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Sangre del pasado por Fullbuster

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Itachi Uchiha POV

 

Cruzarme con Deidara en la biblioteca fue toda una sorpresa, no esperaba verle por aquí, a estas horas debería haber estado por su casa, pero debía reconocer que a mí me vino muy bien encontrarle, porque pude acompañarle a tomar algo. Acercarme a él era mi prioridad, no quería nada más excepto acercarme y que me tuviera en cuenta, quería saber cómo le iba la vida, como le iba con Hidan y es que a mí ese chico no me daba buena espina.

 

Me habría encantado ver a Deidara feliz, desde que le conocí, él siempre llevaba una sonrisa en los labios y ahora me daba cuenta… de que era un gran mentiroso, todas esas sonrisas eran forzadas, fingía como el mejor, era increíble cómo podía aparentar estar perfectamente cuando no lo estaba y supuse… que lo hacía para que nadie se pusiera triste por su culpa, tenía un corazón de oro ese chico pero yo le sentía triste.

 

No soportaba verle así, desanimado, triste y solitario, no me gustaba que fingiera conmigo porque yo quería hacerle feliz de verdad, quería que confiase en mí, que me contase lo que fuera, que sonriera de verdad porque se lo pasaba bien conmigo y no una fingida para que la gente se quedase tranquila.

 

Cuando lo vi en la biblioteca, me separé de mis compañeros de universidad con los que tenía que hacer un proyecto y me acerqué hasta él para invitarle a tomar algo… sabía que era de las pocas oportunidades que tendría para acercarme a él sin que estuviera su celoso novio por aquí molestando e impidiendo que pudiera hablar un rato con él y es que me interesaba mucho saber qué pasaba en su vida, por qué siempre se le veía tan triste y solo. Quería hablar con él a solas, quería saber qué ocurría, quería enamorarle, porque él se merecía algo mejor que ese criminal con el que estaba saliendo y es que me fue imposible apartar su frase de que estaba con él porque era el único que le quería, no era cierto… yo también le quería y no lo trataría jamás como lo hacía su novio.

 

Aceptó mi invitación para sorpresa y cuando fui a la mesa de mis compañeros a decirles que les veía mejor en otro momento, no se disgustaron al ver a Deidara y es que yo mismo reconocía, que era muy guapo, todos me entendieron a la perfección y con una sonrisa se despidieron de mí. Supongo que mañana tendría que aguantar sus risas sobre mi escapada con Deidara, pero me daba igual, podían preguntar lo que fuera siempre que yo pudiera estar un rato con ese chico.

 

Me sorprendió que caminase tan extraño, sé que le dolía la pierna porque trataba de camuflarlo sin mucho éxito y me hizo sonreír. Teniendo en cuenta que ya le había visto golpearse contra una farola… estaba seguro de que ya había vuelto a tropezar con algo y es que era tan despistado que podía parecer torpe, pero en realidad… creo que es que no prestaba la más mínima atención a lo que estaba haciendo, su cabeza estaba en mil sitios a la vez.

 

Al final acabé pasando por la farmacia a comprarle una crema y se la puse en el tobillo con la esperanza de que remitiera su hinchazón. Creo que por la forma en que me miraba… no estaba muy acostumbrado a que hicieran cosas por él, pero en sus ojos podía ver la sorpresa y el agradecimiento, eso me ponía feliz, sin embargo… seguía sintiéndole triste y de vez en cuando se miraba la mano o la escondía cuando se daba cuenta de cómo la miraba yo. Supongo que le había pasado algo que no quería contarme y mis sospechas se activaron aún más cuando al preguntarle… se quedó sin palabras, con esos ojos vidriosos de quien va a empezar a llorar. Verle en aquel estado tan frágil me impactó demasiado… tanto… que acabé besándole con dulzura y es que no pude evitarlo aunque después me diese cuenta de que lo que estaba haciendo estaba muy mal, más con Deidara, era menor de edad, tenía novio y tenía miedo… yo no quería que pensase que quería aprovecharme de él, sólo fue un instinto reflejo aquel beso.

 

Me sorprendí porque aunque me disculpé y él se creía que estaba jugando o era una broma, cuando le hice comprender que no lo era… que realmente sentía algo por él, fue él mismo quien me besó y me encantó que fuera el propio Deidara quien me besase. No quise forzar a nada así que sólo le dejé a él llevar la voz cantante, le dejé que decidiese cómo quería el beso e incluso su ritmo, no iba a presionarle, yo no quería ser como Hidan que lo manipulaba como quería, yo deseaba que Dei estuviera a gusto, que se sintiera seguro y protegido estando conmigo porque yo siempre estaría allí para protegerle.

