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Love in the Circus. por luky_luze

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El silencio en aquella sala era sepulcral, la sola brumosa oscuridad de la noche era lo que acompañaba la falta de presencia en el lugar. Una sola luz, al centro de toda esa oscuridad apenas y hacia la función de alumbrar a quien la necesita. Una mesa rectangular, ocho sillas perfectamente alineadas y en su lugar, una frente a otra. Una novena en la cabecera izquierda, la décima ocupada por el presidente de la corporación. Muchos papeles regados en la superficie de esta, cinco periódicos de distintas editoriales, una sola noticia destacaba entre el papel y la tinta:

“La invencible y temible Akashi Corp. Está en bancarrota”

“Una serie de malas inversiones y decisiones llevaron a esta situación uno de los monopolios más grandes de todo Japón”

“Más del 70% de las acciones de la compañía han perdido su valor original en los últimos meses del año. Parece ser que esta será la caída definitiva de Akashi Seijuuro”

“Hoy el presidente Akashi se reunió en la sede principal de la compañía con la intención de hablar con sus inversionistas y convencerles de invertir en la compañía Mahara, a sabiendas que esta es la segunda más fuerte en el archipiélago por sus innovadoras tecnologías en la nanotecnología. Se dice que esta empresa compro lo poco que aun podía rescatar de la corporación con la intención de llegar a un convenio donde Mahara manejaría más del 50% de sus inversiones mas regalías. Aún se desconoce el futuro que tomara esta decisión para la economía nipona y el mismo Akashi Seijuuro”

-¡Y una mierda!- grito el peli rojo, tirando con furia todos esos periódicos y papeles, azotando las manos en la mesa, recargándose en este mientras se sujetaba la cabeza. Maldita migraña. Desde que cumplió los 25 años no ha podido quitársela. Suspiro en un intento de calmar el dolor por el que estaba pasando, suponiendo que el edificio estaba completamente vacío, pues no había sido sencillo aquel día, no podía estarle pasando esto. El, Akashi Seijuuro en bancarrota, ¡ja! Ni en sus sueños más locos lo habría imaginado. Un hombre de poder, inteligencia, millonario y avaricioso en quiebra, por favor, ya no era aquel chiquillo tonto e ingenuo.

Apretó la mandíbula. Solo quería largarse de ahí y evitar que los chismes se esparcieran por toda la prensa. A lo lejos logro escuchar una voz que no dudaría en reconocer, aquella que de ahora en adelante era la única capaz de mantener a flote su compañía.

La presidenta de la compañía Mahara.

-¿Estas segura de esto, Haru-chin?- pregunto inseguro por la seguridad de la chica, no es que le preocupara que ella no pudiera cuidarse sola pero… ese hombre le daba miedo. Por no decir que no le agradaba como se le quedo viendo durante el tiempo que duró la reunión a su novia.

-Por supuesto- contesto segura la fémina, acariciando la mejilla de su novio acomodando los cabellos rebeldes del varón –necesito hacer esto sí quiero que mi puesto de presidenta de esta alianza se tome en cuenta- siguió, sonriéndole tiernamente al peli morado, siendo abrazada por este por un impulso del más alto –además, quiero dejarle claro a que he venido hasta aquí- añadió con un particular brillo en sus ojos, siendo detectado de inmediato por el joven peli morado.

-Okey…- acepto no del todo convencido –te esperare aquí afuera si me necesitas- siguió. Soltando a la chica de su agarre, permitiéndole entrar a la sala de juntas una vez acomodo perfectamente su traje y cabello. Tenía asuntos que tratar con Akashi Seijuuro.

El peli rojo al percatarse de la presencia de “su jefa” se enderezo, viendo con egocentrismo a la chica que hozo a cambiar sus planes. Aun con la poca iluminación de la habitación vio de pies a cabeza a la fémina, viendo con detalle sus costosos zapatos y su traje de diseñador. Lo mejor para la cabeza de la segunda compañía más grande del país, supone. Sintiendo la mirada pesada y amenazante que un par de ojos cafés con tonalidades rojizas que hasta ese momento logro detectar. Había algo en ella que le indicaba peligro pero de igual manera su aura y presencia imponían inocencia y fragilidad

. ¿Quién era esta chica?

-¿Se le ofrece algo, Mahara-san?- pregunto Seijuuro no muy seguro de saber por qué ella estaba aún ahí a esas horas de la noche.

