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Escultura de hielo por MerrickLioncourt

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Notas del capitulo:

Esto ocurre antes del Epílogo 1 y narra parte de lo que ocurrió antes de que Saori visitara a Hyoga en Rusia.

Una vez más amanecía con dolor de espalda, de nada servía que la pulcra habitación contara con un sillón reclinable y un sofá lo suficientemente grande para servir de cama; la enfermera de guardia le había llevado un cobertor y una cobija que seguían doblados sobre una de las sillas junto a la ventana. Ninguna de esas atenciones servía, Ikki siempre dormía junto a la cama de su hermano sujetando su mano, esperando aquel leve apretón que todos decían era un reflejo pero el Fénix estaba seguro que era señal de que Shun estaba consciente y era su única forma de comunicarse, además si despertaba lo primero que haría sería sujetar la mano de Ikki.


Desde que le retiraran los aparatos y abriera brevemente los ojos, había pasado un mes, después de eso, el silencio. El menor respiraba sin ayuda artificial, pero sus ojos seguían cerrados, los estudios revelaban que su cuerpo estaba casi recuperado, médicamente estaba bien, y suponían que seguía en coma por algo relacionado a su cosmo.


Ikki se desperezo lentamente estirando los brazos. Miro su reloj para confirmar la hora, no tardaría en llegar la enfermera para la revisión matutina y pronto sería tiempo de que se retirara. Volvió a tomar la mano de Shun entre las suyas y acarició levemente el dorso.


- ¡Buenos días, Shun! – Dijo casi susurrando mientras acariciaba el cabello de su hermano. – Hoy es el día del pavo en Estados Unidos, Ariadne preparará una deliciosa cena para los empleados que son de aquel país. – Sonrió ante la idea de la cena con su familia y algunos empleados de la fundación. – Hoy no me quedaré contigo, Seiya se ofreció a venir, dice que es mejor que quedarse en casa pensando en el pasado. No sé si te contó, pero terminó con Minho hace una semana. – Fijó la vista en los nudillos que descansabansobre la palma de su mano. - Shiryu y Shunrei decidieron que la ceremonia se hará cuando te recuperes. El sábado pasado fue su compromiso, fue algo muy breve. - Sonrió ante los recuerdos para luego estirarse un poco más. – Sabes ya sabemos el sexo del bebé, es un secreto, pero pensaba en ponerle un nombre griego ¿qué opinas? – Los parpados del menor temblaron un poco, Ikki sonrió, en el pasillo se escucharon los pasos almohadillados de la enfermera. – Me dices luego, Sakura ya viene. Vendré en la tarde. – Se inclinó para besar la frente del joven acostado en la cama. Un ligero pitido se escuchó en el monitor cardiaco y ahí estaba, ese apretón que le decía que su hermano no estaba en coma, aunque los doctores dijeran lo contrario. – Te amo. – Sin más acomodó el brazo de su hermano junto a la cama, se arregló lo mejor que pudo y se dispuso a salir de la habitación. Cómo ya sabía, la enfermera de turno entró a la habitación saludando alegremente. Ikki le devolvió el saludo antes de salir, sabía que ya lo esperaban en el pasillo.


- ¡Buenos días, Ikki! – Saludo educadamente Seika antes de dale un beso en la mejilla y apretar su brazo. - ¿Cómo pasaste la noche?


- Igual que siempre – Contestó el joven hombre abrazando levemente a la chica. – Promete que le hablaras. – La joven sonrió.


- Siempre lo hago. Pero hoy leeremos. – Dijo mostrando el libro que llevaba en la mano.


- No es eso un poco fuerte para su condición. – Seika escondió una risa ante el comentario.


- ¿No quieres que tenga pesadillas? – Ikki inclinó levemente la cabeza.


- Eh…


- Creo que le gustó la primera parte, así que decidí traer el segundo libro. – Ikki seguía sin estar muy convencido. – Tranquilo, es literatura para adolescentes, hasta los zombies son amigables. – Dijo sonriendo, mientras que Ikki tomaba el libro para leer la reseña.


- Aquí no dice nada de zombies. – Dijo leyendo el título “Prueba de Fuego” y luego la descripción del libro. Seika recuperó el libro antes de hablar.


- Porque no son cómo los zombies que conocemos, en la tarde te prestó el primer libro. – La enfermera salió al pasillo para encontrarse con los chicos. Aunque no le dijeron nada, ella ya sabía lo que seguía y se les adelanto.


