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Love in the Circus. por luky_luze

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Notas del capitulo:

wow lml

No pense que lo lograria pero lo hice, me siento feliz por eso :3

Bueno, primero que nada hola a todo el mundo.

No tengo perdon de nadie, se que demore mucho -un año practicamente- para actualizar este fic, muchas cosas que no quiero contar porque si lo hago me deprimo uwu.

Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias.

Infinitas gracias por no dejar abandonado el fic, sus lecturas y cometarios me animaron a continuar con esto, dios, jamas terminare por pagarles todo el apoyo y cariño que me dan y que se no merezco de su parte.

Las Amo <3

No quiero seguir haciendo el choro mas grande, mejor les dejo el cap de este fic :

Gracias Vene-chan por estar siempre al pendiente de este fic, enserio no te merezco :C

Espero que a ti y a las demas les guste y haya valido la espera de un año para continuar la historia.

Nos vemos abajito,

Bostezo por quinta vez en lo que iba de la tarde. Quito los cabellos que cubrían el rostro del hombrecito que dormía en sus piernas, sobo su cuello tratando de no despertar a su hijo. Ese día había sido pesado para el en la cafetería. Lo único que quería era descansar un poco antes de ayudar a su hijo a tomar un baño y después a enviarlo a dormir para que tuviera las suficientes energías para su fin de semana familiar.

-Mamuru, cariño despierta… tienes que tomar un baño antes de ir a dormir- murmuro de manera apacible, moviendo un poco el cuerpo del menor que descansaba en sus piernas, amaba tanto a su hijo.

-Mami…- exclamo el menor, levantándose lentamente de su cómoda almohada, restregando su manita en sus ojos con intención de despertar correctamente –tuve un sueño lindo mami- agrego feliz el menor, abrazando al rubio con entusiasmo, sin quitar su linda sonrisa de su cara –soñé que papi regresaba de su viaje y que los tres formábamos la familia que siempre quisimos ¿a que es lindo? ¿verdad mami?- pregunto entusiasta, viendo los ojos verdes de su mami, mostrando con orgullo en su carita sus colmillitos heredados de quien le diera la vida –me gustaría que papi estuviera aquí antes de mi cumpleaños- soñó despierto, viendo con detenimiento al rubio que se quedó pasmado ante aquella revelación de su hijo, y deseaba mucho que se volviera realidad.

-Eso sería maravilloso cariño- respondió con calma Kotaro, acariciando las mejillas sonrosadas de su hijo –este año, estoy seguro de tu papi regresara de su viaje y tu sueño se hará realidad-

-¿Deberás crees eso mami?- el rubio asintió, viendo con ilusión a su pequeño -¡viva papi regresa!- celebro, levantándose de golpe del sofá donde estaban él y su mami, saltando en los cojines de la sala -¡ya quiero que sea mi cumpleaños!- grito a todo pulmón, dando un gran salto para bajarse del sofá, corriendo a toda velocidad a su habitación, dejando solo a su mami.

“Y yo quiero que Miya-chan regrese” pensó para sus adentros el rubio, levantándose del sofá para dirigirse a la habitación de su hijo “solo espero que no le dé un infarto cuando te conozca bebé” suspiro, esperaba que su novio fuera capaz de asimilar las cosas.

-Mamuru, ya hablamos de que es malo salir corriendo a tu habitación, puedes lastimarte- llamo a su hijo con intención de ayudarlo a bañarse, pero el sonido del timbre del departamento le interrumpió –voy en un momento a tu habitación cariño, no salgas hasta que yo te diga- ordeno, preocupado por la seguridad de su pequeño. Eran pocas las personas que sabían de la existencia de su hijo, y no podía arriesgarse a perderlo.

-¿Quién es?- pregunto temeroso, viendo fijamente la puerta, sin darse cuenta que Mamuru estaba escondido en el pasillo, viendo confundido a su mami.

-Ko-Kotaro… so-soy yo- se preocupó al reconocer aquella voz, sin dudar ni un poco más abrió la puerta, viendo a la persona que tenía enfrente.

