Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Apariencias por karin_san

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Regalo y antojo de estos dos 

Notas del capitulo:

Es una historia AU sencilla, pero espero les guste

 

I

Lunes soleado en Atenas, indicio de la proximidad del verano y el fin del ciclo lectivo. Mu estaba feliz de regresar a clases después de tres semanas, no tanto por volver a tener que meter las narices en los libros sino porque extrañaba a sus compañeros. Con su personalidad siempre cordial y generosa, Mu había cultivado decenas de amigos en Grecia pese a su condición de extranjero. Muchos excepto uno que se bastaba solo para hacer de su adolescencia un infierno:

— ¿Viste que no era para tanto, campesino?

Campesino. Montañez. Oveja. Tibetalgo. Dante Tadeo Marinaccio mejor conocido como Death Mask siempre se las arreglaba para tener un nuevo apodo entre dientes que escupirle.

—Gracias a ti, debo usar yeso todavía por tres semanas más— espetó furioso el de cabellos lilas recordando la caída que había propiciado el italiano en la clase de deportes.

—Fue un accidente, hasta el director lo dijo ¿no?

Mu tomó aire y se sentó ante su pupitre. Quizás y sí era cierto lo que se rumoreaba de la familia de Death Mask y la mafia, sino ¿cómo se explicaba que no lo hubiesen expulsado si a leguas se notaba que lo empujó a propósito porque su equipo iba perdiendo? ¿O por qué nadie se metía con su condición de extranjero mientras estudiantes de otros niveles siempre se encargaban de recordarle a Mu que estaba lejos de su casa y eso era peligroso? Sacudió su cabeza. No caería en sus provocaciones, no lo había hecho durante casi toda la primaria y menos en la secundaria, no lo haría ahora, semanas antes de librarse por fin de él y encaminarse hacia sus sueños universitarios.

La calidez del anhelo le duró poco, la profesora de arte preocupada por cerrar el semestre no tuvo piedad por la condición de su brazo. Suspiró ante su caso, meditó y finalmente: dictaminó.

—Cierto que todos comentan que fue Marinaccio quien te lesionó, pues bien, como caso excepcional ustedes presentaran el trabajo final de manera conjunta.

—¿Qué?

—¿QUÉ?

Hablaron al unísono, sin embargo, el espanto de Death Mask fue más enfático que el de Mu. La profesora, curtida en berrinches, siguió explicando los detalles de la presentación final indiferente a sus reclamos. Pronto pasó por los bancos con la bolsa en que se agitaban las estéticas a trabajar en el lienzo. Si Mu creyó que trabajar con Death Mask era lo peor que le podía pasar en la vida: se equivocó.

“Desnudo artístico” leyó sonrojándose de inmediato.

Pospusieron por un par de días la tarea. Al principio le pareció bien, no moría de ganas de pasar tiempo con el italiano pero tampoco por desaprobar, cosa que al otro le resultaba indiferente porque siempre acababa rindiendo durante el verano. “Con sus padres cómo no va a aprobar” Mu recordó el rumor acerca de la conexión del italiano con la mafia tragando saliva mientras se dirigía a la casa de Death Mask. Pensó en admitir su cobardía y capitular pero no podía estropear sus notas, no en el último tramo del semestre, necesitaba inscribirse en la universidad y conseguir una beca. Pensando en ello, tomó valor y tocó el timbre.

II

Lo recibió una mujer joven y atractiva, sorprendida porque su hijo tuviese una visita. Mudó la sorpresa en felicidad y con una ligera renguera se apresuró a llamar a su hijo (¡Dante, amor, te buscan!) mientras buscaba leche y galletitas con que agasajar al recién llegado.

—Dante, no hagas esperar a tu amigo y ven de una vez— reclamó logrando que el muchacho desgarbado bajara las escaleras declarándole con la mirada que era una presencia no grata en su hogar.

Ignorándolo, Mu le contó a su madre sobre la importancia de cerrar con buenas calificaciones el último semestre ya que necesitaba la beca porque en su país era complicado acceder a estudios de nivel superior. Encantada, la mujer le contó todas las expectativas acerca de que su hijo sea doctor, que desde que era un niño siempre le había prometido curar su pierna.

—Ya, ma, nadie te pregunto eso…

—Lo siento, amor, no seas tímido— dijo revolviendo su cabellera corta— y ahora vayan a trabajar, no vayan a desaprobar faltando tan poco.

Había que admitir que la casa aunque bonita no era la mansión custodiada por una decena de hombres armados que Mu había imaginado ni su madre una ebria como en las películas. La inocente mujer soñaba con un hijo doctor y Mu lamentó la desilusión que tendría cuando viera las desastrosas calificaciones de su hijo.

