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El llanto del banshee por HitchNoDanna

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Notas del fanfic:

Hola, hola, cómo están, b*tches!!!… ok, no. El saludito lo saqué de uno de los flashes de Naruto hechos por fioryparty (específicamente el siete). Si lo han visto, es en la parte en que Tobi llega a salvar a Sasuke luego de que Fiory lo amarrara a un árbol. Si no lo han visto, lo recomiendo, se partirán de la risa (aunque ya no ha vuelto a sacar flashes de Naruto y el último no contiene lo más reciente del manga –incluyendo el final, que neta no me gustó).

 

Como sea, no he venido aquí para quejarme, sino a ofrecerles este nuevo trabajo, como siempre de mi pareja favorita de la serie. La idea en sí surgió mientras algunas autoras de Amor Yaoi y yo aportábamos ideas para un reto (no entraré mucho en detalles, lo siento). Recordé asimismo que el tema ya lo había revisado alguna vez, cuando intentaba encontrarle sentido a la letra traducida de una canción de The Agonist, llamada The Tempest (The Siren’s song; The Banshee’s cry), perteneciente al álbum Lullabies for the Dormant Mind (2009)… fracasé en éste último propósito, pero al menos lo que revisé fue suficiente para llamar mi atención y poner mi mente a trabajar. Sí, lo sé, debería estar actualizando mis otros fics (sobre todo Mi pequeño amante, que al parecer es el más leído y en el que más me tardo, XD), pero bueno, ya me conocen y saben que soy muy caprichosa.

 

Notas preliminares: Como dije arriba, la pareja será Akihiko X Misaki, aunque inicialmente estará más centrado en el primero. Habrá mención de OC’s, pero no intervendrán mucho en la trama; sí se apegará a algunas cosas tanto del manga como de la información que existe al respecto, pero algunas otras cosas serán de mi invención; esta vez contendrá más misterio y suspenso que mis anteriores trabajos; habrá muerte de personajes (creo que ya se me está volviendo hábito, XD), algo de tragedia, fantasía obviamente, romance y poco drama. El número de capítulos no lo tengo definido (como siempre, XD), pero igual y me estoy habituando a tener avances antes de publicar.

 

Como sea, espero que este nuevo proyecto sea de su gusto. Sin más de mi aburrida perorata ¡A leer, se ha dicho!

 

Disclaymer: los personajes de Junjou Romantica no me pertenecen, de lo contrario no estaría poniendo este disclaymer, lel.

«El llanto del banshee»

 

Siete treinta de la mañana. Abrió los ojos pesadamente y se levantó por inercia, con la respiración tan agitada como los latidos de su corazón, y un escalofrío siniestro recorriéndole la espalda.

 

Otra vez había tenido el mismo sueño. No recordaba bien los detalles, aquellos lamentos tan lastimeros, estridentes y escalofriantes eran el único indicio de que el sueño era el mismo: una persona de complexión pequeña, tal vez de unos 18 años, ataviada con un vestido y una caperuza, emitía tales lamentos mientras lavaba a orillas de un río unas ropa que teñían las aguas de color rojo sangre, bajo la luz de la luna. Algo había oído sobre los sueños, que eran como una especie de premonición, que no debían tomarse a la ligera por más placenteros o breves que fueran, o incluso cuán alejados estuvieran de la realidad. Pero al ser quien era, el respetado, honorable y poderoso hombre de negocios, Fujuhiko Usami, no debía guiarse por supersticiones ni presagios como ese. Sin embargo diez días con el mismo sueño ya era demasiada casualidad.

 

—¡Usami-sama! —la voz alterada de su leal mayordomo, Tanaka-san, lo sacaba de sus pensamientos— ¡Llamaron del hospital, su hijo ya viene en camino!

 

En efecto, desde hace unos días su esposa, la señora Usami, se encontraba hospitalizada debido a algunas complicaciones con su embarazo. Después de aquél aviso, todo el personal se movía de arriba abajo mientras él se alistaba para salir. Cuando llegó al hospital, su suegro ya se encontraba en la habitación, y la mujer ya llevaba varios minutos en proceso de dilatación.

