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¿Cuál es tu problema? por Dashi Schwarzung

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Notas del fanfic:

Bueno, hoy quise escribir algo.. pero totalmente estuve muy falta de inspiración, pues un fic tan fácil como éste me costó casi 4 horas escribirlo -n- ahh... como sea... No puedo dejar de escribir sobre ellos porque los amo con todo mi kokoro (??)

 

 

 

Hacía varios meses que la Winter Cup había terminado,  el resultado fue inesperado para todos, pues el equipo de Seirin se había levantado con aquella copa.

Desde ese último partido que Tōō tuvo contra Seirin , Aomine y Kagami se frecuentaban más seguido, no para otra cosa sino más bien para jugar juntos… aunque a veces después de jugar iban a comer a Maji Burguer, no era la gran cosa, dos tipos jugando para comer algo después…

Muy a menudo Kuroko y Kise se les unían para jugar un 2 a 2, sin embargo, para ellos era mucho más divertido jugar un 1 a 1, de alguna forma, el as de Tōō y el as de Seirin se divertían jugando solo ellos dos; era como una rutina que habían tomado, no del diario, pero sí muy seguido.

 

Y ahí se encontraban nuevamente, sentados frente a frente en Maji Burguer, Aomine notando la cantidad excesiva de hamburguesas que comía el pelirrojo, cuando él a duras penas podía terminarse dos de esas hamburguesas.

-Kagami, estás seguro que no tienes un hoyo negro dentro de tu estómago?- Señalaba al otro con su bebida en mano.

-Aunque quisiera… eso no puede ser posible, idiota.-

-Tu estupidez sí es posible,  idiota-

-Tu estupidez también lo es…-

 

Aomine rodó los ojos a las últimas palabras del pelirrojo, mientras tomaba una de sus papas fritas entre los dedos y la comía con desinterés, esperando que su compañero de juego acabara pronto con su comida.

 

 

-Oye, eso se ve delicioso- Kagami mencionaba mirando las papas fritas que el moreno tenía enfrente de él, Aomine rápidamente entendió las intenciones de éste.

-Ni creas que te daré…-

-Oh vamos… sólo un poco… -decía mientras tragaba el bocado en su boca –¿Sí?-

-No… no pienso darte-  Aomine cruzaba los brazos, desviando la vista hacia otro lado.

 

Kagami hizo un puchero que no pasó desapercibido por su acompañante, quien suspiró resignado.

-De acuerdo… sólo un poco – Dijo ofreciéndole las papas que yacían dentro del paquete que tenía en la mano, mientras que en su otra mano tenía otra papa que estaba dispuesto a comer en ese momento.

-¡Gracias!- Kagami mostró una risa radiante y por unos segundos Aomine no pudo entender por qué se sentía tan cálido su pecho, y cuando volvió a la realidad, Kagami se encontraba comiendo aquella papa que tenía en la mano, en lugar de las que estaban en el paquete. Sintió la lengua de Kagami sobre sus dedos, lamiéndolos delicadamente, y luego pudo sentir sus labios.

Al darse cuenta de las acciones del pelirrojo, Aomine retiró rápidamente su brazo, mirándolo  totalmente confundido.

-¿Hey, cuál es tu problema?- Aomine mencionó, sintiendo cómo su pecho empezaba a doler.

-Tú dijiste que me darías sólo un poco de tus papas…-  

 

El peliazul quedó en silencio por unos momentos, sintió su rostro cálido, prueba de su sonrojo que había aparecido a causa de las acciones del as de Seirin, quien por alguna razón ni siquiera se había dado cuenta de lo que dichas acciones habían causado en él.

Se levantó de su asiento, tratando de ocultar su rostro sonrojado.

-Voy al baño.-

Fue lo único que Kagami escuchó de los labios de Aomine antes de que empezara a caminar, desvió la mirada hacia otra parte, pensando que tal vez había hecho mal en comer las papas de su compañero.

 

-E… Espera… ¿Qué?- Ahora se daba cuenta de sus acciones: había comido directamente de la mano de Aomine, no pudo evitar sonrojarse ante eso… -Rayos- Puso su rostro sobre la mesa, tratando de esconderse entre sus brazos.

