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The Mad Proffesor por algodon Sibyl

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Notas del capitulo:

¡Wou! Me sorprende que haya pasado tanto sin actualizar ;n; pero hay varias razones:

En primera, mi computadora tuvo que ser formateada de improviso, (y digo de improviso porque nadie me avisó) por lo tanto, muchos archivos que tenía (sobre todo episodios de fanfics) fueron eliminados y me vi en la necesiddad de iniciar todo desde 0, sé que suena mucho a excusa pero fue la realidad, esto pasó más o menos en noviembre.

Segundo, ya casi me gradúo de la preparatoria, por lo tanto, hay tantas cosas qué hacer que muchos episodios de otros fics los hago muy cortos (esto para que sepan que no he abandonado ninguno) y pues por desgracia, este no será la excepción.

 

Les pido a todos una enorme disculpa, y sobre todo a mi fiel lectora Zolei, que le prometí un one-shot, tuve que hacerlo desde el inicio y decidí dividirlo en dos, si gustan leerlo: 

Procedimientos para llegar a un común acuerdo

 

— ¿Y bien? ¿Qué pasó? —Preguntó Wasabi al más chico entregándole una taza de té para que este se calmara.

—Chicos… Seguramente ustedes han notado el extraño comportamiento de Tadashi. —todos los amigos de los hermanos estaban en casa de Wasabi. Luego de aquella discusión su tía como había mencionado llevó a Hiro lejos de su casa, para después llevarse a Tadashi con ella.

—Sí, la verdad está muy raro últimamente, y no tenemos idea de por qué. —Explicó Fred con su cara confundida de siempre.

—Pues verán, creo que está desarrollando una enfermiza obsesión conmigo.-su rostro reflejaba una gran preocupación. –Ayer discutió con mi tía por mi culpa y… –Hizo una pausa.-pues, al parecer estaba ebrio.

 Los chicos miraron con preocupación al niño, al parecer el estado mental de Tadashi había estado deteriorándose por el estrés y la carga excesiva de trabajo. Honey Lemon se sentó a su lado y acarició su cabeza con cariño.

-Hiro, sabemos que es difícil apartarte de alguien que quieres, pero debes entender que es un paso muy importante para que ambos salgan adelante.- lo miró con una sonrisa cálida.-Ya verás que todo se solucionará.

-Así es, somos tus amigos, estaremos aquí para lo que necesites.- Confirmó gogo.

-Chicos… -Sonrió ante la ayuda.

:D

Los pasos que daba eran algo lentos, de vez en cuando la mujer tuvo que apresurarlo para llegar más rápido.

Dos horas de viaje sin poder atacar a la mujer. Todo gracias al tipo que se encontraba al lado de ella, al parecer era un psiquiatra y Tadashi sabía muy bien qué era lo que estaba a punto de enfrentarse, por lo que decidió guardar silencio y esconder una de las jeringas que disimuladamente había extraído del maletín del doctor.

Llegaron a lo que efectivamente era un hospital mental, aquél hombre se mantuvo detrás de él todo el tiempo. Habló con la recepcionista y dentro de poco unos enfermeros se acercaron al lugar pero, a medio camino, Tadashi sacó la jeringa y pudo encajarla en el cuello de uno de estos. Rápidamente el segundo fue noqueado por un golpe directo en el rostro y finalmente Axel al tratar de detenerlo corrió con la misma suerte.

Cass, que se encontraba afuera, hablaba por teléfono cuando escuchó un alboroto dentro de la institución mental, por lo que decidió entrar a toda prisa… …pero lo único que alcanzó a divisar fue a Tadashi disparando un arma.

El Hamada mayor miró a los alrededores del hospital detallando todo y sonriendo; todo había salido como lo planeó. Los guardias de seguridad trataron de detenerlo pero debido a que era más rápido pudo escapar sin problemas, el personal que se acercó rápidamente a ayudar había sido noqueado.

Sonrió, tomó las llaves del auto de Cass que se encontraba inconsciente y arrancó, sabiendo muy bien a dónde dirigirse.

