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Sentimientos Humanos por Esca

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Notas del fanfic:

Es mi primer fanfic asi que si tiene errores sepan comprender, me costo mucho animarme a publicar asique espero lo disfruten. Y comenten si creen que merece la pena. 

Notas del capitulo:

NI SUPERNATURAL (SOBRENATURAL) ni los bombones de ensueño... quiero decir sus personajes me pertenecen, (si lo hicieran no estaria escribiendo, seguramente estaria hacendo al DESTIEL CANNON)

Una vez más, como cada noche desde que había recibido su misión de observar y comprender el comportamientos de los humanos, para poder “experimentar los sentimientos característicos de estos” idea que no le complacia, Castiel se propuso observar a todos los que viese detalladamente. “Disgusto” ya conocía uno de los “sentimientos humanos”.

 

Para eso, le fue confiado un recipiente el cual le permitirá llevar a cabo su estancia en la tierra. En un principio observaba a las personas desde las bancas de los parques, pero ya no lo hacía, no desde que esa señora entrometida le dijo a unos oficiales que un sujeto de gabardina color caqui acechaba a los niños desde una banca.

 

—Señor ¿que es lo que está haciendo? —Le preguntaron los oficiales.

 

—Estoy observando. Pero ahora cubren mi vista.

 

—¿Alguno de los niños en el parque es su hijo? —Siguieron cuestionando.

 

—No, ninguno de esos niños es mi hijo.

 

—Entonces ¿Por que los observa?

 

—Los niños son criaturas hermosas…

 

Con su poca experiencia en la tierra Castiel no supo cómo explicarse apropiadamente. Por lo generó un malentendido y los agentes lo arrestaron tratándolo como a un pedófilo.

Por suerte su hermano Gabriel, que llevaba más tiempo que él en la tierra y sabía como expresarse más que bien, lo sacó de la cárcel de inmediato, e incluso les puso una denuncia de abuso de autoridad a los policías que habían arrestado y maltratado a Castiel. Los agentes debieron disculparse y alegaron que no podían deducir que bajo la apariencia de un hombre de treinta años, según el psicólogo que hizo su perfil psicológico, descansaba la inocencia de un niño.

Su hermano Gabriel decidió llevarlo a vivir con él y lo puso a trabajar en una de las sucursales de supermercados que administraba.

 

—Desde allí podrás observar a mucha gente, los humanos se la pasan comprando, entran y salen todo el tiempo, ellos le llaman ¡Consumismo! —Le había dicho para convencerlo.

 

—No lo se, ¿no crees que yo pueda arruinarlo?

 

—Es un trabajo en extremo sencillo, ellos entran te dan el dinero y se llevan las cosas, muchos ángeles arrancan su experiencia en el mundo humano así, Samandriel esta trabajando en una de mis sucursales desde hace tres meses, dentro de poco se convertirá en gerente. Ponte esto y mañana empiezas a trabajar.

 

—Dice ¿Steve?

 

—No te quejes el de Samandriel dice “Alfie” resulta más fácil así interactuar con la gente.

 

—¿Pero el tuyo dice Gabe?

 

—Mi nombre es común y bonito, no tengo problemas para interactuar con los demás, si me entiendes —Dijo guiñandole un ojo.

 

—No, no comprendo.

 

—Necesitas aprender sobre indirectas, a los humanos les encantan usarlas.

 

Desde esa noche Castiel empezó a trabajar allí, habían pasado dos meses y no había avanzado en sus investigaciones sobre los humanos, lo único que había conseguido era supervisar los tacos y los burritos, y enviar el los envíos a domicilio lo que le permitía ver un poco el ambiente en el que vivían los humanos, aunque casi nunca lo dejaban pasar más allá de la entrada.

Pero por lo menos era la excusa perfecta para salir de la rutinaria vida en el supermercado y, también, porque gracias a esas salidas, le daba la posibilidad de conocer aunque sea un poco a sus clientes habituales, como la ancianita que si lo dejaba pasar para que le cargará las bolsas por las escaleras hasta el noveno piso y luego amablemente Castiel se ofrecía a acomodar las cosas en la alacena y en las repisas altas.

 

Pero lo que más le gustaba de salir del supermercado era que podía ver a su cliente especial todos los días.

 

Dean Winchester.

 

Todas las noche Dean pedía un pack de cervezas, burritos, taquitos o nachos dependiendo de la ocasión, la edición semanal de la revista bellezas asiáticas y una tarta de manzana, cereza, nuez o lo que fuera, siempre y cuando fuera tarta. Castiel se había percatado que era lo primero por lo que preguntaba y revisaba que no le faltase. Cada noche desde hacía dos meses.

 

La primera vez lo vio Castiel aún no se encargaba de los pedidos a domicilio, se encontraba reponiendo productos, lo vio entrar con quien ahora sabía era su hermano menor Sam, desde el momento en que lo vio, Dean le pareció diferente a los demás humanos que había visto, sintió algo extraño en el pecho, como si su corazón fuera comprimido por el aire que sentía le faltaba en los pulmones.