-Reo…- exclamo al ver al adolescente con lágrimas rodando por sus mejillas, además de que estaba temblando de frio, le ayudo a entrar al departamento dejándolo en la sala, corriendo a buscar una cobija y un té para calentar su cuerpo -¿Qué ocurrió? ¿Tu cuñado no acepto tu relación con Mayuzumi?- pregunto, viendo seriamente al menor el cual trataba de quitar aquellas lágrimas de sus ojos.

-Tenía razón, Kotaro- murmuro cabizbajo el peli negro, abrazando su vientre llorando desconsoladamente –Chihiro solo está conmigo por obligación, no porque de verdad quiera estarlo- siguió, viendo con el corazón roto al mayor –me escape de aquella reunión porque no quería que el hermano de él me abriera los ojos, hubieras escuchado todo lo que dijo, quería que diera en adopción a mi bebé, comprendo que soy muy joven para esta responsabilidad, pero no permitiré que aparten a mi hijo de mí, no cuando lo he tenido conmigo estos nueve meses-

-Comprendo- exclamo serio el rubio –si lo que quieres es estar lejos de Mayuzumi, con nosotros dos siempre tendrás las puertas abiertas, eres bienvenido Reo-nee- agrego, apoyando incondicionalmente a su amigo.

-Gracias pero no quiero ser una molestia para ustedes-

-Nada de eso, me ayudaste cuando no tenía a nadie durante el desarrollo de Mamuru, me cuidaste a pesar de lo que tus padres pensaban. Es mi turno de devolverte el favor- antes de que pudiera agregar algo más, una pelusa amarilla de menor estatura abrazo las piernas de Mibuchi.

-Nii-chan siempre será bienvenido con nosotros. Lo cuidaremos ¿verdad mami?- agrego feliz el pequeño rubio, acariciando con cariño el estómago abultado del peli negro.

-Por supuesto cariño- contesto el mayor, acariciando los cabellos de su hijo –siempre te cuidaremos Reo, no importa lo que pase-

-Yo…- iba a contestar cuando el sonido del timbre del departamento de la familia Hayama resonó, alertando a Kotaro y a Mamuru –será mejor que escondamos a Mamu-chan antes de que pase algo malo- el rubio asintió, pidiéndole con la mirada a su hijo que acompañara a Reo a su habitación, este asintió en silencio tomando la mano del adolescente, tenía un poco de miedo por su mami. Además de que nunca le ha gustado irse a esconder cuando tocaban el timbre de su casa.

-¿Qui-Quién es?- pregunto con temor el rubio, tomando una de las sombrillas de la entrada. No era la primera vez que trataban de robarle a él y a su hijo, no podía arriesgarse. Con cuidado tomo el pomo de la puerta al no recibir respuesta, debía proteger a su pequeño –n-no lo volveré a decir, ¿Quién…?- con rapidez abrió la puerta del departamento cerrando los ojos preparándose para lo peor, listo para soltar el primer golpe al desconocido que tenía frente suyo.

-Hayama- abrió los ojos lentamente al intentar reconocer esa seria y a veces frívola voz -¿es así como recibes a tu pareja después de cinco años de no saber nada de ella?- dejo caer la sombrilla al suelo al percatase de la persona que le estaba hablando. Dio un paso al frente para cerciorarse de que sus ojos no le mentían.

-¿Miyaji?- un par de lágrimas rodaron por sus mejillas, sus ojos no le mentían -¡KIYO-CHAN! Eres tu- grito, abalanzándose al más alto, el cual a penas y pudo recibirlo con los brazos abiertos.

-¡No seas tan efusivo, mocoso!- reclamo el más alto, aferrándose a la figura que tenía entre sus brazos, acariciando sus cabellos, detectando un particular olor a café en la piel del doncel. Se dejó caer de rodillas al suelo junto con el cuerpo del menor, el cual comenzaba a sollozar quedito –te extrañe Kotaro-

-Te extrañe tanto Kiyoshi- exclamo sollozante el de ojos verdes, aferrándose al cuerpo de Miyaji –no vuelvas a irte, te lo suplico. Estos años sin ti yo…- guardo silencio, intentando limpiar las lágrimas que aun rodaban por sus mejillas.

