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Tras tu eterna oscuridad por _Dada_

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Notas del fanfic:

Los personajes de esta historia de ficción no me pertenecen 

Era una común noche en la ciudad de Tokio. El invierno estaba siendo más crudo que en otras temporadas, no había esperanza de que las temperaturas aumentaran por lo marcada de la estación. Era una común y fría noche en un barrio céntrico de Tokio, en el año 2005, a finales de enero.

 

El delgado y ya no tan joven guitarrista miraba por la ventana de su excéntricamente decorado apartamento, en penumbras casi absolutas, solo una lámpara de pie alumbraba su figura, mientras disfrutaba de una copa de vino “Barolo” indicaba aquella etiqueta, un vino por cierto muy exclusivo y el favorito suyo.  

 

No a tantas cuadras de distancia, se podía ver desde el ventanal una gigantografía suya y de 4 más anunciando el lanzamiento de su nuevo trabajo musical pasmado en un Single, como si fuese la entrada de una deliciosa cena, advirtiéndole que el siguiente tour se aproximaba. Probablemente el más sombrío de toda su carrera.

 

Pensando en ello, llevó la copa hasta sus labios con un dejo de preocupación, ese tipo de eventos a pesar de la experiencia, siempre le alteraban un poco.

 

Saboreó el vino buscando calma, aquella que su corazón tanto necesitaba. Era un vino de sabor y aroma afrutado, intenso, pensó, igual que la relación que tuvo durante tanto tiempo con su compañero de banda, el que tantas noches le quitó el sueño - Incluso hasta el presente -, al que tantas veces vio dormir entrando como un tímido gato a su habitación, acomodándose junto en su cama, acariciando esos sedosos cabellos negros que tanto amaba y enloqueciendo solamente por el aire que salía de su labios al dormir. 

 

Sólo recordarlo le provocaba una puntada dolorosa en el pecho.

Ese hombre con el que se enredó tantas veces, con el que tuvo incontables intentos fallidos de una relación de pareja. Iba todo tan bien hasta que el otro se vio envuelto en un embrujo de amor, como si fuese la mismísima Diana que lo envolvía con su oscuridad y lo hiciera perder la razón por esa mujer con la que contrajo matrimonio hacía poco menos de un año.  

 

Y no solo aquella vez sintió su corazón roto, la lista de amantes anteriores a nombrar del otro era larga, ¡larguísima!… Tanto así, que logró destrozarle el corazón a tal punto de llegar a odiarlo.

 

Siempre creyó que sería el único que lograría entender y amar a ese hombre de tan confuso y oscuro corazón, gracias a la conexión especial de ambos y la extraña visión de la vida que cada uno tenía que se compenetraba tan bien... sólo él podía entender y aceptarlo así, aunque fuese doloroso. Y de ello el tiempo le dio la razón, no podía dejarle. El otro siempre volvía a sus brazos buscando su comprensión y compañía cuando sentía que podía ser lastimado.

 

El guitarrista durante todo el tiempo sólo tuvo esa opción, un crudo silencio durante muchos años y del que solamente en ocasiones podía escapar escribiendo poemas que el mismo musicalizaba, transformándolos en hermosas canciones. En ocasiones, el descaro del otro no tenía límites, ya que  hasta dedicó sus mismas letras a amantes provisorios sólo para envolverlos en una noche de pasión. “Tácticas de seducción”, le llamaba… ¡Era demasiado!

 

Todos esos sentimientos reprimidos en Imai, con el pasar de los años se transformaron en amargura y ausencia de paz. Su corazón tan lleno de amor pero tan destrozado, con cada enmendadura que el otro le daba en forma de falsas esperanzas, lo iba endureciendo, transformándolo en roca. Ya tenía demasiadas cicatrices.

Se volvió alguien absolutamente agrio, sombrío, alguien que no sonreía y que se encerró en sí mismo y en su trabajo,  todo ello reflejado en el trabajo musical que se promocionaba sólo a unas cuadras de su lujoso departamento.

 

- Aunque pensándolo bien… - Suspiró en voz alta mientras mantenía los ojos cerrados - Tampoco puedo ser tan injusto. – Pues su vida no había sido únicamente dolor.

 

Atesoraba esos recuerdos en su corazón; las incontables veces que fueron suyos esos labios y ese cuerpo que parecía moldeado por los mismísimos demonios de la lujuria.  Fue tan suyo y viceversa... Tenía que reconocerlo, que daría lo que fuese por volver a tenerlo.

 

A pesar del dolor, su personalidad tan estoica no le daba cabida a demostrarle al otro debilidad, ni dolor, ni siquiera una pisca de interés en lo ocurrido. Él simplemente “lo dejaba pasar”, intentando siempre por detrás sabotear cualquier intento de relación que tuviese, hasta el punto de parecer un loco. Aquella actividad ya se había vuelto un pasa tiempo y hasta lo divertía hacer planes incluso antes de que las cosas ocurrieran.

Algunos lo llamaban paranoia, él lo llamaba “recreación”.  Imai sonrió al recordarlo.

 

 - De alguna forma tengo que vengarme, ¿no? – Habló consigo mismo, en voz alta.

 

El sonido del teléfono rompió el crudo silencio, sacándolo de sus melancólicos pensamientos derramando accidentalmente parte del vino sobre el oscuro jeans que enmarcaba sus estilizadas y largas piernas.

 

Contestó presionando el botón verde del aparato a un lado suyo, lo llevó hasta su oído sin saludar, como de costumbre. Sus ojos se cerraron instantáneamente al escuchar la  voz del otro lado que le habló.

 

-          ¿Imai? … ¿Estás ahí?-

 

-          ¿Qué te hace llamarme a estas horas? – Le habló serio.

 

-          Lo siento… Sé que es tarde pero, necesitaba saber a qué hora debemos llegar mañana para el…

 

-          A las nueve… - Interrumpió secamente. Entre menos hablara, más posibilidades de tener un sueño tranquilo tenía.

 

-          Entonces ahí estaré… ¿Avisaste a los invitados? – Le preguntó con voz dudosa.

 

-          Hmm –  Afirmó.

