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Youngsters por KarmaTour

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Después de que Alonso insinuó que Daniela podía ser lesbiana, ella nos evitó durante un tiempo. Francisca nunca había sido cercana a nosotros, y sin Daniela, ya no tenía razones para hablarnos más de lo estrictamente necesario, así que habíamos pasado a ser Alonso, Camilo y yo. No era tan malo, al menos para Alonso y para mí, que volvimos a concentrarnos en dibujar y escuchar toda la música que estuviera a nuestro alcance.


Incluso logré que me prestara el original de Sleeping With Ghosts, que escuché escondido en mi casa porque mi padre consideraba que cualquier cosa que no fuera rock clásico era “música de maricones”.


Una noche estábamos los tres en mi casa, viendo películas y comiendo basura, cuando de pronto noté que Alonso me observaba fijamente. Una sensación extraña se extendió por mi cuerpo, hice muecas para hacerlo reír, pero él seguía mirándome directamente a los ojos. Decidí jugar también, no era primera vez que teníamos guerras de miradas en las que perdía el que parpadeaba primero, lo miré de vuelta, mientras Camilo preguntaba sobre algo de la película. Lo ignoramos, concentrados el uno en el otro, hasta que noté que Alonso parpadeaba con naturalidad… no estábamos jugando a ver quién parpadeaba antes. Aparté la vista, repentinamente incómodo.


Terminamos de ver la película en silencio, aún me sentía extraño, nervioso, tenso. Más tarde cuando los chicos decidieron volver a sus casas Alonso se me acercó para decir:


-¿Eso fue como flirtear?


-NO.-Ni siquiera tenía claro cuál era el significado de “flirtear”, pero algo me decía que no era nada bueno. Negué con la cabeza enfáticamente, y los acompañé hasta la salida. Decidí que tampoco volveríamos a hablar de eso.


Esa misma semana Alonso nos contó que estaba teniendo problemas en el corazón, que estaba yendo al doctor y que tendría que pasar los recesos en el salón para no agitarse, todo a causar de una taquicardia o algo por el estilo. Obviamente nos preocupamos mucho, pero la idea de quedarnos en el salón durante los recesos no nos pareció mal en absoluto. Así que rápidamente pedimos los permisos correspondientes y comenzamos a quedarnos ahí, sentados sobre los pupitres mirando a la gente desde la ventana.


Algunos días yo llevaba mi reproductor de música, y compartía un audífono con Alonso mientras él dibujaba. Nos quedábamos así, en silencio, las cabezas juntas para poder escuchar cómodamente, él dibujando, yo leyendo, ocasionalmente riéndonos de algo.


-¿Te acuerdas de la chica de la que les hablé?-Dijo una tarde mientras tiraba líneas paralelas en una hoja de cuaderno. – Nos besamos. En un estacionamiento subterráneo… yo…


-De nuevo, felicitaciones.


-Sí… hum… -Dejó el lápiz a un costado, miró a Camilo y después a mí.- Creo que debo contarles algo.


-¿Por qué suenas tan preocupado? Solo es una chica, no es para tanto.


-No era una chica.


Miles de ideas pasaron por mi cabeza. Si no era una chica, tal vez era una mujer mayor, o era una historia falsa, o estaba inventando cosas porque tenía que contarnos algo mucho más serio. Tal vez el asunto del corazón se había agravado.  Tal vez sus padres iban a divorciarse, o peor, tal vez…


-¿Un chico?- Camilo habló en voz baja, tras comprobar que estuviéramos solos en el salón. Quise reírme de su ocurrencia, miré a Alonso para poder compartir la burla, pero estaba mortalmente serio.


-Sí. Había querido contarles pero no sabía cómo.-Murmuró, llevándose ambas manos a la cabeza. El cabello claro sobresalía entre sus dedos, su labio inferior temblaba un poco. Se veía realmente perturbado por el asunto, era obvio que llevaba bastante tiempo queriendo hablar de ello.


-Oye…-Quise abrazarlo, pero solo atiné a darle un golpecito en la frente.-Tranquilo, no es tan grave.


-¿No lo es?


-No. ¡Es muy normal! O sea, la gente lo hace, es como… algo que se hace cuando uno es adolescente. Las hormonas y lo que sea. Experimentar. –En realidad no tenía idea de qué decir, solo quería acabar pronto con ese momento incómodo para poder volver a ponerme el audífono.


