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Dentro de tí por Tae Neko

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Notas del fanfic:

Remasterisación de mi antiguo e incompleto Fanfic Dentro de Tí. Con esto busco enmendar errores ortográficos, y finalizar la historia.

Notas del capitulo:

Este es el primer capítulo, espero les guste.

“Algunas personas causan felicidad a donde van; otras, cuando se van”

 

Llegué a tal punto. Los rayos del sol ya no me calentaban, el frio del invierno ya no me hacía temblar.

Me había convertido en una criatura sin alma

Desesperación. Gritaba con todas mis fuerzas, mas nadie volteaba; nadie se dignaba a escuchar. La gente camina  y vive, ignorando la desgracia ajena. Puedes morir frente a ellos, pero no te levantaran, no te cuidaran, no harán nada por ti.

Bajo la lluvia, en una esquina, me encontraba sollozando, tratando de decidir entre un cuchillo o un revólver para dar fin a mi desdichada existencia. Recuerdo haber elegido uno de ellos, y presionarlo contra mi cuello. Sentí aquel sólido material hacer contacto con mi piel, mientras lágrimas caían sin mi consentimiento. No podría asegurarte si eran lágrimas de felicidad o congoja, pero caían. Me había decidido a hacerlo. Sin embargo, así como en muchas historias, en esta también ocurrió aquello que las personas llaman un “milagro”. Un hombre mayor, no mucho mayor que tu abuelo, me dio al encuentro casualmente. Su forma de proceder ante tal escena no fue muy usual, pues sólo buscó mi mirada y dijo: Hijo, no puedo persuadirte, esta es tu decisión ¿Pero, realmente crees que todo está acabado?
Dicho esto, sonrió y continuó su camino. No diré que fue un enviado, nunca creí en esas cosas, solo lo llamaré “Un encuentro no infortunio”.  En fin, esas desinteresadas palabras hicieron que cavilara ante aquella situación, y tras llorar por mi voluble personalidad de aquel entonces, decidí rehacer mi vida.
Recordé que en el instituto siempre me destaqué en el campo de la química y la biología, y como aún era joven, no me pareció mala idea incursionar en el campo de la medicina.

No creas que es una broma, Taemin, yo siempre tuve un gran espíritu de labor social ¿Y es que no lo ves?

Fue increíble cómo logre olvidar parte tan oscura de mi vida, aún me parece un gran enigma el cómo logré bloquear tales recuerdos.

Volviendo al tema, las clases fueron muy interesantes, cada día nacían en mí más ganas de conocer el cuerpo en todo su esplendor, y cada vez crecían más preguntas sobre su funcionamiento, cómo se realizaba cada acción del cuerpo. “El cuerpo humano es hermoso” me decía repetía con asombro una y otra vez, pues es cierto, cada movimiento se genera por un impulso cerebral. Parece mágico; somos tan perfectos, todo está totalmente calculado en nuestro interior. Quería ver como funcionamos por dentro estando vivos aún, quería ver cuál es el punto más alto del dolor; pero, no solo quiero saberlo todo, quiero olerlo, tocarlo, sentirlo; mas solo podíamos experimentar con cadáveres, y atender personas en el internado. Ya todo estaba frío, ya todo estaba muerto.

Como sabrás, pasaron los años y empecé a trabajar como médico pediatra, pues los niños pequeños son las principales víctimas de un médico negligente, y al ser el alba de sus vidas, me parece bastante injusto que se les acorten tantas oportunidades, así como me pasó a mí. Hice un buen trabajo, fui reconocido en varias ocasiones, y a buen tiempo logré recuperar aquello que había perdido. He ayudado a mucha gente, he salvado vidas estaba satisfecho con lo que hacía.

Pasó mucho tiempo hasta el día en el que te vi. Era solo otro día en el hospital; mi vida había ido cayendo poco a poco en la monotonía, el hecho de salvar vidas se había hecho una actividad completamente lucrativa. Sentía un vacio dentro de mí, un vacio profundo, un vacio que dolía, un vacio que no podría ser llenado nunca más. Mis ganas de saber mermaban con el paso de los días y los avances eran inútiles. Tal vez en algún momento pensé que reconsiderar la opción del suicido, pero de nada hubiera servido, pues, verás, soy alguien ya olvidado.