 

-          ¿Y a Toll? Tú sabes que…- Le habló del otro lado mencionando al olvidadizo baterista.

 

-          Sí - Respondió cortante.

 

-          ¿Y a Hide? –  Preguntaba el interlocutor ya divertido con la conversación. “Hacer enojar a Imai es tan fácil…” Pensó sonriendo del otro lado.

 

-          Ajam…

 

-          Y a …

 

-          Atsushi…. A todos, ¿Está bien? – Miró hacia la ventana con fastidio. Ya podía decir adiós a sus amónicos sueños por esta noche.

 

-          Si... Pero no te enfades, Mai Mai… - Le habló burlesco, mencionando el apodo que le decía desde hacía muchos años, cariñosamente - Buenas noches entonces, duerme bien.

 

Imai cortó la llamada sin dar respuesta. Ironía del destino que el motivo de sus constantes desvelos le deseara un buen dormir.

 

Cada vez que escuchaba a Atsushi, su pecho se encendía. El mismo ardor con la misma intensidad que sentía en la juventud cuando lo tocaba, cuando jugueteaba con él en los conciertos cumpliendo torpemente sus pequeñas fantasías no tan secretas.

 

-          Tengo que hacer algo para despejarme…- Dijo bebiendo de un sorbo la copa que sostenía en su mano y llenándola nuevamente. Una no es ninguna.

 

 La noche aún era larga para él, quedaban detalles por coordinar, además de su trabajo musical, el lanzamiento de un disco tributo se les venía encima, cada día faltaba menos para aquello, Parade -Respective Tracks of Buck-Tick era el nombre de este,  ningún detalle podía quedar en manos del azar.

 

 

 

Al día siguiente los nervios se sentían en el ambiente, estaban organizando todo para el show que juntaría a Buck Tick y a otros músicos para hacer un tributo a ellos mismos... Era una buena ocasión para celebrar los 20 años de sagrada unión de una de las bandas más aclamadas de Japón en compañía de admiradores, bandas contemporáneas y otras no tanto...

 

Atsushi, como siempre despertó más tarde de lo que debería para lograr llegar a tiempo al estudio donde se reunirían. Se levantó e incluso sin ducharse, escarbó al azar en su closet tomando ropa deportiva de tonos negros pulcros, un atuendo claramente extraño en él que lucía siempre tan perfecto y bien vestido. Tomó las llaves de su carro y se aventuró a ir al lugar acordado.

 

-          ¡Cualquier cosa es mejor que ver a Imai fastidiado!- Musitó pasando por alto la luz roja del semáforo con el acelerador a fondo. Frente al espejo retrovisor miraba su satinado y liso cabello, pasando sus manos repetitivamente, intentando peinarlo para no lucir tan descuidado.

 

Al llegar, Imai lo recibió con evidente enfado expresado en su rostro a causa del retraso, aunque su fiero mirar no era exactamente por ello.  Lo observó como si Atsushi viniese en cámara lenta, apreciando detalladamente cada paso del alto y hermoso hombre ya no tan muchacho. Ese cabello lisótrico que a cada paso acariciaba suavemente sus facciones. Se sintió decepcionado al bajar la vista por su cuerpo y lo demostró arqueando una ceja, ver ese fornido cuerpo vestido deportivo era algo que lo desconcertaba, pero aun así lo atraía; no se veía elegante, pero lo sexy le brotaba por los poros, inclusive con la peor tenida.

 

¿Cómo no iba a ser llamativo?, un Japonés cercano al 1.80 de estatura, ojos negros almendrados -no con el típico rasgo oriental - de mirada profunda, labios carnosos, pecho fuerte y brazos bien formados. Ni su espalda erguida perfectamente, ni su cola podían pasar desapercibidas por nadie, tampoco su aura oscura y su sonrisa misteriosa… Era simplemente perfecto.

 

Aquel imponente hombre se posó al lado de su líder, quien lo siguió observando sin decir una sola palabra.

 

-          Lo siento, Imai… Me quedé dormido…- Atsushi, habló con una sonrisa tímida mirándolo directo a sus ojos, llevando su mano a su rostro, avergonzado.

 

-          No hay novedad en ello… - Imai, desvió la mirada con un leve sonrojo - Ya tuvimos la reunión inicial y no estuviste. Fuiste muy descortés. - Sentenció Imai.

 

Atsushi bajó su mirada sintiéndose terrible. Era el evento tributo y no se había presentado para compartir con quienes les rendirían “pleitesía”. Su retraso era una falta de respeto imperdonable. Levantó un poco su mirada observando a Imai, quien seguía ignorándolo con la vista perdida hacia la pared. Ciertamente, desde hacía meses que lo ignoraba, Él ya se había percatado.  Más que un regaño de Imai le asustaba más cuando la boca del líder estaba cerrada como ahora. 

 

-          “Duele más cuando no me toma en cuenta…” - Pensó sin dejar de mirarlo.

 

-          ¡¡¡AC-CHAAAN!!! ¡¡Por fin llegas!! – Lo llamó por su apodo alegremente un hombre pequeño de aspecto amistoso - ¡Pensé que tendríamos que ir a tu casa a despertarte! – Dijo mientras reía, comentario que a Imai, no le pareció nada gracioso. – ¡Te llevaré con los invitados que aún no se han ido! ¡Sígueme!– Continuó con su parloteo un enérgico U-Ta, mientras le jalaba el brazo.

 

Yutaka Higuchi, o U-Ta como todos lo llamaban, era el tierno pero perfeccionista bajista de la banda, siempre tan dulce y pulcro que daban deseos de apretarlo para no soltarlo jamás y con quien eran amigos desde la preparatoria. Tenía el cabello corto y desflecado arriba de los hombros, matizado con tonos rubios y castaños como la miel con reflejos dorados, no superaba la estatura de un metro sesenta y cinco, era delgado, poseedor de una perfilada nariz y una sonrisa que nunca abandonaba su rostro.

 

  – ¡Sabía que llegarías tarde!...  ¡No hay novedad en eso! –  Se empinó para darle una suave palmada en el hombro a su alto amigo.  – ¡Apresúrate! –  Le dijo tomándolo ahora de la mano mientras avanzaba, haciendo que Atsushi, se agachara un poco para seguirle el ritmo.

