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Love in the Circus. por luky_luze

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Notas del capitulo:

-Sale de una pila de ropa, libros y libretas-

Hola Mina @n@ bueno, no tengo perdon de ustedes por hasta APENAS hoy me digne a subir el capitulo 15 de este Fic.

Me disculpo por el casi mes y medio de ausencia, pero la escuela es una bruja maldita, lo peor es que me falta un mes para salir de vacaciones, shoro mucho TyT.

Hablando de brujas, las matematicas son unas sadicas, a mi cabeza no se le dan mucho que digamos, pero corria el riesgo de reprobar el parcial u,u, afortunadamente no paso (7) No va ser la calificacion mas hermosa que aparecera en mi boleta, pero prefieron esa a un seis o un cero (en mi carcel si se puede poner cero, uno, dos... etc) y si reprobaba la chancla vengadora iba a hacer aparicion TnT

Ademas, me agarraron para escribir la obra de teatro de mi salon, me retraso mucho eso.

Bueno, ya dejando de lado eso, disfruten el cap

Nos vemos abajito n><n

Cuando llego apenas era un niño, no conocía a nadie, su familia había muerto… bueno, su padre le abandono cuando tenía seis años apenas y su madre había muerto un año antes, por muchos años estuvo solo, trabajaba y estudiaba al mismo tiempo. No solía estar mucho tiempo en casa dado que era demasiado grande para él, y no quería que su hogar le recordara que estaba solo en el mundo. Eso cambio cuando cumplió once años, conoció a quien ahora es su mejor amigo y a la madre de este que quiso como si fuera su abuela.

Ambos fueron buenas personas con él, le quisieron y cuidaron como un miembro más de su pequeña y humilde familia, estaba infinitamente agradecido con ellos por su cariño y amor. Cuando aún era un crio se enamoró de su mejor amigo, llegando a decir que sería su esposa en el futuro y le daría muchos hijos. Sonrió como hace un tiempo no lo hacía.

Lo que una mente infantil podía hacer y lo que podía hacer la inocencia de un niño. Aun con quince años tenía claro que se casaría con Wakamatsu en cuanto cumpliera la mayoría de edad, lo quería sí, pero no era como antes, algo en él había cambiado con el paso de esos cuatro años.

Llego a Teiko un día de otoño, quería experimentar nuevas cosas, abrirse camino en la vida, volverse independiente para que el rubio se sintiera orgulloso de él, quería alejarse del sentimiento de soledad en el que se encontraba su corazón.

En ese momento lo conoció. Fue como una luz deslumbrante y cegadora, tan brillante e inalcanzable, eso fue lo que pensó en el momento en el que le vio saltar por los aires arriba de una motocicleta tan temerariamente, sin miedo de salir lastimado o herido. Cuando reacciono ya estaba pidiendo informes para entrar a trabajar en aquel circo.

Se sentía entusiasmado, algo que hace mucho tiempo no experimentaba, fue cuando lo supo: se había enamorado. Un amor a primera vista. No se asustó de que haya sido de un hombre, por sus antecedentes lo tenía contemplado, pero si se alarmo al ver a aquel moreno con un aura fría, egocéntrica e intimidante. Todo lo contrario a lo que él era.

Sabia de ante mano que sus sentimientos jamás serian correspondidos, pero… era feliz sabiendo que estaría al lado de su amor platónico. Se amarraba al hecho de que algún día el moreno le correspondería, se vale soñar, se decía a si mismo cada vez que veía a Aomine entrar con alguna conquista al remolque que compartía con él y el moreno le sacaba casi a patadas de ahí.

No quería recordar cuantas veces lloro por aquel suceso, fueron tantas veces en tantos lugares que dolía seguir enamorado de aquella persona. Su único consuelo en ese momento eran los brazos de Furihata, el mayor sabia escucharlo y consolarlo y le alentaba al menos sino terminar con aquellos sentimientos, ponerle un ultimátum al moreno.

-No tengas miedo, siempre contaras con nosotros. Somos una familia, entre todos se cuidan-

Siempre que tenía miedo aquellas palabras le reconfortaban a gran escala. Ahora entendía por qué el líder de Teiko se había enamorado de alguien como Kouki. Fue por eso que un día decidió cambiar con el moreno, no le parecía justo que le tratara como su empleada doméstica, o que no tuviera respeto con sus cosas, ni siquiera con su persona.

