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Después de todo este tiempo por AndyStrangeMc

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Notas del fanfic:

Si quieren escuchar la canción que toca Midorima es esta~

Otra noche más en el teatro dando uno de sus conciertos. Ya en sus manos se encargaba de darle vida a la partitura de Comptine d'un autre été : L'Après-Midi. Pieza compuesta originalmente por Yann Tiersen.

La gente sólo le veía con total admiración. Los dedos rosaban las teclas del piano como si se tratasen de la dama más delicada del mundo. Porque así debía de tratarse el instrumento, así se debía explayar cualquier músico.

Pero, sin embargo no sentía nada al escuchar lo que sus manos hacían, en su vasto universo los sentimientos con esa melodía no le acompañaban. Era como ser un simple reproductor de música, que aunque transmite la sinfonía, no tiene nada dentro.

Era un frío día de enero. La temperatura andaba por menos de los 10º centígrados. Los dedos se le solían entumir en estas fechas. Pero debía ofrecer el concierto para llevarse el pan a la boca. A pesar de ser un famoso pianista, no ganaba tanto dinero como se secreteaba. El arte ya no era tan bien pagado, puesto que el interés en el mismo cada día era menor.

Para las presentaciones se quitaba las vendas de los dedos. Sus manos debían tener una perfecta presentación, las uñas bien limadas y las yemas de los dedos suaves. Desde niño tenía la costumbre de hacerlo, tal vez desde antes.

Era conocido por ser un tipo más bien extravagante. De esos artistas que dan miedo por lo raros que son, ya que el de cabellos verdes no tenía nada de normal. El color de ojos, preciosas esmeraldas que eran adornadas por unas pestañas largas. La gran altura del mismo y su manía con lo supersticioso. Además de ser alguien misterioso y que poco se sabía de su vida. Pero es que él tampoco sabía mucho de la propia.

De vez en cuando se quedaba viendo al público, no es como si debiera quedarse contemplando siempre al piano frente suyo. Se daba la oportunidad de ver por el rabillo del ojo a sus seguidores. Y en plena mitad de la música, estaba ahí. el chico de cabello negro. Lejos de todos, en la antepenúltima fila en el asiento que daba al pasillo.

Siempre que tocaba la melodía del maestro Tiersen, el mismo joven aparecía, sólo en esa canción. Porque si volteaba en cualquier otra parecía desvanecerse por el aire. Por el tiempo que llevaba apreciando, siempre hacía lo mismo, sólo se presentaba cuando tocaba aquella vieja canción.

Culpa de la mala vista, no lograba definir bien sus facciones. Pero estaba seguro que tenía un par de ojos azul grisáceo. Unos mechones en la cara, y era de menor estatura que él. Cada vez que le veía descubría algo nuevo, era ir armando un rompecabezas que era destinado únicamente a él.

Aquél joven siempre le llamó la atención. ¿Por qué solo escuchaba esa pieza? ¿Por qué no se le acercaba a hablar con él? Muchos lo hacían después de los conciertos... Pero mejor aún ¿Por qué se escapaba cada que finalizaba?... Cuando lo divisaba todo cobraba sentido.

Su corazón volvía a tener vida.

Un día de estos pararía todo en medio de la canción y saldría detrás suyo. No importaba cuanto corriera o cuanto le siguiera, debía detenerle y decirle todo lo que sentía. Lo demás era mera tontería.

Las últimas notas sonaron en sus dedos. Volteó y como siempre, el muchacho ya no estaba. ¿Sería un fantasma? ¿Un producto de su imaginación loca? Porque si era así, ni el mejor psiquiatra le podría quitar la imagen del joven que le acompañaba todo el día desde la primera vez que lo vio.

Se recogió los cabellos sobrantes de la frente para atrás y prosiguió. No podía parar ahora. Lo que sí había notado es que después de verle, las cosas acababan mejor, la música salía como nunca y su corazón latía como una locomotora. Dejaba de ser una simple máquina.

Le veía cada semana en todas las presentaciones que hacía. Llegó un punto en el que sólo trabajaba para verle unos pocos segundos y nutrir su alma de alegría que le duraba hasta la otra semana. Que el otro estuviera ahí siempre, le daba seguridad. Aquella pieza se hizo su favorita por mucho.

