A pesar de haber vivido la peor época de mi vida, hace menos de un año, parecía que el monstruo que me provocó aquella etapa no me quería dejar. El monstruo del que les hablo es la depresión.
“La tristeza es un sentimiento que se manifiesta en todos los seres humanos en determinadas ocasiones, pero la depresión es una enfermedad mental, la cual se caracteriza por la incapacidad de disfrutar, sentimientos de tristeza, entre otros.”
Según los artículos de internet que leí, lo definen así.
Nunca estuve seguro si lo que yo tenía era depresión, es más, los psicólogos solo me diagnosticaron tendencia depresiva. En fin, si yo sentía mi mundo caer y que ya no podía con mi vida, no me imagino con una depresión severa, ya no estaría con vida.
A pesar de todos los errores que cometí y los pensamientos suicidas que tuve, me pude recuperar, o algo así. Estuve viviendo aproximadamente “feliz” durante todo un mes, dándome aliento cuando más lo necesitaba y levantándome solo. Según yo, era mi periodo de reconstruirme a través de mis piezas rotas que dejó el año pasado. Pero al terminar el mes, estuve teniendo varias crisis, algunas leves y otras graves. Así que como me encontraba solo, me vi obligado a crear un amigo imaginario como mi conciencia, formado por esa parte de mí que no quería que cayera de nuevo en la tristeza. Gracias a él pude consolarme.
Todos los días iba en bus, tranquilo cuando podía y a veces no, cuando sentía que iba a volver a recaer, mi amigo imaginario aparecía. Se sentaba en mis piernas y me distraía. A veces le gustaba aparecer como de mi edad, pero cuando tenía que ser más discreto se transformaba en una versión niño de él.
Era muy lindo verlo mientras observaba el paisaje por la ventana. Y cuando algo llamaba su atención me decía entusiasmado: “¡Kyungsoo hyung! …¡Kyungsoo hyung!...!Mira!¿ No te parece lindo ese perrito?” , mientras tiraba de mi brazo para llamar mi atención. No podía resistirme, su alegría se me contagiaba y me calmaba. Jonginnie me hacía feliz.
Ya sea de mañana, tarde o noche, Jonginnie siempre estaba para mí.
……
Hoy es un día más de esos. Esos en los cuales no quieres salir de la cama, no porque tengas flojera, sino porque no le ves sentido el intentar vivir. En el cual no quiero moverme. Lo único que puedes hacer es sentir, sentir algo que no quieres. Lágrimas empiezan a bordear mis mejillas mientras mira el vacío en dirección a mi pared. Pensamientos inundan mi mente. Pensamientos que son preguntas que piden respuestas a gritos, buscan un porqué. Un porqué estoy solo, un porqué no tengo voluntad de moverme, un porqué no quiero estar aquí. Pensamientos que me aturden, que a veces intento combatir, pero luego me pregunto ¿por qué combatir? Duele mucho el corazón como para intentar salir de la crisis. Sé que si logro salir de la crisis estaré mejor. “Después de la tormenta, viene la calma”, es un pensamiento que me sirve como mecanismo de autodefensa, pero es difícil intentar no ahogarte con las lágrimas.
En eso aparece él, me pregunta “¿Por qué estas triste?, no logro comprender”. Está en versión niño, no comprende que pasa, por eso luego se transforma en el Jongin grande, él que siempre aparece en momentos más difíciles que el Jonginnie no puede manejar. Me mira, me abraza y me dice con voz confiada: “Ya va a pasar. Puedes llorar. Me tienes a mí para consolarte y esperar a que te mejores”
Lloro, lloro. Palabras tan simples que me hacen sentir más triste pero a la vez consolado. Sé que pasará y que alguien espera por mi sin pedírselo. Me acurruco, mi cara se hunde en su cuello y lloro como bebé hasta quedarme dormido.