-No te libraras de mi tan fácil mocoso- alego el mayor, apartando un poco de su cuerpo al menor, acariciando las mejillas sonrosadas y húmedas del rubio –no recordaba que fueras tan llorón, Kotaro-

-Bueno…- iba a agregar otra cosa cuando las pequeñas manos de su hijo comenzaba a pegar y tirar del cabello de Miyaji, en un intento de que se apartara de su mami.

-¡Deja en paz a mi mami, monstruo!- grito el pequeño rubio.

-¡¿Pero qué demonios?! ¡KOTARO!- ahora el que grito fue el mayor, quitando con cuidado al niño que le golpeaba con sus manitas, más que dolor le causaba gracia aquellos intentos infantiles de apartarle de su pareja… ¡pero ese no es el punto! ¡¿Quién demonios es este niño?!

-No grites, asustaras a nuestro hijo- le regaño el de ojos verdes, tomando con cuidado a su hijo, sentándolo en sus piernas, mientras buscaba un pañuelo de su pantalón –cariño, te he dicho muchas veces que no es bueno golpear a los demás, mucho menos cuando es el novio de mami- agrego limpiando con el pañuelo la saliva que salía de los labios de su hijo, el cual estaba haciendo burbujitas de aire, viendo con cierto recelo al hombre que hasta hace unos momento estaba golpeando.

-¡¿NUESTRO HIJO?!- volvió a gritar incrédulo Miyaji –pero… tu y yo no-

-Entonces… ¿él es papi?- pregunto con ilusión el menor, dejándose abrazar por su mami.

-Así es cariño- aseguro Kotaro, abrazando con mayor fuerza al rubito, acariciando sus cabellos dorados –mi hijo es una copia exacta de nosotros dos ¿no lo ves?- añadió, haciendo una comparación entre el y su bebé. Dejando en claro que si era hijo de ambos.

-¡Papi!- grito con entusiasmo el menor, abrazándose como si de un koala se trata a Miyaji –si llegaste antes que fuera mi cumpleaños- siguió, sollozando quedito en los brazos del mayor, mojando la playera que el otro rubio llevaba puesta.

Aquella escena le rompió el corazón a Kiyoshi.

-Mamuru-chan te ha esperado por cinco largos años… creo que es momento de que le compenses toda tu ausencia ¿no crees?- agrego Hayama, limpiando las lágrimas que surcaban sus mejillas.

-Mi hijo…- exclamo aun sin creer lo que sus labios salían –mi pequeño bebé- un nudo en la garganta se formó, abrazo con fuerza al rubito que tenía en los brazos, seguía sin creer lo que estaba pasando, demasiada información por ahora -¿Cuándo ibas a decírmelo?-

-Bueno…- iba a explicarse cuando el sonido de un vaso rompiéndose le alerto, recordando lo primordial de esos momentos –Reo…- murmuro, levantándose a toda velocidad, bajo la mira expectante de Kiyoshi y su hijo.

-Ko-Kotaro…- gimió el peli negro menor, agarrándose el vientre, sintiendo como algo se deslizaba de entre las piernas, una pulsada de dolor le invadió desde la cintura a la espina dorsal.

Se le había roto la fuente.

-Reo…- exclamo el rubio antes de sostener al adolescente, tenía que llevarlo al hospital –resiste, en unos minutos estaremos en el hospital. Respira y relájate- pidió, tomando con cuidado el brazo del menor, intentando que no cayera al piso.

-¿Qué es lo que pasa Hayama?- pregunto Miyaji entrando al departamento junto con su hijo. Percatándose de lo que el menor hacía con su amigo –tenemos que llevarlo al hospital- exclamo cargando al adolescente, saliendo apresurado del departamento. Las explicaciones las pediría después.

-Mamuru, cariño, trae las cosas que preparamos para Reo-nee- pidió apresurado el de ojos verdes, enseguida el menor ya traía una pequeña maleta para esos casos –ponte tu suéter, será una noche larga- añadió, ayudando a su hijo a abrigarse, tomar la maleta, ponérsela y cargar en brazos a su bebé.

-¿Nii-chan se pondrá bien?- pregunto preocupado el menor, viendo a su mami abrazándole con fuerza, no quería que nada le pasara a Mibuchi.

