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Bolt: El principio del fin por Cinnamon

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Notas del fanfic:

Todos les personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto.

Spoiler del capitulo 700 del manga.

Todo es culpa de ese capitulo y de lo que dijo Ten Ten, y obviamente de mi mente y lo que haya contenido la pastilla que tome, ¡estaba segura que era para el dolor!

Bueno, espero les guste :)

Notas del capitulo:

¡Lo sé! Debía actualizar Resurrección, pero creanme que no pude contenerme después de leer ese capitulo. Lo había postergado, queriendo no leerlo por todo lo que me habían dicho. Pero hoy lo hice y pues... este es el resultado.

La culpa es de TenTen, ya lo dije. También de Sasuke por ponerse en guardia por un momento. Y de Kishi. Definitivamente Kishi.

Como todo el mundo (yo la más exagerada)  estaba haciendo su versión del final de Naruto, decidí hacer el mio :D

¿Haber qué opinan?

 

Oh! Visitenme en FB o busquenme como Cinnamon :3

-

Bolt: El principio del fin

-

 

Su padre se había ido a la reunión junto al resto de kages así que Bolt, después de escapar los regaños de Konohamaru-sensei, decidió ir a esconderse un rato a la tienda de Ten Ten. Al llegar saludó a la dueña del lugar mientras revisaba todas y cada una de las armas que estaban en exposición. Necesitaba otro juego de kunais, quizá convencía a su papá de comprarle uno… o no, considerando la broma que había hecho. Quizá su mamá sería más fácil de convencer, sí.

Viendo que ya comenzaba a oscurecer y seguro de que Konohamaru-sensei se había cansado de buscarlo solo para seguir gritándole, Bolt decidió ir a casa.

Se despidió de Ten Ten ignorando los quejidos de esta sobre lo demasiado pacifico que era todo y que el negocio no iba bien.

 

.

Al llegar a casa su mamá y Hima ya habían regresado de visitar al tío Neji y estaban preparando algo en la cocina, por el olor dulce parecía ser un pastel. Seguro para el viejo. Bolt bufó, no entendía por qué su papá tenía que ser el Hokage. El trabajo era pesado y cansado y con demasiadas responsabilidades y- y- y papá no tendrá tiempo para mí.

Su mamá lo recibió con un abrazo, no sabía si ella se había enterado de lo que hizo. Aunque considerando que era un lugar que prácticamente toda la aldea podía ver debía suponer que sí, pero que aún así ella no le regañaría. Su mamá era genial.

—¿Quieres unos moshi? Hima decidió traer algunos porque a su hermano mayor le encantan—dijo su mamá con una dulce sonrisa.

Bolt giró a ver a Himawari que estaba sonrojada, mezclando alguna clase de masa naranja y completamente evitando su mirada. Bolt sonrió, su hermanita era bastante tímida. Su papá le decía que eso lo sacó a mamá.

—¡Gracias Hima! —gritó antes de correr en busca de sus preciados dulces, pasando al lado de ella y desordenando sus cabellos. Escuchó un ligero, ¨No, Bolt¨, en forma de quejido, pero no le hizo caso.

 

.

Dejando que su mamá y Hima siguieran con su pastel se fue a la sala a revisar algunos pergaminos, porque después del incidente de la piña explosiva Bolt había sido vetado del lugar, la regla era que solo podía entrar y salir, no tocar nada ni hacer contacto directo ni con la harina. El viejo era un exagerado.

El tiempo pasó con normalidad y ya se había cansado de esperar a que el viejo llegara, quería probar la torta que hacían su mamá y Hima, pero sabía que su hermana no le dejaría ni probarlo porque si papá no estaba nadie debía comerlo. Era la engreída de papá. Bolt suspiró. Amaba a su hermana, pero a veces sentía un poquito, poquitísimo, de celos. Solo a veces. Muy poco. Era casi nada.

Estaba tan entretenido en idear formas de distraer a Hima que cuando alguien comenzó a dar golpes a la puerta desesperadamente y gritar que ¨abrieran la maldita puerta¨, Bolt saltó del susto.

