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Los pasos de una relación por Cinnamon

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Notas del fanfic:

Todos los personajes le corresponden a su respectivo autor.

Fanfic perteneciente al especial navideño y dedicado a: Pao Araceli.

OMG Lamento la demora, me enfermé QwQ

¡Espero te guste :D!

Notas del capitulo:

¡Otro fic del Especial! Espero les guste ^^

Siganme en fb aquí--> Cinnamon 

La palabra está en juego, espero la puedan encontrar :3

Pao-chan, lamento mucho la demora pero tuve complicaciones n.ñ

De todas formas. Lectores mios, es mi primer fic en este fandom así que no sé si lo he hecho bien. Espero sus opinone ^3^

Los quiero~

 

Los pasos de una relación

-

Para Hitoka Yachi hay diez pasos que todos deben seguir en una relación de pareja. Pasos y un orden.

  1. Amistad. Porque para ella la base de una relación se basaba en la amistad de estas dos personas y lo mucho que confiaban el uno al otro.
  2. Enamoramiento. Después de la amistad llegaba esa etapa en la cual te dabas cuenta que para ti tu mejor amigo o amiga no es solo tu mejor amigo o amiga, sino algo más, o quieres que sea algo más. Porque nuevos sentimientos han aflorado y sientes mariposas en el estomago y sueñas con él o ella y dibujas corazoncitos y escribes sus nombres juntos y piensas en el futuro a su lado y te sientes tan feliz por estar enamorado o enamorada. Pero también sientes esa presión de que deberías decírselo. Lo que lleva al paso tres.
  3. Declaración. Esta etapa dura desde el momento en que decides hacerlo. Buscando la forma, ubicando el lugar, pensando en todas las posibilidades y lo que puede pasar después y aún así arriesgándote. Y termina cuando al fin logras decir las tan ansiadas palabras frente a tu ser querido, tu mejor amigo o amiga. En este punto puede ocurrir dos cosas. Ser rechazado y pasar por las etapas de luto (porque para Yachi perder un amor significa enterrarlo y darle el luto que merece). O ser aceptados y pasar al siguiente paso.
  4. Citas. En este punto comienzan a salir y a verse de manera distinta, porque ya no es solo tu mejor amigo (Yachi cree que un mejor amigo es para siempre, el comenzar una relación es solo como subir de nivel) ahora es alguien con quien compartes un dulce gusto y posiblemente amor (porque todavía no te atreves a decirlo, todavía no, poco a poco)
  5. Noviazgo. Las citas fueron un éxito y decidieron avanzar al siguiente paso. Llamarse enamorados es cosa de niños, esta etapa es para personas que ya están seguros de su relación y del futuro con esta persona y se sienten seguras de decirle, ¨Te amo¨. En esta etapa puede haber otra, que muchos actualmente lo hacen pese que en el pasado no era una práctica bien vista.
  6. Convivencia. Cuando ambos deciden vivir juntos para conocer esas pocas cosas que aún les falta. Esos defectos que habíamos estado cuidando pero que ya es hora de mostrárselo a nuestra media naranja y saber si aún así y pese a todo seguirán siendo el uno para el otro y amándose con todo lo que tienen. Después de superar esto viene la siguiente.
  7. Compromiso. Uno de los dos (usualmente el hombre, pero Yachi cree en la igualdad y en el matrimonio gay) hace la gran pregunta. Si todos los pasos anteriores fueron exitosos la respuesta será sí. De lo contrario, será no. Pero uno no se debe rendir, porque si llegaron hasta aquí es por algo. Quizá fue la sorpresa o los nervios.
  8. Matrimonio. Ambos cruzan la barrera de la soltería y ahora se tienen el uno al otro unidos en un lazo irrompible por la mano del hombre (y las malas mujeres u hombres coquetos) listos para vivir una vida juntos hasta que la muerte los separe.
  9. *Hacer el amor. Lo tradicional es hacerlo en la noche de bodas, pero los tiempos cambian y es por eso que lleva un asterisco, porque este paso puede pasar entre cualquiera de los pasos y de todas maneras funcionar. (Yachi cree vehementemente en la fuerza del amor y que todo lo puede)
  10. Tener hijos. La concepción de este amor y el último paso.

Los diez hermosos pasos que para ella son lo necesario para tener una vida amorosa completa y muy, muy feliz. Así que esa primavera de su segundo año cuando una carta le llegó a su casa y vio que era una invitación a una boda se alegró muchísimo y pensó que era para su mamá de alguna de sus amigas. Lo que no esperaba era ver que era dirigido para ella y que la feliz pareja era nada menos que dos de los integrantes de su equipo de vóley.

¿Cómo?, cómo había ocurrido que el perfecto orden de una relación feliz y saludable hubiera terminado de esta forma de un 1 al 10 a un 8, 6, 1, 4, 9, 2, 10, 3, 5, 7 y 8. ¿Y de donde había salido la hija?

 

oOo

 

Todo comenzó después de uno de los partidos del campeonato de primavera. Esta vez, equipos de otros países habían sido invitados por una compañía de venta de artículos de deportes para promocionar su marca y hacer más conocido al Voleibol. Karasuno, como uno de los equipos que había llegado a las finales el año pasado no podía faltar. Lamentablemente, Sugawara, Sawamura, Azumane y Shimizu ya se habían graduado el año pasado y esta vez solo pudieron estar en las gradas alentando a su antiguo colegio y su equipo.

El torneo había divido a los equipos participantes en cuatro grupos: A, B, C y D. Cada grupo conformado por cinco equipos de los cuales pasaban a la siguiente fase solo dos. Un mes después, los ocho finalistas jugarían en una competencia que sería televisada y marcaría al ganador.

Para Karasuno, la graduación de los del tercer año marcó una gran diferencia y afectó bastante en su juego. Algo que se hizo notorio en el primer partido de este torneo.

Fierté, un equipo francés, no parecía ser un equipo que se tomara el juego en serio. Todos riendo y conversando y eran, para los japoneses, muy, pero muy unidos. Las demostraciones de afecto entre los integrantes de ese equipo solo ponían rojos a los integrantes del equipo japonés que trataba de evitar contacto visual con aquel equipo occidental. Una unidad que al parecer ayudó a Fierté a derrotar a Karasuno (2-1).

Para echar sal a la herida, cuando Karasuno estaba retirándose del primer día de partidos con cabezas bajas, ceños fruncidos y puños presionados, un grupo del equipo francés salía riendo y festejando su victoria. Entre ellos, el dúo estrella que había derrotado completamente a la unión de Kageyama y Hinata.

 

—¡Karasuno! —gritó uno de los integrantes al reconocerlos. Daichi, al estar con su equipo tratando de animarlos, se estremeció ante el llamado en ese acento francés. Lanzó una mirada tensa a Suga que veía con preocupación a Hinata y Kageyama.

Jean, ne pas se moquer d’eux—dijo uno de los jugadores estrella al otro. Daichi, a pesar que no tenía idea de lo que dijo, pudo notar el tono burlón y la mirada de superioridad con la que miraba a Hinata, junto a otra emoción que no podía reconocer.

Je veux juste dire salut—respondió el otro. Tanaka estaba apretando sus dientes con fuerza. Seguro con ganas de lanzarse ante el equipo de tono burlón y hablando en un idioma que ellos no entendían.

—¿Qué quieren? —interrumpió Nishinoya entre dientes al grupo que comenzó a cuchichear en francés. Los dos que estaban al frente dieron un paso hacia ellos y ambos con una sonrisa en el rostro miraron al grupo. El más alto con su brazo sobre los hombros del otro.

—Solo saludarlos—respondió mirando a Kageyama y Hinata.

—Ustedes juegan muy bien—comentó el otro mirando también al dúo.

Nous allons de l’avant. Ne tardez pas—dijo uno del equipo que estaba detrás de los dos que habían hablado.

Oui, oui—respondió agitando su mano hacia su equipo. Los de atrás solo agitaron sus manos en un ademan de despedida ante Karasuno antes de irse. Quedando frente al equipo japonés el dúo francés.

—Ustedes también son buenos—habló Kageyama después de tensos segundos donde el dúo japonés miraba fijamente al dúo francés. Alrededor estaba el resto del equipo de Karasuno intentando no quedar de lado ante la obvia rivalidad que había nacido entre ambos dúos, algo que era imposible. Las llamas del par de idiotas ya estaba encendido y la depresión de haber perdido había sido reemplazado al ver nuevamente a sus nuevos rivales.

