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Cuando llegue la noche. por Lizama24

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Notas del fanfic:

El título y el resumen son un asco, verdad de Dios jaja.

 

En fin. Sólo quería subir este one-shot. 

Notas del capitulo: Hola. No he actualizado Logra tus deseos y ahora estoy subiendo esto pero no creo que importe ¿Verdad?
Desde hace mucho que quería escribir un UruhaxReita o ReitaxUruha como fuera la verdad no importa.

No tiene lemon, no le encontré necesidad.

Abrió sus ojos con pesadez como era siempre por la mañana y luego se giró a un costado para cerciorarse de que él no estaba ahí. Lejos de entristecerle o preocuparle lo relajó. Cerró sus parpados nuevamente esperando volver a conciliar el sueño, mas eso se quedó solamente en un deseo que esa mañana no se cumpliría.

Sintió un peso extra sobre su cuerpo acompañado de una respiración que se podía escuchar a kilómetros con aquel silencio que reinaba.

 

—Shima…—susurró aquella voz que le hizo arrugar la cara con desagrado, no estaba de buenas como para soportar a aquel que le causaría más dolor de cabeza del que ya tenía—Shima, despierta.

 

Se sentía terrible como para aguantarlo, de verdad quería que se marchara y le dejara en paz al menos ese día. Podía escuchar su risa muy cerca de sus oídos y aún más, sentir cómo le zarandeaba para que despertara.

 

—Es imposible que pueda seguir durmiendo contigo arriba—espetó molesto abriendo al fin sus ojos y mirándole con aquella pesadez que se tiene cuando no has podido dormir bien la noche anterior—. No me digas que apenas llegaste.

 

—Sí, ¡Me hubieras acompañado! Debiste haber estado ahí cuando todos estábamos bailando y cantando—se veía más emocionado que nunca, era claro que estaba ebrio.

 

Uruha suspiró cansado y se fue levantando de a poco en poco hasta conseguir quitárselo de encima y sentarse en la cama. Akira parecía querer seguir con su anécdota de su noche de fiesta pero el menor no se lo permitió. Llevaba una semana entera yéndose todas las noches a quién sabe dónde a embriagarse y aquello simplemente le tenía cansado.

 

Luego de que discutieran como tantas veces ya lo habían hecho, Reita terminó nuevamente en el baño vomitando todo aquel alcohol que aún conservaba en su estomago junto con algunas cosas que hubiera consumido en aquella noche. Y él, como siempre, se quedó a su lado sosteniendo sus cabellos para que no fueran a terminar manchados o en la taza del baño.

 

De cierta forma ya era una costumbre, uno siempre termina acostumbrándose a lo que se hace con mucha frecuencia sea bueno o malo. Y para Uruha el quedarse despierto esperando al otro, sabiendo a ciencia cierta que no llegaría en toda la noche sino hasta el amanecer, y soportar sus borracheras y crudas, ya era el desayuno de todos los días.

 

Sabías perfectamente que Akira no cambiaría, aún más, que él era el único que podría soportarlo todo ese tiempo.

 

—Hablo en serio cuando te digo que la próxima vez te hecho de mi casa, es mi casa y lo sabes—el castaño se sentó en el comedor luego de darle una taza de café que dudaba le sirviera de algo—. Si vuelves a llegar así, te saco a patadas y me importará muy poco qué sea de ti.

 

—Entiendo. No volverá a pasar, lo prometo—aquellas palabras habían quedado grabadas en su cabeza como un disco rayado, las escuchaba siempre y le molestaban. En cierto modo también estaba molesto de sus propias palabras pues sabía perfectamente que el otro jamás las tomaría en cuenta y que él seguiría dándole techo y comida sin chistar.

 

—Es diferente… yo de verdad ya no quiero seguir manteniéndote—con eso logró que Akira levantara la cabeza para mirarle—. Reita, hemos sido amigos mucho tiempo y ahora somos pareja. Pero estoy muy seguro de que no quiero seguir aguantándote toda la vida, de verdad.