—Bien, ahí tienes papel e internet— aseguró el italiano sentándose frente a un televisor a jugar juegos de play.

—¿Eh? ¿Y tú que harás?

—¿No me ves?

—Pues no, no te veo. Por si no lo recuerdas…— advirtió Mu señalando su brazo y consiguiendo un resopló de fastidio por parte del italiano.

—¿Y bien? ¿Qué pretendes que hagas?

—¿El trabajo “quizás” para que podamos aprobar?

—… A ver si lo entiendes pequeña cosa made in taiwan o donde sea. Tus problemas son tuyos, el que quiere la beca eres tú. Un diez o un dos en arte me da lo mismo. Lo solucionaré en el verano ¿capiche?

—¿Y tú no entraras a la universidad? No veo que llueva plata bajo tu techo.

—Pues eso no te incumbe— lo amedrentó el de cabello azul presionando su índice sobre los puntos que en vez de cejas Mu tenía en la frente.—No necesito una beca, puedo trabajar y estudiar y hacer lo que se me cante.

—Los cupos de medicina son limitados.

—Ingresaré con el examen.

—La prioridad es para los inscriptos del primer periodo, si no apruebas ahora no llegarás con las fechas y arrancaras con un semestre perdido…

—¿Y cómo sabes eso?

—Porque ingresaré en medicina.

— ¿Tú? Jajajaja dudo que puedas ver sangre sin desmayarte, mariquita— la mueca burlona de Death fue tan exasperante que Mu no pudo responder de otra manera que no fuera un sonrojo. — ¿Creías que no me di cuenta, marica? Si solo hay que ver como miras a Aioria ¿sabe tu mejor amigo que lo ayudas en matemática no de buen corazón sino porque estás ansioso de que te coja como a un perro, Pu…?

La reacción de Mu lo calló. No esperó el golpe, o más bien, intento de golpe. No esperó el llanto ni el grito contenido. Ni tanta rabia junta. Ni su presura por irse.

—¡Suéltame!

—No seas idiota ¿cómo mierda se te ocurre querer golpearme con el brazo quebrado?— para ese entonces Death había logrado sentarlo en la cama y sujetar con firmeza su brazo— ¿te duele?

—No más de lo normal… solo la molestia por el mal movimiento.

—Pudiste volverlo a fracturar, tonto, deberías seguir sujetándolo con un lazo hasta que te lo retiren— dijo el italiano acomodando su brazo con una gentileza tan inesperada que por un momento le hizo pensar a Mu que quizás y si sería un buen doctor si se lo proponía.

—Ya está bien… mejor me voy— sacudió los pensamientos al recordar que estaba furioso.

—Pensé que ibas a hacer el trabajo.

—Pensé que no ibas a hacerlo.

Death hizo una mueca, bufó, pasó saliva y movió los hombros.

—Bah, si es cierto lo que dices de la inscripción debo aprobar medio decenas de materias en menos de un mes. Incluyendo arte.

III

Fue extraño separarse de Aioria saliendo del colegio para irse con Death. Él y Aioria eran vecinos y siempre caminaban juntos el trayecto hacia sus casas hablando de cosas bien disímiles. Mu de descubrimientos científicos extravagantes y su amigo de deportes, Mu de películas, su amigo de chicas, Mu de convertirse en doctor y Aioria de sexo con universitarias. Al menos, la comida era un tema que los unía así como la preocupación del uno por el otro. La única vez que Mu tuvo el coraje de confesarle lo que sentía Aioria se adelantó al confesarle que estaba perdidamente enamorada de una chica dos años mayor llamada Marin.

—¿En qué piensas?

—¿Te interesa?

—…No. —Dijo por fin Death Mask tras un breve silencio. Entonces Mu supo que había sido grosero. Estaba tan acostumbrado a que todo lo que saliera de la boca de Death Mask fuera una ofensa o una tomada de pelo que su primera reacción era ponerse a la defensiva. Era cierto que había sido bastante patán durante los días que llevaban trabajando juntos para la asignatura pero también era cierto que por momentos lo había hecho reír o se había preocupado por saber si no le había dolido el brazo o si el doctor iba a darle el alta al fin.

—Lo lamento. Pensaba en Aioria.

—No pretendas que escuche tus cosas gay…

—No pretendo nada— bufó con fastidio.— Me preguntaste, te respondí ¿listo?