De inmediato, vio cómo su mamá activaba su byakugan y salió apurada de la cocina a abrir la puerta. Sin pensarlo, Bolt la siguió, Himawari a unos pasos detrás.

—¡¿Sakura?! ¡¿Qué pasó?! ¡¿Qué—preguntaba su mamá asustada, y cómo no, al ver a su tía Sakura con una expresión de desesperación y terror.

—¡La aldea! ¡Un ataque! ¡Sasuke… Sasuke…!—su tía parecía sin aliento, su apariencia le daba la impresión que minutos atrás había estado limpiando su casa. Bolt parpadeó intentando entender las palabras que había dicho.

—¡¿Qué- —su mamá interrumpió, su voz sonaba incrédula—¡Ok! ¡Ok! Solo Calmémonos y entren-

—¡No! ¡No! ¡Los niños… tenemos que sacarlos de aquí!

 

.

De un segundo al otro, Bolt se encontraba siendo jalado por su mamá. Hima era llevada cargada y con la misma expresión de confusión y susto que seguro él llevaba. Giró a ver a Sarada intentando encontrar respuestas, pero ella estaba en alguna clase de trance, sus ojos abiertos, su rostro pálido. Seguro shock.

Bolt no entendía. La aldea, pese a la oscuridad se veía igual que hace un par de horas, las luces de los faroles encendidas, la gente seguro en sus casas…

—¿A dónde vamos? —escuchó a su mamá decir.

—Sasuke fue a buscar a Naruto.

—¿Qué pasó? ¿Qué está pasando? —él sabía que su mamá tenía tantas preguntas como él, pero al igual que su papá, su mamá y todos en la familia Uzumaki, confiaban bastante en los Uchiha; así que solo la seguiría y luego haría preguntas. Eso no quitaba el hecho de que su mamá estuviera asustada por lo que pasaba. Y Bolt podía reconocer el miedo en los ojos de su mamá, porque ya lo había visto antes.

—…Sasuke regresó lastimado… muy lastimado—su tono era débil y él sabía que su tía nunca demostraba debilidad.

Lastimado. Hasta Bolt sabía que para que uno de los shinobis más poderosos y el mejor amigo de papá fuera lastimado algo grave debía haber pasado. Ahora comprendía el rostro de Sarada. Miró a su compañera con lástima. Ellos no eran muy unidos, pero entendía lo que era ver a tu padre herido.

—La gente de Konoha, la aldea…—Bolt volvió a girar a ver a su mamá.

—Shikamaru y el resto se encargaran. Pero primero debemos asegurar a los niños—vio a su mamá asentir y ambas aceleraron, haciendo que él y Sarada aceleraran con ellas.

Bolt no mencionó que ellos no eran los únicos niños en Konoha, su tía siempre había sido bastante sobre protectora, no debía quejarse solo sentirse feliz de ser incluido, ¿cierto?

 

-

 

No sabía si debía decir algo, Himawari lloraba hundiéndose en el hombro de su mamá y Bolt realmente quería hacer lo mismo, pero no, era el mayor y debía ser fuerte. No debía llorar, no debía hacerlo, porque si lo hacía solo haría que Hima llorara con mayor fuerza y su mamá lo abrazaría y la haría llorar también. Y luego- y luego quizá ella no se iría.

—Espera a tu papá, ¿oíste? Él va a venir—escuchó que su tía le decía a Sarada, ella no lloraba. Sarada era bastante fuerte, pero Bolt podía notar el temblar de sus hombros y podía entenderla—. Quédate con Bolt y Himawari, protégelos, ¿sí? Cuídense entre ustedes—su tía lo miró fijamente.

Él quería volver a gritar y decir que él podía ir a pelear junto a ellas, que Sarada tenía razón, que ellos eran capaces, que habían sido entrenados, que Konohamaru-sensei decía que eran los mejores de la clase… pero ya lo había hecho una y otra vez, les había gritado, exigido, rogado; todo para que su tía le gritara diciéndole que actuaba como un bebé haciendo un berrinche. Que se comportara. Que entendiera. Que por favor, se pusiera en su lugar.