 

Ellos dos habían compartido muchas cosas juntos,  desde que estudiaban cuando jóvenes, Akira siempre había sido el protector de Kouyou pues era más temido y respetado que el otro. Aquellos días fueron de los mejores, para qué negarlo. Pero recordar cuando él llegaba hasta su casa con miles de bolsas de papas para contarle todos sus problemas y que el otro le consolara ya no era suficiente. Ya no era suficiente seguir con aquella relación que tenían por las deudas que le debía cuando jóvenes. Ahora eran adultos, él era el mayor no al revés. Y seguir dándole todo lo que necesitara por unos estúpidos recuerdos de infancia ya no le convencía.

 

Cuando menos se lo esperaron los papeles cambiaron, ahora Kouyou era quien cuidaba y protegía y el otro era quien daba las gracias. Pero realmente era distinto en muchas formas. Akira le daba consejos cuando joven, él le daba dinero, techo y comida ahora mismo.

 

 

Y cuando menos se dio cuenta la noche había caído de nuevo, y él se había ido otra vez. Se prometió fielmente el no dejarle pasar esa noche, en acabar de una vez por todas eso que se acercaba a una pesadilla muy mal hecha. Cerró las puertas con llave, todas. Antes el otro había logrado entrar porque tenía la llave de la puerta principal y Kouyou siempre dejaba las otras abiertas para que pudiera entrar. Luego de cerrar todo aquello se fue a dormir, no a esperar que llegara, a dormir. Y cuando menos se lo esperaba Reita yacía tocando en la segunda puerta que dejaría entrar a la casa como un loco, gritándole que le dejara entrar.

Se cubrió por completo con las cobijas e hizo caso omiso por media hora más o menos, luego de esa media hora se levantó y fue a abrirle.

 

Reita estaba furioso y se le fue a los golpes cuando le abrió la puerta. Comenzó a gritarle que era un desconsiderado por hacer aquello. Logró darle varios puñetazos hasta que el otro no se lo permitió más. El castaño tomó sus brazos hasta lograr inmovilizarlo poniéndolos detrás de su cuerpo.

 

— ¿Desconsiderado? ¿Ahora soy yo el desconsiderado? Hablemos claro, Akira. Te advertí muy bien que no volverías a pisar esta casa si volvías a embriagarte, ¿Qué mierda fueron esas palabras para ti? —no logró tenerlo quieto por mucho tiempo, logró zafarse y nuevamente intentó hacerle daño golpeándole la cara.

 

Kouyou se hartó y sujetó sus cabellos con fuerza y brusquedad para luego golpearle con la rodilla en su cara dejándolo en el suelo. No le gustaba golpearlo, claro que no, pero cuando ese tipo se ponía de agresivo él no iba a aguantar sus golpes, lo había hecho una vez y desde entonces se arrepentía.

Se puso en cuclillas enfrente de él y continuó hablando:

 

—Akira, de verdad que te amo. Pero siempre te he puesto antes que a mí, ¿Qué he ganado con eso? ¿Ah?, ni siquiera sé si tú también sientes amor por mí. Desde hace mucho que nos comportamos como un par de locos viviendo juntos más que una pareja, ¿Qué somos? —podía ver el hilo de sangre que corría fuera de la nariz de su novio, pero no sintió remordimiento. No sentiría pesadez jamás de lo que le hiciera porque sentía que aquello debió hacerlo desde hace mucho.

 

Y él decía amarlo, pero realmente empezaba a dudar de aquel sentimiento cada vez más. Tal vez sólo era la costumbre o la necesidad de quedarse el uno a lado del otro.

 

—Yo también te amo—arrastró las palabras. Mantenía su cabeza gacha sin mirarle, observando el suelo y evadiéndole—. Desde hace mucho tiempo que te amo… por eso te pedí que fueras mi pareja, por eso te pedí que me dejaras compartir mi vida contigo… porque eres lo único que tengo, Shima—se levantó despacio y fue a caer a él para abrazarlo, abrazo al cual no correspondió el más alto.

