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Un año no es nada. por Julia de Virgo

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Notas del fanfic:

Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mí, sino a Masami Kurumada.

Le dedico este fic a mi querida sister, para decirle que desde el año que la conozco, no he dejado de pensar en ella, porque es tan importante para mí como lo es respirar. Te quiero, hermanita mía.

Notas del capitulo:

Hola, aquí les dejo el primer capítulo de esta extraña pareja.

Me paseé por el foro durante un laaaaaaaaaaaaaaaaaaaargo tiempo, ¿y saben qué? No encontré NADA o al menos, no esplícito, de esta pareja tan peculiar, así que me dije:

-¿Por qué no?

Y aquí lo tenéis, no es mucho ni demasiado bueno, pero espero que os guste y me lo hagáis saber, hasta las notas finales.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete pasos. Uno tras otro, sin prisa pero sin pausa, los pies de la diosa de la Tierra caminaban hacia el Averno acompañada de los cinco caballeros de la esperanza, y de la orden dorada...bueno, casi.

El repiqueteo de los tacones contra las baldosas que formaban el suelo del palacio de Giudecca sonaban por todo el lugar, indicando que una mujer, o mejor dicho, la única mujer del Averno, iba con bastante prisa hacia algún lugar. Los tres jueces la vieron pasar casi corriendo, y los tres se preguntaron si debían o no seguirla, mas por su tremenda curiosidad (y aburrimiento), la siguieron.

Ya ante la puerta indicada, Pandora detuvo súbitamente su paso, observando agitada la entrada a la habitación de su señor Hades...mas este no estaba solo, claro que no, sino con aquel que amaba por encima de la capa del cielo.

-Señor...señor Hades...- las palabras produjeron el eco suficiente como para que el poseedor de los cabellos negros y ojos azules levantase la vista de su durmiente amor para mirarla a ella, dirigiéndole la mirada que indicaba la explicación de su presencia- Atenea...Atenea y sus caballeros acaban de llegar a Giudecca, requieren que...ambos se presenten ante ellos, ahora.

-Esa maldita niña empieza a hartarme...- bramó Hades posando los pies en la tierra, o mejor dicho, en el suelo del Averno- amor...debes despertar...tu diosa acaba de llegar.

-¿De verdad?- dijo este alzando la mirada- ¿debo estar presente? Aún sigo cansado por tu culpa....

-Requieren tu presencia también- dijo el dios acercándose para depositar en sus labios un corto beso- y buscaré la manera de compensarte por tener que levantarte de la cama.

-Si me lo propones de esa manera, no soy capaz de resistirme...- pronunció levantándose aún de manera perezosa y lenta, pero levantándose.

En la sala principal de Giudecca, tanto Atenea como sus caballeros esperaban ansiosos la presencia de aquel su compañero, que tras tanto tiempo volverían a ver. No días, ni semanas, sino meses habían pasado sin verlo, y lo añoraban.

Ambos caminaron lentamente por los pasillos amplios del palacio del dios del Inframundo, uno molesto por la visita, y otro nervioso por la misma. Hacía meses ya que no visitaba su lugar de origen, la Tierra, y por ende, meses que no veía a sus tan amados compañeros de armas, y no sabía cómo lo recibirían después de tanto tiempo.

-¿Estás nervioso?- pronunció el dios.

-Sí...un poco.

-No deberías- sentenció con una sonrisa- no van a separarnos aunque quieran, y si tratan de hacerlo...no tengo problema en empezar una nueva guerra con la Tierra.

-¡No digas esas cosas!- rió divertido- un día acabaré por creerme lo loco que dicen que estás...pero te quiero demasiado como para aceptarlo.

-En realidad sí que estoy loco...- pronunció aquel dios de cabellos negros a tan solo milímetros de sus labios- loco por ti.

En la sala principal, todos los caballeros se movían de un lado a otro, impacientes de que de una vez por todas, Hades y su compañero entrasen por la maldita puerta, deseosos de lanzársele encima para abrazarlo y molerlo a preguntas sobre cómo estaba, qué tal lo trataba el Inframundo, y demás...pero no, no entraban.

-¡Aghhh, me cansé de esto!- pronunció la diosa caminando hacia la puerta, que pudo abrir ya que no solo ella empujó, sino que algunos dorados la acompañaron debido a la impaciencia, presenciando la...puede decirse que vergonzosa escena.