:/

En la universidad se llevaba a cabo la feria anual de ciencias, todos los alumnos sorprendían a los profesores con frutos de su propia cosecha. Gogo, Honey, Wasabi, Fred y Hiro disfrutaban de la amena exposición mientras se sorprendían con tanta creatividad, en especial Hiro.

-¡Wou! ¡Miren eso! –Anunció Fred.-Es un aparato para leer mentes.- Los demás sonrieron ante esto.

-Hiro, ¿Por qué no estudias aquí?-Le preguntó Honey al chico quien admiraba todo el ambiente sin pestañar.

-Es una buena idea, pero realmente mi pasión no es la robótica.-Le dirigió una sonrisa a la chica.

-Oh, es una lástima Hiro, pero recuerda que cuando quieras puedes venir. –El chico sonrió.

Desde el otro lado de la sala, un hombre maduro observaba todo el espectáculo con rostro inmutable. Miraba los experimentos como lobo hambriento, en busca de algo que pudiera serle útil.

-Vaya Profesor Callaghan, que bueno que nos acompaña hoy. –Saludó un hombre al acercarse a él. El aludido se giró y le dedicó una mirada de odio puro. -¡Por favor no me mires así! ¿Acaso sigues enojado?-el otro afiló su mirada y se acercó poco a poco a él de forma amenazante, mientras que el hombre daba pasos hacia atrás.

-Hablas como niño que desapareció un juguete de su amigo Allistair Krei…-Lo fulminó con la mirada. –Te recuerdo que no fue un objeto, fue mi hija. –Apretó los puños.

-Callaghan, por favor cálmate… -Allistair trataba de no armar alboroto, pero al parecer fue muy tarde, las miradas curiosas de algunas personas se posaron sobre ellos.

-Tienes razón, tengo que calmarme… -Dijo arrastrando las palabras y retirándose de ahí, al parecer ya tenía un plan bajo la manga.

Tadashi llegó a la universidad con una sonrisa torcida, miró a los espectadores del evento que se llevaba a cabo y dio un largo suspiro. Viró por toda la sala en busca de algo que le fuera útil, divisando en el proceso a Callaghan, quien se encontraba del otro lado de la sala observando con interés una especie de aparato extraño. Sonrió de nueva cuenta y se dirigió hacia él.

— ¡Profesor! —Exclamó en gesto de saludo mientras el otro se giraba a verlo.

—Hamada… …qué sorpresa. —Su voz era neutral, irradiaba una extraña sensación de odio y deseo de venganza.

— ¿Le pasa algo?

—Casi nada… —Su mirada fue a parar hacia el causante de su rabia, Tadashi comprendió esto enseguida.

—Así él es el causante de lo que pasó con Abigail, ¿Eh? —Callaghan giró su mirada hacia él. — ¿Cómo lo sé? Trabajé un tiempo para ese hombre, profesor.

—Ése malnacido. —Apretó los puños. —Algún día tendré mi venganza…

— Profesor, ¿Qué tal ese día es…? —Se acercó hacia él y habló bajo. — ¿…Hoy?

—El otro se quedó petrificado en su lugar y volteó hacia Tadashi, quien tenía una mueca indescifrable en su rostro.

Al verlo no pudo evitar pensar que algo andaba mal con él, pero eso fue su menor preocupación en esos momentos, las palabras del joven habían causado un buen efecto en él. Tanto así que sonrió con malicia y exclamó: <<Dime qué planeas>>.

En otro lugar del mismo evento, Hiro y sus amigos veían como un chico se podía hacer invisible gracias a una especie de rociador con sustancia extraña. El pequeño giró su vista alrededor y sus ojos se abrieron de par en par cuando vio a quien menos esperaba subirse al escenario principal tomando el micrófono.

—Ése es… —Hiro llamó la atención de los demás haciendo que todos viraran hacia el escenario.