 

Mientras la mujer aguardaba el momento para traer al mundo a su hijo, unos sollozos un tanto estridentes, penetrantes al oído, y espeluznantes hasta cierto punto, se dejaban oír. Sin embargo los dos varones Usami los ignoraron, creyendo que sería alguna madre, esposa, hija o hermana que lloraba la pérdida de un ser querido. No obstante, la mujer sabía la verdad detrás de esos lamentos.

 

—Cuídalo mucho, Fujuhiko-kun —farfulló ella con una sonrisa nostálgica— Prométeme que estarás para él todo el tiempo que necesite… no lo consientas demasiado, no quiero que se vuelva arrogante, sino que tenga muchos amigos…

—¡Pero qué cosas dices, mujer! —respondió el hombre jovialmente— Hablas como si fueras a irte de… —entonces empalideció, pues parecía comprender lo que ella le decía— ¡De ninguna manera, mujer! ¡Los dos saldrán vivos de aquí, ¿me oyes?!

—Tu marido tiene razón, hija —decía el mayor de los tres—. Tú vas a estar bien… además todavía falta mucho por delante.

—Lo sé, y también sé que no sobreviviré… —respondió ella con parsimonia— la banshee lo ha anunciado.

—¿La qué…?

 

La señora Usami no tuvo tiempo de responder, pues entró en labor de parto. Al Usami mayor se le hizo salir, por lo que únicamente se encontraban Fujuhiko, su esposa, un médico y dos enfermeras. El tiempo transcurría lento a su gusto, y aquellos sollozos agonizantes no se detenían. De cierta forma le recordaban a los de su sueño. Algunas horas más tarde la señora Usami tenía en sus brazos a un hermoso retoño de piel blanca como marfil, grandes y vivaces ojos violeta, y unos cuantos cabellitos plateados. Todo era felicidad para la familia Usami, pero…

 

—Akihiko… —ella se encontraba demasiado exhausta, apenas si podía hablarle a su bebé— pórtate bien con tu padre, por favor… haz tus tareas, aliméntate bien, haz muchos amigos… pero sobre todo… busca la belleza en las cosas sencillas, encuentra tu orilla… al final… al final siempre te amaré… (1)

 

El llanto del bebé, en conjunto con aquél otro, anunciaba así la partida de la señora Usami al Mundo de los Muertos, para nunca volver.

 

Los días pasaban lentos y grises para el ahora viudo Fujuhiko Usami. Desde el día del funeral algo en su interior se rompió, como si aquella hermosa mujer se hubiera llevado todo de sí, incluso el amor que debería sentir por su pequeño hijo. Los días se volvieron semanas, meses y años, y Fujuhiko aún no superaba su pérdida. De hecho se había encerrado en sí mismo y en sus negocios, y por ello la última voluntad de su amada quedó como simples promesas al aire. Si bien era cierto que al pequeño Akihiko no le faltaba techo, un lugar donde dormir, alimento, salud, y todo cuanto la fortuna de su padre pudiera pagar, eso no compensaba la falta de un abrazo, el irreal rato de juegos de padre e hijo, la ausencia de amor de familia, o la casi inexistente educación más allá de la escuela y las clases extra que debía tomar. Por esta razón a sus apenas diez años ya era una persona un tanto distante, arrogante, mimada, caprichosa, pero de interior frágil.

 

—¡Tanaka-san! —llamaba el chico con voz imperativa.

—Ordene usted, joven amo —habló el mayordomo de forma respetuosa.

—¿Qué hay tras esa puerta? —inquirió el menor, señalando una puerta al final del pasillo.

—N-nada realmente —titubeó un poco el mayor, y eso no pasó desapercibido para Akihiko—. Pero venga conmigo, joven amo, es hora de la cena.

—¡A mí no me engañas! ¡Ahí hay algo que el abuelo esconde! —berreó el niño— ¡Y lo averiguaré, así sea lo último que haga!

 

Después de esto Akihiko salió corriendo, evidentemente mosqueado. Tanaka-san sí conocía lo que había detrás de esa puerta, pero tenía órdenes de no abrirle a nadie, ni siquiera a Fujuhiko. De hecho, esa puerta no había sido abierta desde que podía recordar, y aunque más de una vez tuvo la misma curiosidad de su pequeño amo, las órdenes eran más que claras. Sus padres, sus abuelos, sus bisabuelos y toda su demás ascendencia, habían obedecido esa misma orden desde que la mansión existía (2), y así debía ser. Sin embargo no tenía idea del alcance que tendría la curiosidad de un niño que estaba acostumbrado a obtener todo lo que quisiera.

