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Quiero tener un bebé [En edición] por mikuuchan

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Notas del capitulo:

¡Hola gente bonita!, pues casi no me demoré en subir capítulo adoro cuando la inspiración revolotea por ahí ahaha espero que les agrade este cap cargado de momentos Sasunaru...

en el cap anterior les dije que aparecería Shikamaru, pero a última hora preferí explicar por que el Teme no se lleva con Nara, así que ya no jodo más y lean!!!

Son pocas las descripciones para explicar los sentimientos encontrados del azabache, al escuchar el peculiar nombre por voz propia de la rubia galena. Tanto él como Naruto, conocían de años al mencionado, por coincidir en ciertas clases durante el período de secundaria.  

Sasuke no lo podía creer o simplemente se rehúsa a aceptar que el sujeto de quién hablan, es aquel tipo alto, atractivo y poseedor de intimidantes ojos marrones, Nara Shikamaru.

El moreno jamás llegó a considerar el futuro médico de Naruto como un rival y esto se debe que, a criterio personal, el ahora reconocido doctor, no representa un peligro latente para otorgarle el título de “adversario temerario”. Sencillamente el Uchiha y Shikamaru no congenian.

Ambos varones no podían estar en el mismo sitio aspirando el vital oxígeno, porque terminaban en una batalla campal de improperios, insultos, provocaciones y dependiendo del ánimo caldeado, golpes de por medio. Nunca pudieron llevarse bien en aquel entonces y es probable que, en su inevitable encuentro, la situación se torne engorrosa.  

En el pasado, el blondo de orbes zafiros intentó que el duplo de la discordia armonizase una tregua temporal, pero la misión fue fallida. Ninguno de los dos quería sostener una amistad fingida, siendo los enfrentamientos una costumbre que continuó sin cesar, entre ellos solo existía el espíritu de competencia por ser el mejor en cualquier aspecto que los involucrara. Si uno era excelente en las artes, el otro buscaría la forma de hacerle riña. Si Shikamaru era extraordinario en los deportes, Sasuke hacia lo imposible para mantenerse a su igual o superarlo. Definitivamente ambos hombres no podían dejar de retarse para llamar la atención del hermoso doncel de piel acanelada.

El pelinegro sabía de años atrás que, Shikamaru tenía cierto interés en Naruto.  Lo supo en cuanto Nara se lo mencionó en una de sus típicas discusiones, donde el castaño le dejó en claro que el doncel sería suyo. Por obvias razones, Sasuke hizo lo imposible para mantener al estudiante sobresaliente lejos de su blondo amigo, nunca permitió que el ahora doctor se aproximara al Uzumaki más de lo necesario.

Sasuke jamás consintió que Naruto se relacionara con el chico de ojos marrones, a pesar de que el joven doncel le comentó en una ocasión que se sentía atraído por el primogénito de la familia Nara. Por ende, el Uchiha decidió inmiscuirse en el supuesto amorío, evitando que se diera un emparejamiento formal.

Las provocaciones se prolongaron una vez Naruto terminó secundaria y decidiese ir al extranjero en compañía de su madre para culminar la preparatoria en un instituto norteamericano. Más tarde, Sasuke y Shikamaru continuaron su ciclo escolar, colocándose en los primeros lugares como se esperaba de ellos, siendo provenientes de familias de renombre. Después de la graduación, no volvieron a tener contacto hasta el regreso del Uzumaki. Cada quién trazó su propio camino, desempeñando una profesión digna y exitosa.

 

 

Sasuke caminaba junto al rubio hacia el estacionamiento sin pronunciar palabra alguna, sumergido en los recuerdos de su lozanía, refunfuñaba la desgracia que tendría que pasar al encontrase con Shikamaru.

—¡Oh por Dios! Me cuesta tanto creer que Shikamaru será el médico encargado de la inseminación, aunque la doctora Tsunade fue amable con nosotros me hubiese gustado que ella le diera el seguimiento al proceso —el rubio miró con atención a su imperturbable amigo, quien subía de mala gana al auto—. ¡Oye Sasuke, te estoy hablando!

—Te estoy escuchando, Naruto…                                

—¡Parece que no es así! Al menos finge que me oyes, idiota.

—No creo que sea prudente que el imbécil de Nara sea el que deba atenderte, podremos esperar el regreso de Tsunade y sea ella la encargada de todo.

