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Calls me home por JayStomp_virus

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Notas del fanfic:

Mi primer fanfic de BAP, espero que os guste^^

Giran y giran. Su vida, sus sueños, sus miedos. Se transforman.

 

Roza con severa tristeza los pliegues del sofá, se deja caer hasta que sus pies alcanzan la alfombra de color oscuro que protege el suelo de los golpes. Sus párpados se rinden y la cabeza comienza a darle vueltas.

¿Qué es real? ¿Es todo una mentira? ¿Soñamos? ¿Morimos?

Suceden como en una película en blanco y negro propia de los años 30, varias imágenes, en algunas él es el protagonista. En otras un mero espectador. Y no sabe qué le aterra más si lo que pudo ser o lo que en realidad sucedió.

 

 

Capítulo 1

 

Cuando  Xiao Ya observaba a su alrededor el mundo que le rodeaba sentía terror. No lo comprendía. Y con frecuencia se preguntaba si era el único. Los días se resumían en pasar las páginas del libro que había encontrado recientemente tirado en el suelo e intentar descifrar lo que ponía. Leer jamás había sido fácil pero aquella lengua era totalmente distinta de la que estaba acostumbrado a ver en su casa. Los caracteres tradicionales y aquellas letras eran mundos diferentes.

Su pelo negro y largo le daba una apariencia aniñada por la que muchos occidentales habrían pagado. Su cuerpo había ganado algo de peso y lucía más sano. La ropa que vestía era incómoda y colorida y le hacía sentir el centro de una diana cada vez que paseaba por la calle y la gente se detenía a verlo. Muchas personas lo señalaban con el dedo y se sentía intimidado así que bajaba la cabeza y con los pies juntos caminaba deprisa hasta encontrarse lejos de aquellos ojos que lo analizaban.

Xiao Ya  no recordaba la exactitud de los acontecimientos, en qué momento su sueño, su vida, su todo, se vino abajo.  Pero de pronto las ganas de vomitar acudieron a él de manera irreversible y se encontraba de rodillas, una vez más, en el suelo echándolo todo. Se limpió con las manos los labios y después se frotó las piernas para desprenderse de la sustancia pegajosa que segundos antes le impregnaba los labios. Le dolía el estomago. Nervios. Odiaba la sensación de mal estar que le invadía el cuerpo, el cosquilleo incesante que le empujaba a llorar y dormir todos los días.

Como cada mañana el timbre sonó dos veces a las dos exactas del medio día, pero se quedó paralizado tras la puerta escuchando aquella voz grave y profunda, observando a través de la mirilla aquellos ojos rasgados como los suyos que tan profundamente lo miraban a través del cristal.

—Sé que estás ahí.

***

La saliva se secó en sus labios y  no pudo evitar morderlos, una vez más, antes de tomar el micrófono entre sus manos y gritar por última vez el estribillo del último tema que [i]EVILISH[/i]  había sacado. La letra no la había escrito él y eso le desagradaba pero los demás decidieron que era la mejor canción para promocionar en la época estival .Si aquella melodía hubiera sido compuesta por Jung Daehyun la palabra[i]amor[/i] no habría salido ni una sola vez.

El amor para el chico con labios gruesos y mirada arrebatadora no era más que un invento, hacía años que había dejado de creer en tal sentimiento, aunque en la actualidad al menos la gente parecía comprenderlo .

Las ventas de los álbumes no suponían una gran preocupación para él a diferencia de sus compañeros que podrían pasar noches sin dormir por culpa de los números. Daehyun jugaba sobre el escenario, era una marioneta al son de su fiel banda, proyectaba su hermosa voz en grandes escenarios ante millones de fans [i]que darían lo que fuera[/i] por un segundo a su lado.  Pero como ser inerte que era, tan sólo, seguía instrucciones.

—Hoy tienes que besarte con  James.

— Hoy tienes que romper a llorar cuando cantes [i]Love against us[/i]

 

Hoy te rasgarás el pecho con la púa de T.

 

Y la lista de órdenes podía continuar… Pero Daehyun era un chico obediente.

Aquella noche, era una más, una de tantas y el joven moreno había decidido terminarla en la playa. Épico. Su final no podía ser de otra manera.

La sensación de calor que dominaba la parte superior de su tronco contrastaba con la tibia humedad que empapaba su cuerpo de ombligo para abajo. Pronto…muy pronto todo desaparecería.

***

La imagen que se reflejaba en el espejo y la que él tenía de sí mismo eran completamente diferentes. Youngjae podía sentir como sus ojos buscaban en su otro yo la respuesta a todas esas dudas que lo torturaban ¿Por qué no podía ver lo que los demás veían? Quería ver  a esa persona bella que allá adónde iba todos decían que era. Decían que era guapo pero no sabía que parte de él podía encajar con aquella definición. Sus labios eran gruesos pero su boca pequeña, su nariz le hacía parecer un [i]cerdito[/i] según decía siempre su hermana, los ojos eran normales y el color de su piel también. Además su pelo apenas tenía un centímetro de largo.

 

El joven tomó aire y se pasó ambas manos por la cabeza, evaluó una vez más su apariencia y sonrió colocándose la boina. No importaba, una cara no lo era todo, había algo que lo preocupada mucho más.