Al despertar me siento mejor, “Gracias Jonginnie”.- “De nada hyung” – responde. “Descansa”, me dice y lo abrazo. Así transcurren varias veces. Él está allí para mí y sé que me consolará.
Pasan días y meses, empiezo a vivir. Empiezo a conocer gente, a volver a reír. Y veo a Jonginnie de vez en cuando. Comienzo a estudiar, a dedicarme a pensar, investigar y analizar. Y cada vez veo menos a Jonginnie. A pesar de eso, él siempre tiene una sonrisa para mí y sigue siendo el adorable niño que me acompaña siempre.
………
Poco a poco casi no lo veo. Lo veo casi una vez por semana. Ahora es casi mensual
“Ya no veo a Jonginnie”
Pasan meses y vuelvo a caer. Pero esta vez Jonginnie no está. Estoy solo. Estoy solo. Jongin era lo único que tenía y ya no está. El dolor me carcome por dentro. Caigo al piso, no quiero nada mas que llorar, no sé qué hacer. Jongin no está, esta vez estoy realmente solo. Las preguntas de nuevo vuelven a mi mente, ya no quiero sufrir. Estuve así por horas. Ya no soportaba mi mente, ni el dolor que había en mi pecho. Me arrastré por mi casa hasta la cocina. Vi el brillo de mi cuchillo y lo tomé. Con lágrimas en los ojos lo tomé, lo puse a la altura de mi muñeca. Todo pasaba por mi mente, mi soledad, mi dolor y Jongin.
De pronto con la poca fuerza que tenía me decidí a cortar.
-“Alto.”- escuché.-“¡Alto! Dije.”
“Esa voz, nunca esperé escuchar esa voz, era Jongin.” El cuchillo se cayó de mis manos, no podía creer lo que veía, era Jongin parado enfrente de mí. Me tomó la mano y la besó, me abrazó mientras lloraba. Jongin lloraba. “¿Cómo fue que terminaste así Kyungsoo hyung? Debías recuperarte y no volver a caer. Se supone que yo desapareceré mientras tú te recuperas, tonto”
-“Te extrañé, Jongin”-
-“Yo también, Hyung”-
Jongin me abrazó tan fuerte y con tantas ansias de protegerme que sentí que me iba a romper.
-“Hyung, debes clamarte, ya todo pasará, estoy aquí”.-
-“Lo sé, Jongin, lo sé”.
Extrañaba esa voz, necesitaba oírla. Era como una droga que me calmaba. Me dejé llevar y me calmé. Como siempre, ya que Jongin estaba allí.
Cuando desperté Jongin estaba conmigo. Ya calmado me dijo “Hyung, tengo que decirte algo” Jongin empezó a hablar, a decirme que en algún momento el desaparecería. Conforme me vaya mejorando, él se iría. No me lo quiso decir antes, aun no era el momento. No estaba lo suficientemente tranquilo para enterarme. Y es cierto, si me lo hubiese dicho antes, no sé qué habría pasado. Era una verdad dolorosa. Pero tendría que aceptarla.
Así pasaron días y meses. Y Jongin tenía razón. Poco a poco comenzó a desaparecer.
Una noche se apareció en mi cama. El lloraba. Se acercó a mí y me besó. Él sabía que yo no me resistiría. Sabía que significaba eso, pero ninguno de los dos quería decirlo. Estábamos tan sumergidos en el deseo de demostrarle al otro cuanto lo necesitábamos y queríamos. Piel con piel se encontraron, ansiosos, tristes, pero a la vez alegres de transmitir al otro lo que sentía. No había manera de describirlo, no había palabras. Solo eran dos cuerpos con ganas de entregarse el uno al otro.
Cuando desperté, busqué a Jongin como siempre, pero esta vez no estaba a mi lado. Lloré, pero no de tristeza, sino de alegría. De alegría de haber tenido a alguien como Jongin. Tal vez era solo mi imaginación, pero fue real para mí. Soltando una última lágrima dije: “Te amo Jongin”
-“Yo también, Hyung”-
FIN