—Por lo que me das a entender, aun le profesas rencor a Shikamaru. ¡Por favor, Sasuke! Compórtate como un adulto y deja los conflictos de lado, él siempre fue cortés conmigo y eso no se lo puedo reprochar —el de cabellos color ébano apretó con fuerza la mandíbula para no vociferar un improperio ante las palabras del doncel.

—Lo describes como un “encanto de persona”, por poco y termino siendo un seguidor del maravilloso doctor Nara —el Uzumaki chasqueó la lengua, frunciendo el entrecejo al instante. Lo mejor que podía hacer el doncel para calmar el colérico estado del pelinegro es guardar silencio y no añadir más sátira en el asunto, acción que decidió acatar.

—Dejemos el tema por la paz, Sasuke. Ya veremos cómo se desenvuelve el ajetreo con los exámenes y después pensaremos en los detalles. Estoy cansado y adolorido. Por favor llévame a casa.

—¿No querías ir a la tienda de bebés? —Sasuke interrogó al doncel.

—Me encantaría, pero debo guardar reposo, será en otro momento. Además, tengo que ir a recoger ropa a mi departamento, tendré que hacer el sacrificio de quedarme en tu casa para vigilarte, Uchiha.

—¡¿Qué?! ¿Y eso por qué, Naruto? —preguntó exaltado el Uchiha.

—Tienes el descaro de preguntarme la razón. Tú conoces la respuesta, así que te pido encarecidamente que no empieces con las discusiones porque no estoy de humor para iniciar una absurda pelea. Solo te advierto que estaré al acecho de ti. Cuando creas que no eres observado, estaré ahí viéndote con total atención. En el momento que llegas a pensar que has escapado de mis fauces, me convertiré en tu sombra recriminándote tus malas intenciones. En síntesis, evita que me vea en la necesidad de golpearte, es mucho mejor, Sasuke.

—Tus amenazas son terriblemente encantadoras, amor mío —el azabache inquirió con voz socarrona, fijando su vista en el panorama de la concurrida ciudad, concentrándose en hallar un atajo para dirigirse hacia el departamento del rubio.

—¡Oh vamos, Sasuke! Si yo no estoy al pendiente de ti, caerás en las garras de la libido y perversión. Por ende, terminarías por no cumplir con los cincos malditos días de abstinencia que te indicó la doctora Tsunade. Además, si lo analizas de una forma positiva, puede ser conveniente para tu malograda reputación que, un hermoso doncel rubio de ojos azules y de sensual cuerpo esté en tu lúgubre hogar, tus vecinos creerán que estaremos follando como animales en cada esquina de tu insufrible departamento y tu enorme ego crecerá hasta las infinidades del universo —Sasuke miró de reojo a Naruto y le dedicó una sonrisa ladina pensando en una posibilidad.

—¡Oye idiota! Es un sarcasmo, así que no me mires así, conozco ese gesto de depravación en tu poco simpático rostro.

—Lo que tú digas, Naruto, pero la idea que has sugerido suena extremadamente interesante. ¿Por qué no aplicarla? —comentó en tono sensual el varón, haciendo sonrojar al Uzumaki.

—¡Vete al demonio, Uchiha! Jamás de los jamases me metería en tu cama, recuérdalo en tu ya viciosa mente. No pienso cometer incesto con quien considero mi hermano.

El rubio desvió su azulina mirada del centro para enfocarse en el privilegiado atardecer de Tokio. Por alguna razón, sus mejillas se tornaron de un suave color carmín ante la descarada sugerencia del azabache. No le agradaba tener ese tipo de conversaciones con el hombre de cabellos oscuros, debido a la sensación de extrañeza que le provocaba.

No había una palabra en sí para describir el nerviosismo que lo acompañaba y no quería volver a percibir ese efecto tan drástico de unos momentos atrás, donde se vio preso con el cuerpo del moreno y el supuesto beso que estuvo a poco de recibir.

—Entonces tu preocupación es por considerarme un hermano. Deberías tranquilizarte, Naruto. No mantenemos ningún parentesco sanguíneo por lo que no veo la necesidad de fingir respeto para algo tan normal como el sexo.

—¿Lo que tratas de decirme es que te quieres acostar conmigo, pedazo de imbécil?

Sasuke detiene el vehículo en la señal de alto, observando con fijeza al rubio doncel. Escudriñó la figura delicada que permanecía en el asiento de copiloto de brazos cruzados, alterando los nervios de Naruto, quien se avergonzó por el acto descarado del pelinegro, dándole un golpe en el hombro que causó la carcajada al menor de los Uchiha.

—Observándote con cuidado, de mal ver no estás…

—Sabías que eres un bastardo, ¿verdad?

