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Papierboot por Yehet

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Notas del capitulo:

¡A leer!

 

La primera vez que le vió fue en la clase de manualidades, en el décimo sexto día de abril, y en la hora de la señorita Kristen al interior del preescolar Saint Marie de Chicago.

 

—¡Silence, niños, silence! Hoy tenemos un nuevo compañero en nuestra clase.

 

Jongin era oriental. Sehun era oriental. Y quizás por eso es que no pudo evitar fijarse en el niño  nada más traspasó la puerta con su grasoso cabello negro al más buen estilo “The Beatles”, su mirada perezosa, una complexión tan delgada que incluso llegaba a dar un poco de pena, y unos rasgos tan femeninos que por un momento el moreno pensó que la maestra se habría equivocado al presentarle con el “He” en vez del visible “She”.

 

—He is Sehun, comes from South Korea and will be transferred here for a short time. But take good care of him anyway, so we'll give you a beautiful memory of America, kids.

(Él es SeHun, proviene de Corea del Sur y será transferido aquí por un corto tiempo. Pero cuiden de él de todos modos, así le daremos un hermoso recuerdo de América, niños.)

 

Después de eso, la señorita Kristen amablemente intentó que Sehun se presentase también, aunque fuese con un simple “Hi” o aceptando la ayuda de ella para traducir lo básico a sus retrasados compañeros rubios americanos, pero en vez de lo esperado, él solo asintió una vez y caminó con la vista baja hasta una mesita vacía para ganarse ahí pese a la atenta mirada de todos.

 

Fue cuando Jongin miró a los fríos e irritados ojos de la maestra en él -que parecía no percatarse de nada-que comprendió que no tenía que acercarse al nuevo por mucha empatía que sintiese al sentirse fuera de lugar, o consciencia a que le empujarían y molestarían como a él ya lo hacían pero en menor cantidad que hace unos años atrás.

Él no quería volver a pasar por eso de nuevo. Y para aliviar su inocente consciencia se recordó una y otra vez que la estadía de Sehun sería corta y él volvería a su país.

 

En ese momento la aún resentida profesora retomó la clase, y empezó a repartiles papeles de colores y crayones de los tonos que los pequeños quisieran lugar por lugar. Pero al detenerse delante del nuevo alumno, y aunque creía que nadie la veía a excepción de la bien camuflada mirada curiosa de Jongin, le dejó un mordisqueado y pegajoso lápiz grafito reutilizado, además de un papel blanco al cual no le dio posibilidad de escoger, para seguir rápidamente con la niña sentada delante de él en una alegre sonrisa retomada.

 

Pobre de Sehun… Pero no podía hacer nada realmente si no quería que le molestaran también, ¿Verdad? Es decir. ¡Él ya tiene sus propios problemas! Y aunque su mamá le diría que está mal que no le hable, sabía que le regañaría mucho más si le veía llegar lleno de raspaduras y golpecitos en las piernas otra vez.

Así que una vez más suprimió su deseo de darle la crayola azul y compartir el pedazo de papel verde que había escogido, para después forzarse a tener la vista en la maestra que muy tiernamente les explicaba que debían hacer.

 

—Niños, pay attention. Con los papelitos y los lápices que les di van a dibujar lo que quieren hacer cuando sean grandes ¿Si? Luego de eso lo meterán al buzón de la clase que está en la esquina del pizarrón, y cuando ya todos hayan terminado, sacaremos papelito por papelito al azar y los mostraremos. ¡No olviden anotar su nombre debajo de la hoja! —Agregó agitando un poco sus manos encantadoramente.

Rápidamente todos empezamos a dibujar y garabatear en los bonitos papeles de colores que acariciaban las crayolas de cera sin maestría y hasta carente de entendimiento en algunos casos. Pero Jongin no le prestaba ni el más mínimo interés, y aunque se había reprochado ya un par de veces, seguía vigilando con cautela al apartado Sehun de los grupos de niños que se habían formado de la nada. Todos riendo, dibujando, comparando y hasta burlándose juguetonamente del trabajo de su amigo, mientras que Sehun parecía mirar sus alrededores en busca de algo.

—Jongin, ¿Qué tanto miras? Debes concentrarte en tu dibujo o atrasarás a los demás. —Le regañó suavemente la maestra que no parecía haberse dado cuenta de su atención al nuevo, y este le dedicó la sonrisa más forzada que tenía antes de apresurarse a garabatear a una figura que ya tenía más que claro en la mente sobre el papel. ¡Eso es, concéntrate Jongin, Sehun solo estará aquí un par de meses y después se largará seguramente! ¡Tú eres quién pagará los trastos rotos después de que se vaya si le ayudas!

 

Al final la actividad no pudo terminar, y la profesora los envió a jugar al patio ya que ella recogería los trabajos no acabados de sus mesas, y los metería al buzón para retomarlo después. Pero mientras que todos corrían para salir, Sehun había desaparecido de su mesita azul, y la profesora un poco urgida dejó el salón junto a los niños para ir al baño antes de volver. El moreno tomó su loncherita y sacó de ahí la caja de jugo de manzana para ser el último en irse a jugar también, con un amigo de otro salón.