Bolt no entendía a los adultos.

Su mamá no evitó que su tía le gritara, pero se agachó a verlo a los ojos y le sonrió dulcemente antes de pedirle que por favor cuidara a Himawari, que ella aún era muy pequeña y que estaba orgullosa de él porque había salido igual de valiente que su padre.

Bolt no dijo nada más. Solo abrazó a su mamá y asintió.

Cuidaría a Hima con su vida.

—Sí mamá—escuchó el susurro de Sarada, ella mordía su labio para evitar que temblara. Sin pensarlo más, decidió ir hacia ella y tomarla de la mano. Sarada se sorprendió y giró a verlo. Ella parpadeó pero no sacó su mano del agarre, al contrario, ella se aferró a él. Bolt le sonrió, Sarada miró a otro lado.

Su tía le sonrió amablemente, sus ojos verdes brillaban por la tristeza. Ella le murmuró un ¨gracias¨, antes de levantarse de donde había estado mirando a los ojos a su hija y desarreglar su cabello en muestra de cariño.

—Cuida a mi hija, Bolt. Te la encargo.

—¡Mamá! —gritó indignada, pero la tristeza en sus labios temblorosos había desaparecido. Su tía le dio un beso en la frente a Sarada y luego a él también.

—Esperen a sus papás, ¿ok?

Ambos asintieron.

—Bolt, Sara-chan—su mamá se había acercado a ellos, Hima había dejado de llorar, aunque sus ojos estaban rojos e hinchados—es hora. Cuídense, ¿sí? Sus papás llegaran y les dirán qué hacer—ella se agachó a verlos a los ojos, tanto suyos como los de Sarada—. Todo estará bien, se solucionará.

La sonrisa y el beso de despedida de su mamá fue doloroso, lo único que quería era detenerla, decirle que no vaya, que se quede con ellos, que la necesitaban… no se sentía como un, ¨Los amo, ya regreso¨; sino un, ¨Los amo, adiós¨. Y eso estaba haciéndole más difícil el obedecer.

Sarada apretó la mano que aún mantenía sujetada, seguro se había dado cuenta lo que pensaba. Él asintió. No la dejaría, era su misión cuidar de ella y de Hima, era el mayor y el único hombre, debía cuidarlas.

 

.

Pasaron minutos, quizá horas. Ellos seguían en el mismo lugar que sus mamás los habían dejado: en las afueras de Konoha, en el lugar donde su papá y el papá de Sarada solían entrenar. Bolt recordaba las tantas veces que había venido a observarlos luchar y entrenar juntos. Sarada siempre presente. Ambos admirando las habilidades de sus padres. Era algo que esperaba no cambiara ahora que su papá era el Hokage… o después de esto. Oh, cómo deseaba que lo que estaba pasando no cambiara uno de los rituales que tanto apreciaba de su pacifica vida.

—¿Las escuchas? —escuchó el susurro de Sarada. Ella estaba sentada a su lado, uno de sus brazos abrazando sus rodillas, su otra mano era sujetada por Hima, que se decidió estaría en medio de ambos.

—¿Qué cosa? —preguntó, él en la misma posición que ella. Hima aferrada a la mano de ambos.

—…las explosiones—su susurro era reverente y Bolt comprendía la novedad de escuchar explosiones. Él nació en un tiempo de paz, nunca en su vida había escuchado explosiones así de poderosas. El accidente de la piña explosiva era nada comparado con esto y eso que ese accidente hizo volar su cocina y la del vecino.

—Sí. También las veo—a lo lejos, brillantes, humo por todas partes.

Quería dejar de estar escondido, pensar que sus amigos, sus profesores, sus padres estaban allá luchando y ellos tan lejos, escondiéndose, como unos cobardes.

—Ni se te ocurra—escuchó la voz firme de Sarada. Él giró a verla con molestia.

—¿Qué cosa?

—Oh, vamos. Sé lo que piensas. No iremos, nuestras mamás nos dejaron aquí, no podemos desobedecerlas.

