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AMOR EN PELIGRO por perliix

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Notas del capitulo:

AQUI LES TRAIGO NUEVO CAP.... ES MAS DOS PARA QUE NO DIGAN X3 ESPERO LES GUSTE :3

En el otro extremo de Chicago, en una habitación de hotel situada en el piso doce, James Moriarty se llevó el teléfono móvil a su oreja. Las cortinas estaban echadas. La radio estaba sintonizada en una emisora de música clásica y sonaba a un volumen suficientemente como para camuflar cualquier ruido de la ciudad que pudiera filtrarse a través de las paredes.

 

Era un hombre pequeño, solo media un metro sesenta y seis, pero estaba proporcionado y andaba muy recto. Su rostro era suave, y tenía la piel lo suficientemente firme, su cabello era corto y de color negro azabache. Llevaba puesta una camisa blanca de calidad, igual que los zapatos oscuros y la corbata de estilo conservador que llevaba anudada al cuello. Tenía todo el aspecto de un contable, y esa era la opinión que de él se hacia la mayoría de la gente nada más verlo.

 

Pero se equivocaban.

 

Moriarty golpeo con impaciencia el teléfono móvil con el dedo índice. Una voz contesto finalmente al otro lado de la línea.

 

 

-Más vale que sea importante. Es más de la una y media de la madrugada. Mi mujer se pone hecha una furia cuando la despierta el teléfono en medio de la noche.

 

 

-No tengo por costumbre telefonear por asuntos triviales – Aseguro Moriarty-. Ha violado usted nuestro acuerdo.

 

Moriarty exhaló un suspiro. Los que lo contrataban preferían considerarlo una mera herramienta, y a él le convenía que pensaran en él de esa manera. Si fueran conscientes de todo lo que Moriarty sabía sobre su vida, podrían llegar a sentirse incomodos. Pero aunque Moriarty permitiera que sus clientes lo subestimaran, no estaba dispuesto a que lo tomaran por un estúpido.

 

 

-Tengo un contrato con usted en exclusiva Señor Magnussen. Yo trabajo solo siempre. Creí que ese punto había quedado claro.

 

 

-Recuerdo perfectamente los términos de nuestro acuerdo – Gruño Charles Magnussen-. Sobre todo la gran cantidad de dinero por adelantado que me pidió.

 

 

-Me alegro de escuchar eso. Tal vez pueda usted explicarme porque ha permitido que la chapuza que fracaso en el primer intento interfiera en mi trabajo.

 

 

-Sigo sin saber de qué me está hablando. Y Palermo no es ninguna chapuza.

 

 

-Fallo una vez al intentar matar a ese tal Watson. Por eso me contrato usted a mí, ¿Me equivoco?

 

Moriarty guardo silencio durante unos instantes antes de continuar.

 

 

-Por eso, y porque aprecia usted la diligencia con la que me hice cargo del detective privado. Yo, a cambio, aprecio la diligencia con la que se hizo usted a cargo de mis honorarios. Me decepciona, sin embargo, que no haya usted respetado nuestro acuerdo. No estoy dispuesto a compartir el contrato con otros.

 

 

-Le dije que había apartado a Palermo del asunto Watson. Si mi palabra no es lo suficientemente válida para usted…

 

 

-Hoy a las cuatro horas y cuarenta y tres minutos de la tarde, Rocky Palermo ha tratado de atropellar a John Watson con un Buick del 98, seguramente robado. Si no está actuando bajo sus órdenes, entonces tiene usted un problema de disciplina.

 

Se hizo una breve y delatora pausa antes de que Magnussen explotara.

 

 

-¡Maldita sea! ¡Claro que tengo un problema! Se suponía que tenía que seguirle a él la pista para luego facilitársela a usted, pero no que acabara con él. Lo llamaré al orden.

 

 

-Hágalo – Murmuro Moriarty.

 

Estaba claro que Palermo había actuado siguiendo órdenes. Aquel hombre no tenía la clase de Moriarty, pero tampoco era un estúpido. No había ninguna duda de que Charles Magnussen había pensado que podría negarse a pagar la otra mitad de los honorarios de Moriarty si uno de los suyos alcanzaba el objetivo. Aquello había sido un error, pero, en ciertos aspectos, Charles era un hombre bastante simple.