-Tranquilo cariño, Reo-nee es fuerte, solo hay que darle tiempo ¿sí? Va a traer al mundo a tu nuevo amiguito- explico con paciencia el rubio, cerrando la puerta de su departamento, apresurándose a llegar al elevador, su amigo y su pareja lo necesitaban ahí.

Esa tarde iba a ser larga pero buena para todos los que conformaban su pequeña familia. Tantas cosas que saber, muchas por explicar y una nueva vida se abría camino en el mundo.

Si, definitivamente estaba feliz por los resultados.

******

El olor del chocolate caliente invadía sus fosas nasales. Esa mañana en particular era fría pero cálida a la vez, su estómago exigía comida y como dueño era su obligación darle todo lo que necesitara para ese lindo día. La panadería no se atendería sola.

-Buenos días- saludo a las personas que estaban reunidas en el comedor de su humilde hogar, todo le parecía un sueño después de lo vivido meses atrás. Sobo su cuello, el estrés y el cansancio le fatigaban en sobremanera.

-Buenos días Furihata-san- saludo con una leve sonrisa Sakurai Ryo, poniendo frente al castaño mayor un plato con huevos revueltos y un poco de tofu en cubos, con un pequeño café sin demasiada azúcar a un lado.

-Buenos días cariño- respondió con una cálida sonrisa en sus labios su madre, Furihata Nana, hermosa mujer de cabellos dorados y hermosos ojos cafés, tan limpios y puros como los de su propio hijo. Todo en esa dama era hermoso, único y valioso para Kouki. Se lamentaba no poder hacer algo más por ella aparte de atender el negocio familiar y estar al pendiente de sus cuidados. No le gustaba ver a su madre en esa silla de ruedas.

-Haz el favor de no lamentarte más de lo que ya estas, Furihata- hablo de manera severa Hanamiya Makoto, enfermero de la madre de Kouki, además de amigo del castaño desde que tiene memoria.

-Mako-chan tiene razón- secundo Kiyoshi Teppei con una sonrisa en el rostro –estás haciendo mucho por tu madre, no puedes exigirte más- agrego, tomando por debajo de la mesa la mano de su pareja –si no fuera por ti y el dinero que nos mandas hace mucho tiempo que ya no estaríamos aquí- siguió, quitando un peso de encima al castaño.

-Teppei-san tiene razón, Kou-chan- admitió la única mujer en la sala, viendo con cariño a su hijo –la pensión de él apenas cubre las necesidades de la casa, pero con el dinero que nos mandabas de Teiko y el que ahora ganas en la panadería nos estas ayudando mucho. No podría estar más orgullosa de ti- exclamo complacida, acariciando los cabellos castaños de su hijo, agradeciendo con la mirada los alimentos que el menor de la sala ponía en la mesa –estoy agradecida contigo también Sakurai-kun, sin tus platillos exquisitos que haces el favor de vender en la universidad no tendríamos dinero para los gastos extra de la casa. Pero ahora lo que quiero es que te enfoques en tus estudios, nosotros nos haremos cargo de lo demás- pidió con una leve sonrisa, sonrojando al menor.

-Es-está bien- acepto el castaño, bajando la mirada avergonzado.

-Desde el accidente de Teppei el dinero a escaseado demasiado- comento Makoto, encajando los palillos en el arroz que comía –si los imbéciles de la clínica me dieran el trabajo de enfermería que desde hace años les estoy pidiendo no estaría pasando esto- se quejó apretando los dientes, odiaba ese maldito sistema y sus “estamos completos de personal, gracias por su tiempo” por él, podían irse a la mierda todos esos malditos prejuiciosos.

-No se preocupen- añadió Kouki al final, viendo seriamente a los demás que estaban en la mesa –así tenga que conseguir otro trabajo a medio tiempo, saldremos adelante. Se los aseguro-

-Por favor, ya no piensen en esas cosas- pidió con calma Ryo –mi estadía aquí es solo temporal, en cuanto tenga el dinero suficiente regresare a casa y me hare responsable de mis propios gastos. Además de que les apoyare en lo que pueda- continuo, haciendo una pequeña reverencia a los adultos.