Ambos, apasionados y locos el uno por el otro, convirtieron aquel inocente beso en algo más, encontrándose ahora contra una pared probando los labios del otro con ansias, prisas y puede decirse que desesperación, no percatándose de la presencia de la diosa y los caballeros en frente suya.

Todos, impactados como solo en aquel momento se podía estar, y presenciando cómo las manos de Hades acariciaban sin pausa el cuerpo de su leal compañero, ninguno se atrevía a pronunciar una palabra, un murmullo, prácticamente, no podían respirar....menos uno.

-¡Pero depravados, que os estamos viendo!- pronunció el menor de todos aquellos presentes, haciendo que las mandíbulas de sus compañeros casi rozasen el suelo mirando al joven pegaso, quien ahora observaba la cara roja cual tomate de su compañero- ¡id a un hotel o algo!

-Los que están donde nadie los llama, sois vosotros- bramó el dios del Inframundo.

-No les digas eso- pronunció aquel su consorte- recuerda que siguen siendo mis compañeros de armas, Hades.

-Bueno...- se quejó él- ¿qué os trae por Giudecca, caballeros, sobrinita mía?- rió con burla aquel poderoso ente infernal.

-Un poco más de respeto, Hades- pronunció la diosa de la Tierra con molestia- bastante tengo con que te llevases a uno de mis más fuertes caballeros, como para que ahora me toques las narices. Han insistido durante mucho tiempo para bajar al Inframundo.

-Es que hacía demasiado tiempo que no te veíamos, Shaka- dijo sonriente el caballero de Aries- desde que te casaste, has subido muy poco a la Tierra. ¿No podrías venir al Santuario una temporada?

-¡No!- sentenció seguro el dios del Averno- no pienso dejar que os lo llevéis, por nada que pueda tener la Tierra, dejaré que se aleje de mí.

-Qué posesivo ¬u¬- sonrió Death burlón- ¿acaso no eres capaz de separarte de él? ¿o es que el dios del Inframundo se volvió demasiado blando?

-¿Blando?- rió divertido aquel que se puso detrás de su amado, abrazándolo de manera posesiva y cariñosa- si tan blando me hubiera vuelto, no estaría esperando un hijo.

-¡HADES!- reprochó el rubio completamente rojo de vergüenza ante la cara de sorpresa de sus compañeros.

-E-espera...ha...¿ha dicho un hijo?- pronunció Saori- ¡HADES, ¿HAS DEJADO EMBARAZADO A MI CABALLERO?!

-A-Atenea...yo...esto...- el pobre rubio no sabía dónde meterse, lo sabía desde hace un mes, pero aún no se lo había dicho a nadie...y se sentía demasiado avergonzado por ello- no-nosotros....

-¡HADES, VOY A MATARTE!- replicó Atenea apuntando con su báculo al poderoso dios, quien solo pudo reír ante tal acto- ¡ACORDAMOS QUE DESCENDENCIA POR EL MOMENTO NO!

-Pues lo siento- rió Hades colocando sus manos en el vientre de su amor de manera protectora- si no lo hubierais entrenado tanto, no tendría ese cuerpo que me vuelve loco, y no hubiera sido tan desenfrenado...ahora no hay vuelta atrás, diosita.

-Shaka...¿e-es cierto....?- pronunció Dita- ¿vas...vas a tener un...bebé?

-Yo...esto...- aquel sonrojo fue inevitable en las mejillas del rubio, que miró a su marido de tal manera que si las miradas matasen, él no viviría- no debiste decirlo, Hades...

-Perdona amor- rió este- pero no he podido evitarlo. Además, ya no podemos cambiar eso, y a mí me hace ilusión. Solo quedan ocho meses para que un rubio de piel pálida y ojos azules venga al mundo.

-Hades- mencionó Atenea de manera asesina- no me importa lo que digas ni lo que pienses...pero Shaka va a venir con nosotros hasta el momento del nacimiento del bebé, y un poco más, no voy a dejar que pasen ocho meses más sin el guardián de Virgo, además, Shun necesita un maestro, y él lo es.

-¡Ni hablar!- rugió el dios mayor. Los cristales repiquetearon debido a la lluvia torrencial que caía fuera de Giudecca, los suelos temblaban y los rayos amenazaban con destruirlo todo...todo se reducía a su alegría o su mal humor, todo- ¡no voy a dejar que se aleje de mí ocho meses, o puede que un año!