-… ¿Tú lo has hecho? ¿Has querido experimentar o algo?


-Eh, sí, claro. Ya te dije, es MUY normal.- Nunca, jamás en la vida había pensado en la posibilidad de experimentar con otro hombre. Ni siquiera estaba seguro de estar muy de acuerdo con el asunto. Una cosa eran las lesbianas, mujeres bonitas que querían tocarse, y otra cosa muy distinta era que dos hombres… - Solo cálmate, ¿vale? Está todo bien.


-Gracias. A los dos. La próxima vez yo invito la pizza, se la merecen.


Y con eso, intentamos volver a nuestra rutina. Los planes de emigrar a Canadá se habían derrumbado por problemas económicos, y no podía estar más feliz. Las cosas estuvieron bastante tranquilas hasta el viernes en la tarde, cuando al intentar bajar a comprar nos encontramos a Daniela llorando en el segundo piso del colegio.


Alonso había tenido razón, en realidad sí le gustaba Francisca. Y de pronto estábamos lidiando con dos salidas del closet en la misma semana. Obviamente con el tema de Daniela, por sus ribetes dramáticos y lacrimógenos, lo de Alonso pasó rápidamente a segundo plano. Concentramos todas nuestras energías en intentar convencerla de que llorar en un rincón del colegio no iba a resolver nada.


-¡SIEMPRE ME HA GUSTADO!-Lloraba, apoyando su cabeza en mis rodillas y humedeciendo mi pantalón con sus lágrimas.- SOY UNA CAMIONERA* DE MIERDA


-No, oye… tranqui. Dios, no puedo creer que tengamos que hacer esto de nuevo.


Alonso y Camilo solo sonrieron, supongo que conscientes de que ese no era el momento indicado para contarle a Daniela lo que había pasado unos días atrás.


La semana siguiente fue un poco más tranquila. Alonso habló con Daniela, para hacerle saber que estaban pasando más o menos por lo mismo, así que ahora eran inseparables. Eso funcionaba perfectamente bien para mí, los dramas de ese tipo nunca han sido mi fuerte, así que era agradable saber que se podían dar ánimo entre los dos.


Mientras tanto, mi cabeza daba vueltas con tantas revelaciones. Nunca había conocido a una persona homosexual, y de pronto mis dos amigos estaban ahí, saliendo del clóset. Tenía que luchar un poco contra mis prejuicios conservadores, haciendo lo posible por manejar la situación con amabilidad. No tenía por qué ser tan difícil. Alonso era gay. Daniela era lesbiana. Pero seguían siendo mis amigos… especialmente Alonso, que era mi mejor amigo. No podía darles la espalda, y no iba a hacerlo.


Daniela se repuso bastante rápido, para sorpresa de todos nosotros abrazó su lesbianismo y lo transformó en una especie de bandera. En realidad, no era tan sorprendente, Daniela no era de esas personas que perdían, era obvio que se las iba a ingeniar para hacer de esta una situación de la que pudiera salir victoriosa. Pronto sus padres se enteraron, también algunos profesores, y todos parecían estar bien con eso.


-Me siento como YO, tan libre, tan… ¡YO!-Decía, a cualquiera que quisiera escucharla. De pronto era una especie de ícono gay del colegio, y la gente ya asumidamente gay se le acercaba para conversar y guiarla.- Además el ambiente gay de la ciudad es maravilloso. Todos son tan amables.


-Quieren meterse en tus calzones.-Sentencié, ya aburrido del mismo discurso.


-Seguro.-Secundó Alonso, bostezando.


-Ustedes dos no entienden porque no quieren. Además es obvio que se tienen ganas y no lo quieren admitir.- Alonso estaba preparándose para responder algo, cuando un chico de otro grado se nos acercó para saludar a Daniela.


-¡Bonita! ¿Cómo has estado? ¿Ellos son tus amigos?-Se sentó junto a nosotros sin pedir permiso, y comenzó una conversación sobre algo como una gran reunión de gente gay en la playa.


-Espera, entonces… ¿se juntan todos en la playa a beber, drogarse y ser gays?-Pregunté después de un rato, un poco horrorizado por el asunto.


-Algo así, sí. Es súper divertido, invité a Daniela la otra vez y no quiso ir. A lo mejor si ustedes la acompañan…


-No.- Contestamos al unísono. Daniela y el chico se rieron y siguieron hablando.