—¡Pero podríamos ir a ayudar!

—¡Los hombres son unos idiotas! ¡Piensa, Bolt! ¡Si vas estarías llevando a Himawari contigo!

Hima…

Su mano fue apretada con mayor fuerza, sabía que su hermana era la que más asustada estaba pero al igual que él ella era valiente y decidida, así que si él iba ella no se quedaría aquí.

—Lo siento…—susurró avergonzado. Sarada bufó en molestia.

 

.

—¡Bolt! —ante el grito Bolt se levantó de inmediato. ¡Era su papá! —¡Himawari! —su papá estaba a unos metros y acercándose. Bolt sentía que había esperado horas a que llegara.

Algo no estaba bien… Kakashi venía con él. No, claro que estaba feliz de ver a su padrino, pero ese no era el plan. Sintió a Sarada tensarse a su lado por la falta de su papá.

—¡Papá!—gritó Hima corriendo hacia ellos. Su papá la alzó en sus brazos y la abrazó con fuerza. Luego caminó hacia él y también lo levantó. Bolt no era de gustarle que su papá fuera tan cariñoso en frente de otros, pero esta vez solo agradecía el afecto.

—Oh, mis niños. Están bien—las palabras de su papá salieron con un suspiro de alivio. Luego vio cómo su padre miró a todas partes como buscando a alguien, para luego fruncir el ceño.

—Naruto, es hora—su padrino sonaba tenso y bastante serio.

—Sasuke aún no llega.

—Eso no importa, tienes que explicarles lo que deben hacer. Eso si aún-

—Lo haremos—interrumpió su papá a su padrino. Bolt estaba confundido.

—¿Hacer qué? ¿Papá?

—Bolt—su papá se agachó para verlo a los ojos, su rostro con una sonrisa pero su expresión tensa—quiero que me hagas un favor—luego giró a ver a Sarada—tú también, Sara-chan—vio cómo ella caminó hasta quedar a su lado y asintió.

—¿Qué cosa? —preguntó a su padre, este suspiró antes de hablar.

—Como se habrán dado cuenta la aldea ha sido atacada—él y Sarada asintieron—al parecer un grupo de aldeas formaron una unión en contra de nosotros—con nosotros, Bolt sabía que se refería a las cinco grandes aldeas—, lamentablemente ellos encontraron la forma de controlas a otros bijuus.

Como haciendo énfasis al anuncio, todos pudieron escuchar a los lejos un gemido aterrador de alguna clase de bestia, seguido de gritos y más explosiones.

—¡Naruto!

—¡Lo sé! ¡Lo sé! —Su padre giró de nuevo a verlos—. Ellos están aquí por Kurama.

—¡Pero él es poderoso! ¡Si lo usas puedes derrotarlos papá! ¡Ya lo has hecho antes! — Su padre sonrió, él siempre se había hecho el ignorante sobre lo sucedido en la Gran Guerra Ninja, pero solo para molestar a su papá y hacerlo que se lo cuente una y otra vez.

—Y eso volveré a hacer—les informó—, pero esta vez están atacando la aldea y necesito defender mi aldea primero—. Bolt recordó con claridad lo que su papá le había dicho este mismo día en la mañana. Ahora su padre no era solo suyo, tenía que compartirlo con toda una aldea…

—No entiendo—escuchó a Sarada. Pero antes de que su papá respondiera todos giraron en alerta ante la presencia de más personas. Eran los padres de Sarada—¡Papá! ¡Mamá!

No solo Sarada salió corriendo en busca de sus padres, Bolt vio cómo su padre también corría hacia ellos. Sarada fue envuelta en un abrazo por su madre. Bolt tragó saliva, su tía Sakura estaba llorando. Bolt también corrió hacia ellos. Su padrino había levantado a Hima en sus brazos, ambos se quedaron atrás.

Al llegar él solo vio cómo su padre terminaba de revisar de vista las heridas que alcanzaba a ver de Sasuke para luego abrazarlo.

—Naruto…—escuchó la voz de su tío, esta sonaba rara, envuelta de dolor y ¿culpa? —Lo siento, no pude… yo.

