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Maestro y Discípulo por waka-yukari

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Notas del capitulo:

En el capítulo anterior hago referencia a la palabra "escuchado", esto refiere a cuando el Maestro "escuchaba" a su discipulo y este era "escuchado". Creo que es obvio a que sus sentimientos son correspondidos. 

 Carruca: tirada por mulas, era un coche de lujo, un carro más grande, de cuatro ruedas y cubierto, con capacidad de albergar a toda la familia y para que sus ocupantes pudieran acomodarse para dormir.

 

Las palabras no salían de su boca, no podía articular ni siquiera una vocal. Estaba ahí de pie aún sin poder moverse ante tal belleza. Cuando pudo distinguir ese aroma de hierbas y almizcle se dio cuenta que su Maestro estaba frente a él, sosteniéndole la mirada pero Will estaba tan hipnotizado que casi podía ver el alma de su erástes salir de sus ojos color miel. Los ojos eran la ventana al alma.

-Debo suponer que tienes muchas preguntas para mi Will pero debo de mencionarte antes, qué, no todas pueden ser respondidas en este momento. Todo a su tiempo joven aprendiz- ¿le estaba leyendo el pensamiento?

-No, yo…tengo derecho de hacer preguntas después de tan misterioso “cortejo” , si es que así puedo nombrar a nuestra…ni tenemos una relación- Hannibal arqueó sus cejas

-Sí, si la tenemos Will y a su tiempo te lo podré decir. Ahora ¿quieres algo de beber o de comer? O ¿Esperarás hasta el banquete?- Will estaba molesto pero podía disimularlo muy bien. Miró por la ventana y se había dado cuenta que la tarde casi terminaba.

-No, gracias esperaré al banquete de finalización. Aun así no tengo apetencia alguna- molesto, camino por la habitación para poder encontrar alguna pista de quien era su maestro. Nada. Sólo estaba su ser y él.

-Trata de preguntar algo sobre mí, veré a que puedo responder y a que no. Sé que será difícil para ti- Will sonrió de lado y se llevó las manos hacía atrás de su espalda para descansarlas sobre su espalda baja.

-¿Cómo saber cuál es la pregunta adecuada a la cuál posiblemente tenga respuesta alguna? Hannibal sonrió y tomó asiento para tomar un poco de vino.

-Muy bien, haré tu trabajo por ti, querido alumno pero no siempre deberá ser así y menos cuando nuestra tutoría empiece. Sé que ahora mismo estas siendo soberbio por tu malestar sobre mí y es aceptable pero una vez que sepas algo de mí y te acostumbres, será imperativo que tu actitud cambie, discípulo- Will se quedó con la boca abierta pero estaba desesperado por obtener respuestas así que no respondió a eso.-Cómo te mencionaron, soy Hannibal Lecter, mi cargo es en el gobierno pero no puedo decirte cuál es por cuestiones personales. Tengo mi propiedad en medio del bosque, en los límites de la ciudad  pero algo cerca del mar- Will arqueó la ceja.

-¿Por qué nunca lo había visto o había odio hablar de usted? No reconozco su casa y menos su cara o progenie- Hannibal meneo la copa de vino entre sus manos y la dejo sobre la mesa que estaba al lado del diván donde estaba descansando.

-Hace muchos años una tragedia marco mi vida y emprendí un viaje por nuestros mares conocidos, siendo comerciante ocasionalmente, de ahí mi tono de piel bronceado y mis manos ásperas y grandes por el trabajo en alta mar- Will lo imagino en el barco que se mecía por las olas, dando órdenes a su tripulación pero ejerciendo labores con ellos, con sus grandes manos, calientes y callosas por el trabajo. ¿Cómo se sentiría ser acariciado por ellas? Will se auto regaño al darse cuenta de los pensamientos que su Maestro despertaba en él. Apenas lo había conocido hacia unos instantes pero debía de admitir que el hombre era un Dios.

-Ya veo, lamento lo de su tragedia- Will camino lentamente hasta el diván, se detuvo frente la mesa y tomo un racimo de uvas limpias y frescas, se sentó en un espacio libre y mientras chupaba la punta del racimo miró a su maestro. Hannibal le sonrió gustoso y desvió su mirada hacía la puerta.

-¿Dónde vas a querer vivir Will? ¿En mi casa o en la tuya?- Will no había pensado en eso, para nada y el hecho de dejar sus tierras sin su supervisión física le enviaba escalofríos por toda su medula.