-No es necesario que…- corto su monologo por el impulso de regresar la comida que invadió a su cuerpo. Sin mayor delicadeza se levantó de su lugar rápidamente, importándole poco el desastre de cosas tiradas que hiciera en el camino, se tapó la boca con ambas manos corriendo a las escaleras llegando al segundo piso donde se encontraba su propio baño, después de expulsar todo su alimento por el escusado y aun apoyándose en este fue como respiro un poco.

El sabor amargo del vomito aun lo tenía en la boca, pero sentía la necesidad de expulsar toda la comida que aún quedaba en su estómago.

Tiro de la cadena, intentando ponerse de pie gracias al escusado que tomaba de apoyo. Deseaba internamente que no tuviera lo que estaba pensando.

-Kouki- lo llamo con seriedad el peli negro, viendo desde el marco de la puerta al castaño que se tambaleaba por la reciente actividad. Solo podía significar una cosa la repentina acción del castaño.

-Kouki-san, no me diga que…- el menor de la casa tenía los ojos abiertos, no era posible lo que estaba pensando.

-Parece ser que el idiota si tuvo tino contigo, ¿no?- entre sarcasmo y seriedad lo había comentado Makoto.

-Makoto, por favor- pidió Kouki tocando su vientre –seguramente solo fue una alimento que consumí en el trabajo, además el estrés no me ha dejado en paz los últimos meses. Además yo…-

-¡No evadas la realidad Kouki!- le grito Hanamiya, no enojado con el sino con el imbécil que se atrevió a jugar así con los sentimientos de su amigo –admítelo, estas esperando un hijo de ese maldito bastardo-

-¡Yo no puedo estar embarazado, Makoto!- se alteró el castaño, derramando un par de lágrimas en el proceso –lo que menos quiero es tener un hijo de Akashi, no lo quiero- grito, llorando con mayor fuerza. En un principio siempre soñó con tener un hijo del peli rojo, una linda familia, solo ellos tres, pero ahora… ahora la situación era diferente para todos, en especial para ellos dos.

-Pues lamento comunicártelo Kouki, pero estas esperando un hijo- le contesto enojado, viendo con pesar al castaño –en lo que a mí respecta tienes dos opciones, la primera hacerte cargo de tu hijo, nosotros y tu madre te ayudaremos a cuidarlo si es lo que te preocupa- explico, suavizando sus facciones un poco por lo que se avecinaba –la segunda es que te deshagas de la criatura, sería lo mejor para ti y los demás. La decisión que tomes nos afecta a todos y los sabes-

Sakurai que hasta ese momento se había mantenido al margen de la situación se acercó al mayor abrazándole protectoramente, ahora era su turno brindarle seguridad y apoyo a Furihata como él lo había hecho en su momento.

-No me pidas que me deshaga del bebé Makoto- pidió Kouki, viendo con impotencia al peli negro.

-Entonces…, compórtate como el chico que no le temía a la vida y afronta esto con la madurez y positivismo que te caracteriza- contesto Hanamiya, retirándose de ahí.

Había noticias nuevas que dar a la madre del castaño y a su pareja.

-Kouki-san- murmuro bajito el castaño menor, limpiando con un pañuelo las lágrimas que aun derramaba el mayor -¿está seguro de querer al bebé?- pregunto inseguro, viendo al otro con atención y cuidado. Furihata no sabía que decir al respecto, tenía la cabeza hecha un lio. Necesitaba pensarlo con claridad.

Era demasiado estrés y sorpresas inesperadas para una sola persona en un día.

-Creo que si- respondió con sinceridad Kouki viendo a Sakurai, este le abrazado como si de un hermano mayor se tratara. Se sentía orgulloso de Furihata.

Un bebé ¿Qué es lo que le deparaba la vida a su hijo y a el de ahora en adelante?

******

“¡Maldita sea!” pensó para sus adentros, corriendo desesperado hacia su mansión, necesitaba saber de él y de su hijo, tenía que dejarle claro sus sentimientos, y asegurarle que si estaba a su lado no era por lastima ni por que solo se responsabilizaba de sus actos.

Él amaba con todo su ser a Mibuchi Reo.

Y se lamentaba que tuviera que llegar a esos extremos para poder decírselo al adolescente.