—Ok, ok, solo dime qué pasó—Bolt no podía dejar de verlos, ambos fijos en la mirada del otro, su papá son sus manos capturando el rostro de su tío, con sus dedos acariciando la piel cercana como queriendo consolarlo, darle fuerzas…

—No llegué a tiempo y- es mi culpa, lo siento… yo—Bolt no quería saber por qué su tío se disculpaba, no quería saber, temía saberlo… pero no podía dejar de escuchar, dejar de ver.

En la cercanía podía escuchar los sollozos de su tía ya Sarada intentando calmar a su mamá y preguntándole qué había pasado. Él tenía un mal presentimiento.

Vio a su papá tomar aire y asentir, cerrar los ojos con fuerza, tragar duro y decir un débil…

—Ok.

¿Ok? ¡¿OK?! ¡NO! ¡Nada estaba ok! ¿Por qué nadie dice lo que había pasado?

Bolt quería gritar, pero se quedó mudo ante lo que vio. Su papá con los ojos cerrados se acercó y le dio un beso en la frente a su tío. Para luego abrazarlo fuertemente.

Segundos después, se sintió jalado por uno de los brazos de su tía, envuelto en sus cabellos rosas, su vista y todas sus palabras ignorando lo que había presenciado y dedicándose a calmarla y preguntarle qué pasaba.

Él solo recibía ¨lo sientos¨ y ¨por protegerme, ella-¨ Él no preguntó más, era más fácil seguir sin saber. Quizá ahora entendía lo que dijo su papá.

—Ok—murmuró hundiéndose en su tía. Pudo sentir las caricias de Sarada en su espalda.

 

-

 

—¿Es eso posible? —preguntó confundido.

Su papá y su tío después de calmarse comenzaron a explicarles a Sarada y a él lo que debían hacer, o bueno su tío, ya que su papá le había quitado su pendiente y estaba realizando alguna clase de jutsu con él. No pudo ver con claridad ya que tenía que prestar atención a su tío o sino Sarada le daba un codazo.

Su tía estaba hablando con Himawari, ahora estaba más calmada e intentaba seguir fuerte frente a su hermana, su tía era fuerte. Su padrino había regresado a la aldea, no sin antes desearles éxitos.

—Según Kurama sí, así que quiero que te lleves esto contigo y huyan a otra de las aldeas. Suna es la más cercana.

—No. No seguro las cinco aldeas fueron atacadas al mismo tiempo que Konoha aprovechando que los kages no estaban—interrumpió su tío.

—Iwagakure—dijo su padre—. Tsunade y el resto habían ido a visitar al Tsuchikage, si han usado su mayor fuerza para atacarnos aquí, dudo que el respaldo pueda con cinco kages. Quizá están retirados, pero siguen siendo poderosos.

—Es la mejor opción—, aceptó—pero si sienten que no es seguro no se acerquen y busquen a Bee. Seguro Gyuki ha sentido que algo está pasando y ya salió de la Isla Tortuga.

—Pero papá, solo nosotros no podemos hacer esto. ¡Vengan con nosotros! —exigió Sarada, Bolt no había dicho nada, pero estaba completamente de acuerdo con ella. Ellos eran solo niños. No habían ni acabado la academia, ¿y querían que ellos llevaran algo tan poderoso con ellos? ¡Los adultos estaban locos!

—No puedo, hija. Tengo que quedarme a proteger la aldea.

—¡Entonces también nos quedamos!

—¡Sí! ¡Papá! ¡Por favor!

—Bolt…—ambos padres los veían con tristeza en los ojos, tristeza, arrepentimiento y ganas de no dejarlos ir. Pero también determinación, determinación de mantenerlos a salvo.

—Por favor, papá. Déjanos ayudar, nosotros podemos—Sarada asentía fervientemente.