 

Era obvio que Kagami era lento, tanto que sus compañeros de equipo muy seguido le hacían bromas y se burlaban de él por ello. Pudo recordar el rostro sonrojado de Aomine, recordó su sonrojo, y pensó que era algo lindo, pero seguramente que el peliazul ahora pensaba que aquello era grotesco.

 

-Pudo haber sido un beso indirecto…- Se dijo a sí mismo mientras sentía cómo su rostro volvía a sonrojarse hasta las orejas –¡Ahh! ¿Por qué rayos estoy pensando en esto?- Volvió a recargarse sobre la mesa, ocultando su rostro, y sin darse cuenta, estaba pensando más en Aomine que de costumbre.

-¿Podemos irnos?-

La voz de Aomine lo sacó de sus pensamientos, mientras asentía con la cabeza y tomaba sus cosas para salir del establecimiento, tratando de evitar al peliazul y aquellos ojos que, secretamente, miraba  de modo diferente.

 

Caminaron por la calle, sin decir ninguna palabra, ambos pensando en lo que recién había pasado.

Aomine pensaba en que aquello había sido sólo una confusión, a él le encantaban las mujeres, claro que le encantaban, y más las mujeres de pechos grandes; jamás pensó en un chico en alguna forma erótica ni mucho menos romántica.

Kagami por su parte estaba reprochándose por sus acciones, no quería que Aomine pensara mal de él, o probablemente aquellos partidos 1 a 1 terminarían, tenía claros sus sentimientos hacia el as de Tōō, pero no podía dejar que éste lo supiera, o seguramente lo odiaría al pensar que eso sería ‘repugnante’.

 

-“Aomine, piénsalo… Kagami es un chico de 1.90, es un idiota obsesionado por el basquetbol, ni siquiera tiene pechos… pero… tiene esos pectorales… y esos músculos esculpidos… pero… “- Pensaba Aomine mientras caminaba al lado de Kagami hacia la estación del tren, rumbo a casa -¡Carajo!- Gritó al tratar de callar aquellos pensamientos dentro de su mente, atrayendo la atención del pelirrojo.

-¡Cállate idiota! Las personas nos están mirando raro…- Kagami dijo en un tono bajo, no podía saber lo que por la mente del peliazul pasaba, pensaba que seguramente estaría aún molesto por lo que pasó en Maji Burguer.

-“Sólo míralo… míralo y date cuenta de que no vale la pena que estés pensando así de él”- Seguían los pensamientos del peliazul, mientras giraba un poco el rostro y se encontraba con un Kagami que parecía estar muy pensativo también. Miró sus facciones: aquellos ojos rojos como el fuego, aquellas estúpidas cejas partidas, sus labios… todo en él era una visión linda, o al menos es como pensaba el peliazul. Hasta que aquellos ojos rojos se toparon con los suyos.

-¿Qué?- Kagami lo miró cuestionante, enarcando una ceja.

-N… nada… sólo camina, idiota…- Aomine trató de recuperar su compostura y hacer de cuenta que nada pasaba.

 

Minutos más tarde, ambos llegaban a la estación; era el momento de despedirse y sin embargo, permanecían parados uno frente al otro. Hasta ese momento, ninguno de los dos había tomado el tema de lo que había pasado

 

-Será mejor que me vaya- Kagami miraba fugazmente al otro y desviaba la mirada, justo como lo había estado haciendo desde que salieron de Maji Burguer.

-Claro- Dijo secamente, acomodando su maleta en el hombro, sin embargo, cuando enfocó su mirada en la de Kagami, no pudo evitar sentir algo en el pecho al ver la sonrisa del pelirrojo.

-Juguemos mañana- Kagami sonreía tiernamente y empezó a caminar hacia su departamento.

 

Dicen que a un hombre le bastan 8.2 segundos para enamorarse, y eso justamente es lo que le pasó a Aomine en ese momento en el que miró aquella linda sonrisa emanar de los labio de Kagami.

 

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Habían terminado las clases y él como siempre se encontraba en la azotea de la escuela recostado, no había podido dormir en ese momento, por más que lo intentó; en su lugar se puso a pensar en todo lo que tenía atorado en el pecho, aquellos sentimientos que no quería aceptar.