 

Dean era muy atractivo, aunque el concepto de belleza de un ángel iba más allá de lo meramente físico, no podía negar que el contenedor que contenía su alma era único, tenía unos hermosos ojos verdes, que brillaban como un par de esmeraldas de corte brillante, su cabello era rubio y su corta barba tenía tintes color cobre, pecas en la nariz y unos labios exquisitos.

 

Cuando este se acercó a él para preguntarle algo, Castiel no lograba recordar cual era el proceso que debía hacer respirar, hasta que recordó que ese era un acto autónomo de los recipientes humanos, entonces ¿Por qué razón había perdido el aliento?

 

—Hola colega, ¿sabes donde están las tartas?

 

—¿Tartas?

 

—Si, no logro encontrarlas por ninguna parte, y si no la llevo a la caja en menos de cinco minutos Sam se va a ir sin comprarla.

 

Para Castiel era muy curioso como hablaba de ello como si fuese muy importante, y la familiaridad con la que lo trataba, la mayoría de los clientes que había visto antes solo entraban, cargaban las cosas en sus carritos, y pagaban en las cajas registradoras, lo máximo que decían era “en efectivo”, o “en tarjeta”, cuando los cajeros preguntaban “¿Efectivo o tarjeta?”, o un automático “buen día” si era muy temprano. Solo usaban ese tipo de familiaridad cuando hablaban entre ellos.

 

Entonces, ¿Quería una tarta?, si no estaba equivocado una tarta era un tipo de alimento generalmente dulce y que a menudo es cocido al horno con algún tipo de relleno.

Castiel estaba seguro de haberlas visto hace unos segundos, y así era, estaban en el estante de enfrente justo detrás del sujeto de ojos verdes, un par de repisas arriba de su cabeza, si se ponía de puntas de pie seguro llegaba hasta ellas.

Así que caminó al frente un paso, extendió su mano derecha por encima del hombro izquierdo del sujeto, pero aún no llegaba, así que dio medio paso más al frente quedando casi pegado al cuerpo del de los ojos verdes y se paró de puntitas, por fin la había alcanzado.

 

—¡Te tengo! —Dijo Castiel esbozando una sonrisa, para luego mirar la extraña expresión del sujeto que tenía enfrente, sus ojos estaban más abiertos, su cabeza estaba un poco echada hacia atrás, los músculos de su cara estaban tiesos, y su cuerpo rigido. Castiel terminó su escrutinio ladeando su cabeza hacia la izquierda y frunciendo levemente el ceño, como lo hacía cada vez que no comprendía algo del todo. Iba a preguntarle qué le sucedía, pero recordó que el sujeto necesitaba esa cosa con urgencia, tal vez era eso pensó Castiel, se estaba tardando mucho.

 

—Aquí esta la tarta, estaba muy arriba, pensé que no llegaría. —Dijo sin percatarse de lo extraño de la situación, sus rostros estaban a menos de 5 centímetros de distancia y puso en sus manos la tan ansiada tarta de manzana.

 

—¡No hagas eso! —Dijo con la voz un poco elevada, para luego tranquilizarse un poco y decirle— ¿Que nadie te enseño lo que es el espacio personal?

 

—Mis disculpas... —Dijo Castiel dando un paso para atrás.— voy a seguir trabajando si no necesitas nada más.

 

—Si, digo no... no necesito nada más, gracias ¿Steve?

 

—Mmm… esto no es mío —Dijo Castiel mirando su gafete— mi nombre es Castiel.

 

—El mio es Dean, Dean Winchester y gracias de todos modos. —Dijo llendose hacia la caja donde su hermano hablaba con otro cajero. Para luego irse, como llegaron.

 

—¿Viste al bombón que acaba de salir de la tienda? —Pregunto la tan conocida voz de su hermano Gabriel en tono cómplice.

 

—El rubio... era atractivo.

 

—No, no el rubio con cara de muñeco Ken, el otro, el alto de pelo castaño, tienes un pésimo gusto Cassie —Dijo su hermano poniendo una mano en su hombro.

 

Pasaron un par de días y el rubio no había vuelto a pasar por el supermercado, Castiel empezaba a pensar que tal vez no lo volvería a ver, y eso lo hacía sentir extraño.

 

Esa misma semana Castiel fue asignado como el encargado de preparar todos los pedidos de una zona de la ciudad, pidió ser quien se los llevase tambien, y su hermano lo dejo pidiéndole que tuviera cuidado “No todos los humanos son buenos” le dijo, aunque Castiel no quería creer eso, todos ellos eran criaturas que su padre había creado, en todas ellas debía haber un poquito de bondad.