-No sé qué tan estricto sea Maestro Lecter- Lecter se acercó a él y aspiro el olor a hierba buena que Will desprendía, sin tocarlo. Aún no podía hacerlo hasta establecer un vínculo de confianza y saber si producía alguna reacción en su erómeno.

-Si lo fuera no te estaría preguntando qué es lo quieres. Ya estaría decidido que te quiero en mi casa todo el tiempo hasta que termine tu tutoría- Will giró rápidamente su cabeza y lo miro con esos grandes ojos color verde- Pero no es el caso, si quieres quedarte en tu casa, adelante, sólo te pediré que estés en mi estudio todos los días por la tarde hasta el anochecer- Will se relajó y asintió, antes de poder decir algo tocaron a la puerta- Oh, veo que el banquete esta por empezar- los dos salieron de la habitación y bajaron por las escaleras con las miradas de todos encima de ellos y haciendo un murmuro fastidioso.

-¿Por qué todos hablan de nosotros tan descaradamente? – preguntó Will de la manera más sutil y discreta posible al oído de su maestro. Hannibal sonrió.

-Eso, por qué muchos de los erástes de aquí saben quién soy y cuánto pesa mi poder en esta isla y en toda Grecia- ¿qué? Will se detuvo en seco para analizar la respuesta de su maestro. En el pódium el sacerdote leía una vez más, como cada mes, las reglas los deberes y obligaciones de amas partes. Lo que estaba permitido y lo que no. Y esa noche de cada mes, se anunciaban las nuevas uniones y qué cargo desempeñaba el erástes en la sociedad.

Una vez terminado todos partían a sus villas o casas señoriales en forma de maestro y discípulo. Hannibal se giró para con Will cuando termino de atender a unos pensadores.

-¿Puedo pedirte que esta noche vayas a mi residencia, Will? Quiero que conozcas tu nueva casa y donde estudiarás, además de un cronograma establecido por mí, si te parece sino para que lo modifiques a tu placer- Will no podía creer lo benévolo que su maestro era, lo condescendiente, considerado y demás adjetivos calificativos positivos que se pudieran sumar a la lista.

-Claro, será un placer- Will se acercó al cuarto donde los sirvientes esperaban a sus amos- Vayan a casa, descansen y entréguenle este recado a Delhar. Me iré a casa de mi maestro pero antes de la media noche regreso a la nuestra, qué no se preocupe por mí- los sirvientes asintieron y partieron a pie hasta su hogar- Muy bien ¿vamos?- Hannibal camino por delante de Will, como debería de ser.

Subieron a la carruca, era elegante pero sencillo y tenía la privacidad justa. Era tirado por dos caballos. Después de un viaje zangoloteado llegaron a un sendero limpio que llevaba hasta la casa de Hannibal. Cuando Will miró por la ventana se percató de que estaban muy cerca de su villa, muy cerca. Sus sentidos se pusieron alerta. Una vez que se adentraron más en el bosque vio como frente a él se erguía el misterioso domus del cual podía ver la cúpula de este sobre las copas de los árboles desde su casa. Era casi su vecino. Nunca, nadie se había tomado la molestia de adentrarse y saber un poco acerca del domus del bosque. Hasta ese día que Will fue llevado por el señorial de la casa y este era su nueva casa. Por los Dioses.

-Así que tú eres el amo del domus del bosque, el cual se edificó tan rápido que todos dudaban de que los esclavos fueran humanos- Hannibal se reprimió una risa.

-Sí pero justamente cuando apenas me acostumbraba a ella. Hades hizo presencia en mi familia, así qué la deje al cuidado de mi mano derecha y hasta ahora ha hecho un buen labor por eso no pude cortejarte como se debía y te pido una disculpa por eso Will- Will desvió su mirada.

-Si no fuera por mí, usted nunca hubiera regresado a Cytera…si su dolor sigue siendo tan grande debió haber roto la unión y seguir con su vida y a mi dejarme hacer la mía- Hannibal respiro hondo.

-Lo siento si lo hice parecer así, mi dolor despareció hace unos años atrás Will y créeme cuando te digo que deseaba por regresar aquí y conocerte- se detuvieron en la entada de la casa señorial. Bajaron y Will se quedó sin habla al ver la grandeza y la perfección arquitectónica que se erguía delante de sus ojos, con sus columnas corintias y acróteras talladas a mano.