Le puso un hasta aquí al asunto, y así será hasta que el mayor decidiera cambiar de actitud con él.

Pero… no todo siempre es de color de rosa. Mucho menos, no todo es tan sencillo como parece. Y ahora era consciente de que tan cierto eran esas palabras.

-Di algo, no te quedes callado-

-¿Qué quiere que diga senpai? Si lo que ya hizo no hay vuelta atrás- respondió secamente el menor, sin valor a girarse para encarar al otro.

-No te lo guardes- contesto el otro –sácalo…- agrego, preparándose para lo que pedía.

-Está bien…- por fin había roto su máscara -¿de quién es el bebé? ¿Por qué estaba oculto entre los objetos del almacén? ¿Es suyo?- eso último fue como si se arrancara el corazón, lo que quedaba de él.

-Sí, es mío- respondió firme en sus palabras –al menos eso es lo que dijo el examen de ADN y la que fuera su madre- agrego con resentimiento en su voz por aquella mujer que no tuvo corazón a la hora de darle al mocoso a su cuidado, buscando las palabras exactas para continuar –lo primero es porque…-

-No lo diga, por favor- pidió el castaño, aun con el curioso bebé entre sus brazos. Sus ojos azules hicieron una pequeña conexión con los de Sakurai, logrando estremecerle, nunca había experimentado aquello, ni siquiera cuando los ojos azules del moreno chocaban con los suyos. Por inercia acaricio los cabellos claros del bebé, era tan frágil y hermoso a la vez. Su corazón se paralizo por unos segundos por la manita del menor sobre su mejilla, rozando una zona de ese lugar. Tomo la manita del pequeño y la beso con cuidado, tratando de sonreír mientras le arrullaba para que volviera a dormir. Se había olvidado de que el moreno era testigo de lo que estaba haciendo, ¿Qué más podía pasar? –este bebé no es ningún perro, mucho menos un animalito para que se mantenga oculto como si se tratara de una travesura- agrego, viendo seriamente al mayor que asintió ante sus palabras –es TU hijo-

-Ya lo sé-

-Entonces porque haces esto, sabias que tarde o temprano lo iban a descubrir. Es un bebé por dios santo- se enojó el menor, viendo fijamente al moreno que se hacía más chiquito con cada palabra que salía de su boca -¿Por qué lo mantenías oculto? ¿Qué ganabas con esto?-

-Ryo…- exclamo el moreno, no esperaba que esto iba a ser tan pronto.

-CONTESTE SENPAI- reclamo, aun con el bebé en brazos -¿Qué planeaba hacer con el bebé manteniéndolo oculto de nosotros?-

-No lo sé- respondió confundido.

-¡Si lo sabe!-

-Sakurai- se le estaba saliendo de las manos el asunto.

-RESPONDA ¿QUÉ IBA A SER CON EL BEBÉ?-

-NO LO SE RYO- grito frustrado –esto fue tan repentino que no tenía idea de que hacer. Arrastre a Kagami y a Murasakibara en esto, no sé qué hacer si Akashi se entera de esto. Lo hice pensando en la seguridad de él, no podía permitir que aquel maniático le hiciera algo- señalando al menor que dormía en el hombro del castaño –no podía permitir que ese mocoso fuera un impedimento para estar contigo, porque sabía que si te enterabas de la verdad terminarías por irte-

-Eso solo significa una cosa Aomine-san- reflexiono el castaño, obligando a que el moreno levantara los brazos para entregarle a SU hijo que estaba dormido –no pienso ser la causa para que un padre y su hijo no estén juntos- continuo, viendo al bebé y después al moreno –me voy de Teiko, no puedo vivir con la conciencia limpia al saber que un angelito que no tiene la culpa de nada viva sin su padre, en especial si es este la única familia que tiene-

-Ryo…- no podía ser cierto, se negaba a creerlo.

-Se lo suplico…- pidió, casi al borde de las lágrimas el castaño –ya no diga nada. Mi corazón no podría soportar un dolor más… ya no- siguió, mientras una lagrima bajaba por su mejilla –ya me resigne a verle solo como un ex compañero de trabajo, deje de lado mis sentimientos por usted- varias lagrimas salían de sus ojos, este sería el último dolor que tenía en Teiko –lo siento, pero no puedo ser su amigo, no después de lo que significa este bebé para usted. Es lo mejor para los dos- agrego, caminando varios pasos lejos del mayor, ya no se rompería frente suyo.