-En realidad no- contesto la chica, viendo con detalle todo el lugar para al final centrar su atención al hombre que tenía enfrente –solo estoy viendo como reacomodar el inútil intento de salvar algo que por obvias razones Akashi-san había perdido- explico, sin inmutarse por la mirada filosa del hombre que tenía frente a sus ojos.

-Eso es algo que una mocosa como tú no podría entender- mala idea Seijuuro, pensó para sus adentros la chica, viendo con superioridad al peli rojo.

-Por supuesto que lo entiendo- contesto ella, acercándose hasta donde estaba Seijuuro, solo el choque de sus bajos tacones con el suelo se escuchaba en la sala, llego hasta donde la lámpara alumbraba dejando ver una preciosa y larga melena rojiza que cubría sus hombros y espalda, logrando captar la atención de Akashi –a mis cortos 23 años he logrado alcanzar lo que muy pocos han podido, usted lo entenderá- siguió, caminando de a un lado al otro, sin perder de vista su objetivo -¿sabes? De haber querido hubiera sido yo misma la que llevara a la bancarrota tu patética compañía, pero no lo hice simplemente por una razón: venganza- siguió, sin importarle en lo absoluto lo que quisiera decir al respecto Akashi.

-En ningún momento hice algo para molestar a Mahara- refuto, se sintió por un momento intimidado, pero no lo demostró. Aquella niña le recordaba mucho a él después de…

-¿Conoce…- pregunta, acariciando de manera tranquila el respaldo de la silla en la que se encuentra Seijuuro, mostrando inocencia en sus facciones -...la historia de “El príncipe y el dictador?- giro de manera violenta la silla, obligando al peli rojo a verle. Nunca había visto una cara parecida a la de un ángel tan enojada –por la mirada de incredibilidad que tiene en estos momentos me dice que posiblemente ya la olvido. Recordémosla juntos ¿quiere?- siguió, sentándose en la mesa y cruzando sus piernas como toda una aristócrata, como si de una travesura se tratara.

-Hace mucho, mucho tiempo existió un príncipe que era querido por todo su reino, los reyes estaban orgullosos de él, su futuro era próspero y excelente- comenzó, viendo como el rostro de Akashi se desubicaba, casi recordando algo, sonrió para sus adentros –una mañana se anunció en el palacio que el príncipe volvía de sus exploraciones y tratado de paz. De entre todos los que sabían de la llegada de este hubo una chica que no conocía al príncipe pues ella junto con su madre recién había llegado al reino. El choque de estos dos mundos fue inevitable y de este surgió un bello amor- siguió, poniéndose de pie mientras caminaba –no todos estaban complacidos con el amorío de una plebeya y alguien de la realeza, muestra de ello era la ex prometida del príncipe, que en una sed de venganza por ser remplazada a la joven muchacha le planto una trampa, culpándola a ella de robo y engaño a la corona, devastado el príncipe la desterró junto con su madre, cayendo en el olvido aquel bondadoso príncipe que todo el mundo quería. Dando lugar a un dictador tan frio y lleno de resentimiento y odio en contra del amor, maldiciendo a su primer amor. no fue hasta muchos años después que el dictador murió, dándole paz al reino- conto, girándose para ver al peli rojo que se mantenía en su lugar, ya pasaron muchos años desde que escucho esta historia.

-Mi madre solía contarme mucho esta historia cuando era niña- murmuro recordado aquella época –no fue hasta que cumplí los trece años que supe la segunda parte de esta ¿la recuerda Akashi-san?-

“Kouki…” pensó en ese segundo.

La sala principal del palacio estaba en silencio total. A pasar que el asunto principal a tratar en esos momentos era el destino del reino, los miembros del parlamento no creían aun lo que su rey les estaba diciendo. Debía ser una broma de mal gusto.

-Traigan otra botella de vino- ordeno, terminándose de un solo trago la botella que tenía en la mano. Arrojándola a una de las paredes del palacio.

-Rey Marco- le llamo uno de los ancianos, su mirada rojiza y llena de rencor se posó en este -¿ha-habla enserio sobre la guerra en contra de Silvania? Es un reino vecino y no hemos tenido problemas con ellos en lo absoluto desde que su padre murió- pregunta, retrocediendo un par de pasos sin atreverse a ver a los ojos al rey.