Entraron al vestíbulo adornado con estatuas tallada a mano, tapices de todos los colores y alfombras importadas. Caminaron lento hasta estanque y de ahí a la sala de estar.

-¿Conocerme? ¿Cómo me conoció? ¿Desde niño?- Hannibal volvió a suspirar, sabía a lo que se enfrentaría una vez que conociera a Will y a las cientos de preguntas que le tendría que responder e evadir.

-Si Will, yo conocí a tu padre desde antes que nacieras pero durante tus primeros años de vida hasta los ocho estuve ausente en la isla, fue cuando mi negocio de pescador aumento…la última vez que te vi acababas de cumplir ocho y ahí fue cuando decidí decirle a tu padre de que me quería hacer cargo de tutoría- Will se sonrojo.

-Lo siento pero yo no lo recuerdo, le he dicho- Hannibal sonó una campana y una joven de unos quince años entro a la sala de estar, blanca como la leche, su cabello castaño oscuro suelto hasta su espalda baja, dos ojos enormes de color verde y unas pecas adornaban sus mejillas coloradas sobre esos labios rojos como la sangre.

-¿Me hablo mi señor?- ella agacho su mirada ante los invitados y mostrarle respeto a su amo.

-Hesper este es mi aprendiz, cuando el venga quiero que sea tratado como yo sin ningún negativo y error, con respeto como merece. Por favor, ahora, tráenos algo de cenar, ligero- la chica se ruborizo y miro a Will con un aire de alegría, como diciendo “al fin”.

-Sí, señor- la joven se marchó. Hannibal se acercó a su escritorio y tomo un pergamino

-Toma Will, este es el cronograma que te mencione antes, léelo y me das tu parecer mañana por la tarde- el erómeno se acercó al escritorio y tomó el pergamino que su maestro le entregaba. Lentamente camino hasta las velas del otro lado del salón y tomo asiento pero la madurez de su maestro lo distraía de su lectura. Era demasiado bueno para ser verdad. Nuevamente se forzó a concentrarse y su ser tembló ante tal cronograma. Era justo para él, tenía lo que le interesaba a Will y lo que le ayudaría para mantener vivo su viñedo.

-Es excelente, no podría pedir más Maestro- Hannibal sonrió y tocaron a la puerta, era Hesper anunciando que la cena estaba lista. Cuando salieron, un banquete de jugos y frutas los esperaban.

-Sírvete lo que desees- Will sonrió por primera vez se pudo relajar y al fin su estómago se abrió rugiendo su carencia de alimento.

-Lo siento, los nervios me tenían mi apetito cerrado- coloco fruta en su plato y espolvoreo un poco de azúcar sobre ella.

-Eso no es bueno, debes de tener mínimo tus tres comidas al día y lo recomendado cinco comidas al día. Por lo visto tendremos que corregir algunas cosas para tu bien y salud, Will. Será un regodeo cuidar de ti- Le sonrió mientras bebía de su copa.

Durante la plática de la cena, Will se pudo dar cuanto de cuan inteligente era su Maestro, era sabio para su edad no tan grande, en el equilibrio de la vida. Sus vivencias en el mar y sus anécdotas tenían a Will hipnotizado, como cuando una madre le cuenta historias para dormir a sus hijos por las noches. Él nunca había salido de la isla y nunca se había imaginado que algún día desearía poder navegar y conocer el mundo

-Oh, la luna ya casi esta en lo alto, debo retirarme, Maestro- Hannibal giro sobre su propio eje, aún sentado, y vio la gran luna Llena por la ventana. La Luna los había bendecido en su unión como Maestro y Discípulo con su belleza y luz. Sonrió para sí mismo.

-Claro, dos sirvientes te acompañaran hasta tu casa y así será siempre- Will se sonrojo

-Gracias- los dos se pusieron de pie y caminaron hasta la entrada, Hannibal los despidió, vio a Will y a sus sirvientes desaparecer en la oscuridad del bosque.

-Así que es él ¿eh Maestro?- Hannibal sonrió y miró a su sirvienta, más bien su ama de llaves y su confidente. Nada de lo que pasaba en ese domus era normal, las apariencias engañaban. Eran maestros del disfraz.

-Sí, Abigail, él es mi Apolo- 

Notas finales:

Dejen reviews, vivo de ellos :C 


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