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Primer beso por PanPan

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Notas del fanfic:

Hola, me he dignado infinitamente tarde a escribir algo sobre mi pareja favorita en todo el mundo (tarde ya que ha acabado el manga de Naruto ;O;).

Bueno, tenía esto por ahí pero de una forma muy muuuy distinta así que le di un toque muy mío respecto a la relación de estos dos, personalmente he quedado satisfecha, aparte Madara es mi personaje favorito! Necesitaba crear algo que lo involucrara, más aún con Izuna, ya mencioné que son mi pareja favorita? xD Y perdón si se me ha pasado alguna falta.

Ya. Esop.

Sin más les dejo leer.

Besos.

El cielo, la tierra, el viento, el sol. Nada existía para él en esos momentos.

En ese instante era sólo él flotando en algún lugar del espacio. En ese preciso momento sus pies parecían estar suspendidos en una dimensión desierta, su cuerpo le parecía estar levitando en un ambiente lleno de una enorme serenidad. En ese momento sólo era él en el mundo, en el universo, sólo él y la embriagante calidez que se deslizaba lentamente por sus labios, acariciándolos por cada pequeño relieve desde el centro hasta la comisura, subiendo por sus mejillas sutilmente hasta alcanzar las raíces de las negras hebras que eran sus cabellos para luego, como si fueran pequeñas criaturillas envolver cada una hasta la punta, causándole un cosquilleo delicioso, mismo cosquilleo que se dejaba caer por su nuca hasta su espina dorsal, recorriendo cada minúscula fibra, cada nervio, cada pequeña descarga de corriente era controlada deliciosamente y guiada por la celda correcta para proporcionarle más de ese hipnótico letargo en el que estaba sumergido.

La corriente se expandía por su espalda hacia sus piernas y sus brazos, cada vez más intensa pero sin dejar de deslizarse como el tierno rodear de brazos de un abrazo, era la mejor forma de describirlo, vagamente ya que su mente se había vaciado casi por completo, estaba seguro de que en ese momento sólo él permanecía en pie sobre el mundo, él y esa especie de energía que se ceñía a su cuerpo. Era una sensación demasiado reconfortante, demasiado embriagante y adormecedora, eran pequeños dedillos acariciando cada poro de su piel.

Disfrutó aquella pequeña conmoción en su ser como hacía muchísimo tiempo no había disfrutado algo. Se dejó llevar por aquel inexplicable placer. Se dejó consumir por esa emoción que le recorría por dentro y por fuera, después de todo en ese instante sólo permanecía él, él y el hormigueo constante que nacía en sus labios y, sin embargo, no moría en ninguna parte de su cuerpo, por el contrario, viajaba por el sin detenerse, encontrando cada vez un lugar nuevo al cual llenar de regocijo, de una adictiva calidez que lo hacía querer más. El joven estiró los dedos buscando inconscientemente más de aquel invisible licor. Dejó que sus dedos fueran jalados por una fuerza sobrenatural hasta que sus yemas se encontraron con algo aún más cálido que la corriente que envolvía su cuerpo. Los deslizó con suavidad por aquella superficie, tersa y suave superficie, aterciopelada al tacto e increíblemente tórrida. Continuó con el recorrido de sus dedos hasta que unas leves cosquillas se llevaron la atención de éstos. Elevó su mano y el cosquilleo se intensificó hasta que se convirtió en un roce constante contra la palma de ésta, en ese instante entreabrió sus dedos y atrapó suavemente los cabellos causantes de ello, dejando luego que resbalaran entre ellos apaciblemente, como la brisa que los mecía nuevamente incitando a ser atrapados una vez más.

Así lo hizo, atrapó esta vez una porción más abundante y dejó que sus dedos escalaran torpemente hasta encontrarse con la raíz de ellos. Tembló imperceptiblemente y a la vez que dejaba descansar la palma de su mano allí, sin abrir aún sus ojos despegó sus labios de la fuente que emanaba deliciosa calidez.

-Madara…

Escuchó su nombre y reaccionó con sopor ante el lejano llamado. Abrió con lentitud sus ojos encontrando frente a él unos hermosos pozos negros.