 

Después de tomarnos algo, le acompañé a su casa y antes de entrar le comenté que si tenía algún problema de lo que fuera, acudiese a mí y él sonrió antes de darme un beso en la mejilla y meterse en casa. Me fui a casa tras comprobar que entraba sano y salvo. Aquella noche cené en familia… bueno… sin nuestra madre pero eso era algo ya común y es que apenas la veíamos, yo a veces escuchaba la puerta y sabía que había venido a dormir, pero poco más, por la mañana cuando me levantaba ya había vuelto a desaparecer y es que la vida familiar para ella no importaba.

 

No vi al día siguiente a Deidara por ningún lado, pero mi padre vino de bastante mal humor y al final acabé saliendo a hacer algo de deporte con él para que se relajase. Lo único que conseguí sacarle de información, es que se había cruzado con su antiguo amor y que le había visto feliz. Creo que estaba un poco deprimido de ver en qué se había convertido nuestra familia y ver que al chico al que abandonó… tenía una buena vida, creo que pensaba que esa vida tan feliz podría haber sido suya si se hubiera quedado a su lado, pero ya nada se podía hacer, cada uno teníamos que afrontar nuestras decisiones y yo sólo podía tratar de animarle.

 

Por la noche cuando me fui a la habitación empecé a ponerme el pijama para irme a dormir cuando al girarme para coger la camiseta del respaldo de la silla, me di cuenta de que Deidara estaba en la ventana y parecían tener una discusión aquellos tres… Naruto, Hidan y Dei, al menos hasta que apareció su padre por allí y les hizo salir del cuarto, creo que algo les iba mal.

 

Estuve atento a la casa de mis vecinos y aunque estuve estudiando un buen rato… seguía la luz del salón encendida y veía la sombra de Minato moverse tras las cortinas como un loco gesticulando mucho, creo que estaba muy enfadado con ellos y de repente… Deidara salió corriendo de la casa llorando perdiéndose calle abajo. ¿Qué estaba pasando hoy en esa casa? Era muy raro, pero me vestí enseguida y cuando ya bajaba por las escaleras, me sorprendió el timbre y aunque yo iba a abrir, mi padre fue más rápido que yo.

 

Minato estaba en la puerta y yo le miré desde las escaleras del hall. Preguntó si su hijo Deidara estaba aquí y mi padre le confirmó que no había venido pero que podía ayudar a buscarle. Se le notaba preocupado y no sé qué había pasado, pero no me gustaba un pelo.

 

- Se ha ido calle abajo – le dije por lo que vi – os ayudaré a buscarlo – me ofrecí y Minato agradeció mi ayuda.

 

Minato se fue hacia el Este mientras yo me iba al oeste calle abajo buscándole. No sé por qué… supuse dónde estaría y me fui hacia la biblioteca que a estas horas debía estar bien cerrada ya. Decidí mejor ir en coche, hoy era una noche fría y debería estar congelado del rato que llevaría fuera. Lo encontré frente al parque de enfrente de la biblioteca sentado en un banco llorando, con el rostro escondido entre sus rodillas y temblando de frío.

 

Cuando me escuchó acercarme se sobresaltó pero luego al reconocerme, ni siquiera tuvo fuerzas de sonreírme como solía fingir, hoy estaba mal de verdad y me senté a su lado quitándome la chaqueta para pasársela por encima.

 

- ¿Quieres contármelo? – le pregunté.

 

- Es Hidan… mi padre se ha enterado de que teníamos algo pero yo quiero dejarlo – me dijo llorando – de verdad que quiero dejarlo… pero no me deja.

 

- ¿Hidan no te deja? – le pregunté - ¿Te ha hecho algo? ¿Te está amenazando?

 

- Dice que si le dejo irá a por mi hermano y yo no quiero que le pase nada a mi hermano por mi culpa.

 

Desde luego Hidan sabía jugar muy bien con los sentimientos de estos dos, sabía perfectamente que con lo que se querían haría cualquier cosa el uno por el otro, lo estaba agarrando cada vez más y no podía permitir que jugase de esa forma con la inocencia del chico.

