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Dime que me quieres por Bim ih

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Notas del fanfic:

Holi, vengo con un OneShot del Jaeho... y se preguntarán: ¡¿qué rayos es el Jaeho?! ...okno eue me encanta hacerle bullying a los irrelevantes de UKISS, así irrelevantes y todo los amo (?) 

Tiene algo de lemon, pero no tanto como a muchos les gusta -a mí 7u7- okya

No soy buena con los nombres, así que si no le agarran relación al nombre respecto con el contenido, ni modo :P

 

Notas del capitulo:

Nos leemos abajín(?

–Pasajeros del vuelo 403 que acaba de arribar a la ciudad de Seul, favor de recoger su equipaje correspondiente, gracias.– se anunció por el altavoz del aeropuerto, al cual, Eli, DongHo, SooHyun y Kevin acababan de llegar.

Bajando de aquel avión que los había traído a Seul, la maravillosa e imponente capital de Corea del Sur.

Aquellos chicos habían planeado esa visita desde hace unos largos meses, pues estudiar en otro país es bastante diferente y algunas veces agotador: nuevos lugares, nuevas costumbres... nuevos amigos.

En una universidad de Japón no es muy común encontrar personas coreanas, mucho menos en una prestigiosa escuela como de la que venían; sin embargo, Dongho tuvo la suerte de encontrarse a esos 3 chicos en algunas clases, los cuales, lograron convertirse en amigos -casi hermanos- en tan poco tiempo. Esto fue debido a que compartían el mismo sentimiento de ser un extranjero en un país tan potente como lo es Japón; así que decidieron viajar a su país natal para visitar a la familia y a relajarse un poco, como unas vacaciones.

Mientras esperaban por su equipaje, Eli y Kevin estaban jugueteando un poco para matar el tiempo, mientras que SooHyun los grababa con su cámara de vídeo, y Dongho simplemente observaba divertido. Él era el más serio de los cuatro, pero eso no le quitaba que cuando se lo proponía, podía ser tan gracioso como sus amigos.

–Hey, chicos, acérquense... ¡deben ver esto!– los llamó el más grande, señalando lo que grababa con su cámara.

Sus 3 acompañantes se acercaron curiosos a lo que su hyung podría estar grabando.

–¿Acaso están grabando un drama a mitad del aeropuerto?– preguntó Eli, quien odiaba las cosas cursis y empalagosas, según él; aunque cuando estaba con Kevin siempre actuaba de una manera muy tierna y ridícula a la vez.

–No se ven cámaras al rededor, no es posible que sea un drama.– analizó SooHyun.

–Tienes razón, Soo. ¡Seguro es una romántica pareja que estaba a punto de separarse y el chico corrió a los brazos de la chica para que ella no tomara su vuelo y se quedara con él para siempre– intervino Kevin, el más romántico del grupo.

–Deberías ser escritor de dramas, Woo, eso que te acabas de inventar es una muy buena historia, podrías ganar millones con esa idea– lo apoyó Eli, despeinando un poco el flequillo del rubio.

Dongho, como de costumbre, se quedó callado, viendo fijamente aquella conmovedora escena.

—————— 

–¡Estoy agotado! Eso de esperar 2 horas en el aeropuerto sólo para recibir el equipaje no es nada lindo– se quejó Eli, mientras dejaba sus maletas en medio de la habitación del hotel.

Los demás chicos ya se encontraban tirados en el sofá que había ahí.

–Sigo creyendo que es absurdo quedarnos en un hotel mientras pudimos ir a nuestras respectivas casas con nuestras respectivas familias– habló el más pequeño, viendo acusadoramente a su mayor; a pesar de su edad, la mayoría del tiempo parecía ser el más maduro.

–Eso no fue cosa mía, la agencia de viajes nos haría el descuento en los boletos de avión sólo si tomábamos la oferta que incluía el hotel. ¡Así podemos pasar más tiempo juntos!– se defendió SooHyun.

–Soo tiene razón,– argumentó Eli –mañana cada uno se irá por su parte para estar con su familia, y casi no nos veremos. Estando en el misno hotel hará que al menos nos veamos por las noches.

Dongho rodó los ojos y se levantó del sofá.

–Iré a dormir primero.

–¿No vienes a cenar con nosotros? Iremos por unas ricas alitas de pollo– preguntó Kevin.

–No tengo hambre, pero gracias. No regresen tan tarde.– alzó la mano como despedida, dirigiéndose a su cama, la cual compartiría con alguno de sus amigos.