—Pero nosotros ganaremos—intervino Hinata. A su lado Kageyama sonrió y asintió ante lo dicho. Los franceses respondieron al reto con una sonrisa.

—Oh no lo creo cher—respondió el castaño que si no se equivocan era Favure Jean. Su cabeza apoyada de lado sobre su compañero que era más pequeño que él. Daichi sintió sonrojarse ante la cercanía del par, algo que no parecía afectar al par de tontos que seguía mirando retadoramente a sus nuevos rivales.

—¡Claro que sí! —exclamó Hinata indignado—. ¡La próxima vez los venceremos!

—Sí—agregó Kageyama.

—Es cierto que son un buen equipo y ambos tienen una buena sincronización—Jean siguió hablando mirando primero a Hinata para luego ver a Kageyama, como analizándolos—, pero pese a eso no lograran tener una conexión tan buena como nosotros—dijo con una media sonrisa que mostraba orgullo y presunción. Daichi, al igual que el resto del equipo, distraídos por lo que pasaba frente a ellos se habían olvidado de la tristeza; sintiéndose todos más optimistas ante las declaraciones de su dúo de tontos competitivos.

—¿Qué quieren decir? Solo tenemos que seguir practicando—respondió Hinata en tono de confusión. Kageyama asintió. Por alguna razón Daichi y el resto podían sentir que algo estaba por pasar, pero ninguno hizo nada para intervenir ante la discusión entre ambos dúos.

—Eso no es suficiente, cher—respondió entre risas Favure.

—Se refiere que para vencernos no es suficiente—aclaró el más pequeño, una sonrisa burlona en el rostro.

—¿Cómo que no? ¿Qué diferencia hay entre ustedes y nosotros? —ante esa pregunta el par de franceses sonrieron maliciosamente. Daichi pudo sentir la fría corriente recorrer su espalda en premonición de lo que estaba por pasar. Pese a eso no pudo cerrar los ojos a tiempo ante la muestra de afecto que compartió el dúo de franceses. Escuchó a Nishinoya atorarse con su propia saliva y en su periferia cómo sus compañeros estaban completamente rojos ante el beso que el par de franceses había compartido. Para nada había un beso en el nombre del país, vaya que le hacían justicia.

Minutos después, cuando el par de franceses guiñaron a Hinata y Kageyama antes de irse casi saltando, Tanaka aún seguía en trance, Suga estaba intentando ayudar a Nishinoya para que pudiera respirar con normalidad y el resto estaba o sonrojado o incomodo por la demostración de afecto. Los murmullos de ¨Tsuki, ¿qué fue eso?, ¿por qué me tapaste los ojos. ¿Tsuki?¨ fueron ignorados por el bien de revisar al dúo que había estado en primera fila ante el espectáculo.

Daichi, el único suficientemente racional para hablar, tosió incómodo y caminó a sus dos menores compañeros.

—¿Hinata? ¿Kageyama? ¿Es-están bien?

—Kageyama, ellos eran novios—habló Hinata aún viendo hacia el lugar donde se fueron el otro par. Daichi miró las espaldas de ambos.

—Sí.

—Es por eso que son mejores.

—Sí. —Daichi dudaba de que fuera eso, pero el par de tontos había llegado a esa conclusión de alguna forma.

—Um… chicos, eso no-

—Debemos superarlos.

—Sí.

—Chicos-

—Deberíamos casarnos. —Daichi se atoró con su saliva y tosió exageradamente. Por su lado, Kageyama giró a ver a Hinata que lo veía con ojos determinados—. Eso vence a ser solo novios, ¿cierto? ¡Entonces seremos mejores!

—¡No! ¡Hinata! ¡Eso no tiene sentido! —interrumpió Daichi desesperado intentando detener las tonterías que salían de su boca

—Tienes razón—murmuró Kageyama mirando a Hinata.

—¡No es así! —gritó Daichi incrédulo por lo que pasaba.

—¿Cómo hacemos eso? —preguntó el menor con el ceño fruncido como si la pregunta fuera algo común.

—¡Hinata, esto es ridículo! —Daichi estaba al borde de jalarse de los pelos o golpear al par. Lo más seguro, y quizá la mejor idea, era golpear al par; pero antes de que pudiera hacerlo alguien puso una mano en su hombro.

—¿Qué sucede? —Era Suga

—¡Estos idiotas quieren casarse! —gritó llamando la atención del resto que parecía ya haber reaccionado.

—Solo están bromeando—intervino Tanaka que se había acercado y veía, junto al resto, al par que estaba en medio de una conversación.

—Sí, no puede ser en serio—comentó  Yachi sonriendo nerviosamente. Aún afectada por lo ocurrido.

—Parecen serios—dijo Tsukichima, Yamaguchi a su lado y aún con su rostro confundido.

—No es así—aseguró Ennoshita, el actual capitán. Pese a eso todos pudieron notar el nerviosismo en su tono—. Son un par de tontos que se toma las cosas al extremo. Pero esto ya es mucho.

El resto asintió, aún mirando al par que discutía de una u otra cosa.

—Aunque—comenzó Tsukishima—ya están en la edad permitida para casarse. —Todos giraron a verlo con molestia. Su comentario no era necesario.

 

La conversación quedó olvidada esa tarde cuando estaban de camino de regreso a sus casas desde el restaurante a donde el entrenador los había llevado. Y si alguno notó los rostros concentrados del par, ni las conversaciones que compartieron, nadie dijo nada. Después de todo, pese a los idiotas que eran, sabían que ni ellos serían tan tontos como para casarse a los dieciséis.

 

oOo

 

¡Son tan idiotas como para casarse a los dieciséis! Pensó Daichi mientras corría con la invitación que le había llegado el domingo a su casa por los pasillos del colegio. No importaba que ya se hubiera graduado, ese par de idiotas tenía que ser detenido.

—Felicitaciones, Hinata. —Escuchó a Yamaguchi desde uno de los pasillos en el piso de los de segundo.

—¡No los felicites! ¡Kageyama, no puede ser en serio! —esa era la voz de Tanaka.

—La invitación parece real—comentó sin emoción alguna Tsukichima.

—¿Por qué? —preguntó Kageyama, ignorando al rubio, su tono realmente parecía confundido.

—Sí, ¿por qué? —el otro idiota sonaba igual de ignorante.

—¡Porque hay pasos que seguir! —gritó Yachi exasperada. Daichi llegó al conjunto de gente que rodeaba al par. Suga y Asahi también presentes. Al parecer tomándose el tiempo para jalarle las orejas a sus desesperantes compañeros menores.

—Vamos, Kageyama, Hinata. No pueden hacer esto—Suga parecía sonar calmado con toques de incredulidad en su voz—. Sus padres no pueden estar de acuerdo, ¿cierto? —ambos tontos parpadearon.

—Mis padres están de acuerdo.

—Los míos igual.

Ambos parecían no darse cuenta de la decisión que habían tomado. ¡Y para colmo los padres eran igual de descuidados que estos hijos suyos!

—Eso no importa, piensen bien en esto—interrumpió Daichi de una vez. Al ver que Suga parecía haberse quedado sin cosas que decir.

—Ex-capitán—dijeron ambos al mismo tiempo al verlo con la misma admiración –y quizá algo de miedo- de siempre. Aún desacostumbrados a llamarlo por su nombre como él les había pedido.

—Casarse es un gran paso—comentó con un tono que esperaba sonara profundo—. Es una decisión importante. No lo pueden tomar tan a la ligera—dijo con seriedad. Los dos menores lo vieron con la misma intensidad—. Piénsenlo bien—dijo finalmente antes de dar media vuelta e irse. Sabía que esta vez tenía que ser tomado en serio.

—Sí—escuchó al par decir al unísono. Sonrió ante la buena acción que había hecho y sintiéndose bien de poder haber ayudado a sus menores que confiaban en él.

Daichi salió del colegio con una sonrisa,

 

 

(8)

 

Sugawara puso su mano sobre el hombro de Daichi. Hiciste lo que pudiste. Pensó mientras lo ayudaba a soltarse la corbata que tenía puesta el pelinegro. Miró a su alrededor para ver a todos los invitados, la mayoría eran adultos, familiares de Hinata y Kageyama que parecían felices por la unión de sus hijos. Pudo ver a las madres de ambos riéndose y conversando como si fueran viejas amigas. Y quizá era así para haber aceptado que sus hijos se casasen. ¿Acaso a ninguno de estos adultos les parecía raro? ¿O muy apresurado?

