Capítulo 2
Castiel
El peso de la decisión empujaba contra mis hombros como el mundo a Atlas...
¿Qué mierda debería hacer?
Miré al chico a mis pies... Solo un imbécil le hacía caso a un moribundo y yo era uno por completo. Cogí delicadamente al delegado principal provocando un gemido de dolor en él y coloqué su brazo alrededor de mis hombros. Lo llevé hasta mi motocicleta y lo monté en ella dificultosamente detrás de mí.
- Afírmate fuerte– dije serio – No me sueltes por nada del mundo.
Nathaniel me hizo caso y mantuvo durante todo el trayecto sus manos enrolladas en mi cintura.
Estaba asustado... y no sabía que estupidez estaba haciendo
No estaba seguro si estaba haciendo lo correcto, ni si lograría hacerme cargo de él, pero manejé a toda velocidad con una mano en el volante y la otra sosteniéndolo por precaución.
Podía escuchar la sangre agolpandose en mis oidos y mis manos tembrar ligeramente bajo la presión.
Cuando llegué a mi apartamento estacioné rápidamente, colgué al chico de mí otra vez, abrí la puerta de una patada y entramos directamente hacia mi dormitorio.
Tendí delicadamente al rubio sobre la cama y recibí un murmullo de protesta a cambio.
Salí corriendo de la habitación para coger del baño algunas vendas y alcohol, pasé de vuelta por la cocina y saqué hielo. Demonio me seguía nerviosamente por la casa.
Tenía que apurarme... Si no lo hacía...
No quería imaginarme que pasaría si no lo hacía...
Entré a la pieza de nuevo, solté las cosas encima de la cama y prendí la luz.
Por primera vez pude ver la apariencia completa de Nathaniel.
< Debiste llevarlo al hospital > Me dije.
Se me hizo un nudo en el estomago que apenas me dejaba respirar... el chico lucía horrible, tenía la mejilla izquierda hinchada y amoratada, el labio estaba roto y bañado en sangre, además tenía el cabello húmedo y pegajoso, sus parpados están cerrados y las lágrimas se agolpaban en sus pestañas.
Estaba sucio, ensangrentado y tenía la misma ropa que en la mañana. Toqué su frente con suavidad, tenía fiebre...
Solté el aire que no sabía que estaba conteniendo y comencé.
Coloqué un paño húmedo sobre la cabeza de Nathaniel, limpié la sangre cuidadosamente de su cara y puse un hielo envuelto en un paño sobre las zonas hinchadas.
Desabotoné su camisa para ver hasta donde seguían los daños y el panorama empeoró otra vez.
No tenía solo los moratones de esta mañana, ahora tenía lesiones mucho más serias. No eran realmente peligrosas, pero si debían doler demasiado, habían roto la piel y escocido la carne, parecía que alguien le hubiese pegado con una varilla o una correa sin detenerse...
Volví a la cocina, abrí el refrigerador y cogí una botella de vodka, había visto como utilizaban bebidas fuertes como anestesia en las películas, tal vez funcionase....
Volví junto a Nathaniel y le puse la botella sobre la boca.
- Bebe – Dije.
Abrió los labios, comenzó a tragar apenas e hizo una mueca de cuando el líquido comenzó a bajar por su garganta. Luego de que hubo bebido casi todo el contenido de la botella paré, tomé un paño, le vertí alcohol y lo puse sobre una herida.
Sentí como todos los músculos del cuerpo del delegado se tensaban y se alejaba inconscientemente de mi mano, un pequeño jadeo escapó de sus labios, alcé la vista, tenía las mandíbulas apretadas y sus nudillos se estaban volviendo blancos de tan fuerte que apretujaba las sábanas.
…l se estaba conteniendo...
* yolo * yolo *
Nathaniel
"Estoy en la casa de mis padres, específicamente en la sala de estar, papá ha llegado, lo observo detenidamente, me está diciendo algo.
Trato de distinguir las palabras que salen de su boca, pero ya no hay sonidos en la habitación.
Intento pedirle que lo repita... pero ni a mí mismo puedo oír.
Le llamo más fuerte, grito, pero es como si alguien hubiese apretado el botón de mute con un control remoto, y solo puedo verlo alejarse lentamente sin escucharme.
Dejo de oír mi respiración, los latidos de mi corazón y cualquier cosa que se hallase a mí alrededor. Estoy sordo.