-Cuando Akashi-san regrese hablare seriamente con él y le diré sobre mi renuncia a Teiko. Supongo que en unos días más dejaremos de ser compañeros- murmuro –le recomiendo que haga lo mismo usted Aomine-san, un hijo no se puede ocultar para toda la vida- tan luego dijo eso salió del almacén donde dormía Murasakibara y mantenían oculto al bebé del moreno. Un segundo más ahí y terminaría completamente destrozado, más de lo que ya estaba.

-¡¡RYO!!- grito el mayor, tratando de darle alcance al castaño pero fue en vano. El menor ya se había ido del almacén. Se asustó un poco por como el bebé comenzó a llorar, posiblemente al percatarse como estaba el ambiente a su alrededor –para de llorar. Te juro que hare que tu madre regrese, te lo prometo- exclamo con determinación meciendo a su hijo en un intento de que dejara de llorar. El que el castaño se fuera, no significaba que se iba a rendir tan rápido, el chico iba a regresar con él por las buenas o por las malas pero iba a hacerlo, eso era una promesa.

En especial cuando el castaño había formado un lazo único con el bebé que tenía en brazos. A pesar de que no era un hijo de su vientre, hubo una pequeña conexión entre ambos, era como si su hijo reconociera a Ryo como su madre y no la otra tipa que solo le boto como un perro –me encargare de que sea tu madre, mocoso. No lo dudes- con eso último, regreso a donde dormía su hijo para que descansara. Tenía que ver que iba a decirle al emperador, sinceramente no estaba preparado para eso, -mucho menos para ser padre- pero las cosas ya estaban hechas, no había vuelta de hoja –ruega porque me deje vivo Akashi- le dijo al bebé que tenía el ceño fruncido igual que él, pero que de alguna manera trato de entenderle.

***************************************

Estaba ahí solo por un solo propósito y esa era saber la verdad. Era normal que quisiera saber lo que estaba pasando. En especial porque había el renunciado ya a aquellos sentimientos que desde que era adolescente los había dejado en lo más oscuro de su corazón. Después de todo, era su mejor amigo del que estaban hablando. No tenía por qué seguir enredándole en algo que no tenía sentido seguir.

Con aquel ultimo pensamiento suspiro y después se adentró al edificio un poco deteriorado. No era como si aquello le preocupara pero lo que si no terminaba de comprender era como alguien como su amigo decidió vivir en un edificio tan humilde como aquel, aun teniendo el salario de un modelo de talla internacional.

Toco la puerta con el numero que su amigo le había dicho que era donde vivía. Era un lugar demasiado tranquilo, incluso parecía que el era el único que vivía en aquel pasillo.

-Vaya, no espere verte tan tarde. Pasa, en un momento estoy contigo- se hizo a un lado y dejo que el rubio se sentara en el living, aun tenia cosas que hacer.

-Supongo que tu trabajo es pesado- dándose cuenta de que el lugar estaba hecho una pocilga.

-La vida de modelo es complicado, creo que lo sabes Franco- respondió el peli plateado, frunciendo un poco las cejas, ¿con que derecho criticaba su casa? –Además… solo estoy de paso aquí en Paris- agrego, sentándose frente al rubio.

-Y por eso fuiste a molestarme a mi trabajo ¿no, Renzo?- cinco años de no saber nada de él y ahora llegaba a hacer movimientos innecesarios a su vida.

-Me extrañas ¿no es así?- le pregunto, acercándose con intenciones de besar al rubio de ojos rubís el cual al percatarse de eso se levantó de su lugar enojado –vaya… veo que aquel chico te cambio, Franco-

-¡No metas a Tatsuya en esto!- le reclamo molesto -¿Por qué haces esto? Sabes que tienes prometida ¿lo recuerdas?-

-¡Ja!- rio con ironía el peli blanco –esa chica nunca me intereso- continuo, acercándose al rubio mientras ponía sus manos en su pecho –el único que me interesas eres tu- agrego, besando con sensualidad la comisura de los labios del más alto. El rubio arto de eso, aparto de manera brusca al peli blanco, notoriamente enojado de los juegos de Renzo.

-Deja de jugar, por favor- pidió el de ojos rubís.