-Por supuesto- aseguro quien una vez fue el orgullo de un reino –con la muerte del rey de Silvania y sin un heredero, las probabilidades de ganar sus tierras incrementan a mi favor- siguió, comiendo tal regordete un pedazo de pavo.

-Desde la crisis de impuestos de hace 10 años no contamos con los soldados suficientes para declarar una guerra mi rey- comento otro anciano.

-¡¿Y acaso creen que eso me interesa?!- grito, alzando la voz y desfundando su espada apuntando a cualquiera que se atreviera a contradecirle –tenemos un ejército haya afuera, hombres, ancianos y niños, no me interesa quienes sean, quiero un ejército listo en menos de una hora ¿entendieron?- advirtió sin importar nada con tal de saciar sus deseos egoístas.

-¡Eres un maldito hombre egoísta que no es capaz de ver el daño que hace a su propio reino!- se oyó una voz al fondo del recinto, saliendo de entre las sombras una figura de un hombre, logrando causar estupefacción a todos los que estaban ahí.

-¡¿Quién fue el que dijo eso?! Que venga aquí y lo repita en mi presencia- ordeno, tirando la comida que tenía en su mesa, logrando asustar a todos los que estaban ahí. Presentarían un asesinato a todo color, un desacato a la corona.

-Fui yo- respondió una varonil y jovial voz. Los del parlamento que se encontraban ahí abrieron paso, haciendo que el individuo encapuchado se mostrara ante el rey. Sus botas y ropas, pareciera más un campesino que un simple opositor.

-¿Quién te ha envido? ¿Qué has venido a ser a mi reino?- pregunto Marco, caminando a pasos lentos hacia donde se encontraba el muchacho, nadie perdía detalle de sus movimientos.

-Vengo del Reino de Silvania, Dictador Marco- explico el joven, desenfundando su espada de igual manera que el rey aun sin descubrir su apariencia física –soy el hijo del rey a quien hozas invadir sus tierras- una sonora carcajada de ironía se escuchó por parte de Marco, puras mentiras.

-El rey nunca tuvo hijos, solo una hija. Y hasta donde sé, unamujer no recibe el poder al trono- se burló, logrando contagiar a sus más allegados.

-Quizá sea cierto lo que usted dice, Rey Marco- apaciguo el escándalo. Apuntando su espada hasta el cuello del rey, callando todo intento de que este le mencionara algo, siendo rodeados de inmediato por la guardia real –pero hasta donde recuerdo, una vez desposada la princesa, en automático su esposo es rey de las tierras del padre de esta ¿estoy en lo correcto?-

-Si- respondió el rey –háganse a un lado inútiles, de este mocoso me encargo yo- demando a sus guardias –¿Qué has venido a hacer aquí?- -He venido aquí a recuperar lo que por derecho real y de sangre me pertenece- todo el parlamento rio por las palabras del chico, todos menos el rey el cual veía de manera desafiante al encapuchado –este reino por derecho me pertenece-

-Eso es mentira-

-Guardias, arréstenlo-

-¡Silencio!- ordeno el rey –dejemos que el muchacho despliegue su locura ¿no creen?- alardeo, camino hasta su trono seguido del muchacho, tomo la botella de vino que uno de sus sirvientes había traído, tomando un gran trago de este, esperando una respuesta del muchacho que aún no se ha descubierto.

El muchacho clavo su espada en el suelo importándole poco si arruinaba la costosa alfombra del palacio, vio de manera desafiante al rey y comenzó a caminar por la sala. El silencio había vuelto a su lugar de origen.

-Este reino hace muchos años fue muy prospero, sus aldeanos eran cálidos y ellos quisieron en su momento al rey y la reina, su primogénito era el heredero al trono desde que nació- inicio, alzando los brazos señalando todo el palacio –un día el príncipe Marco conoció una chica, una chica de piel blanquecina y ojos grises. Su sedoso y largo cabello castaño caía sobre sus hombros de manera exquisita, era difícil no enamorarse de un bello ángel como aquella chica- siguió, notando el cambio de actitud del rey, alzando revuelo en la sala –el nombre de esta chica fue Selene-

-¡Cállate! ¿Cómo sabes todo eso?- ordeno, levantándose de golpe de su trono.

-Una noche dieron rienda suelta a su amor, y esa noche una gran injusticia se maquilaba en contra de una bella flor- continuo sin inmutarse por las palabras del rey –por aquella trampa el príncipe desterró a Selene y a su madre, obligándole a emigrar a otro reino y a su vez, vivir alejada del mismo- siguió, desabrochando su capa. No habría vuelta atrás.

