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You don't know my name por Darkkonggie

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Notas del capitulo:

Hola!

Se que prometí que actualizaría cada semana, pero entre exámenes, peregrinaciones y demás cosillas no pude.

Gomen ne.

Bueno, lo que importa es que estoy aquí de nuevo y con muchas ganas de escribir, ¿no? xD

Este capitulo no tiene mucha chicha, más bien intenta explicar la relación que tienen los protagonistas.

Espero que guste <3

Jongup se quedó congelado en la puerta.

Por un momento consideró la opción de huir, pero supuso que no serviría de nada.

Así que, arrogantemente, dejó el fino abrigo que llevaba puesto colgado de una silla y tiró las llaves encima de la mesa.

—¿Y tú eres…?—miró al intruso de reojo.

El joven sentado en su sala de estar era guapo. Muy guapo. Imposible negarlo.

Pelo rubio alborotado, ojos oscuros y profundos. Tez pálida y rasgos finos. Elegante. Seguro de sí mismo. Arrogante. Su expresión dejaba translucir claramente la diversión que sentía al haber perseguido y acorralado a Jongup cual ratón.

Él era el cazador y Jongup su presa.

—Daehyun—sonrió balanceando la copa de vino entre sus largos y finos dedos.

El ladrón se sentó enfrente suya y se sirvió una copa de vino, intentando parecer lo más seguro posible.

—¿Qué tal está? —preguntó fingiendo indiferencia mientras bebía un sorbo de la copa—¿Lo habéis regañado mucho?

—¿Hongbin? —dijo el contrario, imitándole mientras le miraba fijamente—No realmente, llegó exhausto y arrepentido y nuestro jefe es compasivo.

Jongup le devolvió la mirada.

—¿Y te ha enviado a ti a por mí?

Dejo la copa en la mesa, barajeando mentalmente las diferentes rutas de escape que podría tomar si el rubio intentaba cualquier cosa.

Daehyun sonrió y se llevó la suya a los labios.

—No, me he ofrecido yo.

El ladrón parpadeó, sorprendido.

—Verás—el otro joven dejó la copa en la mesa y lo miró fijamente—Sé que, al igual que nosotros, tú te tienes que ganar la vida y eso lo respeto. Así que para arreglar esto de la joya, me gustaría proponerte un pequeño juego.

—¿Un…juego…?—preguntó Jongup.

—Sí, un juego—Daehyun dio una palmada y sonrió—Tú te escondes durante “X” tiempo y yo te busco. Si logras esconderte durante ese tiempo, ganas. Si te encuentro, pierdes. Fácil, ¿no? Aquel que gane se lleva la joya de premio.

Jongup bufó.

—Me niego. No soy tan tonto.

—Espera un momento, aún no he acabado—su mirada se oscureció—Normalmente el trato sería así, pero tú le estas causando problemas a mi familia. Por eso, si pierdes vendrás conmigo a donde yo te diga cuando yo te diga el tiempo que yo quiera. Si por el contrario ganas tú, podrás hacer lo que quieras conmigo.

El ladrón rió.

—Creo que sigues sin entenderlo. No voy a aceptar por mucho que me tientes con el posible premio. No tienes nada que hacer.

—No, el que no lo entiende eres tú—el rubio se recostó en el sillón y puso las manos detrás de su cabeza—Te estoy dando la oportunidad de salir impune de todo esto. Si rechazas mi increíblemente generosa y desinteresada oferta, vendrá otra persona. Y te puedo asegurar por experiencia propia que la siguiente persona en la lista no tendrá clemencia alguna contigo.

Daehyun observó la expresión de Jongup.

Era más que obvio que el joven no estaba tomándose en serio su amenaza.

Pues él solito se lo había buscado.

—Hyeri—dijo en voz alta—Te toca.

Jongup miró en todas direcciones, buscando a la persona a la cual había nombrado Daehyun. Al no ver a nadie saliendo de las sombras para atacarle, se relajó considerablemente.

El rubio se rió.

—¿Te importaría comprobar el estado de tu cuenta bancaria?

Jongup, desconfiado, sacó su móvil del bolsillo y lo miró desde ahí.

Parpadeó varias veces, sin creerse en absoluto lo que veía. Recargó la página varias veces e incluso se pellizco y cuando finalmente comprendió que lo que estaba viendo era real, se le cayó el alma a los pies.