-¿Quién dijo que estoy jugando?- pregunto el de ojos azules, volviéndose acercar al otro –yo te amo- aseguro.

-¡¡YA BASTA!!- había llegado ya su límite en ese estúpido juego –yo no te amo Renzo- por algún motivo cuando dijo eso un pequeño dolor apareció en su corazón, ¿Qué pasaba con él?

-Ya veo…- murmuro el peli blanco, apartándose del rubio un tanto decepcionado, detalle que paso el otro –al final creo que no cumpliste con tu palabra- una traicionera lagrima rodo por su ojo, se la limpio con brusquedad, no iba romperse frente al otro –vete de aquí, ve con el chico al que te aferras tanto aun sabiendo que NUNCA TE VA AMAR, ve con él, sigue mendigando por un amor que nunca va ser para ti. Vete con mi sustituto barato- un puñetazo en la cara hizo que guardara silencio, nunca imagino que el de ojos rubís fuera a golpearlo.

-Tú no sabes nada, no sabes por lo que estoy pasando-

-CLARO QUE LO SE- grito el peli blanco, tocando con cuidado su mejilla que estaba a punto de hincharse –has dejado claro a quien escoges- eso no lo entendió Ichinose ¿de qué rayos hablaba? Un puñetazo lo suficiente fuerte logro derribarlo, además de abrirle el labio –si eso era todo lo que tenías que decir, lárgate de mi casa. Te juro que en mi vida volverás a verme- arrojo a la cara del otro un pequeño anillo con un rubí en el centro, un recuerdo fugaz paso por la cabeza del rubio pero no logro verlo bien –LARGATE ICHINOSE-

Suspiro.

No estaba llegando a nada, además… aún tenía la incógnita de aquel anillo y de las palabras que estaba diciendo el peli blanco ¿Qué significaba? ¿Tenía que ver con sus dolores de cabeza? ¿Por qué actuaba de esa manera? De que se había perdido. Es lo que no lograba descifrar aun.

-Ichinose-san- desvió su mirada de aquel anillo para observar a quien le había llamado.

-Kuroko…- murmuro -¿se te ofrece algo?-

-Esa es mi línea- respondió el peli celeste –ha estado toda la tarde viendo ese anillo…-

-¿Te diste cuenta?- regreso su mirada al anillo –me creerías si te digo que no tengo idea de cómo alguien como Renzo tenia este anillo en su poder-

-Depende ¿Por qué es tan especial ese anillo?- contesto el peli celeste, viendo fijamente al rubio.

-Se trata de una reliquia familiar- continuo –solo se le da a aquella persona que es sucesor de la familia. En mi caso soy yo al que le pertenece, pero la historia dice que cuando el propietario le da el anillo a otra persona le está proponiendo matrimonio- explico, dejando en la mesa el anillo recordando algo –supongo que se lo di a Renzo aun cuando éramos novios- reflexiono.

-¿Eran?- pregunto el ilusionista.

-Fuimos, hace diez años sino más recuerdo- agrego –pero por un evento inesperado no pudimos seguir siéndolo- continuo, haciendo memoria.

-¿Qué paso?- quiso saber, no es que fuera chismoso pero aquello le llamaba la atención al fantasma.

-Renzo tuvo un accidente cuando tenía 17 años- murmuro más para sí mismo que para el peli celeste –perdió la memoria. Una parte de ella mejor dicho- agrego –solo tenía recuerdos de cómo nos conocimos y de la escuela, pero después… no lograba recordar nuestro noviazgo-

-Pero porque no hizo nada para que lo hiciera-

-Porque era lo mejor para los dos. Sabía que no era correcto tener esos sentimientos por mi mejor amigo, quería verlo tener una familia, una esposa e hijos. Por él era capaz de sacrificar mi corazón con solo verle feliz- contesto firme con sus palabras.

-El amor es normal, se da en todos, sin importar el sexo y preferencia sexual- acoto el peli celeste.

