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Secreto del Géminis por SumTheHeaven

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, si no a su original creador, Masami Kurumada.

Notas del capitulo:

¡Pues hola! Es la primera vez que escribo para esta categoría ;-; pese a que siempre me ha gustado esta serie y las diferentes parejas yaoi que se logran*-*. Hoy quise traer un fanfic un poco extraño guardado en mis archivos, ya que Saga x Seiya es una pareja que me gusta y hay pocos fics de ellos, ¡Es la razón de mi presencia aquí! Ojalá les guste el fic 

¡Les dejo disfrutar su lectura!:'D

 

Secreto del Géminis

{Saga x Seiya}

 

Capítulo 1; {Misiones... ¿Complicadas?}

 

Esto era una obsesión, una que lo estaba volviendo loco lentamente. Y deseaba que se quedase oculto, porque Aioros se había encariñado demasiado con el aprendiz que tenía, esa pequeña cosa que ahora le causaba espasmos de solo pensarlo, Seiya de Pegaso. No podía creer como había llegado al punto de obsesionarse con el pequeño, y era tan retorcido que sabía debía reprimirse de sus impulsos. No. Su mente cada vez más se llenaba de sucias imágenes que él solo había inventado, en poses nada sanas del Pegaso, que seguramente era el más inocente después de Shun.

Esto iba para mal. 

Él no podía tener ese tipo de deseos, joder, que le llevaba sus treces años por delante, además Shion no lo permitiría, una unión como ésta. ¡¿En qué estaba pensando?! ¡El pobre Pegaso apenas sabía de su enfermiza y obsesa mente! 

— Cada día caigo más bajo.—se dijo así mismo, resignándose, mientras se dirigía a su cocina de mala gana para buscar algo de comer. Sentía que extrañaba a Kanon en ocasiones, al menos su gemelo sabía aconsejarle y acompañarle, pero ahora el otro Géminis estaba con Poseidón, pagando su cuota con Julián Solo ayudando a la fundación del anterior mencionado como al de su diosa, la fundación Kido. 

Shion les requería a todos al mediodía en el Coliseo, por lo que debía apresurar, porque ya pasaban las nueve y él acababa de levantarse. Regresó a su habitación con la intención de bañarse, pero tan solo sentir el chorro cálido recorrer su cuerpo le hizo imaginarse a Seiya pegado a él, con esa piel morena que lo enloquecía. Maldijo en voz bajo al ver la reacción de su acompañante en lo carnal, su amigo colgante entre las piernas, que al parecer se complacía al Saga imaginarse a Seiya tentándolo en la ducha. Suspiró, cambiando la temperatura del agua a fría. ¡Si es que esto estaba peor que el hielo de Camus! Se había helado lo que no quería ni enterarse, pero de inmediato sus fantasías se habían alejado de él para distraerse con sus quejidos. 

Vio el reloj de pared ubicado a un costado por sobre su la cabecera de su cama, las nueve menos cuarto. ¡A correr! Que no era un descenso tan corto ir desde Géminis hasta el coliseo, y de seguro los demás ya habían llegado. Se colocó los pantalones y de un tirón los zapatos para entrenar, agarrando una camisa cualquiera mientras se la colocaba de carrera bajando por los templos. Maldecía que el coliseo estuviese casi más lejos que el Templo de Patriarca, pues como también tenían acceso aprendices (En antiguo tiempo) que no poseían armadura lo habían alejado lo más posible del dominio de las doces casas.

Cuando se asomó por sobre las gradas, pues el coliseo estaba construido estratégicamente como subtarráneo, vio la presencia de casi todos allí, solo faltaba un peli-azul, que respiró igual de agitado que él a su lado. ¡Cómo no! Milo, igual que él, siempre llegando tarde, aunque al menos, el de Escorpio podía refugiarse esta vez en que su templo era el octavo (Aunque contaba demasiado poco siendo la presencia de Afrodita, Camus, Shura, Aioros ya antes que él, quedando sus casas más arriba) Suspiró, sonriendo a su compañero de tonterías en ocasiones, mientras ambos bajaban lo que les quedaba, de inmediato haciéndose acto de presencia Shion, que altivo sonreía, con Dohko aún lado.

— Veo que estáis todos presentes.—el patriarca sonrió complacido— Pues entonces comenzaremos con el entrenamiento.

Así, como una vez a la semana el Patriarca venía a vigilarles, todos escogieron parejas, (Los de bronce sentándose en las gradas al lado de Shion y Dohko) mientras ellos debían mantener una lucha sin cosmos de por medio, así como resistencia física. 