U-Ta, detuvo su andar abruptamente ya alejado de donde Imai pudiese verlos, frente a una puerta.

 

-¿Eres bruto o qué? –  Reclamó enojado, oyéndose tan tierno que Atsushi soltó la carcajada -  Empiezas todo con el pie izquierdo, ¿No? ¡Justo hoy tenías que llegar tarde y hacer enfadar a Imai! – Acotó, mirándolo seriamente.

 

Atsushi, lo miró sin decirle nada mientras formaba lentamente un puchero en sus labios.

 

  >>   Y además de bruto eres… ¡Insoportablemente adorable! – Le dijo lanzándose encima aprisionando sus mejillas con la yema de sus dedos, haciendo cambiar la expresión del más alto por una de dolor, acompañado de un reclamo quejumbroso.

 

-          ¡Te lo merecías! – Habló el bajista, mirándolo con una sonrisa triunfante – Te presentaré a los invitados, aunque con la hora que es, dudo que estén aun por aquí – Movió su cabeza hacia el lado,  señalando la puerta de la sala de reunión que había a sus espaldas.

 

-          ¿Imai se enfadó mucho? … - Habló temeroso de la respuesta, mirándolo con los ojos entreabiertos y el ceño fruncido.  

 

-          ¡¿Que si se enfadó?! – Exclamó, mirándolo con sus manos en la cintura – Sakurai… ¡Por tu causa fue la peor recepción que pudimos dar! – Atsushi, cerró sus ojos y arrugó su boca haciendo una mueca de culpabilidad.

 

-          Ok... No me digas más… ¿Están aquí dentro? – Tomó la manilla en sus manos, dando la espalda a la puerta. U-Ta solo asintió a la pregunta.- Entonces… - Suspiró pesadamente -  ¡Aquí vamos! –

 

Con el gesto de aprobación, Atsushi se lanzó contra la puerta abriéndola con todo el peso de su espalda,  tumbando directa y duramente al suelo a quien estaba apoyado tras ella.

 

-          ¡Bruto! – Le gritó U-Ta, entrando presuroso al salón haciendo sonar un enorme llavero que traía colgado de sus pantalones. -  ¿Estás bien? – Le habló al hombre que yacía tirado en el suelo.

 

-          … Si… gracias Higuchi – san  - Respondió un ya no tan joven rubio, incorporándose desde el suelo.

 

-          ¿Te encuentras bien? –  Atsushi, le ofreció su mano, mirándolo preocupado. El rubio aceptó adolorido la ayuda para levantarse.

 

Atsushi, quedó sorprendido de lo ligero que era. Si quiera sintió el peso de su cuerpo al alzarlo. Lo miró detenidamente; era un tipo de más o menos 1.75 de estatura que cláramente no superaba los 50 kilos de peso, de cabello largo y rubio, desflecado bajo los hombros, vestía unos jeans ajustados y unos bototos grandes que rompían la armonía de su delgado cuerpo. A pesar del frío, traía puesta una camiseta delgada muy ajustada haciéndole ver una cintura aún más pequeña que la de una chica.  

Atsushi, sonrió sinceramente. Era justamente con quien tenía tantos deseos de hablar desde hacía más de 5 años.

 

-          Ejem… -  U-Ta aclaró su garganta - Bueno Atsushi, es el Kiyoharu Mori, Kiyoharu – San, él es el bruto de Atsushi Sakurai – Le dedicó una mirada fastidiada al nombrarlo. Kiyoharu sonrió a la expresión del más pequeño.        

 

-          Discúlpame por favor… -  Atsushi, sonó peculiarmente ronco al hablar, sin soltar su mano del agarre que lo tenía sujeto. Kiyoharu levantó su mirada, observándolo directo a los ojos.

 

-          No hay problema… - No despegó su vista de esas orbes tan profundas con una expresión extraña por el tono de voz que utilizó. 

 

Atsushi, observó su rostro minuciosamente. Muchas veces lo había visto en revistas. Primera vez que lo veía de frente con luz natural del día. Era simplemente encantador a su gusto. El rubio tenía los ojos de color miel, más pequeños que los suyos, su nariz era prominente pero no de rasgo duro, le pareció graciosa. Lo que cautivó su completa atención fue su boca. Era pequeña y de labios muy gruesos, de los que recordaba solo salían palabras interesantes y buenos temas de conversación. Simplemente provocadores.

 

-          “Labios insensibles a mi padecimiento…” – Pensó Sakurai, sintiéndose tentado a tal extraña invitación que estos le hacían. Según él.

 

>> Un gusto  Kiyoharu-san… soy Atsushi Sakurai, vocalista de Buck tick  - Habló sin separar su vista de sus labios, con la voz entrecortada - su típico toque sensual- esa misma sensualidad que en ese momento hacia un pésimo juego con su desarreglado vestuario – Me eres muy familiar…- Le dijo.-

-          Mori Kiyoharu, un placer nuevamente, Sakurai - san… - Le respondió el delgado joven con su rasposa voz característica, apretando más la mano del moreno que hasta ese momento no soltaba, inclinándose en señal de respeto.

-          ¿Aún lo recuerdas?- Abrió sus ojos en señal de sorpresa.

-          Sí, de aquella vez en el bar… ¿Verdad?… Aunque solo tengo vagos recuerdos, tu sabes... lo siento mucho - Expresó on un gesto cocomo si estuviese bebiendo, mirándolo amablemente consiguiendo que Atsushi, sonriera – Pero, entre tantas portadas y revistas, seguramente conocemos mucho más de nosotros de lo que creemos –  Sonrió con una expresión que hacía ver sus ojos aún más pequeños. 

 

            Atsushi, reconoció los cambios que había tenido desde ese entonces en las grabaciones de aquel disco tributo a Hideto Matsumoto y el after party en el bar Paradox. Esa misma noche, que por más que Kiyoharu lo intentase, no la recordaría del todo. El alcohol borraba momentos gratos e ingratos cuando en él se intoxicaba.