 

- Dei… no le hará nada a tu hermano, te lo prometo – le dije – es una excusa suya, tu hermano no le dejaría y tu padre menos y si eso no te convence, yo soy capaz de denunciarle si se pasase con vosotros, no dejaría que te hicieran daño, ni a ti ni a tu hermano, pero no puedes seguir así, te está extorsionando para conseguir lo que él desea, te quiere retener a su lado. Y de tu padre… lo único que puedo decirte es que ahora que lo sabe, estará más pendiente de Hidan, así que no tendrá opción de hacerle nada a tu hermano, si querías dejarle, este es tu momento, porque no sé si tendrás otro mejor.

 

- Lo sé – me dijo

 

- Vamos, te estás congelando aquí fuera. – le dije señalándole el coche y al verlo, se vino conmigo y se sentó de copiloto mientras yo le ponía la calefacción.

 

Me gustó ver como se tapaba aún más con mi chaqueta y la olía como embriagándose del olor que yo había dejado impregnado en ella. Acaricié su largo cabello rubio antes de arrancar el coche y él me miró tratando de sonreír para luego coger mi mano y llevarla hacia su mejilla. Estaba frío.

 

- ¿Por qué me siento tan bien contigo? – me preguntó y me sorprendí – contigo todo parece más fácil.

 

- No lo sé Dei, puede que sea más fácil porque estás a gusto de verdad.

 

- Yo no quiero volver con Hidan – me confesó – quiero estar contigo – me dijo sonrojándose

 

- Dei… me halaga mucho, pero soy demasiado mayor para ti – le dije – me puedo meter en un problema por esto.

 

- Lo sé y no quiero darte problemas de verdad pero… ¿Puedo enamorarte cuando crezca? – me preguntó y aquello me pilló de sorpresa. Yo sonreí.

 

- Ya estoy enamorado de ti Dei – le confesé – no necesitas tratar de enamorarme, sé que es una locura todo esto y que me meto en un problema, pero te amo, desde el primer día que te vi supe que eras tú a la persona que había buscado toda mi vida, eres tú con el único con quien quiero estar.

 

- Itachi… - dijo escondiendo su rostro bajo el cuello de mi chaqueta - ¿Puedo pedirte algo? – Me preguntó y me sorprendió un poco que estuviera tan tímido ahora – quiero… quiero estar contigo.

 

- Ya estás conmigo – le dije sonriendo sin forzarle a nada.

 

- ¿Somos amigos, verdad? – me preguntó dudándolo.

 

- Claro que si Dei – le dije.

 

- Itachi… ¿tú me ayudarías con los problemas de química? – me cambió de tema.

 

- Sí – le dije y él sonrió

 

Pensé cuándo podía echarle una mano con sus deberes y al final tras suspirar y tirar mi cabeza contra el respaldo, acepté para el día siguiente aprovechando que ese fin de semana mi padre se iba a llevar a Sasuke de excursión al monte como hacían una vez al mes y mi madre… ella nunca venía por casa así que me quedaba solo. Al menos no nos interrumpirían en mitad de lección.

 

Le llevé a casa y Minato al ver aparcar el coche frente a su casa, vino corriendo abriendo la puerta del coche y lo sacó abrazándolo. Creo que Minato estaba muy preocupado después de la bronca que habían tenido.

 

- Gracias Itachi… gracias por traerlo a casa – me agradeció Minato sin soltar a su niño ni un momento.

 

- No hay de qué.

 

Cuando llegué a casa Fugaku me preguntó enseguida por el hijo de Minato con preocupación. Le comenté que ya lo había encontrado y estaba en casa, pero aún así, él siguió mirando por la ventana viendo como Minato entraba en su casa abrazando y besando a su niño y es que lo había pasado realmente mal durante el tiempo que estuvo desaparecido… más a estas horas de la noche, podía haberle pasado cualquier cosa. Menos mal que ya estaba en casa y yo me quedaba también más tranquilo.

 

Por la mañana al despertarme, escuché el ruido del coche y supe que mi padre ya se marchaba con mi hermano a su acampada. Desayuné solo mirando por la ventana de la cocina hacia la casa de mis vecinos y esperaba que hoy se hubieran levantado de mejor ánimo que anoche, porque después de la discusión que tuvieron… no sé yo cómo estaría el ambiente.

