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AMOR EN PELIGRO por perliix

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Notas del fanfic:

Nananananana....... No se que rayos poner aqui xD

 

Notas del capitulo:

Bueno solo decirles que este es mi primer fic y que espero les guste, estoy abierta a cualquier critica constructivas que me quieran dar :3 , todo sea para crecer mas mentalmente en creaciones de fan fic.

Nota: Algunas de las palabras entre parentesis y con letritas negras son los pensamientos de los(as) personajes.

Arriba el Johnlock!!! yeii!!! :3 x3333

Bueno no les quito mas tiempo de poder empezar a leer xP .

Noviembre: ¡Ultimas noticias! John Watson el asistente del mejor detective del país, actualmente desaparecido, se ha convertido al parecer en el objetivo de un francotirador, tras ser interrogado por la policía por su papel en las turbias irregularidades de las Compañías Holmes.

John esquivo un primer disparo. Pero todo el mundo se pregunta porque declino la protección ¿tendrá este misterioso hombre con fama de honrado algo que esconder? Y tal vez el joven Watson no sea la única fuga. Los rumores apuntan a que este embarazado pero ¿Dónde está el padre del bebé?

Sherlock Holmes, el hijo prodigo, ha regresado a Chicago para ayudar a resolver los problemas familiares. Este reputado genio de la informática está tratando de encontrar la clave de manipulación a la tecnología que sufrió la Corporación Holmes, pero puede que sea demasiado tarde para detener el maremoto en la querida institución de Chicago. Con toda esta marea de problemas, los Holmes pueden necesitar algo más que el genio de Sherlock para mantenerse a flote.

 

 

 

 

 

 

_____________________________

 

 

 

 

 

 

Chicago, la llamada ciudad del viento, hacia honor a su nombre la segunda vez que alguien intento asesinarlo.

O al menos, eso fue lo que John pensó, tendido sobre el capo de un coche aparcado, con el pánico latiéndole en el pecho, la cadera, una pierna adolorida y el abrigo flotando al viento, no estaba muy seguro. Tal vez el conductor, sencillamente, no lo había visto.

 

- ¿se encuentra bien señor? -

 

John se estiro y miro hacia la cara preocupada de un hombre negro muy alto que llevaba un anillo en la nariz, otro en la ceja, y una gorra sobre su cabeza rapada. Varias personas se habían concentrado  en la acera para contemplar la escena y hacer exclamaciones del tipo Es Borracho” o “¿Dónde está la policía cuando uno la necesita?”

“por suerte no aquí” pensó John. Lo último que necesitaba era atraer la atención de los agentes.

 

- Estoy bien - les dio a los consternados curiosos - Gracias -

 

Las rodillas no le respondían completamente, tras repasar sus heridas, concluyo que no estaba herido de gravedad. Al parecer, el coche no le había dado de lleno. Gracias al viento.

John había cruzado la calle con el semáforo en verde, como siempre hacia. Había terminado de comerse su bollo dos calles atrás y llevaba los restos en una bolsa de plástico para tirarlos en la siguiente papelera que viera. Entonces una ráfaga de aire se la había arrancado literalmente de la mano. John se dio la vuelta para agacharse a recogerla. Y entonces vio el coche.

Se dirigía directamente hacia él, a pesar de tener el semáforo en rojo. Parecía incluso que hubiera aumentado la velocidad durante el instante en que él lo había visto y el siguiente, cuando su cuerpo había respondido con la rapidez suficiente como para apartarse del camino del coche.

Tal vez era paranoia pura, pero ¿podía hablarse de paranoia cuando había gente persiguiéndolo?

 

- ¿seguro que se encuentra bien? - pregunto el hombre de la nariz perforada.

 

John se llevó instintivamente una mano al vientre. Un pequeño movimiento allí dentro le tranquilizo, haciéndole ver que todo estaba bien y exhalo un profundo suspiro de alivio.

La mochila, Dios mío no podía perder la mochila. John se puso de rodillas y, después de mirar debajo del coche, la saco de allí tenia los brazos tan blandos como si fueran espaguetis muy cocidos.

 

- Sera mejor que se siente usted un instante - dijo el hombre de los piercings-. Esta pálido como un fantasma, y además está sangrando.