Sintió cómo el celular dentro del bolsillo de su pantalón vibraba, y curioso sacó aquél teléfono, mirando en la pantalla que aparecía el nombre de Kagami, dejó el teléfono sobre el piso, no pensaba contestar a sus mensajes o llamadas, no ahora que había entendido sus sentimientos hacia el pelirrojo pensó que lo más sensato que podía hacer era alejarse de él, y no dejar que aquellos sentimientos crecieran.

Poco tiempo después su celular nuevamente vibró, ésta vez por un mensaje que había recibido, nuevamente tomó el objeto para leer el mensaje:

 

-“¿1 a 1 después de las prácticas?”

Pero no respondió al mensaje. Era obvio que quería ver a Kagami, era más que obvio que quería estar junto a él, sentir su calor, mirar sus ojos… pero no podía dejar que sus sentimientos se salieran de control.

 

Kagami suspiró triste al ver que el día había terminado y que no había tenido ninguna respuesta del peliazul, también fue extraño para él, pues Aomine siempre contestaba a sus llamadas o mensajes, así que pudo deducir que lo del día anterior había repercutido en la relación de compañeros de juego que empezaban a tener.

 

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Una semana había pasado desde el incidente, y Kagami no había tenido ninguna respuesta por parte del peliazul. Se sentía terrible, pues él había sido el único que orillo a Aomine a alejarse, si tan sólo no hubiera comido de la mano del peliazul… todo seguiría como siempre.

 

-Kagami-kun… deberías tranquilizarte, él te llamará.- Decía Kuroko, quien en clases se sentaba detrás del pelirrojo.

-¿De qué estás hablando, tonto?- Encaró al peliceleste al escuchar sus palabras, y Kuroko pudo notar un ligero sonrojo en el rostro de su ‘luz’.

-De Aomine-kun y tú…- no vaciló a su respuesta, pues  tenía la ligera sospecha de lo que sentían ambos chicos el uno por el otro.

-No sé de qué hablas.- Kagami se sentó correctamente sobre su asiento, dándole la espalda a su amigo, intentando escapar de sus palabras. No dejaba de pensar en el peliazul, y del por qué había adoptado una postura muy distante.

 

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Dos semanas habían pasado desde la última vez que frecuentó a Aomine, entendió que el peliazul no quería saber nada de él y hasta cierto punto pudo comprenderlo; después de todo había sido totalmente culpa de Kagami el que Aomine se alejara.

 

-Kagami-kun…. ¿Escuchaste lo que te dije?- Kuroko sacaba de sus pensamientos a Kagami, después de dos semanas seguía viéndolo de la misma forma: confundido, pensativo, triste… y por más que el peliceleste había intentado, no había logrado hacer que Kagami fuera el mismo de siempre.

-Ah… disculpa, Kuroko… no estaba escuchando.-

-… -

Ambos caminaban hacia el centro comercial, Kuroko necesitaba un par de zapatos deportivos nuevos, y no pudo evitar invitar a Kagami a acompañarlo, pues el pelirrojo debía salir de aquella burbuja en la que se había encerrado él mismo.

Le había costado trabajo hacer que Kagami aceptara salir con él, y ni siquiera sabía cómo había logrado aquello, pero se sentía contento consigo mismo por haber hecho, aunque sea por un momento,  que Kagami se sintiera a gusto.

 

Cuando por fin llegaron a su destino, entraron a una tienda a la que la mayoría de los miembros del equipo de Seirin iban a comprar sus zapatos deportivos. Kuroko se probó varios pares de zapatos hasta que por fin encontró unos con los que se sentía muy cómodo, pensó que era bueno cambiar un poco de marca y probar una nueva. Kagami por su parte deambuló por la tienda, buscando algún par de zapatos de la marca Air Jordan, que era la marca que comúnmente usaba,  pero se rindió al no encontrar ninguno, era una lástima para él, pues los  últimos zapatos de esa marca que tenía eran los que Aomine le había dado…

 

-Demonios- Susurró al pensar nuevamente en ese tipo arrogante de Tōō

-Listo Kagami-kun- Nuevamente fue sacado de sus pensamientos por Kuroko, quien se encontraba junto a él con una bolsa en sus manos, que obviamente contenían sus zapatos.