-Era feliz sabiendo que él tenía una vida normal, sin mí como su pareja, como tuvo que haber sido desde el principio. Después el conoció a un chica, linda, cariñosa, era la mejor para él. Logre vivir en mi papel como el mejor amigo por cinco años, pero hubo una cosa que no soporte durante ese tiempo. Ese fue ver que se iba a casar con aquella chica. No lo soporte más y decidí que era momento de dejarlo ir, por eso llegue a Teiko, con la intención de volver hacer mi vida… pero no logre hacerlo, el fantasma de aquel amor me persigue. Suena dramático ¿no?-

-¿Qué quiere decir con eso?-

-Esta mañana fui a verlo, y tal parece que ha comenzado a recordar lo que pasó entre nosotros. Lo rechace y le dije que no era correcto lo que estaba haciendo, estaba comprometido. Solo dijo que jamás le intereso aquella chica y al que quería era a mí-

-Hay algo que aún no cuadra aquí, Ichinose-san- llamo el peli celeste, convencido de que había gato encerrado. El rubio le miro confundido ¿Qué puede faltar? Cuando iba a preguntar los sollozos incesantes de una persona se escucharon en el comedor, alertando al rubio y al peli celeste. Algo había pasado.

**********************************

Ambos con la respiración agitada, el cuerpo caliente. Ambos desando a que esto pasara.

Cinco años, cinco años anhelando por fin marcarlo como suyo, profanándolo, unirse como una sola alma. Y por fin, por fin podía hacerlo.

-Se-Sei-kun…- jadeo, rompiendo con aquel ósculo, con las mejillas sonrosadas. Aun no creía que estuviera en un hotel de cinco estrellas y que… estuviera, estuviera…

-Kouki- gruño el emperador, pasando la tarjeta de su habitación para comenzar con su noche especial. Estaba luchando con su autocontrol, pero teniendo al castaño a su merced y a su disposición lo hacía imposible –no tengas miedo, seré cuidadoso contigo- consoló, besando con cariño aquellos labios rojos por su culpa, tan dulce y puro eran su sabor como su dueño mismo.

Con cuidado fue entrando a aquella habitación sin despegar sus labios de los contrarios, una pequeña danza comenzó en sus bocas por tratar de marcar quien era el que dominaba, obviamente gano el peli rojo, sus experiencias anteriores le han hecho escuelita.

Sus manos recorriendo la cintura, espalda, hombros del castaño, acariciándole para que confiara en él, en su palabra. Que le tuviera fe ciega era su consuelo.

“Como puedes si quiera a atreverte a tocarlo después de todas las mentiras que le has dicho” su otro yo se lo recriminaba a cada segundo desde que conoció a Kouki. Un maldito cruel recordatorio.

-Sei… ¿estás bien?- pregunto extrañado, no era normal ver a su pareja tan serio.

-Lo estoy, no te preocupes Kouki- respondió, acostando con un poco de brusquedad en la cama al castaño, posicionándose sobre el –continuemos con lo que estábamos haciendo ¿sí?- se quitó la camisa que traía puesta de manera sensual, bajo la mirada café de Furi. Sonrió con arrogancia al ver en aquellos ojos algo más que solo amor, un infinito deseo de tocarle es lo que podía leer. En un sorpresivo movimiento, se encontraba de nuevo besando los labios ajenos con un poco más que desesperación, ayudando a quitarse la camisa al castaño.

Podía sentir el nerviosismo e inocencia en esa acción por parte de su chihuahua.

Tan lindo, único… especial.

-N-no hagas eso, po-por favor- pidió avergonzado, percatándose de que la rodilla del peli rojo sobaba de una manera demasiado provocativa su entrepierna –uh, ahh- un pequeño gemido escapo de sus labios. Aquella era música para el peli rojo.

-No temas, nunca te lastimaría Kouki- murmuro el emperador, quitándole la camisa al castaño para después continuar con su pantalón hasta dejarlo únicamente en bóxer, percatándose de lo suave y dulce que era el cuerpo del veterinario para él. Demasiado hermoso para su realidad.

“Deja de mentirle, si continuas así no podrás detenerte y los dos terminaremos pagando las consecuencias. Dile la verdad sobre nosotros”

-Ah… Sei- jadeo de nuevo, pasando sus manos sobre el cabello suave y rojizo del emperador. Se sentía como en un sueño, uno del que nunca quería despertar –no me muerdas- pidió, al sentir los dientes del peli rojo sobre su cuello, dándole una pequeña mordida en esa zona –mmm, Sei…juuro- gimió, no podía ser que el emperador se estuviera conteniendo tanto para hacerle tantas carisias en su cuerpo.