—¡Que vivan los recién casados! —gritó el padre de Hinata.

Quizá no.

—¡Que vivan! —gritó el resto de invitados.

—Que vivan—gritaron el resto de adolescentes, todos aún anonadados y confundidos por todo.

Sugawara podía ver a Oikawa y a algunos de su equipo rondando la mesa de bocaditos. Según Hinata era el padrino de bodas de Kageyama, porque era el Gran Rey. Cuando vieron a Kageyama para confirmar eso, él solo asintió. Al parecer para ellos esto era un simple paso para hacerse más fuertes. Algo que aún no entendía el razonamiento detrás de eso. Oikawa permaneció en trance desde que la ceremonia empezó, al parecer al principio creyendo que todo era una broma. Hasta que fue su turno de decir las palabras para el brindis y él solo dijo: ¨¿Pero qué rayos les pasa?¨.

Todos igual aplaudieron.

Al otro lado del gran salón, alquilado sorprendentemente en tan poco tiempo, estaba Kenma junto a Kuro. El pelinegro seguía viendo todo con ojos abiertos, una copa con -¿era eso leche?- algún liquido blanco. El otro con su vista en uno de sus juegos. Al parecer el ser el padrino de honor de parte de Hinata no le había causado problema alguno. Cuando fue su turno para el brindis, él alzó su celular y presionó un botón. A todos les llegó un mensaje con un: ¨Felicidades, Shouyo¨

Todos aplaudieron.

Sugawara suspiró. Esto era algo difícil de tomar en serio, mucho más cuando el ministro dijo que ¨podía be-um-sar al… novio¨ y ambos se tomaron de las manos firmemente como si estuvieran a punto de empezar un partido de vóley.

Todos aplaudieron. Hasta pudo ver a las madres de ambos limpiar las lágrimas que habían salido por alguna razón. Sugawara no entendía.

Giró a ver a Tsukishima, que por alguna razón había sido contratado para filmar todo. Yamaguchi a su costado con un micrófono y yendo de persona en persona para ¨pedir unas palabras en felicitaciones a los recién casados¨. Ahora estaban con el grupo de Fukurodani, que al contraste con el resto de su edad parecían los únicos disfrutando la fiesta. Bokuto estaba hablando alegremente y riendo ante la cámara.

—Aún no entiendo nada. —Escuchó la voz de Nishinoya mientras se acercaba junto a Asahi. El mayor inquieto en el terno en el que estaba, por alguna razón parecía un miembro de la mafia vestido así y con esa apariencia suya.

—No trates de entenderlos—dijo en un suspiro Daichi. Sugawara lo miró con algo de lástima, él era el que más había intentado detener al par después de su gran idea una semana atrás—. Ya hicimos todo lo posible. Asahi se sonrojo y miró al suelo, Nishinoya bufó girando hacia otro lado.

Oh, cierto. Eso.

Cuando el ministro dijo la típica frase de ¨si alguien se opone que hable ahora o calle para siempre¨ -realmente no sabía por qué, esta era una boda civil, no religiosa-, Daichi había convencido a Asahi de que él se parara y detuviera la boda. Claro, eso lo hizo sin contarle a nadie más de la idea. Lo que terminó en un Asahi tartamudeando mientras todos lo miraban y a un molesto Nishinoya que se opuso a la oposición.

Por alguna razón, todos aplaudieron… y la boda continuó.

Sugawara volvió a suspirar esto no tenía sentido.

Vio a Yachi, que estaba diciéndoles algo al par de recién casados que la miraban en confusión. Se acercó para preguntarle a la manager el porqué estaba tan exasperada cuando escuchó parte de la conversación cuando Hinata habló.

—¿Eso quiere decir que esta noche Kageyama tiene que hacerme qué?

—¡El amor! ¡El amor! ¡Es la noche de bodas, se supone que es así!

—Yo no sé hacerlo—Hinata miró a Kageyama en confusión—. ¿Tú sabes? —Kageyama negó con la cabeza.

Sugawara se detuvo.

—Bueno… yo no sé cómo es entre dos hombres—susurró Yachi—. Quizá deban preguntarle a Daichi-san o Sugawara-san.

Sugawara dio media vuelta.

—Creo que necesitan lubri-

Y corrió, corrió y corrió.

—¿Suga?

—Solo salgamos de aquí—ordenó jalando a Daichi del brazo.

No giró atrás ni cuando vio la bicicleta con un estandarte de ¨recien casados¨ y el logo de Karasuno. Su único objetivo era salir de ahí.

 

(6)

 

Yamaguchi sacó la canasta de frutas de donde la había acomodado en su bicicleta. El día de ayer cuando salieron de su segundo partido, felizmente victoriosos, todos se habían enterado que Hinata y Kageyama estaban viviendo juntos. Al principio todos se quedaron en silencio viendo al par, para luego negar con la cabeza e ignorar todo. Después de todo ya nada les extrañaba de parte de esos dos.

Él, como buen compañero, decidió que era lo más razonable el ir a visitarlos y llevarles un regalo por su nuevo hogar. Tsuki solo lo miró con aburrimiento diciéndole que haga lo que quiera.

Así que aquí estaba, en el edificio departamental en el cual vivían los recién casados. Estacionó su bicicleta, la amarró con su candado y subió las escaleras hasta el tercer piso donde se suponía vivía el par. Al llegar tocó el timbre. Miró alrededor dándose cuenta que frente al edificio había un parque. El vecindario era lindo y con bastante vegetación a los alrededores. Era de esperarse considerando que a unos metros había una colina. Giró a ver que nadie abría, volvió a tocar el timbre.

Un par de minutos después se dio cuenta que no había nadie en casa. Suspirando porque tendría que regresarse con la canasta de frutas que les había traído giró para regresar a las escaleras, hasta que notó algo. Bajando por la colina pudo darse cuenta que habían personas corriendo a toda velocidad, agudizando su visión se dio cuenta que eran dos personas, eran sus compañeros. Sonriendo bajó las escaleras y caminó hasta el lugar donde podría interceptarlos.

—¡Hinata! ¡Kageyama! —gritó antes de que ellos pasaran por su lado sin darse cuenta. El par se detuvo a tiempo y se apoyaron en sus rodillas mirándolo.

—¿Yama…guchi? —dijo entre jadeos Hinata. Él sonrió y sacó una botella de agua que tenía en su canasta.

—Tengan—se las alcanzó y él la tomó. Bebió unos sorbos y sin dudar le pasó la botella a Kageyama, este, al parecer normal ante la idea de compartir la misma botella, la tomó y también bebió de esta—. Vine a dejarles esta canasta.

El par se irguió, todo rastro de su cansancio desapareciendo poco a poco. Hinata se acercó a la canasta y sonrió.

—¡Gracias! —le dijo a Yamaguchi para luego girar a ver a su… esposo. Aún es raro hacerse a la idea, pensó Yamaguchi, incluso en mi mente—. ¡Mira tenemos frutas!

—Bien, la anterior se acabó—dijo Kageyama acercándose a ver la canasta.

—¿Se acabó? —vio al par tomar la canasta.

—La pondré en el refrigerador.

—¡Okey!

—¿Hinata?

—Oh. Es que ninguno sabe cocinar—mencionó como si fuera lo más normal y no fuera nada importante.

—No saben… ¿ninguno?

—¡No! —No entendía por qué Hinata parecía orgulloso de eso, al menos eso parecía con la sonrisa que puso.

—¿Entonces que han estado comiendo?

—¡Frutas!

—¿Solo frutas?

—También comida congelada—aumentó. Yamaguchi vio cómo Kageyama regresaba con una toalla en su cuello y otra en su mano, esta la tiró hacia Hinata. Él la interceptó sin problemas.

—Pero… Pero eso no está bien—comentó preocupado por la salud de sus compañeros. Ambos lo miraron confundidos—. Es decir… No es saludable. Uno de ustedes debe aprender a cocinar—. Ellos parecían aún no entender el problema. Pensó en cómo hacérselos entender y se le ocurrió algo—. Ustedes quieren ser más fuertes, ¿cierto? —Ambos asintieron—. Entonces deben comer comida saludable, la comida congelada no lo es. Las frutas lo son, pero no solo frutas—aclaró. Ambos abrieron los ojos, parece que entendieron.