-¡¿Quién eres?! ¡¿Cómo sabes de Selene?!- grito de nuevo, siendo ignorado por todo el mundo. El muchacho continúo.

-De aquella noche no se contó nada, y de aquella traición solo una persona salió lastimada- siguió, apuntando directo al yugular del rey sin inmutarse por el armamento del rey –sin saberlo, esa misma noche, hace 21 años el rey había sentenciado su condena de muerte-

-¿Dónde está Selene?- pregunto Marco, no entendiendo eso último.

-Muy lejos de ti, Rey- gruño por lo bajo el encapuchado, chiflando con dos dedos en una especie de señal. En ese momento un número indeterminado de caballeros del reino de Silvania rodearon el lugar y el salón, siendo los integrantes del parlamento los primeros en intentar huir por esa emboscada –ella murió luego de que me volví rey de Silvania. Tanta pena en su corazón la terminaron debilitando al punto de dejarse vencer y entregarse voluntariamente a los brazos de la muerte- explico, quitándose la capucha del rostro, el rey vio a un joven de cabellos castaños que caían un poco largos por los hombros varoniles, ojos grises tan fríos y filosos, capaces de eliminar a quien se atreviera a llevarle la contraria. Su piel, idéntica a la de la mujer que una vez amo en la tierra.

-Se-Selene- exclamo incrédulo Marco sin importarle él lo más mínimo lo que ocurría a su palacio.

-Haga el favor de no llamar tan cariñosamente el recuerdo de mi madre, Marco- exclamo el joven, desarmando de un solo movimiento al rey, obligándole a avanzar hasta su trono –para quien aún no lo ha entendido, soy el hijo legitimo del rey Marco de Mont y la plebeya Selene Minor- se presentó, empuñando con mayor deseo de sangre el cuello del rey.

-Mi señor- uno de los caballeros del muchacho le interrumpió –mi reina Artemis está entrando a trabajo de parto- explico, preocupado por su señora.

-Díganle al general Nayror que la reina tiene estrictamente prohibido salir de su habitación- ordeno de manera seria –iré en unos momentos con ella- siguió, su primogénito llegaría en el palacio de su abuelo –caballeros, hagan el favor de llevarse al parlamento al calabozo, tengo asuntos que tratar con el rey- siguió, la gente poco a poco fue vaciando la habitación hasta dejar el lugar vacío.

-¿Qué vas a…?-

-¡Cállate!- ordeno el muchacho, disfrutando de la sangre que brotaba del cuello del rey –aquí mando yo, padre- escupió con odio esa última palabra, después de muchos años, tanto tiempo al fin pagaría el responsable de la muerte de su madre cada una de sus acciones.

-No voy a matarte, no al menos en estos momentos. Sería demasiado sencillo y no disfrutaría de tu propio sufrimiento- murmuro, alejándose un poco del rey –cuando crecí, mi madre solía decirme que me parecía mucho a ti difiriendo solamente en los rasgos físicos ¿sabes lo que es que te comparen con el causante de tanto dolor a tu única familia? ¿Lo que es ser el hijo bastardo de un dictador?-

-Yo no lo sabía- fue lo único que pudo decir al respecto.

-Por supuesto que no- contesto el joven –solo tiraste a la calle a una persona inocente sin contemplaciones al respecto- siguió, conteniendo sus ganas de decapitar al rey –sin darle tiempo de decir sobre su estado. Un bebé concebido bajo la traición y el dolor-

-¿Y tú? Eres igual que yo-

-Te equivocas- le corrigió –a comparación tuya, yo si me case por mero interés. La sed de venganza siempre ha regido mi vida, mi madre lo sabía. Todo era sencillo, relacionarme con el rey de Silvania, ganarme su confianza, la de los trabajadores, de la propia princesa. Enamorarla y desposarla para cederme el poder al reino- explico viendo un punto indefinido del cielo –pero eso cambio. Mis planes dieron un giro inesperado, uno del que aún no estoy consciente de como paso: me enamore. Me enamore de Artemis como mi madre en algún momento me conto que paso contigo. Despose a mi esposa consiente de que no solo el poder que arrastraba ella desde el nacimiento lo tendría de inmediato, sino porque realmente ella me amaba, a pesar de que en su momento sabia cuáles eran mis planes. No te compares conmigo, padre-