—Todo el tiempo me lo dices. Por tanto, estoy más que acostumbrando a tus encantadoras palabras de amor, Naruto.

—¡Qué considerado eres, querido!

El viaje continuó entre bromas del pelinegro, contestaciones divertidas por parte del rubio, frases llenas de sarcasmos y risas en igual escala que armonizaba el ambiente cómodo del automóvil, olvidándose del lapso que les tomó llegar al lujoso departamento de Naruto.

El doncel ordenó sus pertenencias con ayuda del azabache, asegurándose de que todo estuviese en el lugar correcto dentro de la maleta de viaje, sorprendiendo en el proceso al Uchiha por la cantidad innumerable de ropa que Naruto guardó recelosamente.

—¿Naruto, no crees que estas exagerando? Solo serán cinco días que permanecerás en mi casa. No estarás de excursión dándole la vuelta al mundo.

—Siempre debo de estar preparado para cualquier inconveniente de último minuto y más si se trata de mi profesión. El vestir elegante es fundamental para asistir a reuniones importantes con clientes, audiencias, careos y demás situaciones que no vale la pena hacer mención.

—No sería mejor que yo me quedara en tu departamento y nos evitáramos estar de un lado a otro, aunque veo completamente innecesario ser custodiado por ti, te he dado mi palabra y pienso cumplirla.

—Lo conveniente sería que te quedaras aquí, pero tu casa es mucho más céntrica y me queda próximo a la oficina. Si por alguna razón, debo encontrarme con Gaara fuera de horas laborables, tu departamento sería el sitio adecuado, por eso es mejor que yo asuma el reto de sobrevivir junto a ti durante cinco largos y peligrosos días y ver de lo que eres capaz. Además, podría aprovecharme para que me lleves y traigas de regreso cuando salgo del despacho.

—¡Vaya! ¡Ahora debo de ser el chófer de su excelencia! —refuta irónico el moreno.

—Sasuke, nada te imposibilita hacerme un pequeño favor, con esa actitud solo demuestras ser un quejica.

—Sí, sí lo que sea, ya vámonos —ambos partieron sin ningún contratiempo al departamento del azabache, llegando casi al anochecer. Subieron por el ascensor en silencio, dirigiéndose al modesto hogar del peligro.

—Regresaré en un momento, iré por Kuroneko en casa de la señora Kira. Puedes dejar tus cosas en mi habitación —Sasuke dejó al rubio doncel en la sala de su hogar para ir en busca de su revoltoso gato.

El blondo observaba cada rasgo de la habitación del pelinegro, a pesar de que el apartamento de Sasuke es sencillo en comparación al suyo, debía reconocer la pulcritud y la limpieza del mismo, le gusta que el moreno sea cuidadoso en ese aspecto, llegando a convertirse en un ser obsesivo con el orden.

—Mi casa es acogedora, aunque digas lo contrario.

—No puedo rebatir lo que dices. Definitivamente se percibe la calidez en tu hogar.   

—Buscaré un futón para que descanses y luego prepararé la cena.

—¡¿Espera, dormiré en un futón?! ¡Soy tu invitado! Merezco el trato adecuado como tal, por lo menos sédeme tu cama. No pienso dormir entre acuarelas, oleos y pintura.

—La habitación de huéspedes la adapté para mi estudio personal. Por obvias razones, no puedes dormir ahí y te recuerdo que, su majestad se auto-invitó a pasar unos días en mi departamento. Por ende, deberás usar el futón.

—¡Qué maldito eres, Sasuke! —inquirió dolido el doncel—, pero está bien, dormiré en ese estúpido futón en compañía de Kuroneko, es mejor descansar en el piso a poner mi cuerpo en esa asquerosa cama que sepa Dios cuántas mujeres y donceles han pasado por ella —el rubio miró con cara de desprecio a su amigo, mientras el Uchiha le sonreía con malicia.

—Por mi cama no ha pasado nadie, solo la utilizo yo, porque suelo revolcarme con mis amantes en el futón que usarás o en cualquier otro sitio de la casa. Ya sabes, soy bastante extremista con respecto a la higiene —el rostro de Naruto reflejó una desagradable mueca que divirtió en demasía al moreno.

—¡Me largo a mi departamento!

—¡Hey, espera! Solo era una broma. Te dejaré mi cama siempre y cuando la compartamos, es grande cabemos muy bien en ella.

—Tú en el futón y yo en la cama, no confió en ti…

—Juntos en la cama y es mi última palabra, lo tomas o lo dejas, tú decides…

—¡Bastardo! No tengo opción, ¿verdad?