No había dinero. Nada de nada. Cero.

Daehyun sonrió complacido al ver la desesperación aflorar en la cara del joven y felicitó efusivamente a Hyeri en su fuero interno.

El joven le miró enfurecido y en dos zancadas se posicionó a su lado.

—¡¿Se puede saber que has hecho?! —lo cogió de las solapas de la gabardina y lo zarandeó hacia adelante y atrás.

—La siguiente persona ya ha hecho su movimiento, Jongup—dijo sonriendo misteriosamente—Y te aseguro que esa es una de las cosas más simples que puede hacer. Ella no es una ladrona, ni una matona, pero puede hacerte cosas mucho peores que yo o Hongbin podríamos hacerte. Nunca podrás escapar de su red.

Jongup dudó unos segundos antes de soltarle  y dejar hacer la cabeza en señal de rendición.

—Y…Dijiste que si gano yo, tu harás lo que yo quiera, ¿no?

—Exactamente—el joven asintió con la cabeza—Desde dejarte marchar y no volver a cruzarme contigo nunca más hasta volverme tu amante.

El ladrón levantó la mirada lo suficiente como para dedicarle una mirada extraña.

—Oye, no me mires así, que era una broma.

Jongup suspiró.

—Está bien—cedió—¿En qué consiste el juego?

 

Daehyun salió contento del apartamento.

La personalidad del joven ladrón le había parecido muy graciosa y se lo había pasado de lo lindo tomándole el pelo y jugando con él.

Esta prometía ser una de las cacerías más divertidas en las que habría tomado parte en mucho tiempo.

El juego (o cacería, como prefería llamarlo él) consistía en algo muy muy simple.

Jongup tenía que esconderse por 4 días y Daehyun tenía que encontrarle. Asimismo, las reglas eran muy simples. Lo único que el ladrón no podía hacer era salir de la ciudad.

Daehyun llamó a Hyeri para felicitarla por su gran sincronización en el plan.

—Has estado genial, pequeña—sonrió—Devuélvele el dinero para que vea que voy a cumplir mi parte del trato y que no voy a engañarle.

—Claro—la voz de la chica se oía extraña—Enseguida. Oye, ¿sabes algo del estúpido de Hongbin?

El cuerpo del joven se tensó por completo. Hyeri nunca llamaba al ladrón por su nombre excepto cuando estaba extremadamente enfadada o preocupada por él, cosa que ha Hongbin se le daba de miedo.

—La verdad es que no, he estado esperando a mi presa toda la madrugada. ¿Qué ha hecho esta vez?

La joven suspiró al otro lado de la línea.

—Nada realmente. Es solo que salió vete tú a saber dónde después de ti sin decir nada a nadie y  todavía no ha vuelto…

—No te preocupes—dijo él, modulando su tono de voz para tranquilizarla—Seguro que ha salido a beber y ha acabado engatusando a alguna bella e inocente jovencita con su gran labia para que le deje “dormir” en su casa esta noche. Mañana regresará con una resaca de las grandes.

Hyeri rió.

—Sí, seguro que… ¡Oye! ¡Un momento! Ya lo estás haciendo otra vez, ¿no? ¡¿Cuántas veces te tengo que decir que no utilices tus truquitos de perfecto estafador conmigo?!

—No tengo ni idea de lo que me estás hablando…

—¡Sabes perfectamente de…!

—Uy, lo siento—Daehyun empezó a hacer ruidos de interferencias—Me estoy quedando sin cobertura.

Y colgó.

Sonriendo, decidió que se enfrentaría a la ira de la hacker más tarde y se dirigió a recabar información sobre la ciudad y todos y cada uno de los recovecos en los que un joven ladrón se podría esconder.

 

Lentamente y con los ojos aún cerrados, Hongbin bostezó y se estiró.

Abrió los ojos despacio y frotándoselos, aún adormilado.

El techo blanco y la claridad que entraba por la ventana le hizo daño a los ojos y parpadeó varias veces hasta acostumbrarse a la luminosidad de la habitación.

Miró a su alrededor.

Por el lujo de los muebles y la sencillez de los mismos, supuso que estaba en un hotel.

La cabeza le dolía de forma considerable y sentía la boca pastosa.