-Que sepan que eres mío, de ahora en adelante me perteneces. Eres mío Kouki y jamás te dejare irte de mi lado y si lo haces iré por ti hasta el fin del mundo, de los cielos y de ser necesario al mismo infierno para llegar a ti de nuevo- demando, obligando al castaño a darle la mirada, pasando su mano sobre la hombría del castaño logrando sacarle otro gemido de sus labios el cual ahogo por el demandante beso con el que el emperador le sometía.

-Creo que ya es hora- susurro, deshaciéndose de la ropa interior del castaño, dándose la mejor vista que haya presenciado jamás del cuerpo de su pareja. Era perfecto –alguien quiere un poco de atención- tomando la hombría del castaño que estaba semi erecto, masturbándole mientras disfrutaba de los espasmos que Kouki tenía por sus movimientos.

-Sei… por favor, no…- suplico, cubriendo su rostro avergonzado con su ante brazo, mientras pequeños gemidos salían de su boca –me correré- advirtió, viendo con la mirada nublada al peli rojo que mantenía sus ojos desiguales clavados en él, viéndole con intensidad, cariño… amor.

-Te amo, Kouki- susurro, sin dejar de tocar al castaño. Sonrió con arrogancia al ver la esencia del veterinario entre sus dedos –aguanta un poco más, viene lo mejor- declaro, quitándose los pantalones junto con sus bóxer, logrando avergonzar al castaño.

-Se… se cuidadoso, e-es mi primera vez- confeso abochornado, hundiendo su cabeza en la almohada relajándose para lo que el peli rojo fuera hacerle.

-Siempre- contesto, mientras sus labios rosaban y daban pequeños besos a las mejillas, cuello, clavículas, pasando por los pezones, pecho y pectorales del veterinario, tratándole con cariño, hasta que llego a las piernas del chihuahua. Se detuvo un momento pensando lo que iba a hacer, sabía que no era el momento para hablar de eso, pero… no estaría en paz hasta que no lo dijera, o también podría hacer suyo al castaño a pesar de que no estaría del todo satisfecho después de eso.

-Seijuuro- obligo al peli rojo a salir de sus pensamientos con un tierno beso. El emperador, al verse sin defensa alguna decidió continuar, asumiría las responsabilidades de sus actos después. Se encargó de profundizar aquel ósculo mientras abría con cuidado las piernas del veterinario y este enredaba sus dedos en su cabello, dejándose llevar por el emperador.

-Cierra los ojos y relájate- ordeno, una vez que el castaño había puesto sus brazos sobre sus hombros, comenzó a entrar en el cuerpo ajeno con cuidado, percatándose del dolor de Furi al encajar sus uñas en su espalda –Kouki, relájate- el menor dejo de estar tenso por unos segundos, lo que ayudo al emperador a estar por completo en su interior.

-Sei…- gimió al percatarse que el emperador estaba completamente dentro de él. Los minutos posteriores pasaron rápido entre carisias y besos para que se acostumbrara a la intromisión. Mientras el emperador deliraba por la estreches con la que su miembro era envuelto, lo que quería decir que en realidad Kouki, SU Kouki si era virgen, tan puro como solo él podía ser –ya…ya puedes continuar- murmuro, abrazando al peli rojo que comenzaba con envestidas lentas a profanarle.Era un poco doloroso pero si era con el emperador, valía la pena esas pequeñas lágrimas de dolor.

-Kouki- jadeo el emperador, subiendo de apoco la velocidad y profundidad las embestidas con las que hacia suyo al castaño -¿te gusta?- un sonoro gemido en su oído le dio la respuesta a su pregunta –no me provoques- percatándose de los tímidos labios del chihuahua en su cuello, besándole con cariño.

-Ma-más rápido, po-por favor- pidió Furi, dejándose llevar por las olas de placer que experimentaba en esos momentos. La velocidad del emperador aumentó considerablemente, pues el ya no se callaba nada que no quisiera decir –ah…, ah, Seijuuro da ahí otra vez- pidió, con la mirada nublada de tanto placer, era la gloria misma estar en ese momento con el emperador.

-N-no me culpes si después no puedes andar- gruño el peli rojo, acatando las suplicas de su chihuahua, llegando a lo más profundo de su ser, hasta golpear con la próstata del otro –Kouki, eres tan estrecho, me encantas- murmuro, mordiendo el cuello del castaño dejándoles notables marcas de propiedad con su nombre en toda la extensión del cuerpo ajeno.

-Me- me vengo- advirtió, no lo podía soportar más.