Tenía más de 2 años la situación. Y poco más de 100 veces que se habían visto de la misma manera.

Sonaba el segundo compás y volteó a verle, seguía ahí. De la nada se paró haciendo una reverencia al público, disculpando la grosería que estaba haciendo. Sin más preámbulo corrió a la dirección del moreno. el cual se hallaba saliendo del teatro en el que estaban, yendo directo al vestíbulo.

El traje de color negro le molestaba, no le permitía correr tan rápido como podía. Aventó la puerta para encontrarse el salón vacío, a juzgar por la puerta de la entrada que aún se balanceaba, acababa de salir.

Se limpió el sudor de la frente abriendo la puerta y ver al otro, a unos cuantos metros de él. Llevaba un abrigo ancho, y en el mismo, las manos guardadas a los costados. Corrió de nueva cuenta.

-¡Espere por favor! -Gritó tratando de alcanzarlo con la mano izquierda.

Volteó la cara y conectaron miradas. El chico tenía una ligera sonrisa que le daba paz. Como si toda la vida la hubiese buscado, algo se calmaba dentro suyo.

—Tú... Necesito hablar contigo. -Ese ángulo se le hacía conocido, esa sonrisa, esos ojos... Todo él era algo que ya conocía. —¿Quién eres?

—Eso deberías saberlo tú... Creo que no te acuerdas de mí... -Giró por completo su cuerpo, quedando frente a frente.-

—¿Recordar? ¿Yo a usted? -Dudó unos momentos. —Me lamento que aún no lo hago... No del todo bien. Estamos en pleno 2134, hay tanta gente que no sé si ya lo he conocido.

Se limitó a esbozar una sonrisa con un sonroje de mejillas. —Un día me recordarás, no sé cuándo. Pero lo harás. Lo prometimos.

Esas palabras sólo le confundían más ¿Prometer? ¿Qué? —Disculpe... Pero ¿Por qué solo escucha siempre la misma pieza?

—Porque es nuestra canción... -Empezó a entonar con la voz. Hacía cada nota como si se tratase de un ángel.

Recuerdos que nunca tuvo se venían a la mente del de anteojos. Estaban ambos en un salón. él tocando la sinfonía que tenía el otro en labios.

Pero él nunca había estado en un salón así

Nunca le había tocado a alguien solo.

Nunca había hecho eso, al menos no en esta vida.

—Takao... Quiero encontrarme contigo en todas nuestras vidas. Por favor, búscame siempre... Sabes que soy muy torpe y puede que no te halle si te busco yo mismo.

—¿Y cómo podré encontrarte? -Se sentó a un lado suyo, en la banca que pertenecía al piano.

—Tocaré esta misma canción. Pero la tocaré de una sola manera que tú nada más puedas entenderla, que sólo tú sientas lo que quiero transmitir con esto.

—¿Y que es lo que me quieres decir con 'esto'?

—Que te amo.

Ahora todo tenía sentido. Lo recordaba, habían pasado poco más de 100 años de que habían hecho tal juramento. Fue un caluroso día de verano. Pues los sentimientos eran como esa estación del año; Vivos, alegres... Cálidos.

—Tú... -Sonrió abrazándole con fuerza. —Me encontraste. Pudiste hacerlo después de tanto tiempo.

—Tenía que hacerlo después de todo... En esta vida también seremos muy felices Shin-chan.

Notas finales:

De ante mano. Muchas gracias por leer esta pequeña historia. Espero sea de su agrado. Es algo que he escrito de recuerdos que me trae aquella sinfonía, tal vez algunos no le encuentren la misma magia que yo hallé en ella. Sin embargo me ha traído aquí de alguna manera. ¡Muchas gracias! Y pues más que nada he decidido que sean Midorima y Takao quien representen esto. Porque es mi pareja favorita en el Fandom y sé que hay mucho material que se les puede dar.

Espero leernos en otra ocasión. Para mayor información consultar mi perfil. ¡Hasta luego corazones!

Pd: Si te gusta como hago esto, te recomiendo pasarte por otro de mis trabajos~


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