi ¿Porqué no lo están golpeando?

Volteo y me encuentro con Kindaichi de pie, viendo el balón caer y rebotar rumbo a las afueras de la cancha ¿Qué pasa? ¿Acaso no lo vio? No importa, me aseguraré que esta vez lo golpee alguno.

El balón viene nuevamente y lo levanto pero nada, Kunimi está jadeando junto a Kindaichi, viéndome molestos ¡El que tiene el derecho de estar molesto soy yo! Otro balón y nada, sigue cayendo con fuerza. Me estoy desesperando ¿Porqué nadie lo golpea? ¡Apúrense! ¡Golpéenlo, idiotas! ¿Porqué?... ¿Porqué?... ¡Vamos, golpeen!

No entrenador, no quiero ir a la banca, no quiero sentarme. Soy fuerte, yo quiero quedar más tiempo en la cancha ¡No me mande al banquillo! ¡Kunimi, Kindaichi, vamos, golpeen! No…No quiero…Yo…No quiero…

Mis piernas me pesan, el sudor se siente frío, mi cabeza por alguna razón solo puede mirar hacia abajo. Mierda. Volteo mi rostro con toda la fuerza que tengo hacia las gradas y ahí está…Sus chocolates ojos viéndome con superioridad, su rostro dibujando una sonrisa entre burlona y superior, puedo leer muy bien el “Tobio-chan” que sale de sus labios seguido de una leve risilla junto al confundido rostro de Imaizumi que se ha quedado en shock por la situación.

Agarro una toalla de mala gana y me siento, está muy frío…No recuerdo que las bancas fueran así de frías. Pongo la toalla en mi cabeza y aprieto con fuerza mi botella de agua. Los odio, los odio a todos pero en especial me odio a mí. Todo ha sido mi culpa, por mi perderemos este partido y seremos una decepción, por mi debilidad que me hizo cegarme, quizá si hubiera bajado un poco el balón Kindaichi lo hubiera golpeado o si tan solo hubiera ido un poco más lento Kunimi habría mandado el balón al otro lado…Si tan solo no me hubiera cegado tanto…Ahora siento la mirada de todos los presentes en mi, juzgándome, repudiándome, burlándose de mi ego y soledad, de mi estúpido deseo de ganar.

Se siente raro, cada vez que trato de alzar el rostro algo en mi lo baja al instante, volteo a mis lados y nadie está junto a mí a pesar de que el partido ya terminó con nuestra derrota.

Con cada paso que doy al salir del recinto juro que siento como una enorme capa se arrastra y con cada intento de subir mi cabeza, un peso me lo evita. Mi corona. Hasta mi mano está cerrada como si estuviera sosteniendo un cetro que también arrastra su base con mi caminar.

Me duele el pecho.

Me duele demasiado el pecho. Ni siquiera otras veces en que he perdido ha dolido tanto…Mis ojos han comenzado a soltar lastimeras lágrimas al recordar esa escena. Yo solo, sin nadie a mí alrededor, levantando balones. Escuchando como rebotan en el suelo ya que nadie los ha golpeado. Esa estúpida sonrisa también está junto a ese confuso rostro.

¡No, alto! ¡Cállense! ¡Cállense!

“El rey de la cancha” “Es un tirano” “Solo piensa en él”

Me encuentro corriendo lo más rápido que puedo, ni siquiera mi capa me cubre de la lluvia, la corona está reacia a caer y aprieto con más fuerza el cetro que ni siquiera existe…

¡Lo siento! ¡Lo siento! Debí haber sido menos egoísta ¡Lo siento! Ustedes no eran unos flojos, no eran unos inútiles ¡Lo siento! Pero por favor…Alguien…Golpee el balón que yo alzo…

Si puedo jurar…Si puedo jurar que nunca perderé mi camino… ¿Podré volver a reír?... ¿Podré volver a levantar la cara?... ¿Podré dejar de ser tan débil?... Algún día… ¿Alguien querrá golpear el balón para mí?...

Mientras tanto, solo me queda mirar los destrozos de mi solitario y tiránico reino que ahora no tiene a nadie más que a mi sentado en el trono, llorando, siendo un idiota, esperando vanamente que alguien quiera al menos acercárseme…Como el mocoso de cabello naranja…Quizá él podría ayudarme a salir de este solitario lugar…Quizá él podría borrar todo esto con su boba sonrisa y su brillante luz…Si…Quizá…Él pueda quitarme la corona y dejarme en libertad.


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