—Tienes que aprender a cocinar—dijeron ambos al mismo tiempo mientras se miraban—. ¡¿Yo?! —gritaron de nuevo al mismo tiempo.

Yamaguchi suspiró.

—¡El último que llegue a la cima es el que aprenderá a cocinar! —gritó Hinata antes de comenzar a correr. Kageyama, segundos después, corrió detrás de él con una expresión tenebrosa. Ambos desaparecieron en el camino como dos nubes de polvo.

Yamaguchi se quedó en mitad del camino sin saber qué hacer. Suspirando giró y caminó hacia su bicicleta. Esperaba que su par de amigos solucionara eso.

-

Al día siguiente cuando Tsuki decidió que sí quería ir a visitar al par. Parece que había escuchado algo interesante, además que debía entregarles el CD de su boda. Cuando tocó el timbre esta vez alguien abrió la puerta. Kageyama estaba con un rostro algo verdoso, pero antes de que Tsuki o él se dieran cuenta de la razón, este los jaló dentro del departamento y de un segundo a otro estaban a la mesa.

—Te traje a dos más.

¿Dos más? Él y Tsuki se dieron cuenta que a sus alrededores estaba el resto del equipo y hasta los recién graduados. Todos en el suelo con alguna clase de espuma saliendo de sus bocas y el rostro pálido. Parecían muertos, estaban inconscientes.

Cerca a la estufa, estaba Hinata, de espaldas pero pudo reconocer un mandil rosa con conejitos blancos alrededor de su cuerpo, una espátula en su mano y un libro con sustancia morada salpicada sobre él.

—Gracias, cariño—dijo en un tono siniestro. Para luego girar con dos platos—. Prueba número veinte. Este debe salir bien. —La sonrisa en lugar de calmarlo solo lo hizo temblar en terror. Tsuki a su lado estaba con una mano cubriendo su rostro.

Giró para pedir ayuda a Kageyama, pero este estaba parado en la puerta, como cuidándola para que nadie escape. Su rostro aún verdoso pero no parecía que hubiera probado nada. Era el simple olor. Yamaguchi tragó duro y se preguntó si realmente era algo extraño que este par se haya casado, quizá realmente eran el uno para el otro.

—Digan ahhh~

 

(1)

 

Kageyama se dio cuenta que vivir con Hinata no era tan malo como al principio pensó. Claro, aún seguían discutiendo bastante. Pero al menos tenían más tiempo para entrenar y mejorar su sincronización y sus ataques juntos. Quizá su madre tenía razón y Hinata no era una mala esposa. Ya cocinaba mejor que antes, después de tantos intentos logró hacer el equipo sobreviviera a las últimas tres comidas.

Por alguna razón todos juraron que nunca más los visitarían. Él realmente no entendió la razón, si fueron ellos los que vinieron a verlos.

—Kageyama, ¿sabes el resultado de esto? —preguntó Hinata entrando a su cuarto con un cuaderno a su lado. Alzó el rostro para ver la pregunta que le señalaba.

—Sí, Yachi-san nos enseñó eso.

—¡¿En serio?! ¡¿Cuándo?!

—Ayer después del partido.

—Oh, me quedé dormido. —Miró a Hinata mientras suspiraba.

—Si quieres te puedo ayudar—dijo sin darse cuenta.

—¿Sí? —Incluso él parecía curioso por el ofrecimiento. Kageyama solo alzó los hombros en indiferencia. No le parecía raro después de tanto tiempo juntos ya se llevaban mejor—. Está bien.

Hinata se sacó los zapatos y se sentó a su lado donde estaba en su cama, él ya estaba por irse a dormir. Aún algo curioso por la comodidad de la situación, aún así no le tomó importancia y ambos se apoyaron en la cabecera de la cama mientras él le explicaba cómo desarrollar la pregunta.

Después de minutos mientras Hinata terminaba de escribir todo, él se quedó mirando a Hinata contemplando el tiempo que habían estado viviendo juntos y lo bien que se estaban llevando.

Su madre le dijo que estaba orgullosa y feliz de que él hubiera encontrado a alguien como Hinata, alguien que además de que fuera su rival, también fuera su amigo; ya que de ese modo no solo podrían apoyarse mutuamente si no también retarse constantemente y quererse superar y ser mejores, algo que iba a fortalecer su relación. Al principio el no entendió muy bien las palabras de su madre, pero en estas dos semanas en las que habían estado conviviendo, se dio cuenta que ella tenía razón.

Además recordó lo mucho que ella le había amonestado el que ambos aún usaran sus apellidos y no sus nombres como esposos que eran. Pensó al respecto, no acostumbrado a llamar a Hinata por su nombre.

—Shouyo—susurró probando cómo fluía el nombre en sus labios. Sintió movimiento a su lado y se dio cuenta que Shouyo había girado a verlo. Sus ojos abiertos en sorpresa y una expresión de curiosidad.

Pasaron segundos, ambos mirándose fijamente. Poco a poco la sorpresa en su expresión fue desapareciendo, para que una sonrisa ligera se apoderara de esos labios.

—Tobio—dijo en el mismo tono de voz. Algo de extrañeza y emoción. Tobio sonrió. Sí, era aún diferente, extraño, pero ellos eran diferentes y su equipo no paraba de decirles los raros que eran. Así que suponía que estaba bien.

Tobio tomó la pelota de vóley que siempre llevaba consigo a la cama y se volvió a acostar. Cómodo en el silencio que Shouyo dejaba mientras este seguía con el resto de sus ejercicios.

Esto no se sentía mal.

-

Ese viernes, un día antes del último partido, faltándoles una victoria para pasar a los octavos de final. Shouyo entró a su habitación a las once de la noche. Su rostro pálido y sus ojos bien abiertos como si se hubiera tomado cinco tazas de café.

—No puedo dormir—dijo en un tono tímido y avergonzado. Recordó todas las veces en las que Shouyo había pasado toda la noche desvelado y había comenzado mal el partido. Frunció el ceño no queriendo eso.

—Ven—ordenó alzando las sábanas de su cama y moviéndose más hacia la pared. A su lado estaba la pelota de vóley. Shouyo dudó solo unos segundos antes de entrar, cerrar la puerta y caminar hasta la cama. La luz de la Luna a través de su ventana parecía seguirlo mientras avanzaba.

—Ella está ahí—dijo señalando la pelota. Tobio la miró, para luego ver a Shouyo.

—¿Es un problema? —Shouyo sonrió y tomó la pelota, acostándose y abrazándola como si fuera un peluche—. Duerme.

Minutos pasaron y pese a que no hablaba podía sentir que Shouyo seguía despierto. Giró a verlo mientras movía nerviosamente sus dedos que se cruzaban en el abrazo de la pelota. Suspiró tratando de ser paciente. Esa era la clave con Shouyo para hacer que escuche. Algo que aprendió después de varias discusiones de quién usaba la ducha primero y siendo interrumpido mientras él estaba bañándose por un Shouyo adormilado y con el cepillo en su boca.

—¿Qué sucede?

—No puedo dormir—volvió a repetir.

—¿Qué quieres que haga?

—No sé…

Tobio volvió a suspirar. Pensó en algo que podría ayudar a sus nervios.

—Esa es una pelota especial—dijo después de un par de minutos.

—¿Especial?

—Sí, ¿por qué crees que duermo con ella?

—Oh.

Nuevamente silencio. Sí, era especial, pero quizá por un sentido distinto al que Shouyo estaba pensando. Estaba esperando que este preguntara por la razón pero el silencio siguió. Giró a ver a Shouyo y lo encontró con los ojos cerrados. No pudo evitar sonreír y girar de lado para verlo.

—Hasta mañana—susurró cerrando los ojos.

Mientras el sueño lo vencía pudo escuchar un leve ¨gracias¨, algo que no pudo asegurar porque segundos después él ya se había quedado dormido.

 

(4)

 

El partido había terminado y Karasuno había logrado pasar a los octavos de final. Así que Yachi estaba convencida de que era hora de que el par de esposos de una vez tuviera tiempo para hacer cosas de esposos, ¡o al menos novios! Ella incluso había investigado cómo lo hacían dos hombres. Fue algo difícil de explicar a su madre, que solo la vio con una expresión de orgullo mezclada con preocupación. Fue raro.