Intentó rememorar los acontecimientos de la noche pasada, pero solo consiguió recordar que, después de que Daehyun saliera a arreglar el lio que él había provocado, había decidido salir a ahogar sus penas en alcohol, siendo terriblemente consciente de lo que eso molestaría a la pequeña del grupo y de que cuando volviese, nadie le quitaba las dos buenas collejas que esta le soltaría.

Se rascó la parte baja de la tripa y comprobó que, efectivamente, estaba desnudo.

No era la primera vez que despertaba en algún lugar desconocido completamente desnudo, pero sí la primera vez que no recordaba la cara de la chica con la que se había acostado.

Comenzó a incorporarse lentamente para ir en busca de su ropa cuando un dolor punzante le atravesó y le dejó sin respiración.

Hongbin se dobló sobre sí mismo y se colocó una mano sobre la boca para ahogar las maldiciones que amenazaban con sobresaltar a todos aquellos que se encontraban a varios kilómetros a la redonda, mientras que con la otra se masajeaba la zona dolorida.

¿Por qué narices le dolería tanto el culo?

Esperó unos minutos hasta que el dolor lacerante se calmó y, no sin esfuerzo, se levantó de la cama y comenzó a buscar su ropa, encontrando solo los vaqueros y la ropa interior.

Se agachó para recogerlos y no pudo evitar que una maldición queda se escapase de sus labios.

—Joder…

Intentando moverse lo menos posible, Hongbin se vistió con lo que tenía, haciendo muecas de dolor cada vez que los ramalazos de dolor le recorrían el cuerpo.

Se acercó a la puerta que separaba el dormitorio de la sala de la suite en la que se encontraba, dando pasos pequeños para reducir el dolor.

Al abrir la puerta, el olor a café le golpeó en la cara.

Al otro lado de esta, sentado en un sillón, leyendo un periódico y con una taza de café en la mano, se encontraba un hombre moreno de tez tostada.

Bebía periódicamente sorbitos de su café y no parecía demasiado interesado en lo que decía el noticiario. Y, sin tener absolutamente ni idea de por qué, a Hongbin se le antojó conocido y extremadamente atractivo.

Lo observó como hechizado unos segundos más, sin hacer ruido, hasta que su trance se “rompió”, por así decirlo, y cayó en la cuenta de que el atractivo desconocido llevaba puesta una camisa sin abrochar que le sonaba mucho.

Porque era la suya.

Hongbin dio un paso hacia delante y abrió la boca para decir algo cuando el otro hombre levantó la cabeza y sonrió al encontrar sus ojos con los del joven ladrón.

—Buenos días, bella durmiente. ¿Qué tal has dormido?

Sus ojos negros y amables se pasearon por el cuerpo de Hongbin y brillaron con lo que pareció lujuria a los del ladrón al gustarle lo que veía.

El joven abrió y cerró la boca un par de veces y finalmente acertó a decir:

—¿Por qué llevas mi camisa puesta?

El interpelado se miró y rió antes de volver a mirarle con la sonrisa más grande que el joven hubiera visto jamás.

—Me la puse porque tenía frió y no encontraba la mía—se levantó, se la quitó y se la tendió—Toma, deberías ponerte algo antes de que pesques un resfriado.

Hongbin la cogió no sin antes admirar su torso desnudo. Él pareció darse cuenta de esto, porque empezó a reír entre dientes. El ladrón, avergonzado sin saber por qué, se puso la camisa e intentó, sin mucho resultado, abrochársela.

—Trae—dijo el hombre, acercándose y agarrándole de las solapas de la camisa para acercarlo a él—Déjame que te ayude.

El joven, sin saber qué decir o cómo reaccionar, se dejó hacer.

El contrario comenzó a abrocharle los botones lentamente, con cuidado de no rozarle sin querer y Hongbin notó como los latidos de su corazón se aceleraban sin motivo alguno.

—Ya está—sonrió y le miró a los ojos al terminar. Era un par de centímetros más bajo que el ladrón y aun así, este se sentía amenazado por la presencia del moreno.

Hongbin cerró los ojos y decidió que más que cualquier otra cosa en aquel momento, necesitaba respuestas que le dieran coherencia a la situación.

—Perdona. No quiero parecer grosero ni nada por el estilo, pero… ¿Puedo hacerte un par de preguntas?

El moreno se volvió a sentar en el sofá, recostándose contra este y colocando las manos detrás de su cabeza con aire divertido.

—Dispara.