 

El moreno, volvió a recorrerlo con su vista memorizando cada detalle del joven como si fuere la última vez que estarían juntos. Recorrió su delgadez, sus manos y brazos finos completamente tatuados. Esa estrella tatuada en su delgado y largo cuello, como marca de un mordisco furioso, esa mirada profunda enmarcada por sus ojeras producto de un innegable cansancio, sin duda ellas debían tener muchas historias que contar, y esa energía que habitaba en sus ojos color miel tan extraño para ser un hombre japonés.  

 

-          “Como las arenas sombrías, como el oro fundido con el hierro…” -  Pensó al ver el matiz de sus orbes.

 

Bajó hasta su pecho, fijándose en ese escote en la ajustada polera negra que le mostraba parte de la mariposa que tenía tatuada… Y nuevamente volvía a su boca. Esos labios gruesos y esa lengua que como un tic gracioso escapaba de su boca.

 

-   “Verte nuevamente me hace sentir una corriente eléctrica, despierta en mi sensaciones cual navío se despierta al viento matutino...”- Pensaba Atsushi, inspirado, notando que aquella corriente sucumbía entre sus piernas.  Reaccionó de sus impúdicos pensamientos, al sentir el tironeo insistente de del pequeño bajista en su polerón.

 

-          ¿Pasa algo, Ac-chan? –  U-Ta lo miraba sonriente.

 

-          …. Etto…, No, ¿Habría de ocurrir?... –  Intentó integrarse.

 

-          Kiyoharu-san está hablándote, no seas mal educado… - Le susurró discreto con los labios pegados. Sumido en sus pensamientos no se percató de lo que le decía el otro. 

 

-           Hm... – Atsushi, dibujó una dulce expresión culpable en su rostro.

 

-          No hay problema Higuchi – san… Puedo adaptarme a la canción que han escogido – Decía Kiyoharu, moviendo sus manos para calmar la situación.

 

-          Discúlpame, Kiyoharu- san, ¿Necesitas apoyo en... Algo? – Preguntó nervioso Atsushi, con entonación perversa.

 

-          No, gracias… -  Respondió seguro, alejándose unos centímetros con ambas manos en frente – Sólo me gustaría tener su visto bueno en la  musicalización, si me lo permiten, creo que  tengo que dar mi toque a la canción, eso es importante. – Hablaba, mientras con movimientos ligeros sus manos le acompañaban, gestos que a Atsushi lo tenían fascinado y los seguía como un gato a un señuelo.

 

Al ser un tributo de los 20 años de Buck tick, los 5 miembros de la banda escogieron  a los artistas más emblemáticos y a su vez, a los más nuevos que se sabía tenían su influencia musical.  A cada uno de ellos se le designó una canción a interpretar para luego recopilarla en un álbum y concluir con una gira nacional.  

 

-          Para esos ajustes musicales que dices, hablas conmigo… - Intervino un serio Imai, pasando el umbral de la puerta, cruzando sus brazos en frente de su pecho.

 

-          Kiyoharu- san, ahora sí he de presentarte como se debe al alma de Buck tick, ya que en la reunión no fue muy agradable… ¡Imai Hisashi!, Imai, te presento a Kiyoharu - san, Kiyoharu….

 

-          Ya lo sé... – Interrumpió con desagrado Imai, la presentación del tierno U-Ta con un tono bastante molesto, golpeando su brazo para que se detuviese.

 

-             Gracias, de todos modos ya nos conocíamos.  – Decía Kiyoharu, con risa en su voz, sintiéndose apenado por U-Ta. – Muchas gracias por la ayuda, Imai – Remató, respondiendo el saludo enérgico chocando su mano contra la de Imai, quien le asintió dibujando una mueca similar a una sonrisa. Seguido, Imai tomó del brazo a Atsushi de forma posesiva.

 

-          Vamos, hay mucho que hacer todavía - Le dijo seriamente.

 

-          OK, Mai Mai - Le respondió instantáneamente el moreno, tensando su cuerpo al oírlo, no quería fastidiarlo más -  Un gusto nuevamente, Kiyoharu - san… Espero podamos hablar más tarde – Estiró su mano para despedirse, gesto que el delgado alcanzó a responder sólo rozándole, ya que Atsushi era arrastrado por Imai, hacia otro lugar del estudio.  

 

-          El placer es mío… Sakurai – San – Respondió despacio Kiyoharu, observando como Atsushi, le hacia una reverencia quitándose el sombrero imaginario ya a lo lejos.

 

Atsushi, escuchó aquella respuesta despacio, aun sintiendo la sensación de esos dedos finos recorrer la palma de su mano. Ese cosquilleo se negó a abandonarlo, provocando una excitación que era disimulada por el deportivo que el azar le ayudo a escoger afortunadamente esa mañana.

 

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-          ¡¡¡Muchas Gracias por su esfuerzo!!! – Se escuchó enérgicamente al unísono la voz de los miembros del staff, al terminar terminando el ensayo de uno de los invitados.

 

Sentado desde la mesa de sonido estaba Hoshino Hidehiko, más conocido como Hide, el guitarrista rítmico de la banda.  Un hombre ligeramente más alto que Atsushi, igualmente llamativo pero de aspecto más tradicional Japonés. Su rostro era dueño de facciones masculinas y armónicas,  tenía el cabello castaño ondeado hasta las orejas, su piel era más bien tostada, y al igual que Atsushi, se destacaba por tener un cuerpo de aspecto viril.

 

 Siempre, inclusive hasta ahora, su forma de ser era muy calmada, maduro de personalidad pero risueño y más bien discreto. Como buen géminis, a veces de genio cambiante pero siempre buen compañero.  

 

Él, entró a Buck Tick por la amistad que tenía con U-ta. En los inicios, estuvo en los planes que él fuese el vocalista por ser el más guapo entre todos, a lo que se negó rotundamente. Lo suyo nunca fue destacar en el escenario. Ese era trabajo de Imai o de Atsushi.

 

Hide, observaba atentamente al invitado que ya salía de la prueba de sonido donde les mostró su versión terminada de la canción  “Iconoclasm”.  Aquel músico era el bajista de la mítica banda Luna Sea, en su trabajo en solitario. Era uno de los “platos fuertes” entre la lista de invitados, por la calidad de su espectáculo y su trayectoria indiscutible era capaz de encender hasta el más apagado de los ambientes. Su nombre era Jun Onose.