-Juntos- responde el peli rojo, tomando las careras del castaño sin dejar de embestirle hasta llegar a lo más profundo e indescriptible del nirvana en el que estaban. El veterinario se corrió entre sus vientres mientras que el emperador se dejó caer con cuidado arriba del otro, llenándole con su esencia, ambos tratando de regular sus agitados corazones y agitadas respiraciones.

Con un último beso, la pareja se dispuso a dormir después de que se unieran en cuerpo y alma esa noche. El emperador aun con temor de sus fantasmas, se aferró al cuerpo del castaño con el temor de que le alejaran de su lado, hundiendo su nariz en el cuello del otro para aspirar su dulce aroma a canela, solo así es como pudo consolar el sueño y descansar un poco.

La mañana siguiente él fue el primero en despertar, sonrió al ver que el castaño dormía plácidamente recargando su cabeza en su pecho mientras le abrazaba. Acaricio su mejilla y quito unos cuantos mechones de cabello del rostro adormilado de aquel ángel. Con cuidado de no despertar al castaño, busco sus pantalones, se los puso y se levantó del lecho permitiendo al veterinario continuar durmiendo.

Se encamino al ventanal de aquella habitación que tenía la habitación, ofreciéndole la vista mañanera de la ciudad de Paris ante sus ojos. Necesitaba pensar y ver qué es lo que iba a hacer de ahora en adelante con su vida, en especial con el castaño. No podía seguir con aquella mentira, no después de lo que hicieron anoche y de las posibles consecuencias de la magnífica noche de ayer.

Tan absorbido en sus pensamientos estaba, no se percató de los delgados brazos que abrazaban su cintura, el castaño recargaba su cabeza en su espalda desnuda, mientras que una delgada y fina sabana cubría su desnudes. Sonrió un poco más relajado por aquel cálido abrazo. 

-Buenos días- saludo, dándose la vuelta acariciando la mejilla del castaño.

-Buenos días, Sei- contesto, regalándole una sincera sonrisa al peli rojo – ¿en que estabas pensando?- pregunto, no era muy común ver al emperador ten pensativo.

-En nada- contesto el peli rojo, tomando con un poco de miedo ambas manos del castaño, podía verse el temor que reflejaba y que trataba de ocultar a toda costa –Kouki yo… tengo que decirte…- el dedo del castaño le obligo a guardar silencio, los ojos contrarios demostraban cariño sincero a su persona y por tal motivo tenía que encargarse de eso, que lo siguiera haciendo después de lo que tenía que decir.

-Ya se lo que quieres decir Sei- comento el veterinario, sin apartar la mirada del emperador –yo no pude decírtelo por todo lo que hicimos anoche- un pequeño sonrojo apareció en sus mejillas, apretó el agarre del peli rojo para después ver con determinación al heterocromático, era el momento de decirlo -Te amo, Seijuuro- tres palabras que le petrificaron, ¿era cierto eso? Lo había escuchado perfectamente y aun así no lo creía. Su corazón se paralizo y una grieta se formó en el ¿ahora cómo le diría la verdad?

“¿No te duele que diga eso, aun si su relación está basada en una mentira?”

“Poco te importa que termine por odiarnos si se entera de la verdad”

“Entre tú y yo, creo que el más patético eres tú”

“¿Qué hubieras hecho tú en mi lugar?” encaro, luchado con su otro yo. Lo dice como si fuera tan sencillo.

“Hablar con la verdad, así como conocimos a Kuroko, Aomine y a los demás. Que supieran quienes éramos y lo que eremos capaces de llegar a hacer con tal de obtener lo que quisiéramos. Furihata nos odiara si sabe que le has mentido en los últimos cinco años”

“No lo hará” aseguro “el me ama, tanto que cualquier prueba lograremos superar”

“No puedes basar una relación, mucho menos amor en una mentira. Si te descubre se ira de Teiko posiblemente con tu hijo”

-¿Seijuuro?- llamo un poco extrañado por la actitud del peli rojo –Sei… estas…- se sorprendió cuando el emperador le abrazo fuertemente, diciendo que no le apartaran de su lado. Por reflejo abrazo al peli rojo.

-Kouki, te amo, te amo, nunca lo olvides- sonrio por aquella declaración, se separó un poco del castaño para después tomarle de la barbilla y depositar en ellos un demandante beso, pasando su bazo sobre las caderas del veterinario que ahogo un gemido de dolor en sus labios. Recordando las palabras que le dijo anoche -¿te duele mucho?- el castaño negó, un poco avergonzado.