Saga, miró sonriente a Milo que correspondió igual de malicioso. El Escorpión era el más divertido en cuanto a esto se trataba, pues tenía una habilidad en este campo que no podía ser comparada con las habilidades a distancia de los demás. Milo era fuerte, para pelear cuerpo a cuerpo, y en esta ocasión para Saga, el más indicado. Se abstuvo de mirar a Seiya, porque se volvería loco y su concentración se iría a la mierda con lo que le había costado, pero sus fugaces imágenes de él no desaparecían, como siempre.

—Esta vez, los que queden como vencedores en esta prueba con sus compañeros, se enfrentarán a los otros ganadores, quiero ver quién tiene la mejor resistencia.—Shion sonrió, terminando de hablar con esa idea alusiva que había propuesto su fiel compañero de armas, Libra.

Esta vez, la carga de intensidad entre las miradas que mantenía con Milo fue aún mayor, pues sabía ninguno de los dos cedería fácilmente ese puesto. Shion alzó la voz en señal de consentimiento, y la gran arena de del coliseo fue ocupaba por los once dorados que ahí peleaban (Afrodita había quedado fuera) Ambos se miraron, antes de lanzarse el uno contra el otro, con aquellas sonrisa de suficiencia que solo competían entre ellas. Patadas, esquivos, puñetazos y más se proporcionaban entre sí, a veces defendiéndose, y otras veces atacando. Saga había perdido progresivamente la cuenta del tiempo que llevaba sumido en esa batalla con Milo, solo despertó de su abismal concentración hasta que Shion les hubo llamado la atención.

— Lo siento, pero no son las finales y estáis tardando mucho, ambos quedáis para la siguiente ronda.—anunció Shion, con su porte elegante digno tan solo del más alto mandatario aparte de su diosa.

Se sonrieron, sintiéndose en lo que podían satisfechos, pero esta vez, Saga buscó otro acompañante de los que habían quedado, pues enfrentarse con Milo sería estar días sin terminar, hasta que uno cediese del cansancio. DeathMask era el ganador haciendo frente con Aldebarán, Aioros quedaba al frente habiéndose enfrentado a Shura, Mu había quedado también siendo su batalla con Camus, Shaka ganó a Aioria. Saga paseó su mirada, decidiendo que el otro Sagitario no sería por ahora su objetivo, acercó con parsimonia a Shaka, que estaba complacido de verle. Se saludaron, antes de comenzar nuevamente la batalla. Se preguntaba como es que el de Virgo había llegado hasta la segunda ronda, siendo al que menos le encontraba habilidad en cuanto a pelea directa, porque de lejos él era el mejor, mucho mejor que si mismo, aunque le doliese admitirlo. De reojo vio como Milo enfrentaba ahora a Death Mask, mientras que también Aioros a Mu, el corrió de la curiosidad de quién ganaría del último duelo que había percibido. Shion anunció el comienzo, dejándole paso libre para atacar a Shaka, aunque más bien, primero inspeccionó el semblante del otro, asegurándose de no dar pasos en falso con alguien como él. Shaka terminó su corta inspección antes de lanzarse a él con los puños cerrados y los ojos azules en su totalidad abiertos.

Lo esquivó como pudo, sintiéndose atontado por aquel ataque que no había visto venir. Sin embargo, le tocó continuar. Como decía, Shaka no era especialmente bueno, aunque si rápido, así que una vez aprendido la técnica de este, no le costó dejarlo fuera. El de Virgo le sonrió, pues en todos los casos había ganado limpiamente, y esta vez se retiró a las gradas con el resto de los dorados. Quedaron Milo, Aioros y él. Para no desemparejar las cosas, Shion permitió que Afrodita acudiese a combate. El de Piscis se acercó a él, por lo que dedujo su pelea sería con el doceavo guardián. Y ya ansiaba probarle, como no, en las peleas con contacto físico.

Otra vez Shion dio la salida, pero esta vez el coliseo permanecía en absoluto silencio, todos alucinados con las batallas que estaban por llevarse a cabo. Milo y Aioros, el Sagitario estaba tan bien al final de ellos, pero si Milo se descuidaba aunque sea un poco, el Sagitariano no tardaría en aprovecharse de lo que solo él podía ver. Mientras que Afrodita, que siempre se había mostrado reacio, ahora se enfrentaría a uno de los mejores. La pelea comenzó, su atención fijándose en el hipnótico rostro de Afrodita, para levar sus puños con rapidez hasta él y acertarle uno de los dos que lanzó. El de Piscis no era tan malo, porque de hecho, daba más la pelea de cualquiera al que se hubiese enfrentado.  Igual, tentándose por Seiya, no quería perder, así que derribó cuando pudo a Afrodita, escuchándose su cuerpo caer, al mismo tiempo que pudo escuchar otro del otro lado de la arena. Milo,... Milo había perdido.

¡Y maldición, debía enfrentarse al maestro de su obsesión!

