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Dos agostos. por smilewithaegyo

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Notas del fanfic:

Lo he escrito porque sí y es muy, muy random. Está basado en este fanart. Disfrutadlo, es chachi (?)

Es agosto. El otoño poco a poco se avecina y el verano ya no tan cálido da sus últimos susurros antes de sucumbir. Baekhyun cree ver a una hoja caer de un árbol mientras pasa frente a él en con el coche de su padre. Según él, aquella visita es importante. A Baekhyun sinceramente no le interesa demasiado; el claramente prefiere quedarse en casa, jugando con su Gameboy Color o viendo la televisión. También quiere cantar. Su madre solía decir que cuando él creciera sería un gran cantante. Él en realidad quiere ser un vaquero.

— Te divertirás mucho, Baekkie. — le dice su padre mientras acomoda su corbatín de color rojo.

— Lo dudo. — responde Baekhyun con la voz aguda que todo niño de siete años puede poseer.

Y entonces su padre le lanza una mirada de reproche y él simplemente se mantiene en silencio y mira hacia la ventana. Ve a un par de palomas picotear semillas que caen de un manzano y se pregunta qué se sentiría poder volar a donde sea. Si se lo preguntaran, él querría volver a casa.

Pero Baekhyun no es un ave ni mucho menos un avión, así que finalmente llega a una ostentosa mansión y toma la mano de su papi mientras ingresa a ella. Un candelabro con diamantes los saluda apenas entrar. El recibidor está repleto de pinturas muy locas y jarrones como los que tiene su abuela en la sala. También hay una fotografía que parece ser de la familia que vive ahí: un alto hombre, una mujer de grandes orejas, una adolescente llena de granos y un niño. Baekhyun ríe, pensando que ese chico se parece mucho al maestro Yoda debido a sus grandes orejotas.

— ¡Hyunsoo-ssi! ¡Pasad, pasad! — exclama una voz varonil y su padre sonríe. Al final del recibidor, junto a una gran escalera de mármol, está el señor de la fotografía. Es tan alto que Baekhyun sujeta con más fuerza la mano de su padre y este ríe. A Baekhyun le dan miedo los gigantes y ese hombre sin duda parece uno. — Y ese debe ser Baekhyun, ¿no? — el muchachito se sonroja violentamente.

— Baekkie está un poco cohibido, compadre.

— ¡Tonterías! — el chiquillo de cabellos castaños tiembla. El hombre tiene una voz muy gruesa y sonora. No le agrada. — ¡Chanyeol, tengo que presentarte a alguien!

Baekhyun, quien terminó por esconderse detrás de su padre, asoma la cabeza y ve salir de lo que parece ser la cocina al Yoda. Tiene el pelo negro muy enrulado y una sonrisa de tarado en la boca. También es muy alto, aunque no tanto como su padre o el de Baek. Este último frunce el ceño.

— Baekhyun, él es mi hijo, Chanyeol. Podéis ir a jugar mientras tu padre y yo charlamos en la sala — mira a Chanyeol y este sonríe con tal fuerza que Baekhyun cree que es aterrador. —, ¿verdad, hijo?

— ¡Sí!

Sin embargo, Baekhyun se encoge detrás de la espalda de su papi y este se siente abochornado. La sonrisa de Chanyeol parece apagarse por un segundo, pero luego vuelve a aparecer.

— ¿Te gustan los Pokémon?

Baekhyun da un respingo y, con sigilo, sale de detrás de su padre y camina hasta el orejón raro con lentitud. Sus pequeños puños se aprietan y sus mejillas se tiñen de un suave color carmín. Entonces, tímidamente, mira a Chanyeol y asiente.

— Él es Baekhyun. Es un poco tímido, pero ya se entenderán. — dice su padre divertido y el señor gigante ríe. El castaño simplemente mira al piso.

— ¡Te voy a mostrar todas mis medallas, Baekkie!

Entonces, Chanyeol toma su mano y lo jala por las escaleras. Sus padres les gritan que tengan cuidado mientras sonríen y terminan por perderse dentro del salón. Baekhyun se deja hacer por su nuevo amigo, sintiendo a su corazón latir y sus mejillas enrojecer. A pesar de todo, quizás aquella visita no sería tan aburrida.

 

Es agosto. El otoño poco a poco se avecina y el verano ya no tan cálido da sus últimos susurros antes de sucumbir. Baekhyun cree ver a una hoja caer de un árbol mientras pasa frente a él en con el coche de su padre. A su lado, el mismo orejón de hace veinte años sonríe mientras se afloja la corbata negra. Sus ojos desbordan felicidad. Aún mantiene aquella sonrisa de lado a lado y Baekhyun sigue pensando que es aterradora, pero también le es encantadora. Chanyeol le pareció molesto y gritón en un principio, y quizás hasta llegó a tenerle miedo, pero ahí está él, sentado a su lado con una sonrisa de idiota enamorado en sus labios rojizos por el labial de cereza.

— ¿Pasa algo? — le pregunta el orejón mientras le observa.

— Nada.

Lleva tímidamente una de sus manos a las del contrario y las entrelaza. En ambas, un par de anillos dorados yacen en sus dedos anulares. Baekhyun mira la escena y sonríe. Antes, a los siete años, el pequeño Byun quería ser vaquero y jugar al Pokémon en su Gameboy Color. Y en ese instante, lo único que quiere es vivir esa escena por el resto de su vida. Con Chanyeol.

Notas finales:

¿Os ha gustado? ¿No? Pues es algo que merezco saberlo, no sé, digo(?)


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