—¿Quién eres tú? ¿Qué hago aquí? ¿De qué me conoces? ¿Qué pasó anoche que he amanecido desnudo y por qué no recuerdo nada? —le bombardeó a preguntas.

Él sonrió como si ya se esperase lo que iba a pasar y empezó a contestarle con toda la calma del mundo.

—Soy Cha Hakyeon, detective de la Interpol. 25 años, por si te interesa.

El joven ladrón palideció.

Acababa de recordar de qué le sonaba tanto aquel hombre.

Cha Hakyeon era uno de los dos detectives que andaba detrás de ellos desde que las peripecias del equipo comenzaron. Hongbin recordaba que Himchan les había enseñado su foto un par de veces para que se mantuvieran alerta por si lo veían merodeando por el lugar donde planeaban dar un golpe.

¿Podría ser que le hubiera descubierto y lo fuera a detener?

—Y en cuanto al resto de tus preguntas, lo intentaré resumir lo mejor que pueda—sonrió burlonamente—Ayer, por una serie de motivos personales, decidí ir a beber y me encontré con un joven castaño retando a todos a su alrededor a beber.

Hongbin cerró sus ojos y suspiró.

Hyeri ya le había dicho más de una vez que borracho cometía estupideces colosales y le había relatado un par de acontecimientos que parecían irreales, por lo que el joven nunca la había tomado en serio y había pensado que le estaba tomando el pelo.

Pero parecía que la joven decía la verdad.

¿Por qué si no se le ocurriría la feliz y brillante idea de retar borracho a alguien que llevaba persiguiéndole tres años?

—Después de aguantar como un campeón y perder contra mí—Hakyeon le miró a los ojos—Me echaste los brazos al cuello, me besaste y me confesaste que era lo más caliente que habías visto en toda tu vida, a lo que yo respondí trayéndote aquí y follándote lo más duro que pude.

Hongbin asintió.

—Así que por eso me duele tanto el culo…

El clic que hizo la cabeza del joven se oyó a kilómetros.

—¡ESPERA, ESPERA, ESPERA! ¡¡¿¿QUÉ??!!

Hakyeon sonrió lascivamente.

—Lo que oyes. La mejor mamada que me han hecho nunca, por cierto...

El joven se dirigió hacia la puerta, más rojo que un tomate y negando con la cabeza violentamente.

—No puede ser. Yo nunca me acostaría con un hombre. ¡No me atraen los hombres!

El detective se puso de pie y se acercó lentamente al joven, como si fuera una pantera. Le acorraló contra la puerta, colocando las manos a ambos lados de sus costados para impedir que huyera.

—Pues ayer por la noche parecía todo lo contrario cuando gemías mi nombre…—susurró contra su pabellón auditivo, arrastrando las palabras, con la voz grave llena de deseo.

Hongbin se estremeció y notó como su cuerpo comenzaba a calentarse. Se tensó contra la puerta, intentando desesperadamente no excitarse.

Simplemente no era posible. Daba igual como lo mirase y aun estando borracho, el haber tenido sexo con un hombre era algo que no le cabía en la cabeza. Mucho menos cuando el hombre en cuestión era su enemigo jurado.

—Perdona, pero tengo que irme—dijo Hongbin firmemente, evitando mirar al contrario a los ojos.

—Parece que no lo recuerdas—dijo, haciéndole caso omiso—Quizás necesitas que te lo recuerde con mi propio cuerpo…

Hakyeon se lamió los labios y besó su cuello.

El joven no pudo evitar que una especie de gemido que no pasó desapercibido a oídos del detective, quien mordisqueó la suave piel de su cuello, ganando en respuesta otro gemido ahogado.

—Por favor—gimoteó Hongbin—Déjame ir…

El moreno le acarició suavemente la mejilla y decidió que como el sexo con Hongbin le había puesto de muy buen humor, iba a ser generoso con él.

—Está bien—dijo sonriendo—Pero solo con una condición.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

CHAN CHAN CHAN CHAAAAN

¿Cual será la condición? ¿Conseguirá Jongup librarse de Dae y ganar la apuesta? *que no se note que ni ella misma lo sabe todavia* (???)

Bueno, para acabar decir que iré a la Chibi Japan Weekend el 14 con HaePark por si alguien quiere stalkearnos (???) y QUE LAS FOTOS TEASER DE VIXX ME ESTAN MATANDO.

SOMEONE HELP ME PLZ!! (???)

Nos leemos <3

Darkkonggie


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