Pudo notar cómo su papá estaba cayendo, estaba pensándolo, estaba-

—No. No—estaba decidido en lo que iba a hacer—. Es una orden del Séptimo Hokage—Bolt se mordía el labio para no decir alguna grosería, no era momento, su pendiente aún presionado en su mano. Su papá se dio cuenta y sonrió tristemente antes de abrir su puño y sacar su collar—. ¿Sabes por qué tu mamá te dio este pendiente? — Bolt asintió.

—Por el tío Neji.

—Sí—su papá sonrió—él dio su vida protegiéndola.

Sintió cómo su padre colocaba el collar alrededor de su cuello, el pendiente rosando con la piel de su pecho. No se necesitaba decir más, era obvio lo que su papá hacía. Él amaba la historia de cómo su tío Neji era un héroe, al menos su héroe personal. Ahora era su turno de proteger algo, a alguien.

 

.

Himawari volvió a llorar, Bolt no había escuchado a su hermanita llorar tanto desde que Akamaru ya no podía llevarla en su lomo y ella creía que el pobre Akamaru estaba enfermo y que era su culpa. Ni esa vez había llorado con tanta desesperación y dolor. Pero su papá hacía lo posible por decirle que su hermano mayor la protegería y que además tenía a Sara-chan con ella.

—No llamen la atención, son ninjas. Lleven esto con Bee, ¿entendido?

Los tres asintieron. Sabía que Hima no tenía idea de lo dicho pero ella haría todo lo que su papá le pidiera.

—Ven aquí—escuchó a su tío. Sarada saltó a los brazos de su padre. Bolt vio cómo en los pocos minutos veía a una Sarada que no conocía, cariñosa y bastante dulce. Luego ella saltó a los brazos de su mamá e hizo lo mismo.

—Estoy orgulloso de ti—Bolt dejó de ver a Sarada para girar rápidamente hacia la voz de su padre, que lo veía con tanto amor que le daba vergüenza y lo hacía querer explotar de alegría—. No lo olvides, siempre he estado orgulloso de ti.

—¿Incluso con la bromas? — Su papá sonrió.

—Aún con las bromas, mucho más por las bromas. Eres hijo mío, claro que habrían bromas—sonaba entre orgulloso y resignado. Bolt solo se regocijó en las palabras de orgullo de su padre.

—¿De mi también? —escuchó la tímida voz de su hermana.

—Claro que sí mi pequeña. Eres mi luz, no lo olvides—Bolt sabía que ella estaba explotando de alegría por las palabras de papá—. Así que obedece a tu hermano, pero también cuida que no se meta en problemas, ¿sí?

—¡SÍ!

—Esa es mi niña—él se agachó a darles un beso en la frente a cada uno.

—Es hora—la voz de su tío era seria, pero aún así podía notar las pocas ganas que tenía de irse.

—Sí—su padre asintió, su tía también.

Bolt tomó a Hima de la mano y la jaló, dándoles la espalda a los tres adultos. Sarada giraba de vez en cuando, él no se atrevía. No podía mirar atrás, no ahora que había decidido seguir.

 

-

 

Ya habían avanzado varios metros, pero no estaban lo suficientemente lejos como para haber evitado oír el grito de su padre antes de hacer un jutsu. Giró justo a tiempo para ver el cómo una bestia era formada... Kurama.

¡Papá!

—¡No! ¡Bolt!

Su cuerpo se había movido solo, sus piernas ya lejos de los gritos de Sarada y sus insultos, o los gritos de Hima pidiéndole que regrese. Su papá estaba en peligro, ¿cómo esperaban que se quedara parado sin hacer nada?

No sabía nada de su mamá, nada… No, sí sabía lo que había pasado, no era estúpido.

No iba a perder a su papá.

Corrió y corrió hasta volver a llegar a pocos metros del claro donde había estado minutos atrás. Se detuvo para observar cómo el gran cuerpo de Kurama se formaba a lo lejos. Siguió avanzando hasta llegar al punto más cercano posible.

Su tío estaba en el suelo.

Inmóvil

Sus ojos abiertos… observándolo.

Inmóvil.

—¡Bolt! —Escuchó la voz de Sarada y giró rápidamente para tomarla de la mano y llevarla a otro lado—. ¡Detente! ¡Demonios! ¡Tenemos que irnos, idiota!