 

Habían pasado dos meses desde que se había enterado de que Dean era uno de los clientes a los que debía prepararle y llevarles sus pedidos, Dean vivía en un apartamento pequeño en el mismo edificio que su primera clienta, la ancianita que siempre le dejaba propina y lo llamaba “Cielito”, no sabía muy bien qué quería decir con eso. No había avanzado mucho con Dean desde que le entregó su primer pedido y sintió su corazón latir a mil por segundo, todas sus conversaciones se desarrollaban de la misma manera, Castiel ya sabía de qué se trataban, eran solo conversaciones casuales, pero aun así le parecían grandiosas.

 

Cuando iba a tocar su puerta en el cuarto piso, en el departamento D, este siempre le esperaba en la puerta ya abierta.

 

—Hola Dean.

 

—Ey, Cas. ¿Qué tal?

 

—Bien, liado, como siempre. —”Cas” era como Dean había empezado a llamarlo de un momento para el otro, en un principio le molestaba porque lo hacía sentir extraño, pero empezó a gustarle después de que “Gabe” como ahora llamaba a Gabriel por pedido del mismo, le explicó que los humanos usaban los apodos y diminutivos con las personas de su confianza de manera afectiva.

 

—Mucho trabajo eh, dile a Gabe que si sigue abusando de ti iré a buscarlo, tengo ganas de golpearlo desde que me entere que acosa a mi hermanito Sammy.

 

—Se lo diré —Dijo Cas sin disimular su sonrisa, le gustaba mucho el nombre de Dean, y no había encontrado ningún diminutivo para un nombre tan corto, así que solo lo usaba cada vez que podía.

 

—Genial. ¿Tienes preparado mi encargo?

 

—Por supuesto, Dean.

 

—Trajiste…

 

—La tarta —Dijo cortando su pregunta.

 

—Sí, ¿cuánto es? Cas.

 

—54 dólares.

 

—Ok, ya va. —Ahí comúnmente terminaba la platica, Dean buscaba el dinero, para lo que era algo torpe una vez llegó a tardar 15 minutos buscando cambio y termino pagando con unas monedas que encontró bajo el sillón de la sala, Cas le dejaba las bolsas y se hacía un gran silencio que no sabía cómo llenar hasta que se despedía diciendo que tenía que entregar otros pedidos. A veces le apetecía hablar sobre otras cosas con él, pero ¿de qué podía hablar con Dean? Apenas conocía nada de su vida, aunque deseaba saber más sobre él no sabía cómo preguntar, no podía hablarle sobre él tampoco, que iba a decirle que era un Ángel del Señor y que trabajaba en un super para conocer los sentimientos humanos, lo tomaría por un loco, eso lo enojaba “Furia” otro de esos sentimientos. Castiel era consciente de que tenía un pequeño “capricho” en términos humanos con Dean, después de todo era la razón de que sonriera todos los días.

 

—¡Todavía no le has dicho nada! —Dijo Gabe— eres muy lento, si no te apuras alguien te lo va a quitar.

 

El solo pensar eso hacía que su estómago se revolviera, y le dolieran los costados justo en la parte de las costillas, como si hubiese corrido una maratón.

 

—No te pongas así Cassie, no te estoy retando solo quiero que reacciones, ese rubio te ah estado volando la cabeza desde hace dos meses, no puedes posponer esto más, si no le dices nada no va a enterarse, parece que aunque sea muy obvio ese estúpido no va a darse cuenta, tienes que confesarlo, si dejas las cosas como están llegará un momento en el que todo esto empezara a pesarte.

 

Gabe tenía razón, como todas las veces que en verdad hablaba en serio, las cuales eran muy pocas veces, contadas realmente, ya que su hermano mayor adoraba hacer bromas todo el tiempo.

Aunque no comprendía muy bien qué era lo que le pasaba con Dean era obvio que era algo muy fuerte, pensaba mucho en él, y esperaba con ansias el momento del día en el cuál iba a verlo. Tenía sobre el efecto de hacerlo sonreír con solo mirarlo con esa mirada, esa que parecía tener toda la ternura del universo atrapada en sus pupilas.

 

—Y si no quiere volver a verme ¿Que haría?... tengo miedo de que me odie.

 

—El no va a odiarte, y si lo llegase a hacer sería un imbécil, si no apuestas —Dijo Gabe tomándolo de la cintura para acercarlo a el— Nunca vas a saber si podrías haber ganado, si apuestas tienes el 50% de probabilidad de perder, es verdad, pero si no lo haces ya te habras dado por vencido.

 

Estaba decidido iba a decírselo a Dean esa misma noche, entregó todos los pedidos dejando el de Dean al final, por lo general por sus ansias por verlo siempre iba primero a casa de Dean, sin embargo decidió que nada debía interrumpir lo que iba a decirle, iba a subir el ascensor hasta el cuarto piso, a caminar por el corredor, a tocar la puerta del apartamento D y decir:


—Dean...

Notas finales:

Continuara... CHAN CHAN si estan leyendo esto significa que lo leyeron, llegaron al final del primer capitulo. Grasias por leer.


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