—Capiche— soltó el mayor divertido con las mejillas hinchadas de Mu… —Dicen que la pelirroja con la que anda es un bombón— añadió degustando el gesto con que fastidiado Mu mordía su labio— ¡eh, no te alteres tanto! Yo la vi y tampoco es la mujer más bella del mundo… bueno, casi— siguió riendo a costa suya al tiempo que aceleraba el paso para alcanzarlo— ¡Ey! ¡Qué carácter que tienes, oveja, tranquilo!— agregó sujetando su brazo sano solo para verlo girarse irritado— apuesto que dentro del mundo de maricas también eres la cosa más bella del mundo… casi… es decir… tu entiendes…

—No. No entiendo que rayos quieres decir, si te estás burlando o se supone que me estás consolando. Sólo… ¿podemos entrar?

Death ni siquiera había notado que estaban en su casa de tan embebido que estaba en la discusión o en la mirada del más joven. Se limitó a abrir la puerta e ir a la cocina por algo que comer para los dos.

—¿Y tu mamá?

—Se fue unos días a ver a mi padre.
—¿Tu padre? Oh… pensé, no sé, como nunca lo vi aquí…

—Sí, murió si a eso te refieres. Pero está enterrado en la campiña toscana…… fue por el aniversario, siempre va.

—Lo siento.— Fue lo único que logró articular, era extraño cuando él hablaba sin rodeos de sí mismo.— Yo perdí a los míos cuando nací, ni siquiera los recuerdo.

—¿Vives con los viejos que siempre te buscaban en la puerta de la escuela en la primaria, no?

—¿Los recuerdas?

—Éramos los únicos a los que no buscaban sus padres del colegio. Era llamativo.

—Mmmm nunca me fijé, igual en ese entonces creo que ibas más avanzado…

—Perdí un año de estudios por lo de la muerte de mi papá, otro por no entender un carajo de griego y no entender un carajo de lo que me pedían que hiciera.

—Pues para ser mayor de edad te comportas como un niño— rió Mu limpiándose con una servilleta los labios y agradeciendo la comida.— ¿Pensaste cómo haremos? Averigüé precios, es una fortuna lo que sale un modelo. Le pregunté a Aioria y dijo que no tenía problema en posar en… desnudo, solo que tenía que ser en las horas que no pasa con su novia, lo cual es poco…

—No pintaré a un hombre desnudo. Menos a tu noviecito.

—No es mi novio y no sé a qué chica convencerás de que pose gratuitamente desnuda para dos adolescentes o uno más tu que eres un viejo… a menos que tengas una novia que quieras…

—No tengo ninguna chica— le aclaró el italiano sosteniéndole la mirada azul— y no necesitamos a nadie, somos dos ¿no? Tú posas y yo te pinto.

—Claro que no.

—¿Por qué, no?

—Posa tú.
—Pues no tengo ningún problema excepto que el que se quebró eres tú, ergo…

—No voy a desnudarme frente a ti y menos para que toda la escuela me vea colgado en una pared… no… ¡jamás!

—No tienes que desnudarte, te pones una manta, lo que sea, yo te ayudo con el tamaño del paquete si quieres— añadió el italiano guiñándole un ojo.

—¿Y con esos chistes de mal gustos pretendes convencerme?

—No. Con una palabra: universidad.

IV

Aún no estaba seguro de cómo lo convenció. Lo cierto es que aunque ya iban varios días del mismo ritual todavía se le retorcía de nervios y pudor el estómago cada vez que se acostaba en la cama de Death Mask apenas cubierto con una sábana. No es que el italiano lo martirizara al respecto, llevaba con un inesperado respeto la responsabilidad de la obra. Mu nunca había esperado que tuviese un trazo tan delicado y un uso del color tan armonioso. El lienzo era realmente artístico aunque por momentos se preocupaba de que lo malo del cuadro fuera él que tenía puntos en vez de cejas en la frente y un hilo de lunares sobre una espalda demasiada nívea.

—No seas tan dramático, ya dije que eres el marica más bello del mundo.

—Ya te dije que no sé si es un chiste o un halago eso.

Death rió, las mejillas ardidas de Mu eran la pieza clave de la obra y sabía bien cómo provocarlas, llevaba años llevando a cabo eficazmente esa labor. Después de todo ni siquiera era necesario en realidad que Mu siguiera posando. Ya había plasmado los misterios de su anotomía en la obra, lo que faltaba dibujar lo conocía de memoria, lo había dibujado por años en libretas y cuadernos. Sus ojos, su mirada, la textura de su cabello. A veces pensaba que podía dibujarlo a ciegas.

—¿Crees tenerlo listo para la entrega de mañana?

—Si te quedas a dormir, sí.

—Bien, avisaré a mis abuelos y cocinaré algo. Me duele todo de tanto rato en la misma posición.