Todos los días niños y sus padres entraban y salían de mi sala por enfermedades, alergias, chequeos médicos, etc. Pero en eso por esa pequeña puerta color café entro una mujer mayor y pude visualizar una pequeña criatura entrando detrás de ella, con timidez.

Tú eras diferente.

Al verte, mis ojos se abrieron de par en par y mis cejas se arquearon en expresión de sorpresa; así es, quede sorprendido, eras tan hermoso: Tu cabello castaño, tu piel blanca, tus ojos grandes y brillantes, tus labios gruesos. Hubieras sido fácilmente confundido con una niña.

-Buenos días. Soy el doctor Choi Minho. Tomen asiento, por favor.- Dije mientras los miraba. Mi mirada era jalada hacia ti, como por una especie de imán.

-Buenos días, doctor. Gracias.- Dijo tu madre mientras tomaba asiento.

Tú tomaste asiento en la silla de al lado y mientras me mirabas tímidamente con tus grandes y brillantes ojos, me regalaste una leve sonrisa. Nunca nadie me había regalado algo así en tanto tiempo, sin duda eras especial. Aún lo eres.

-Doctor, mi hijo, últimamente, ha estado teniendo mucha fiebre. Le duele la cabeza y también la garganta, como si tuviera gripe, pero no se le pasa con los medicamentos.- dijo tu madre con un leve todo de preocupación.

- Mmmh ¿Cómo se llama su hijo?

- Taemin, Lee Taemin.- ‘Lee Taemin’, pensé, mientras me acercaba a ti. Por alguna extraña razón me ponía nervioso con cada paso que daba, acercándome hacia tu presencia. Tú me seguías con la mirada.

- Taemin, ven aquí.- Dije señalándote la camilla para que te sentaras en ella. Hiciste un gesto de afirmación y subiste. Eras sorprendente.- ¿Qué edad tienes, Taemin?- pregunte con curiosidad y miedo a tu respuesta, por alguna razón no quería que tu edad fuera inferior a los 2 dígitos, eso me había hecho sentir mucho más inseguro.

-12.- Dijiste, sin más que agregar. Eras tan callado, pero tu voz resonó en mi cabeza por largos periodos de tiempo. Aún la recuerdo, y cómo olvidarla. Aquella palabra, fue la primera que dijiste, la primera que me dijiste a mí, directamente y a petición mía. Sentí que podía pedirte tantas cosas, y tú las hubieras cumplido al pie de la letra; y con esa delicadeza que se reflejaba en tu voz, hubieras desarrollado todas y cada una de las tareas, dejando que esa característica tuya se extrapolara en todas y cada una de tus acciones. Fue muy inteligente de tu parte, el dejarme con más ganas de esa melodía.

Agarre el estetoscopio para realizar el examen. Te levanté la camiseta, para poder comenzar con la tarea. Me sentí culpable, a pesar de que era mi tarea como médico, pero es que en ese momento, había dejado mis títulos a un lado. Tu piel era tan suave y clara. Tu cuerpo  tembló al sentir el frio del estetoscopio pegado a tu pecho. Tus latidos eran realmente relajantes, como dormir ante las melodías de Chopin, pero sintiendo el pecado de la Sonata del Diablo de Paganini. Recuerdo haberme maldecido aquel día, porque no fueron mis dedos quienes se pegaban a tu pecho, y sentían aquel dulce golpeteo. Esa fue la primera vez que me hiciste sentir algo, Taemin. Algo que no estaba seguro de explicar.

Busqué mi linterna y una paleta para poder revisar tu garganta.

-Abre la boca, Taemin.- Dije lentamente. Con un tono de lujuria que solo yo pude captar.

Asentiste y la abriste con la misma lentitud. Efectivamente, tu garganta estaba totalmente irritada y tus amígdalas también, pero era aquel rojo carmesí lo que tuvo cautivo a aquella distancia. Estaba tan cerca de tu boca que me provocaba…

-¿Doctor?- Dijo tu madre, despabilándome.

-¿Ah?.. sí, claro.. Disculpe.

Notas finales:

Espero que les haya gustado.


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