Así que al día siguiente del partido les había dicho a ambos que tendrían que salir. Una conversación que todo el equipo había escuchado y que todos creyeron buena idea que al menos ambos tuvieran una cita.

Yachi pensaba que eso era algo íntimo y de solo ellos dos. El resto no pensaba lo mismo. Así que ahora estaba junto al resto del equipo junto con los recién graduados que se suponía estaban preparándose para la universidad o trabajando, pero por alguna razón tenían tiempo libre para estar de metiches. Todos detrás de varios árboles mientras el par de recién casados estaba paseando por el parque.

—¿Qué hacen? —preguntó Nishinoya con un helado en la mano.

—Parece que solo caminan—respondió Sugawara.

—¿No deberían, no sé, tomarse de la mano o algo? —preguntó Tanaka.

—¿Alguien se preguntó si siquiera a ellos les gustan los hombres? —Tsukishima preguntó, Yachi sabía que él había sido arrastrado por Yamaguchi. Aún no sabía cómo el pequeño lo lograba, con la actitud de Tsukishima uno creería que nadie podría obligarlo a hacer algo.

—Eso no importa—contestó Yachi, decidida a que este matrimonio funcione—. Ya están casados—dijo en su defensa cuando todos giraron a verla en asombro.

—Miren están entrando a un lugar—todos giraron a ver hacia el lugar que Asahi-san había señalado.

Todos se quedaron en silencio.

—Es una tienda de vóley.

—Sí.

Los vieron entrar emocionados y comenzar a recorrer el lugar con sonrisas en el rostro.

—Al menos están pasándola bien—Yachi seguiría optimista.

—Son un par de idiotas—murmuró Tsukichima girando y alejándose—. Vamos, Tadashi.

—Adiós—se despidió Yamaguchi sin oponerse a la orden del más alto.

—¿Están seguros que esto será algo más que un par de idiotas que aman el vóley al extremo? —preguntó Daichi-san. El resto lo respaldó. Yachi frunció el ceño y miró al par.

—No, ellos se aman. Lo sé. Ellos se aman, solo que aún no se dan cuenta.

No se percató que el resto la miró con extrañeza, uno a uno fue desapareciendo. Ella siguió siguiéndolos pensando una y otra vez ¨¡Bésalo, bésalo!¨

Ella sabía que era amor.

 

(9)

 

Asahi estaba en la tienda del entrenador Ukai, su trabajo de medio tiempo, cuando el par entró. Ambos tenían una cara de determinación mientras cruzaban la puerta. Algo le hizo sentir escalofríos cuando sus miradas se conectaron. Presintió que algo estaba por pasar. Algo no muy bueno…

—Azumane-san—comenzó Hinata cuando llegó al mostrador. Él se irguió esperando lo que sea que saliera de sus bocas. Vio cómo Kageyama colocaba una bolsa de regalo sobre el vidrio del mostrador, su mirada aún fija en Asahi—, queremos pedirte ayuda con algo.

La forma en la que dijo esas palabras le hizo tragar duro. Vio la bolsa de regalo, en el frente de esta había una tarjetita. La tomó y despegó de la bolsa. Era la letra de Yachi, la inocente manager. Leyó lo que decía en la tarjetita: ¨¡Suerte chicos! ¡Con práctica todo es mejor!¨ Rodeado de corazoncitos y una carita con dos asteriscos y una especie de L girada. Ante la nota pensó que era algo que ver con su entrenamiento de vóley ya que solo les quedaba dos semanas para los octavos de final.

Alzó el rostro para ver al dúo que seguían con esas miradas serias y firmes. Decidió hablar.

—¿Ayuda con qué? —preguntó.

—Con eso, según Yachi-chan es algo que debemos hacer cuando estamos casados pero no sabemos cómo—dijo Hinata señalando la bolsita. Asahi parpadeó y tomó la bolsita para abrirla y ver lo que había dentro.

Minutos después les devolvió la bolsa y les dijo que buscaran a Daichi, que él debía saber. Su rostro sonrojado y rápidamente votando al par de la tienda. Desde cuando la inocente Yachi daba de regalo lubricante, condones, unas esposas, una cadena con bolitas y un extraño juguete de goma.

Dejaría que Daichi se ocupara de eso, él solo quería olvidar lo que vio y el gran juguete negro que cuando lo dejó caer de casualidad comenzó a vibrar de una manera inquietante. Decidió ignorar el murmullo de ¨oh, así se usa¨ de Hinata.

-

Daichi estaba en camino a su casa cuando recibió la llamada de Suga diciéndole que Hinata y Kageyama lo estaban buscando. Él no sabía para qué, pero dijo que ellos fueron mandados por Asahi con una pregunta solo para él y nadie más. Curioso, Daichi le dijo a Suga que les iba a dar el alcance en una de las cafeterías en camino a Karasuno.

Al llegar, después de diez minutos, encontró al grupo sentados en una de las mesitas. El par de casados de espaldas a él, Suga estaba frente a ellos. Daichi avanzó con una sonrisa hasta que vio el rostro de Sugawara. Su rostro pálido y ojos repletos de terror. Preocupado avanzó hasta que se dio cuenta que Hinata tenía algo en la mano. Recién se dio cuenta que esa zona de la tienda estaba en silencio, un sonido como de un cepillo vibrador en el aire.

—Y así se mueve para el otro lado—escuchó a Hinata.

—Creo que si giras para el tres es más rápido—comentó Kageyama.

Daichi avanzó poco a poco, Suga parecía estar por perder la conciencia. Tragó duro y se detuvo cuando vio el juguete de goma moviéndose en las manos de Kageyama mientras Hinata tocaba la punta mostrándole algo a Suga.

—No sé, pero tiene una forma familiar—susurró Hinata. Totalmente ignorante de lo que estaba que toqueteaba mientras Kageyama asentía.

—Quizá debemos echarle ese aceite que huele a vainilla—comentó Kageyama mirando a Hinata.

—Oh, es cierto. Huele bien.

Daichi estaba por dar media vuelta e irse cuando Suga lo vio.

—¡Ni se te ocurra! ¡Ven y has algo! —Gritó levantándose y corriendo parta cogerlo de uno de sus brazos y arrastrándolo a su mesa—. ¡Ahora es hora de que alguien les de la charla!

—¡Esos debieron ser sus padres! ¡O los profesores! ¡¿Por qué yo?!

—¡Porque el inútil de Asahi es un cobarde y te los mandó a ti!

—¡¿Por qué yo?!

—¡Eres el capitán!

—¡Ya no!

—¡Eres su mayor y ellos confían en ti! —A eso él no tenía qué decir. Ambos se quedaron en silencio, prácticamente toda la cafetería estaba en silencio, el único ruido el del juguete.

—¿Esto se cuelga en el árbol de navidad? —escucharon a Hinata que alzaba un trío de bolitas negras unidas por una cadena.

—No creo, ¿no deberían ser rojos o verdes o brillantes? —preguntó Kageyama.

—De todas formas hay que separarlo—dijo metiendo las bolas chinas en la bolsa.  

Daichi sintió la mirada amenazante y desesperada de Suga sobre él. ¡¿Qué quería que haga?! Para luego darse cuenta que prácticamente todos en la cafetería lo miraban expectantes a que hiciera algo. ¡¿Qué rayos?! ¡¿Por qué yo?!

Suspirando puso su mano sobre el hombro de Kageyama que por alguna razón había sacado el lubricante. Se detuvo, ¡¿qué rayos estaba haciendo?!

—Hinata, mira. Hay indicaciones. —Todos en el lugar giraron a ver a Kageyama. Daichi se quedó inmóvil.

—¿En serio? —miró hacia el otro y vio el papelito que Kageyama sostenía—. Seguro Yachi-chan también las escribió.

¡Daichi tendría una conversación seria con esa niña!

—Dice que son las instrucciones para la noche de bodas. —Estaba seguro que todos tomaron aire expectantes.

—Oh, eso es lo que dice que debemos hacer. ¿Cuáles son las instrucciones?

—Hmm. Dice; uno, sácalo; dos, prepáralo echándole el aceite y tres, mételo.

Silencio.