      

-          ¿Qué te pareció la interpretación de J? – Le preguntó U-ta, con un cigarrillo en su mano, sentado muy pegado a él. Inseparable, como siempre.

 

-          Buenísima

 

-          Me he dado cuenta que no has dejado de mirarlo desde que llegó, incluso en la reunión inicial… ¿No te agrada?...- Preguntó curioso. U-ta era muy observador, sobre todo si se trataba de Hide. Eran mejores amigos desde pequeños, y en ningún caso permitiría que algo le molestara. Aunque ese no era el único motivo, el pequeño bajista estaba consiente desde hacía mucho tiempo que el interés que tenía por Hide, no era una simple amistad. Él le gustaba y era algo que nunca le había confesado.

 

Sin embargo, eso nunca fue un impedimento para tener otras parejas, ya que hasta donde sabia, no era correspondido, ni si quiera sabía si Hide era  bisexual. Aunque fuesen mejores amigos era un tema del que nunca habían hablado, por lo demás, Hide hacía años que no tenía pareja de ningún tipo.

 

Parecía que el guitarrista estaba tan sumido en su trabajo que hasta pocos amigos estaba conservando, y por  la forma de ser tan dulce de U-Ta con todos, Hide nunca se percató de que todo aquello que el bajista le demostraba era un intento de lograr que sus gestos hablaran por su corazón.

 

-          No… No me molesta, no se trata de eso – Retomó la conversación Hide  - Nunca pensé que tendríamos músicos del nivel de J en nuestro tributo… Me cuesta pensar que hemos llegado tan lejos.

 

-          J es muy buen bajista... – Dijo U-Ta, centrando su mirada ahora en el moreno colega.

 

-          Sí… - Le respondió en un susurro Hide. Ambos miraban a J detenidamente.

 

-          ¿Mejor bajista que yo?... – Preguntó aniñado.  

 

-          No… - Respondió nervioso – Son maneras diferentes de ejecución... ¿Me entiendes?

 

-          No, no te entiendo…- Le respondió celoso, cruzando los brazos sobre su pecho - Ya lo has dicho entre líneas... J es mejor que yo… -  Mientras hablaba, dejó caer sus brazos pesadamente a los costados.

 

-          Yo no he dicho eso –  Hide le dio una suave caricia en el cabello, provocando un sonrojo en las mejillas de U-Ta -  La diferencia entre ustedes básicamente es casi un metro de altura y unos 30 kilos de musculatura definida... Más allá, nada  - Respondió riendo.

              

-          ¡¡No seas cruel!! – Se defendió Yutaka.

 

-          ¡No lo soy! – Dijo mirándolo, como pidiendo disculpas.-

 

J, abrió la puerta bruscamente, traía su cabello corto y negro completamente alborotado y vestía una musculosa blanca sobre su cuerpo levemente sudado por el climatizador. Hide, se puso de pie como un resorte, estirando su mano para saludarle.  

 

-          ¡Felicitaciones Jun!, excelente trabajo, creo que Imai estará de acuerdo con ello – Le dijo Hide, dedicándole una sonrisa.

 

-          Muchas Gracias, me alagas con tu comentario-  Respondió un serio J – Así que tú debes ser Yukata Higuchi… ¿No? – Cambió abruptamente de tema, mirando al bajista con curiosidad, sin prestar atención a Hide.

 

-          ¡Así es!, ¡Un gusto! ¡Este soy yo! – Le habló moviendo su cabello graciosamente.

 

-          He sido fan reconocido de Buck tick, me serias inconfundible en cualquier lugar. – Su voz era gruesa y ronca y le sonrió con un dejo que coquetería mientras le guiñaba un ojo.  

 

-          ¡Oh! ¡me halagas! Nunca lo imaginé – Respondió el pequeño haciendo una reverencia, con las manos a un costado.

 

-          Me alegra que se lleven bien de buenas a primeras – Acotó sonriendo también Hide – Pero, Jun – san, por favor, acompáñeme para ajustar los últimos detalles, toma asiento acá – Habló volviendo a lo que los reunía, indicándole el asiento a su lado. – Llevaremos tu canción a Imai lo antes posible, creo que ambos no queremos que se enfade. – Palabras que hicieron reír a todos los presentes.

 

J, también era amigo personal de Imai, se habían conocido hacía varios años atrás y sabía perfectamente bien de lo que hablaba Hide. Ver la furia del ahora rubio líder de Buck Tick no era grato para nadie. Por lo demás,  él siempre era quien daba la última palabra…. En todo.-

 

 

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-          ¿Alguna otra cosa, querido? – Se quejó sarcástico Atsushi, rematando la conversación junto a un serio Imai, que yacía sentando en un sillón con su clásica guitarra blanca en las manos.

 

-          Me gustaría escuchar a todos juntos a decir verdad. – Respondió, ignorando la molestia del otro.

 

-          ¡Perfecto! – Atsushi, golpeó ligeramente sus piernas en señal de acuerdo, haciendo el ademán para levantarse-  Entonces…

 

-          ¿Conocías a Kiyoharu desde antes?... – Preguntó curioso Imai, de modo impertinente, deteniendo el guitarreo de forma abrupta.

 

-          Si, en un bar, pero él no lo recuerda, estaba muy ebrio, dice –  Habló sonriendo culpable – Nos acabamos de presentar nuevamente...  Y tú ¿Lo conocías? – Le preguntó intrigado con sus manos ahora puestas sobre su cintura.

 

-          Parecía que se conocían bastante… – Imai, sonó celoso y serio.  

 

-          No, te equivocas…. Pero si quieres que sea honesto… – Atsushi, volvió a sentarse a su lado – “Aunque me arrepienta” – Pensó  – He leído tanto sobre él, que siento que entre nosotros hay  mucha química.

 

-          ¿Quí-mi-ca? – Imai lo miró confundido.