- Sigue estable y… - Se mordió el labio no sabía si era correcto. Suspiró, después de un mes sin nada, eso era mejor – Soltó un par de suspiros cuando cambié el suero, no soy el médico pero creo que podría despertar en un par de días. – Terminó de decir mientras inclinaba levemente la cabeza. – Permiso, debo avisar al médico responsable. - Ikki y Seika se miraron y sonrieron. Mientras que la enfermera se alejaba por el pasillo.


- Hoy tienes algo porqué dar gracias. – Dijo la chica sonriendo y palmeando el brazo del otro. Ikki asintió.


- Nos vemos en la tarde, Seika.


- ¡Nos vemos!


Ikki caminó rumbo al ascensor y ya no vio cuando la joven entró a la habitación de su hermano. Ya no estaba en terapia intensiva y su cuarto se encontraba más alejado del elevador que antes. Había buenas noticias, sabía que si el estado de Shun había cambiado aunque fuera levemente, el dios del inframundo sabría darle detalles. Sin prisa, se dirigió a la salida del hospital, los pacientes ya hacían fila para entrar a consulta mientras que los doctores iban llegando. Tenía pensado tomar un taxi, pero al llegar a la acera vio el lujoso auto negro estacionado y a Radamanthys junto a este. Ikki negó levemente con la cabeza mientras se acercaba al tercer juez.


- ¿No podía esperar al almuerzo? – El juez sonrió.


- Ya lo conoces. – Dijo abriendo la puerta para dejar pasar al joven, Ikki abordó el vehículo ocupando el asiento trasero, mientras que el juez hacía lo propio subiendo al asiento del conductor.


El recorrido fue silencioso, a Ikki aún le dolía la espalda y tenía sueño, aunque tardaron menos de 40 minutos en llegar a la mansión el Fénix aprovechó para dormir una pequeña siesta. Radamanthys sonreía, Ikki se había adaptado bien a todo aquello, era por el pequeño que todos estaban preocupados. Al llegar a la mansión, Radamanthys despertó levemente a su pasajero.


- Parece que vinieron visitas inesperadas. – Le dijo a Ikki una vez que este bajó del automóvil. Ikki podía ver la limosina de Saori estacionada algunos metros más allá, así que no tenía que preguntar, negó levemente con la cabeza y sin preguntar más se dirigió al interior de la mansión.


Ya conocía aquel lugar casi de memoria, había ido muchas veces en los dos últimos años, todo sirviente con el que se topaba lo saludaba con una inclinación formal antes de seguir con sus labores. Aún se sentía incómodo con todo aquello, no le gustaba esa clase de atención, ni siquiera cuando fungió como regente de la Isla de la Muerte exigió a la gente que lo trataran así. Pero aquellas eran las costumbres de su natal Japón y por más que se negara no había forma de que aquellas personas lo trataran distinto.


Al entrar a la mansión atravesó el recibidor y siguió caminando hasta desviarse por un pasillo junto a las escaleras. Siguió caminando, pasando un par de grandes puertas hasta llegar a las ventanas del lado izquierdo de la construcción, siguió el pasillo que se formaba junto a estas hasta llegar a una sala pequeña, junto a la chimenea se encontraba una puerta de madera de cerezo, no había nada que le indicara esperar, así que abrió la puerta para ingresar a la oficina.


En aquel lugar se encontraba Hades de pie frente a un sillón ocupado por Saori y detrás de ella, estaba Tatsumi junto con Kiki, quien vestía un traje formal en negro igual al del mayordomo. Ikki suspiró antes de cerrar lo más silencioso que pudo la puerta por la que había ingresado. Ninguno de los presentes dio signo de su llegada, aunque sabía que por lo menos el dios del inframundo y Athena si lo habían detectado.


- Si es lo que crees correcto no me opongo, Athena. – Decía Hades con un tono de voz algo monótono. Ikki frunció el ceño, esperaba que ninguno de los dos dioses buscara su consejo, pues no tenía idea de que podrían estar hablando. – Solo te pido que no reveles cualquier información de mi casa a esas personas. – Ikki estaba totalmente perdido, pero si Hades pedía confidencialidad era porque algo no estaba del todo bien.


- Uno de ellos es su amigo. – Replicó la joven en un tono calmado. El dios guardó silencio por unos minutos, su rostro no reflejaba lo que pensaba o sentía, sus ojos claros se perdían en él pensamiento, cerró brevemente los ojos antes de contestar.