— Hola, Saga.—sonrió el de Sagitario, acercándose a él tan amable como malicioso. 

Aquello no podía indicar nada bueno.

— Aioros, que gusto enfrentarme a ti.—Saga comentó amable, aunque bien posando sus ojos como si Aioros se tratase de su mayor enemigo.

Shion sonrió, pues esto le resulta divertido, ¿Quién de los mayores ganaría? Aunque entre tanto, Seiya observaba con mucha atención, apoyando a su maestro por supuesto, quería saber si Saga era lo suficientemente bueno para ganarle a él. Tenía curiosidad,... Bastante curiosidad. Shion finalmente alzó la voz, indicando el comienzo del duelo. Ambos se observaron con lentitud, observando cada mínima milésima que podían haberse movido, pasando segundos sin realizar ningún movimiento más que observarse con atención. Los de Bronce no tenían idea de que pasaba, sin embargo todos los de Oro, Dohko y Shion sabía que era aquello. Intentaban leer la mente del otro, predecir sus movimientos y buscar una rápida defensa a ellos. Aioros movió apenas un centímetro su mano, lo que indicó a Saga la hora de atacar, así que con velocidad se lanzó al mayor Sagitariano. Casi acertó uno de los puños que lanzó, haciéndole más que un roce a Aioros, pero no finalmente golpeándolo con la fuerza deseada. Aioros retrocedió mareado de tantos esquivos, recuperándose al instante para que su pie se levantase contra Saga, queriendo dar una patada al rostro que no fue más que una vuelta al ser esquivada. 

Los minutos pasaban, pero ambos seguían en igualdad de condiciones y Shion sabía que no acabaría si no con un error de parte de alguno, decidiendo esperar pacientemente quién de los fuese que caería. Saga vio su oportunidad cuando  Aioros bajó con descuido la defensa al lanzar dos puños seguido contra él, cosa que apenas logró esquivar. Se acercó rápido hasta el guardián del noveno templo, que aún no recuperaba postura y golpeó el pecho de Aioros, para dar otro también en el estómago. Aioros quedó fuera de combate, aunque tampoco cayó de golpe al suelo, agachó la cabeza rendido.

— Tú ganas.—dijo, alzando los brazos en señal de rendido.—Yo no puedo más después de eso y has ganado justamente.

Saga sonrió con suficiencia, mientras sostenía al pobre Sagitario que se había quedado sin aire. Lo sentó junto a los demás dorados, ofreciéndole un vaso de agua que cedió Shun en su momento. 

— Pues Saga, eres el ganador de este pequeño torneo, felicidades.—alabó el patriarca, su mirada dirigiéndose esta vez a los de Bronce.

— Ahora, quiero que me demostréis cual de ustedes cinco es el mejor.—Shion pidió, sintiendo la mirada de alarma del pobre Shun. Sin embargo, los demás animaron y se colocaron en la arena del coliseo, por tal, Andrómeda pasaría en la última ronda.

Seiya se colocaba con orgullo frente a Shiryu, que se limitó a sonreír con malicia al igual que el Pegaso. Saga sintió su cuerpo temblar de éxtasis al ver a su obsesión como estaba ahí en medio, con el Sol dándole a aquella morena piel que relucía por algunas gotas de sudor debido a la intensa calor. Esta vez fue Dohko quién alzó la voz, esta vez sería él el disfrutar en ver a su aprendiz, aunque el Sagitario estaba decidido a no quedarse atrás. Aioros observaba desde el otro, reprimiendo su sonrisa orgullosa por la ya sola presencia y disposición de su alumno. A su lado Saga, que no quitaba sus ojos de aquel moreno con cuerpo bien formado, aún a aquellos cortos diecisiete que tendría.

Seiya lo inspeccionó con rapidez, sin darle tiempo al Dragón a hacer lo mismo mientras que ya se había lanzado. Shiryu fue lo suficientemente hábil para esquivar, aunque cerca de haber recibido de lleno aquel puño que le sabría a un mal dolor por el resto de sus días. Adelantó sus pasos para dar seguidos puñetazos, deshabilitando la defensa del Pegaso, quién se vio obligado a retroceder. 

Aioros chisteó con la lengua, molesto, mientras que Dohko sonreía con altanería.

Shion no podía más que reír.

No puedo creer que, Saga se reclamó, sintiendo la presión de su miembro contra el pantalón, de tan solo ver al Pegaso ahora bañado en sudor con esas sonrisas maliciosas que demostraban no se rendiría. Por suerte, Aioros ni siquiera repara en él.