 

-          Si Mai Mai, ¿Nunca te ha pasado que sientes “química” con alguien?... ¿Que se te erizan los vellos, te endureces completo y sientes como que le conocieres desde antes…?. – Tocó su abdomen al hablar con un movimiento sensual, deteniendo su descenso en sus entrepiernas.

 

-          ¿Cómo la química… Contigo? - Preguntó extrañamente tímido, atreviéndose a hablar de aquello que tan profundo le calaba, mirando de reojo como las manos de Atsushi bajaban lentamente por su propio pantalón.

 

-          No, no, no. - Aclaró con risa en su voz – De ninguna forma Imai, lo nuestro es diferente… Es conocernos hasta los más pequeños detalles… Siento una increíble química contigo, pero no me refiero a esa clase de sentimiento-  Giró su cabeza para hablarle, sin percatarse de la incomodidad en la expresión del otro – Lo que siento con él es química sexual… Me ha pasado otras veces… Como cuando tomamos esa sesión fotográfica con Yoshiki… ¿Recuerdas? – Seseó al pronunciar su nombre.

 

-          ¿¡Terminaras en lo mismo que con Yoshiki!? – Imai, exaltó su voz y levantándose un poco de su respaldo lo encaró de cerca, haciendo que todo el staff presente detuviese las labores y los quedara mirando en un incómodo silencio.

 

Esa experiencia había sido bastante desagradable para Imai, verlo coquetear con el mítico baterista de X Japan por largas horas, y no contento con ello, al día siguiente tuvo que soportar horas y horas de detalles sobre la experiencia sexual de ambos, sin contar las fotografías, comentarios y semanas que duró el rumor entre conocidos y gente del Staff.

 

-          Más discreción Imai, por favor - Dijo despacio, a la par que reía nervioso -  Sin embargo no me cierro a la posibilidad, ¡Para revitalizar el cuerpo! - Le habló guiñándole un ojo y moviendo sus manos a ambos lados de su cabeza  - ¡Perderé el training si no lo intento! La idea es conservarse joven por siempre, ¿No es verdad?, esto me hace sentir como nuevo – Terminó con una sensual sonrisa en sus labios.

 

-          Y ahí vamos otra vez…  ¿Cuándo terminarás con todo esto? - Le dijo volteando su mirada hacia el lado contrario, escondiendo la dolida expresión en ella.

 

-          Nunca, Imai  –  Dejó caer su mano en la pierna del delgado guitarrista, provocando la tensión instantánea de todo su cuerpo – Si cambiase, no sería yo – Habló jocosamente, tomando una pausa para reír por lo absurdo de lo dicho- Soy todo un poeta, ¿No lo crees? – Imai, roleo sus ojos – Necesito sentirme “vigente”, si esto no ocurre no tengo inspiración alguna para mis letras – Le habló mirándolo sonriente, mientras se ponía de pie – Y apostaría mi cabeza que  no te agradaría tanto como lo hago, ¿O sí, mi queridísimo Mai Mai? – Lo miró de cerca, sonriéndole a centímetros de sus labios – Tu sabes a lo que me refiero… - Remató con voz ronca

 

-          Hm…. – Se limitó a responder volteando nuevamente el rostro. ¿Ese era el precio que tenía que pagar? – No quiero gritártelo, pero me tienes harto… - Susurró Imai, palabras que el moreno no entendió. - >> “Debí hacerte firmar un contrato… Para que nunca te separaras de mi lado…” - Pensó el guitarrista observándolo melancólicamente.

 

Un suave golpe en la puerta interrumpió la divagación de Imai. Tras ella, un par de grandes anteojos y esos enormes bototos se asomaban por el umbral.  Era él, la nueva fantasía momentánea de la suya propia, Kiyoharu Mori. No pudo apartar la vista de él ni un solo momento, mientras  pensaba con recelo - >> “¿Qué es lo que le ve?...”

 

-          Disculpen… ¿Interrumpo? – Preguntó Kiyoharu.  

 

-          – Soltó Imai. Atsushi, lo miró enseguida con el ceño fruncido. 

 

-          Por supuesto que no, por favor entra. – Dijo Atsushi volteándose hasta él con una sonrisa.

 

-          Muchas Gracias – El delgado cerró la puerta tras de sí. Sacó de su bolsillo la box de cigarrillos e hizo el ademán para encenderlo, siendo interrumpido por el contacto cálido de la mano de Atsushi, que lo detenía y que ofrecía fuego de su encendedor tras una seductora sonrisa.  - Eh… Gracias… -  Respondió Kiyoharu, sintiéndose extraño al ver esa expresión un tanto “perversa”.  Se acercó aceptando el fuego, dejando a la vista nuevamente la mariposa tatuada en su pecho. Atsushi, tragó duro, volvió a sentir ese extraño cosquilleo una vez más descender hasta su miembro.

 

-          ¿Qué quieres? -  Habló Imai a Kiyoharu, haciendo un gesto hacia arriba con su mentón, denotando su molestia a la presencia.

 

-          Solo asuntos técnicos, y como me lo habías dicho, vine a conversar directamente contigo –  Le ofreció un cigarrillo al guitarrista, el que fue rechazado secamente, haciendo sentir incómodo al más delgado.

 

-          No te sientas ofendido, Imai es así, para que vayas conociendo ya esa faceta suya. – Excusó el vocalista.

 

-          ¡Dímelo a mí! – Habló Yagami Toll, quien venía corriendo desde el mismo pasillo que Kiyoharu  – ¡Después de un año recién me habló!... ¿¡Por qué me dejaste solo, Kiyoharu!? – Golpeó su hombro con una baqueta, haciéndole reír.

 

-          No es mi culpa que te tardes tanto con ese peinado – Bromeó sonriente, intentando tocar la punta de su cabello con sus dedos – Te esperé un rato para irnos, pero ya se me está haciendo tarde, ¡Apresúrate por favor! – Kiyoharu, habló mirando su reloj, que ya le mostraba unos 13 minutos de retraso. 

 

-          ¿Se conocen?... – Preguntó Atsushi entre curioso y molesto, apuntándolos con un dedo.