 

Sobre las once de la mañana, Deidara salió de casa pidiéndole permiso a Minato y les vi venir juntos, creo que Minato no se fiaba que fuera a venir a mi casa y cuando sonó el timbre, abrí la puerta saludando al padre de Deidara.

 

- Buenos días Itachi – saludó Minato – me ha comentado Deidara que se venía a estudiar contigo, que habíais quedado para hoy.

 

- Sí – le dije con una sonrisa – para dar química – le reconocí.

 

- Muy bien, entonces luego cuando acabes vuelves por casa – le dijo Minato.

 

- Le acompañaré yo mismo si te quedas más tranquilo.

 

- Te lo agradezco – me dijo con una sonrisa – Tú padre… ¿No está en casa?

 

- No, se ha ido con mi hermano a una excursión, vendrán más tarde ¿Quieres que le diga algo cuando vuelva? – pregunté.

 

- No, no… tranquilo, era algo de un caso que llevábamos, se lo comentaré en el despacho cuando le vea.

 

- De acuerdo – le dije y me aparté de la puerta para que Deidara entrase.

 

Creo que por lo nervioso que estaba Minato… empezaba a entender quien era ese chico misterioso del que tanto hablaba mi padre, de aquel chico del que se enamoró y si mis sospechas eran correctas, no me gustaba nada el tema, porque después de que mi padre le abandonase, podría pensar que yo era igual y no dejar a Dei venir a verme. Por el momento… al menos confiaba en mí y le dejaba venir a estudiar, supongo que sería por el favor que le hice ayer encontrando a su hijo, me había ganado su confianza de momento.

 

Nos subimos a mi habitación y se sentó frente a la mesa de estudiar abriendo el libro de química y me senté a su lado empezando a explicarle sus dudas. La verdad es que me sorprendió bastante, porque creí que entendería menos cosas, pero era muy inteligente, lo poco que no sabía lo cogía enseguida, yo sabía que este chico llegaría muy lejos en su vida, era un cerebro andante pero estaba con la persona menos indicada en cuanto a su vida sentimental.

 

Me disculpé para ir al baño y cuando volví abriendo la puerta, Dei se había quitado la camiseta y podía ver claramente su espalda. Me quedé paralizado en el sitio y él al verme de reojo, se sonrojó un poco pero no se movió para intentar coger la camiseta que ahora veía encima de mi cama.

 

- Dei… - me quedé sorprendido.

 

- Era el trato… ¿Verdad? – me preguntó – me dijiste que te debía un desnudo porque yo te había visto a ti – me recordó

 

- Era una broma Dei – le dije.

 

- Lo sé, pero quería hacerlo – dijo acercándose a mí y poniéndose en puntillas me besó.

 

- Dei… - le dije cogiendo su camiseta y cubriéndole con ella un poco mientras apoyaba mis manos en sus hombros – no hace falta esto, enserio – le dije – te quiero tal cual eres, no tienes que forzarte a esto.

 

- Pero quiero hacerlo – me dijo casi con lágrimas en los ojos – quiero ser sólo tuyo, quiero que mi primera vez sea contigo, me siento seguro contigo, sólo quiero que seas tú, por favor.

 

Dei cogió mis manos y me hizo soltar la camiseta para luego besarme con suavidad en los labios y no pude evitar cerrar los ojos dejándome llevar y es que no podía evitar pensar que lo deseaba, lo deseaba demasiado.

 

Lo empujé un poco hacia la cama con mucho cuidado y le obligué a sentarse en el borde sin separar mis labios de los suyos. Le recosté con cuidado y me tumbé encima teniendo en cuenta el no aplastarle bajo mi cuerpo y es que no podía evitar tampoco pensar que era un chico inocente y dulce, casi me sentía como si fuera a romperlo a la mínima fuerza que hiciera sobre él, pero él no era como una muñeca de porcelana, sé que era fuerte en el fondo y que tenía muy claras las ideas, aún así le pregunté nuevamente antes de tratar de desabrochar su cinturón si estaba seguro en esto… y él trató de sonreír y aunque su voz temblaba un poco fruto del miedo, asintió.

 

Desabroché su pantalón y lo bajé con delicadeza para darme cuenta de que Deidara se estaba poniendo completamente rojo, creo que nadie le había visto desnudo… al menos nadie que no fuera de su familia. Le besé para calmarle un poco y le acaricié el abdomen, el pecho y la espalda relajándole, pero él no sabía muy bien qué hacer con sus manos, así que las cogí y se las coloqué en mi cintura. Una vez se empezó a sentir más seguro y se convenció de que mis palabras sobre lo hermoso que era su cuerpo eran ciertas, empezó a tocar también mi espalda acariciándome.

