—Estoy embarazada, señor Byun.
—Esto debe de ser una broma ¿No?
—No estoy jugando. Estoy embarazada de usted…
—¿¡Cómo te atreves!? Te dije que te cuidaras, ¿Sabes que tu maldito error puede acabar con mi matrimonio?
—Si su esposa se entera de su engaño pasaría lo mismo que con mi embarazo.
—¿Me estás amenazando? Eres una maldita zorra, ¡Ese hijo no puede nacer!
—Ni crea que abortaré. Es mi hijo y lo voy a mantener conmigo.
—No, ese bastardo no sabrá lo que es la luz del sol.
—Eso es lo que usted cree.
Esa conversación a cualquier mujer le habría hecho temer, pero no, una mujer sin nombre buscó maneras de escapar del padre de esa criatura que crecía inocentemente en su ser ¿Qué culpa tenía ese bebé que sus padres se hayan dejado llevar por el placer?, no porque sea un ‘error’ de parte del padre signifique que su madre no desee tenerlo consigo. En cuando esa noble mujer se enteró en el estado que se encontraba muchos sentimientos le abarcaron su ser pero ¡nunca había pensado en abortar!, a pesar de todo, un hijo era una bendición y ahí estaba uno de sus sueños de pequeña; ser mamá.
Tras noches llenas de terror, la madre soltera estaba al borde del colapso mental. No podía dejarse influir por los constantes ataques que estaba recibiendo por parte del hombre quien era el padre de su hijo pero claro, el muy cobarde mandaba a sus guardaespaldas para tratar de hacerle daño, cosa que claramente hasta ese instante no había logrado. Un plan, eso era lo que debería buscar y así hizo: buscando en el internet, pudo contactarse con viejos amigos a quienes había conocido mucho tiempo atrás en uno de sus viajes de vacaciones. La pareja casada en cuestión residía en Ámsterdam, la capital de Holanda, ambos a lo largo de su matrimonio no habían podido concebir a un niño porque el hombre padecía de una extraña enfermedad la cual le impedía tener hijos, pues sus espermatozoides a la final morían mucho antes de fecundar el ovulo, a eso se le sumaba que su esposa tenía las trompas de Falopio completamente selladas, por ende, ella tampoco podía tener hijos. Ambos eran buenas personas, se habían convertido en los mejores amigos para la asustada mujer y no dudó dos veces antes de decirles el plan que había trazado en su mente.
Nada ni nadie impediría que ese bebé naciera, fuera niña o niño tendría una larga vida por delante. Quizás no con su madre biológica pero tendría en cambio a dos amorosos padres que darían la vida por él si así fuese necesario. Para todo aquello bastó solo una identidad falsa, pasaporte completamente falso y un nuevo y radical cambio de look.
—Esto es lo que quiero, vale más la vida de mi bebé que la mía propia.
Parada frente al espejo observó su reflejo. Ojos rasgados, rasgos finos y delicados. La blanquecina piel de su rostro estaba manchado con rastros de maquillaje, lágrimas y esas horrorosas ojeras que no se dignaban a desaparecer, pero claro, el reflejo mostraba a una madre primeriza que poco a poco se iba consumando en dolor por ese miedo de perder a su hijo o hija por culpa de ese monstruo que era su padre.
Así eran las cosas en ese instante. Era correr o morir en el intento.
Sin duda alguna, el amor de madre es más fuerte que cualquier otro, una madre es capaz de darlo todo por salvar a sus hijos y esta es la historia de ese hermoso hijo que estaba creciendo en el vientre de la mejor mamá que un niño ha de desear tener. Lástima que él no ha de poder disfrutar ese regalo que el mismo Dios le otorgó, todo gracias al hombre quien fecundó.