—¡Lo sé! ¡Lo siento! ¡No pensé que-

—¡Exacto, no pensaste!

El rugido de Kurama inundó el bosque, Bolt solo corrió y corrió hasta llegar donde Sarada había dejado a Himawari, ella estaba hundida en sus rodillas, se levantó al verlo y él de inmediato la tomó de la mano y la jaló con él. Tenía que mantenerlas a salvo.

Mientras subía cuesta arriba se atrevió a voltear. Sarada y Himawari tomando aliento. No debió hacerlo. Lo único que vio fue su hogar envuelto en llamas, bestias caminando sobre lo que fue su casa, su colegio, su parque de juego, su campo de entrenamiento, sus amigos, su familia…

Volvió a tomar las manos de las dos sin dejarles tiempo de que giraran a ver lo que él vio.

Mientras seguía subiendo, observaba de vez en cuando la pelea de Kurama contra otra bestia, una de una cola, para que luego otra viniera, la de dos colas. Kurama estaba perdiendo y Bolt no quería quedarse a ver el desenlace. Pero al mismo tiempo solo quería ir y regresarle a Kurama lo que tenía en su pendiente, seguro lo necesitaba, seguro si Kurama lo tuviera…

—¡Bolt! —el grito de Sarada lo hizo alzar la mirada para ver cómo el zorro de nueve colas pasaba sobre sus cabezas, seguro lanzado por algún ataque. Él soltó a las chicas y corrió hacia Kurama. Si lo alcanzaba y le daba el pendiente seguro él podía hacer algo y salvar a todos… o al menos a los que quedaban.

—¡Kurama! —gritó al ver a la enorme bestia. El zorro solo abrió los ojos, su enorme cuerpo aún tirado en arboles destrozados bajo su ser.

—Tch, ¿siguen aquí? Pensé que estaría ya por los límites del país del Fuego. Son lentos mocosos—él ignoró las palabras del zorro, siguiendo su camino hasta quedar frente a su hocico.

—No, mejor toma esto—dijo intentando quitarse el pendiente. El zorro lo detuvo.

—No, ya es tarde. Eso no será útil.

—No entiendo.

—Y es mejor así, solo tenlo siempre contigo.

—¿Kurama?...  No entiendo—vio cómo el zorro sonreía tristemente.

—Ustedes son los grandes tesoros de Naruto—dijo mirándolos a los tres.

—¿Kurama… dónde está papá?

—Así que lo menos que puedo hacer es protegerlos.

—¡Kurama!

—Más les vale aprovechar esto, mocosos—los tres gritaron en sorpresa al sentirse jalados por una de las colas de Kurama, esta no lastimaba, o ardía, era como una especie de sustancia gelatinosa que empezó a envolverlos. Trató de concentrarse en la sensación del poder a su alrededor y de sujetar a Himawari y Sarada. Intentando no pensar en las palabras de Kurama y el significado de estas.

—Por favor, Kurama, dime…

—Escuchen bien esto que no lo repetiré—Hima lloraba a su lado, podía sentir a Sarada hacer lo mismo—, lo que hará esto será llevarlos a un lugar seguro. Un lugar donde podrán estar a salvo. Trataré de que sea un sitio cercano a donde estoy, así que lo primero que deben hacer es encontrarme. Eso—dijo haciendo referencia al pendiente—los ayudará a hacerlo. Además de que será un seguro de que los estaré protegiendo.

Bolt no entendía las palabras, le costaba hacer sentido lo que le era dicho. Pero asintió. Afirmó con la cabeza sintiendo cómo un par de lagrimas querían caer de sus ojos, porque por muy ignorante que quería ser no podía evitar sentir en su interior lo que había pasado. El no regreso de su madre. El cuerpo de su tío. El estado de la aldea. El no encontrar a su padre. Las palabras de Kurama. Todo solo indicaba una cosa.

Kurama sonrió esa sonrisa zorruna que siempre tenía cuando le contaba lo que su padre hacía de pequeño y lo mucho que ambos se parecían, y lo mucho que tenían de diferentes al mismo tiempo.