Fugazmente, el Pegaso vio aquella baja defensa tal como Saga había hecho con Aioros, adelantando sus pasos hasta el Dragón que se vio desprevenido al recibir el golpe y caer seco al suelo, ante la sonrisa triunfante de Seiya. Dohko desvió la mirada con evidente enfado, haciendo reír al patriarca por aquella acción tan infantil, mientras que Aioros levantó su cabeza en señal de aprobación a Seiya que miró momentáneamente  a él. Ikky le sonreía a Seiya, pues él había sido ganador del combate entre él y Hyoga, cosa que había desagradado a Camus, pero había alegrado a Aioria, que resultaba ser también el maestro ocasional del Ikky, cuando a este se le antojaba, pero ambos guardaban cierto respeto por el otro, ya que aunque Ikky no estuviese interesado en la armadura dorada, le parecía bastante útil la enseñanza del León. 

Seiya sintió ciertos nervios por lo que sobrevendría, así que posicionó frente al Fénix, escuchando luego el llamado de Dohko y el permiso necesario para comenzar. Después de minutos de ardua lucha, se notaba el Fénix ya estaba agotado, aunque a diferencia de Seiya, no jadeaba con tanto esmero, lo que solo podía provocar al Géminis desde el otro lado. Seiya salió victorioso, ya que, como él acostumbraba, jamás se rendiría. Andrómeda no resultó ser problema, Shun sabía bastante poco de peleas cuerpo a cuerpo, así, Seiya salió ganador entre los de Bronce, lo que solo hizo sonreír a Shion.

— Saga, Seiya, necesito que vayáis a mi templo ahora.—el patriarca les sonrió amable, al mismo tiempo que dejaba a los demás retirarse. Ambos aludidos asintieron, antes de ver como Shion desaparecía junto a Dohko.

Ambos comenzaron el ascenso, ya que debían ir solos, como el patriarca había pedido. Bendito Shion, no podía pensar más Saga al ver ese pequeño cuerpo a su lado, mientras seguía jadeando con la sonrisa victoriosa que nadie podía quitar de su rostro. Llegar hasta el Templo más alto resultó tedioso, pues el calor les causaba fuertes espasmos, que para suerte de Saga a eso podía atribuir su calentura por caminar solo en compañía de Seiya.

— Buen combate,—se encogió de hombros Saga, felicitando al menor por su destreza bastante destacable. 

— ¡Tú también!—alabó Seiya, admirando a Saga que había logrado derribar a Aioros, una tarea nada fácil.— No pensé que pudieses superar a mi maestro.—expresó con gran sonrisa, aquella llena de inocencia que podía derretir al Géminis.

— A sido difícil—admitió cansado, su cuerpo aún sentía los golpes llevados en el duelo con el Sagitario— Tú maestro es más duro de lo que tenía previsto.

Seiya rió por el comentario, adelantándose en los últimos escalones para el Templo del Patriarca. Shion y Dohko peleaban en el salón principal, cosa que sorprendiendo al Pegaso, a Saga se le había hecho de lo más normal. Tardaron algunos minutos en darse cuenta de los presentes, Shion tomando asiento en el trono que le correspondía.

— Les he llamado para,—el patriarca parecía buscar las palabras más adecuadas para continuar— Pedirles completar una misión que lleva días preocupándonos. Elegí el entrenamiento para ver dentro de grupos quién era el mejor, pues se necesitará mucha resistencia y habilidad en combate directamente físico. A pesar de no ser tan peligrosa, incluye adentrarse en el refugio del dios Poseidón, por eso estáis aquí ahora.

— ¿Qué es lo que le preocupa, señor?—cuestionó Seiya, mientras.

— Como he dicho, es el refugio del Dios Poseidón, un lugar donde antes las almas de sus generales marinos se han resguardado, las vasijas que contenían lo más esencial del poder de los pilares han sido robadas, necesito que investiguéis. 

Saga se sintió mareado, sin embargo, aún aturdido, asintió. Las misiones eran ocasionales, siempre para resolver algunos problemas, aunque hasta el momento de su resurrección no se le había otorgado ninguna, confinándolo a su templo. ¡Ahora encima iría con ese niño al que solo quería tener entre...! 

— Nosotros podemos encargarnos... ¿Verdad, Saga?—el Pegaso animó, mirando de reojo al Géminis que permanecía tras de él.

— Cla-claro que sí.—respondió dudoso, dirigiendo su mirada esta vez a Shion.

— Saldréis por la mañana, Dohko indicará todo lo que necesitéis.

No sé si pensar en la buena suerte, o en la mala, en realidad. Pensó cansado, caminando a un lado de Seiya que seguía al gran maestro de Libra. Esto podía hacerse una pesadilla o un sueño, depende como él quisiese verlo, pero seguía pensando en sus obscenos pensamientos y creía no poder resistirse ante la tentación que presentaba ese pequeño. Mientras que el Pegaso ajeno a todo, sonreía feliz de tener la oportunidad de compartir con Saga. 

Sería una misión difícil, y solo podía resignarse.

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