 

-          Si, por Kiyoshi – Respondió Imai – ¿Te acuerdas de Kiyoshi? – Le habló, mientras lo miró burlonamente hacia arriba, viendo como Atsushi, respondió con una mueca de  asco.

 

-          No me hables de ese infeliz… - Susurró fastidiado – Un momento Imai, entonces… ¿¡Y tú también lo conocías!? – Preguntó acercándose a su rostro.

 

 Imai se limitó a encender un cigarrillo sin prestar atención al más alto, mantuvo su vista en la pared, parecía “ido”. Se sintió -  si es que era posible- aún más dolido con Atsushi.

¿Qué acaso el tiempo en el que estuvo alejado de Buck Tick, Atsushi no se había enterado de nada de lo que ocurrió?...  ¿Fue tanto el descuido de Atsushi, que no supo lo que hizo durante ese año?...

 

-          Disculpen pero, a Toll lo conocí en una fiesta, donde estaba Kiyoshi e Imai – Aclaró Kiyoharu, rápidamente sin entender por qué la tensión entre ambos.  – No creo que ello sea motivo de altercados, ¿O sí? – Kiyoharu quedó mirándolos, viendo que seguían todos en un sepulcral silencio. –Ciertamente, me están haciendo sentir incómodo…

 

-          ¿Aún vives donde mismo? –  Habló Toll, tomándolo por los hombros girándolo hacia él, evitando la tensión que se formó – Me gustaría ir a visitarte, ¡Cuánto bebimos esa vez, santo cielo!-  Recordaba risueño, recuerdos por los que Kiyoharu se avergonzó. Sus fiestas “non stop” eran muy conocidas en el ambiente.

 

-          …Al parecer nunca podré conocer a alguien que no tenga que ver con Kiyoshi.- Susurró Atsushi con molestia, meneando su cabeza hacia ambos lados.

 

-           ¡No sé por qué tanto misterio! Tú no eres amigo de Kiyoharu!, ¡Lo que hagamos no te incumbe!!… - Bromeó Yagami– Además, tú nunca sales con nosotros, ¡No puedes culparnos por no avisarte!

 

-          Pero puede unirse, no hay problema Atsushi  – Lo integró Kiyoharu, intentando ser amistoso con el ahora “molesto” vocalista.

 

-          Atsushi, no tiene permiso para eso, es casado – Acotó Imai, mostrando con su dedo índice – Fíjate Kiyo-san, se quita la argolla pero la tiene marcada – Vengativo y con intención de boicotear sus planes, Imai tomó bruscamente la mano de Atsushi y se la mostró de cerca al delgado, quien se acercó para mirar el espacio blanquecino que demarcaba la argolla que no estaba en su lugar.

 

-          ¿¡Eres casado!? ¡Felicitaciones Sakurai- san! – Musitó Kiyoharu, haciendo una reverencia.

 

-          Gracias, Imai… - Atsushi, lo miró con expresión asesina, no considerando la felicitación de su colega.  

 

-          No puedo ocultar información tan relevante… - Imai, rio encogiendo sus hombros, con un claro tono burlesco impreso – “No te lo haré tan fácil, Atsushi…” – Pensó.

 

-          Estimados solteros, espero me disculpen, me retiro de este lugar para que hagan sus planes con sus sueltas y solitarias vidas  – Habló Atsushi, mirándolos por sobre su hombro una expresión despreciativa - Con su permiso... Kiyoharu, Toll – Se despidió haciéndoles una pequeña reverencia, omitiendo a Imai a propósito mientras lo miraba de reojo con furia. Seguido, salió del lugar con su elegante andar golpeando la puerta tras de sí.

 

-          Parece que se enojó – Dijo Toll con una graciosa expresión en su rostro - ¡Pero es cierto, no tiene permiso! – Cotilleaba animoso, mientras golpeaba rítmicamente la mesa con las baquetas que traía en sus manos. Imai, interrumpió secamente la amena palabrería, inclusive sorprendiendo al baterista por el tono áspero de su voz, preguntándole a Kiyoharu, qué asuntos técnicos quería tratar.  

 

-          Eehh… Instrumentales… - Respondió descolocado -  Pero, ciertamente se me ha hecho tarde – Habló mirando los 21 de retraso que marcaba el lujoso Rolex que adornaba su delgada muñeca. – ¿Podemos conversarlo mañana?

 

-          Deben venir tus músicos. No me sirves solo  - Respondió en el mismo tono.

 

-          OK, muchas gracias Imai  – Kiyoharu terminó con una reverencia, no entendiendo por qué tanta distancia después de haber sido tan cercanos.  – Vamos Toll, te llevo hasta tu casa, ¡Pero me voy ahora ya!

 

-          ¡Por favor, así coordinamos una nueva salida! – Se puso de pie como un resorte y avanzó presuroso atrás de Kiyoharu, quien movía sus llaves y lo llamaba como si fuese su mascota, bromeando por todo el pasillo.

 

Imai, podía escuchar desde ahí las risas de ambos por la ridícula rutina que seguían. Su cabeza divagaba en la expresión de Atsushi, a la confesión de su estado civil. No era arrepentimiento precisamente lo que sentía por lo dicho ya que era la oportunidad que tenía para no parecer descontextualizado y evitar ser testigo de una nueva aventura suya del alto vocalista.  

 

Aunque pensándolo bien, él conocía a Kiyoharu hacia años y no lo consideraba del todo como una amenaza, pero no podía evitar sentir celos de la forma  en que reaccionaba su eterna tortura en su compañía. Era demasiado notorio.  

 

Atsushi, por su parte, yacía en la mesa de sonido, en compañía de un café y unos grandes audífonos puestos en sus oídos, escuchando una y otra vez la grabación del ensayo de Kiyoharu, empapándose de esa rasposa voz que capturó sus sentidos.

 

-          “Como una estocada en mi cabeza haz entrado. Como el juego al jugador empedernido, como la botella a un borracho, maldita sea, Kiyoharu…” – Susurró ante su debilidad. Los romances furtivos. 

