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Salúdame al infierno por Papapepe

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Notas del fanfic:

No es Kaisoo, es más JongdaexJongin. 


2Jong(?


Pero tiene sus momentos Kaisoo.

Notas del capitulo:

Este es el primer capítulo, es corto, pero me gusta empezar con capítulos pequeños. Léanlo, comenten y, si les gusta, compartanlo con otras personas.

Él era suave y olía muy bien. Me gustaba sentir su cabello deslizándose en mi piel y oír sus risas de voz profunda. También me gustaba besar sus lunares y esas pequeñas marcas que lo hacían único, me encantaba. Después de la cama, acostumbraba a bañarse por un largo tiempo, pero esta vez duro mucho menos. Se vestía con prisa y desespero.

 

–Kyungsoo ¿Cuándo piensas que debería ser nuestro viaje? –Me acurruqué en las mantas mientras se acomodaba en la corbata en frente del espejo largo.

 

–No lo sé.

 

–‘’No lo sé’’ –Imité su voz –Todos los días me dices lo mismo.

 

Kyungsoo se volteó hacia mí, irritado y con ceño fruncido – ¿No podrías darme mi espacio? –se sobó las sienes. –Eso no es indispensable; el trabajo, sí. No me importa un estúpido viaje.

 

Me sentí mal, nos habíamos casado hace cuatro años pero nunca fuimos de viaje; el primer año porque Kyungsoo estaba enfermo, el segundo porque el abuelo de Kyungsoo estaba enfermo, el tercero porque Kyungsoo olvidó regresar a casa el día del viaje y este cuarto año porque Kyungsoo tenía trabajo. Ya ganaba bastante dinero como para vivir en una de las mejores zonas de Seúl y mantenerme. El dinero no era una excusa, tal vez no quería viajar porque le daban miedo los aviones, o así quise pensar. –Está bien, perdóname. –Lo abracé y el me rodeó con sus brazos mientras contestaba una llamada con apuro. – ¡No olvides que pasado mañana es nuestro quinto aniversario! –Kyungsoo ya estaba corriendo a la puerta y supuse que había escuchado mi recordatorio. Quería hacer algo diferente, siempre íbamos a discos a beber o a karaokes, esta vez quería que cenásemos en un restaurante fino. Ya había hecho la reservación, iban a decorar la mesa y nos regalarían un pastel, por política de celebración en el restaurante. Estaba ansioso por ver su reacción.

 

Cuando decidí casarme con Kyungsoo, mis padres se opusieron totalmente y dejaron de pagarme la educación, por eso nunca terminé mi carrera y no podía trabajar en grandes cosas. Quería hacer algo, lo que fuera, porque la soledad del gran apartamento me ponía triste y era bastante aburrido. Ya sabía cocinar, limpiar, secar, lavar y tender. Quería tener un pequeño empleo para llegar cansado a casa y poder dormir profundamente, tal y como lo hacía Kyungsoo.

 

Era 8 de agosto, el día de nuestro quinto aniversario. Cuando desperté, él ya no estaba, ya había partido a trabajar pero no me desanimé; faltaba la cena, se la recordé bastantes veces. A las 7 de la noche fui al restaurante y vi que la mesa estaba perfectamente arreglada en un lugar privado y exclusivo del restaurante; tenía luces de focos pequeños colgadas en el techo, la mesa usaba un fino mantel de tela delgada y tenía flores, dulces y champaña. La música era espectacular, suave y romántica. Olía bien y los camareros que iban a servirnos, estaban muy bien vestidos.

 

–Esperaré sentado –Le informé al camarero –Afuera hace frío.

 

– ¿Quiere agua para sus flores?

 

Miré en varias direcciones antes de recordar que había traído flores, margaritas, las favoritas de Kyungsoo, y mías también. Un tallo de ellas tenía un anillo enredado, uno nuevo porque Kyungsoo se quejaba de lo oxidado que se veía el anillo viejo. –No, gracias. Están muy bien –El camarero sonrió y me preguntó si mi esposa era linda. No supe que responderle aparte de un ‘’sí’’ dudoso porque era extraño que dos hombres estuviesen casados. –Seguro es muy afortunada. Mi nombre es Jongdae y seré su camarero esta noche. –Se presentó para luego retirarse a la cocina.

 

Kyungsoo debía llegar a las 8:30p.m. Sin embargo, ya eran las 9:00p.m y me estaba poniendo nervioso. Los camareros pasaban y podía sentir como me echaban ojeadas de lástima. No perdía las esperanzas de que llegase, al menos a las 10:00.

 

Pero no llegó a esa hora.

Incluso ya me habían traído la comida y no iba a gastar el dinero, por eso lo comí todo, incluso los dulces y la champaña. El reloj marcó las 12:00 y los camareros ya habían recogido casi todo. Jongdae trapeaba el suelo y me observaba con pena. Yo estaba tirado sobre la mesa, pretendiendo dormir cuando en realidad estaba llorando.

 

–Bueno, señor Kim Jongin –Se sentó el camarero de la sonrisa de comisuras extrañas – ¿Le ha gustado la comida? –Asentí sin despegar mis ojos de las ventanas, aún tenía esperanzas. –No se sienta mal, tal vez estaba ocupada. Apuesto que lo ama mucho, ya no hay personas que preparen este tipo de detalles.