 

—Por eso es que yo te he soportado todo este tiempo cada una de tus faltas, pero Reita, el amor empieza a ser una paga demasiado miserable—se sentó en el suelo para lograr que el otro le abrazara de una manera más cómoda. Llevaba meses queriendo acabar con aquello pero siempre se arrepentía, no entendía si era dependencia o de verdad le quería tanto, pero simplemente aquello terminaría por matar a uno de los dos, y no quería ser él.

 

—Te juro que he intentado dejarlo, te lo juro pero no puedo—se aferraba al cuerpo del contrario mientras decía todo aquello con desesperación. Aunque estuviera ebrio, su miedo porque el otro le dejara seguía siendo el mismo, no podría aguantarlo y lo sabía—. ¿Es mucho pedir que te quedes conmigo hasta que me muera?

 

— ¿De ésta manera? —preguntó y el otro afirmó aquello—. Sí, es mucho pedir.

 

Por supuesto que lo había contemplado en el peor de los casos: quedarse así como estaban hasta que el otro muriera, hasta que uno de ellos ya no viviera y no tuvieran que seguir con esa enferma convivencia, porque se le hacía la forma más sana y menos dolorosa para acabar con ello, pero sin duda era la más horrenda para vivir con ello.

Estaba seguro de lo loco que estaba, muy enfermo como para aguantar todo aquel abuso, pero seguía buscando el momento exacto como para terminar con aquello. Y seguiría buscándolo hasta encontrarlo.

 

—Quiero que te quedes conmigo—insistió una vez más separándose lentamente de él, mostrándole su rostro de ebrio a más no poder con aquellos ojos rojos y la mirada perdida.

 

—Yo quiero quedarme contigo, pero no de esta forma.

 

 

Las razones para que Akira llevara ese tipo de vida las había, las conocía a la perfección pues las había vivido junto con él. Y sí eso era suficiente para que pudiera comprenderlo, pero no estaba dispuesto a hacerlo. Porque aquello había terminado, y esto era lo que sucedía ahora.

 

***

Luego de haber quedado de verse se daba cuenta de que ir no era la mejor idea de todas, es decir, Takanori sólo le haría sentirse aún peor, como un insecto, al recordarle que él no era ni mejor ni peor en ningún aspecto.

Y aunque lo pensó, eso no fue suficiente para mantenerse callado y no terminar diciéndole todo el problema que tenía encima.

 

—Pero estoy muy seguro que tú me dirás que es mi culpa, ¿Cierto? —terminó de esa forma su relato y se hundió en su asiento preparándose para escuchar cualquier palabra proveniente de aquellos labios frente a él.

 

—Por supuesto que creo que es tu culpa, ¿Quién es el que ha estado ahí siempre? ¿Quién es el principal causante de sus problemas? —espetó sacando a relucir aquel error que había cometido el castaño hace mucho tiempo y que sin duda nadie podría olvidar, mucho menos Akira.

 

—Entonces, ¿Me dices que mi infidelidad es la causante de todas las borracheras de él? Por Dios, Takanori. Que aquello no creo que le haya lastimado ni un poco, es más, debe estar muy feliz de aquella vez pues así pudo embriagarse tres días enteros sin que yo pudiera estarle jodiendo—se defendió con aquello. Y luego de unos segundos comenzó a reírse descolocando a su acompañante—. Taka… ¿Sólo he sido su soporte, verdad? Sin mí no tiene a nadie, por eso es que sigue conmigo.

 

—Míralo como quieras, si lo pones de esa forma te puedo asegurar de que él tampoco te ha sido del todo fiel.

 

Luego de tener aquella conversación inútil con su amigo, volvió a casa. Para su mala suerte o fortuna, él se encontraba en casa. Tenía una idea en mente, quizás un poco tonta pero en ese momento eso realmente le importaba poco.