——————

Eran casi las 2 de la mañana, y el pelinegro no lograba conciliar el sueño... ¿Será porque sus amigos aún no llegaban? O quizás... No, descartó enseguida esa ridícula idea.

Desde el aeropuerto no dejaba de pensar en aquella dramática pareja que se reconcilió en aquel lugar, pero ¿por qué?, ¿eso a él que le importaba?

Se levantó ágilmente de la cama y corrió a buscar la cámara del mayor. La encontró entre las cosas de su amigo; agradeció que SooHyun la hubiese dejado, pues siempre la llevaba con él.

Apresuradamente vio en la galería de videos, buscando el del aeropuerto. Lo encontró con facilidad y le puso play; en la imagen se veía a Eli y Kevin jugueteando, y detrás de ellos a una linda chica esperando en la fila para abordar, en eso, un chico llegó a ella corriendo y gritando "¡Jan Mi, no te vayas!"; en ese momento, todos los presentes voltearon a ver la escena; el chico la abrazó y ella después de unos segundos también lo hizo, él comenzó a hablar, pero por la distancia no se lograba escuchar, se reconciliaron y salieron juntos del edificio, toda la gente comenzó a aplaudir y a gritar mensajes de ánimo y felicitación para la feliz pareja.

A Dongho no le interesó nada de eso, su vista se mantuvo solamente en una cosa... mejor dicho, en alguien: aquel chico con una peculiar sonrisa; y eso le extrañaba al pequeño, lo perturbaba y enojaba lo que ese chico le hacía sentir en la parte baja del estómago.

¿Qué le provocaba aquel chico? ¿Interés? ¿Preocupación? Quizás... ¿Deseo? ...¿De verdad deseaba a un chico? ¡Eso nunca!

Pausó el video justo cuando el chico estaba sonriendo y agregó el zoom para enfocar mejor su rostro; observó aquella encantadora imagen durante unos minutos, parecía que lo hipnotizaba, lo atrapaba sin siquiera hacerlo a propósito. ¿Qué tenía aquel chico que ponía en tal estado a Dongho?

Otra vez aquella sensación debajo del estómago...

–Debo tener hambre. Sí, eso es razonable, pues no cené nada, y en el avión a penas y probé bocado.– se dijo a sí mismo.

Se puso una sudadera y salió a la calle, recordó que a una cuadra del hotel había una tienda que habría las 24 horas del día, y se puso en marcha a ese lugar.

Ya dentro del recinto, tomó un envase con ramen y lo metió al microondas. En lo que su cena rápida estaba lista, decidió buscar algo de tomar y caminó hasta los refrigeradores, los cuales no se encontraban tan lejos del microondas, así podría escuchar cuando el aparato hiciera aquel sonido que avisaba que el ramen estaba listo; de todas formas era el único cliente en la tienda, así nadie le robaría su comida.

Escuchó la alarma que le indicaba que el ramen estaba listo para comerse, y a paso ligero se dirigió a el aparato, sin embargo, cuando llegó, notó que el ramen ya no estaba, volteó hacia las bancas que había en la tienda para que la gente se sentara a comer, y ahí se encontraba un chico con una sudadera negra y capucha comiéndose su preciado ramen.

–¡Yah!– se acercó a esa persona, quedando en una cercanía fuera de lo normal, pero él no se dio cuenta de aquel detalle– ¡Eso es mío!

Aquel chico negó con la cabeza, la cual era de una proporción un poco más grande que la de una persona cualquiera, y eso le dio un poco de gracia al pelinegro.

–Mmmm te lo pagaré... algún día, ahora no traigo dinero conmigo– habló el otro chico, que ni siquiera alzó la vista.

–¡Hey, eso no se hace! ¡No es correcto!

–Ja, tú no eres mi madre para hablarme así, idiota –en esta ocasión, el delincuente -como Dongho había decidido llamarle- levantó la cabeza para mirar al otro.

El más pequeño quedó impactado, y no por las palabras del otro, sino porque aquella persona que le había robado su cena era nada más y nada menos que el chico romántico del aeropuerto, el que le había hecho sentir cosas raras en el estómago a Dongho.

El semblante del "delincuente" también cambió, de una mirada fastidiada pasó a una más enternecedora, pero... ¿por qué?

–Este... yo... de todas formas no tenía hambre– argumentó el menor, sintiéndose, de alguna manera, apenado; con la intención de olvidar todo y marcharse, dio media vuelta.