-  Aun así le ocultó información importante. – El dios volvió la vista a Ikki y sonrió, cómo sonríe alguien que ésta bajo presión y ve aquello que le es más agradable. – No, Athena. Además no creo que sea conveniente que hables de Shun delante de ellos sin saber si aún hay resentimientos por parte de alguno de ellos. – Todos los presentes sonrieron, no hacía falta mencionar si Shun les guardaba rencor a aquellos dos. – Por favor, Athena. – Saorí abrió los ojos con sorpresa y se levantó de su asiento, Ikki pensó que debía hacer cita con el médico para un lavado de oídos. – No quiero a Hyoga cerca de Shun, será decisión de él si alguna vez lo quiere volver a tratar. – Saorí sin salir de su asombro asintió levemente.


- Partiré a Rusia esta misma tarde y seguiré tu consejo. – Hades sonrió.


- ¿Dejarás a Zeus en la cárcel? – Preguntó un tanto confundido, a sus ojos era una injusticia que Athena viajara en un momento tan delicado para su padre. La joven encogió los hombros.


- Ya es tiempo que aprenda un par de lecciones, además si quiere salir de ahí lo puede hacer sin ayuda. – Dijo guiñando un ojo. – Hasta luego, Hades. – Saorí se inclinó levemente a forma de despedida. Tatsumi y Kiki realizaron una reverencia formal y siguieron a la diosa rumbo a la salida. – Ikki. – Saludo de paso, mientras le sonreía. El Fénix respondió con una inclinación leve de la cabeza - No te molestes, tío. Conocemos el camino. – Dijo antes de que el dios llamara a un sirviente para que los acompañara.


Una vez solos y antes de que Ikki pudiera decir algo, el dios se acercó a él, tomo su cabeza entre sus manos y le besó la frente al tiempo que aspiraba el aroma de los cabellos del Fénix. Ikki se dejó hacer, cómo cada vez que el dios lo saludaba de aquella manera, un leve llanto bajó por sus mejillas y un rato más un leve quejido dejo sus labios.


- Está bien, Ikki. Todo va a estar bien. – El dios terminó por abrazar al chico, mientras que Ikki ocultó su rostro en el hombro del mayor y se abrazó a aquel. Esos eran sus momentos de desahogo. Ikki se sentía culpable, por no proteger a su hermano, por no estar junto a Shun todos los días y a toda hora. Y también se sentía culpable por dejar a Ariadne sola durante esa etapa tan hermosa, sentía que se estaba perdiendo de mucho. Sentía que debía partirse en dos, no podía escoger entre uno y otra. No tenía el corazón para dejar a ninguno de los dos solo. Aun sabiendo que su mujer entendía la situación y lo alentaba a pasar una noche a la semana junto a la cama del menor, sentía que le estaba quitando algo a uno de los dos. 


Hades le tomó por los hombros para separarlo y limpió con sus dedos las lágrimas. Ikki siempre reía por ese gesto, aún le costaba asimilar que aquel que había intentado destruir la tierra le demostraba tanto afecto y cuidado. En especial a él, que el único cariño que recordaba, era el de su madre. Negó levemente separándose por completo del dios y buscando la caja de pañuelos que siempre había en el cajón del escritorio. El dios sonrió, Ikki no iba a cambiar, apenas sentía aquel cariño protector, se alejaba asaltado por el miedo a quedarse de nuevo solo. El dios siguió con la mirada los movimientos del Fénix mientras ocupaba uno de los sillones de dos plazas del despacho. Una vez que Ikki obtuvo lo que buscaba se fue a sentar junto al dios.


- ¿Qué ocurrió? – Preguntó el dios recargando su cabeza en su mano izquierda. Ikki sonrió.


- La enfermera dijo que Shun reaccionó cuándo le cambió el suero. – Hades sonrió, sin cambiar la posición de su cuerpo.


- ¿Solo eso? – Ikki hizo memoria y recordó algo más.


- Movió un párpado. – Dijo al tiempo que volteó a ver al mayor. – Dicen que puede despertar en esta semana – Ambos sonrieron. – Claro que eso ya lo sabías ¿no? – Hades sonrió. - ¿Cómo sigue?


- Ha estado estable las últimas dos semanas, su cosmo ya se calmó, es cuestión de que se estabilice, aunque tardará en estar completamente sano. – Hades sonrió con un poco de melancolía, mientras se acariciaba distraídamente la barbilla. – Su corazón sigue errático a ratos, especialmente cuando sueña. – Ikki asintió.


- ¿Le dirás? – Hades dejó caer las manos sobre sus piernas.


- Ya hablamos de eso, no creo…


- No tienes que decirle todo, tiene su lógica por sí sólo. – Hades suspiró y apretó los labios antes de acariciar el cabello de Ikki.


- No es tonto, sabrá que algo hay detrás, no puedo dejar cabos sueltos, si por un instante se siente amenazado podría causar una catástrofe. – Ikki negó con un movimiento de cabeza.