Comienzo a desesperarme.
Quiero correr detrás de él, pero no puedo moverme, lo intento con todas mis fuerzas, lucho para levantar mis pies del suelo, pero estoy atrapado en mi propio cuerpo... Soy paralítico.
Ya no puedo sentir el tacto del aire y de la ropa con mi piel.
La luz desaparece, me deja en la oscuridad absoluta y no puedo ver ni mis propias manos... Estoy ciego.
Tampoco siento mis pies sobre el piso.
Pierdo el control sobre mí mismo, tengo miedo...
"Lo intento de verdad lo intento pero..."
Pataleo, gimo y lloro, pero todo queda en mi mente porque nada de eso puedo hacer, estoy cayendo en un abismo, solo, atrapado en la penumbra."
- Oye, ¡despierta! –
Abrí los ojos, me dolía horriblemente la cabeza.
El techo se alzó borroso ante mí, estaba más bajo de lo normal y las paredes eran rojas y no color crema.
Mi corazón comenzó a latir desaforado.
No estoy en la casa de mis padres>
Giré la cabeza instintivamente para observar mejor el lugar y una oleada de agudos y punzantes dolores se esparcieron por mi cuello al resto de cuerpo.
Castiel entró en mi campo de visión y recordé todo lo que había sucedido ayer rápidamente.
Abrí la boca para decir algo.
- Traje el desayuno – Dijo cortante antes de que pudiera hablar.
Asentí suavemente con la cabeza. Me moví para sentarme y un dolor insoportable se expandió por todo mi cuerpo, hice una mueca, mis músculos ardían, como si les hubieran prendido fuego encima, el tacto de la ropa con mi piel me hizo aspirar el aire abruptamente.
Me forcé a no emitir más ruidos.
El pelirrojo dejó la bandeja sobre la cama con café, pan, jamón, galletas y tostadas con mermelada.
Se sentó a mi lado y comenzamos a desayunar en silencio. No me había dado cuenta del hambre que tenía, no comía desde la mañana del día anterior, y a pesar de que no me gustaban mucho las cosas dulces, las tostadas y las galletas estaban deliciosas, comí como si no hubiera mañana sin pensar en nada más.
No sabía exactamente que decirle a Castiel... ayer habíamos iniciado una pelea y lo odiaba a muerte y ahora... ehh...
Todo se había puesto de cabeza...
El chico se levantó de la cama para llevarse la bandeja vacía... Me tensé, ahora que tenía el estómago lleno caí otra vez en la cuenta del lio en el que me hallaba.
Tenía que decir algo rápido antes de que se fuera.
- Ehh...Gracias por no llevarme al hospital – Murmuré rompiendo el silencio – pero lo mejor ahora es que me vaya.
- Cómo quieras - Dudo, lucía incómodo - Pero... ¿por qué no querías que lo hiciera? – Inquirió
- Eh... porque llamarían a mis padres... y se preocuparían... - Contesté rápidamente, desviando la mirada incómodo.
La verdad es que no quería que supiera más, el que me hubiera encontrado ya era demasiado, y no sabía qué hacer para que cerrásemos todo y no se hablase más del tema, esto ya era demasiado incómodo.
- Pero... ¿No estarán más preocupados ahora que no saben dónde estás? –
Me tensé y mi corazón comenzó a latir muy rápidamente, ¡se iba a dar cuenta de mi mentira!, baje la vista a mis manos.
< ¿Qué le digo? ¿Qué le digo? ¿Qué le digo?>
Apreté las mandíbulas mientras mi mente daba vueltas a toda velocidad.
- Como sea ¿Quién diablos te hizo eso? – Preguntó cambiando la pregunta.
< ¡Se va a dar cuenta!, ¡se va a dar cuenta!, ¡se va a dar cuenta!, ¡se va a dar cuenta!>
Apreté los puños hasta que las uñas hirieron mi piel...
- Eh... es algo personal – Murmuré evadiendo el tema.
- Como quieras delegadito – Castiel se impacientó – Pero necesito el número de tu padre para que venga a buscarte. –
- E-está en mi móvil... en mi casa y... no me lo sé –
- Realmente eres especial – Dijo enojado- Pero como sea, ya veremos eso, me voy a lavar la losa – Agregó en un tono más suave.