–¡Espera! –lo detuvo– Te lo pagaré, sólo dame tu número y mañana te llamo.

–No importa, además, no le daría mi número a un extraño.

–Pero... –pensó un segundo en las palabras que le convendría decir– Soy JaeSeop, puedes decirme Jae, o AJ, como gustes... Ahora ya no somos del todo extraños.

–Lo siento, debo irme.

Esas fueron sus últimas palabras antes de dejar el lugar y regresar al hotel.

Al entrar a su habitación cerró la puerta detrás de sí y se recargó en ella, soltando un largo suspiro.

–JaeSeop... ¡¿Ah pero en qué estoy pensando?! –sacudió su cabeza como si eso le ayudara a desechar todos los pensamientos y emociones que tenía en ese momento.

————

Tal vez un paseo por Seul a media noche ayudaría a despejar su mente, pues desde que llegó, no había disfrutado ni un sólo momento por culpa de aquel chico, y aún no lograba entender el por qué.

Entró a una cafetería, y pidió algo de tomar, sentándose junto a la ventana para poder apreciar mejor las calles llenas de luces y gente al rededor.

Lo que Dongho no había notado, es que un chico que iba pasando por la calle se detuvo en seco y lo observó asombrado a través del cristal.

-Oh... es él... -dijo aquel chico, corriendo al interior de la cafetería.

–¡Yah! –se escuchó desde la puerta, sin embargo, el pelinegro no volteó a ver– ¡No te hagas el que no me ve, eso duele! –volvió a hablar, esta vez, ya cerca del menor.

Dongho, ingenuo de lo que sucedía a su al rededor, levantó la vista desconcertado, y al ver a esa persona delante de él, casi se cae de la silla, no tanto por la presencia del chico, sino, por quien estaba a su lado.

–Me tengo que ir.

–¡Espera! –lo tomó del brazo, impidiendo su huida, el pequeño abrió sus ojos de par en par– Esta vez no te dejaré ir. Ya te dije que ser ignorado duele. ¿No te agrado?

–No es eso, sólo que necesito irme.

–Mira, ella es Jan Mi... –señaló a la chica que estaba tomando su mano– ¿Por qué no nos sentamos a platicar?

Dongho fue prácticamente arrastrado por Jae hacia una silla, y en las de enfrente se sentaron él y su acompañante.

—————

Ya una semana en Corea... AJ finalmente consiguió el número de Dongho, quien estaba frustrado por tantos mensajes que recibía del mayor, sin embargo, de alguna forma se sentía... ¿feliz? Puede que así sea.

SMS de: Jaeseop

"¡Hey, Donghito! Hoy fiesta en mi casa. No puedes decir que no eeeh!!! 7n7

¿Por qué no traes a los amigos de los que me has hablado? ¡Será divertido!

Espero con ansias esta noche y así poder verte ㅠㅅㅠ ....ㅋㅋㅋ sabes que es broma, tontito!

Nos vemos al rato c;”

Dongho no quiso contestar, lo último lo dejó aturdido y confundido. Odiaba a ese gato meloso y cabezón que lo hacía sentir de esa forma, y aún así, no podía estar lejos de él.

–Maldito masoquista... –se dijo a sí mismo.

–¿Quién es masoquista? –Soohyun había entrado a la habitación sin previo aviso, sorprendiendo al pequeño.

–Nadie, Soo, nadie.

El otro se acostó a un lado de Dongho y lo abrazó; esas muestras de cariño no le incomodaba a ninguno de los dos, pues desde que se conocieron lograron crear un vínculo perfecto, por lo que se llevaban muy bien.

–Eh... hyung, ¿quieres ir a una fiesta hoy en la noche?

–¡Claro! Me encantan las fiestas... –Se levantó, emocionado– Una fiesta no es fiesta si no está Shin SooHyun en ella, te lo aseguro.

El pequeño rió, le encantaba el humor siempre relajado y bromista de su amigo.

–Le diré a Kevin y a Eli.

————

Tanto Eli como Kevin no pudieron ir, pues cada uno ya tenía planes. Soohyun encantado iría, no se perdería una fiesta por nada.

–Dongho, algo surgió de pronto, pero no tardaré mucho, me pasas la dirección de tu amigo y nos vemos ahí –le anunció Soohyun.

–Em... claro –contestó un Dongho inseguro.