—Cuídate, Bolt—fue lo último que escuchó antes de tragarse las lagrimas porque Kurama nunca le había dicho otra cosa que no fuera mocoso. Y quizá eso dolía más que las falsas suposiciones sobre lo que pasaba a su alrededor, porque esto era tangible, esto lo podía sentir.

Dolor…

 

-

 

Cuando despertó supo que ya no estaba en Konoha, ni algún sitio cercano. Se sentó mirando alrededor en busca de su hermana y Sarada. Ambas estaban a unos pasos, dormidas en el pasto. Era de día y las aves cantaban como si hace unos minutos Bolt no hubiera estado en un infierno.

Suspiró.

No, no era momento, aún no. No podía derrumbarse. Tenía que hacer lo que le dijo Kurama y encontrarlo. Tenía que al menos hacer eso.

Así que se levantó y caminó hasta las únicas personas que le quedaba, al menos por ahora.

—Hima, despierta—dijo moviendo levemente a su hermanita. Ella abrió los ojos aún adormilada.

—¿Bolt-nii?

—Sí, soy yo. Es hora de que te levantes. Tenemos cosas que hacer—caminó hasta Sarada para hacer lo mismo. Ella casi le da un golpe con una almohada invisible antes de que se diera cuenta de que no estaba en su cama.

—¿Dónde estamos? —preguntó Sarada mientras se paraba. Hima estaba ya a su lado, aferrada a su mano.

—No lo sé. Pero Kurama dijo que lo buscáramos con esto—ella asintió viendo el pendiente.

—¿Tienes idea de hacia dónde?

—No tengo ni idea cómo usarlo, pero creo que podemos ir hacia ahí—dijo señalando unas puertas a lo lejos, parecía la entrada de una aldea.

—¿Estaremos bien ahí? — Ella preguntó, pero pese a eso comenzó a avanzar, Bolt y Hima a su lado.

—Es el único lugar al que podemos ir—ella suspiró. Él la vio con comprensión, sabía lo que sentía. Ambos estaban reteniendo sus sentimientos, porque sabían que si se ponían a pensar en todo lo que estaban pasando caerían en un torbellino de depresión y no era momento para eso. Tenían una misión y Bolt se concentraría en eso.

 

.

Al estar a unos pasos de las grandes puertas de la aldea, sintió una especie de deja vu, ¿o quizá era que todas las entradas de las aldeas eran así? Konoha tenía un estilo parecido. Miro a lo alto para ver el nombre de la aldea: Uzugakure.

Bueno, el nombre era genial, quizá no era mala idea preguntar en ese lugar. Quizá esto no era el fin de todo, si Kurama tenía razón estarían seguros aquí. Sí, debía ser positivo, su papá le había dicho que siempre siguiera adelante y eso haría.

—Vamos—dijo con mayor animo a las dos. Sarada y Himawari asintieron con fuerza. Hima con una sonrisa y Sarada con algo parecido, ella seguía siendo bastante reservada, mientras acomodaba sus gafas.

Quizá no era el fin… solo el comienzo.

 

 . 

 

Lo que Bolt no sabía era que sí, Kurama lo había enviado a un lugar seguro, sin guerra, un lugar pacifico; pero otro mundo. Un mundo donde su padre no estaba casado con su madre, un mundo donde él no nació, un mundo donde Naruto se casó con Sasuke y ambos eran felices juntos.

Su llegada de estos tres niños y los secretos que guardan quiza solo sea el principio del fin para ellos...

 

Notas finales:

Y eso es todo. Wow, me emocioné bastante. Los que han leido mi otro fic (Resurrección) sabrán qué significa que hayan llegado a Uzugakure.

Pero esto ocurre cuando todo en esa aldea ya esta bien, la guerra acabó y estan en paz. Así que la secuela de este 1shot será después de que temine Resurrección que actualizaré mañana, ¿si?

Espero les haya gustado algo, para los que les gustó el epilogo mucho, mucho, espero no haberselos arruinado n.ñ


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