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La “dicha” de un plebeyo por yuljiyongie

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Notas del capitulo:

Hola, muchs gracias por su apoyo en leer y comentar el cap pasado, y como lo prometi aqui traigo un nuevo cap ya escrito para que lean... uhmm bueno creo que se malinterpreto una parte del otro cap, pero bueno ya lo entenderan jeje byebyeeeee

En la biblioteca del palacio, el joven rey estudiaba antiguos escritos de la historia del reino. Había mucha información, fechas, nombres. Un sinfín de sucesos relevantes e interesantes que debía aprender.  A pesar que existían palabras que desconocía, le agradaba  poder leer. Al principio fue difícil, pero su constancia ayudó en su progreso. Ahora podía leer ciertos  textos básicos, sin asistencia.

 

Sin embargo, su mente estaba alejada de los estudios aun habiendo pasado medio día ahí dentro. El recuerdo  de su primer beso con el rey lo mantenía inquieto. Eran dos noches que no podía dormir y ya estaba agotado. Por lo menos la despedida del hombre fue rápida y no tuvo que seguir fingiendo. Soltó un suspiro pesado y observó las escrituras con interrogación. No había forma de concentrarse ese día.  Cerró los libros y enrolló los pergaminos. Al levantarse del cojín, sus piernas adormecidas temblaron casi haciéndole caer, pero pudo soportarlo, y tras algunos minutos  recobró la fuerza en ellas.

 

Por las pequeñas aberturas en el techo,  se vislumbraba algunos rayos de sol. El clima parecía ser bastante bonito como para permanecer encerrado. De seguro disfrutaría mucho más estando afuera que adentro, mejor aún si tenía compañía.

 

-¿Dónde estará el príncipe? – preguntó de inmediato.

 

Fue la primera persona en quien pensó. Sonrió un poco, debía ser por todo el tiempo que pasaban juntos. Con mejor ánimo, abrió las puertas.

 

-majestad, ¿tomará un descanso? – cuestionó una sirvienta, que esperaba afuera del recinto, junto a otros sirvientes.

-Por hoy se acabaron los estudios. – anunció su decisión.

-p…pero

-paso días enteros estudiando.- dijo con voz moribunda. - Quiero descansar, prometo que luego  me aprenderé todo lo que falta.- dio su palabra para disipar la preocupación de la amable mujer.

-como usted diga, entonces lo llevamos a su pieza.

-agradeceré que me puedan llevar con el príncipe, por favor – pidió con gentileza.

 

Los sirvientes se miraron extrañados, pero respetaron la orden. No podían negarle nada al carismático rey, quien los trataba con respeto y les agradecía todas las atenciones. Lo escoltaron hasta llegar al pabellón de entrenamiento, donde el príncipe  se disciplinaba  arduamente con la espada. Los gráciles   movimientos  hacían parecer que no necesitaba de esfuerzo para su desempeño. Sin embargo, cada desplazamiento conllevaba un amplio grado de concentración  y mucho tiempo de entrenamiento.

 

Desde  una distancia prudente, lo observaba maravillado. Se sentía afortunado de conocer la pasión que lo atraía, realmente disfrutaba de ese arte. No era amante de las peleas, pero una presentación como la mostrada iba más allá de un enfrentamiento. Lastimosamente, informaron al príncipe de su presencia dando por culminada la pequeña puesta en escena.

 

-Majestad, que sorpresa verlo por aquí. No lo esperaba – saludó secándose el sudor con un pañuelo de seda.

-estaba un poco cansado de mis lecciones, así que tomé un descanso, ¿le molesta que haya venido?   

-¿Cómo podría? Es más, estos días lo he sentido un poco distante, pareciera como si estuviese ido.- entrecerró ligeramente sus ojos, escrutándolo - ¿sucedió algo?

-n…no- tartamudeó sorprendido por la perspicacia expuesta. – nada de importancia - Mostró una ligera sonrisa.

-supongo que debo  creer que es sincero.

 

El más joven bajó la mirada avergonzado, por verse como un mentiroso; hubiese preferido que fingiera creerle y no decírselo de esa manera. El príncipe  carraspeó un poco, captando su atención. De soslayo miró  la sonrisa compasiva que le regalaba. Él le comenzó a hablar de la educación que le impartieron en su niñez y  empezando a caminar, dejaron el pequeño incidente atrás. 

 

-En resumidas cuentas, se aburrió de nuestra historia. – comentó con burla.

-¿Cómo dice eso? Me esfuerzo a diario para meter tantas cosas en mi cabeza, siento que ya no me cabe más. Parece que va a explotar. –con insólita  preocupación se tocó la cabeza.