————

Nunca antes había estado en una fiesta con demasiados desconocidos, siempre iba a donde estaban sus sunbaes o familiares; ésta era la primera vez que se aventuraba él solo a una "fiesta".

Al llegar, se escuchaba la música a todo volumen, y el paso estaba bloqueado por chicos y chicas borrachos, drogados, o algo por el estilo; no era su primera vez en una situación así, y mucho menos era un santo, pero sabía poner límites, no como aquellos chicos.

Le sorprendió un poco que un chico desconocido haya abierto la puerta de la casa de Jaeseop, ni siquiera le había pedido alguna invitación o algo que confirmara que era un invitado, al parecer dejaban pasar a cualquiera que se acercara.

Al no conocer a nadie se sintió fuera de lugar y comenzaba a pensar en irse de aquel lugar. A lo lejos divisó una cabellera castaña, por lo que pensó que tal vez era AJ, se acercó a paso rápido, o sino podría que ese chico desapareciera entre la multitud.

–¡Jaeseop! –gritó, al notar que el otro se movía en dirección a la cocina– ¡Espera! –llegó a su lado y lo tomó por el hombro, haciendo que girara.

Oh oh, pensó, y se arrepintió de haber ido hacia ese chico... Definitivamente no era AJ.

Un chico alto, casi de la misma estatura que Jae, el mismo tono de tinte, y el mismo tamaño anormal de cabeza.

–Lo siento, me equivoqué de persona.

–Eso es obvio, estúpido, yo nunca sería amigo de alguien... –miró a Dongho de arriba para abajo con una mirada de repugnancia– alguien como tú. Apártate –pasó al lado del pelinegro, chocando con su hombro intencionalmente, haciendo que cayera al suelo.

Al parecer, las personas al rededor ni se dieron cuenta de lo ocurrido, tal vez por la música que no dejaba escuchar nada, tal vez por las sustancias que era obvio habían consumido, tal vez porque no valía la pena, pensó el pequeño.

Su autoestima, como él, estaba por los suelos; no lo dudaría ni un segundo más: tenía que salir de ese lugar de inmediato.

Al tratar de levantarse, una chica despistada y somnolienta tropezó, derramando su bebida en la playera de Dongho.

–¡Fíjate por dónde vas, estúpido! –gritó ella, aumentando la ira y frustración del pelinegro.

Segundo intento para levantarse, y esperaba que nadie más llegara a poner un granito de arena para arruinarle más la noche.

Al estar en pie, alguien le tocó el hombro, y este, frustrado, le gritó al dueño de aquella mano.

–¡Déjame en paz! –alzó la vista, y ahí se encontraba la razón de que estuviera mal gastando su noche en aquel lugar: Jaeseop.

Las mejillas de Dongho se coloraron inmediatamente, por la ira y la vergüenza que sentía en aquellos momentos.

AJ lo tomó de la mano, dirigiéndose a una habitación que estaba escaleras arriba, sin soltar su mano. El trayecto fue algo difícil, por tantas personas que se juntaban en los pasillos, en un intento de baile; pero como pudieron, llegaron.

El más grande cerró la puerta después de que lo dos entraran, y puso el seguro. Caminó hasta lo que parecía su armario y extrajo una playera gris, junto con una sudadera sin cierre.

Con las luces apagadas, la puerta cerrada, y la cortina entre abierta, AJ se situó frente al pequeño, sin ningún problema a pesar de la escasa iluminación.

–Espero que te quede esto –le mostró las prendas, dejándolas sobre la cama; inmediatamente y despacio comenzó a levantar la parte inferior de la playera que Dongho vestía, sin dejar de mirar los ojos de éste.

El pequeño, totalmente desorientado por las acciones del gato se sonrojó más de lo que estaba, y dirigió sus manos a las del contrario, deteniéndolas.

–Jaeseop... –logró susurrar, pues un cubetazo de sentimientos extraños le había golpeado.

–Tranquilo, sólo quiero ayudarte –contestó– a fin de cuentas, yo soy el que te metió en esto. –y siguió con lo que estaba hace unos momentos.

Al subir la camisa de Dongho, lo hizo con suma lentitud, la cual estaba matándolos a ambos, aunque ninguno lo quería aceptar, lo estaban disfrutando... era algo más cercano al masoquismo, como Dongho había dicho antes.

Al fin su camisa húmeda estaba lejos de su cuerpo, y un escalofrío lo invadió por completo, no por el frío, -de hecho, era una noche muy cálida-, sino por la mirada de AJ, quien lo devoraba con los ojos, sin pudor alguno.