Lo que sí era una verdadera suerte es que se encontrara sobrio y con un ánimo agradable así que le fue más fácil invitarlo a salir a algún lugar y que accediera.

 

Así ambos se dirigieron a lo que era un centro comercial en el cual había un cine. Sería algo normal pero sin duda sería relajante. Akira parecía bastante contento con aquella salida, en su defecto eso hizo dudar mucho a Uruha de lo que haría en un par de horas.

 

El lugar estaba más o menos lleno, no estaba de más decir que estaba infestado más por adolescentes que por personas adultas. Pero aquello no parecía ser muy malo puesto que ambos se consideraban aún muy jóvenes como para llamarse adultos.

 

—Nos acabaremos las palomitas antes de que la película empiece—dijo entre risas el rubio con la boca llena de aquellas cosas mientras Uruha se llenaba las manos de ellas y comenzaba a comerlas como un desesperado—. Pareciera que no has comido en años.

 

— ¿Y tú? En primer lugar no debiste comprarlas—se defendió. Siguió comiendo por largos minutos hasta que no quedó ni una en el bote. Satisfecho se puso a ver la película que recién estaba comenzando.

 

El silencio en muchas ocasiones solía ser un verdadero problema. El silencio llegaba cuando ambos estaban tristes, incapaces de seguir peleando, hartos de decirle al otro sus faltas. Era doloroso cada vez que ese silencio llegaba, en el cual ambos sólo se quedaban viendo a los ojos con molestia fingida, porque ambos jamás se odiarían. No podrían odiar a la persona que han amado por tantos años, ni tampoco a alguien que ha estado allí siempre que le necesitaras.

 

Pero en ese momento, el compartir ese silencio era de lo más grato. Escuchando la música de la película y los diálogos de los actores. Mirándose de vez en cuando o haciendo comentarios.

Se estaban divirtiendo, mientras aquella hora se pasaba se divertían ambos pues eso era bueno. El salir de la rutina tan amarga de los últimos meses había sido una gran idea de parte del menor.

 

Cuando la película terminó ambos salieron del lugar platicando muy animados, tomándose de la mano como hace tanto no lo hacían, demostrándose un poco de ese amor que decían sentir el uno por el otro y que ambos ansiaban no fuera una mentira. Pero el día iba acabando y la noche llegaría pronto, y Uruha le temía más a la noche que a cualquier cosa que existiera, como si fuera un niño pequeño.

 

Akira casi de inmediato al salir del centro comercial le dijo que tenía que irse a trabajar y él se lo esperaba desde que salieron del cine.

 

—Akira…—le llamó antes de que este se fuera, escondió ambas manos en su sudadera y apartó su mirada de la de él para luego continuar—: No quiero que vuelvas a casa hoy.

 

Reita frunció el ceño casi de inmediato no comprendiendo absolutamente nada. Es decir, había sido un rato increíble ¿Por qué le salía ahora con algo como eso? No habían discutido en todo el día pero ahora parecía como si amara pelear con él.

 

— ¿Y me vas a decir las razones? —Uruha rió, de verdad que quería comportarse serio pero con aquella imagen de frialdad que el otro le regalaba y que se veía muy bien lo fingida que era, era imposible no echarse a reír aún más por su pregunta.

 

—Te podría hacer una lista muy larga en este momento: porque estoy harto de ti, porque te gastas mi dinero siempre, porque es irritante tener que convivir con tu terquedad e idiotez… y porque simplemente ya no te quiero lo suficiente como para aguantarte.

 

¿Y cuántas veces no le había dicho ya aquello? ¿Cuántas veces no le había dicho que estaba harto y que necesitaba alejarse de él? Pero los oídos del mayor parecían estar bloqueados y no querer escucharle. Sin embargo, ya estaba cansado.