-¿Cuál es la siguiente parada?

-Vayamos a comer a Maji burguer- Mencionó Kuroko con una pequeña sonrisa en sus labios.-Yo invito.-

-Genial- Kagami mostró por fin una sonrisa en su rostro, su peliceleste amigo sabía que esas últimas palabras harían sonreir al pelirrojo.

 

Caminaban tranquilamente por el centro comercial, dirigiéndose a la salida cuando ambos notaron una silueta muy conocida y Kagami no pudo evitar sorprenderse ante lo que veía: Aomine caminaba justo hacia ellos, con una chica pelimorada junto a él; aquella chica agarraba gentilmente al peliazul del brazo, mientras sonreía animosamente.

 

-Hey Tetsu… - Miró al peliceleste para luego pasar su vista hacia el pelirrojo –Kagami…-

-Aomine-kun… ¿Qué está pasando?- Kuroko miró a la chica, y luego al peliazul. Aomine lo miró con el ceño fruncido, pensando que tal vez Kagami le había comentado acerca de lo ocurrido.

-Sólo estoy teniendo una cita.-

Kagami sintió que su mundo se venía abajo por aquella confesión, ni siquiera pudo decir algo al respecto, sólo desvió la mirada de ambas personas que estaban frente a él y sin decir nada pasó de largo a Aomine, con pasos firmes, y se alejó de ellos, dejando a Kuroko en la escena.

 

La chica miró confundida al moreno, sin decir ninguna palabra, simplemente intentando adivinar lo que estaba pasando en ese momento.

-¿Por qué lo has hecho, Aomine-kun?- Kuroko se mostraba un tanto consternado y Aomine pudo notar ello; en ese momento entendió que estaba haciendo las cosas mal, pues su pecho no dejaba de doler, era un dolor que jamás había experimentado.
Podía claramente admitir que había accedido a salir con aquella chica por el simple hecho de tratar de olvidar sus sentimientos hacia Kagami, y que aquello venía haciéndolo desde hace una semana, pero después de todo, no había tenido éxito alguno. Creyó que era tiempo de parar eso.

Kuroko esperó un momento por la respuesta de su antigua ‘luz’, pero al no obtenerla, optó por retirarse de ahí y tratar de alcanzar a Kagami, quien se había ido sin aviso alguno.

 

-¿Qué está pasando, Aomine-kun?- La chica lo miró con la pregunta en los ojos, pero el peliazul no respondió, sólo chasqueó la lengua, esperando que ella no se portara tan pesada.

 

 

Por su parte Kuroko por fin había alcanzado a Kagami, aunque se había quedado casi sin aliento, pues no entendía como le había hecho el as de Seirin para haber caminado tan rápido.

 

-¿Ahora sí me dirás qué es lo que está pasando?- Decía el peliceleste, aunque en realidad ya sabía lo que estaba sucediendo, pero aún así necesitaba escuchar las palabras directamente de su 'luz'.

-No…-

-Te gusta Aomine-kun… ¿No es así?-

-Dije que no… basta, Kuroko- Kagami se sentía molesto, no por el simple hecho de ver a Aomine con otra chica, sino también por el hecho de que estaba siendo bombardeado por preguntas incómodas de su amigo.

 

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La prácica de basquetbol del día había terminado, se había despedido de sus compañeros y se dirigía a casa, notando cómo su peliceleste amigo se posaba junto a él.

-¿No tienes otro lugar a dónde ir?- Kagami decía tratando de no ser grosero, aunque sus palabras en sí habían sido rudas.

-Es temprano.. tal vez podamos jugar videojuegos en tu departamento.-

Kagami pensó que no era tan mala idea, al menos podría salir un poco de la rutina, no dijo nada, pero Kuroko pudo ver aquella pequeña sonrisa que se formaba en los labios del pelirrojo, y tomó eso como una confirmación a su idea.

 

Dieron vuelta a la esquina y Kagami se detuvo en seco al ver al peliazul parado a un metro de ellos. Kuroko pudo notar algo diferente en la mirada de Aomine, algo le decía que debía irse, y simplemente siguió a esos instintos.