Marco de nuevo al celular del adolescente, teniendo el mismo resultado: su celular estaba apagado. Reo sabía que no podía tener el celular apagado, mucho menos estando en su estado. Esa fue la primera regla que le impuso cuando llego esa noche a la mansión. Lo quería comunicado con el todo el tiempo, siempre monitoreando cada uno de sus movimientos. Era la vida del peli negro y la de su bebé de la que estamos hablando. No podía estar sobre las ramas.

Ahora que lo pensaba con claridad, nunca le pregunto cómo fue que sus padres se enteraron de su embarazo, mucho menos quien fue el maldito que se atrevió a marcar el rostro del adolescente la primera noche que comenzaron a vivir juntos. Ni siquiera estaba seguro de que si Mibuchi era hijo único o no, o si contaba con otro familiar con el que pudiera contar en casos como estos.

Tampoco sabía mucho de su vida escolar, si era aplicado o era igual de desobligado que su cuñado –entiéndase por Kagami-. No tenía claro los gustos del peli negro, no sabía si prefería lo salado o lo dulce, lo amargo o lo empalagoso, las rosas o los tulipanes, el blanco o lo negro. Una novela ligera o una obra literaria. Ni siquiera estaba seguro de que tuviera un amigo.

No sabía nada de Reo.

Y pudieron pasar juntos todo el embarazo del adolescente, pero estando enfrascado con el trabajo y el de Akashi nunca le dio el tiempo que se merecía, eran contadas las ocasiones que cenaban juntos o desayunaban. Cuando era día de revisión del embarazo siempre mandaba a uno de sus hombres a su cuidado y tan luego llegara a la mansión le informara todo lo relevante.

Nunca estuvo con el cuándo lo necesito.

La mansión donde vivían era grande, tanto así que la primera semana a Reo le costó mucho no perderse para hallar su habitación o la cocina, o el comedor. Nunca supo que paso dos horas perdido en la gran biblioteca que alguna vez le perteneció a su padre, fue de su conocimiento ese hecho varias semanas después, y eso porque el adolescente se lo comento a una de las sirvientas y esta a su vez se lo comunicó a él.

Pero lo amaba.

Por supuesto que lo amaba, lo quería a su lado, a él y a su bebé. Nunca supo en que momento dejo en segundo plano el “mantener al niño” a “cuidar a mi pareja y mi hijo”. Posiblemente fue durante el cuarto mes de embarazo, o quizá cuando una noche, llegando de la oficina dispuesto a pasar la cena e ir a la cama paso a ver al comedor y ver como Reo lo esperaba, dormido en el comedor con varios libros regados en la mesa, uno en especial descansando en sus piernas.

El libro que su madre en su momento escribió solo para él.

Verlo ahí, con sus brazos recargados en el comedor, su cabeza apoyada en estos, su mirada serena y tranquila, sus cabellos desalineados pero suaves al contacto queriendo querer cubrir su rostro. Todo en aquel jovencito le pareció tan irreal y hermoso a la vez. Supo en ese momento que no había marcha atrás.

Había caído en las redes del amor.

Pero no un amor común y corriente, era uno donde sentías que eras capaz de hacer lo que sea gracias a la otra persona, uno donde dejas de ver para ti y comienzas a soñar en una vida juntos. Uno donde el amor se expresaba con pequeños pero significativos detalles. Donde valorabas los inocentes y pequeños besos que Reo te daba en la frente, creyendo que estabas dormido en medio de la oficina, sus manos y su suave contacto al colocar una cobija sobre tu espalda.

El inocente e inexperto primer amor de la madre de su hijo.

Por esa razón quería encontrarlo, pedirle de rodillas que lo perdonara por ser un idiota. Por no haber estado al pendiente de él cuándo era necesario. Jurarle por lo más sagrado que tuviera que haría las cosas bien, le demostraría igual con pequeños detalles lo mucho que lo amaba y lo importante que era para él y su bebé.

-Odio admitirlo pero, Akashi tenía razón- cuando se recuperada iría a verlo y maldecirlo por siempre tener la razón en lo que le pasa. Y como si del mismo diablo hablara su celular sonó, erizándole un poco la espalda. Nota mental: no invocar a Akashi en situaciones de vida o muerte.