 

Ya nada tenía que descifrar. Atsushi no utilizaba la razón cuando de aventuras se trataba, pensaba directamente con lo que tenía entre las piernas. Ello nunca le permitió lograr estabilidad sentimental, era notorio con su ya segundo matrimonio en sus cortos 37 años. Además, aquella herida de un primer amor que nunca – Hasta ahora – logró superar y el miedo a ser herido nuevamente no le permitía tener relaciones amorosas normales… Por más que lo intentase. 

 

Y por supuesto, todo el cuestionamiento que conlleva un romance de este tipo se lo tragaría después, ya tendría tiempo para torturas posteriores.  Kiyoharu le gustó desde que lo conoció.

 

-          >> “Él, es como una pintura de un pincel alabado, con un extraño encanto que se adapta a su extraña belleza”… - Pensó  - “¿Una noche junto a él?  ¿Quizás dos?...” - Sonrió al imaginarlo. 

 

Sólo debía pensar en qué hacer para convencerlo de conocerse más “profundamente” en todo aspecto posible. A Atsushi, sus atributos físicos le daban un plus que él muchas veces pasaba por alto, sinceramente, Atsushi era más bien tímido cuando estaba bajo el escenario. En su “vida real” solía ser reservado, amante del silencio y de la literatura antigua. Eso mismo le daba un encanto especial que lo salpicaba a quien se acercase a él.  Por lo demás, era absolutamente programable en cuestiones de amor.

 

- Ya lo tengo…. -  Susurró despacio, con una maléfica sonrisa. Y era cierto, la excusa perfecta estaba sonando en sus oídos. Una nota que sonaba lo suficientemente desafinada en el coro de la canción era la excusa perfecta a tratar como “Asunto Técnico”; lo que Kiyoharu quería ajustar. Con eso le bastaba.

 

-          “Y quien mejor que yo para ayudarlo con su voz…” – Especuló, sin borrar la perversa sonrisa  ignorando todo lo que esto conllevaría en un futuro.  Ya en silencio, sintió la risa del delgado flotar ligera en el aire. Salió corriendo tras ella llegando al estacionamiento del recinto, ubicándose en la salida del estacionamiento para alcanzarlo. Kiyoharu, quien venía de salida por poco y no lo arrolla al ir riendo estrepitosamente en compañía de Yagami. Tuvo que frenar en seco a menos de un metro de distancia de su colega.  Bajó el vidrio y asomó su cabeza.

 

-          ¡Sakurai – san! Por favor discúlpeme, no lo vi… Yo…

 

-          Kiyoharu – san – Habló con la voz agitada por la corrida – Etto… Yo… Necesito hablar contigo, es sólo un minuto…  - Llevó su mano hasta el pecho intentando detener los acelerados latidos de su corazón.  El delgado se bajó del carro para quedar a su lado. – He sido muy descortés el día de hoy… No era mi intención dejarlo hablando sólo hace un rato atrás… Sólo que…

 

-          ¿Se siente bien? – Le preguntó ya fuera del carro, empinándose ligeramente para alcanzar su 1.80.

 

-          Si, perfectamente, pero… Yo…

 

-          ¿Sí? – Le dijo mirándolo insistente.

 

-          Yo… - Atsushi, titubeó. – Quiero invitarte a un café…

 

-          Estoy muy apurado hoy, justamente…

 

-          Son sólo unos minutos – Le interrumpió posando sus manos sobre sus finos hombros – Por favor…

 

-          Justamente, ya estaba atrasado… Créame que me encantaría, pero…

 

-          Kiyoharu- san, por favor… - Le susurró apenas audible por la bocina que tocaba el auto que venía atrás. Kiyoharu, mordió su labio confundido. La expresión y la voz del otro, sonaba como un ruego desesperado.

 

-          Lo siento, de verdad aceptaría en otra ocasión, discúlpeme.  – Kiyoharu, tomó su mano para despedirse, sintiendo la delicada caricia que le regaló al soltarlo. Le dedicó una reverencia acompañada de una sonrisa y se subió a su carro con la gracia que lo caracteriza, emprendiendo el rumbo.

 

Atsushi, quedó estático mirando el carro alejarse, ignorando el Toyota gris que ahora se parqueó en frente suyo.

 

-        Así que un café… ¿Ne?, tan aburrido que eres, Sakurai- San… ¿Quieres darle un libro de Rimbaud, también acaso? - El vocalista centró su mirada en la “molestosa” voz de quien le hablaba desde el carro - Te faltó el ingrediente secreto para que sí aceptara salir contigo – Le dijo hombre de anteojos de cristal rojo, ya con la ventana abajo. Atsushi, retuvo en su pecho el aire para no soltar todos los improperios que se le ocurrían solamente al escucharlo – Si lo quieres convencer, tienes que ofrecerle alcohol ¿Me oyes?, a-l-c-o-h-o-l, con ese ingrediente secreto la reputación de Kiyo– chan se transforma en las 6 primeras letras de la palabra… - Terminó con una sonrisa burlesca en sus labios.

-        Cállate, imbécil… - Giró sobre sus pies, y avanzó hacia el estudio nuevamente. – No todos son como tú.

-        ¿Sabes algo más?... Debes ser más discreto – Dijo el alto y delgado joven que bajó presuroso del carro que mal estacionó en el sitio – Los vieron...  – Atsushi, detuvo su andar para oírlo. – You Masuda… ¿Sabes quién es? – Atsushi, miró de reojo al otro pasar por su lado – Entonces te lo dejo de tarea, “Ac-chan”… - Concluyó burlescoAverígualo, si no quieres ver las fotografías que tomó en primera plana la próxima semana o regadas en el departamento de Imai, que no sé cuál de las dos cosas te dolería más, querido.      

 

Atsushi, cerró sus ojos. Vio como Kiyoshi,  – Su peor enemigo – avanzó hasta el interior del estudio con las manos en los bolsillos. ¿A qué se refería con todo lo dicho? ¿Podía ser una broma del “desgraciado”?.   

 

-          Espero que la sutileza me acompañe en esta ocasión… - Susurró.

Notas finales:

Muchas gracias por leer. 

Estaré prontamente actualizando los demás capítulos de la historia, que seguramente se extenderá mas de lo previsto. 

Se agradecen los review y comentarios para mejorarlo.

¡Saludos!


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