Jongin estuvo a punto de atravesar la puerta trasera de la habitación, cuando se detuvo en la sillita vacía de Sehun y se acercó con sorpresa a ver el trabajo que habría dejado en la mesa de su puesto.

 

Sehun no había dibujado nada. No había garabateado líneas sobre lo que quería hacer, ni mucho menos habría posado sus manos en el asqueroso lápiz que la maestra le había dado y que como pensaba, tenía restos de mocos de otros niños que antes lo habían usado también. ¡Ni siquiera había hecho uso del aburrido papel blanco que le tocó!... Un libro de geografía básica apenas oculto bajo su silla –Y que sospechaba que pertenecía a la maestra Kristen- había disipado las dudas de donde habría sacado esa hoja donde hizo la actividad, y con mucha delicadeza tomó la figura doblada para detallarla con la mirada tanto como fuera posible.

 

El barquito de papel creado con la hoja arrancada del mapa del mundo, tenía pliegues precisos y cuidadosamente hechos para quedar en una armónica figurita sin imperfecciones. Dando a entender con solo verlo la rebosante imaginación que Sehun poseía, el esfuerzo puesto en algo tan pequeño, y las infinitas conclusiones de lo que quería hacer él cuando creciera.

Sehun siempre fue bastante único en todo tipo de aspectos, y Jongin siempre lo supo también.

 

 

 

Al final, el año pasó lento y tortuoso. Para diciembre Sehun ya no estaba como era obvio, pero también para la sorpresa de muchos ese “corto tiempo” en América para él no había sido cosa de semanas o un par de meses. Pues apenas acabados los exámenes finales de noviembre Sehun se había marchado sin previo aviso a nadie, y antes de que su clase se  diese cuenta, ese asiento comúnmente rayado, ensuciado, repleto de mocos o la leche de algún tonto niño, se encontró vacío para siempre. Y a nadie pareció importarle en lo más mínimo.

Ni siquiera a la profesora que por mero deber profesional debía preguntar por su nombre al pasar lista cuando nadie respondía ni por piedad “¡No vino hoy!” a su atípico nombre. 

 

A nadie le importó exceptuando a Jongin, que aunque habría aprendido a tener coraje para enfrentarse a los que lo molestaban por su físico, jamás se había entrometido en ninguna de las bromas al pálido transferido, ni tampoco le habría dirigido la palabra aún y cuando este intentaba acercarse tímidamente a Jongin.

Tampoco le habló cuando pasó por su lado tras haber sido arrojado al fango del patio, ni mucho menos cuando un grupo de niños le destrozaron los zapatos porque “los chinitos no debían andar con calzado dentro de un salón limpio”.

 

 

 Pero aunque todo le dolía para entonces probablemente lo único que lamentó aún con el paso del tiempo, las lagunas en su memoria, las escenas inventadas en algunas ocasiones, y el borroso recuerdo de un niño de apariencia penosa y solitaria, fue el haberse quedado con el trabajo de otro en la infancia y que por no haber dicho que él lo tomó, habrían castigado al dueño del barquito de papel en su primer día por no haber hecho la actividad. Quizás entonces la maestra habría apreciado su hermoso trabajo antes de ver la destrucción de su libro de historia general con una rojiza ira invadiendo todo su rostro.

 

Ahora los años habían pasado, y a Jongin le habían sentado más que bien. Quizás iba al instituto, pero en ese instante obviamente no se encontraba allí ya que solo jóvenes drogados y algunos charlando animadamente al son de la música le rodeaban como si fuera uno más. Incluso le brindaban más respeto que a cualquier otro rubio de ojos azules natural como eran ellos, y Jongin obviamente disfrutaba de tanto miedo, admiración y deseo que le tenían.

Pero la fiesta se quedó en mute para él desde el sucio sofá. La música tecno no llegaba a sus oídos y lo único que completaba su mundo además de su propia existencia, era la vieja y debilitada hoja que descansaba en su mano, y que nuevamente habría encontrado tras revisar sus pertenencias aquella tarde formando un aún estable barquito de papel con un tembloroso y pequeño nombre escrito al borde del mapa con el que se habría hecho por su propio creador.

 

오세훈

(Oh Sehun)

 

 

 

Notas finales:

Con respecto a las demás parejas, sinceramente no tengo idea de que las podría conformar. Por eso me gustaría que dejasen reviews en los capítulos que voy subiendo, y agreguen en los mismos las que desean que aparezca.

¡Exceptuando por supuesto...! A una que en la vida haré porque no va nada conmigo [?]. Nada de Xiuhan por favor~. 

 

¡Fuera de esa opción, tomaré en cuenta todas las que me den y luego avisaré cuales salieron ganadoras!


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