Siempre me ha emocionado la idea de recorrer todas las tiendas hasta encontrar mi tan anhelado objeto de deseo, pero está vez es complicado. Hay tantos objetos brillantes y llamativos, pero ninguno es suficientemente bueno, ninguno es tan perfecto como su mirada firme, o su sonrisa tras besarnos.
Ese no, ese tampoco, posiblemente estoy exigiendo mucho, pero no puedo aceptar cualquier mediocridad, no para él. Agradezco a la señorita que me ofrece su “más bonito anillo de compromiso” el cual por supuesto no cumple mis expectativas y me retiro del lugar.
Mi mejor amigo -que se ofreció a acompañarme- ahora parece desesperado por haber recorrido la ciudad entera. Se queja pues al parecer los pies ya le duelen, todo un quejica, ni yo que llevo tacones actúo así.
- Si quieres puedo cambiarte los zapatos para que estés más cómodo –me burlo por la poca capacidad física que tiene.
- Claro y también tu vestido para que luzca como todo un marica.
- Tampoco es para que te pongas de ese humor –bufo molesto al sentirme ofendido por él por primera vez.
- Vale, lo siento –y en su rostro noto que en verdad está apenado- pero es sólo un anillo, ¿por qué no puedes decidirte por uno y ya?
- No es “sólo un anillo” -le imito despectivo, me estresa cuando todo le parece tan insignificante, seguramente por eso es que él no ha logrado conseguir una novia.
Poso mí vista en un estante, casi dándome por vencido y le miro; al fin le encontré: es azul, brillante y bonito, combina con todo lo que él representa para mí.
Mi amigo me habla pero sus palabras parecen cada vez más lejanas y ya no soy capaz de escucharlo, mi vista se ha cautivado por el brillante color que me recuerda tanto a Daryl.
Dicen que el color azul simboliza todos los sentimientos que van más allá de la simple pasión y que permanecen en el tiempo. Es el color de la confianza y la simpatía. La fidelidad y la eternidad.
Si, ese es el anillo de compromiso perfecto.
Bueno sería perfecto si pudiésemos de verdad casarnos, siempre he sabido que por mis preferencias una boda no cabía dentro de las posibilidades para mí, pero eso no quita el hecho de tener una relación como ahora; donde cada cosa por cotidiana que sea se convierta en algo preciado, ir de compras juntos, salir de vez en cuando, despertar a su lado… todo es hermoso.
Por eso quiero darle algo importante, después de ahorrar y negarme mis amados cosméticos y fragancias conseguí suficiente. Aun si existe ese detalle lo ignoro y pago por el anillo, siendo reprendido por mi amigo quien me indica que irá por su lado pues debe de ir a trabajar y se le ha hecho tarde.
Suspiro y me despido de él, tomando el transporte de regreso a casa.
En el camino comienzo a reconsiderar demasiadas cosas, le conocí casi por accidente en un autobús, sé que es homosexual, pero me asusta que reconsidere y alguna vez le nazca el deseo por tener una vida normal, con una esposa y unos lindos hijos. Seguro que sería un excelente padre, pero si él llegara a desear una vida así yo saldría sobrando. Yo jamás podría darle una familia.
Aun si mi apariencia es tan femenina no soy una mujer, y es sólo por él que ya no me cuesta aceptarlo, a pesar de que en ocasiones sigo vistiendo con ropas femeninas me es mucho más fácil aceptar el género que se me dio al nacer.
Y es porque por primera vez en la vida me siento orgulloso de ser hombre, porque eso significa que soy amado por él.
Amado.
Tal vez solo estoy soñando, pero duele pensar en todas las veces que pensé “él es el correcto”, aun así no cuesta nada seguir soñando y no querer despertar. Me ama y es suficiente y yo le amo así que no tendría nada que temer.
Llego a la casa percatándome que aún no ha llegado de la universidad, ese chico se esfuerza demasiado, noto en el calendario que pronto haremos un año más juntos, en total dos años desde que nos vimos por primera vez en aquel autobús. Quiero que ese sea el día en el que le dé su obsequio.
°.*.°
Finalmente ha llegado el día, la cena está servida y me he arreglado lo mejor que pude, pero parece que está tan distraído que ni siquiera recuerda que fecha es. Tampoco debería molestarme, ha estado bastante presionado por sus estudios, menos mal que no seguí más allá de la preparatoria.
- ¿Todo bien Angel? –pregunta llevando una croqueta a su boca, pero sin apartar su vista de mí. Odio que haga eso, pareciera que ve mucho más de lo que quiero mostrar.
- ¿Qué? Ah si todo de maravilla –tardo en responder.
- Te noto un poco extraño.
- Para nada -exclamo queriendo ser convincente aunque hasta yo noto la poca verdad que hay en esa frase, buen momento para saber que jamás podré ser actor.
De pronto siento la seguridad irse, si este pequeño detalle llega a afectar de alguna manera mi relación… en verdad me aterra. Además él tiene otras cosas que pensar en estos momentos, no debería tener tiempo para mis tonterías. El año pasado fue él quien me invitó a cenar y se emocionó desde días antes para hacer algo, pero esta vez parece diferente.
El resto de la cena continua tranquilo, él no hace más preguntas y parece que será un día como cualquier otro. Estoy por retirar su plato del postre cuando su voz me hace sobresaltarme.
- ¿Recuerdas que día es hoy?
Y su pregunta me hace soltar una risa boba, me siento nervioso pero feliz.
- Pensé que no lo recordarías.
- ¿Cómo creíste que olvidaría el momento más importante de mi vida? Por eso es que quiero… -aparta su mirada y su voz parece quebrarse, por primera vez le veo nervioso por algo, siempre ha sido tan decidido… no será que…- quiero darte esto.
Me enseña una caja negra con un listón dorado y la abre cerca de mí, dejándome apreciar que en su interior se encuentra un hermoso anillo de oro blanco con incrustaciones de zafiro, su color tan azul debe asemejar a las lágrimas que comienzan a fluir de mis mejillas.
-Daryl… tú también… -Hipo apenas pudiendo mantener la voz, mientras extiendo la caja con el anillo que yo también le compré- y también es azul.
- Eso es porque el azul es mi color favorito, es el color de tus ojos.
- También de los tuyos.
Sonríe de la manera más dulce y tras depositar un beso sobre mis labios toma mi mano y coloca el anillo que encaja a la perfección.
- Sé que no podemos casarnos en verdad, pero me harías el honor de pasar el resto de tu vida junto a mí.
- Más aún que eso, si es posible -aseguro mientras le colocó también su anillo y acercándonos lo suficiente unimos nuestros labios en un profundo beso, una de las tantas cosas que a partir de entonces compartiríamos.
Si nuestro amor tuviese un color definitivamente ese sería el color de la esperanza.