-Si vas a matarme, al menos dime el nombre de mi hijo, no de mi asesino-

-Ya te lo dije, no voy a asesinarte- repitió –pero hare lo que te sobre de vida un infierno hasta que supliques tu propia muerte. No descansare hasta verte igual que Selene antes de morir –añadió, pensando si sería buena idea mencionarle su nombre, total, el rey ya estaba hundido –me llamo Nikov Minor. Rey de Silvania, esposo de Artemis y padre de la princesa Selene II- expreso, tomando por la solapa del traje que lleva Marco, arrastrándolo por los pasillos del palacio.

-¡Y que viva el rey Marco!- expreso con ironía una vez encerró a su padre en el calabozo real, no lo mataría hasta que la mínima gota de esperanza escapara de sus ojos.

Una nueva historia se forjaría en esos momentos.

Seijuuro se mantuvo en silencio cuando el relato de la chica había terminado, esa historia era lo que solía contarle mucho su padre desde que tenía memoria pues decía que no era bueno hacer que los errores que comentemos en el camino se extendieran, en especial tratándose de los hijos. Decía que las personas que te traicionan son las más cercanas a ti. Eso incluye a tus propios hijos.

-Mamá siempre dijo que en algún momento de mi vida tendría que encontrarme contigo- murmuro la chica, viendo de manera seria al mayor –siempre fui escéptica en ese sentido, pues yo no tengo intenciones de relacionarme con alguien como tú-

-E-eso quiere decir que-

-Correcto Akashi-san, soy su hija. Para mi desgracia- admitió de manera desalentadora –mi madre, Furihata Kouki siempre creyó que estaba destinada a hacer grandes cosas, tantas como tú en su momento hiciste cuando tenías mi edad- explico poniéndose de pie de su sitio, siendo seguida por la mirada de Seijuuro –es una pena que no lograra ver con sus propios ojos el “emotivo” reencuentro de su hija y su ex pareja-

-Kouki esta…-

-Muerto- acepto sin contemplación en sus palabras –sus funerales fueron hace dos meses. Un mes antes de que Mahara-san me cediera todo su consorcio a mi nombre-

-¿Y cómo fue que llegaste a relacionarte con alguien tan importante e influyente como Mahara Shion siendo aún tan joven?- pregunto con un nudo en la garganta, se negaba a creer que Kouki estuviera muerto.

-Bueno- una sonrisa sincera y melancólica se dibujaron en las facciones de la chica, su cabello rojizo con toques castaños le aumentaban puntos a su belleza y astucia –recuerdo que mamá trabajaba en la panadería de mi abuelo, todas las mañanas se levantaba temprano y me llevaba con él al trabajo. Una mañana en particular un hombre bastante mayor a mamá llego a la tienda. Cabe mencionar que ese mismo día aquel hombre se enamoró profundamente de mamá- siguió, recordando todo aquello que ya había pasado –Kouki no tenía intenciones de relacionarse con otras personas ajenas a un amistad después de lo ocurrido contigo. Huyendo de aquel sentimiento, Shion-san nunca se rindió, vi en él el padre que siempre desee. Poderoso, amoroso, gentil y amable. Al ser un hombre soltero y completamente consiente de sus bienes, hizo los trámites necesarios para que yo me volviera dueña de todo lo que trabajo por años, solo para ganarse aunque sea un poco más el cariño de mamá. Aun sabiendo que su corazón ya tenía un dueño- agrego, viendo con seriedad al peli rojo. Ya basta de dolor, era hora de actuar.

-¿Por qué nunca se comunicó conmigo? ¿Alguna vez tu quisiste conocerme?- pregunto, sintiéndose inexplicablemente débil ante la mirada sin sentimiento que su hija le dirigía.