 

—¿Quién anda ahí? —inquirió el chiquillo, quien deambulaba por el pasillo, con una linterna en mano— ¿Hola?

 

A decir verdad se había levantado a medianoche, pues oyó unos sollozos en la casa. Al principio creyó que sería alguna de las sirvientas que estaba siendo regañada por su padre, pero de ser así las luces de la oficina deberían estar encendidas, y en realidad todo estaba a oscuras. De hecho, la única luz que había era la que se filtraba por las grandes ventanas, y la de su linterna. Siguió avanzando por donde se oían los sollozos, hasta que dio con aquella puerta que Tanaka-san se había negado a abrir.

 

—¿Hola? —dio un par de golpecillos, esperando una respuesta— ¿Hay alguien? —pero sólo se escuchaban los lamentos— ¿Por qué estás llorando?

 

Había traído consigo un pequeño maletín con herramientas que usaba el mecánico cuando se averiaba el auto. Buscó cualquier cosa que le sirviera para forzar la cerradura, pero aquellos sollozos tristes en principio se volvieron gritos espectrales y desgarradores, como si estuvieran matando a alguien. Sintió que la sangre se le helaba, el corazón le latía a mil, su semblante estaba más pálido —si eso era posible—, un sudor siniestro recorría su espalda y sus sienes, y creía que mojaría los pantalones. Tan rápido como alma que lleva el diablo, salió huyendo de ahí. Lo que sea que estuviera tras la puerta, ahora entendía por qué Tanaka-san no quería abrir —o al menos eso creía entender—.

 

El resto de la noche no había logrado dormir. Quiso ir a contárselo a Tanaka-san o a su padre, pero odiaba que lo regañaran, así que no lo hizo. Por ello cargaba con eso él solo. Al día siguiente estaba a punto de salir a jugar con su único amigo, Hiroki, cuando el mayordomo lo interceptó: la madre de su prima Kaoruko había amanecido muerta y hoy mismo se le daría entierro. Además de Hiroki, Kaoruko era la única con la que más o menos se llevaba bien, por ello sintió tristeza por ella y no dudó en ir al funeral. La tarde transcurría, lluviosa y gris. Una mujer —al parecer amiga de la familia— entonaba un canto un tanto melancólico, que transmitía angustia y tristeza. Por alguna razón le recordó los sollozos que precedieron a esos horribles gritos de anoche.

 

—Es ella —como todo niño, su imaginación empezaba a volar de más—, la mujer de anoche…

—¿Qué mujer? —inquirió su amigo, también presente.

—Anoche… oí a una mujer llorar, así como ella. Seguro quería advertirnos…

—¿Estás loco? Miriam-sama llegó apenas en la mañana. Seguro lo imaginaste.

—Pero… yo la oí… era triste… y daban ganas de llorar… y luego hubo gritos…

—Ya déjalo, Bakahiko… por eso mamá dice que no debes comer tanto de noche o tendrás pesadillas.

—¡Niños, compórtense! —los reprendía una prima de la fallecida.

—Sí, Ophelia-sama.

 

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

1. Las últimas palabras de la mamá de Akihiko están basadas en la última parte de una canción de Nightwish llamada The Poet and the Pendulum, del álbum Dark Passion Play (2007). Dicha parte se llama Mother & Father, y según lo que le entendí a la letra, sus padres se están despidiendo del poeta al que alude la canción completa.

2. Si recuerdan el tercer episodio de la segunda temporada de Junjou Romantica, específicamente cuando Haruhiko secuestra a Misaki, Tanaka le explica que la casa ha sido reconstruida varias veces y que parece que fue construida en la era Meiji. El episodio se llama La tercera es la vencida. En el caso del manga, aparece en el acto 9 correspondiente a la pareja Romantica (capítulo 2 del tomo 6).

 

Bueno, de momento es todo. La siguiente entrega la estaré haciendo a la brevedad, pues recién volví a clases y aproveché que tenía clase libre para publicar. Además estaré algo atareada debido a lo del paro que hubo en mi escuela desde finales de septiembre, recalendarización de prácticas, tareas, etc., pero no dejaré el fic (por algo le avancé bastante antes de publicarlo, XD). En fin, gracias por leer y chaito.


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