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El Diablo enamorado II por ItaDei_SasuNaru fan

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El Diablo enamorado II

 

 

Vio a su novio sonreír deslumbrantemente a la señora que le entregó su hotdog. Él sabía que su chico sonreía de contento por la comida y no por la dama, pero eso no evitó que su lengua se paseara por su labio inferior y su rostro se torciera en una mueca de desprecio infinito.

—¿Quieres ir a la rueda de la fortuna? —preguntó el chico de menor estatura, todavía sonriendo con coquetería.

Le guiñó un ojo cuando nuestro protagonista volteó a verlo con molestia.

—¿Alguna vez te he dicho que no a algo?

—Hace como diez minutos, cuando no querías que comprara comida chatarra.

—El gordo que cocina parece que no tiene la menor idea de cómo freír correctamente la salchicha —dijo nuestro amargado diablo.

—Es un hotdog. No necesitas ser un chef o tener una maestría culinaria para hacer hotdogs.

—Hasta para una abominación como esa se deben respetar las reglas mínimas de higiene —gruñó el más alto de los dos, recordando al cocinero limpiarse el sudor de la cara con las manos y luego manipulando la comida.

—Hay cierto encanto en toda tu locura —sonrió su acompañante, acercándose a él hasta chocar sus hombros y sujetar su mano, entrelazando sus dedos como madreselva.

Se odió y se repudió por amar el cosquilleo que le recorrió el cuerpo debido al contacto.

Él sabía que sus estándares eran altos, exhaustivos, casi irritantes y por ellos es que tendía a menospreciar a todos los que le rodeaban sin muchos miramientos. Pero su pareja, tan vivaz y al mismo tiempo tan paciente, irradiaba una pacífica alegría al verlo con el entrecejo fruncido y murmurando maldiciones entre dientes. Su chico estaba o muy enamorado o muy idiotizado por su torcida personalidad, ya que a pesar de todo, no lo pensó dos veces para detener la marcha, ponerse de puntillas y besarlo con cariño –un beso que se le antojó excesivo, dolorosamente romántico, atrozmente dulce–.

Al separarse, se le ocurrieron un par de barbaridades para decirle al otro y, sin embargo, no encontró la fuerza para regañarlo por hacer aquel ridículo despliegue de afecto en medio de una feria rebosando de personas. No pudo, porque se vieron a los ojos y se quedaron así, congelados, ajenos al universo por un instante. 

El momento habría sido fugaz pero eterno, quizás mágico… hasta que un hombre chocó contra ellos y destruyó el ambiente cuando el hotdog cayó al suelo.

—Ten cuidado, carajo.

El olor a alcohol que emanaba era nauseabundo y sus palabras eran arrastradas por la ira ciega que provocaba la bebida.

—Yo tengo cuidado —respondió su pareja con enojo, para su agradable sorpresa—. Tú deberías cuidarte.

El borracho trastabilló con sus pies, pero se acercó nuevamente a la pareja entre tropezones.

—¿Tienes algún problema conmigo, cabrón? —el tipo quería invadir el espacio personal del más bajo, pero una firme mano en su pecho le impidió seguir avanzando. El borracho miró un momento al más alto, pero se volvió a concentrar en el otro con voz burlona y ascendente—. ¿Vas a hacer que el maricón de tu amigo te defienda? No me sorprende que seas un chupavergas, un cobarde y un-

—Vas a callarte y vas a dejar de hablar mierda enfrente de los niños —dijo nuestro hombre, con un timbre de voz intimidante y amenazador que reptaba en el aire con suavidad, al tiempo que se interponía entre su pareja y el alcohólico—. También vas a disculparte con mi novio, o la última cosa que sentirás, serán tus cojones atravesándote la garganta mientras te dejo abandonado en un bosque, y solo volvería para que mis perros terminaran de hartar tu estúpida cara para que ni tu madre pueda identificar tu cuerpo.

El borracho palideció, parpadeó horrorizado y confundido, empezando a temblar ante la poderosa y siniestra figura de su atacante.

—Estás loco.

—Esa no es una disculpa —insistió él, estremeciéndose inconscientemente de la rabia.

—L-Lo siento, hombre —balbuceó el tipo mirando al más bajo de los dos—. Tienes que alejar a tu… tu lo-que-sea de la gente normal.

Entonces, y solo entonces, nuestro protagonista dio un paso atrás y el borracho casi corrió cuesta abajo para alejarse de la pareja.

—¿Crees que eso fue necesario? Estamos en público—le recriminó su chico, llevándolo a un rincón más privado.

—Él estab-

—¡No, no lo digas! No quiero escucharlo… Por Dios, amor, puedo cuidar de mí mismo, ¿no crees?

Él guardó silencio un rato, sonriendo para sí mismo con maldad y sumamente entretenido. No se arrepentía de lo que había dicho, porque cada palabra había sido sincera. Además, sabía que su diminuto y adorable novio se olvidaría del incidente y lo perdonaría después de un par de buenos besos y candentes caricias.

—Admitiré que fue un poco obsceno de mi parte amenazar al tipo con castrarlo, en público. Pero mantuve la voz baja~

—No tienes ni idea de lo terrorífico que eso te hace sonar, ¿verdad? —bromeó su pareja, menos enfadado conforme la feria y las personas recobraban el ritmo de la fiesta—. Tal vez debería de dejar de tratar de besarte en público…

—Ese triplehijueputa trató de culparte por algo que no hiciste. Fue culpa de él, porque hasta él sabe que es uno de esos pendejos fosforescentes.

—¿“Fosforescentes”?

—Desde lejos se le mira lo pendejo.

Su chico se carcajeó largo y tendido, y eso hizo que se instalara un calorcito agradable en pecho de nuestro demonio.

—Eres demasiado peleonero. Parece que para ti es imposible pasar inadvertido.

—Lo hago cuando debo.

—Sí, cuando tienes todas las intenciones de cazarlo después… Prométeme que no le harás nada.

—Mira, si tanto te preocupa, te aseguro que nunca hemos sido indecentes en público, tú no me dejas manosearte como yo quisiera. Y no me importa lo que digan los intolerantes, un beso no cruza ninguna línea, ¿de acuerdo?

—… ¿Eso quiere decir que puedo seguir besándote en la calle?

—Puedes.

—¿Y puedo llamarte “mi vida”, “corazón” y “cariño”?

—Haz una broma más y te prometo que te cogeré tan fuerte hoy en la noche que no podrás caminar mañana.

En lugar de responder, su chico se abrazó a su cuello para comerse los labios y él lo estrechó entre sus brazos.

Para ser sincero con todos, tenía que admitir que todavía se resentía de vez en cuando, porque lo malo de su lado oscuro es que se aclaraba cuando lo veía. No podía creer que ese chico sabía del enfermizo afán que le provocaba y aún así tomara la decisión de seguir a su lado. Gracias a él, la gente ya no le parecía tan estúpida ni la vida tan despreciable. El mundo siempre era más divertido con el demonio correcto, y siendo él uno de ellos, le resultaba extrañamente reconfortante haber encontrado la diversión y la filantropía en un pequeño ángel.

El misterio empezaba a revelarse, aunque sea poco a poco.

Gracias a los muchos años de fatigosa sabiduría, el pobre diablo sabía no tenía nadie en el mundo sino a él, al domador de sus infiernos y al dueño de su tiempo. Porque por él sentía que podía luchar contra dioses y monstruos, por él había vuelto a existir, a sufrir y a ser feliz.

 

Notas finales:

Mi demonio favorito volvió xD

Muchísimas gracias por leer~ ( ^^ )

¡Hasta pronto!


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