-I-Izuna…

Deslizó su mano desde la base de los negros cabellos del muchacho hasta la mejilla de éste, ahuecándola allí, justo en el lugar en el cual se acentuaba un tinte rosa. Sonrió. Curvó sus labios mientras se internaba en la oscuridad de los irises que se encontraban frente a los suyos hasta perderse en ellos. Se abandonó voluntariamente en esas pupilas de ébano y una vez más se entregó a la fuerza sobrenatural que hacía a su centro de gravedad desaparecer, dejándolo flotar placenteramente en medio de la nada, y una vez más no importaba nada. Nada más que él. Nada más que él e Izuna. Sólo ellos dos en ese cósmico momento en el cual todo se desvanecía mágicamente y trasladaba su importancia a la persona que cada uno tenía en frente.

Madara deslizó la mano que ahuecaba la mejilla del joven hasta sus labios, dibujando su contorno con la yema de los dedos, de lado a lado, lentamente, partiendo desde la derecha hasta chocar con la tersa piel del extremo izquiero y devolviéndola por la carnosidad anteriormente recorrida hasta llegar nuevamente al lado derecho, continuó esta acción un par de veces con el interés hipnótico que había despertado aquella contorneada boquita, sólo hasta que el leve movimiento de ésta acompañado de un aterciopelado llamado de su nombre le detuvieron.

Dejó de lado los finos labios de Izuna y bajó sus dedos hasta la barbilla de éste, tomándola entre ellos con firmeza que a su vez no dejaba de ser sutil, y dejó que sus ojos vagaran sin prisa por el rostro que estaba sosteniendo. Su fina barbilla, sus labios rojizos con sus pequeños relieves anteriormente repasados con delicadeza, su nariz fina, delicada tallada perfectamente en la tersa porcelana de su piel, más arriba sus cejas arqueadas con expresividad siempre envolvente para él, y allí junto a ellas un par de ojos oscuros y tranquilos que siempre le observaban confidentemente enmarcados por sus espesas pestañas, indescifrables para cualquiera pero no para él, un shinobi debía ocultar cualquier rastro de sentimientos y así era aquel joven pero no para él, pasó por su mente que aquella era una de las cosas que más le embelesaban de Izuna; finalmente su joven rostro se encontraba delineado por negros y lacios flequillos suaves y rebeldes en su mayoría que se extendían hasta sus hombros firmes y, aunque en ese momento no los veía, caían despreocupadamente por su espalda a pesar de estar amarrados. Encantador. Precioso. Lo más hermoso que podían ver sus ojos. Lo más bello que habían visto desde que poseía memoria: su amado hermano pequeño.

Una vez más arqueó sus labios, convirtiendo el sutil arco en una sonrisa pronunciada y llena de infinitos sentimientos. Torpemente dejó de sostener el fino mentón de Izuna y con ambas manos sujetó su rostro. Posó una vez más sus ojos en los de su pequeño y sin apartarlos se inclinó lentamente, sin prisa ya que el tiempo para él, para ellos, se había detenido en su totalidad. Sus labios entreabiertos, exhalando temblosos el aire que sus pulmones desesperados iban cogiendo, sus parpados que iban descendiendo a la vez que sus respiraciones chocaban y se mezclaban en cada irregular inhalación y exhalación, sus corazones martillando cada vez más acelerados sus pechos hasta que al fin, sus ojos se cerraros y sus bocas se unieron trémulas y torpes una vez más.

En ese instante ambos perdieron la noción de todo. Ni la tierra, ni el aire, ni las guerras interminables que de seguro se estaban librando en algún lugar eran importantes en ese instante. En ese momento sólo importaban ellos dos. Ellos y ese beso, ese primer beso que ambos correspondían con la misma devoción, con la misma dulzura del primer amor, con la misma emoción y esperanza que se estaban proporcionando, con la misma fuerza que sabían les impulsaría a continuar en pie en el panorama sangriento en el cual les había tocado nacer.

La brisa soplaba ansiosa y fresca en el bosque, el sol llegaba al ocaso bañando de violeta todo el bosque a su paso, las estrellas comenzaban a aparecer tímidas en cielo y los distintos protagonistas de las batallas disponían a defender todo que lo apreciaban aquella noche, mas para Madara e Izuna nada importaba, nada más que ellos y la primera muestra de su amor importaba.
Notas finales:

Nuevamente gracias por leer y perdón si se me pasó alguna falta :*


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