 

Youngjae recientemente había descubierto que la pesadilla que se repetía cada día en su cabeza tenía una base real y era el miedo a relacionarse con la gente. No tenía familia, no tenía amigos, no tenía ni siquiera una mascota. No, no era una persona solitaria, estaba solo.

 

Cada mañana, cuando paseaba por el centro de la ciudad, observaba como los demás vivían la vida y apretaba un poco más la mano cerrada en un puño frustrado por no ser capaz de vencer la timidez que le embargaba. Pero lo cierto era que, aquella sociedad, la ciudad y la juventud habían evolucionado de manera increíble, y mientras él apenas había rozado la mano de una joven dama los adolescentes se besaban de manera lujuriosa en mitad de cualquier parte. Era impactante. Youngjae estaba no podía creérselo.

***

 

Entre sirenas de ambulancias y coches policía Jongup se escondió con pánico en el primer callejón que encontró.  El panorama era pésimo y sus piernas necesitaban un descanso después de haber corrido durante tanto tiempo, escapando de la gente que lo perseguía. Inspiró hondo, apoyó las manos sobre las rodillas, y cerró los ojos un breve instante. Todo se volvió negro pero nada cambió cuando los volvió a abrir, manoseó el chaleco hasta que palpó la cartera en el interior y suspiró aliviado. Al menos no la había perdido.

 

Jongup odiaba ganarse la vida de aquella manera pero en medio de la crisis económica que el país estaba afrontando sólo los más fuertes sobrevivirían. Y tenía que admitirlo, no sabía perder.

 

Apoyó la espalda sobre el muro mugriento y lleno de pintadas del escondite que había encontrado y apretó contra el pecho el tesoro, no era el mejor momento para ponerse a contar billetes aunque a jurar por las pintas del individuo que había saqueado tendría un par de ceros, contantes y sonantes.

 

Con la cabeza entre dos calles y un pie a medio salir a la carretera Jongup no tuvo que contar hasta tres para salir como si nada de aquel sitio y encaminarse hacia su casa.  La sonrisa se ensanchó en sus labios y como un gato sigiloso y observador el joven desapareció en medio de la ciudad como si aquel acto vandálico no hubiera sucedido, comportándose como un ciudadano más. Respetando las leyes.

 

****

 

La última vez que Junhong había ido a un parque de atracciones no había sido para pasárselo bien, de hecho ni siquiera recordaba por qué había terminado subido al carrusel que en tantas pesadillas suyas aparecía, simplemente estaba allí y tenía ganas de llorar.

 

Sin embargo en el presente sabía por qué estaba en un parque de atracciones y también subido a un carrusel; la estaba buscando a ella. Su musa.

 

No era un juego, acertijo o alucinación, ni siquiera había bebido. Pero sabía que ella se encontraba allí y no iba a irse sin encontrarla y hacerla suya de una vez por todas.

 

Sucedieron las horas desde la mañana hasta la noche como una suma de números sin sentido que le desesperaron más aún. Rendido y sin fuerzas Junhong regresó a casa, se descalzó y tumbó en la cama con los ojos fijos en la luz de colores que desprendía la lámpara. Quiso dejar la mente en blanco y olvidarse de todo pero una sensación de vacío le hizo llevarse la mano al pecho y apretar con fuerza la camiseta de los [i]Lakers[/i] que llevaba puesta. Cerró los ojos y buscó entre todos los recuerdos su imagen. Sabía que la había visto.

 

Flashes de toda su vida viajaron a toda velocidad como estrellas fugaces en el firmamento, mezclándose en su interior como una amarga felicidad que le empujó a querer frenar aquella acción pero, a punto de rendirse, Junhong encontró lo que buscaba: su imagen, nítida y perfecta, era suya.

 

Corrió a por una de esas libretas viejas y tomó un lápiz. Aquella noche la había atrapado, entre papeles.

 

****

 

Las paredes eran oscuras y húmedas, la piedra rozaba su piel de manera irrespetuosa dejando marcas a lo largo de todo su cuerpo cada vez que éste intentaba desasirse de las cadenas que le sujetaban los tobillos y brazos. El olor era putrefacto y enfermaba a quienquiera que estuviera más de dos horas encerrado en aquel sitio de mala muerte.

 

Poco a poco movió los dedos en forma de ese  y después giró la muñeca hacia ambas direcciones intentando desentumecerse, pero por mucho que cada día hiciera los mismos ejercicios su cuerpo se estaba resintiendo. Era algo inevitable.

Bang Yong Guk había sido capturado. Era un peligro para la sociedad, una amenaza para el gobierno y un líder para el pueblo. Sus pinturas, sus escritos y sus lemas eran vitoreados allá a donde fuera. Al contrario de lo que la mayoría de la gente pensaba, él no había pretendido nada de eso y aquella situación entre las cuatro paredes, que lo excluían de la vida y convertían en un delincuente más, lo habían apagado.

 

Con los dientes apretados Bang gritaba para pedir ayuda cada vez que escuchaba los pasos de gente en el exterior, se retorcía agitando las cadenas y peleaba por que lo soltaran. Si aquellos cabrones no le dejaban en libertad pronto, las consecuencias serían nefastas para vándalos e inocentes.


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