-Kagami-kun… cambiaremos los planes… debo ir a casa-

El pelirrojo asintió a las palabras del peliceleste, sin apartar la mirada de Aomine, quien miró al más pequeño caminar en dirección contraria y desaparecer a su vista.

 

-¿Cuál es tu problema?- Kagami habló en voz alta, formando sus manos en puños, sin apartar la vista de él –Me has evitado por dos semanas, no has respondido a mis llamadas, ni a mis mensajes… - bajó la mirada –Y luego te apareces con una chica…- Trataba de no sonar celoso, pero obviamente que no podía -¿Cuál es tu maldito problema?-

Aomine sintió nuevamente aquél dolor en su pecho, aquellas simples palabras que el pelirrojo había dicho habían hecho que se sintiera peor que antes. ¿Qué es lo que podía responderle a Kagami? ¿Qué se había enamorado de él? ¿Qué no quería que los sentimientos hacia él acrecentaran con cada una de sus sonrisas? ¿Qué por eso decidió alejarse y tratar de no pensar en él? Y por fin supo qué hacer en esos momentos.

 

-¿Cuál es tu jodido problema?- volvió a repetir Kagami, ahora en un grito, intentando no correr hacia Aomine y besarlo tiernamente – Aomine… cua-

-¿Quieres saber cuál es mi maldito problema?- El peliazul interrumpió las palabras del pelirrojo, harto de esconder sus sentimientos y de aparentar que no existían. -¿sabes cuál es mi jodido problema? – repitió mirando fijamente los ojos rojos del otro –Mi problema es que te quiero…- Dijo fuerte, para que el otro escuchara, y Kagami abrió los ojos en asombro –Mi problema es que me encanta tu nombre, me encanta la forma en que me miras, me encanta tu linda sonrisa, me encanta cómo transformas mi día pésimo en uno radiante… lleno de alegría… - No podía dejar de pronunciar  todo lo que su corazón le ordenaba que dijera –Mi problema es que te amo, Taiga…-

 

Kagami no podía ocultar su rostro de asombro, y rápidamente un sonrojo pasó por su rostro, sin poder evitarlo.

-Eres un idiota…- Bajaba el rostro, avergonzado pero sumamente feliz por las palabras del moreno, quien se acercó a él y tiernamente lo abrazó, rodeando su espalda con sus brazos.

Ante aquél tierno gesto, Kagami correspondió, también abrazándolo y aspirando el suave aroma que despedía el moreno.

-También te amo… Daiki…- Pronunció sin despegarse del cuerpo cálido del peliazul, subiendo un poco su rostro para por fin posar sus labios sobre los del otro, en un beso tierno, en el que ambas lenguas se encontraron, un beso que por dos semanas ambos quisieron sentir, pero que ninguno se animaba; ambos chicos sintieron su corazón latir apresuradamente, sintiendo cómo su mundo daba un giro drástico, ambos se sentían felices, se sentían vivos... y aquel dolor en el pecho de Aomine se había desvanecido por completo, mientras Kagami trataba de pensar que aquello no era un simpe sueño. Fue Aomine quien terminó el beso para abrazar nuevamente a su amado.

 

-¿Ahora… serás mi pareja, Kagami?- Preguntó curioso, con una gran sonrisa en sus labios, sin dejar de abrazarlo.

-Idiota… -  Suspiró aliviado – Sabes que la respuesta es sí..-

Después de otro beso corto, ambos se tomaron de la mano, caminando hacia Maji Burguer, con la intención de ‘celebrar’ aquella unión.

Ninguno de los dos se dio cuenta de que Kuroko los seguía muy de cerca, tomando fotos de todo lo que pasaba en ese momento.

 

 

 

Notas finales:

Ahhhh ok no fue mi mejor escrito, pero debía terminarlo XD soy de esas personas que no descansan hasta que terminan algo... así que aquí está... 

Leí 'según estudios' dicen que un hombre puede enamorarse en 8.2 segundos, y recordando ese dato... lo plasmé en el fic XD

Gracias por leer! De verdad que me hace feliz saber que les agrada lo que escribo!! <3 <3


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