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Si no se arriesga no se gana por Juvia Loxar

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Natsu Dragneel tenía un sueño: ser el mago más fuerte de todo Fiore, ser el mejor Dragonslayer y encontrar a Igneel, estaba seguro, su fin era definitivo. Entrenaba arduamente todos los días con los magos más poderosos de su gremio y estaba mejorando visiblemente. Por ejemplo: en un principio apenas y podía contra Erza, ahora al menos la hacía sudar, un gran avance, ¿no? Aunque a los ojos de otros no lo fuera para él era como si hubiera saltado una gran montaña, además, quería que todos en su gremio lo reconocieran como fuerte, sobre todo un mago de ojos negro y magia de hielo.

La verdad es que desde hace mucho tiempo el dragón se sentía traído hacia Gray, era un tipo de atracción que nunca había sentido con ninguna mujer antes, o más bien, con ninguna persona.

Ya se había dado cuenta de que le gustaban los hombres, recuerda que la primera vez que vio a Laxus le pareció increíble sin embargo esa sensación se quedaba corta cuando veía a Gray, y de hecho, aquel mago era su primer y único amor. Las veces que peleaba contra él cuando era pequeño lo hacía para estar a solas con él aunque se la pasaran dándose golpes una y otra vez hasta que uno no podía ponerse de pie, esas peleas eran solo una excusa.

Aunque daba la impresión de ser una persona que no pensaba antes de actuar, le ponía mucha atención a Fullbuster y pensaba muy bien antes de hacer o decir algo cuando estaba frente a él, quería darle una buena impresión y ser aceptado por él.

Al pelirosa le divertía pelear con todos, sobre todo con él y lo hacía más cuando Erza estaba presente pues esa era la única manera de recibir un abrazo de su parte y él también lo abrazaba, solo quisiera que él lo haga a voluntad y lo abrace sin la necesidad de la presión de Erza.

Ya había guardado sus sentimientos por mucho tiempo y sentía que no podía más. Cada sonrisa que le era dirigida agregaba una gota cada vez y Natsu era como un recipiente que en cualquier momento rebosaría.

Un día después de que se retiraron del gremio decidió invitar a cenar a Gray, el cual lo miró como si tuviera plumas o algún tipo de animal raro en la cara pues Natsu siempre se quejaba de no tener dinero y ahora de la nada lo invitaba a un restaurante que por cierto no era muy barato y encima de eso él se había ofrecido a pagar la cuenta. Algo debió de haberlo picado y ese algo era muy extraño.

En fin, ya estaban de camino al restaurante, entraron y se sentaron, ordenaron y  una vez llegó la comida a la mesa comenzaron a comer en silencio hasta que Gray lo rompió.

-¿Qué te pasa?

-¿A qué te refieres?

-¿Desde cuando eres de los que invita a sus compañeros a cenar?

-¿Qué no puedo hacer de vez en cuando? Además, yo voy a pagar tu cena así que deberías dejar de quejarte.

-Oh, no me estoy quejando, te estoy preguntando porqué lo haces, ¿qué mosco te picó?

Abrió la boca y volvió a cerrarla, apretó los puños y miró sus manos, estaba a punto de decir Cupido, ¡Cupido! De cualquier forma, Cupido no era un mosco, ¿o sí? Es decir, volaba y lanzaba flechas, algo que se parece a picar y molestaba pues si el gran romance que él había metido en la cabeza de alguien a la fuerza no funcionaba eso es lo que sucedería. Al final de cuentas no respondió eso pero se excusó.

-Simplemente quise hacerlo.

-Eso no dice mucho.

-¡Que solo quise hacerlo, trasero de hielo!

-¡Te estoy diciendo que eso no explica nada, cabeza de antorcha!

Y de nuevo comenzaron con la pelea verbal, esta vez en medio de su cena, su primera cena de este tipo. El dragón no dejaría que eso se echara a perder, así que dejó de estar a la defensiva.

-Realmente quería hacerlo, ¿hay algo malo en eso?

Su tono de voz y sus ojos fueron lo suficientemente sinceros como para convencer al mago de hielo que se extrañó por el comportamiento de su compañero. Él nunca había hecho este tipo de cosas con nadie y el moreno no se explicaba porque de la nada decidió hacerlo y sobre todo con él. De cualquier manera se la estaba pasando bien y decidió devolverle el favor cuando terminaran de cenar.

Cuando terminaron Natsu cumplió su palabra y pagó toda la cuenta, salió del restaurante dispuesto a irse a su casa donde Happy lo esperaba, dio vuelta y emprendió la caminata hacia su casa cuando la voz de Gray a su espalda lo detuvo.

-Ya que pagaste mi cena, ¿te parece ir a mi casa? Tengo algunos pasteles y…

-¡Pastel, por supuesto que voy!