-sabía usted que es alguien muy simpático – el menor negó, sonriendo a la par – pues lo es… y me gusta – soltó  con imprudencia.

 

Los pasos de Ji Yong, se detuvieron ante la declaración. De nuevo. Ese loco golpeteo de su corazón. Detalló en la espalda del príncipe, quien llevaba  algunos metros adelantados. Aquella sensación extraña le preocupaba, no era normal. Cuando menos lo notó, el susodicho estaba de regreso. No pudo ocultar su turbación, estaba sonrojado.

 

-Parece que el sol se está poniendo sobre nosotros – comentó refiriéndose al rostro colorado – ¿quiere que regresemos?

-ah no, sigamos nuestro camino.

 

El joven decidió que era mejor ignorar esas emociones, el príncipe al parecer ni cuenta de sus palabras  se había dado. Retomaron los pasos, y pasearon por más de una hora hasta devolver al castaño a su aposento.

 

-lamento haber tomado de su tiempo, pero realmente quería distraerme. Ni siquiera le di espacio para refrescarse, que desatento. – se reprendió.

-fue grato para mí acompañarlo, no existe arrepentimiento.

-Aun así, si gusta puede descansar y beber algo aquí. – propuso dubitativo.

-descansaré y beberé después de la comida. El rey es puntual, y no le gusta que lo hagan esperar. Aun debemos cambiarnos y no deseo retrasarlo, por favor ingrese a su pieza y alístese.

-está bien – aceptó  alicaído por la negativa, pero trató de recomponerse a la brevedad  con una sonrisa –gracias por  preocuparse, con permiso – se volvió e ingresó a su habitación, dejando  atrás al arisco hombre de expresión neutral, sin rastros de aquella buena gracia y amabilidad propagada hasta hacía escasos segundos.

 

 

 

 

 

En su pieza, Seung Hyun se despojó de sus vestiduras exponiendo así su cuerpo trabajado y piel acanelada, de 19 años. Su cabellera negra que llegaba un poco bajo sus hombros  también fu revelada. Tomó un baño con esencias y aceites preparado por los sirvientes, en el cual se relajó.  Pensando entre risas sardónicas,  lo estúpido que podía ser el remedo de rey.  Un poco de contacto o simples comentarios alteraban la tonta mente del menor, logrando que él se jactara por lo divertido que era burlarse a su costa. Sin embargo, todo seguía igual.

 

No.

 

Había cambios, de una u otra forma la actitud despreocupada y algo alocada del nuevo residente estaba alterando el clima normalmente frío del palacio. Todos sonreían más seguido. Los soldados gustaban de escoltarlo; las damas de la corte se afanaban por hacerlo lucir impecable a diario; las sirvientas se turnaban para servirle el té de la tarde y luego salían emocionadas al recibir felicitaciones por las delicias que preparaban.

 

Si permitía  que se ganara el afecto de cada persona sería imposible sacarlo del palacio. La única forma es que kwon cometiera una falta. Su meta sería guiarlo hacía eso, pero aun no sabía que cosa tan grande podría hacer para que se determinara su expulsión o destierro. Cualquiera de las dos sería satisfactoria.

   

Con su mente maquinando algunas ideas se dirigió al comedor principal, donde su padre lo había llamado  para que los acompañara en la comida.  Al llegar, vio a Ji Yong  completamente cambiado, sentado al costado de su padre. Ambos sonriéndole. De solo verlos, le daba ganas de soltar carcajadas. Uno al lado del otro, eran como  abuelo y nieta. El rey no era viejo se mantenía con buen físico, él había heredado esa característica y lo mantenía gracias a su arduo entrenamiento. Pero el más joven era de contextura delgada, hombros angostos, rostro afeminado, nariz pequeña, ojos risueños  y de espíritu infantil. 

 

Parecía que no quería dejar de ser un niño, esa actitud juguetona lograba sacarlo de quicio, obviamente que no podía comentárselo a nadie. Para ser un plebeyo lucía inútil, seguro era una carga para sus padres y ahora como consorte, sólo podía ofrecer su cuerpo como mayor valor. Viéndolo desde ese punto de vista, quizá su padre no fue tan suelto en su decisión. Si disfrutaba mantenerse enterrado entre aquellas piernas  cada día, que lo aprovechará, pero él se aseguraría que no llegara a ser más que sólo una basura en el camino del rey Choi Yoong Suk.

 

Sonriendo con superioridad se unió a ellos para aparentar ser una familia, aunque pronto clavaría un puñal a uno de ellos.

 

CONTINÚA…

Notas finales:

Muchas gracias por su apoyo a pesar de estar desaparecida jijij nos leemos gracias por su constante apoyo.


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