—¡Oh! ¡Eso es sencillo! —exclamó Hinata emocionado por alguna razón que Daichi no entendía. Él aún en competo shock, al igual que todos en la cafetería que parecían haberse golpeado la cabeza con alguna superficie ante las ¨instrucciones¨.

—Hagámoslo de una vez. —Ante esas palabras Daichi salió del trance y estaba por intervenir cuando escuchó el ¨pop¨ de algo destapándose. Volvió a quedarse sin saber qué hacer ante lo que veía—. Cuidado que lo derrames.

—Pero se mueve mucho.

—¿Quieres que yo lo haga?

—No, yo lo haré—dijo con la misma determinación con la que se preparaba para un nuevo saque, mientras Hinata comenzaba a echar el lubricante con sus manos sobre el juguete, el falo.

—¡No salpiques!

—¡Lo siento! ¡Pero se mueve mucho!

—La próxima vez lo hago yo.

—Es mi primera vez, se más paciente, Tobio—dijo de un modo que no sonaba para nada inocente. Su concentración en el vibrador—. Listo, ¿el paso tres?

—Meterlo—respondió Kageyama.

—Meterlo, ¿Dónde? —Kageyama alzó y bajó los hombros en signo de que no tenía idea. Daichi no sabía si ahora podía salvar la situación. En serio, incluso él estaba curioso por saber lo que harían.

—Hmm, abre la boca.

—¿Qué? —estaba seguro que todos preguntaron al mismo tiempo. Hinata incluido.

—Bueno, huele a vainilla, debe ser para comer, ¿no?

¡NO!

—Oh, tienes razón.

¡NO!

—¿Ya? —Hinata abrió la boca.

—Bien, mételo con cuidado. — Oh, eso sonaba tan mal. Estaba seguro que a su alrededor gente había comenzado a grabar.

—Solo quédate quieto y no te muevas.

Daichi realmente quería cerrar los ojos mientras Kageyama metía el vibrador en la boca de Hinata, realmente quería. Pero su vista estaba pegada en lo que pasaba frente a él. Incredulo y horrorizado.

—¡Se mueve mucho! ¡No tan rápido!

—Espera que le bajo-

—¡No tan- mmmm— Kageyama lo había introducido mucho. Hinata lo tomó de la mano y sacó el juguete—. ¡Eres un brusco!

—¡Estaba buscando el interruptor!

—¡Me lo metiste muy al fondo!

—¡Lo siento! ¡Tambien es mi primera vez!

Ok, esto realmente sonaba mal.

Ambos se miraron fijamente. Kageyama apagó el juguete.

—Supongo que al menos ya lo hicimos.

—Hn, ahora podemos decirle a Yachi que ya hicimos el amor.

—Sí.

Silencio…

Daichi giró a ver al grupo de gente que se había acumulado a su alrededor tratando de contener las risas. Él giró a ver a Suga.

—Por mí ya lo hicieron, no pienso decir más.

—Eso no está bien—murmuró Suga sobándose las sienes, sus cachetes sonrojados—. ¿Qué clase de sempais somos?

—Unos que no les darán la charla a un par de idiotas.

—¡¿Entonces quién o hará?!

Ambos se quedaron mirando por unos segundos…

Minutos después Daichi estaba llamando a Ukai-san, esto era problema del entrenador.

—Sí, Yachi-chan. Ya lo hicimos—giró a ver a Hinata en el teléfono— ¿eh? Sí, me lo metió mucho y dolió un poco. ¡Pero no estuvo mal!

Sí, definitivamente el entrenador.

 

(2)

 

Shouyo se quedó mudo después de la charla que tuvo con el profesor Takeda. Sus mejillas rojas y en completo silencio. Tobio estaba con el entrenador Ukai seguro teniendo la misma conversación. No sabía cómo lo vería a los ojos después de esto.

—Gracias, profesor—susurró.

—Hinata, esto no quiere decir que deban hacer algo que no estén listos para hacer—le dijo amablemente su profesor. La bolsita  de regalo que les había dado Yachi al lado del mayor. El vibrador a un lado con un condón puesto que sirvió como material de enseñanza. Y que el profesor dijo que se lo quedaría.

—Sí… solo que no sabíamos…

Ellos no habían pensado en eso, él estaba seguro que Tobio tampoco lo había hecho porque ninguno había si quiero supuesto para que eran todos esos materiales. El hecho de que la frase ¨hacer el amor¨ recién tuviera sentido cuando el profesor lo dijo le daba más razón para saber que ni él ni Tobio habían pensado en hacer eso el uno al otro.

Es decir, ellos habían avanzado bastante en su relación, ahora se llamaban por sus nombres y a veces dormían en la misma cama para hacerse compañía porque tenían algo importante al día siguiente y a él se le hacía difícil dormir. Pero con Tobio a su lado se sentía más confiado y seguro. La pelota de vóley le daba la tranquilidad que necesitaba para dormir sin pensar en la siguiente mañana.

Ni siquiera había pensado en ver a Tobio de otra manera que no fuera como un amigo o alguien con quien vivía y que era casualmente su esposo, también. Bueno, no era casualmente. Ellos no habían pensado en casarse para hacer eso. Eso llegó como un extra. Para ellos el vivir juntos y pasar bastante tiempo juntos era su modo de seguir entrenando sus técnicas y su juego en pareja. No la clase de cosas que Takeda-san le explicaba. Quizá debió escuchar con más detalle cuando todos le hablaron. Es que estaba tan centrado en vencer a esos molestos franceses que se olvidó del resto. ¡Estaba seguro que a Tobio le pasó lo mismo!

—Tómenlo con calma—sugirió el profesor antes de levantarse y acompañarlo hasta la puerta—. De todas maneras quiero que tengas esto—le dijo alcanzándole la botellita de lubricante y la cajita de condones abierta. Él se sonrojó ante ambos artículos. El profesor solo sonrió pacientemente. Shouyo asintió y tomó los objetos metiéndolos en su mochila.

—Gracias.

—Descuida. Recuerda que cualquier duda puedes preguntarme a mi o al entrenador Ukai, ambos podemos ayudarlos con lo que quieran. —Él asintió ante las palabras de su profesor sintiéndose agradecido de tener a alguien que se lo explique. Sus padres no se lo habían explicado así. Si en el álbum de fotos aún estaba la foto de Natsu envuelta en una manta y una Cigüeña a su lado.

—Gracias—repitió saliendo de la oficina de su profesor y caminando hacia la salida.

Aún pensando en todo lo que había pasado en tan pocas horas sentía que sus mejillas no podían estar más calientes. Al llegar a la puerta vio a Tobio parado en silencio, su rostro en una expresión de pura concentración.

Se mordió el labio inferior no sabiendo cómo acercarse a él o qué decir. Suspirando optó por solo caminar y dejar que él dijera algo. Llegando hasta su lado observó cómo es que Tobio a penas se dio cuenta de su presencia se sonrojó y miró hacia otro lado por unos segundos antes de volver a verlo a los ojos. Shouyo sintió que él se sonrojaba más de lo que estaba pero no giró a otro lado, su mirada fija en los ojos de Tobio.

—Vamos a casa—dijo Tobio, su esposo, suavemente pero firme. Su mano alzada esperando que Shouyo la tomara. Él con delicadeza aceptó la mano y dejó ser sostenido.

—Sí—afirmó. Sintiendo el calor de la mano de su esposo. Vaya, Tobio era su esposo y recién podía sentir el peso de la palabra sobre él. Aún avergonzado pero seguro de que no era el único y que no estaba solo en esto, avanzó en silencio pero calmado.

El camino se sintió más largo de lo usual, pero cuando al fin llegaron a casa Tobio sacó las llaves del departamento que compartían. Porque sus padres los habían prácticamente botado de la casa. Su esposo entró y él lo siguió. Ambos se sacaron los zapatos cuando la puerta fue cerrada. Colgaron las mochilas en el perchero que ambos habían puesto para tener más orden a sus cosas ya que a Tobio le gustaba el orden y Shouyo era un desordenado que poco a poco fue acostumbrándose a la rutina.

Prendieron el resto de las luces y ambos entraron a su sala. Tobio fue a la cocina y él se preguntó si su esposo estaría igual de inapetente que él.

