Cuantas veces negué quererte, cuantas veces te negué, cuantas veces me obligue a olvidar mis sentimientos por miedo a sucumbir.
Y ahora, aquí estoy, con miedo de perderte. Aun Recuerdo la pelea de esta mañana... Me gritabas mientras sutilmente me llevabas a el cuarto de suministros. Me preguntabas incesante por que te estaba evitando, pero yo retrocedía cuando tu avanzabas y me negaba a responderte. El resultado fue el peor, acabe encerrado contigo en el cuarto de suministros, apresado por tus fuertes brazos... inundado en tu calor... en tu embriagadora esencia varonil.. en esos gruesos y gentiles pero hambrientos labios que se paseaban juguetones por mi cuello y me hacían jadear con excitación.
No quería entregarme, no ahí, no después de tanto tiempo negando tu amor. Mi pecho subía y bajaba, mientras forcejeaba inútilmente. Me sentía tan vulnerable, tan sumiso en tu calor... en tu olor... sentía ganas de llorar. Intente ponerte excusas, "Takano-san estamos en el trabajo...", "¡D-Dejame, no te quiero!", "¡N-Ni pienses que voy a entregarme, sueltame!", entre muchas mas... pero tus labios apresaban fogosos los mios antes de poder terminar, y tu lengua se infiltraba en mi boca, buscando la mía, explorando mi boca con deseo como hacías hace años. El rubor inundaba mis mejillas, estaba por caer ante tus encantos, cuando conseguí por fin empujarte y salir huyendo de ese lugar, pero... Tu no ibas a dejarme ir, no esta vez.
Dios por que no te quedaste.
Gritabas mi apellido, mi nombre, pero yo no quería escucharte. La gente nos veía pasar con sorpresa, mientras tu intentabas atraparme y esquivabas todos los obstáculos que te ponía. Al llegar a la calle cruce apresurado y me gire para ver si aun me seguías.
Maldición por que tuve que girarme.
Cuando fui a ver, estabas a escasos centímetros de mi, ibas a alcanzarme cuando un auto freno, pero no fue suficiente... Impacto directo en tu estomago y caíste inconsciente. "¡Takano-san!" grite con los ojos como platos y me arrodille junto a ti agitandote con miedo. Por mas que intentara despertarte, no reaccionabas, la mujer del auto que habia chocado contigo, al parecer al librarse del shock había llamado a una ambulancia, que cuando llego iban a llevarte sin mi... Eso no podría pasar, no iba a abandonarte. Peleé con ellos hasta que finalmente decidieron llevarme contigo al hospital.
Y ahora aquí estoy, con miedo de perderte, de haber obrado mal, de verte morir sin haberte respondido esos hermosos besos que me dabas... esas caricias... esos abrazos. El medico salio, estaba serio, inexpresivo, yo lo observaba al borde de las lágrimas, asustado. Al final, sonrió y me dijo "tu amigo tiene mucha suerte, por lo visto solo ha sido un mal trago, pero debe descansar", luego de esto me dejo entrar a verte, y allí estabas, viendo el techo, perdido en tu mundo.
Asustado, pero eras tu.
Las lágrimas amenazaban por salir, y no hice nada por detenerlas. Corrí a abrazarte mientras sollozaba y mojaba la bata de hospital con la que te habían vestido, tu solo te limitabas a verme. Luego de minutos así, pusiste una de tus grandes y cálidas manos en mi cabeza... Me sorprendí, el rubor inundo mis mejillas y lo supe.
Sería el fin de mi mundo si te perdía una vez más.
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