-¿Por qué tendría que relacionarse de nueva cuenta con la persona que le hirió?- inquirió la chica, afilando su mirada –mamá no quiso relacionarse contigo de nuevo con alguien a causa tuya, nunca volvió a confiar en nadie, no al punto en el que estaban ambos. Si nunca te lo menciono fue por eso mismo: las palabras pesan más de lo que uno se imagina, tenía miedo de que te enteradas o le rechazaras más al saber que estaba esperando un bebé de tu parte. No quería saber nada de ti ni de tu dinero, el temor a que me quitaras de su lado le hizo ocultarme la mayor parte del tiempo. Aun a sabiendas que tú no tenías idea de mi existencia-

-Lo busque por más de diez años- expreso con pesar Akashi, intentando acercarse a su hija –busque por tierra, mar y piedras alguna pista, un lugar que me dijera donde podía hallarlo, nunca me perdone el hecho de que le haya fallado. Si hubiera estado al corriente de su estado yo-

-¿Lo echarías a la calle? ¿Le tacharías de oportunista? No te mientas Akashi, porque tú y yo sabemos que le dirías eso y mucho más- le corto, viendo con ira contenida en sus ojos castaños –y respecto a tu otra pregunta. Nunca tuve la intención de relacióname contigo, toda mi vida me ha faltado un padre. Alguien a quien admirar y tenerle cariño como le tuve a mi madre, no necesito ahora de tu presencia- explico, caminando hacia la salida. No tenía nada más que hacer ahí.

-¿Puedo saber cómo te llamas?- las palabras de Seijuuro le detuvieron, dio la vuelta y después suspiro. Su cabello castaño se mantenía tan sedoso a pesar del pesado día en el que ha estado. Arreglo sus ropas y después contesto.

-Haruhi Furihata, Akashi- respondió de manera agresiva –más le vale que se aprenda ese nombre, seré su nueva jefa hasta que yo lo decida o hasta que mi dinero compre lo que le faltan de acciones. Yo no me relaciono con mi personal, si eso es lo que quería saber. Mi secretaria se encarga de eso- tan luego dijo eso, siguió su camino –espere nuevas órdenes de mi parte- paso por la puerta de la que sería su nueva oficina, dejando a un Seijuuro bástate consternado.

Había conocido en primera plana su única hija.

Y se había enterado de la peor manera que la persona que había amado toda su vida, estaba muerto. Pero lo que no quería saber era de cómo fue eso. Sentía miedo de saberse responsable de ese hecho.

Por su culpa, la única persona que lo ha apoyado en toda la vida quedaría atrapada en sus recuerdos.

Abrió los ojos de golpe.

Eso… eso había sido un ¿sueño? ¿Premonición? ¿Una advertencia?

El sonido de las aves cantando alegremente y la luz del sol entrando por la ventana de su habitación hacía contraste con sus pensamientos. ¿Cuándo fue que había llegado a su mansión?

-Hasta que al fin despiertas- aquella voz le desconcertó un poco, paso una de sus manos sobre su rostro. ¿Qué estaba pasando?

-¿Qué está pasando, Franco?- reconoció la voz de su primo, el lugar y las acciones pero no sabía cómo había llegado hasta ahí.

-Luego de que Kouki se fuera de Teiko, tus defensas cayeron considerablemente. Has estado inconsciente por más de tres meses. Según el diagnóstico de Shintaro, el estrés al que has estado sometiendo a tu cuerpo te pasaron la factura luego de saber lo que pasaría con tu vida sin tu novio- le explico a grandes rasgos lo que había pasado con su existencia. Suspiro aliviado al ver que el peli rojo podía moverse sin mayor impedimento –no estuviste en coma si es lo que te preocupaba, pero tu cuerpo si pago por lo que estaba pasando tu mente, haz el favor de no sobrepasarte de nuevo-

-Tengo que encontrarlo- fue lo único que salieron de los labios de Seijuuro –no lo entiendes Franco, debo encontrarlo. Kouki, tengo que disculparme con el antes de que sea tarde-

-Mira- le detuvo el rubio, su primo necesitaba ayuda –debes comprender que no fue tu culpa, además, no eres el único que está pasando por una situación similar ¿sabes? Supongo que el meter la pata con las personas que nos importan están en nuestros genes- a sabiendas de lo que había pasado con Renzo y como este le había abandonado en Paris, bueno, no es como si él no lo hubiera hecho antes. Pero ese no era el tema –quieres encontrarlo, bien, yo no te lo impediré. Pero lo que si te prohibiere es que salgas de esta mansión hasta no estar completamente seguro de que no pasa nada malo con tu cuerpo. No vuelvas a preocuparnos Seijuuro- le reprendió con una mirada seria. Consciente de que su primo no haría caso a nada de lo que le dijera en esos momentos.

El amor te vuelve una persona impulsiva sin querer.