Cuando lo vio salir con solo dos tazas de té decidió que era cierto y sonrió cuando Tobio le entregó una con el té de naranja que a él le gustaba. Ambos en silencio, sentados uno al lado del otro. Él pensaba si debía comenzar o esperar a que su esposo –no podía dejar de repetir la palabra en su mente- hablara. Se puso a pensar cómo sería una buena forma de romper el hielo. Aunque al final no tuvo que hacerlo ya que Tobio habló.

—Fuimos unos tontos—dijo en un tono suave.

Él se quedó pensando por unos segundos antes de asentir. Sabía que no solo se refería al caos de ¨hacer el amor¨, sino a todo el asunto del matrimonio y lo centrados en el vóley y su entrenamiento.

—¿Qué… qué hacemos ahora? —preguntó con algo de miedo. La palabra que empezaba con D apareció como un rayo en su mente y por alguna razón eso le trajo un cierto terror y vacio, una constricción en el pecho al pensar en dejar de vivir aquí con Tobio y dejar de pasar las tardes con él entrenando, y las noches haciendo tareas, o las veces que él no puede dormir y meterse en la cama con su esposo para sentirse seguro. No quería que esto terminara, no quería.

Quizá lo hicieron sin pensar, quizá fueron tontos y actuaron por actuar. Pero no era un error. No lo era. Porque había aprendido a cocinar y a planchar y a ser ordenado. Había aprendido a ser paciente, a seguir siendo competitivo y a no rendirse en nada. Había aprendido que a Tobio le gusta bañarse en la tina y quedarse horas pensando y con una pelota de vóley en la mano. Había aprendido que Tobio tiene esa pelota y que es especial y que duerme con ella, siempre a su lado haciéndola rebotar en sus palmas mientras está concentrado en su próximo partido. Había aprendido que Tobio a veces habla dormido y dice palabras en inglés o a veces mueve las manos en las señas que se hacen en los partidos y que a veces susurra su nombre. Esas veces haciendo que su piel vibre en una corriente placentera.

Había aprendido tantas cosas de su esposo y ahora ¿tendría que dejarlo?

—Seguir adelante—susurró Tobio. Shouyo alzó el rostro para ver a su esposo a los ojos para asegurarse que era sincero. Porque también había aprendido a leer sus expresiones, sus emociones y todas las cosas que él no decía pero que expresaba en su mirada. Desde su odio, su irritación, su impotencia; hasta su alegría, su comprensión, su cariño. Y especialmente cuándo mentía o cuándo decía la verdad.

—Seguir adelante—repitió. Su esposo le sonrió con los ojos y él correspondió con una sonrisa con sus labios.

—Y esta vez lo haremos bien—dijo mirándolo directamente a los ojos pese a que pudo notar el quiebre en su tono el sonrojo en sus mejillas. Shouyo pudo sentir las suyas ardiendo y sus ojos abriéndose ligeramente—¡Cla-claro si tú…—su voz había comenzado inquieta para luego acallarse.

—Sí—afirmó, su cuerpo siendo atraído por el de su esposo. Tobio le sonrió con esa pequeña y dulce sonrisa que le daba cada vez que lograba hacer un plato bien o al fin terminaba un nuevo movimiento.

Poco a poco sintió que el aire se estaba extinguiendo y que el espacio entre los dos comenzaba a desaparecer. Cuando él cerró los ojos, pudo sentir el roce de labios secos contra los suyos, por instinto llevó su lengua para mojar esos labios junto a los suyos y un gemido salió de la boca de alguno.

Segundos después Shouyo se encontraba contra los cojines del sofá y Tobio sobre él con sus labios y su lengua moviéndose enérgicamente y con la misma perfección con las que preformaba sus tiros. Alzó sus manos y las puso sobre la cabeza de cabellos negros de su esposo sintiendo su cuerpo siendo derretido por el calor proveniente de sus cuerpos unidos en un beso tan apasionado como cada una de sus jugadas.

Shouyo podía decir que la sensación era tan exhilarante como ver el otro lado de la net en el aire.

 

(10)

 

Ninguno supo cómo pasó. Pero una semana antes de los octavos de final Shouyo y él tenían una nueva integrante en su pequeña familia. Fue demasiado imprevisto y Tobio culpaba completamente al idiota y despistado de su esposo.

Así que cuando tuvieron que llamar a su entrenador diciéndole que no podían llegar a tiempo porque su hija necesitaba una niñera, una hora después los dos adultos y el equipo entero estaba en la puerta de su casa pidiendo explicaciones. Tobio solo señaló a Shouyo y dijo que era culpa suya. La recién nacida en sus brazos y él con un rostro de terror y pidiendo auxilio. Tobio solo caminó a la cocina para preparar la fórmula de bebés.

—¿Expliquen qué rayos hacen con una recién nacida? —la voz del profesor Takeda era intimidante pese a que no alzó la voz. Sus brazos ocupados con la bebé y el biberón que él había preparado. Shouyo seguía cabeceando porque toda la noche se la pasó acurrucando a la bebe y Tobio pese a sus ojeras podía mantenerse despierto mejor que él. Por lo que le tocaba explicar lo que Shouyo le había dicho el sábado en la tarde cuando él llegó con una recién nacida en sus brazos y le dijo que ahora ella era su hija y que no, él no había sido infiel.

—Shouyo la trajo el sábado—comenzó a explicar mientras todos giraron a ver al nombrado que se había quedado dormido sobre su hombro. El entrenador se sobó las sienes, Tobio lo entendía perfectamente. Su madre estaba en un viaje de negocios y su padre no contestaba, así que no pudo pedir ayuda a ellos. Los padres de Shouyo solo dijeron que Tobio-kun era un buen esposo y que por favor la próxima vez esperaran a que terminaran el colegio. Tobio colgó de inmediato.

—¿Qué pasó? —todos estaban en silencio y expectantes. Él suspiró.

—Shouyo estaba corriendo como todas las noches, esta vez no lo acompañé porque no  había terminado una tarea—y ahora se lamentaba el no haberlo hecho—cuando de repente escuchó a alguien gritar pidiendo ayuda. Él como el amable idiota que es, fue corriendo a ayudar a aquella persona que estaba en medio de un bosque oscuro—suspiró—. Era una mujer que estaba por dar a luz. Shouyo rápidamente la ayudó y llamó a un taxi, La chica. Shouyo dice que era bastante joven, luego tendrán que preguntarle por más detalles. Hablando con Shouyo, al parecer se sintió agradecida por su ayuda y el tonto este le pareció un buen chico—suspiró—. Parece que esta chica vivía en las calles y no tenía familia, y no había padre del niño. Lamentablemente como ella estaba bastante desnutrida y muy débil no sobrevivió la cesárea, pero la bebé sí. Y todos en el hospital creyeron que Shouyo pese a que aún era un adolescente era el padre y—suspiró de nuevo—, inscribieron a la niña con sus nombres apellidos y bueno lo mandaron a casa. Así que conozcan a Hikari Kageyama-Hinata. Porque como dice que es un hombre casado la responsabilidad es de ambos.

Suspiró una vez más porque esto era absurdo y ahora era padre y aún no lo había procesado por completo.

Al parecer el resto de su equipo tampoco lo había procesado.

El timbre sonó. Él se paró y una muy alegre Natsu y la señora Hinata entraron por la puerta directo a Hikari que seguía en los brazos del profesor Takeda.

—¡Oh que linda es mi nieta! ¿Cómo se llama? —preguntó la emocionada mujer. Tobio lo pensó un rato, buscarle lógica a esto o simplemente ir con la corriente. Conociendo el cómo pasó todo con Shouyo suponía que estaba bien seguirle la corriente.

—Hikari.

—¡Ohhh, Hika-chan! Descuiden, Tobio-kun, Shouyo, la abuelita y Natsu se encargaran de ver a la pequeña Hikari mientras ustedes van a clases.

Minutos después todos fueron expulsados de la casa con sus cosas, un Shouyo aún cabeceando sobre su hombro. Miró a su equipo que seguía con las bocas abiertas. Miró la puerta de su departamento y escuchó la risa de Natsu y de su suegra. Hikari era luz después de todo.

—Bien, vayamos a entrenar—dijo. Shouyo despertándose de inmediato.

—¡Sí!

—Recuerda que ahora tenemos una hija que cuidar así que tenemos que esforzarnos más.

—Cierto, ahora somos padres.

—Sí.

. . .

Todos decidieron ignorar lo que pasó y regresar al colegio. Tobio caminó junto a Shouyo. Al menos agradecía la ayuda de la señora Hinata.