Akira esa vez no dijo nada, se sentía mal, se sentía triste. Aún más porque sabía perfectamente que era su culpa. Que Uruha había hecho demasiado todo ese tiempo por él y no tenía forma de reclamarle nada, que aunque el castaño le hubiera sido infiel en una ocasión eso no era suficiente pues él lo había sido muchas más veces cuando estaba tomado y nunca se lo había dicho.

 

Y aquella tarde él se fue sin decirle ni reclamarle nada, dejándole con los brazos cruzados y con aquella expresión de fastidio que él mismo se había ganado. Sintiéndose terrible, pero no sabiendo bien si era porque le había perdido… o porque ya no tenía lugar a donde llegar a dormir.

 

 

Desde aquella tarde la vida de Kouyou cambió. Aunque no estaba muy convencido si para bien. El dormir tranquilamente por las noches podría decirse que era lo único que había ganado. Pues no se había dado cuenta de que él también dependía en sobre manera de su ex novio. La casa se sentía sola cada vez que llegaba, no había ruido y no volvió a ser recibido con la cena hecha. No tenía sentido el llegar temprano a buscar a alguien, porque no había nadie.

Ahora era un tremendo manojo de nervios y no tenía idea de por qué. Y lo que tanto le molestaba del otro comenzaba a hacerlo de vez en cuando, cuando las ansias lo consumían por completo.

 

Pero estaba seguro que aquello pasaría rápido, que no tendría que seguir en una relación tan enferma y que había sido el momento indicado para terminarlo.

 

Y eso fue cierto. Cada día su estrés bajaba, cada día Takashima se sentía más tranquilo y animado. Había sido un gran cambio sin lugar a dudas.

 

Pero cuando más feliz se está, más la vida quiere joderte y decirte lo que debes hacer.

Aquella noche se había ido a dormir muy temprano pues mañana tenía una junta a primera hora y debía llegar a tiempo para cumplir los caprichos a su jefe para que todo estuviera en orden. Dormía con tanta parsimonia hasta que su celular sonó.

 

—Perdón, me perdí cuando dijiste “Akira está borracho” —pronunció somnoliento.

 

Yuu fastidiado y desesperado volvió a decirle todo lo que había sucedido, tampoco era como si fuera muy difícil de comprender. Akira estaba borracho, perdido en quién sabe dónde y que le había llamado para chillarle en el oído que se estaba muriendo, ya fuera literal o metafóricamente.

 

Kouyou se vistió, o algo así pues tan sólo se puso un abrigo enorme y salió a la búsqueda de aquella persona; ese hombre al que veía no podía dejar a un lado.

Y aunque le afirmara a Yuu que no descansaría ni respiraría tranquilo hasta encontrarlo y ponerle a salvo, la verdad era que deseaba con todas sus fuerzas no encontrarlo. Deseaba que por lo más sagrado no estuviera en ninguna parte, que no tuviera que volver a verle jamás ni llevarlo a su casa.

 

Tal vez para muchas personas aquello era un pensamiento sumamente horrible y desconsiderado—y eso sin contar que en el mejor de los casos lo encontrara muerto pues así no cargaría ni con el remordimiento—, pero él no pensaba en verse bien ante los ojos de las personas, él sólo quería paz y tranquilidad, quizás no podía tener felicidad… pero con las otras dos cosas le bastaba.

 

Recorrió las calles de Tokio a esas horas, media noche más o menos, y cargando todo su sueño y frustración encima, comenzó a buscarle. Buscarle por todos los lugares que ahí existiera, desde carreteras hasta callejones, desde lugares nocturnos hasta cafeterías y tiendas abiertas a esas horas.

Y se cansó, se cansó mentalmente de seguir como idiota haciendo tiempo y convenciéndose a  sí mismo fue que se dirigió nuevamente a aquel lugar donde lo había visto desde que apenas había comenzado a buscar pero que había preferido pasarse de largo con la intención de cuando volviera no estuviera ya.

 

Cerca, muy cerca de su casa seguía tirado. Era casi seguro que había ido a buscarle pero que por su ebriedad no había conseguido llegar. Suspiró con cansancio, con cansancio y resignación y le levantó del suelo.