—Realmente no, lo único que puede ocurrir es que te toque a medianoche cuando me asegure de verte dormido, nada más —el rubio se sonrojó furiosamente, asesinando con la mirada al pelinegro. Se alejó de la confinidad del moreno, adentrándose a la estancia perteneciente a Sasuke.

—Espero que no te atrevas a ponerme un dedo encima, Uchiha. No soy igual a toda la sarta de ignorantes que tienden a inmiscuirse contigo —Naruto habló con seriedad, mirando retadoramente a Sasuke, quien sonrió petulante en una muestra de provocación.

—¡Relájate! No pienso hacerte nada, solo nos limitaremos a dormir y nada más —el Uchiha le revolvió los cabellos rebeldes al doncel, sonriéndole amistosamente. Le divertía en demasía hacer rabiar a su berrinchudo amigo, siempre cayendo en sus bromas y haciendo gestos dramáticos por la preocupación.

—¿Me prestas tu baño? Quiero ducharme.

—Ya sabes dónde queda, úsalo sin problema.

Naruto tomó sus pertenecías e ingresó al baño con la atenta mirada del moreno sobre su espalda. Los oscuros ojos de Sasuke, se enfocaban en el andar del blondo y por más que quiso desviar sus orbes de la figura pequeña del doncel, terminó por ver el contoneo de caderas y el voluminoso trasero de su compañero.

Sasuke no lograba comprender por qué las últimas semanas se sentía mucho más atraído al que ha sido su mejor amigo de toda la vida. No contradecía la belleza del Uzumaki, porque a criterio suyo y el de muchos más, Naruto es hermoso y no había justificación para negar una verdad irrefutable, pero él como varón, ya no veía al rubio solamente como un compañero, había algo más que se negaba a creer.

—Solo es atracción… —Sasuke suspiró con desdén, convenciéndose de que sus sentimientos por Naruto, forman parte de su naturaleza como hombre y nada más.

El moreno recostó su cansado cuerpo en la cama matrimonial de su pieza y observó el techo, perdiéndose en sus cavilaciones. No supo cuantos minutos pasaron en mantenerse bocarriba, viendo la nulidad. No obstante, ladeó la cabeza y se encontró con los ojos azules del doncel, mirándole con un leve rubor en las mejillas.

—Olvidé traer conmigo mi pijama, solo permanece ahí donde estás. Me cambiaré en el baño —Sasuke tuvo que hacer un esfuerzo abismal para alejar las insinuaciones funestas de su mente y mantenerse cabalmente cuerdo sin lujuriar el cuerpo desnudo del rubio doncel, envuelto en una corta toalla.

—Ya te he visto desnudo, Naruto. No hay problema con eso…

—¡¿Qué?! ¿Me estuviste espiando? Me aseguré de ponerle pasador a la puerta, es imposible…

—Solías tener complejo de exhibicionista de pequeño. ¿Lo recuerdas? Kushina corría tras de ti con ropa en mano para vestirte —sonrió burlón el Uchiha.

—¡Cállate! Es un episodio vergonzoso de mi pasado, nadie tiene por qué saberlo —el blondo tomó sus ropas y salió presuroso de la vista altiva del pelinegro. Le incomodaba enormemente la manera en que el azabache le observaba, se sentía expuesto y por ello, prefería escabullirse de los impulsos sorpresivos de Sasuke.

El moreno se levantó de la cama con el corazón latiéndole a mil y con un revoltijo de preguntas. La vista que había obtenido del rubio le agradó infinitamente y se maldecía por tener a la tentación a su alcance. Salió de la pieza y se encargó de preparar la cena para ambos, haciendo el esfuerzo de mantener su mente ocupada en cualquier actividad que no fuese la silueta fina del doncel.

—¿Qué harás de comer, Sasuke? —el blondo se sentó en el desayunador de la cocina, viendo atentamente cómo el pelinegro rebanaba unos tomates. Sasuke le miró divertido por las pintas sencillas del doncel. Lucía unos pantalones anchos de chándal y un suéter grande, dejando al descubierto su acanelado hombro.

—Pasta —respondió automáticamente el Uchiha—. ¿Por qué vistes así para dormir, ¿eh?

—¿Tienes algún problema con mi vestuario? Da totalmente lo mismo, solo me limitaré a dormir, no estaré en una pasarela modelando, así que ahórrate tus comentarios ofensivos, porque no me interesan.

