Entre cartones y hojas de periódicos se encuentra un ser inocente que la vida le negó todo, vestido de harapos y bañado en polvo se puede ver a un ser que tal vez su único error fue el de haber nacido en un mundo tan cruel, tan injusto.
Con sus cortos años ha tenido que aprender a valerse por sí mismo y darse cuenta que fue arrojado a un mundo egoísta, lleno ambición y muerte, que solo lo ignora y lo abandona a su incierta suerte.
Con la carita sucia y ojitos caídos, despierta aquel pequeño, se limpia el rostro aquellas lágrimas que aún están presentes y que son consecuencia del haber llorado tanto la noche anterior porque otra vez tuvo que dormir en aquella fría banqueta, muriéndose de frio, aquel frio infernal que calaba sin compasión sus aun pequeños huesos y lo peor, sin poder al menos probar bocado alguno por que gracias a la fuerte lluvia que inundó a la ciudad el día de ayer no pudo vender ninguna flor que con tanto trabajo había conseguido, teniendo la ilusión de poder ganarse algunos centavos para poder adquirir al menos una pieza de pan y hacer feliz a su estómago, ahora de esas flores no quedaba nada más que solo pétalos marchitos yéndose ahí la posibilidad de poder al menos el día de hoy comer bocado alguno.
Aquellas frías y áridas calles han sido su hogar desde que tiene memoria, tal vez ese sea el motivo por el cual no recuerde el día en que su madre orillada por las circunstancias lo dejó en aquel parque y en esa misma banqueta que cada noche ha sido testigo de su triste soledad, no recuerda ni una sola vez si en algún momento de su vida él sintió ese calor que solo se puede sentir al estar rodeado de las personas que te aman.
“¿Cómo se sentirá tener una familia?”
Siempre ha tenido curiosidad de saberlo, cuando ve a otros niños jugar con sus padres en el parque un sentimiento de impotencia le recorre inconscientemente, desearía al menos recordar algo de su vida pasada por que en el fondo sabe que antes de llegar a las calles él debió de haber tenido un hogar como todo niño, solo una cadena ya vieja con un nombre grabado en ella es lo que le confirma sus teorías, “Taemin” es el nombre que lleva aquella cadena y que ha deducido que es el suyo, es la única prueba que tiene, es lo único que le queda de su pasado, él desearía tanto recordar, de saber por qué entonces si tenía a una familia, se encontraba ahora solo y abandonado.
“¿Acaso no me querían?”
No recuerda ni un beso o una palabra de amor por parte de las personas que supuestamente tendrían que haberlo cuidado y amado, si al menos supiera la historia de su nacimiento, si tan solo supiera que fue concebido producto de una violación que arruino la vida de su pobre madre que desesperada y sola en la vida no le quedó más que dejarlo en esa banqueta rogando que algún ser de buen corazón lo encontrara y le pudiera dar lo que ella no podía porque después de todo su bebe no tenía la culpa de lo que le ocurrió y merecía ser feliz aunque fuera lejos de ella, pero que equivocada estaba aquella mujer, si supiera que su bello hijo nunca salió del lugar donde lo dejó, que nadie en estos años se preocupó por él y ha tenido que pasar por la más miserable vida pero que aun así su pequeño corazón no guarda odio alguno y menos a ella porque después de todo siempre le agradece haberlo traído a este mundo que irónicamente le ha hecho solo sufrir.
Deambulando después de unas horas por aquellos caminos que ya tan bien conocía, se encuentra aquel angelito de cabellos dorados que en años atrás tuvieron un brillo tan alto como el mismo sol pero que ahora solo se encuentran cubiertos por la suciedad y contaminación de la gran ciudad, camina sin rumbo fijo teniendo solo como guía a sus lastimados pies semi descalzos, tiene hambre y mucha sed, pero trata de no darle importancia y no hacerle caso a su estómago que le pide a gritos por algún bocado por más pequeño que sea.
El tiempo pasa y aún no consigue alimento alguno, en las calles hay poca gente transeúnte debido a la fuerte lluvia que se originó el día de ayer, de seguro muchos estarán en casa abrigándose del cruel frio y no están congelándose como lo estaba haciendo él en esos momentos.
“Como gustaría tomar algo caliente.”
Sus ojitos tristes comienzan a tener una especie de brillo, ante sus ojos observa a un joven que no pasaba de los 15 años bebiendo sentado en un banco un vaso que sin duda sería una deliciosa bebida caliente por el inmenso frio que estaba haciendo ese día, se le antojaba tanto ser él quien estuviera bebiendo esa deliciosa bebida porque a decir verdad se estaba muriendo de frio y sus ropas no le ayudaban mucho a mitigarlo aunque sea un poco, sin darse cuenta se empezó a acercar un poco más donde aquel joven sin dejar de mirar el vaso que sostenía dicho acto que no pasó desapercibido por este ya que vio desde el principio como ese pequeño miraba aquel vaso que sostenía en su mano, podía ver que ese niño se estaba muriendo de frio tanto como él lo estaba teniendo.
