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Silencio por MoonDrop

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Notas del capitulo:

Uff pillé esto hace un tiempo, lo tenía guardado y olvidado en una carpeta random;;

Según mis cálculos lo hice hace como año y medio, y luego se me perdió, no sé.

Quizás no se entiende mucho porque inicialmente era parte de un fanfic JongHo que también lo tengo por ahí, uh.

En fin, no tenía sentido perder el escrito, así que lo hice oneshot. Esou~

Era un domingo flojo, de esos aletargados que costaba sobrellevar con naturalidad, y en donde siempre se terminaba enterrado bajo frazadas suaves, con las sábanas arrolladas por todas partes, la ropa desparramada en el suelo, mientras la luz tenue que se filtraba por entre las cortinas cegaba los ojos perezosos. Todo el entorno parecía entregar la impresión de una neblina casi somnífera, que proporcionaba al ambiente un estado intermediario entre la realidad y lo onírico, que hacía aún más difícil el despertar del sueño pesado del día séptimo.

 

Normalmente se hubiese levantado temprano a vestir sus prendas deportivas, para así ejercer su rutina de trote por las calles frías de la mañana. Pero ese domingo no le apetecía el viento en su rostro ni en un céntimo. De hecho, si se hubiese enterado antes de lo bien que se sentía despertar en sus actuales condiciones, hubiese echado por la borda las sesiones de ejercicio hacía mucho.

 

 

 

-  Me gusta tu nariz.

 

 

 

Su trote no le regalaba ese calor en el pecho, ni la comezón en la yema de los dedos por querer hacer mucho, ni menos le hacía reír por minutos, por horas interminables.

 

Su trote tampoco le comía gran parte del cerebro, ni la atención que justamente estaba confiriendo al epicentro ése que respiraba calmado a su lado.

 

Su trote no le angustiaba dolorosamente.

 

Ambos habían escuchado llover toda la noche de una manera exquisita, habían sido horas y horas de palabras intercambiadas, de risas estúpidas, de abrazos torpes, de roces 'inconscientes', de otras tantas tonadas que Jonghyun tarareaba al aire, al oído de Minho. El menor ahora se sentía extrañamente pleno, no tenía intención de separarse de ese colchón ni de ese cuerpo pequeño que le había arrebatado la mitad de ropa de cama a mitad de noche cuando éste dio un vuelco terriblemente brusco hacia un costado.

 

La brisa matutina no era como sus susurros de aliento cálido; el sudor fatigoso no era el mismo nervioso que le emergía con los besos lentos; el dolor en las piernas no era resultado de una pésima posición de tiempo extenso que se negó a cambiar porque arriesgaba horrendamente alejarse de su cuerpo.

 

Alejarse. Como si no lo estuviera ya.

 

Diablos, qué hacía corriendo con rostro de muerte por las mañanas del último día; se figuraba en su cabeza aquel domingo, Choi Minho. Si en cambio podía obtener eso y mucho más simplemente despertando con la imagen del mayor junto a él.

 

 

 

-  Me gusta cómo se arruga cuando te ríes como idiota -continuaba Choi, haciendo sonreír al mayor que yacía de espaldas al colchón.

 

 

 

Jonghyun parecía soñoliento en demasía, o simplemente se negaba a responder a sus palabras. Se negaba a torcer el rostro.

 

Se negaba.

 

Algo debió hacer click en la mente del menor, algo que le recordara con un pesar amargo un punto negro bien remarcado en esa relación de papel pulcro que según él llevaban. Algo debió agrietarse en esa situación, mas, Minho lo ignoró por completo.

 

 

 

-  Amo que sea tan perfecta -siguió con su monólogo, incapaz de refrenar sus palabras, y quizá no era necesario hacerlo, quizá sólo debía dejar que éstas fluyeran y resbalaran por los vértices de ese rostro terso- dios, te amo.

 

 

 

 

Y luego silencio.

 

El silencio de siempre.

 

De siempre.

 

 

Se escuchó a lo lejos el típico sonido intermitente de un camión en retroceso. Y Minho sintió esa acción tan suya, tan suya, tal vez quería retroceder cinco segundos al pasado y tragarse esas palabras palpitantes de verdad genuina que ahora le estaban dejando presa de un mutismo frío; gélido; inexorable; que iba poco a poco tejiendo el aire en cientos de puntos que lo tornaban denso y palpable.

 

Minho, en algún momento creyó en la idea de progresión de aquello sin descripción disponible que llevaba como relación con el joven rubio. Pero nuevamente se equivocó, y eso reafirmó su amarga teoría de lo poco, de lo escaso que conocía esa mente divagadora y misteriosa del chico frente a sí, que ahora le miraba fijo con una expresión nula, medio muerta.