-Seijuuro yo…- iba a decirle algo importante al emperador cuando el celular de este comenzó a sonar interrumpiéndole, pensó que lo había apagado la noche anterior.

-Espera…- pidió, buscando el dichoso aparatito, quien se haya atrevido a interrumpir su momento romántico con Kouki se las pagaría, aunque… muy en el fondo estaba agradecido de eso.

-Shintaro… ¿Qué ocurre?- se preocupó el castaño al escuchar con quien estaba hablando el peli rojo ¿habrá pasado algo malo en Teiko?

-Akashi…- saludo el peli verde -¿interrumpo algo?- pregunto, por el tono de voz de su amigo.

-Mi desayuno con Kouki- aclaro enojado el emperador -¿para qué llamas?-

-Ven de inmediato a Teiko- aquello sorprendió al peli rojo. Algo grave había ocurrido durante su ausencia.

-¿Qué pasa? Dímelo sin rodeos Shintaro- ordeno.

-Es Aomine…- con eso se daba una idea de lo que el moreno aquel fue capaz de hacer y por el tono que tenía el peli verde se trataba de algo serio –el idiota tiene un hijo no reconocido y trato de ocultarlo de nosotros-

-¿Qué?- se sorprendió un poco por esa declaración -¿estás seguro?-

-Me lo dijo Sakurai y lo confine por mi cuenta cuando fui a buscarlo al almacén- aclaro, compadeciéndose un poco del castaño –¿en qué tiempo llegas?-

-Dame una hora- tan luego dijo eso colgó y regreso hasta donde estaba el castaño que tenía una notable preocupación pintada en el rostro. -Kouki, tenemos que regresar a Teiko de inmediato- comento, cargando al castaño de manera nupcial hasta el baño de la habitación.

-¿Qué paso Sei?- quiso saber el castaño, viendo preocupado al peli rojo.

-Es Daiki, tiene un hijo no reconocido- el veterinario con esas palabras podía darse cuenta de la gravedad del asunto –tenemos que arreglar esto-

-Sakurai-san, ¿lo sabe?- el emperador asintió, abriendo la llave del agua de la regadera.

-Fue él el que descubrió al bebe en el almacén- contesto, sabiendo la preocupación que el veterinario tenía en esos momentos por el menor –Ryo el fuerte, sabrá sobrellevar la situación, ama tanto a Daiki que lograra superar esto-

-Es eso lo que me preocupa- murmuro –ha soportado tanto por parte de Aomine-san que no creo que pueda sobrellevar esto, una cosa es soportar sus malos tratos, su insultos e incluso las veces que lo humillaba llevando a prostitutas a su remolque, y otra es ver que tiene un hijo con otra persona que no es el. Sakurai-san es joven, tiene solo 18 años, podrá conocer a otras personas, pero que Aomine-san no se amarre a él, porque no puede. Criar un hijo que no es tuyo es una gran responsabilidad, incluso más cuando son tuyos- expuso, tomando la mano del peli rojo –por favor, si te pide que lo dejes irse permíteselo, su corazón ya no soportaría volverse a romper- pidió, consiente del daño que el menor podría experimentar –si alguien me lastimara a tal grado de romper mi corazón., lo que menos querría seria seguir en su presencia y a su lado-

El corazón del emperador dio un vuelco al escuchar eso. Una mentira de cinco años se asemejaba a un hijo no reconocido o al menos eso es lo que entendió. Ya sabía las posibles consecuencias de su mentira: el castaño se alejaría de él y quizá nunca obtendría su perdón.

Notas finales:

Y hasta aqui llego el cap u.u Disculpen el lemon tan chafa, pero ultimamente no ando inspirada para escribirlo -no se porque- TnT

Otra vez una disculpota, pero es que la escuela, la casa, la vecina, la mascota me quitan tiempo.

Espero no tarde tanto en actualizar el proximo cap.

Me voy sin antes decir.... 

Negromine es un idiota ÓwÓ

Ahora si ya me voy, tengo pollitos que actualizar y aun no acabo el cap de hoy y tengo que mandar un trabajo a una amiga que aun no acabo, asi que cuidence y nos estamos viendo mina

Se despide

Luky


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