 

Me dediqué mucho a excitarle, le besé e incluso me atreví a meter un poco mi lengua dentro de su boca para jugar, para saborearle y él aunque al principio se sorprendió un poco, luego me dejó e incluso… él mismo empezó a jugar y a meter su lengua en mi boca. Me encantaba sentir sus manos jugando con mi cabello y a mí me encantaba enredar mis dedos entre aquellos hilos dorados que él tenía, porque tenía un color precioso y una textura extremadamente suave, me encantaba todo de él, pero lo que más me gustaba… eran esos ojazos azules que me miraban y el rubor de sus mejillas.

 

No podía dejar de sonreír como si de un colegial enamoradizo me tratase, pero es que este chico tenía algo especial, algo que me movía por completo, tenía la certeza de que él era el chico al que siempre busqué, su calidez y su dulzura, su inocencia, su forma de ser…  Era él.

 

Estuve mucho tiempo para prepararle y aunque gritó un poco pidiéndome que no lo hiciera, acabé bajando para lamer su miembro, para lamerle entero porque no iba a permitir que le doliera, no quería que su primera vez fuera una mala experiencia, quería que la disfrutase y cuando al fin conseguí que su entrada empezase a abrirse… decidí que era el momento y me quité el pantalón junto a mi ropa interior.

 

Se asustó un poco al ver la dimensión pero era algo normal, la primera vez creo que todos nos asustábamos un poco pero le calmé tanto como pude y cuando me posicioné para entrar, me encargué de besar y morder su oreja para que se centrase en ella más que en lo que estaba haciendo entre sus piernas. Entré muy despacio y le noté tensarse. Tuve que pedirle que se relajase, sabía que dolía un poco pero él no me dejó sacarla, quería que siguiera y lo hice, con mucho cuidado continué hasta el fondo y me moví despacio para que fuera dilatándose y acoplándose a mí.

 

Se agarró a mis hombros con fuerza y cuando me quise dar cuenta, su respiración había cambiado, se aceleraba y algún ruidillo salía de su boca aunque trataba de camuflarlo y me hacía gracia.

 

- Dei… no hace falta que los calles – le dije

 

- Me da vergüenza – me dijo rojo como un tomate

 

- Pues a mí me gusta oírlos – le aclaré sonriendo y él sonrió.

 

- Vale – me comentó y a partir de ese momento… dejó de aguantarse permitiéndome escuchar lo que disfrutaba.

 

Aceleré el ritmo entrando y saliendo de él, gimiendo yo también para que no se sintiera solo y vergonzoso, quería que él también sintiera lo que era escuchar disfrutar a la otra parte y le vi sonreír al oírme. Aquella vez no quise irme dentro de él, bastante tenía ya con ser su primera vez, así que cuando me dieron ganas, salí fuera y acabé manchándole el vientre entero pero ambos sonreímos. Me acosté un rato a su lado y lo abracé con fuerza hacia mi pecho dándole de mi calor y es que no quería separarme de él, lo quería siempre para mí.

 

- ¿Estás bien? – le pregunté.

 

- Sí – me dijo sonriendo.

 

- No me estarás fingiendo la sonrisa, ¿No? – le pregunté y él sonrió.

 

- Estoy bien, te lo prometo. Me ha dolido un poco al principio pero luego nada, me ha gustado y me ha gustado más que haya sido contigo, creo que me gustas – me dijo.

 

- Y yo te quiero Dei – le dije sonriendo – te adoro, me gustas y me encantas, te amo con locura y lo único que deseo es que no hayas tenido miedo.

 

- No lo he tenido, contigo no tengo miedo – me aclaró.

 

Lo mejor de aquello… es que ambos nos duchamos juntos y tras recoger las cosas, le acompañé hasta la puerta de su casa. La verdad es que no quería decirle nada… pero me preocupaba un poco su relación con Hidan, porque aunque sabía que Dei iba a dejarle, tenía miedo de que le pudiera hacer algo mientras yo no estuviera allí para protegerle y desde luego… no vivía con él, no podía cuidarle las veinticuatro horas del día aunque me habría encantado hacerlo.

 

 


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