El italiano asintió y siguió retocando el color. Lamentaba que todo concluyera ese día. Aunque últimamente se atrevía a pensar que quizás se toparan en las mismas clases de la universidad y que entonces todo sería distinto. No estaría Aioria y eso quizás ayudará a Mu a ver un poco más allá, a pensar que había otros chicos que podían reparar en sus encantos… el grito de Mu y el apagón lo tomaron desprevenido. No tenía la menor idea de donde su madre guardaba las velas.

—¿Te lastimaste?

—No, sólo choqué con un mueble ¿tienes velas?

—Espero.

La oscuridad apenas se amedrentó ante la media decena de velas que encendieron. La noche era una furia de rayos y centellas. La humedad se hacía sentir en su brazo apenas dos días atrás liberado del yeso. Tirados en la cama solo podían esperar el milagro de la luz para terminar el proyecto. Escuchar a los grillos y la respiración del otro. Los nervios del otro.

—En momentos así, en que te veo retorcer de dolor, te juro que casi lamento haberte empujado en ese partido.

—¿Casi?— Mu lo empujó riendo.

—Definitivamente, casi.

—Eres un demente maldito… pensé éramos amigos... ahora es decir… o algo así…

—¿Si? ¿Qué te hizo pensar eso?

—No sé… quizás el que me contaras de tus cosas o el que me pintaras sin ropa

—Jajaja yo no pintaría en pelotas a un amigo

— ¿Ah, no?

—No… menos a un marica…

—Claro, como si tú no lo fueras… como si no me miraras… así…
— ¿Así cómo?

— Así como ahora… como si quisieras… algo…

— ¿Algo?

—Un beso… quizás…

— ¿Quieres que te bese?

Mu agradeció la oscuridad. Estaba tan nervioso que sentía su frente y su espalda perlarse de sudor. Estaba tan ahogado que no podía suspirar su respuesta o responder con un gesto. Sin embargo, a Deaht Mask no pareció importarle su silencio. No le costó nada ladear su rostro y lamer sus labios. Mordisquear. Atropellar su lengua contra sus dientes. Abrirse paso al tiempo que sus caricias desmoronaban la carne de su compañero.

—E…eso es más que un beso.

—Lo sé. Nunca dije que quisiera solo un beso.

Comprendiendo, Mu cerró los ojos. Indiferente a la luz que regresaba, al cuadro sin terminar, a toda la rabia que siempre había acumulado por él: suspiró. Admitió lo inevitable. El gesto de los dedos que cultivan fuego; el precio de los labios que se hinchan, las cosquillas, la risa nerviosa. Se estremeció él que siempre había supuesto que solo las caricias de un hombre podrían desmoronarlo; se estremeció Dante que no creía en el cielo y maldecía a Dios, que pensaba en la certeza de la muerte como el único sentido de las cosas. Pasó saliva y dejó que se le trastocara el universo y las palabras y los gestos mientras conocía el goce de los hombres que bajan la guardia y se rinden a los encantos de los inmundos mortales. Articuló el nombre de Mu con la misma ansiedad con que lo había nombrado por años en sueños. Descubrió más delicadeza en su piel, más exuberancia en sus movimientos, más entrega que en todos los deleites con que se había regocijado en fantasías por su ausencia.

Tanta espera, tanto desvelo, tantos celos… de pronto todo era sustancia vaporosa. El semen, solo el semen testificaba abundante y convincente su espera, hablaba más que ellos incapaces de formular una respuesta para tanto amor que no estaban seguro de dónde, cuándo, cómo llegó. Al menos Mu no lo sabía, Death Mask recordaba el cruce de mirada exacto en que vio al otro convertirse en la llave de su mundo. Una llave maldita que no parecía llevar a otro lugar que al sufrimiento. ¿Cuántas señales tenía que enviarle para que dejara de mirar a Aioria y reparará en él, firme e impaciente, dispuesto a destruirlo si era la única salida? Lo había pensado bien.

—No quería que me odiaras. Necesitaba que me odiaras— le confesó mientras terminaba de pintar el cuadro.

—Eso es estúpido ¿cómo conquistas a alguien haciendo que te odie?— Mu le sonrió mientras dejaba bailar en su mirada un racimo de estrellas que Death hubiese ansiado tener tiempo para agregar a la obra.

—Mmmm no pensaba conquistarte, sólo quitarte de mi cabeza— aclaró moviendo los hombros y buscando de nuevo los labios aún hinchados del más joven. — Odio el sentimentalismo barato.

—Pues lo hiciste muy bien irónicamente hablando.

—¿Sabés lo que es irónico? Al que quería quebrar en realidad era…

Epílogo

“Excelente trabajo realmente pero no hacía falta que pintaran literalmente a alguien desnudo ¿es que nadie me escucha cuando hablo?”

Notas finales:

Gracias por leer :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).