Era una mañana algo ajetreada en la habitación del Conde Trancy, se encontraba la ropa regada por todos lados, había demasiadas maletas por todo el lugar y muy pocas contenían ropa. En medio de todo este desastre encontraban cuatro personas dos altas y dos pequeñas, por supuesto que se trataba del Conde Trancy y su amigo el perro guardián Ciel Phantomhive y su fiel mayordomo y amante Sebastián y Hanna que también partiría esa noche con el menor.
-Puedo saber porque yo estoy haciendo esto?- preguntaba un Sebastián irritado de meter ropa en las maletas y que Alois en un arrebato de no querer llevarse mucho terminaba sacándola todo obligándole a recogerla, Ciel sólo se reía al ver a su propio demonio controlarse para no matar al menor
-Por que es un favor que te pedí- dijo Ciel divertido- y porque es una orden- dijo en tono serio para después volver a reír uniéndosele Alois. -Boochan...habláremos en la mansión -dijo con su típica sonrisa.
-Te dará muy duro- le dijo Alois a Ciel en el oído.- bueno ya sus... sus cosas no me interesan así que por favor mejor ayúdenme a terminar con todo este desorden- dijo haciendo un puchero extremadamente tierno.
El menor tomó la decisión de tirar todo lo que hasta ahora era si ropa porque no quería nada que le recordará a él, se iba de Londres para poder olvidarlo y llevarse la ropa con la que intentó llamar la atención del demonio no era buena idea.
-Y dime Alois, que piensas hacer con la mansión?- pregunto un curioso de mirada azul-zafiro .
-Pues yo quería quemarla-dijo sin rodeos- pero Hanna no me lo permitió así que la vendere. -Bueno es algo positivo de esta situación -dijo Sebastián -Y que pasará con los trillizos?
-Bueno eso Hanna lo arreglará, verdad?
-Por supuesto Danna- Sama- dijo en un susurro la morena. Tanto ella como Sebastián empezaron a levantar toda la ropa y empezar a empacar lo que se llevarían.
-Alois, ya me dirás a donde te mudas?
-No te lo diré -por que no?
-Porque Hanna no me ha dicho- dijo molesto.
-Y él ya lo sabe?
-no aún no-dijo casi en un susurro- no quiero que lo sepa, al menos no aún
-Y en donde está? - dijo y ambos se sentaron en la cama.
-Pues no tengo la menor idea, sólo le dije que quería que se fuera por dos días y que hiciera en ese tiempo lo que quisiera- dijo en un tono muy triste.
-Alois... -Quizás este con alguna prostituta que se parezca a ti- en ese momento los demonios se detuvieron de su labor y se miraron a los ojos y Ciel empezó a sobarle la espalda al rubio.
<<<<<<<<<<5 horas después >>>>>>>>>>
Las maletas estaban listas, la mansión reluciente para el próximo habitante, el carruaje estaba listo para partir. Enfrente de este se encontraban los trillizos, Hanna, Sebastián, Ciel y Alois; el rubio abrazó posesivamente al de cabellera negro azulado.
-Si ya... sabes que... no puedes vivir... sin mí pa...ra que te vas-dijo intentado respirar.
-Ciel, oh Ciel vámonos. Deja al tonto se Sebastián
-Sabes que estoy aquí, verdad ?- estaba visiblemente molesto.
-Y también sabes como no me importa en lo más mínimo-soltó a Ciel quien fue tomado por Sebastián en un abrazo también posesivo.
-Danna-Sama, es hora- dijo Hanna abriendo la puerta del carruaje.
-Si
-cuánto tiempo tardarás en regresar? -Pregunto el azulino
-Realmente no lo sé, quizás cuando me sienta listo regresare- el rubio no quería irse pero lo necesitaba, necesitaba empezar de nuevo, ser el mismo.
-Eso será nunca- bufón Sebastián
-Sebastián! -Ciel le dio un golpecito en el brazo- ya déjalo en paz.
-también te extrañare- dijo divertido el rubio- bueno es todo.
Los trillizos se despidieron del Conde asegurándole que cuidarian de la mansión hasta que el regresara y se adentraron en la mansión, Alois subió al carruaje después de abrazar a Ciel y Sebastián, el demonio ayudó a Hanna a subir también. Ciel y Sebastián vieron como Alois partía rumbo a su nueva vida.
-Él estaba esperando a que Claude volviera y le dijera que se quedara- Ciel veía como el carruaje se alejaba.
-Lo sé, espero y pueda volver a empezar y sea felíz- contestó Sebastián abrazando al pequeño por detrás. -yo también- y se dieron un tierno beso.
-Boochan, es hora de irnos- dijo para después cargarlo y adentrarse en el bosque para ir a la mansión.
<<<<<<<<<< Tiempo después >>>>>>>>>>
Claude llegaba a la mansión esperando que Hanna no lo atacara con miles de preguntas, sentía que a él le debían una explicación por que de buenas a primeras le pedían que se fuera de la mansión y no regresará hasta en la noche. Cuando entró estaba todo sumido en la oscuridad, fue hasta el despacho y vio que estaba todo en su lugar.
- Thompson- llamó sentándose en el escritorio.
-Si, Claude- Sama?- llegó en menos de un minuto haciendo una reverencia.
-En dónde está?
-El joven salió con Hanna
-Bueno, todo parece diferente, no lo notas? - preguntó sintiendose por primera vez incómodo
-Le aseguro Claude-Sama que todo sigue igual- hizo una reverencia y salió.
-Ni que me importará tanto si regresa o no, es más que si quiere no regresé nos haría un favor a todos. Lo dijo más para converserse a si mismo que para otra cosa. Se dirigió a su habitación y por primera vez decidió dormir un poco para poder quitarse ese sentimiento de soledad que lo embargaba.
Thompson se acercaba a la habitación que compartía con Timber y Cantebur. Al llegar los vio platicando sentados en la cama.
-Hasta cuando le entregaremos la carta a Claude- Sama? - pregunto Timber.
-hasta mañana a primera hora
-Bien, cumplamos con lo que nos pidió- dijo Thompson