 

- Soy pálido por naturaleza - respondió John, que comenzaba a irritarse-. Ya me ocupare de mis heridas cuando llegue a mi trabajo.

 

- ¿Tiene que ir muy lejos? -

 

- Aquí a lado, al “Agujero En La Pared”. -

 

El hombre dirigió una mirada escéptica en aquella dirección. Y a John no le extraño en absoluto. El nombre le iba que ni pintado al restaurante, una monstruosidad en medio de una zona que había sido vecindario de artesanos y que ahora iba claramente hacia abajo. El barrio era ahora sórdido y estaba bastante sucio. Tenía todo lo que él había luchado por dejar atrás.

 

- No está en condiciones de trabajar ahora - aseguro el hombre con aquel típico deje de arrogancia masculina que a él le chirrió como si hubiera pasado las uñas por una pizarra. 

 

- Agradezco su preocupación, pero no es necesaria.-

 

John se encaramo a la acera. Esperando que el captara la indirecta y se dedicara a sus propios asuntos. Pero no funciono el hombre se interpuso en su camino.

 

- No te lo creas tanto hermano. No estoy intentando ligar contigo no me van los rubios menudos y delgaditos - aseguro sacudiendo la cabeza-  Por cierto, que hablas muy bien para ser empleado del “Agujero”. ¿Por qué trabajas allí? -

 

- Por mis pecados.-

 

Y aquello era absolutamente cierto. Pero John se prometió por enésima vez que pronto conseguiría aclararlo todo. Ya encontraría la manera.

Con ayuda de su improvisada escolta, consiguió llegar a las escaleras que daban a la cocina del restaurante John se las arregló para darle las gracias al hombre de la manera más educada que pudo y cojeando ligeramente, empujo la puerta.

La cocina era una sala larga, estrecha y llena de gente, el cocinero, un hombre mayor con nociones muy limitadas sobre la higiene personal, le dedico una mirada agria.

 

- Más vale que te des prisa. Zeno está de muy mal humor. Si quieres comprobarlo, no tienes más que acercarte a él y pasarte de listo, como has estado haciendo últimamente. -

 

Cojeando John se dirigió al cuartucho en el que los empleados dejaban sus cosas. Maldición, tenía que aprender a controlar su lengua. Necesitaba aquel trabajo, y el “Agujero”, a pesar de sus obvios inconvenientes tenía tres cosas a favor: En primer lugar, podía ir andando desde el mini apartamento que había alquilado. En segundo lugar, Zeno era alérgico al humo de tabaco, así que estaba prohibido fumar en todo el recinto. Y por último, era bastante poco estricto en materia de papeles y regulaciones, un hándicap total en términos de salud y seguridad laboral, pero que para John era un plus añadido. Zeno no había llamado a ninguna de las referencias falsas que él había listado en su solicitud de trabajo, ni había comprobado su número de la seguridad social. Toda una ventaja, porque era un número falso.

John se quitó el abrigo y le dedico una mirada de  desagrado a aquel trozo de tela barata y vieja mientras lo colgaba de una percha. Mejor sería no pensar en el magnífico abierto nuevo de lana color crema que estaba colgado en el armario de su apartamento. Su antiguo apartamento.

El alquiler estaba pagado hasta el próximo mes. Así que no tendría que vender todavía sus cosas. Y tal vez podría conseguir recuperarlas.

 

- Llegas tarde - rugió una voz profunda desde el umbral de la puerta-. Tu turno comienza a las cinco, y no cuando tú decidas aparecer. -

 

John se giró y miro hacia la puerta. Zeno estaba allí, observándolo con el ceño fruncido. Era un gesto que le salía muy bien porque tenía sus cejas muy pobladas y prácticamente unidas.

“Ten cuidado con lo que dices” se recordó John a sí mismo mientras sacaba de la estantería superior un polvoriento botiquín de primeros auxilios.

 

- Un coche ha estado a punto de atropellarme. -

 

- Llegar tarde es llegar tarde. Si vuelve a ocurrir, esta despedido. -

 

- Habría llegado mucho más tarde si el coche llega a darme-. Respondió  John abriendo el bote de desinfectante con gesto brusco-. Y si me encuentro bien. Muchísimas gracias por preguntar.