 

—Me debes unas buenas horas de sueño—le dijo mientras lo cargaba en su espalda y volvía con él a donde era su hogar. No esperó respuesta pero sin duda la tuvo.

 

—Perdóname, Shima… por favor, por favor—chilló en su oído mientras intentaba abrazarlo desde la espalda en vano, queriendo aferrarse a algo que jamás tuvo.

 

A Uruha se le hizo trisas el corazón, si es que eso era posible, ¿Desde cuándo le molestaba tanto ese tipo? Desde hace tanto tiempo que lo veía como un estorbo, como un bicho que se comía su jardín ¿Acaso eso no lo hacía un insecto mucho peor?

No, no era un animal ni una bestia, esos animales tenían más valor que él.

 

Lo llevó a su casa, lo tiró a su cama y lo cubrió con su cobija. Todo suyo, pero sólo para Reita.

 

Cuando amaneció Akira volvió a correr al baño para volver el estomago, para Uruha aquello no fue nada inesperado y soltando un suave suspiro se dirigió a donde el otro. Tomó sus cabellos una vez más y le pasó el papel higiénico cuando este terminó. Hasta ese momento Akira no le había mirado, y cuando lo hizo le fue imposible no echarse a llorar.

 

Reita podía ser la persona más agresiva del mundo, pero para Kouyou era una nena sentimental. Le abrazó con fuerza contra su cuerpo y escuchó como la melodía más grata del mundo sus sollozos. No podía negar que él también hubiera querido sacar toda esa frustración que cargaba en lágrimas, pero no ese día, no frente a él.

 

—Te he extrañado mucho, Kouyou. De verdad, de verdad te juro por mi madre que dejaré mis vicios… pero déjame quedarme contigo. Te lo suplico—era demasiado dramatismo para los oídos del castaño todo aquello, un terrible dolor de cabeza mayor a cualquiera que te provocara la resaca.

 

Y al ver su rostro; esos ojos tan deprimidos, y aquel aspecto tan lamentable; el escuchar su voz suplicarle, chillarle, rogarle; tener a aquel ser entre sus brazos una vez más, enfrente, mirarle, escucharle, olerle. Todo aquello fue suficiente para decirle lo que tanto quería que le dijera.

 

«Quédate.»

 

Y pronto se calificaría como el mayor imbécil del mundo, pero que tenía a Reita a su lado.

No podía darle la espalda,  sólo no podía y no quería.

 

Porque prefería despedirse de aquellas noches tranquilas, aquella relajación, prefería olvidarse de qué es sentirse bien. Prefería mil veces cambiar su perfecta y relajante vida por una donde debía sufrir tanto mental como físicamente.

 

¿Y por qué? No, sin duda no era por amor.

 

—Ya no te amo—le confesó con una sonrisa sin ánimos, siendo directo en que nada podría ser como antes—, o eso espero realmente.

 

—No quiero que me ames, quiero tenerte… quiero tener a alguien…

 

Y quizás la única razón por la que ambos no podían distanciarse era porque eran uno solo. Querían tenerle el uno al otro, no podrían sobrevivir sin que estuviera el otro. Ya fuera por soledad, obsesión o porque ambos estaban completamente locos. Fuera por lo que fuera, las esposas estarían siempre puestas; uniéndoles.

 

 

 

Volvieron a estar juntos, Reita volvió a casa. Se hicieron de nuevo las promesas, se dijeron los sentimientos. Se miraron y confiaron todo. Rieron y juraron el hacerse felices, porque querían la felicidad del otro —al menos eso se dijeron—. Se “enamoraron”…. pero la noche volvió a caer, y Shima… Shima sabía el monstruo que le aguardaba.

 

 

 

 

Notas finales: No sé que le haya parecido pero al menos espero que les gustara un poco.

Déjenme un rw, así me motivarán para no caer en depresión ... ok no, pero sería muy bueno recibirlo.

Gracias por leer.

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