- ¿Pequeño quieres un poco?
Sin pensarlo aquel pequeño tomo rápidamente el vaso que le estaba ofreciendo aquel joven agradeciendo enormemente aquel gesto de bondad que muy poco recibía por parte de las personas con las que se topaba.
- ¿Te gustó pequeño?
- Si, muchas gracias
- De nada, pero ¿sabes algo?, para que sepa mucho mejor esta bebida hay que acompañarla con ricas galletas con chipas de chocolate y mira aquí traigo algunas.
Diciendo esto aquel joven extraño le entrego al pequeño una bolsita de galletas que llevaba en su mochila, sin pensarlo él las tomo y con algo de desesperación empezó a meterlas en su pequeña boca, había sido días que no probaba algo decente y sin duda al comer aquellas galletas lo estaba haciendo feliz.
- Veo que si te gustaron y dime pequeño, ¿Cuál es tu nombre?
Ante esa pregunta aquel angelito se mostró algo dudoso en responderla y es por el hecho que a ciencia cierta no sabía si el nombre que estaba inscrito en su placa era realmente suyo, desde siempre dedujo que era así aunque seguía teniendo sus dudas pero aquel joven había sido tan amable y quiso retribuirle el gesto respondiendo a su pregunta.
- Tae..min, mi nombre es Taemin
- Bonito nombre Taemin, yo me llamo Minho y ha sido un gusto conocerte, eres muy lindo
Sin esperarlo ese joven acaricio la cabeza del dulce niño y con aquel acto este se sintió entre avergonzado y feliz, nadie en su vida le había dicho que era lindo ni mucho menos lo habían acariciado como lo había hecho Minho, es más, cuando lo veían la gente se apartaba porque lo encontraba sucio y temían que le fueran a robar.
- Usted también es muy bonito Hyung
El mayor se quedó asombrado por lo que acababa de escuchar, el pequeño Taemin era un ser muy dulce y en una parte de él se cuestionaba por qué aquel angelito estaba en esas condiciones, todo sucio y muerto de hambre, se le lleno el corazón de tristeza de solo imaginarse a aquel pequeño por todo lo que debió pasar y que de seguro pasa día con día.
- Muchas gracias Taemin, pero dime Minho, solo Minho me haces sentir viejo con el “Hyung”, bueno se hace tarde y tengo que irme ¿por dónde vives Taemin?, con gusto te llevare para que no vayas solo.
Ante esa proposición Taemin palideció, como decirle a Minho que él no tenía a donde ir, que la única “casa” que conocía era aquella vieja banqueta que todas las noches era su lugar de refugio, no quería decírselo, no a él que fue tan bueno y por un momento le hizo olvidar la vida que tenia llenándolo con un cálido sentimiento, no quería su lastima o peor aún que sintiera desprecio porque él era de la calle.
- No se preocupe Minho hyung, mi casa no está muy lejos de aquí, puedo irme solo, además a usted de seguro se le está haciendo tarde, no quiero que se retrase mas por mi culpa.
- En verdad no voy a poder hacer que me llames solo Minho ¿verdad?, pero está bien como tú digas y quiero que sepas que para mí no es ningún problema acompañarte pero si no lo deseas no te voy a obligar, solo cuídate ¿sí?, ve con cuidado.
“Si supieras que toda mi vida he ido con cuidado”
- Si, no se preocupe, muchas gracias por todo, espero poder volver a verlo algún día.
- Yo también pequeño, yo también…., me voy pero recuerda esto “la vida es un campo de batalla y solo los valientes podrán sobrevivir en ella, tu vales mucho y no permitas que las circunstancias de la vida te llenen de amargura, trata siempre mostrarle a los problemas una hermosa sonrisa y veras que todo lo malo no siempre dura en esta vida y con algo de optimismo y ganas de vivir las cosas pueden cambiar.
Y dicho esto aquel joven que hace unos momentos conoció se fue alejando dejándolo ahí parado en medio de aquel lugar asimilando las recientes palabras escuchadas que rondaron en su pequeña cabeza todo el transcurso del día e incluso al momento de acostarse que paradójicamente en esa noche no sintió el mismo frio habitual de cada día a cambio de ello empezaba a sentir una extraña sensación de calidez en su ser, era como si recordar las palabras que le había dicho Minho hacían en él un efecto tranquilizador, era como si esas palabras fueron dichas directamente para él , como si Minho hubiera adivinado lo que su pequeño corazón sentía, esa noche como pocas otras no se había acostado llorando porque se sentía solo, sino que lo hizo con la esperanza de que pronto pudiera volver a ver a ese gentil joven que le había hecho sentir que en este mundo había alguien quien le importaba su existencia que se preocupa por él y así se durmió con aquel pensamiento sin saber que aquel día iba a ser el inicio del gran cambio en su vida.
“Aunque no siempre los cambios suelen ser para bien…”