-¿Hola?- -Eres un desconsiderado, ni siquiera eres capaz de registrar el número de la madre de tu hijo- aquella voz de reproche le extraño, checo el número y efectivamente era el celular de Reo –ni siquiera sé porque te estoy llamando. Creo que Reo estaría mejor si no estuviera con un sujeto como tú-

-¿Quién eres? ¿Por qué tienes el celular de Reo?- se cabreo, ningún idiota le decía desconsiderado y alejaba a Mibuchi de su lado.

-Me llamo Hayama Kotaro, tengo 25 años y resulta ser que soy el mejor amigo de Reo- contestaron del otro lado de la línea, para el peli gris era obvio que el otro estaba molesto con el –me importa poco el dinero que tengas, o lo que hagas o dejas de hacer pero Reo-nee es mi amigo, y no dudare en alejarlo de ti si me entero que vuelves a lastimarlo- añadió, deseando no mandar al demonio al otro.

-¿Dónde está Reo?- se alteró, hace dos horas que no sabía nada de él.

-En el hospital Norita- respondió seco el otro –entro a trabajo de parto, se adelantó la cesárea que tenía programa- explico arrepintiéndose de haber marcado al otro –si tu trasero no está aquí antes de que nazca tu hijo juro que en tu vida vuelves a verlos ¿entendido?- tan luego soltó esa amenaza colgó, dejando en blanco al peli gris.

Su bebé iba a nacer ya.

******

-Muro-chin- llamo el peli morado a Himuro. En esos meses, después de la desintegración de Teiko su relación… iba mejorando –al menos por el bien de los niños- según el peli negro. Ambos estaban disfrutando de un pequeño bocadillo –preparado por el mayor- mientras esperaban a que los niños terminaran de arreglarse para ir al colegio. El departamento que compro Himuro era amplio, el ideal para sus hijos y el además de que estaba preparado para las visitas inesperadas del peli morado. Cuando “decidía” no abandonar el hogar de los Himuro, según el para pasar tiempo de calidad con los niños antes de ir al colegio.

Como en este momento.

-¿Qué pasa Atsuhi?- le pregunto extrañado el más bajo. Ese comportamiento hace mucho que no lo utilizaba el mayor.

-¿Tú me amas? ¿Verdad?- aquella pregunta tomo por sorpresa al más bajo, no esperaba esa pregunta después de tres meses que el peli morado se la hizo la primera vez.

-¿Por qué quieres saber eso, Atsuhi?- le pregunto, poniéndose nervioso por la cercanía que el peli morado se daba con él al sentarse al lado de él.

-Porque hace tres meses te hice la misma pregunta y no me diste la respuesta que quería escuchar- contesto con tranquilidad el mayor, invadiendo el espacio personal del menor -¿continuas odiándome?- pregunto, poniendo su mano en una de las piernas del peli negro, acercando sus labios a los del menor tentado a darle un beso.

-Se-será mejor que prepara el almuerzo de los niños- escapo de las garras del peli morado, desviando la mirada y alejando la mano del otro de su cuerpo. No quería volver a pasar por lo mismo.

-Sabes que cada que me evades más estoy seguro de que aún me amas, Muro-chin- explico, levantándose de su lugar y acercándose al peli negro, tomándole de la cintura atrayéndolo a su cuerpo, poniendo notablemente nervioso al más bajo –te quiero, quiero a los niños. Quiero y voy a formar la familia que siempre quisiste para los dos. Creo que nos merecemos una segunda oportunidad ¿no lo crees Muro-chin?- añadió, girando el cuerpo de Tatsuya, sentándolo en la barra de la cocina, atacando su cuello de manera hambrienta, atrapando al peli negro con su cuerpo.

-E-espera Atsuhi- pidió el menor, intentando alejar al padre de sus hijos de su cuerpo –los niños van a…-

-Sí, yo también quiero tener otro bebé- ignoro completamente la súplica del más bajo, si no lo quisiera lo hubiera alejado de inmediato ¿no?

Estaban tan metidos en sus asuntos que no se percataron de la presencia de dos infantes hasta que estos se anunciaron con un pequeño grito.

-¿Qué haces con Oto-chan, Mura-chan?- pregunto Raito, viendo con confusión a su mami y a su nuevo amigo.