 

(3)

 

Habían logrado salir victoriosos el primer y segundo partido. Todo el cansancio de las clases y los entrenamientos y Hikari los estaban dejando muy, muy agotados. Pero Shouyo ya estaba acostumbrado a que así era la vida de casado. Claro que Hikari pasaba más tiempo en la casa de su mamá o con la familia Kageyama que lanzó un grito al cielo cuando se enteró. Por alguna razón regañaron a Tobio. Pero luego se encariñaron con Hikari y todos felices.

Tobio y él solo pasaban tiempo con Hikari los fines de semana ya que los abuelos la raptaban seguido. Así que su mamá ahora iba a sus partidos y llevaba a Hikari para que vea a sus padres jugar, luego ella la dejaba con ellos ese sábado y el domingo, ellos la regresaban con alguno de los abuelos. Ellos estaban felices con ese arreglo. Podían pasar tiempo con su hija y tenían tiempo para sus estudios.

Aunque realmente aún se estaban haciendo a la idea de que eran padres. Poco a poco.

Así que ahora estaban saliendo de su segundo partido contentos por su victoria. El siguiente sería con el antiguo equipo del Gran Rey; por lo que no fue coincidencia encontrarlo a él y su antiguo equipo en la puerta. Que pese a que él se había graduado todo su equipo seguía siendo fuerte y él seguía yendo a visitarlos para molestia de Tobio.

El quipo de karasuno se detuvo frente al otro equipo. Todos viéndose cara a cara, retándose. Las llamas de competencia ardían con fuerza entre ambos competidores hasta que alguien gritó.

—¡Saluda a papa y dada, Hikari!

Todos giraron a la mujer que venía con un bulto en sus brazos. Todo el equipo de Karasuno se puso a moverse en sus talones no sabiendo cómo evitar el hecho de que su enemigo ahora se enteraría de la inesperada paternidad de uno de ellos.

—¡Mamá! ¡Aún no terminamos! —gritó a su madre que se acercaba con una sonrisa.

—¡Shouyo, Hikari los ha extrañado! —gritó su hermanita.

—Pero…— Su madre siguió avanzando y vio a ambos equipos.

—Hikari, saluda—dijo ella mostrando al bulto que solo movía sus manitas y balbuceaba, sus ojitos aún cerrados—, ¿no es un amor?

Yachi-chan rápidamente corrió hacia el lado de Hikari y comenzó a balbucear. La manager del otro equipo también fue a ver a la bebe.

—¡Es hermosa! ¿Es su hija?

—Oh, no. Es mi nieta. Shouyo y Tobio-kun son los padres.

Estaba seguro que toda competitividad murió en ese instante. La tensión incómoda invadió el lugar hasta que de repente Oikawa, el estúpido del Gran Rey que estaba a un lado de Tobio, pese a que ya ni jugaba en las mismas ligas.

—¡Tobio, no puedo creer que seas tan rápido! —exclamó entre carcajadas causando algunos bufidos en diversión de sus compañeros. Shouyo frunció el ceño. No era bueno cuando el Gran Rey comenzaba a molestar a su esposo.

—Cállate—dijo su esposo entre dientes. Shouyo no sabía qué hacer para evitar que la discusión escale mucho.

—Pobre nena, nacer en un matrimonio entre dos despistados que se casaron por un error—dijo en tono ligero y seguro bromeando. Pero Shouyo no lo sintió así. Quizá ambos sí eran unos despistados pero su matrimonio no era un error. ¡No lo era! Molesto y con cólera avanzó hasta quedar en frente de Oikawa, la forma del Gran Rey no lo intimidaría.

—¡Eso no es verdad! ¡Hikari nació en un matrimonio de amor! ¡Si bien antes ambos no estábamos conscientes de lo que era estar casados; cuando Hikari llegó, Tobio y yo ya sabíamos lo que significábamos el uno al otro!

Oikawa, pese que al principio se sorprendió por el repentino grito de Shouyo, pareció recuperarse rápido.

—Oh, ¿eso quiere decir que si se aman?

—¡Claro que sí! ¡Yo lo amo! — gritó molesto por el atrevimiento del tonto Gran Rey. Oikawa parecía ampliar su sonrisa como el gato Cheshiré. Todos se quedaron en silencio, tanto que Shouyo lo notó solo segundos después. Parpadeó y giró a su grupo de amigos que tenían la boca abierta. Vio a Yachi con una gran sonrisa y a su mamá igual de sonriente. Luego giró a ver a Tobio que lo miraba serio. Tuvieron que pasar más segundos para darse cuenta de lo que había dicho y ponerse totalmente rojo. Comenzó a balbucear antes de que Tobio se acercara a él.

—¿Lo dices en serio? —preguntó serio. Shouyo dejó de balbucear para ver a su esposo directo a los ojos. Pensó en los besos que habían compartido y la amistad que creció a gusto que había crecido a cariño, luego a un querer y finalmente a amor.

—Sí—repitió firme. Pudo ver la relajación en los hombros de Tobio y esa sonrisa ligera y algo exasperada que le daba cada vez que hacía algo como aparecer con una bebé y decir que ahora eran padres. O entrar al baño mientras él estaba en mitad de su ducha y como él aún seguía adormilado quedarse observándolo sin siquiera darse cuenta de lo que hacía hasta que minutos después salía corriendo de ahí.

—Ya lo escuchaste—dijo Tobio a Oikawa—, Hikari nació en un matrimonio de amor—dijo, recalcando la última palabra. Porque si Tobio no era de las personas que se expresaban con palabras, Shouyo, como buen esposo que era sabía leer entre líneas.

 

(5,7)

 

La competencia terminó y Karasuno llegó al segundo lugar. Pese a que no ganaron todos estaban felices de haber logrado llegar tan lejos y de haber vencido finalmente a ese equipo de franceses presumidos. Que Hinata y Kageyama hayan ido con Hikari en brazos y sonreído con superioridad después de que lograron derrotarlos, fue algo quizá un poco inmaduro pero que todos disfrutaron. Las fotos que tomó Suga fueron colgadas en el cuarto del club.

Chikara podía decir que su trabajo como capitán había sido un éxito. Ya no se sentía como el reemplazo de Daichi-san, ahora se sentía como el nuevo capitán y una persona propia. Eso no hacía que él entendiera al par de raros que tenía en su equipo. El dúo de esposos que a los dieciséis años tenían una hija, un departamento y al parecer un futuro en una de las universidades que los vio y quiso enlistarlos. Ellos les dijeron que estaban en segundo año y que tenían que pensar en su familia. El reclutador pensó que se referían a sus padres, no a que ellos tuvieran una familia, así que todo terminó con esas palabras y un hasta el próximo año del hombre.

Y pese a que el par de raros había ido en todos los pasos de una relación completamente perdidos y sin rumbo y todo indicaba que acabaría mal, ahora podía verlos juntos entrenando, comiendo y estudiando juntos. Además de que sabía que los fines de semana salían junto con Hikari a pasear o a que los acompañe a una salida en grupo. Sorprendentemente eran una familia. Una familia real.

Era algo asombroso porque al principio todos los tomaban como dos niños jugando a la casita. Solo les faltaba el perro –algo que Tanaka quería remediar esa navidad, Suga le rogaba que por favor no complicara la vida de esos dos.

Lo curioso es que Yachi paraba observándolos con una lista en sus manos, cuando Chikara fue a preguntarle qué era eso. Ella respondió que eran los pasos de una relación. Él se sorprendió y le pidió la lista para poder revisarla. Cuando la tuvo en sus manos se dio cuenta del práctico orden que Yachi-chan tenía, pero también notó que los números tenían un aspa a su costado para ser marcados como hecho. EL único número que faltaba marcar el siete.

—¡Oh! —escuchó a Yachi exclamar antes de que ella le quitara la lista. Él rápidamente giró a ver que Hinata había entrado al gimnasio. Al principio el no entendió, hasta que vio a Yachi marcar el número siete y volvió a mirar a Hinata.

En el cuarto dedo en la otra mano de donde estaba el anillo que ambos habían estado usando desde que se casaron, había una banda de plata con un incruste brillante.

Quizá la próxima vez sería del modo correcto. Chikara pensó que debía buscar un nuevo traje.

 

Notas finales:

¿Qué les pareció?

¿Muy largo? Me duelen las manos ._.


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