 

Omitir esa verdad inminente era uno de sus mayores pasatiempos, al cual dedicaba excesiva entereza, porfía y fracciones de su tiempo. Prefería llenarse de los recuerdos dulces que compartían juntos, especialmente de esas noches oscuras de encuentros furtivos, cuando el mayor le penetraba hondo envolviendo su piel con toques húmedos de sus labios, que se cincelaban como tatuajes permanentes por todo su cuerpo. O cuando él era el que le hacía el amor lentamente bajo el baño de luna, sigilosamente, tan lento y suave que pareciera que si lo hiciera una milésima más brusco, la figura de Jonghyun se esparciría por el aire encerrado de la habitación, por las sábanas desgastadas y por cada objeto del lugar, como un recuerdo lejano y borroso del cual nunca podría desprenderse, y el cual nunca sería capaz de olvidar.

 

En ciertas ocasiones olvidar no era el problema, era la solución justa y sana para el alma. Minho odiaba a muerte la inútil capacidad de su cabeza para olvidar los múltiples perfiles que conocía del mayor, aborrecía la increíble precisión de su memoria para recordar cada lunar de ese cuerpo, cada cicatriz, marca y punto exacto en donde le haría suspirar.

 

Se odiaba a sí mismo con excesos, pero aquello rozaba los límites de lo insano. ¿Qué culpa tenía él, de enamorarse de todos esos detalles efímeros que acribillaban contra sus ojos cada vez que le veía? ¿De suspirar inconsciente cuando le revolvía el cabello? ¿De anhelar sus labios día y noche?

 

 

 

-  ¿Tú no lo haces? -preguntó al aire, con un tono más serio entremezclado con el otro de niño. De pronto bufó sonoro- Claro que no -se respondió solo, en una afirmación angustiosa.

 

 

 

Se levantó raudo olvidando el letargo que ese día sombrío había impuesto en su anatomía, alcanzó sus pantalones en un lugar cercano, y cuando se disponía a salir de la habitación en una huida inconsciente, un par de brazos fuertes le aprisionaron justo en el marco de la puerta, obligándole a girar contra su voluntad. Choi estaba determinado a oponer la resistencia necesaria, porque necesitaba irse, porque no quería permanecer en esa habitación con sus palabras aún rebotando en las paredes, porque de alguna manera, en aquella ocasión más que en ninguna otra no debía permitirse el silencio que reinó minutos atrás, porque realmente esperaba palabras, alguna respuesta a cambio, porque él lo amaba, porque lo amaba.

 

 

Porque lo amaba.

 

Claro que lo hacía.

 

Pero, ¿qué obtenía él a cambio?...

 

 

De golpe, la efímera barrera autoimpuesta fue desparramándose ladrillo a ladrillo con cada beso que le entregaban en su piel desnuda.

 

 

...Prefería obtener el tacto superficial, a no poseer nada...

 

 

Apoyó la espalda ancha en la pared, dejándose hacer, rindiéndose ante aquel chico al que era incapaz de rechazarle algún capricho, alguna caricia. Cerró sus ojos, subiendo los brazos por el torso desnudo, camino a los hombros, ascendiendo a los cabellos oscuros, revolviéndolos con fervor, mientras suspiraba entrecortado sintiendo más nítido el aire helado del ambiente en aquellos rastros húmedos que iba dejando atrás la lengua tibia de su hyung.

 

 

...Aunque, en efecto, no era poseedor ni de un mínimo suspiro de ese cuerpo entregado al universo.

 

 

No era nada nuevo. Desde el primer segundo estuvo al tanto de que cada huella que aquel chico dejara en su vida, iba a marcarle de manera especial, como pequeñas cicatrices, que por muy diminutas que fueran, estarían ahí, cosidas en su ser, en su todo.

 

 

Y entonces, fue llevado al lecho nuevamente, en un conocido camino de retroceso.

 

 

 

-  Eres precioso -fue lo único que escuchó, justo antes de que el placer inundara su noción de tiempo, espacio.

 

 

 

Eres perfecto.

 

Tan perfecto.

 

La escena continuó en mutismo, con los movimientos torpes y el ambiente onírico, mientras Jonghyun se lamentaba internamente el que nunca podrían estar juntos, el que debía tragarse palabras para evitar una futura catástrofe, porque ellos dos juntos no remaban a ninguna dirección.

 

Y entonces se hundió en Minho lentamente, como pidiéndole perdón en el acto, queriendo entregarle mucho más que sólo placer. El menor gimió en su oído, enterrando con ímpetu sus uñas en los hombros apuestos del mayor. Éste gruñó en silencio, quizás se merecía el dolor punzante en la espalda, quizás el menor sufría mucho más que él. Tal vez debía explicarle algunas cosas que tornarían todo el asunto más claro, o por el contrario, aún más terriblemente complicado.

 

Bajó hasta el fondo, enterrándose más en el cuello largo del menor. ‘Te amo’ quería susurrarle suave al oído.

 

Aun así continuó en silencio.

Y Minho nunca pudo olvidar ese silencio.

Notas finales:

Jujuju

Saludines~!


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