Lo repasó de lado a lado, sin omitir ni un centímetro de aquel cuerpo tan exquisito, nunca antes había visto algo así: piel blanca, pero no pálida; sin músculos, pero no un debilucho; era algo simplemente perfecto.

–Eres muy hermoso, Dongho –dijo, recorriendo delicadamente la piel del pequeño.

El nombrado se estremeció al contacto y cerró los ojos para disfrutar más aquel momento... y también para evitar que su sentido común detuviera al otro.

Las caricias siguieron, y la temperatura de la habitación iba en aumento, aunque no era la única que se ponía cada vez más caliente. AJ decidió tomar un poco más de iniciativa sin importar lo que pudiera pasar, y besó al pequeño, a penas un toque ligero entre labio y labio, pero fue suficiente para despertar algo voraz en el interior de ambos.

–Jae... yo... –dijo Dongho, entre suspiro y suspiro.

–No. Por favor... no me pidas que me detenga –contestó, juntando su frente con la del otro, aún con los ojos cerrados y las manos en la cintura ajena.

–Más... –fue o único que pudo salir de su boca– bésame... tócame más.

Eso fue la gota que derramó el vaso para AJ, quien sin pensarlo lanzó al pelinegro a la cama para poder hacer realidad el pedido del pequeño.

Todo pasaba muy rápido para Dongho, ni siquiera había notado que su pantalón se encontraba ahora en el suelo. La caricia suave entre sus bocas que había desatado todo esto, se había convertido en roces fugaces por todo el cuerpo, besos apasionados que dejaban sus labios hinchados por la fricción.

Jaeseop dirigió lentamente su mano a la parte íntima de Dongho mientras mordía sin piedad el labio inferior del mencionado, lo cual dejó que una ola de éxtasis los invadiera por completo -y eso que iban empezando-, haciendo que Dongho soltara uno de los muchos gemidos que se desatarían esa noche en aquella habitación.

El mayor, desesperado por la falta de iniciativa por parte de su amante, se separó unos segundos de los labios del otro para poder quitarse la camisa.

–Esto deberías estar haciéndolo tú, Donghito.

Dongho, por su parte, no sabía qué era lo que quería Jaeseop de él, así que con un poco de desconfianza pasó su mano izquierda por la parte del cierre del pantalón de quien estaba hincado sobre él, haciendo que aquel toque aumentara su deseo.

AJ, conmovido, excitado, nervioso y a la vez feliz, atrajo de nuevo a Dongho para seguir con los besos, aunque eso ya no le satisfacía del todo... quería más, pero tenía miedo de la reacción que podría tomar el otro.

–Hazlo. Ya no puedo aguantar más –pidió el peligro  como si hubiera leído los pensamientos de su amante; prácticamente arrancó los pantalones de AJ, con un poco de torpeza por su falta de experiencia, pero aún así siguió.

–¿Cómo pudiste? –se escuchó desde la puerta de la habitación.

Inmediatamente los dos chicos detuvieron lo que estaban haciendo para voltear a ver de dónde provenía esa voz.

Dongho empujó a AJ y saltó de la cama al ver a Jan Mi -la novia de Jae- parada bajo el marco de la puerta, con lágrimas a punto de caer, y una mano sobre su boca debido a la impresión.

Ella los miró detenidamente, pasando su mirada de uno a otro. Dongho, a penas regresando a sus sentidos, tomó una almohada para cubrir su parte baja, pues sólo llevaba puestos sus boxers.

–Jan Mi... –articuló el castaño, aún de rodillas sobre la cama– ¿Cómo entraste aquí?

–Ah, ¿eso es todo lo que tienes que decirme?... Sabes que te conozco hace más de tres años, sé en dónde pones las llaves de repuesto –miró a Dongho al decir “tres años” para que supiera lo larga que era la relación de Jan Mi con Jae.

Dongho seguía en shock por todo lo que había pasado, y se sentía muy mal por Jan Mi; pero en una parte de él, no se arrepentía de nada, es más, quería volver a probar esa sensación junto con AJ... y estaba claro que lo volvería a hacer.

 

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Digan que sí, digan que sí *3*

Gracias por leer, y no se olviden de comentar, se siente feo ver que han leído el fic varias veces y sólo tener 2 comentarios, cosa que no me ha pasado, claro (no es cierto, ya me pasó, y no se siente bonito

Bueno, eso es todo, chau :)


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