—Damas y caballeros… —Anunció el mayor de los Hamada. —Hoy es un día especial… —Giró hacia los jóvenes que estaban completamente perplejos por la escena. De inmediato, Honey y Wasabi se colocaron delante de Hiro para evitar ser visto por Tadashi, quien frunció el entrecejo por aquella acción. —Como ya sabrán, toda la gente aquí es muy privilegiada, por lo que estoy orgulloso de estar en esta institución.

Los aplausos de los presentes no tardaron en aparecer, ajenos a las miradas furtivas de los cuatro chicos del lado del escenario. Hiro miraba con algo de miedo la escena, tenía un mal presentimiento.

—Y me presento, me llamo Tadashi Hamada, un autoproclamado amante de la filosofía, que hoy, junto con otra persona, me gustaría hacer una demostración, pero antes necesito a alguien del público.

No habría de ser un genio para imaginarse lo que Hamada trataba de hacer, por lo que, tan pronto como pudieron, los muchachos quisieron salir de ahí.

— ¡Ustedes! ¿Se van tan pronto? Por favor, déjenme elegir a uno de ustedes. —Al ver su plan fracasar, los aludidos se voltearon ante la mirada curiosa de los invitados.

—Yo me ofrezco. —Dijo Gogo de inmediato, Tadashi sonrió hipócritamente y la invitó a subir, a lo que Gogo hizo caso. —Señorita, quiero intentar algo, por favor alce su mano.

Con cierta desconfianza, Gogo hizo lo que el otro le pidió. Hiro miraba la escena escondido detrás de Wasabi, mientras que los demás se mantenían atentos a lo que el otro pudiera hacer.

Tadashi colocó lo que parecía ser un pequeño control remoto en la mano de la corredora, quien seguía con su rostro descontento. Observó el objeto y luego volteó a ver a Tadashi, quien con una sonrisa que le pareció escalofriante continuó su extraña demostración.

—Bien, ahora que mi querida asistente tiene el mando, le pediré al encargo del staff que por favor apague las luces. —Al hacer lo que le pudieron, prosiguió. —Señorita Gogo, ¿se ha puesto a pensar alguna vez cómo podríamos describir la filosofía?

La nombrada miró a su alrededor, en busca de alguna trampa.

—Si te soy sincera, nunca lo había pensado.

—Me alegro que digas eso porque… yo sí tengo una manera. —Carraspeó un poco y luego prosiguió. —Imagina que toda la humanidad está dentro de éste salón, viviendo su vida día a día. —Hizo una señal, para que luego, detrás de él, apareciera una luz que proyectaba algunas sombras. —ahora imagina que esas sombras que ves ahí se proyectan sin que ninguno de nosotros sepamos cómo o por qué se forman. La gente siempre las ve, y se hacen esas preguntas pero, ninguna se atreve a ir más allá. Ahora, si una sola persona llegara a aventurarse en busca de la causa de esas susodichas siluetas, encontrándose con que afuera de todo esto hay un mundo lleno de árboles, arbustos, animales, plantas. Entonces, regresaría hacia acá y anunciaría al mundo su descubrimiento pero… …desafortunadamente nadie le prestaría atención, ya que todos estuvieran muy ocupados haciendo otras cosas y viviendo su vida sin ilusiones; así pasa con la filosofía, todos nos hemos preguntado alguna vez el motivo de nuestra existencia, del por qué estamos somos lo que somos, pero pocos se atreven a ir más allá de la verdad, y estos son los filósofos, que muchas veces pagan el precio por querer ir en busca de lo que todos añoran.

Hiro, quien desde hace rato que oía todo, se quedó pasmado mientras veía con ojos bien abiertos a su querido hermano. Esas palabras tan insignificantes o aburridas para otros eran para él como una deliciosa melodía cautivando sus oídos.  Poco a poco fue saliendo de su escondite improvisado caminando lentamente hacia el escenario.

— ¡Hiro! —En eso, al dar la aprobación, Gogo presionó el botón, haciendo que una gran explosión retumbara por todo el escenario.

Hiro sólo pudo ver entre su vista nublada una silueta que se acercaba a él lentamente, como si le costara caminar.


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