—¡Hey, relájate! Solo lo dije para hacer plática, pero te ves adorable —el rubio se ruborizó, arrugando el entrecejo y escuchando reír a su pelinegro amigo.

La cena transcurrió de la mejor manera, rieron por los fallidos intentos de atención de Kuroneko, mascota de Sasuke. Hablaron de cada trivialidad, dando paso a las horas que, anunciaba la necesidad de buscar cama para descansar. Una vez Naruto se acomodó en el espacioso colchón, el pelinegro decidió darse una larga ducha.

—¡Lo sabía! Si yo no me quedaba aquí, el muy bastardo tendría las visitas de sus amantes —encolerizado, Naruto fue abrir la puerta, encontrándose con la misma mujer de días atrás, quien exigía con prepotencia la presencia del azabache.

—¿Podrías llamarle a Sasuke? Quiero hablar con él.

—Él no podrá atenderte en este momento, regresa otro día —el rubio iba a cerrar la puerta, pero la mujer impidió la acción, mirándole con un deje de rabia declarada.

—Sé que Sasuke está aquí. Llámale y dile que necesito hablar con él —la castaña alzó la voz, haciendo enfadar al rubio doncel que, de mala gana terminó por abrir la puerta, dándole acceso a la estrafalaria mujer.

—Naruto, en dónde… —el moreno secaba sus hebras azabaches, cuando guardó abruptamente silencio, presenciando a la chica de cabellos marrones junto a un enojado doncel.

—¿Tú que haces aquí? —Sasuke se apresuró en sacar a la castaña de su departamento, arrastrándola hacia el pasillo del condominio para dejarle en claro que no deseaba volver a saber de ella. No recordaba su nombre y tampoco quería mantener un contacto cercano con la soberbia fémina que, no le quedó más que retirarse con la poca dignidad que poseía.

El pelinegro se aseguró que la joven se marchara para ingresar a su hogar e ir en busca del doncel que, yacía acostado cubierto de pies a cabeza seguramente molesto por el incómodo momento.

—¡Oye Naruto! Lo de hace un rato fue demasiado engorroso para presenciar y ya sé que me lo vas a reprochar, pero había acordado con ella que solo sería sexo casual y ésta se imaginó que le daría el anillo de compromiso…

—¡Cierra la boca y duérmete, Uchiha! —el ojiazul le lanzó un almohadón al pelinegro, volviendo a cubrirse con las suaves sábanas para sobrellevar el malhumor.

—Solo discúlpame, Naruto.

—Colócate ese cojín entre las piernas para prevenir cualquier incidente y otra mención, si quieres evitar ese tipo de situaciones grotescas, no traigas a mujeres y donceles a tu departamento, te ahorrarías tantos dramas —Sasuke sonrió acostándose a un lado para detallar el perfil del rubio antes de apagar la luz.

—Seguiré tu consejo…

El rubio permaneció quieto escuchando la respiración acompasada de Sasuke, dando por hecho que el varón dormía tranquilamente, mientras que él se desesperaba por la atmosfera de paz a su alrededor. No podía conciliar el sueño. Cerró los ojos en un malogrado intento de dejarse llevar por los brazos de Morfeo, pero terminó siendo una fallida prueba, debido a la ansiedad que padecía.

Naruto se sentó en el borde de la cama para encender la lámpara de la mesita de noche que forma parte de la habitación. Vio de reojo a su amigo, acercándose lo suficiente para contemplar el varonil rostro de Sasuke. Sus largas pestañas oscuras, la nariz recta y labios carnosos. En medio de la bruma de curiosidad, el Uzumaki se cuestionó por qué el azabache tiene tantos pretendientes, cuál es la razón para seguir tras sus pies, rogando por su atención. Sin embargó, se sorprendió por conocer su respuesta y lo que incitaba en él.

Llevó sus delgados dedos a la boca del moreno, acariciando los suaves labios ligeramente entreabiertos, sintiéndose atraído por acercarse a él. Percibió su calmado aspirar y fue hipnotizado por el deseo de fundirse en un ósculo apasionado con Sasuke.

Notas finales:

No se por que presiento que el público querrá golpear a la autora por dejar el capítulo en esa parte...

¿Ustedes que creen... el dobe besa al bello durmiente o no?

¿Es un hecho que el par de tontos se gustan?

¿Cuándo creen que actualizo? ok no... eso no, no se cuando actualizaré por que mi horario de la u está del carajo ahaha

Ya saben comentarios, sugerencias, amenazas (por que sé que las habrá) son más que bienvenidos...

Nos estamos leyendo!!!


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