- Entonces dile. – Hades dejó caer la cabeza hacia atrás apoyándola en el respaldo del sofá.


- ¿Crees que pueda manejar la verdad? – Ikki imitó al dios y recargó la cabeza en el respaldo del sofá.


- No sé cómo va a reaccionar. – Giró el rostro para ver al dios. – Pero es muy fuerte, y en cuánto despierte volverá a pelear con su cuerpo para ocultar su cosmo y si vuelve a pasar por otra situación como en Siberia o hace 8 meses volverá al hospital y cada vez será peor. – Hades dejó salir un suspiro de frustración, Ikki sonrió levemente, ¿sería que solo él podía ver ese lado del dios?


Hades se puso de pie y camino despacio por el despacho. Ikki viró levemente el rostro para seguir el recorrido. Se veía que el mayor estaba preocupado, el tema de Shun lo tenía entre la espada y la pared. Había mucho en juego y la peor parte la llevaba el joven caballero, cualquier cosa que decidiera lo afectaría mucho, pero las consecuencias sería mayores dependiendo de qué le dijera y cómo se lo dijera.


- Si te sirve de algo, acepté lo que me has dicho, con poca resistencia y no ha sido fácil ver tu rostro después de que Shun me suplicó que lo matara para detener el caos que estabas creando. No fue fácil escuchar tus palabras mientras en mi mente escuchaba a mi hermano suplicar por la muerte o incluso tratar de terminar con su vida. – Hades sonrió, poca resistencia, claro. Entonces él era Perséfone y Hades seguía perdido.


- Estamos hablando del ser más puro de su generación. Su fragilidad no está en su cuerpo. No puedo llegar y decirle: ¡Shun, soy tu padre! – Hades suspiró. – Traté de subyugar su alma, traté de enviar su existencia al limbo y traté de destruir lo que más ama, no es algo tan fácil. – Ikki no aguantó más la risa, lo cual desconcertó al dios. Ikki suspiró un par de veces para calmarse.


- Le funcionó a Darth Vader. – El dios suspiró fuertemente y contuvo la respiración contando hasta 100, si frente a él no tuviera a su primogénito varón ya lo habría azotado contra las paredes un par de veces. – Está bien, está bien. – Ikki levantó las manos en señal de rendición. – Si le dices la verdad no uses esa frase. Y es Shun de quién hablas, te perdonó hace mucho tiempo, sí se siente incómodo cuando estás cerca pero no necesariamente por lo que crees. Además ya va siendo hora de que sus fobias tengan explicación. – Hades volvió a suspirar. – Y…  - Hizo una pausa para ganar la atención del dios que ya caminaba de un lado a otro. - Si no le dices tú, sabes que hay otros que están impacientes por soltar su versión y ellos no saben toda la verdad. – El semblante de Ikki era serio. Hades volvió a suspirar deteniéndose en medio de la estancia. El joven tenía razón, tanto habían hecho y sacrificado para asegurar el bienestar de Ikki y Shun que un paso en falso a estas alturas era echar en saco roto el sacrificio de Perséfone.  Finalmente asintió.


- Hablaré con el… la próxima semana. – Ikki primero se sorprendió y luego abrazó al dios con toda la fuerza de la que era capaz.


- ¡Gracias, gracias, gracias! – Hades sonrió y correspondió el abrazo, mientras sonreía abiertamente y acariciaba los cabellos del joven, estaba seguro que sólo con pocas personas mostraba esa faceta de su personalidad.


- Ahora ve con Ariadne y no te preocupes, todo va a estar bien. – Dijo dando palmadas en la espalda al Fénix y besando sus cabellos. El caballero soltó al dios y asintió, ya podía estar más tranquilo, Shun estaría bien, todo iba a estar bien.

Notas finales:

Bien. Ahora si, la gran pregunta, la verdadera pregunta...

¿Qué tanto quieren que sufra papi suegro Hades? Ya le sufrió con Ikki y eso se narrará en su momento, pero ¿qué tanto será bueno que sufra con Shun? =P

No estoy cerrada a un incesto Hades x Shun cómo fue sugerido (la relación, no el incesto), se me han ocurrido un par de ideas perversas en ese sentido, aunque me gustaría más mantenerlo cómo padre preocupado y fulminando (casi literal) a todo aquél que se le acerque a su retoño y lo haga llorar, a final de cuentas Hades tiene motivos para estar preocupado que se mostraran en la historia final de la serie. 

En cuanto retome Quemando las Naves y Ofrenda por la Paz se encaminé más hacia el final (que tengo muchos cabos sueltos que debo atar) Subiré la segunda historia relacionada a esta serie.

Saludos, 


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