 

 

-Estaba preparado para completar el trabajo mañana por la noche, en silencio y sin escándalo. El intento fallido de su hombre le ha hecho saber al objetivo que se conoce su paradero. Por supuesto, ha desaparecido. Voy a perder mucho tiempo siguiéndole la pista por segunda vez. No puedo ni quiero tolerar más interferencias en mi trabajo.

 

 

-Maldita sea, ya le he dicho que me encargaré de ello.

 

 

-Supongo que entenderá lo que voy a decirle. No me gustaría nada tener que eliminar al señor Palermo, pero si vuelve a intervenir, me veré obligado a ello.

 

La pausa fue en esta ocasión más larga.

 

 

-Quiero estar informado de todo.

 

 

-Cuando esté preparado para completar el trabajo, se lo haré saber. No le diré dónde se encuentra el objetivo cuando lo descubra. Supongo que lo comprende.

 

Para dejar clara su autoridad, Charles comenzó a dictarle órdenes sin importancia y amenazas veladas. Moriarty le permitió hacerlo. A los que lo contrataban les gustaba sentir que controlaban a sus herramientas. Y así era, siempre y cuando cumplieran a rajatabla con los términos del acuerdo que habían llegado con él.

 

Tras colgar el teléfono, Moriarty volvió a guardarlo en el maletín. Charles había actuado de frente con él la primera vez, cuando había matado al detective. Sin embargo, ahora estaba tratando de ahorrarse unos cuantos dólares. La boca de Moriarty se curvo con gesto de disgusto mientras se aflojaba el nudo de la corbata. Era increíble lo que la avaricia llevaba hacer a la gente. Parecía impensable que uno de los asesinos a sueldo más importantes del mundo pudiera temer que lo timaran, pero siempre podía haber algún cliente que se sintiera lo suficientemente poderoso como para revisar su acuerdo una vez finalizado el trabajo.

 

Jim Moriarty no mataba a sus clientes, por muy difíciles que fueran. No era bueno para el negocio. En lugar de eso, adquiría información sobre ellos. En este caso concreto, no le resultaría difícil que los Magnussen se portaran con él como es debido. Una llamada de teléfono a la policía o al Señor Holmes les costaría mucho más dinero del que le debían a él.

 

Moriarty se desabrocho los botones superiores de la camisa, se quitó la corbata, saco su carpeta del maletín y se sentó frente a la mesa. La carpeta contenía unos papeles encabezados por la fotografía de un hombre que no sonreía. Jim Moriarty saco la foto, la dejo a un lado, y observo el primer papel del mazo, un plano del antiguo departamento de John Watson. Se podían averiguar muchas cosas sobre las costumbres de los objetivos por el modo en que acondicionaban el espacio donde vivían. Por descontado, también había conseguido más información investigando sus pertenencias y los archivos de su despacho.

 

Él era eficiente, honrado y responsable. Un hombre admirable en todos los sentidos. Por supuesto, tenía un punto flaco. Su hermana. Harriet Watson había sido una carga para su hermano mayor desde la muerte de sus padres. Ella les había proporcionado a los Magnussen el trampolín para obligarlo a traicionar a su jefe.

 

Moriarty tenía varias posibilidades de volver a localizar su objetivo, pero la más efectiva era el modo en que lo había encontrado la primera vez: A través de su hermana. Tal vez él se pusiera en contacto con ella.

 

Moriarty volvió a fijar la vista en la fotografía. Era un hombre bonito. Sabia reconocer la belleza, pero no era algo que admirara. No, eran sus otras cualidades las que el apreciaba. Se merecía a Moriarty, y no un aficionado como Palermo. El sufrimiento que se le causaba a los objetivos era la prueba de un trabajo mal hecho.

 

Al contrario que Palermo, él era un excelente tirador. Un balazo en la cabeza aseguraría que el admirable joven Watson no sufriría. Estaría muerto antes de darse cuenta de lo que había sucedido. 

Notas finales:

Espero les haya gustado... gracias por leerlo ♥


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