-Rayos, tú solo quieres dulces.

-¡No importa, vamos!

El Dragonslayer tomó el brazo del mago de hielo y lo hizo avanzar. Caminaron todo el camino así: el pelirosa abrazado al brazo de Gray y extrañamente el moreno nunca hizo ni un ademán para quietárselo de encima.

Llegaron a la casa del moreno y como lo prometido es deuda el pelirosa recibió una porción de pastel que comenzó a devorar ni bien se lo pusieron en frente. El mago de hielo solo observaba la manera en la básicamente Natsu se atascaba de pastel, le parecía curioso y por eso todo ese tiempo estuvo mostrando una sonrisa y de vez en cuando soltaba una risa. Cuando al fin terminó con su tragazón de pastel que casi acabó con todas las reservas de este en la casa anfitriona se sentó en el sofá cómodamente como si de su casa se tratase.

-Oye, Gray, estoy aburrido.

-¿Y?

-Entretenme.

-Ah, claro, ¿qué más quieres? ¿Te traigo uvas o un jugo?

-Sí, por favor.

-Idiota estaba siendo sarcástico.

-Ahhh… Lo hubieras dicho desde el principio.

-De eso se trata el sarcasmo, tonto.

-Bien, ya capté.

-Por cierto, tengo un álbum de fotos de hace tiempo del gremio.

-¿Por qué lo tienes? Debería de estar en el gremio, no aquí.

-Le pedí permiso al maestro antes de tomarlo.

-Eso cambia las cosas. Bueno, ¿qué esperas? Tráelo.

-Ya voy, ya voy.

Se levantó y caminó hacia su habitación, tomó el libro y regresó, apartó las piernas de Natsu y las bajó del sofá para hacerse espacio y sentarse junto a él y ambos comenzaron a ver las fotografías.

Aquello les traía muchos recuerdos página a página: cuando Mirajane se la vivía peleando y provocando a Erza, cuando Gildarts vencía a Natsu con un dedo, la llegada de Happy, el gremio de esa época que si bien contaba con menos miembros que ahora y aunque tuvieran casa el gremio era su hogar y los miembros su familia, compartían unos vínculos fuertes y hermosos que no cambiarían por nada del mundo, o de otro mundo.

Dragneel estaba tan concentrado y divertido con lo que estaban haciendo que olvidó momentáneamente su propósito original que retomó al recordarlo y convenientemente estaban viendo fotografías de ellos dos.

-¿Recuerdas esto, Gray?

-Claro, es esa pelea en la cual te gané. Oh, y esa igual, y esa y esa.

-No me ganaste, claramente yo lo hice.

-Tú no podías ni mantenerte de pie.

-Tú tampoco.

-Yo sí.

-Nos conocemos desde hace mucho, ¿no?

-Sí, bastante.

-Eso me recuerda que al principio te odiaba, ¿qué pensabas de mí entonces?

-Eras un molestoso y ruidoso. Sólo eso.

-¿Y ahora, qué piensas de mí?

-Sigues siendo un molestoso y un ruidoso pero de cierta manera has cambiado, puedo decir que has madurado un poco, pero sólo un poco.

-¿Sólo eso?

-Sí, ¿por?

-Nada… Bueno yo aún no he dicho lo que pienso de ti…

Se armó con todo el valor que existía en su cuerpo y continuó.

-Ciertamente en un principio te odiaba, pero poco a poco eso comenzó a cambiar y cuando me di cuenta solo te veía a ti, solo me preocupaba por ti, solo quería estar contigo, y ahora eso no ha cambiado. Antes no sabía que las emociones que sentía al verte iban a crecer y convertirse en mis sentimientos actuales…

-¿Q-qué quieres decir?

-Quiero decir que te amo y que quiero estar contigo si tú me dejas.

Gray dejó de respirar por unos segundos procesando lo que había escuchado muy lenta y cuidadosamente, estaba muy confundido y nervioso, ¿realmente había escuchado eso? No estaba seguro, por eso decidió asegurarse.

-¿Esto es un sueño?

-No, esto es lo que siento, lo que he sentido desde hace mucho.

El mago de hielo tomó las manos de Dragneel entre las suyas y rozó sus labios con los contrarios.

-Por supuesto.

-¡¿En serio?!

-Claro, a decir verdad yo llevo sintiendo lo mismo desde hace tiempo.

-¿Por qué no me lo habías dicho?

-Porque no sabía lo que tú dirías y tenía miedo de que si te lo decía tú no sentirías lo mismo te alejarías de mí.

-Pues no te preocupes, no me iré a ningún lado.

-Sí, lo sé.

Ambos de besaron de nuevo y desde ese día comenzaron a salir juntos.


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