Alonso y yo volvimos a concentrarnos en la historia que estábamos escribiendo. O más bien que yo estaba escribiendo y él ilustraba; en todo ese tiempo no habíamos avanzado mucho, y queríamos tenerla terminada antes de Halloween, sin ninguna razón en particular.


-¿Qué están dibujando?-Preguntó el chico, con su vocesilla seseante. Inmediatamente se inclinó sobre Alonso para poder ver mejor. Algo dentro de mí se retorció. Gruñí. – Ay ¿Te pones celoso?


-¿De qué mierda estás hablando? Deja de joder, por favor.


-¿Son pareja? ¿Quién es el pasivo?


-¿El… qué?-Alonso estalló en risa, aparentemente muy divertido por mi ignorancia en el tema.- No es gracioso. Ya, váyanse a la mierda.


-Tranquilo Cris, es que es gracioso que no sepas.-Intervino Daniela, sentándose frente a nosotros para cerrar el círculo.- Gabo, ¡cuéntale!


-Querido, cuando dos hombres tienen sexo uno es activo y el otro pasivo. Activo es el que penetra…-Y para explicar mejor, “Gabo” acompañó sus palabras con un gesto obsceno.- Pasivo el que es penetrado. Lo mismo con las mujeres.


-Ya. Suficiente, deja de hacer eso con las manos… qué asco.


-¡Pero si te estoy explicando, pequeño!


-Se llama Cristóbal.-Dijo Alonso, recuperándose del ataque de risa.-Oye, pero y…


No pude más. Si iban a quedarse a discutir detalles sobre el tema, no me iba a quedar ahí para aguantarlo. Además el tal “Gabo” me había parecido francamente desagradable, así que les di la espalda para hablar con Camilo de cualquier cosa.


Me molestaba que Alonso estuviera tan interesado. Podía aceptar que Daniela quisiera vivir eso del “orgullo gay”, pero ¿Alonso? Se supone que estaba preocupado por el tema, que no se sentía cómodo, y de pronto estaba ahí, pidiéndole detalles a ese tipo asqueroso. Como si no pudiera encontrar suficientes detalles en internet, o en algún  libro, o qué se yo.


Afortunadamente la clase terminó temprano y pude volver a mi casa. Aproveché el tiempo libre para avanzar un poco la historia que estábamos armando, pero en realidad no tenía mucha inspiración en el momento. Seguía pensando en Alonso, y lo difícil que me resultaba estar con él, cuando la gente hablaba de nosotros como pareja o qué se yo.


Incluso compartir los audífonos me estaba resultando difícil, y él lo sabía, porque había comprado un pequeño adaptador para poder conectar dos audífonos simultáneamente.


Una situación difícil. En el fondo quería a Alonso (como amigo, claramente), incluso lo admiraba un poco. Había compartido con él muchas cosas, cosas que nunca había hablado con nadie, y sentía que de alguna forma traicionaba esa confianza al sentirme de pronto incómodo por algo tan tonto.


El lunes de vuelta en el colegio tuve que dejar de pensar en el asunto, cuando Daniela nos reveló que había decidido declararse a Francisca. Estaba muerta de miedo, pero contenta, nosotros confundidos. Especialmente Camilo, que intentó explicarle que Francisca era completamente hetero, y que no había necesidad de meterse en una situación incómoda.


-No importa. Le tengo que contar, ya no puedo guardarme esto.


-¿Estás segura de que es una buena idea?-Alonso parecía preocupado. Ella solo asintió.


-No te preocupes Dani. Francisca es tu amiga, y si vale un poco la pena como ser humano, no te va a odiar ni nada. En el peor de los casos te va a decir que no le gustan las mujeres y fin.


-¿Tú crees Cristóbal?


-Obvio. ¿Qué clase de amiga podría mandarte a la mierda por algo así? Relájate.


Y en realidad estaba seguro de eso. Porque, al final del día lo que importaba era su amistad, y el resto no eran más que detalles. Le repetí varias veces durante esos días que no tenía nada de qué preocuparse, porque además Francisca era una chica tranquila, era poco probable que enloqueciera por algo así.


Finalmente decidimos juntos que lo haría en la fiesta de Halloween del colegio. Así estaríamos todos ahí y en caso de que algo saliera mal podríamos calmar las cosas si era necesario.


Planeamos encontrarnos en mi casa para alistar nuestros disfraces y de ahí salir todos juntos rumbo al colegio.


 


 


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