 

- Si estás bien ya puedes salir de aquí y ponerte a servir mesas. -

 

- Lo hare en cuanto me limpie la sangre. Estoy seguro de que violare el código de seguridad e higiene en el trabajo si sangro encima de los clientes.

 

“Detente” se ordenó John a sí mismo.

Zeno no era de ese tipo de tiranos que admiraban a los que se enfrentaban a él. Prefería la sumisión.

John apretó los dientes y comenzó a limpiarse la herida de la pantorrilla.

 

- A lo mejor no me explique con claridad cuando te contrate: Odio a la gente con carácter. Lo que quiero oír es: “Si, Señor, Como no, Señor, enseguida Señor”, ¿lo entiendes estúpido? ¿Y tú qué demonios quieres? -. Rugió Zeno girándose hacia la camarera que había aparecido a su espalda.

 

- El señor de la mesa doce quiere hablar con usted-. Balbuceo la joven nerviosamente.

 

- ¿Y qué esperabas para decírmelo?-. Grito Zeno antes de girarse hacia John y señalarlo con un dedo amenazante – Y tú “Señorito Carácter”, tienes cinco minutos para ponerte a servir. En caso contrario, estas despedido.

 

John trato de responder un “Si, Señor”, pero no le salieron las palabras. Se las había repetido a su antiguo jefe miles de veces, le habían salido con naturalidad, porque aquel era un hombre que se merecía su respeto. Sintió que se le cerraba la garganta. Al Señor Holmes no le importaría ya que él lo respetara. No después de lo que John había hecho.

 

- No te preocupes, Sally, estoy bien - aseguro John dedicándole una sonrisa a aquella morena de cabello rizado que lo miraba con los ojos abiertos como platos. – Vayamos dentro antes de que Zeno me despida- dijo empujando la puerta.- ¿Qué zona me toca hoy?

 

- La cuatro. Kitty tiene la dos, yo la uno, y… ¿Qué te pasa?

 

- Nada - respondió John palideciendo.- El chico alto con la cabeza rapada que lleva una gorra. El que está hablando por el teléfono móvil, sentado en mi zona. ¿Lo habías visto antes por aquí?

 

- Creo que no ¿Por qué? – Pregunto Sally asomando la cabeza.

 

John se maldijo así mismo por haberle contado donde trabajaba.

 

- Me dijo que no le gustaban los rubios menudos - murmuro John entre dientes.

 

- ¿Ese chico? Es muy mono - aseguro John con una sonrisa-. A lo mejor siempre si le gustan los rubios pequeños como yo-. Sonrió.

 

¿Habría sido una coincidencia que hubiera estado allí cuando el coche estuvo a punto de atropellarlo? Parecía una buena persona, había insistido tanto en acompañarla… y ahora estaba alii sentado. John sintió una oleada de pánico. No sabía qué hacer, si salir corriendo o quedarse donde estaba. Aspiro con fuerza el aire.

Tenía su mochila. En caso necesario, si el hombre actuaba de manera extraña, podría salir por la puerta trasera en un periquete.

 

- ¿quieres cambiar zonas? Así sabrás si prefiere los rubios o morenos, talvez una mujer morena como yo le llame la atención.- sonrio pícara.

 

 

 

Durante la siguiente media hora, John trato de permanecer ocupado, aunque tenía los nervios a flor de piel. Pero su admirador, o a lo que fuera, no hizo ningún amago de intentar hablar con él.

 

- Muy bien - dijo el acercándose finalmente a su mesa, tratando de disimular el ritmo acelerado de su corazón-. Quiero saber por qué me has seguido hasta aquí.

 

- Yo no te he seguido - aseguro el hombre golpeando la parte inferior de kétchup-. Tu ego vuelve a traicionarte, hermano. Andaba por aquí, tenía hambre, y decidí entrar a comer. Oye, ¿podrías traerme más kétchup? Este esta medio seco.

 

- No te creo – aseguro John arrebatándole el frasco en gesto automático.

 

- Me da lo mismo ¿vas a traerme más kétchup o no? -

 

Una mano se puso con fuerza sobre el hombro de John.