Salió de la habitación con la bandeja en la mano y me quedé solo. Observé el cuarto: variaba de los colores rojo y negro, y estaba muy desordenado: tenía ropa esparcidas por todos lados, colillas de cigarrillos, envoltorios vacíos de comida y su guitarra estaba apoyada en la pared.
Suspiré
¿Qué iba a hacer ahora?>
Si volvía ahora mi papá iba a estar muy molesto y no sabía hasta donde llegaría esta vez. No podía quedarme en la casa de Castiel eternamente... tenía que volver y cuando lo hiciera...
Cuando lo hiciera Amber seguiría haciendo las mismas estupideces de siempre y mis padres se desquitarían conmigo, mamá sería igual de fría e indiferente y papá no permitiría ningún mínimo error.
Y dolía, dolía como los mil infiernos.
Dolía porque a pesar de todo, quería a mis padres, necesitaba su apoyo, su aprobación, su amor...
Saberlo había que me doliera el pecho ¿Por qué no podía ser normal?, ¿Por qué mi padre me odiaba tanto? Intentaba con todas mis malditas ganas ser el hijo perfecto, tenía las mejores calificaciones, buenos modales, era el delegado principal del instituto... y aun así seguía sin importarles.
Sentí como me quedaba sin aire y se me oprimía el corazón. Tragué saliva, tenía un nudo en la garganta y los ojos húmedos, abracé mis piernas y hundí mi rostro entre mis brazos.
Las heridas de mi cuerpo no eran nada, no eran absolutamente nada.
El llanto empezó en mi pecho y avanzó hasta mis labios, me llevé las manos a la boca para detener los sollozos. Ya no podía contener los espasmos de mi cuerpo...
Me pasaban este tipo de cosas a veces antes de acostarme, solía colapsar, sentía que todo iba a poder conmigo, que era demasiado y terminaba llorando hasta quedarme dormido... pero al siguiente día al despertar ya no sentía nada, todo se había borrado y lo encontraba estúpido... yo estaba bien y podía seguir adelante. Mantenía esa rutina siempre, aunque a veces durante el día me daba cuenta de que estaba completamente solo, de que no tenía ninguna amistad seria con nadie, Melody era una buena persona, pero no sabía absolutamente nada de mí y yo nada de ella...
Y la soledad era aplastante, porque tampoco tenía ni a mis padres, ni a mi hermana. Era difícil ver lo bellas y prósperas que eran las relaciones de las demás personas, mirar a las familias felices, a los buenos amigos...verlos reírse, abrazarse, cuidarse y darme cuenta de que yo nunca iba a tener eso...
Nadie esperaba por mí, no era necesario, no tenía a alguien con quien hacer bromas, ni con quien reírme a carcajadas por un buen momento... ... yo era totalmente prescindible y ninguna persona se alegraba de verme.
Y entonces tenía que contener las lágrimas.
- Nathaniel, voy a sacar a pasear a Demo... – Paró – ¿Estás bien?
Escondí mi rostro en mis brazos asustado ¿En qué momento había llegado?
- Sí, gracias.
Sentí sus pasos acercándose a la cama, se detuvo a mi lado y me puso la mano delicadamente en el hombro, levanté la vista, lo miré a los ojos y vi una expresión que nunca había visto en él, de preocupación y compasión. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas sin poder detenerse... me sentía tan... ¡débil!
- Lo hizo mi padre – Susurré de golpe.
Nunca lo había dicho en voz alta y decirlo era doloroso, muy doloroso.
- ¿Tú padre...? – Su expresión cambió de la confusión al entendimiento y luego a la rabia – ¡¿Qué clase de mierda de padre hace eso?!
- No lo sé – Dije intentando sonreír.
Castiel se acercó, me pasó un brazo por la espalda y terminé medio abrazado a él. Su repentino gesto de ternura hizo añicos mis barreras y todo salió a la vez...
Toda la impotencia
Toda la rabia.
Todo el miedo.
Toda la soledad.
Todo el daño.
Los sollozos eran como gritos, tenía un hueco en el pecho, un agujero, un dolor insoportable.
Castiel
Apreté los puños, estaba enojado, realmente enojado, ¿su padre?, ¡Dios! ¡¿Qué clase de monstruo le haría eso a su propio hijo?!
Tenía ganas de matarlo, realmente quería matarlo.
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