***

El ambiente alrededor de ambos se volvía más íntimo, por no decir placentero. El peli negro enredo sus dedos en los cabellos contrarios, disfrutando del contacto de sus labios, su ansiedad por devorarse mutuamente. Descubrirse, amarse como el primer día.

-Shi-Shin-chan- jadeo el menor, víctima de las caricias ajenas, roso sus manos sobre los hombros del peli verde, descubriendo un poco de su anatomía –va-vamos a la habitación- pidió, detectando los dientes contrarios rozar con su cuello.

-¿Por qué?- pregunto Midorima, deleitándose los labios por el sabor del moreno –n-no es como si fuera la primera vez que hagamos esto en lugares inapropiados-

-¡Cla-claro que no es lo mismo!- se negó el peli negro sonrojado –pe-pero te recuerdo que es la primera vez que lo hacemos después de distanciarnos ¡al menos quiero estar cómodo cuando “eso” entre en mí!- grito avergonzado. Shintaro tenía razón, había dejado de ser virgen hace ya varios años y el culpable de ese hecho estaba sobre el en paños menores pero… ¡eso no significaba que su cuerpo fuera a tolerarlo!

-Entonces ¿Qué sugieres hacer?- pregunto el medico impaciente, pues tenía un serio problemita bajo los pantalones.

-Hacerlo de manera especial- Midorima no entendio eso ultimo –hacerlo como si se tratara de nuestra primera vez- explico, besando con suavidad los labios contrarios. Descubrirse, amarse. Quererse como un principio.

Sin temor al futuro.

-Takao- le llamo de manera seria. Sinceramente ver al peli negro vestido únicamente con su camisa y un delantal que no dejaba nada a la imaginación le parecía una oferta demasiado tentativa –te amo-

Kazunari dejo de preparar el desayuno al escuchar esa declaración. Dejo a un lado la sartén con huevos y tofu para después girarse y encarar al peli verde. Un genuino sonrojo apareció en sus mejillas pero eso no le quitaba lo feliz que estaba al escuchar eso por parte de Shintaro –también te amo Shin-chan-

Midorima sonrió una vez vio como el peli negro regresaba a sus labores al ritmo de una tonada, sus caderas y piernas se movían al ritmo de la juventud del que era poseedor. Aquel chico llego a poner su mundo de cabeza, a desarreglar su cabeza, a hacer estragos en su corazón. Lo quería a su lado para toda la vida.

***

Kasamatsu veía sus zapatos como si fuera el punto en la tierra más interesante del mundo. Los movía con nerviosismo y hasta cierto punto de manera incomoda. Sus manos en los bolsillos del pantalón, las náuseas del embarazo. Todo en ese momento le parecía tan jodidamente estresante ¿Por qué ahora dios? ¿tan mal se había portado en la vida anterior que ahora le tocaba sufrir por eso?

-¿Estas bien Yukiocchi?- no, no lo estoy Ryota ¿sabes? De hecho tengo unas inmensas ganas de asesinar al padre de mi hijo pero después recuerdo que mi familia política me metería a la cárcel por hacer eso.

Suspiro y se tranquilizó un poco antes de responder –algo así, es la primera vez que hago algo como esto, no me presiones-

-Tranquilo- intento calmarlo el rubio –ya te lo dije, si quiero que conozcas a mi familia es por mera formalidad, no necesito su aprobación para dar por hecho que formare mi vida marital a tu lado- agrego, tomando de manera cariñosa y firme la mano del mayor, besando el dorso de esta –te amo, no me importa a quien tengo que pasar para estar contigo para siempre-

-Está bien- acepto al final sonido un poco más tranquilo, el rubio siempre lograba tranquilizarle mucho con pocas pero acertadas palabras.

Pero nadie esperaba aquel recibimiento por parte de las hermanas de su pareja.

Y vaya que su mentalidad no estaba preparada para eso.

Notas finales:

Y bueno, pido perdon por no actualizar como quisiera todos estos meses de ausencia respecto a este fic, pero tambien tengo que terminar con otros mas que tengo pendientes y ahora si le sumanos las tareas de la universidad, mis practicas y todo lo demas, mi tiempo para escribir esta completamente limitado.

Gracias por sus comentarios a pesar de la larga espera para esta actu, enserio que no las merezco.

Gracias, son las mejores. Las quiero a cada una de ustedes.

Luky

Nos veremos en una futura actualizacion -espero :/-


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