 

- No te preocupes, Dix. Yo te lo traigo. -

 

A veces, en sueños, John viajaba dentro de un ascensor que caía a toda velocidad. Así se sintió en aquellos momentos. El estómago se le puso completamente al revés antes de dar paso a un sentimiento de incredulidad seguido de miedo y culpabilidad. Y que Dios la ayudara, todo ello mezclado con una fuerte punzada de deseo.

 

- Sherlock…- susurró cerrando los ojos.

 

- Lo has averiguado a la primera - respondió el en tono cordial sin apartar la mano de su hombro-. Supongo que eso significa que no me has olvidado completamente, aunque hayas borrado de tu mente otras cosas.

 

John se dio vuelta lentamente, y Sherlock dejo caer la mano. Llevaba puesto su abrigo largo de lana, pantalones negros y una camisa morada, era su color favorito siempre. Llevaba el cabello obscuro y ondulado, demasiado largo, como era habitual en él, y mantenía su aspecto salvaje. Parecía como si se lo hubiera alborotado el viento.

O las manos de un hombre, o tal vez de una mujer. Aquello también era habitual en él.

Con creciente sensación de pánico, John pensó que Sherlock no pertenecía aquel lugar. No debería estar allí, en un sitio como aquel. Era demasiado perfecto para un agujero sórdido. Aquel pensamiento le dio coraje. Tal vez había sido una idea absurda, nacida de la rabia y carente de sentido común, pero John había tomado lo que había podido conseguir.

 

- Supongo que has venido a hablar conmigo - aseguro estirando los hombros-, pero tendrás que esperar a que acabe mi turno.

 

- No – respondió el con calma tomándolo de la mano y enfilando hacia la puerta-. No voy a esperar.

 

- Sherlock…- protesto John tratando de zafarse-. ¿Has perdido la cabeza? No puedo irme contigo ahora.

 

- Por supuesto que puedes – aseguro él sin disminuir el paso mientras atravesaba las mesas.

 

Todo el mundo los miraba. John trato de pisar con fuerza el suelo para dejar de sentirse como una marioneta, pero lo único que consiguió fue perder el equilibrio.

 

- ¿Qué diablos está ocurriendo aquí? – Pregunto Zeno plantándose frente a Sherlock con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho.

 

John nunca podría haber imaginado que llegaría a ver a Zeno como un salvador.

 

- Este idiota me está arrastrando hacia la puerta – aseguró.

 

- No quiero problemas – dijo su jefe mirándolo como si fuera él el culpable de que aquel loco estuviera tratando de abducirlo-. Cualquiera que sea el asunto que tenga usted que tratar con él, tendrá que resolverlo fuera del trabajo.

 

- Él ya no trabajara más para usted – aseguro Sherlock con calma.

 

- Claro que si – respondió John dando un tirón y consiguiendo únicamente hacerse daño en la muñeca.

 

- No debería estar trabajando aquí, dada su condición- continuo Sherlock, como si no lo hubiera escuchado.

 

- ¿Qué le pasa? – exigió saber Zeno.

 

“No se lo digas”, suplicó John mentalmente. “Por favor, no se lo digas”.

 

- ¿No sabía usted que él está embarazado? – pregunto Sherlock alzando las cejas.

 

- ¿Qué esta qué? – rugió Zeno girándose hacia el-. ¡Maldito, eres una zorra mentirosa! ¿Por eso llevabas esos jerséis tan anchos? – pregunto acercándole la mano al vientre.

 

Sherlock soltó la mano de John. Y con un único movimiento limpio y rápido, su puño fue a parar a la mandíbula de Zeno en un golpe sólido. El hombre abrió los ojos desmesuradamente con asombro antes de caer.

 

- No se toca – dijo Sherlock mientras se pasaba la mano por el puño.

 

Luego tomo de nuevo la mano de John y lo saco de allí.

Notas finales:

Espero les haya gustado, tanto como a mi al momento de estarlo escribiendo :'3 tambien espero ver criticas constructivas. Y pues nos vemos hasta el proximo capitulo ;) 

PD: Prometo subir el fic cada viernes, ya que tambien es el dia con el que cuento mas tiempo libre.

Arribederchi(? ~  

( o como se diga xDD )


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