-¡NA-NADA!- grito avergonzado el menor, dándole una patada en el estómago a Murasakibara logrando apartarlo de su cuerpo y de su rostro, lo que menos quería era armar una escena en presencia de sus inocentes hijos –Murasakibara-san solo me pasaba unas cajas que no lograba alcanzar, no se preocupen niños- explico, intentando baja el sonrojo de sus mejillas y acomodar su ropa, regresando a su actividad de preparar el almuerzo a los niños, ignorando por completo al titán que se retorcía de dolor por haberle sacado el aire de un golpe.

-Muro-chin- llamo Yuki a su mami, viéndole con sus ojitos brillosos -¿podemos comer chocolate?- pregunto completamente indiferente en lo que le pasara a su amigo. Tenía ganas de golosinas.

-Cla-claro cariño- respondió con una leve sonrisa el peli negro.

-Muro-chin- lo llamo esta vez el titán que estaba en el suelo –no recordaba que fueras tan pesado-.

-Lo soy cuando la situación lo requiere- le contesto sin darle la mirada, se voltio solo cuando termino de preparar el desayuno y el almuerzo que sus hijos llevarían a la escuela –además, no te golpee tan duro. A Franco le golpeaba con mayor fuerza y nunca se quejó- añadió con la intención de molestar al peli morado, no tenía intención de continuar con la plática de hace unos segundos.

-Oto-chan- le llamó Raito, mientras el peli negro le arreglaba a su hermano y a él su cabello en una coleta baja, tal y como se lo arreglaba Atsuhi antes de comenzar a trabajar -¿Cuándo regresa Franco-nii?- pregunto viendo a su oto-chan y después a su hermano.

-Pronto Raito, Franco tuvo que hacer cosas en América, pero pronto regresara y les traerá dulces a tu hermano y a ti. Te lo prometo- le explico con una sonrisa sincera, feliz por su amigo. Aquella sonrisa no le gusto para nada a Murasakibara.

-Por mí que ni regrese- contesto el titán, haciendo un puchero y cruzándose de brazos aun en el frio suelo. No quería a ese rubio oxigenado en cerca de su familia.

-Franco forma parte de esta familia quieras o no Atsuhi- le reprendió endureciendo un poco sus facciones, no quería que el comportamiento que reflejaba el mayor lo imitaran los niños –ahora levántate del suelo y siéntate en la silla, no quiero caerme por tus piernas- añadió, obligando a que el otro le hiciera caso.

Algo le decía a Himuro que esa sería una larga semana.

*******

Takao sonrió complacido. Los rayos del sol de un nuevo día entraban por su ventana, vio con detenimiento el anillo plateado con una pequeña esmeralda y un discreto rubí en el centro. Contrastaba con su piel blanca y sus finas manos. Nunca pensó que un anillo de compromiso le sentara bien en el dedo anular de la mano derecha.

Sus reflexiones se vieron interrumpidas por el sorpresivo abrazo que su prometido le brindaba, el peli verde se aferraba a su cintura como si temiera a que el desapareciera de su presencia. Acaricio una de las mejillas del más alto, aquel tsundere que se robó su corazón desde el primer día que se conocieron.

La primera vez que hicieron el amor.

Sonrió con melancolía, vayas días aquellos. Pensó, ilusiones y vivencias del inexperto amor.

Beso la frente de Midorima antes de tapar sus cuerpos desnudos con las mantas cálidas y suaves, al igual que el medico el también abrazo a Shintaro, aferrándose a su pecho. Cerró los ojos y se dejó envolver por el cálido aliento de su prometido.

Quizá en tres horas podrían repetir lo de la noche anterior.

Notas finales:

Gracias por leer :3

Estan en un cachito de mi corazon, sin ustedes yo no soy nada uwu.

Lo siento si querian lemon, y lo se lo prometi pero hace un año que estoy con un bloqueo que no puedo escribir cosas sepsis :c

Lo siento uwu.

Nos estamos viendo en otra ocasion nwn.

Gracias por su paciencia, cariño, tiempo y comprension. Las adoro ;3

Espero en el proximo si haya sepso, ustedes ni se preocupen.

Cuidense mucho y esperen mas noticias de mi parte.

Luky


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