Aomine POV
La penumbra de la noche… una noche que sólo se puede encender con nuestros cuerpos juntos, con nuestros besos apasionados, con nuestras caricias desbordantes…
Y aquí, en la intimidad de nuestra alcoba, ésta misma alcoba que compartimos desde hace dos años. La penumbra de la alcoba es nuestra confidente, y las paredes son nuestros testigos, ante la ineptitud de aguantar nuestra pasión, nos entregamos en el acto de amor desmedido que sólo los enamorados pueden hacer… pues no es lo mismo el ‘tener sexo’ que ‘hacer el amor’. Y eso me lo dejó saber hace mucho tiempo, cuando mis sentimientos hacia él acrecentaban con cada mirada, con cada sonrisa, con cada palabra.
Todos éstos años he aprendido que tocar su cuerpo es lo más semejante a hacer música; sus suspiros, sus gemidos, sus jadeos, suenan a notas equalizadas en el más melódico de mis deseos.
No hay música similar a esos sonidos que emanan de su boca, pronunciando mi nombre en un tono cresccendo que nunca me cansaré de escuchar.
La velocidad que marca el metrónomo de mi corazón acelera con cada caricia de su cuerpo al mío. Con cada beso en mi cuerpo, con cada tierna palabra, con aquel rostro de placer… provocan tantos sentimientos en mí, al grado de volverme loco de amor ante éste hombre pelirrojo que aceptó unir su vida a la mía.
-Dai…ki…-
Dice casi en un grito de satisfacción, dejando escapar aquella explosión de placer, mientras mis caderas se mueven un par de veces más, ante los sentimientos desbordantes dentro de mí, estallando también, diciendo el nombre de la persona a la que más amo, para luego, inevitablemente, caer rendido junto a él, tomar su mano entre la mía y besarla en un tierno gesto.
-Te amo, Taiga…-
Musito casi en un susurro junto a su oído, mirando su rostro de satisfacción; sus ojos se encuentran con los míos y su sonrisa no se hace esperar. No puedo contener el hecho de besarlo nuevamente, transmitiéndole en ese beso todos mis sentimientos y mi amor, dándole gracias por el hecho de saberlo aquí, junto a mí, amándome en la forma que sólo él sabe hacerlo, amaneciendo cada día junto a mí.
Sus suaves manos se posan sobre mi cabeza, acariciando mi cabello, mientras deja escapar de su boca un suspiro, me recargo sobre su pecho y escucho aquellos sonidos de su corazón, esos sonidos que ahora son en un tono adagio, pero que aun así me dejan saber lo mucho que me ama.
-¿Otro round?- Me dice con una sonrisa coqueta, mientras mi respiración se empieza a normalizar, suelto una pequeña risa ante aquella pregunta pícara y sin querer provoco una mirada de extrañeza en él.
-Dame 15 minutos- Digo mirando al techo, con una sonrisa tonta sobre mi rostro. Esto se ha convertido en una especie de partido 1 a 1 en el que ninguno de los dos quiere darse por vencido, pero es la mejor forma de demostrarnos nuestro amor mutuo.