-Si he decidido eso, Hades, es para que solo haya un heredero del trono del Inframundo ahora mismo- respondió con aquella elegancia que solo alguien como ella portaba- y por ello, no subirás a la Tierra.

-Ya te he respondido, diosa de cuarta- bramó el peli negro furioso- no voy a alejarme de él, por nada.

-Atenea- tras mucho rato de permanecer en silencio detrás de su esposo, quien se posicionó delante suyo debido a su furia, aquel rubio de ojos agua habló- no deseo regresar a la Tierra meses enteros sin ver a aquel al que amo, lo siento pero...si esas son sus condiciones, renunciaré a mi armadura, no seré más un caballero de Atenea.

-......- ¿tan enamorado estaba que se encontraba dispuesto a renunciar a todo por lo que luchó? Atenea no lo entendía...en parte, pero por otra comprendía que el amor todo lo puede (o al menos eso dicen), y que no podía evitar de todas maneras que, aunque se llevase al Santuario, nada impediría al dios del Averno subir a la Tierra ocultando su energía para poder estar con Shaka, y nada es nada; aquel hombre estaba loco, era capaz de asesinar a los guardias con tal de pasar más tiempo con aquel caballero dorado- si así lo decides....Hades, ¿podrías subir a la Tierra? Me gustaría hablar contigo en un lugar donde no sienta amenaza hacia mí.

-Deberías saber que no me gusta demasiado la Tierra- sentenció el oji azul, quien mirando la expresión de: “Por favor...porfi, porfi, porfi, porfi, porfi, porfiiiiiiii” que poseía ahora su esposo...no pudo, simplemente era incapaz de resistir una cara de cachorro mojado, por lo que solo pudo abandonar su tan amado orgullo y sucumbir- de acuerdo, subiré a la Tierra ahora mismo, cuanto antes sentenciemos esto, mejor.

-¿Puedo ir yo también?- sugirió el rubio de ojos azules dando pequeños saltos detrás de su marido, pero para parar aquello estaban los jueces, quienes por mandato literalmente divino, estaban ocupados de que NADA hiciese daño al padre de su hijo, y eso no iban a incumplirlo viniendo de Hades, por supuesto que no, así que le hicieron parar simplemente pidiéndoselo, mas no se atrevían a ponerle ni la yema de los dedos encima, aquella persona aparte de poder matarlos a mérito propio, su señor los reviviría para rememorar aquello una, y otra, y otra, y otra vez.

-¡No!- y no hubo más respuesta ni una más seca y demandante que aquella, simplemente, no la había.

-¡¿Y eso por qué?!- replicó este- que yo sepa, no soy tu prisionero, y tengo libertad de expresión y de movimiento, así que si digo que quiero ir contigo a la Tierra, voy y punto- aquel gesto demandante con los brazos en jarras bastaba para saber que aquel hombre no cambiaría su decisión por nada, o al menos, nada que no tuviese sentido o fuese por simple capricho de aqueste su marido.

-Si no quiero que vayas no es porque no me guste la idea de que me acompañes- habló Hades con una tierna sonrisa cerca, incluso demasiado, de aquel su amor- no me entusiasma la idea de que por ir de un lado a otro, le pase nada a nuestro hijo.

-¿De verdad?- cuestionó con cierto amor en la mirada.

-Por supuesto.

-Owwww......¿no os parece muy tierno?- dijo Milo- el frío, apático y rancio dios del Inframundo ahora es dulce, amoroso, adorable y tierno con Shakita....no parece ni el mismo- no duró demasiado su tranquilidad, pues, de algún lugar lejano o mejor dicho, desconocido, un zapato salió disparado y fue a dar a la nuca del pobre escorpión dorado, desmayándolo sin remedio alguno.

-Vaya puntería tienes, Minos- susurró Aiacos al oído del Grifo.

-Con este pelo no veré muy bien, pero acierto a todo lo que se mueve- se burló el albino riendo junto a su compañero ya lejos de allí.

-¿Entonces?- pronunció el Patriarca- ¿partimos, Atenea?

-Sí- sentenció esta- a la Tierra pues.

Notas finales:

¿Y bien? ¿os gustó?

Espero que lo haya hecho, y ya solo queda esperar a que mi mente enferma y pervertida cree el segundo cap.

Nos vemos entonces.

¡Jikai made!


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