 

Jongdae trataba de hacerme sentir mejor pero era imposible sentirme medianamente bien en esos momentos. –Sí, tal vez estaba ocupada… –Me levanté de la silla y pagué para irme, sintiéndome totalmente humillado.

 

Cuando llegué a casa, lo encontré sentado en el escritorio usando el computador. Estaba encorvado y se reía de algo que nunca supe. Dejé la puerta cerrarse por sí sola y él pegó un grito. – ¡Jongin! ¿No se te ocurre timbrar o, al menos, cerrar la puerta con suavidad? –Me quedé en silencio, con la cabeza gacha, esperando que susurrase algún ‘’te amo, discúlpame. ’’ o ‘’Feliz aniversario, perdóname.’’  o me abrazase con algo de sentimiento.

 

Pero no dijo nada más, no escuché un te amo, ni una disculpa, tampoco hubo un abrazo, ni siquiera hubo una mirada. Sólo un grito y un sentimiento de desprecio total. Del desprecio humillante y aplastante. Kyungsoo no mostraba ningún interés en mí, ni siquiera aplicaba las normas de educación conmigo porque nunca saludaba, ni agradecía. Yo era como una pintura vieja y fea, y él era un crítico de arte que no determinaba el arte viejo y feo como yo.

 

 

 

Siempre creí que tal vez Kyungsoo estaba estresado, muy ocupado o muy cansado, y por eso me estaba tratando tan mal.

 

Cuando vi a Kyungsoo por primera vez, yo iba en mitad de carrera, él estaba por graduarse. Lo encontré en un día lluvioso, el más lluvioso en toda mi vida. Estaba regresando a casa y el camino era largo; quería descansar mis pies por un momento y, además, no tenía paraguas, así que entré a un café. No había sillas disponibles porque la mayoría de personas se estaban resguardando de la tormenta. Busqué un lugar en todo el local pero no había donde pudiese sentarme, hasta que llegó un pequeño y pálido chico con ropas negras y lentes circulares. Parecía todo un perdedor adorable. –Se te ve cansado, te cedo mi asiento. –Me dijo cuándo se ponía un abrigo más largo que él. –Yo ya me voy, te veo mañana en la universidad. –Me regaló una sonrisa amplia, una de las más bonitas. Una sonrisa que nunca nadie va a poder eliminar de mi memoria. Lo gracioso es que no sabía de su existencia pero él sí sabía de la mía. En ese momento, me sentí especial.

 

 

 

–Ha llamado tu colega. –Tomé un trago de café. –Se quejó de tus varias inasistencias. Pidió que le diese una justificación a tus fallas, pero ni siquiera yo sabía que no ibas al trabajo. –me crucé de brazos mientras que el rodaba sus ojos.

 

–Es un metiche. No he ido porque me he sentido enfermo.

 

– ¿¡Todo este tiempo, Kyungsoo!? –Grité, – ¿Todo este tiempo?

 

–Sí. –Asintió sin vacilar. –Sí, he estado enfermo todo este tiempo.

 

– ¿¡Qué tienes!? ¿Tienes gripe o  varicela o dolor estomacal…? ¡Dime! –Solté un suspiro para continuar –Sólo dime algo. Háblame, trátame como si fuese tú… esposo.

 

–No sé que tengo, debo ir al médico. Pero ahora debo volver a trabajar ya que si no lo hago, nos moriremos de hambre. –Se levantó del sofá y caminó ignorando mi presencia, pero lo detuve antes de que se fuera. –Déjame, nos quedaremos sin dinero. Tú no trabajas, no haces nada útil por mantenernos.

 

Algo en mi interior se retorció, mis ojos se encharcaron y la rabia se apoderó de mí. – Si no me hubiese casado contigo tan pronto, tendría las condiciones para obtener un empleo. Pero me tengo que quedar aquí encerrado lavando, planchando, cocinando comida que ni te comes, lavando platos, y una infinidad de cosas que nunca tienes en cuenta.

 

Kyungsoo se giró a mirarme fijamente con sus ojos redondos y cejas fruncidas. – ¿Eres estúpido? Tú aceptaste mi maldita propuesta. Sabes, ni siquiera sé en dónde había metido mi cerebro el maldito día en el que se me ocurrió comprometerme contigo. –Me miró de arriba abajo y se rió probablemente de mi ropa vieja, o el delantal que usaba para no dañar las prendas. Me quitó la taza de café, regó el líquido sobre el sofá y sobre mi ropa y acto seguido lanzó la taza al suelo, dejándola en pedazos. –Limpia, trapea, barre, lava, plancha y arregla. Has lo único que sabes hacer.

 

Se largó y me tumbé a llorar entre los pedazos rotos de mi taza favorita. Porque era la taza que el propio Kyungsoo me había regalado en la navidad, tenía nuestros nombres grabados. ¿Cómo es que estaba siendo tan malo? Este no era el Kyungsoo con el que me había casado, no era el Kyungsoo que una vez, en un día lluvioso, me ofreció su silla porque le importó mi estado.

 

 

No era el Kyungsoo que me amaba…

 

Notas finales:

Ojalá les guste. 


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